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Planeta Giussani/Estados peligrosos

Mis queridos planetarios, aquí estoy, abrumada con las cosas que pasan en ambos lados del río. No es fácil decidir por dónde empezar. Un hilo de ideas me fue llevando de Argentina a Uruguay y del pasado al presente en un viaje casi lisérgico. Todo empezó por un posteo en las redes.

Gracias a un amigo de facebook miembro del maravilloso grupo Basureros con Estilo, quien pidió ayuda para reconstruir la historia de los linyeras y los crotos (dicho sea de paso, hay otro grupo, Mundo Croto que también es fantástico) me vengo a enterar de cosas que desconocía.

Por ejemplo que hace muchos años había estancias que lindaban con algún camino o ruta en donde construían una suerte de casillas (de material) denominadas “croteras” que tenía el único objetivo de darle cobijo a los llamados “linyeras” que eran vistos simplemente como caminantes sin rumbo ni dinero. Gente que se desplazaba a pié o colándose en algún tren, quedándose por breves períodos por el camino, llevando como equipaje apenas una muda de ropa básica. Dicen que de ahí viene su nombre, de ‘lingerie‘, palabra francesa que haría referencia a la ropa interior que llevaban en sus pequeños atados en donde apenas cabía eso y alguna olla, cubiertos, mate y bombilla. Nadie parecía tenerles demasiado miedo así que los recibían de buen gusto en sus croteras, considerando que solo se trababa de hombres libres de toda libertad.

El grupo basureril estalló. De pronto empezaron a compartirse mil historias. Una de ellas la de Cachilo, de Rosario, cuyo nombre verdadero era Higinio Alberto Maltaneres, nacido en 1927 quien fue trabajador del correo y luego llegó a tener un negocio propio, hasta que un día de 1979 decidió ser linyera, llamarse Cahilo, y dedicarse a escribir versos en las paredes y graffitties varios. Su paso era advertido por todos, no sólo por el ruido que hacían las latas que tenía atadas por un cordel a sus pies, sino porque la falta de higiene hacía que su olor se sintiera a lo lejos. No era muy querido por su mal carácter por los vecinos, pero a principios de los años noventa atrajo la atención de escritores, pintores, semiólogos y críticos de arte. Hubo libros, ensayos y documentales sobre su vida y su arte. Murió a los 64 años de edad en la vereda del Instituto de Previsión Social de Rosario. El Concejo deliberante lo distinguió post mortem por “artista distinguido de la ciudad”.

Andaba yo encantada con la historia del buen Cachilo rosarino o de “Narducho“, mítico linyera de Santos Lugares en los años 50′, cuando recordé que esta año había empezado con un escandalete en Uruguay porque a pedido de los empresarios del lugar, en Maldonado, Punta del Este, la intendencia decidía reflotar una ley votada en 1941, ya en desuso, llamada “Ley de Vagancia”. Esta añeja ley explicaba entre sus considerandos, para ser más precisa en el artículo uno del Capítulo 2 llamado “Estados peligrosos”, que: “Podrán ser declarados en estado peligroso las personas de ambos sexos, mayores de 21 años, comprendidas en las categorías que enuncia el artículo 2.o, cuando su conducta y su estado psicológico y moral, anteriores y actuales, evidencie que representan un peligro social.”

Leí varias veces esta definición Estados Peligrosos -hermoso título ¿verdad?- y una definición tan amplia que bien podríamos adjudicársela a más de un político, hasta al mismísimo presidente ¿no? Quién puede ser un peligro social más grande, y no solo él. Bastaba ver su tribuna libertaria en el congreso cuando presentó el presupuesto, algunos con ojos tan desorbitados que daban miedo, todos vestidos iguales como robots creados por Elon Musk -el más villano de los villanos que ahora parece que quiere desembarcar en Brasil más a la derecha de Bolsonaro-, robots con riguroso traje celeste y corbata, que vivaban a voz en cuello a quien se presentaba como un emperador, por algo una de sus citas preferidas fue a Cicerón.

