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Entrevistas

Patricia González: “Se impuso una política persecutoria dentro de la AFIP”

Patricia González, electa como secretaria adjunta de AEFIP Capital, charló con Nora sobre la situación del sector. 

La dirigente se refirió a la “política persecutoria” que se ha impuesto dentro del sindicato tras la creación de la Dirección de Integridad Institucional, que “parte de la base de que el trabajador de la AFIP es sospechado incluso antes de hacer su trabajo”.

 

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Ana María Soffiantini: “Nuestra recomposición humana fue a partir de la palabra, contar lo que nos había sucedido”

Al cumplirse 20 años de la primera vez que los sobrevivientes de la ESMA entraron junto al presidente Néstor Kirchner y recorrieron el lugar en donde habían permanecido cautivos sufriendo todo tipo de aberraciones, se realizó la entrega de los premios Sara Solarz en reconocimiento a quienes trabajaron por la Memoria, la Verdad y la Justicia que este año fueron entregados a Pablo LLonto, Luciana Bertoia y Giancarlo Ceraudo. Nora Anchart entrevistó a Ana María Soffiantini, sobreviviente de la ESMA quien aquel 19 de marzo de 2004 volvió a recorrer su lugar de secuestro. Uno de los momentos más emotivos de la democracia argentina.

Ana María Soffiantini, “Rosita”

LCV: Contanos qué pasó aquel 19 de marzo de 2004 ¿Cómo fue ese día junto a Néstor Kirchner?

—Nosotros los sobrevivientes tuvimos una sobrevida muy difícil a partir de que terminó la dictadura. No hablar sobre lo que pasamos en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio que fue la ESMA, o lo que pasaron todas y todos nuestros compañeros que estuvieron en campos de concentración. Nos costó muchos años recomponernos como personas, integrarnos, poder poner en valor nuestra memoria para poder hacer justicia realmente, decir nuestra verdad y hacer justicia.

Un día de marzo nos llega la invitación, una nota, que nos convocan a todos los que sobrevivimos de ESMA para ingresar con Néstor Kirchner a la ESMA. Fue para todos una noticia que nos asombró, nos alegró y no te puedo describir, porque no es alegría, es algo que te explota el corazón, ¿no? Saber que estamos siendo reconocidos, que nuestra verdad, nuestra memoria tiene peso. Los que sobrevivimos, estamos. Ese día nos volvimos a encontrar. Algunos por ahí nos seguimos viendo, muy pocos, pero nos volvimos a encontrar con compañeros que no los habíamos visto más desde el momento que habíamos estado secuestrados. Así que fue una experiencia muy profunda.

LCV: ¿Cómo fue enfrentar otra vez esos muros, esos caminos, esos árboles, ese lugar? Hace poco escuchaba una sobreviviente que decía que lo recordaba inmenso y sin embargo era tan chico el espacio donde había habido un infierno tan grande.

—A mí me pasó lo siguiente, yo estuve todo el tiempo con capucha y cuando estuvimos trabajando como mano de obra esclava, que a un grupo nos habían puesto en el sótano, para mí fue al contrario, las dimensiones para mí eran las de la capucha y el espacio pequeño en donde trabajaba en situación de esclavitud. Pero cuando entré caminando a la ESMA, yo no soy de Buenos Aires, a la ESMA sabía que quedaba en un lugar y la veía de lejos cuando llevaba a mis alumnos a algún museo a Buenos Aires, y veía el edificio desde la Lugones, sabía que en algún techo de esos 30 o más edificios que había en el predio nos habían tenido a nosotros, ni sabía cuál era. Cuando entro a la ESMA y veo, porque en ese horror, el lugar, si vos vas y vas a ver los árboles, hay épocas que están los pisos llenos de flores, flores amarillas, flores violetas, y los pájaros, y te puedo asegurar que mientras estábamos en cautiverio yo no sentía un solo perfume, no escuché un solo pájaro, entonces no podía creer que ese lugar al que entraba en libertad, por primera vez, y viendo, mirando, sintiendo lo que había, tocando lo que había, era el lugar de la muerte. Una contradicción terrible. Hasta que llegamos al lugar y estallamos todos, ¿no? Porque empezamos a tocar, a medir, porque medíamos con los sentidos, pero no podíamos ver mucho cuando estábamos en cautiverio. O sea que aprendías por los ruidos, aprendías por los golpes que dabas con el codo, y por otras formas también.

