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Noroghi, la fábrica ‘ficticia’ que visitó Macri y luego despidió a casi todo su personal

En septiembre de 2018, el presidente Mauricio Macri se encontraba de visita en una empresa del barrio de Nueva Pompeya que aparentemente se dedicaba a “vender electrodomésticos”. El escándalo estalló cuando desde el gobierno de Tierra del Fuego aseguraron que se trataba de una fábrica ‘ficticia’ que no producía nada.

La idea de la visita de Macri era, obviamente, mostrar en las redes sociales cómo funcionaba una ‘próspera’ empresa. Desde Tierra del Fuego manifestaron que la firma era una importadora de marcas chinas y lo que había visitado el mandatario era tan solo un galpón de almacenamiento. Dos meses después de recibir al Presidente, Noroghi despidió al 70% de su personal. 

La insólita situación sigue generando noticias al día de la fecha: la pujante compañía no pagó los tres meses de salario que adeudaba y no cumplió con el pago de las indemnizaciones prometido. Como si fuera poco, esta semana la empresa se ausentó de una audiencia para regularizar la situación.

 

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Vladimir Putin: ayer y hoy, por Oscar Taffetani

Electo con el 87% de los votos (y una participación del 74,22% del padrón) Vladimir Putin se prepara para un nuevo ciclo de gobierno en Rusia, enorme país euroasiático cuyo poder controla directa o indirectamente desde el fin del siglo XX. La nota que reproducimos, publicada en 2006 en Nuevo Siglo On Line y ahora rescatada de su archivo, analiza y caracteriza el poder de Putin, a propósito del asesinato en 2006 de Anna Politkovskaya, una periodista muerta “en confusas circunstancias” cuando estaba denunciando la matanza de rebeldes de Chechenia. Poco antes de las últimas elecciones en Rusia, el mundo se enteró del supuesto suicidio, en una prisión de Siberia, de Alexei Navalny, otro líder y referente de la oposición a Putin. La lista de muertes dudosas, en Rusia, ya es interminable. Y por eso la foto que ilustra la nota rescatada de archivo no difiere mucho de la que podría tomarse hoy. Los muertos, por supuesto, no salen en la foto..

MENSAJE DE ANNA, DESDE EL PAÍS DE PUTIN

Anna Politkovskaya

La naturaleza del poder de Vladimir Putin, su innegable ascendiente sobre los antiguos “”apparatchik”” del imperio soviético y su presencia impetuosa y a la vez amenazante, quedó reflejada en una instantánea tomada en 2001 por algún fotógrafo oficial.
Putin se había reunido con los titulares de las nuevas repúblicas de la Federación Rusa como en los mejores tiempos de Stalin, cuando esa clase de meetings se celebraban en alguna dacha de las afueras de la Capital, llegados los amables calores de estío, a la sombra de los altos (y emblemáticos) abedules. Allí se lo ve a Stalin, perdón, a Putin, saliendo del bosque acompañado por diez presidentes, todos con ropa informal, aunque uniformados en el aspecto que más importa: el mental.

Putín año 2001 junto a 9 presidentes

A nadie le cabe duda, a esta altura de los acontecimientos, de que Putin es la nueva máscara de un antiguo régimen, la fórmula que encontraron los rusos para tranquilizar a un Occidente en donde se había puesto peligrosamente de moda -allá por los ’90- derribar muros y exigir bagatelas como la democracia y los derechos humanos.
La matriz estalinista -construida sobre los sedimentos del despotismo zarista- no había cambiado en absoluto: empresas estatales privatizadas, con enormes activos heredados de tiempos socialistas, brindaban ahora “oportunidades de negocios” al capital trasnacional. Pero sus gerentes eran invariablemente rusos: jóvenes ejecutivos y “tycoons” nacidos del desmadre soviético, aunque siempre concientes de las deudas contraídas con el viejo régimen (y cuando se olvidaban, como en el caso de la petrolera Yukos, el antiguo régimen se encargaba de recordárselos) .