Javier Milei entra altanero al Palacio, camina con bastón de mando, y tiene un discurso inapelable, cerrado, absoluto. Me sorprendió un periodista de La Nación quien dijo que la presentación del presupuesto nacional fue equivalente a los discursos en el patio de las palmeras de Cristina. Supongo que no lo decía por los contenidos sino por el apoyo incondicional de su clac.

Confieso que al escuchar al presidente, tan sólido, tan economista él, podía entender porqué todavía había gente que lo apoyaba. Sus dichos tenían lógica, o parecían tenerla. Nosotros, pobres ciudadanos escuchadores que apenas sabemos sumar -como el pobre alumno Martínez que fue regañado en cadena nacional por el ‘doctor Milei’- permanecíamos hipnotizados con tanta sabiduría. Hasta que me dí cuenta de qué es lo que fallaba en esa lógica, nada menos que el punto de partida.

Lo que generalmente se llama sofismo: una falsedad de inicio sobre la que se construye un pensamiento lógico inclaudicable. Cuál era esa mentirilla? Que el mundo gira en torno a un valor más absoluto que la vida misma: la propiedad privada.

Perdón, ya me estoy yendo por las ramas.Otro día nos ocuparemos de ese detalle y la razón de ser de la economía.

Ahora volvamos a los ‘estados peligrosos’. Si bien la decisión de meter presos a quienes sean un riesgo social podría resultar seductora si se tratase de los dementes del Palacio, está claro que la ley de Vagancia reflotada por los ricachones esteños no se dirigía a los señores con poder, más bien todo los contrario -como casi todas las leyes- en esta ocasión abría las puertas para que cualquier croto o linyera fuera detenido o expulsado del municipio por molestar con sus trastos en la calle. Su sola presencia ya era un disturbio al orden público así que jueces y policías debían cumplir con el protocolo correspondiente. Afuera! Diría Milei.

Hasta acá una antipática decisión de una intendencia ante la presión de la gente de bien, que como todo el mundo sabe, son los empresarios, y en el caso de Punta del Este, imagino que muchos de ellos argentinos.

Montevideo, Uruguay. Persona en situación de calle. Hoy un policía puede determinar que está loco. Foto:Maria Ines Hiriart.

Pero el tema fue más allá cuando hace apenas un par de semanas, el 25 de agosto de 2024, entró en vigencia una modificación a la conocida como “Ley de internación compulsiva”. Que amplía el concepto de hospitalización involuntaria a personas en situación de calle que tengan su ‘capacidad de juicio afectada por problemas psiquiátricos o de consumo de sustancias psicoactivas’.

El cambio sustancial de esta nueva ley es que elimina la necesidad de que sea un médico especializado (psiquiatra) quien revise a las personas para dictaminar su internación, sosteniendo la imposibilidad de contar con esa atención debido a la escaces de psiquiatras. Con 74 votos afirmativos y nueve negativos en Diputados, la modificación generó diferencias a la interna del Frente Amplio (FA), que en un principio rechazó unánimemente el cambio, y luego de la discusión cambió su postura y votó dividido.

Una fractura en las convicciones de Frente Amplio que empieza a tornarse habitual. Recordemos que en octubre son las elecciones y se plebiscitará una reforma constitucional propuesta por el PIT CNT por la cual los derechos de los jubilados no pueden ser modificados según el gobierno de turno y deben cobrar por lo menos un salario mínimo, además de anular el sistema previcional privado. Algo lárgamente exigido por el Frente Amplio pero que en este caso, y frente a unas elecciones en las que tienen posibilidad de ganar, no estiman que sea conveniente. Igual, bienvenga el debate, una discusión de fondo que por el momento acá no implica tirarle gases a viejos y niños, jóvenes, mujeres y hombres. El futuro lo decidirán las urnas.

En fin, me quedo con cierta nostalgia por esas gentiles ‘croteras’ para vagos, en lugar de las internaciones compulsivas de hoy. Así como la necesidad de prestar atención a las palabras. Mis locos no son tus locos.