LCV: Ana María, vos recién dijiste cuando yo a mis alumnos, ¿sos trabajadora docente?

—Sí, soy ya jubilada, viejita, pero fui docente, por suerte. Es algo extraordinario, porque eso me ayudó mucho a la sobrevida. La maravilla de estar enseñando y aprendiendo a la vez de mis alumnos. Es así.

LCV: ¿En dónde?

—Acá en Ramallo. Cuando a mí me dicen de irme del país no lo acepté porque además quedaba mi familia acá, estaba en una situación muy precaria y después de varias situaciones muy, muy terribles, de deambular por La Pampa con mi compañero de la ESMA, termino acá en Ramallo, donde vivían mis viejos. Yo tenía que darle de comer a mis niños, habíamos quedado solas. Mamá me dice, acordate que tenés un título, que sos profesora y maestra, y por suerte desplegué el título.

LCV: ¿Tu compañero sobrevivió?

—No, no. Mi compañero, el padre de mis dos primeros hijos, lo asesinaron en ESMA, lo secuestraron antes que a mí y lo asesinaron en la tortura. Después, al año casi, me secuestran a mí con mis dos hijos, con María y Luisito. Luisito tenía un mes… No, cuando cae Hugo, Luis tenía un mes. Cuando caigo yo tenía cerca del año y María ya tenía dos añitos. Yo no supe a dónde se los llevaron a ellos hasta que, bueno, con el tiempo me entero. Se los devolvieron a mis padres después de un tiempito largo. Todos los que pasaron por ahí, los que pudimos sobrevivir y los compañeros que no, vivimos lo mismo. Las condiciones fueron realmente infernales. Infernales.

LCV: Este martes se recrea ese recorrido del 19 de marzo y hay una entrega de premios. Decime, ¿desde cuándo se entregan los reconocimientos Sara Solarz y por qué eligieron a estos compañeros que mañana lo van a recibir?

—Nosotros hace tres años que decidimos reconocer a… yo les llamo compañeros, ¿no? A los que siempre estuvieron con el abrazo, con nosotros, con oreja, y además permitiéndonos hacer buenos testimonios, porque la recomposición humana nuestra fue a partir de la palabra y contar lo que nos había sucedido. Porque cuando salimos del cautiverio el mundo estaba silenciado, no existían las preguntas. En un momento también teníamos culpa porque nos preguntaban, ¿por qué vos estás vivo? y no podíamos contestarlo porque los que tendrían que contestarlo son los genocidas. Fuimos armando como una familia de abrazos. Al primero que hemos reconocido fue a Maco Somigliana, de Antropólogos, que trabajó muchísimo con nosotros. El año pasado se los dimos a Jansson, a Flavia Fernández Brozzi, a La Mecha. Son abogados fiscales, pero no podemos expresar lo que han sido con nosotros. Y bueno, y así en esa lista larga que tenemos de reconocimientos y abrazos, queremos decirle que le reconocemos su trayectoria, su acompañamiento, su búsqueda por la verdad, a Pablo Llonto, a Luciana Bertoia, que es alguien que constantemente nos está dando el lugar para poder hablar, a Ceraudo, que junto con Miriam Lewin, pero Miriam es una sobreviviente, por eso a él lo reconocemos, fueron los que hicieron toda la investigación del avión Skyvan, donde arrojaron a las madres de la Santa Cruz y a muchos otros compañeros más.