Cuando pasó la borrachera liberal de Mr. Jack Daniel’s (así le decían a Boris Yeltsin), Rusia volvió a lo de siempre: a la censura sistemática, al disciplinamiento y castigo del disidente, al “pogrom” contra los pueblos o las etnias en rebeldía.

En el Pravda soviético no se podían publicar notas policiales, para no desmoralizar a la población. Y sobre las campañas del Ejército Rojo más allá de las fronteras del imperio, sólo podía tenerse la versión oficial, por ejemplo, que se había aplastado la conspiración capitalista-imperialista en Hungría, en Polonia o Checoslovaquia; que se había terminado con el feudalismo de algún jeque árabe en un pequeño país del África; que se había liberado a algún pueblo del Asia central del retrógrado fundamentalismo musulmán, y así.

En el Pravda de estos tiempos, el pluralismo consiste en no hacer preguntas molestas, no recordar el pasado de los funcionarios, no ayudar a los “enemigos de la patria” y no dar espacio al “terrorismo” en ninguna de sus formas. Y los medios que no cumplen con la consigna son presionados económicamente, políticamente y también del modo que hemos visto con la periodista Anna Politkovskaya.
Así, las familias del submarino nuclear Kursk debieron asistir por interminables horas, destrozadas, a la agonía y la muerte decretada de los tripulantes, sepultados a escasos metros de profundidad en el Mar de Barents, todo para no brindar al “enemigo” secretos sobre el accidente ocurrido.
Así, las familias de los rehenes en un teatro de Moscú, o las de los rehenes en la escuela de Beslán, debieron admitir, estoicamente, que un rescate eficaz tiene siempre un alto costo en vidas inocentes. Luego, llegará el turno de los claveles rojos, las condecoraciones y las lágrimas sobre las frías piedras de los cementerios.

Ésta es la nueva Rusia, que conduce con mano firme Vladimir Putin. Cualquier semejanza con la Rusia de Stalin es pura coincidencia. O malintencionada crítica, hecha por el “enemigo”.

Novaya Gazeta

Nóvaya Gazeta -el medio para el que trabajaba Anna Politkovskaya hasta el sábado 7 de octubre, cuando la mataron a balazos- ya había perdido hasta ese momento dos corresponsales, Igor Domnikov y Yuri Schekochijin. En el primer caso, gracias a una investigación realizada por el staff del quincenario, se logró poner a los autores materiales a disposición de la justicia. En el segundo, no se pudo hacer nada, ya que ni siquiera a los familiares de la víctima se les permitió ver los resultados de la autopsia.

Así están las cosas en Rusia, enorme nación que pudo construirse, históricamente, sobre la sangre de millones de seres humanos, y cuyas diversidades y conflictos quedaron aplastadas bajo el peso de un implacable Estado que maneja -como todos los Estados- oscuras e impenetrables “cuestiones de Estado”.

Viacheslav Titiokin, compañero de Anna, también periodista de Nóvaya Gazeta, escribió una emocionante despedida para la colega, con la promesa de investigar -si es necesario, hasta la muerte- el asesinato. “Continuaremos la investigación -escribió- y los asesinos serán castigados. Mientras Nóvaya Gazeta exista, los asesinos de Anna no dormirán tranquilos”.

He ahí un magnífico mensaje moral que nos dan los periodistas rusos, de coraje y amor por la profesión, en tiempos difíciles.

(Artículo publicado en 2006 en Nuevo Siglo On Line , bajo el título “Mensaje de Anna, desde el país de Putin” y rescatado por su autor, Oscar Taffetani, para formar parte del Archivo LCV)




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Opinión

Rosario: el pánico de las barriadas se trasladó al cuerpo de la ciudad, por Gustavo Brufman

Hace ya demasiado tiempo que los barrios populares de esta ciudad portuaria -la de los rascacielos deshabitados construidos por el lavado de dinero, como bien muestra el documental “Ciudad del boom. Ciudad del bang”- son también los de la miseria profunda, una desigualdad intolerable pero “contenida”. Dos realidades que conviven conflictivamente, atravesadas por el delito común expandido, la criminalidad, el negocio narcopolicial, la extorsión, la amenaza, y el sicariato que por cuatro mangos se chupa los pibes. Los del universo de la exclusión social absoluta y el consumo.

