Agitados acontecimientos caracterizan la segunda mitad del año 1951.
En Agosto el clamor popular, una multitud de trabajadores y trabajadoras piden a Eva que integre la fórmula presidencial con Perón, recibiendo como respuesta el histórico renunciamiento.
En Septiembre un intento oligárquico de derrocar a Perón. El alzamiento militar encabezado por Benjamín Menéndez fracasa. El 11 de Noviembre, contundente victoria peronista en las urnas. las mujeres votan por primera vez. Juan Perón obtiene más de 4.600.000 votos. En esos fervorosos días dos corazones puros y nobles, desbordantes de amor por los más humildes de la Patria, laten aceleradamente, tratando de ganarle tiempo a la muerte que se acerca inexorablemente: Eva Perón y Enrique Santos Discépolo. Evita y Discepolín para el pueblo.
Discepolín, aquel que desde la radio, con su programa “Pienso y digo lo que pienso”, viene bancando al proyecto nacional y popular, denunciando a los hipócritas, a los gorilas, a los eternos insastifechos.
“Antes no te importaba nada y ahora te importa todo… y protestás. ¿Y por qué protestas?. Ah, no hay té. Eso es tremendo. Mirá que problema. Leche hay, leche sobra; tus hijos que alguna vez miraban la nata por turno, ahora pueden irse a la escuela con la vaca puesta… ¡pero no hay té! Y según vos no se puede vivir sin té. Te pasaste la vida tomando mate cocido, pero ahora me planteás un problema de Estado porque no hay té. Claro ahora la flota es tuya, ahora los teléfonos son tuyos, ahora los ferrocarriles son tuyos, ahora el gas es tuyo, pero… ¡no hay té!”. Discepolín, jugado por la revolución que realiza el peronismo, atacado por sus antiguos amigos de la clase media liberal que lo llaman por teléfono para putearlo, lo abuchean cuando entra a un café y le envían a su casa paquetes con discos de sus tangos deliberadamente rotos.
Evita internada y operada en un Hospital de Avellaneda -según ella creía- de una úlcera sangrante. Los doctores saben que es un avanzado cáncer de útero. Discepolín con fuertes dolores de cabeza, con fiebre y cansado. La estreptomicina escasea. Le ofrecen una caja de ese medicamento y la rechaza, refiriéndose a Evita dice: “Primero es ella, es esa piba la que tiene que salvarse a toda costa”.
En la noche del 23 de diciembre el corazón de Discepolín se detiene. “Si mi esqueleto sirve para algo lo pongo a disposición del gobierno”, le había dicho a Perón tres meses antes conmovido por el levantamiento oligárquico.
Triste nochebuena la del ’51 para el Presidente Perón. Discépolo le había prometido pasar juntos la navidad en la Quinta de San Vicente y Evita sin reponerse de su grave enfermedad. Evita, con el fuego de su alma escribiendo el mensaje de navidad:”…No puede haber amor donde hay explotadores y explotados. No puede haber amor donde hay oligarquías dominantes llenas de privilegios y pueblos desposeídos y miserables. Porque nunca los explotadores pudieron ser ni sentirse hermanos de sus explotados y ninguna oligarquía pudo darse con ningún pueblo el abrazo sincero de la fraternidad”.
Navidad del ’51. La última navidad de Evita. Navidad en la que Perón no llegó a brindar con Discepolín.
En 1953, Cátulo Castillo escribió unos versos para la música de un tango que Discépolo no pudo terminar porque lo sorprendió la muerte, postrer mensaje que nos dejó para siempre y en especial para esta navidad del 2021 en la que Evita y Discepolín siguen cinchando con todos nosotros para evitar que los oligarcas boicoteen el proyecto nacional y popular.
“Hoy que no estoy
me da pena
no estar a tu lado
cinchando con vos…
Mensaje
con qué te digo
que soy tu amigo
y tiro el carro contigo
yo
tan chiquito y desnudo
lo mismo te ayudo
cerquita de Dios.”
¡Felíz Navidad para todos mis amigos y amigas que son mis compañeros y compañeras! ¡A seguir cinchando en el 2022!