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Virginia Giussani: “El exilio también fue una tragedia”

En el marco de la Semana de la Memoria, el Centro Cultural y Radio Azucena convocan a un encuentro titulado “El exilio también fue una tragedia”, en el Palacio Victorial, hermoso e histórico edificio de Piedras 720, del que participarán Daniel Divinsky, Cecilia Roth, Taty Almeyda, Luis Bruchtein, Daniel Goyán, Ignacio Copani, Pancho Gaitán y Horacio Peralta, entre otros. Para el cierre, canta la joven promesa Ana Waisbein. Para conocer más sobre el evento, LCV entrevistó a su coordinadora, Virginia Giussani.

Virginia Giussani

LCV: ¿Cómo se te ocurrió este encuentro, Virginia?

—Mira, porque yo estuve hace tres meses más o menos en Mar del Plata porque me invitaron por la publicación del libro de “Años de Amor y Furia”, que trata la militancia y el exilio, me invitaron para una jornada que hacía la Universidad de Mar del Plata sobre el exilio. Y ahí me di cuenta y dije, ¿pero cómo es posible que no visibilicemos la tragedia del exilio? Está bien, frente a la tragedia de los desaparecidos siempre nos pareció pudoroso hablar de los exiliados, pero la verdad es que también fue una tragedia y dije, bueno, este año, con más contundencia, porque es un año muy complicado y muy difícil, y estamos en etapas tremendas, hay que recordar todo. Y entre ese todo están los exiliados. Y así surgió esta idea.

LCV: Sabés, Virginia, que cuando uno mira el mapa que conforma la gente que está invitada el viernes, ves cómo fue una diáspora, cómo fue, digamos, España, Europa, América Latina y un montón más. Lo tuyo fue Italia. ¿Me podés decir cómo fue ser exiliada?

—Fue muy duro, la verdad. Yo me fui primero, antes que mi familia, desde la noche a la mañana, a Perú porque sabía que me buscaban, bueno, así y gracias a los favores de Jacobo Timerman porque mi viejo trabajaba en La Opinión y me sacó pasaje así para el día siguiente a Perú, y después me reencontré al mes siguiente con mis padres en un barco que partía toda la familia a Italia y bueno, fue duro.

LCV: Una vez le pregunté a Laura, hace muchos años atrás, cuánto tiempo se había tardado en ubicar en el lugar, en tiempo y espacio en donde estaba viviendo, en sentirse parte. Y me acuerdo que en aquel momento me dijo, y mira, unos dos o tres, yo pensé que me iba a decir meses y me dijo años.

—No, vos sabés que hay un estudio sociológico que dice que cualquier inmigrante, no solo los exiliados, cualquier inmigrante, tarda en adaptarse al nuevo medio y a la nueva sociedad entre dos y tres años. Y yo la verdad es que lo sentí así también. A los tres años pude, qué sé yo, más o menos sentirme adaptada, aunque sin echar raíces nunca. Por eso era artesana, vendía en la calle, no quería generar vínculos muy profundos porque sabía que me iba a volver en cuanto pudiera. Pero sí es cierto eso, que el tiempo de adaptación es entre dos y tres años.

LCV: ¿Qué sentías en aquel momento? ¿Vos también participabas de las actividades como Laura con los denunciantes, con los compañeros? Ustedes eran expulsados del país y al mismo tiempo estaban recibiendo a quienes salían de los campos para dar su testimonio en tiempos en que no había computadora. O sea que era mano a mano poniendo un cuerpo. ¿Cómo fue?

—Era una odisea. Una odisea hasta armar un mecanismo de rastreo de quienes llegaban. Sí, era muy duro.

LCV: ¿Pero cómo fue para vos, en el cuerpo y en el alma, recibir esos testimonios?