Como contracara de la necesidad, en Rosario también se multiplican comunidades enteras que en esos mismos territorios, batallan desesperada, decidida, y denodadamente cada día, por amorosas políticas de vida y de cuidado. Monstruosamente vulnerabilizadas e invisibilizadas. Pero con memoria y cultura de trabajo por historia obrera, y haber sido alguna vez, reconocida como capital nacional del PARO en su orgullo de lucha y resistencia.

Dijo Patricia Bullrich en conferencia: “No hay que matar a la hormiga, hay que destruir el hormiguero”. Frase poco feliz para referirse a Rosario, ciudad en donde la hormiga es símbolo de resistencia y solidaridad ¿lo sabrá la ministra?

Barriadas cruzadas por el silencio, el temor, la angustia, y el estallido cíclico de lo que se va de cauce. Como síntoma de una poca y mala vida que no aguanta más, porque se sobrevive al lado de quienes son los responsables del terror, pero también del verdugueo policial de los de los que deben ser su control. Mientras sus hijitos, sus hijitas, sus niñes, nuestras infancias populares, crecen en el mundo del espanto.

Pero gracias a tanta fuerza colectiva, a tanta solidaridad y autogestión, a tanta organización propia, resisten y siguen contando ausencias. Y faltas, y carencias, pero sobre todo, los muertos de cada día. No en estos días, sino desde siempre. Y sin embargo aún sueñan. Es inherente a la condición humana. No a la naturaleza humana que puede engendrar fascistas, represores, tortuadores. Y ahora también, anarcolibertarios capitalistas que se alíen con ellos porque creen que la democracia (y con ella todos los derechos sociales y civiles) puede y debe ser eliminada por completo para asegurar su burguesa concepción de libertad, su propiedad y su tasa de ganancia por muerte natural, antinatural, y ajena. Sin estado que controle, que regule, y mucho menos que te cuide. Son la versión más radicalizada y bestial de la derecha neoliberal. Lean a Quinn Slobodian y verán… “Los libertarianos sueñan con un mundo sin democracia” (Revista Jacobin. 10/03/2024).

Pero sucedió que esta vez, las disputas de cajas policiales que se viven denunciando tras la inoperancia frente al delito más grande y pesado; o por eso mismo, frente a algún megaoperativo sobre el chiquitaje, o una minúscula porción que no comprometa el negocio más permanente, y que haga ruido para mostrar cuánto se hace; se conjugó con pases de factura y reclamos de derechos de “los presos de alto perfil”. Conjugados con imágenes de mano dura a lo bukele, en donde nada es un error o un desliz.

Y entonces el pánico cotidiano, adherido a la piel de la barriada, se trasladó al cuerpo de toda la ciudad, cuando el sicariato se cobró la vida de cuatro laburantes absolutamente ajenos a su mundo. Todos en menos de una semana y en sus propios lugares de trabajo, como la expresión más degradada, brutal y bestialmente explícita de este capitalismo trasnacional financiarizado de la droga, las armas, la soja, los medicamentos, y alguna otra línea de maximización de la ganancia para el que la vida, vale menos que nada.

Y entonces las fuerzas federales Mileístas-Bullrichistas de la no-democracia, vienen a ocupar el territorio por saturación, bajo el reclamo desesperado de una comunidad que no necesitó su presencia para autoimponerse una suerte de toque de queda por temor. Así estas noches tempranas. Así los comercios de persianas bajas…

Hay un dato alentador, aunque mínimo. Un resto necesario indispensable. Un piso. Un valor ético de clase. Lxs taxistas, lxs colectiveros, lxs recolectores de residuos, lxs educadores de todos los niveles… PARARON. Impactando en toda la ciudad. Reclamaron al estado. Desactivaron la normalidad de convivir con la muerte naturalizada en lo cotidiano frente al negocio narco-policial-criminal, de un estado corrompido por dentro, por una concepción política del poder y su bolsillo.

