Tres dibujantes técnicos, compañeros de trabajo y amigos, se ven obligados a elegir cuál de ellos dejará la empresa en la que trabajan, pues caso contrario lo decidirá la empleadora. Tal el nudo dramático de la película Tute Cabrero, de Juan José Jusid, protagonizada por Pepe Soriano, Juan Carlos Gené y Luis Brandoni en 1968, con guión de Tito Cossa. Qué mejor que sean los trabajadores los que decidan su propio destino. Motivos de ‘racionalización’ fue el argumento esgrimido por la empresa en ese año 68. Hoy dirían ‘reconversión’.
Maldita reconversión: si querés sobrevivir en este mundo vertiginoso, tenés que aprender a reconvertirte. Reconversión o muerte. Soltar, soltar, soltar. Dejar de lado todo lo aprendido, capacitarse para un mundo vibrante. Open mind.
Ahora bien, ¿por qué tenemos que reconvertirnos nosotros y no ellos? Yo no me quiero reconvertir. Me gusta en lo que me convertí, me costó mucho trabajo, unos cincuenta años para ser lo que soy, aprender uno o más oficios, vivir de lo mío. Pero no, parece que no, que nada de eso que aprendí sirve, mejor capacitarse en los medios digitales, para seguir capacitándose en los medios requetedigitales dentro de tres años y tirar todo lo que hiciste, hacer, tirar, capacitarse, tirar, hacer, reconvertirse. Mejor reconvertirse en trabajador precario, mejor no anquilosarse en antiguallas de derecho sindical. Mejor entender que el mundo moderno es efímero y que vos sos descartable.
Mejor porque no te vas a la misma misma. Ma sí, que se reconvierta tu abuela!
Calma, calma, calma. Respirá hondo, Laura. Ohmmmm Ohmmmmm
Pensemos las cosas un poquito. El mundo es como es, no como a vos te gustaría. Que van a despedir, van a despedir. ¿qué hacemos? Volvamos al Tute Cabrero donde gana el que más puntos tiene. No hay lugar para todos. Eso es un hecho. Y las opciones no son alentadoras: Dejamos que nos despidan a todos, o que ellos decidan de manera absolutamente arbitraria a quién despedir, o tratamos de negociar lo máximo posible y los que queden afuera al menos los elegimos nosotros.
Ese ‘nosotros’ para la gran aldea son los sindicatos. Y ése, justamente, es el dilema que estamos viviendo. ¿’Todos o ninguno’ o ‘salvemos al menos a algunos’? Complicada la respuesta.
En qué momentos nos convertimos en rehenes. Secuestrados. Privados de libertad. Extorsionados.
Basta leer las noticias gremiales de ésta semana y la palabra ‘extorsión’ aparece en la mayoría. Los textiles no cedieron a la extorsión, los mineros jujeños son extorsionados ‘si aceptás una desvinculación de común acuerdo’ te pagamos durante seis meses 11 mil pesos. ¿Qué preferís? ¿Despidos masivos o despidos por goteo?
Estamos condenados a elegir mal, a dividirnos, pelearnos, tratarnos de traidores con una facilidad espeluznante cuando en realidad todos somos víctimas de un sistema perverso. Todos. Vivimos en estado de indefensión, privados de libertad, extorsionados. Aprendamos a diferenciar quién tiene la puerta de esta jaula virtual en lugar de matarnos a mordiscones entre nosotros.
V Columna de Laura Giussani Constenla