“Como diría Bertolt Brecht, hoy nos dejó un imprescindible. La clase obrera hoy pierde a uno de sus más grandes dirigentes de la historia. Hasta siempre hermano de la vida y de la lucha. Solidaridad con su familia y compañeros.”
Juan Actis, amigo y compañero de lucha de Alberto Piccinini en Villa Constitución.
El nombre de Alberto Piccinini dejó de ser un nombre individual, de una persona o un compañero, desde hace mucho tiempo. No hay otro nombre que resuma lo mejor de la historia de lucha de una ciudad obrera como Villa Constitución.
Alberto Piccinini es un colectivo gigantesco que aprendió que la unidad popular, la solidaridad, la democracia sindical de base, la honestidad, la asamblea, los delegados, la plaza, las marchas, la vida tienen un significado más profundo y mas bello que el que hoy se les da.
Los mas cercanos, amistades y viejos compañeros y compañeras de lucha recurrían y recurren a los apodos de «El Cabezón” y “El Pichi” o un «Alberto» con tono afectuoso para hablar sobre sus cuestiones personales o charlas que habían mantenido con su vecino que hoy falleció.
Uno puede pararse en muchas esquinas de nuestro país y maldecir a los sindicalistas con el clásico «son todos iguales» y agregarle la catarata de insultos y generalizaciones, en gran parte injustas pero que salen por bronca ante tantas agachadas de la burocracia. Si uno quiere evitar un sermón callejero, una clase de historia improvisada o un reto con fundamento de quienes ocasionalmente pasen por ese lugar, lo mejor será que al buscar esquinas ninguna sea de Villa Constitución porque parece que ahí la historia fue otra. Y no porque lo dice Piccinini o lo dicen sus seguidores, lo dice el Pueblo, los que lo seguían y los que lo miraban desde lejos.
El nombre Alberto Piccinini hace tiempo está celosamente guardado en la memoria popular y de la clase. Seguramente seguirá empujando al debate democrático y a la acción para construir esa fuerza popular que transforme esta sociedad del hambre y la explotación. No es para menos, expresó con absoluta dignidad lo mejor del movimiento obrero, junto con Agustín Tosco, Atilio López, Ongaro, German Abdala, Rene Salamanca, Felipe Vallese, Hector Quagliaro, Alberto Belloni, el Negro Aguirre, el Gringo Porcu…
Es pueblo organizado.
Barrió con cualquier concepción corporativa, sectaria, uniendo a sectores que, en otros territorios, peleaban por lo mismo pero divididos. Es el valor de la unidad, de la fuerza, de cómo se construye esa fuerza. De no callarse. Cabronazo para discutir y a la vez capaz de brindar un tremendo afecto. ¿Cómo puede ser que alguien que discutió con tanta gente haya tenido el afecto y la ternura que recibió? Eso porque tenía la autoridad para discutir lo que él pensaba.
El villazo fue la movilización de un pueblo que sabía que había un dirigente que entendía que del primero al último de la región era necesario y necesaria.
Salió a pararse dignamente y con fortaleza en las calles de Villa Constitución en todo el período donde se pudo resistir la lucha y que después siguió resistiendo durante la brutal represión que fue el ensayo previo al golpe militar. Fue enorme la capacidad que tuvo ese pueblo para tomar esas enseñanzas y seguir resistiendo en el peor momento, después del ‘75, con lo que vino en la dictadura genocida.
Participó activamente como protagonista destacado en dos oleadas fundacionales: el sindicalismo combativo y de liberación de los ‘60 y ‘70 y la fundación de la CTA.
Junto con Marta Maffei, Víctor de Gennaro, Claudio Lozano, Alicia Crescini y tantos otros y otras, es larga la lista, fundaron una nueva experiencia sindical con la CTA. Es uno de sus fundadores y entendía muy bien lo que era porque ya venía de esa configuración del sindicalismo de los ‘60 y los ‘70. La CTA desde su origen tomó esas enseñanzas por la presencia de compañeros como Alberto Piccinini, que venía de esas experiencias, de ese sindicalismo organizado desde abajo, a mano y sin permiso, que no lo frenaron ni las dictaduras, ni los bombardeos ni la cacería humana que el fascismo descargó sobre Villa Constitución y sobre el país.
Esta pérdida, junto a otras tantas, nos llena de profunda tristeza. Que ese dolor que hoy sentimos nos lleve también a buscar cuáles son las grandes enseñanzas que dejaron.
Chau Cabezón! Chau Pichi!
¡Hasta la Victoria siempre querido Alberto!
(* Gustavo Martínez, Secretario General de la CTA Autónoma de Santa Fé)