No hay salida a corto plazo. Una vez más, sólo golpe de efecto hasta aquietar, entre negociaciones palaciegas, espúreas y discursos oportunistas. Hasta que otro pase de factura por oscuros acuerdos transgredidos, reinstale el dolor, el temor, el reclamo, el estallido.

Lo fundamental para seguir abriendo espacio a la vida y a la justicia social en claves emancipatorias, a 40 años de democracia, sigue siendo encuerpar, construir movimiento, organización colectiva, coordinar solidaridad de clase. Romper el aislamiento, el determinismo y el orden de lo inexorable. Articular luchas, saberes y experiencias. Aprender de ese diverso y poderoso torrente de mujeres que en estos días volvió a hacer temblar el país, cuando es el propio estado el que ataca sus luchas antipatriarcales y anticapitalistas. Y volver a pensar lo que siempre supimos: que todo está por hacerse, por conquistarse. Y que hay que encontrarse para que el miedo se transforme en coraje.

Gustavo Brufman, Lic. en Ciencias de la Educación

Docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR)

Educador Popular

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Destacada

Federico Lorenz: “Está en riesgo el pacto fundante de la democracia del 83”

“Hablar o callar es una toma de posición”, dice la Carta Abierta a la que adhirieron casi un millar de historiadores de argentina y el extranjero en respuesta a la peligrosa mirada histórica del actual presidente. LCV entrevistó a Federico Lorenz, uno de los redactores de ese texto: “Lo que a mí me movió a escribirlo, es que no podía entender cómo, por ejemplo, mis legisladores aceptaron que el presidente los defenestrara públicamente sin contestar”. Una de las principales preocupaciones es que se rompa el ‘pacto fundante de la democracia, democracia sobre la que hay que trabajar, pero la democracia del 83 lo que establecía tras la dictadura era los acuerdos de la división de poderes y el respeto por los derechos humanos.” La retórica de Milei que ubica como paraíso perdido el período previo a la Ley Saenz Peña, una etapa netamente oligárquica, y su odio por todo lo que considera popular es una paradoja para analizar a un líder que asumió con el voto de una gran mayoría. Para el reconocido escritor, investigador y profesor del Colegio Nacional Buenos Aires, existe una crisis identitaria de los principales movimientos populares y un tema pendiente es repensar qué se hizo mal desde el campo nacional y popular para que alguien como Milei haya obtenido una victoria que le hace creer que puede hacer lo que le de la gana. Defender la veracidad histórica es defender el futuro.

LCV: Publicaron una carta abierta que se llama “Milei ante la historia argentina”. Contame cómo surgió la idea de hacer esta carta.

—Básicamente somos un grupo de colegas, algunos amigos entre nosotros, pero que nos conocemos desde hace muchos años de trabajar. Todavía dentro de la perplejidad de la manera en la cual avanzan ciertos discursos del gobierno en relación con el pasado, pero que tiene consecuencias concretas en la vida cotidiana. O sea, cualquier elección que uno hace de cómo referirse a algún acontecimiento histórico, refleja una mirada sobre el presente y sobre el futuro que imagina. En ese sentido, señales muy claras del gobierno, desde que asumió nos preocupaban bastante y de ahí surgió la idea de hablar de nuestra especificidad, como historiadores. Cuando la publicamos teníamos casi 800 adhesiones, y desde que empezó a circular, nos han escrito unas 300 personas más de Argentina y del mundo. Gente muy importante, dedicada a la investigación. Tenemos una cantidad de preocupaciones y acuerdos comunes, pero no somos monolíticamente iguales en cuanto a pensamiento. Y creo que es lo que nos vuelve interesante también.

LCV: Claro, eso justamente. Abrevar desde distintas fuentes ideológicas, pero encontrar este punto en común es importantísimo.