Si pudiera elegir, ya saben a quien metería preso por ser un peligro para la sociedad. Pero las leyes no están pensadas para ellos. Los que terminan presos suelen ser los desesperados, pobres de toda pobreza, a quienes le han robado hasta esa romántica aventura de echarse a andar por los caminos y cantar a voz en cuello, como lo hacía Antonio Tormo allá por los años 30: “Linyera soy”.

Columna de la sección Planeta Giussani, emitida el 16 de septiembre de 2024 por larz.com.ar.

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Editorial Nora

La Columna Vertebral y los Martin Fierro

Miguel Ángel González, reconocido estilista teatral de MB Salón, fue premiado con el Martín Fierro al mejor trabajo en estilismo, maquillaje y caracterización por su labor en Kinky Boots, una obra que brilló tanto en Buenos Aires como en el exterior. Conversamos con él a pocos minutos de subir al escenario del Teatro Astral, donde se encontraba presentando Personas, lugares y cosas. A través de esta charla con LCV, descubrimos no solo la emoción del reconocimiento, sino también el minucioso proceso de creación detrás del estilismo teatral, una pieza clave en la construcción de personajes y universos escénicos.

LCV: “Ahí estás así como a mil y nosotros acá en el medio estamos tratando de mostrarle a la gente… porque viste que se dan los Martín Fierro a los actores y todo eso está bien, está maravilloso y a todos nos gusta porque es lo visible, pero lo tuyo es el trabajo que todos admiramos pero que no conocemos quiénes son sus autores. Por lo tanto, yo felicito terriblemente que haya este Martín Fierro al estilismo, la creatividad y el maquillaje. Contanos por qué obra fue, eh… y nada, ¿qué sentiste? ¿Qué te pasó cuando dijeron que te ternaban y qué te pasó cuando te dijeron que eras vos?”

Miguel Ángel González: “Mirá, cuando te ternan, ya el hecho de estar ternado y que estén observando tu trabajo es algo hermoso. Y decís: ‘Bueno, me están mirando, están viendo nuestro trabajo’. Creo que todo artista trabaja… no sé si todo artista trabaja para que lo vean, sino que lo hace desde el amor y desde adentro. Entonces me pareció moderna, me pareció generosa de parte de APTRA porque es la primera vez que se hace… los premios Martín Fierro, y sobre todo de teatro, ¿no? Como contabas al principio, de teatro. Entonces es como sentirlo desde el amor y decir: ‘Bueno, a ver, podemos ganarlo, sí. Podemos ser ternados nada más, sí, también’. Entonces bueno, vamos con esto. Fue muy emocionante. Y la familia MB estaba muy expectante, y estaba muy atenta a todo lo que ocurría.”

LCV: “Ay, me imagino… tus chicas del salón, ¿estaban todas juntas mirándolo?”

Miguel Ángel González: “Cada una en su casa, pero cruzando los deditos ahí, estando conectadas en el chat que tenemos del grupo. Estaban todas atentas.”

LCV: “No sabés… yo casi me infarto, te quiero decir, porque lo puse de curiosa, porque soy muy teatrera, vos lo sabés. Y entonces quería ver, a ver… ¿sabés que la mayor parte de las obras que fueron premiadas las vi? Menos, tengo que reconocer, Tootsie y Kinky Boots, pero bueno, no puedo estar en todo. Y entonces de repente te miro y digo: ‘Ese es Miguel Ángel’. Y después… ¡ay, primero es Miguel Ángel y se lo ganó! Porque además puse el Martín Fierro cuando ganaste vos. O sea, fue ahí, en ese momento. Fue en ese preciso momento. Maravilloso. ¿Qué sentiste?”

Miguel Ángel González: “Sentí mucha emoción, sentí mucha gratificación y, sobre todo, por mis colegas y por la gente que trabaja con nosotros, porque teníamos un equipo hermoso en Kinky Boots. El maquillador Nazareno Matías, Noe Viaucci, quien les habla, González Miguel… Estábamos siempre trabajando juntos en todo. Y lo que pasó con esto es que hicimos todos los diseños de… bueno, Buenos Aires, por supuesto, dos temporadas, Mar del Plata, Villa Carlos Paz y España. Así que bueno, nuestros diseños fueron premiados porque esto se utilizó para que Kinky Boots sea y se expanda.”