—Era muy duro. Además, nosotras nos quedamos viviendo en Roma durante un año porque la cosa venía muy mal y mis viejos se mudaron a Nueva York porque mi viejo consiguió un trabajo mejor y nos quedamos las tres mujeres en Roma en la casa que alquilaban mis viejos pero recibíamos a todos los compañeros que venían de las cárceles con opción y fue muy fuerte, era muy tremendo la llegada de los compañeros que pasaban unos días en mi casa como refugio. Después ya se los ubicaba en algún lado porque en Italia, además, no existía la ley de refugio. Entonces, era muy complicado. A través de la Cruz Roja o de organismos no gubernamentales, el Partido Comunista, organismos que ayudaban a los exiliados argentinos. Te quiero contar un chiquitito nomás. El viernes también viene, vos lo vas a ver ahí en el flyer, un hombre que se llama Julián Atos. Julián era un niño, por eso lo convoqué y le dije, mirá Julián vení, porque él tenía tres años cuando yo lo conocí. Iba con su madre, y era un niño de tres años, o sea, pasó su infancia exiliado. Entonces yo le dije, mira, quiero ver que cuentes la mirada de un niño en el exilio, cómo fue. Y la verdad que él estaba encantado y me dice, sí, por favor, qué buena idea, es bueno contar todas estas cosas, y va a estar Julián también, que hoy es fotógrafo y trabaja en la ex ESMA. Así que es una cosa muy interesante.

LCV: ¿Cómo va a ser el acto? ¿Cada uno va a contar una parte de su historia o su recorrido? ¿De qué se trata?

—Sí, la idea es dividirlo en dos mesas de cuatro personas cada uno, que hablen alrededor de 15 minutos, y sí, contando su historia en particular, resumiéndola, porque en 15 minutos es difícil, pero bueno, más o menos resumir la cotidianeidad, cómo fue salir del país, cómo fue adaptarse a los nuevos países, bueno, todas historias que son colectivas e individuales al mismo tiempo. Después va a haber alguna cuestión creativa, una amiga muy querida, muy jovencita, porque además queremos hacer también el traspaso generacional, va a cerrar con algunos temas, es una cantante muy joven, va a cerrar la jornada con algunos temas, o sea, va a haber algún número musical. Es así, dos mesas de cuatro personas cada uno que expondrán y después cierra con temas musicales Ana Weinsberg, que es una cantante muy joven.

LCV: Viste qué maravilla que es que en cada uno de estos actos en donde se está valorando la memoria y haber puesto el cuerpo de los compañeros, llamale exilio, llamarle sobrevivientes, llamarle sobrevivientes que además se tuvieron que exiliar, o sea, digo, que tienen las dos categorías, hay un hilo conductor en el hoy y tiene que ver con la presencia de Tati Almeida. Una de las cabezas más abiertas para percibir todas estas cabezas y corazones, para percibir todo esto. Porque en algún momento el exilio y los sobrevivientes fueron mal visto. Yo recuerdo que era mal visto.

—Había que dar explicaciones de por qué te fuiste. Sí, fue muy duro también.

LCV: ¿Cómo viviste esa parte?

—Claro, yo cuando volví al país en 1984, habrás escuchado hablar de la culpa del exiliado y la culpa del sobreviviente, que nos tomó años de terapia sobrellevar eso, y más de los exiliados.

LCV: Porque se habla del exilio dorado, ¿no? Se habla del exilio dorado, se habla como si todo hubiera sido una maravilla.

—La verdad que yo veo fotos ahora, las pocas fotos que tenemos del exilio, y son unas caras de tristeza que hasta cuando sonreímos se ve tristeza. Particularmente no me arrepentí nunca de volver. Hubo compañeros que volvieron pero no se adaptaron, entonces regresaron a los países de exilio. Inclusive empecé a trabajar inmediatamente en una comisión que creó Alfonsín para la búsqueda de los niños desaparecidos, que eran niños vivos, hijos de los compañeros desaparecidos, que fue una comisión que duró tres o cuatro años, que dependía del Estado, que no tuvo mucha difusión. Era una especie de CONADEP, pero de gente viva, de niños vivos. Fueron trabajos duros, difíciles, muy duros emocionalmente, ideológicamente.