—Sí, hay una preocupación. Lo que aparece en el documento es claramente una preocupación no sólo por la negación de la historia popular que tiene el Gobierno, sino por la estigmatización de lo popular, disfrazada paradójicamente de devolverle la libertad a ese pueblo, aunque en realidad está construyendo las condiciones materiales para que nunca vuelva a levantar cabeza. Si yo tuviera que hacer una síntesis muy rápida del documento, es ese. Y lo que decimos es: cuidado, porque hay un pacto fundante de la democracia, democracia sobre la que hay que trabajar, etcétera, pero la democracia del 83 básicamente lo que establecía tras la dictadura era los acuerdos de la división de poderes, el respeto por los derechos humanos. Todo eso está siendo explícitamente amenazado por el Gobierno, porque Milei, que llegó al poder por una elección democrática, en una segunda vuelta, hay que decirlo, transformó retóricamente eso en una elección plebiscitaria, que en su concepción le permitiría hacer cualquier cosa.

LCV: El tema del terrorismo de Estado ocupa un lugar en la carta y el tema también de cómo se ve a sí mismo Javier Milei. Hoy es 11 de marzo ¿Hay algo de aquel 11 de marzo vivo en esta Argentina de hoy?

—Esto corre más a título personal, si vos querés. Yo creo que cuando nosotros en el texto hablamos del corte a esos avances populares, tiene que ver justamente con el corte arbitrario en el cual Milei decide fijar un momento dorado y el comienzo de la decadencia argentina. Para Milei el momento dorado de la Argentina es previo a la sanción de la ley Sáenz Peña. Es decir, cuando había democracia restringida bajo el régimen oligárquico y demás. A partir que la mayoría empieza a participar políticamente y a acceder a derechos, comienza en la retórica de Milei, la decadencia argentina. Desde nuestra mirada, con todos los matices que puede haber, al contrario, hay un proceso de construcción y ampliación de derechos que fue enfrentado de manera crecientemente brutal desde mediados del siglo XX para llegar al extremo de la dictadura del 76. Entonces, si vos me decís si hay un hilo, y sí, porque incluso retóricamente, tanto Milei como Villarruel apelan, si uno sacara de contexto, le sacara la fecha, muchas de las cosas que dicen, perfectamente podría estar haciendo un recorte de prensa del año 77, en ocasiones.

LCV: La diferencia, que no es menor, es que este hombre accede con un voto importante, y en aquel momento, sabíamos en el 76 que había gente que apoyaba el golpe, pero en definitiva era un golpe. O sea, podían apoyarlo discursivamente de su casa o ser colaboracionistas. Pero ahora es ir a poner el voto sabiendo lo que yo iba a hacer, porque te lo dije.

—Bueno pero en todo caso, si yo tomo lo que vos decís, yo te diría que hay una gran pregunta para lo movimientos populares, porque claramente, por ejemplo, Milei se carga retóricamente a los dos partidos de mayor raigame popular, que son radicalismo y el peronismo, con todas las observaciones que una pueda tener sobre el radicalismo y el peronismo. Ese no es el punto ahora. Ahora, hay una gran pregunta para los que se consideran dentro del campo popular, o si querés agregar el campo nacional y popular, de por qué un tipo como Milei, prometiendo lo que promete, llega al poder mediante el voto. Son como dos tiempos. Eso excede al documento que nosotros escribimos, porque, por ejemplo, en lo personal, lo que a mí me movió a escribirlo, es que yo no podía entender cómo, por ejemplo, mis legisladores aceptaron que el presidente lo defenestrara públicamente sin contestar, es decir, subiéndose a su lógica de twittear todo, de hacer TikTok. O sea, hay una política que transcurre ahí, que no nos deja ver las consecuencias reales de lo que esa retórica hace, hasta que no estalla de manera brutal, como por ejemplo ahora en Rosario. Entonces, digo, son dos tiempos. Uno es señalar la amenaza que implica una retórica y un proyecto de gobierno como el de Milei. Ese es el texto que escribimos. Ahora, al interior de las Fuerzas Políticas Populares, esto corre por mi cuenta, hay una gran tarea de revisión de qué pasó que un personaje como este llegó al poder por el voto popular.