LCV: “¿Tenés un minuto más para explicarle a nuestra gente? Igual, cuando ya esté esto mejor y vos puedas venir acá al piso, yo quiero que me hables del trabajo del estilista teatral. Pero ahora un poquito, aunque sea, contanos cómo es el proceso de creación. ¿Vos leés la obra, te consustanciás con los personajes, elegís qué personajes hacés vos, o eso lo elige el director? ¿Cómo se diseña el trabajo?”

Miguel Ángel González: “Mirá, al principio se presenta la obra, se aceptan… están todos los creativos. Somos muy importantes dentro del circuito creativo de las obras de teatro. El estilismo tiene que ver con eso. Están todas las áreas, ¿no? Está el vestuarista, está el maquillador, está el iluminador, el guionista. Nos reunimos y cada uno tiene un papel importante dentro del circuito creativo. Nosotros, cuando tomamos la obra —sobre todo la empresa MB Salón— se sienta, diagrama, lee la obra, se especializa en cada personaje y define desde dónde lo queremos encarar. Y en base a eso proponemos nuestros estilos. Y también estamos trabajando en conjunto, mutuamente, con el maquillador. Digo esto para que se entienda: si el estilista hace una peluca rosa, el maquillaje tiene más de rosa, y viceversa.”

LCV: “Claro. Sobre todo en cosas como esto, ¿no? La comedia musical, o cosas tan trabajadas como un Kinky Boots o un Tootsie.”

Miguel Ángel González: “Sí. En este caso tan particular, nosotros hicimos que los hombres parezcan mujeres sobre el escenario. Y eso hay que transformarlo, y tiene que ver con el drag, y tiene que ver con que cada uno saca la mejor faceta de cada actor para que eso sea su personaje.”

LCV: “Además, ¡qué hombres! Porque, ¿quién era el protagónico de Kinky?”

Miguel Ángel González: “El protagónico de Kinky, en las dos temporadas que hicimos en Buenos Aires, fue Martín Bossi.”

LCV: “Claro, y después los otros drags que son bailatines muy reconocidos…”

Miguel Ángel González: “Sí, sí: Ibarra… ahora no se me vienen muchos nombres. Mariano Magnífico, Matías Villa…”

LCV: “¿Villalba, no?”

Miguel Ángel González: “Sí, un elenco impresionante. Muy premiado. Matías…”

LCV: “¿Y después vos hacés una presentación de bosquejo o la presentación ya es sobre tema físico, no?”

Miguel Ángel González: “No, sobre el tema físico. Sobre el tema del bosquejo al principio, para contar lo que nosotros pensamos y entendimos de la obra. Y en base a eso, tenemos al director que nos va guiando y va ayudando: sí o no.”

LCV: “Es maravilloso, te digo, el trabajo. No te quiero tomar más tiempo porque sé que estás contra reloj. Más allá de las y cuarto no te podías, y ya son 16. Ahora le digo a la gente: el placer inmenso que yo tengo en que se haya premiado… toda la gente que estuvo premiada ahí es gente trabajadora. El trabajador del teatro es un circuito de trabajo, es una industria. Digo, todo. Pero cuando vos sos una señora común, periodista, que va y se corta el pelo y le hace el color él, y te lo piensa para vos y toda esta historia que hace él… Y uno, cuando está mientras se está secando el pelo, lo ve a él maniobrar con esas cosas rosas, celestes… todo el tiempo creando todo.”

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La cultura de la crueldad o la infantilización de la política, por Laura Giussani Constenla

Todavía en estado de shock por el discurso de Milei en el encuentro de La libertad Avanza en La Plata. Ojalá que no nos acostumbremos, mantengamos un estado de perplejidad ante cada acto de deshumanización de la política. La semana pasada, dijo el presidente ante una multitud que lo vitoreaba: “¿La crueldad? Sí, soy cruel, ´kukas´ inmundos, sí soy cruel con ustedes, con los gastadores, con los empleados públicos, con los estatistas, con los que les rompen el culo (sic) a los argentinos de bien”.