LCV: ¿Tus hijos dónde nacieron?

—Mis hijos nacieron acá.

LCV: Ahora que tenés una hija afuera ¿Cómo se vive?

—Ahora tengo una hija afuera, en Berlín. Bien, está haciendo su experiencia. Tiene 26 años y decidió en un momento irse por un par de años, tampoco que se fue para siempre porque ama a la Argentina, pero quería hacer la experiencia y bueno, está ahora en Berlín con un excelente trabajo y es cantante, así que está también haciendo algunas cosas cantando. Se le extraña mucho, pero está muy bien.

LCV: Me alegro tantísimo, me alegro tantísimo. Virginia, entonces, a ver, rebobinemos. ¿Dónde nos encontramos el 22, el viernes?

—El viernes 22, en el Palacio Victorial. Piedra 720 a las 18:00, en lo posible el 17:45 para saludarnos, reconocernos, abrazarnos y después sentarnos y empezar la jornada.

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Federico Lorenz: “Está en riesgo el pacto fundante de la democracia del 83”

“Hablar o callar es una toma de posición”, dice la Carta Abierta a la que adhirieron casi un millar de historiadores de argentina y el extranjero en respuesta a la peligrosa mirada histórica del actual presidente. LCV entrevistó a Federico Lorenz, uno de los redactores de ese texto: “Lo que a mí me movió a escribirlo, es que no podía entender cómo, por ejemplo, mis legisladores aceptaron que el presidente los defenestrara públicamente sin contestar”. Una de las principales preocupaciones es que se rompa el ‘pacto fundante de la democracia, democracia sobre la que hay que trabajar, pero la democracia del 83 lo que establecía tras la dictadura era los acuerdos de la división de poderes y el respeto por los derechos humanos.” La retórica de Milei que ubica como paraíso perdido el período previo a la Ley Saenz Peña, una etapa netamente oligárquica, y su odio por todo lo que considera popular es una paradoja para analizar a un líder que asumió con el voto de una gran mayoría. Para el reconocido escritor, investigador y profesor del Colegio Nacional Buenos Aires, existe una crisis identitaria de los principales movimientos populares y un tema pendiente es repensar qué se hizo mal desde el campo nacional y popular para que alguien como Milei haya obtenido una victoria que le hace creer que puede hacer lo que le de la gana. Defender la veracidad histórica es defender el futuro.

LCV: Publicaron una carta abierta que se llama “Milei ante la historia argentina”. Contame cómo surgió la idea de hacer esta carta.

—Básicamente somos un grupo de colegas, algunos amigos entre nosotros, pero que nos conocemos desde hace muchos años de trabajar. Todavía dentro de la perplejidad de la manera en la cual avanzan ciertos discursos del gobierno en relación con el pasado, pero que tiene consecuencias concretas en la vida cotidiana. O sea, cualquier elección que uno hace de cómo referirse a algún acontecimiento histórico, refleja una mirada sobre el presente y sobre el futuro que imagina. En ese sentido, señales muy claras del gobierno, desde que asumió nos preocupaban bastante y de ahí surgió la idea de hablar de nuestra especificidad, como historiadores. Cuando la publicamos teníamos casi 800 adhesiones, y desde que empezó a circular, nos han escrito unas 300 personas más de Argentina y del mundo. Gente muy importante, dedicada a la investigación. Tenemos una cantidad de preocupaciones y acuerdos comunes, pero no somos monolíticamente iguales en cuanto a pensamiento. Y creo que es lo que nos vuelve interesante también.

LCV: Claro, eso justamente. Abrevar desde distintas fuentes ideológicas, pero encontrar este punto en común es importantísimo.