Lo que pasa es que es como librar dos discusiones a la vez. Históricamente nos ha pasado que nos han dicho, otra vez es a título personal, no, no se puede discutir porque es hacerle el juego a la derecha. Bueno, ahora la derecha está en el poder. Entonces, es un gran momento para revisar una cantidad de cosas que se han hecho mal me parece a mí. Y eso no quiere decir estar a favor de Milei, porque Milei, aunque sea un mentiroso, tiene consenso. Y tiene consenso porque hay un montón de demandas sociales básicas que la democracia no ha podido satisfacer de manera suficiente. La enorme trampa es prometer que restringiendo las libertades, restringiendo la participación política, demoliendo la educación y la salud pública, atacando al Estado, todo eso va a ser reparado.

LCV: Y, sin embargo, aún con ese discurso, parece un ‘lider popular’

—Sí, es complicado eso. Creo que él desprecia profundamente lo popular, lo cual es paradójico porque es un líder popular. Pero en su discurso, en su retórica, en su gestualidad, ni hablar su periferia, basta ver una persona como Mondino, o Adorni, o Benegas Lynch, son personas profundamente clasistas, elitistas y antipopulares.

Hay una enorme pregunta de por qué es posible que esto haya sucedido. Ahora, primero hay que parar la eficacia de esa retórica. Después, cada uno desde su lugar discutirá lo que hizo mal, lo que le faltó hacer, etcétera. Esa es una tarea que aquí me toca la parte más pesimista, si vos querés, creo que vamos a tener tiempo para hacerlo. Primero, porque la iniciativa política claramente la tiene Milei y los sectores que representa. Segundo, porque a mí me parece que los mismos partidos populares tienen una cuestión identitaria grave que resolver y mientras tanto avanzan. Pero eso es una lectura más personal. Lo que nosotros decíamos es, cuidado con la manipulación histórica del pasado, porque hay una tergiversación de la democracia, hay una tergiversación de valores como la libertad, alimentado además por alguien que se cree un enviado para salvarnos. Todo eso es tremendamente complicado y peligroso.

LCV: Federico, para terminar yo voy a resaltar dos párrafos casi del cierre del documento. Son parrafitos los que voy a levantar: “Quien acepta callar ante lo que le parece incorrecto y le genera indignación, naturaliza hacerlo y enseña a hacerlo. Queremos señalar el peligro que corre nuestra sociedad. No podemos, éticamente, no hacerlo. En el pasado, en contextos mucho más difíciles, otros seres humanos hicieron lo mismo que nosotros y nosotras. Hablar o callar será una toma de posición. Historiadores, al fin, pretendemos que estas palabras funcionen en el presente como una advertencia”. Me parece importantísimo esto que estás diciendo. Hablar o callar es una toma de posición

—Claramente. Uno podría decir que generacionalmente los que firmamos el documento, me van a perdonar algunos de los compañeros del documento, tenemos la misma edad. Básicamente hicimos nuestra carrera en democracia, nos formamos en democracia seguro. Nosotros aprendimos de personas que sostuvieron en condiciones mucho más difíciles que nosotros, que los posicionamientos éticos son importantes. Casi te diría que hay un deber de hacer lo mismo. No un deber ciego, porque el pensamiento histórico es una acumulación. Pero si no, hubiera sido de decirnos de todo lo que en condiciones mucho más favorables para estudiar y para publicar repetíamos todo el tiempo. Por eso nosotros, en términos estrictamente personales en este caso, aunque es un documento que apela a lo colectivo, necesitábamos también tener la satisfacción ética de estar haciendo algo. No queríamos ser testigos, no se puede solo mirar lo que está sucediendo.

Para leer la Carta Abierta: “Milei ante la historia argentina”:

https://www.lacolumnavertebral.com.ar/2024/03/09/docentes-e-investigadores-de-historia-le-responden-a-milei/

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