Más allá de lo increíble que resulta un presidente confesando que odia a sus empleados (que no son Gasalla, son los que mantienen en pie al país con hospitales, escuelas, bibliotecas, organismos dedicados a mejorar la calidad de vida de sus hermanos), al tiempo que considera que hay “argentinos de bien” a quienes le rompieron el culo.

La ambigüedad de la frase provoca una reacción curiosa que quizás explique la popularidad de semejante personaje. Todos o casi todos los argentinos podrían sentirse identificados con “esos a los que le rompieron el culo”. Por motivos totalmente diferentes, a todos nos rompieron un poco el culo: por pobres o pequeños empresarios, por homosexuales o por mujeres, siempre por estatales -porque si a alguien le rompieron el culo en las últimas décadas fue a los profesionales del Estado, incluída la década ganada de Cristina, en la que no pudieron ganar su derecho a un sueldo digno y en blanco, por no meterme en temas más inquietantes-.

Plata Dulce. Icónica escena: ‘Llega la factura del gas, pic, llega la factura de la luz, pic…pic, pic, pic”

Hubo tanta sobreactuación del Bien, que finalmente El Mal está resultando seductor.

Además, ese temita de “los argentinos de bien” me recuerda a la consigna de la dictadura: Los Argentinos somos Derechos y Humanos. Medio país llevaba en su coche o repetía la consigna con orgullo: Somos Derechos y Humanos. Los militares se sentían guardianes del ‘bien’ y la ‘democracia’. Todos los golpes militares se hicieron en nombre de los ‘altos valores democráticos’. Su lucha por la supuesta democracia fue tan feroz que no dudó en matar, torturar, descuartizar, tirar gente viva al río, robar bebés, anular toda expresión popular a través del terror del Estado, y enriquecerse y robar, mientras se arrodillaban frente a poderosos y llevaban adelante un plan económico de endeudamiento y destrucción de los pilares de la industria nacional, entregando un país hambreado en solo siete años de gobierno.

Hubo algo más cruel que la dictadura militar del 76 al 83? Difícil de imaginar.

Sin embargo, Videla murió creyendo en la ingratitud del pueblo: los militares, creyeron que habían triunfado -y habían triunfado, al menos los otros/nosotros habíamos sufrido una derrota que nos quebró el alma- Ya sea por Malvinas o porque el imperio andaba rondando otras playas, los milicos le abrían las puertas a la democracia. Se creyeron impunes, héroes de la Patria: ‘Atrás, comunistas, atrás. Adios subversión trostskysta o peronista. Aquí le devolvemos la bandera argentina planchadita, planchadita, planchadita’.

Cómo hicieron Videla, Massera y Agosti, junto a sus conmilitones, para lograr semejante victoria? Transformaron en fieras feroces a sus tropas. Las cebaron con ideología nazi -se sabe, solo así se recupera la democracia, dirían en sus elegantes reuniones, sembradas de whisky o champaña, y muejeres de todo tipo, señoras elegantes o bataclanas, que admiraban el poder de los hacedores de la ‘paz’-.

(cualquier referencia a Trump que salta de guerra en guerra, tira misiles aquí o allá, para tener un mundo en paz, según sus dichos, es pura casualidad.)

Más allá de haber convertido en monstruos a sus tropas y a buena parte de la sociedad argentina, todavía se escudaban en algo humano: disfrazar su ferocidad en “lucha por un bien común”: La Patria, La Democracia, La Soberanía o Dios. Grandes palabras que sirvieron como cohartada de la masacre. Todavía, a décadas de distancia y juicios y condenas, mantienen un discurso monolítico, hasta los arrepentidos: “Lo hacíamos contra un mal mayor”.