—Sí, hay una preocupación. Lo que aparece en el documento es claramente una preocupación no sólo por la negación de la historia popular que tiene el Gobierno, sino por la estigmatización de lo popular, disfrazada paradójicamente de devolverle la libertad a ese pueblo, aunque en realidad está construyendo las condiciones materiales para que nunca vuelva a levantar cabeza. Si yo tuviera que hacer una síntesis muy rápida del documento, es ese. Y lo que decimos es: cuidado, porque hay un pacto fundante de la democracia, democracia sobre la que hay que trabajar, etcétera, pero la democracia del 83 básicamente lo que establecía tras la dictadura era los acuerdos de la división de poderes, el respeto por los derechos humanos. Todo eso está siendo explícitamente amenazado por el Gobierno, porque Milei, que llegó al poder por una elección democrática, en una segunda vuelta, hay que decirlo, transformó retóricamente eso en una elección plebiscitaria, que en su concepción le permitiría hacer cualquier cosa.

LCV: El tema del terrorismo de Estado ocupa un lugar en la carta y el tema también de cómo se ve a sí mismo Javier Milei. Hoy es 11 de marzo ¿Hay algo de aquel 11 de marzo vivo en esta Argentina de hoy?

—Esto corre más a título personal, si vos querés. Yo creo que cuando nosotros en el texto hablamos del corte a esos avances populares, tiene que ver justamente con el corte arbitrario en el cual Milei decide fijar un momento dorado y el comienzo de la decadencia argentina. Para Milei el momento dorado de la Argentina es previo a la sanción de la ley Sáenz Peña. Es decir, cuando había democracia restringida bajo el régimen oligárquico y demás. A partir que la mayoría empieza a participar políticamente y a acceder a derechos, comienza en la retórica de Milei, la decadencia argentina. Desde nuestra mirada, con todos los matices que puede haber, al contrario, hay un proceso de construcción y ampliación de derechos que fue enfrentado de manera crecientemente brutal desde mediados del siglo XX para llegar al extremo de la dictadura del 76. Entonces, si vos me decís si hay un hilo, y sí, porque incluso retóricamente, tanto Milei como Villarruel apelan, si uno sacara de contexto, le sacara la fecha, muchas de las cosas que dicen, perfectamente podría estar haciendo un recorte de prensa del año 77, en ocasiones.

LCV: La diferencia, que no es menor, es que este hombre accede con un voto importante, y en aquel momento, sabíamos en el 76 que había gente que apoyaba el golpe, pero en definitiva era un golpe. O sea, podían apoyarlo discursivamente de su casa o ser colaboracionistas. Pero ahora es ir a poner el voto sabiendo lo que yo iba a hacer, porque te lo dije.

—Bueno pero en todo caso, si yo tomo lo que vos decís, yo te diría que hay una gran pregunta para lo movimientos populares, porque claramente, por ejemplo, Milei se carga retóricamente a los dos partidos de mayor raigame popular, que son radicalismo y el peronismo, con todas las observaciones que una pueda tener sobre el radicalismo y el peronismo. Ese no es el punto ahora. Ahora, hay una gran pregunta para los que se consideran dentro del campo popular, o si querés agregar el campo nacional y popular, de por qué un tipo como Milei, prometiendo lo que promete, llega al poder mediante el voto. Son como dos tiempos. Eso excede al documento que nosotros escribimos, porque, por ejemplo, en lo personal, lo que a mí me movió a escribirlo, es que yo no podía entender cómo, por ejemplo, mis legisladores aceptaron que el presidente lo defenestrara públicamente sin contestar, es decir, subiéndose a su lógica de twittear todo, de hacer TikTok. O sea, hay una política que transcurre ahí, que no nos deja ver las consecuencias reales de lo que esa retórica hace, hasta que no estalla de manera brutal, como por ejemplo ahora en Rosario. Entonces, digo, son dos tiempos. Uno es señalar la amenaza que implica una retórica y un proyecto de gobierno como el de Milei. Ese es el texto que escribimos. Ahora, al interior de las Fuerzas Políticas Populares, esto corre por mi cuenta, hay una gran tarea de revisión de qué pasó que un personaje como este llegó al poder por el voto popular.