Parecía imposible, pero quizás Milei sea aún peor que los dictadores. Es aún más cruel que cualquier animal, un león que destroza un venado no es cruel porque no tiene conciencia de su acto, se supone que un ser humano sí. Sabe lo que hace y dice, también sus consecuencias. En ese discurso que quedará en los anales del mal, agregó:

La fábula de la rata inmunda y el León poderoso

Entonces, mientras las ratas inmundas y sus compañeritos de trabajo, mis excompañeritos de trabajo (los diputados) quieran reventarnos el resultado fiscal con políticas demagógicas, lo que no se dan cuenta es que podrán retrasar un poco el ritmo al que nos expandimos porque nos hace subir el riesgo país, pero la gente los va a castigar en las urnas. La gente entendió que ajustar al fisco es devolver el dinero a la gente, y la gente está mejor.

He aquí la banalización del bien y del mal. Ya no es un mundo libre, justo, soberano, en un país feliz sin discriminación, en donde todos podamos comer y vivir y gozar y desear con total libertad como soñaban los revolucionarios de antes; y tampoco un país que se arrodille ante un Dios sin humanidad, la Patria o lo que fuera, como decían los militares y derechas de cualquier ralea.

En los setenta todavía no habíamos conocido la cara oculta del neoliberalismo. Hoy lo dicen a boca de jarro, nuestros valores no son la democracia, ni la revolución socialista, ni un país feliz, tampoco Dios, la Patria o el Hogar. Nuestra fe y nuestra vida misma la ponemos para lograr el valor supremo del “equilibrio fiscal”.

Entramos en tiempos de sinceridad al palo. He conocido utopías más tentadoras que el ‘equilibrio fiscal’.

Milei, en suma, piensa algo así como: “Sí, soy cruel, me encantaría matarte como a una cucaracha, lástima que no puedo porque vivimos en una democracia de mierda ¿A quién me gustaría matar como cucarachas? A todos los estatales, que no me rompan las pelotas esos maestros, docentes, cineastas, charlatanes que nada producen. Ni qué hablar de los kukas planeros. Nosotros trabajamos para los argentinos de bien que deben soportar a esos hincha pelotas que no nos dejan vivir. Dicen que son personas esos obreros que protestan, esos zurditos que pretenden distribución del ingreso, pero no, son cucarachas y yo soy un León. ¿dónde estudiaron economía, a vos te hablo Kichi, lo único que debemos venerar son los números, el riesgo país, el valor del dólar, y el equilibrio fiscal ¿qué economista sos? Si para eso deben morir 30 0 300.000 personas es un precio razonable para ser un país en serio, inserto en la comunidad internacional.”

El empleado convertido en cucaracha.

Lamentablemente, vivimos en tiempos en los que la peor cara del mal avanza en todo el planeta. Tan es así que Henry A. Giroux, Teórico fundador de la pedagogía crítica y director del Centro para la Investigación del Interés Público de la Universidad McMaster (Hamilton, Ontario, Canadá), lleva años tratando de entender lo que él llama la “cultura de la crueldad“. Así explicaba la situación en una entrevista brindada a la BBC:

“La cultura de la crueldad es un principio central, una forma de hacer política que se nutre de odio y de intolerancia. Y no es casual ni es un rasgo de la personalidad. Lo que estamos viendo ahora es una fusión de crueldad y política de maneras nunca antes vistas y celebradas, una crueldad que emerge en el día a día.

No puedes tener una democracia, ni siquiera una débil, sin un público informado.

Y lo que la derecha ha aprendido es que, si se controlan los medios de comunicación y de educación, no hacen falta ejércitos. Lo que se necesita son modos potentes de persuasión y el control de los sistemas de información.

Ahora, con las redes sociales, estamos en un periodo muy difícil en lo referente a ser crítico y hacer que el poder rinda cuentas.

Y todos los elementos del fascismo que vemos surgir en Hungría, en Argentina, en Italia no son nuevos, pero se están sucediendo a una escala que me parece casi inédita.”

Así las cosas, la responsabilidad de los periodistas, comunicadores y docentes, es aún más grande: todo empieza con la desinformación y la anticultura.

Con la deshumanización que significa echar cenizas sobre las líneas que dividen el bien y el mal, lo bello de lo horrible, la verdad de la mentira. La historia convertida en fábula, con Leones, perros, ratas y cucarachas. La infantilización de la política.

Ojalá volvamos a tener valores humanos. Aunque a veces el ser humano puede ser terriblemente cruel.

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La dictadura del Cerebro Mágico.

Por Laura Giussani Constenla, 9 junio, 2025

Allá por los años noventa surgió la idea de la Inteligencia Emocional. En apenas dos décadas saltamos un abismo conceptual para caer en la Inteligencia Artificial. Es decir, pasamos de la mente (inteligencia racional) al corazón (inteligencia emocional), y del corazón a la máquina (IA). Curiosa inteligencia. A pesar de ser el ‘don’ que nos diferenciaría de los animales, no terminamos de captar exactamente a qué se refiere y las definiciones varían según los autores. Sin pretender meternos en un laberinto filosófico, tomaremos un significado primario: la inteligencia es esencialmente humana, refiere a nuestra capacidad para observar la realidad y sacar conclusiones que nos permitan actuar evaluando las consecuencias. Ver, pensar, teorizar, actuar. Hay quienes piensan que la inteligencia nos puede servir para adaptarnos al medio y quienes la aplican para todo lo contrario: modificar la realidad. El pensamiento crítico ha sido un factor fundamental en el mundo contemporáneo.

La duda es: ¿puede la inteligencia ser artificial y no humana? ¿hacia dónde nos conduce la IA? A simple vista parecería que nos priva de uno de los entretenimientos más vitales de la humanidad: el arte de pensar. Primera contra, es una inteligencia pasiva, aburrida. Nos habituamos a formular una pregunta y dejamos que la máquina conteste. Como un deportista que abandona los entrenamientos, cabe imaginar que pronto se nos habrá adormecido, endurecido o entumecido el cerebro.

Nadie puede dudar que el avance tecnológico es una acción inteligente. Sin embargo, también lo es preguntarse hacia dónde nos lleva su uso cotidiano.¿Quién o quiénes fueron los inteligentes que crearon este sistema monstruoso que se ha convertido en el arma perfecta para el control social?

Uno de ellos fue Geoffrey Hinton, conocido como el padrino de la IA, ganador del Nobel en informática, luego de abandonar la plataforma, lanzó una mirada apocalíptica sobre el futuro. En el pódcast de Steven Bartlett “The Diary Of A CEO”, Hinton sostuvo que “la humanidad podría haber perdido el control sobre la inteligencia artificial” y llamó a los gobiernos y la sociedad a tomar medidas para evitar una catástrofe: existiría un 20 % de probabilidad de extinción de la humanidad, según los dichos del creador de la bendita inteligencia no inteligente. Otro científico arrepentido por las consecuencias de su invento.

¿Por qué el impacto del chatGpt fue tan grande?

Es fácil caer en la trampa. Todo empieza por aceptar definiciones equivocadas. Por ejemplo, he escuchado aquí y allá, en boca de personas de suma inteligencia, doctorados, licenciados y estudiosos de cien mil raleas, decir sin ruborizarse que vivimos en ‘la Era del Conocimiento’. La primera vez que lo oí pensé que mi interlocutor era medio pavote, que era un invento de él, porqué caracterizar como era del conocimiento al momento histórico que más se empeña en evitar que conozcamos, es decir, observemos, pensemos, saquemos conclusiones. La bendita globalización informática es exactamente lo contrario. Sin embargo, así se estudia esta época: Era del conocimiento.

Algún marketinero informático impuso el oxímoron Inteligencia Artificial a su producto revolucionario generando una expectativa errónea. Más poético y realista hubiera sido llamarla Cerebro mágico, como aquel fantástico juego de nuestra niñez. Claro que le quitaríamos esa pátina de racionalidad que desde hace varios siglos brilla como eje de cualquier ser inteligente. Y si algo no quieren los vendedores de la Inteligencia Artificial es que se lo vincule con un juego, todos prefieren llamarla ‘una herramienta’.