Lo que pasa es que es como librar dos discusiones a la vez. Históricamente nos ha pasado que nos han dicho, otra vez es a título personal, no, no se puede discutir porque es hacerle el juego a la derecha. Bueno, ahora la derecha está en el poder. Entonces, es un gran momento para revisar una cantidad de cosas que se han hecho mal me parece a mí. Y eso no quiere decir estar a favor de Milei, porque Milei, aunque sea un mentiroso, tiene consenso. Y tiene consenso porque hay un montón de demandas sociales básicas que la democracia no ha podido satisfacer de manera suficiente. La enorme trampa es prometer que restringiendo las libertades, restringiendo la participación política, demoliendo la educación y la salud pública, atacando al Estado, todo eso va a ser reparado.

LCV: Y, sin embargo, aún con ese discurso, parece un ‘lider popular’

—Sí, es complicado eso. Creo que él desprecia profundamente lo popular, lo cual es paradójico porque es un líder popular. Pero en su discurso, en su retórica, en su gestualidad, ni hablar su periferia, basta ver una persona como Mondino, o Adorni, o Benegas Lynch, son personas profundamente clasistas, elitistas y antipopulares.

Hay una enorme pregunta de por qué es posible que esto haya sucedido. Ahora, primero hay que parar la eficacia de esa retórica. Después, cada uno desde su lugar discutirá lo que hizo mal, lo que le faltó hacer, etcétera. Esa es una tarea que aquí me toca la parte más pesimista, si vos querés, creo que vamos a tener tiempo para hacerlo. Primero, porque la iniciativa política claramente la tiene Milei y los sectores que representa. Segundo, porque a mí me parece que los mismos partidos populares tienen una cuestión identitaria grave que resolver y mientras tanto avanzan. Pero eso es una lectura más personal. Lo que nosotros decíamos es, cuidado con la manipulación histórica del pasado, porque hay una tergiversación de la democracia, hay una tergiversación de valores como la libertad, alimentado además por alguien que se cree un enviado para salvarnos. Todo eso es tremendamente complicado y peligroso.

LCV: Federico, para terminar yo voy a resaltar dos párrafos casi del cierre del documento. Son parrafitos los que voy a levantar: “Quien acepta callar ante lo que le parece incorrecto y le genera indignación, naturaliza hacerlo y enseña a hacerlo. Queremos señalar el peligro que corre nuestra sociedad. No podemos, éticamente, no hacerlo. En el pasado, en contextos mucho más difíciles, otros seres humanos hicieron lo mismo que nosotros y nosotras. Hablar o callar será una toma de posición. Historiadores, al fin, pretendemos que estas palabras funcionen en el presente como una advertencia”. Me parece importantísimo esto que estás diciendo. Hablar o callar es una toma de posición

—Claramente. Uno podría decir que generacionalmente los que firmamos el documento, me van a perdonar algunos de los compañeros del documento, tenemos la misma edad. Básicamente hicimos nuestra carrera en democracia, nos formamos en democracia seguro. Nosotros aprendimos de personas que sostuvieron en condiciones mucho más difíciles que nosotros, que los posicionamientos éticos son importantes. Casi te diría que hay un deber de hacer lo mismo. No un deber ciego, porque el pensamiento histórico es una acumulación. Pero si no, hubiera sido de decirnos de todo lo que en condiciones mucho más favorables para estudiar y para publicar repetíamos todo el tiempo. Por eso nosotros, en términos estrictamente personales en este caso, aunque es un documento que apela a lo colectivo, necesitábamos también tener la satisfacción ética de estar haciendo algo. No queríamos ser testigos, no se puede solo mirar lo que está sucediendo.

Para leer la Carta Abierta: “Milei ante la historia argentina”:

https://www.lacolumnavertebral.com.ar/2024/03/09/docentes-e-investigadores-de-historia-le-responden-a-milei/

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