Una herramienta ¿para construir qué? O será una herramienta para destruir. En principio, avanza en la destrucción de todo lo que dieron en llamar ‘analógico’ para llegar al imperio de lo ‘digital’. Una vez más, me sorprendo con la elección de las palabras para definir estas nuevas realidades. Usar papel y lápiz es analógico, un término que remite a una acción del pensamiento (comparar, pensar), mientras ‘digital’ solo hace referencia a un dedo, imagino que es el dedo que usamos para ‘conocer’ el mundo a través de una computadora. El dedo que da ‘enter’, no a la cabeza que piensa que tenés que dar ‘enter’.

Como habrán notado, tengo un problema personal con este mundo en el que nos están obligando a vivir. Detesto los trámites on line. Una solución simple y sencilla para no moverte de tu casa y obtener documentos varios. Sin embargo, perderíamos menos tiempo en caminar o tomar un colectivo, hacer una cola mientras charlamos con el de adelante, y que un empleado nos escuche, que en pasar horas tratando de comunicarnos con un robot o una plataforma que generalmente te ofrece una serie de ‘preguntas frecuentes’ a las que respoderá con rapidez. Ocurre que en general, las preguntas que necesitan respuesta no están entre las opciones. La mía nunca está entre las opciones. Ese es el drama: ellos hacen las preguntas para las que tienen respuestas. Otras, prefieren no responder.

Andaba en uno de mis malhumores diarios frente a una situación que en la era ‘analógica’ (esa de comparar y pensar) me hubiera resultado fácil de resolver mientras en la maldita era ‘digital’, en la que el dedo manda, es una tortura, cuando María Urrutzola, una excelente periodista y amiga uruguaya, reenvía un artículo publicado en la revista Extramuros (cuya bajada es:“la escritura ante el declive del debate público”). El texto es de un filósofo joven y para mí ignoto que se llama Matt Smith y empieza así:

“La red de control digital de Estados Unidos no se construyó de la noche a la mañana. No fue construida en búnkeres subterráneos secretos por figuras sombrías. Se ensambló pieza por pieza, a plena luz del día, promocionada como progreso, conveniencia y, sobre todo, como patriotismo.

La genialidad de este sistema reside en su imagen de marca. La vigilancia se convierte en “eficiencia”. La identificación digital en “soberanía”. El cumplimiento se convierte en “libertad”. Y estamos presenciando cómo esta transformación se acelera ante nuestros ojos.

Según Smith, la primera fase de este experimento fue el COVID. “La prueba de estrés que se superó con éxito. El mundo entero aceptó confinamientos y trabajo en el hogar. Se impuso rápidamente el uso del zoom y conferencias a distancias. El poder comprobó que podía manipular fácilmente varias sociedades en forma simultánea.

Luego cita una serie de fases para terminar en la etapa en la que estamos ahora:

“Los sistemas de control modernos no se limitan a observar: se anticipan:

– ¿Dona a una organización no autorizada? Se le activa una revisión fiscal.

– ¿Habla usted con alguien de una lista de vigilancia? Vea cómo se reduce su disponibilidad de crédito.

– ¿Asiste a un evento marcado? Su perfil social queda marcado en todas las agencias.

– ¿Suscribirse a determinados boletines? Clasificación silenciosa para una mayor supervisión.

– ¿Compra combinaciones inusuales de artículos? La IA lo marca para que lo revise una persona.

– ¿Viaja fuera de sus pautas establecidas? El acceso a los servicios se ralentiza o se detiene.

Esto crea un sistema de aplicación preventiva de la ley, en el que su huella digital no sólo refleja su comportamiento, sino que lo predice y restringe antes de que se infrinja ninguna ley.

La red de control no se manifiesta como tropas de asalto en su puerta. Aparece como fricción en las actividades cotidianas:No espere disturbios en las calles. Espere retrasos en los vuelos, transacciones denegadas y «dificultades técnicas» que, de alguna manera, sólo afectan a determinadas personas.”

Chan.

Lo cierto es que con cada ‘like’ o ‘suscripción’ o compra on line, junto a verificación de perfiles por datos biométricos, estamos entregando a los dueños de los negocios y el poder datos fundamentales para aplicar un control preventivo.

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