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Daniel Rosato: “Las pymes queremos condiciones competitivas para competir a nivel internacional”

Daniel Rosato, presidente de Industriales Pymes Argentinos, charló con La Columna Vertebral sobre la importancia de formar trabajadores, las condiciones necesarias para que las Pymes nacionales puedan crecer y el panorama del sector de cara a las elecciones presidenciales.

LCV: El papel tiene mala prensa por el tema del talado de árboles y la necesidad de mucha agua para el producto. Tengo entendido que Rosato tiene un perfil ambientalista ¿Cómo lo combinaron?

Cuando decidimos hacer la fábrica de papel, a mi padre siempre le interesó el tema del reciclado, del medio ambiente, y de ahí surge la idea de fabricar una máquina a base total reciclado, no utilizando celulosa sino utilizando el papel que uno encuentra en las imprentas, en la calle, el papel blanco de oficina. El papel blanco lo utilizamos para reciclar. Así comenzamos. Reciclando, haciendo campaña en los colegios, iglesias. Hemos hecho campañas donde los chicos de las escuelas juntan el papel, nosotros se los pagamos y le damos también una computadora. Los motivamos para que junten, que puedan ver también el proceso.

LCV: ¿Tienen contacto con las cooperativas de recicladores?

Sí, claro. Nosotros le compramos también a las cooperativas de recicladores, compramos también a los recicladores en sí que no son de cooperativas. 

LCV: ¿Cuánta gente emplean en primera mano? ¿Cuál es la nómina de Rosato?

Papelera 140 y la metalúrgica 40.

LCV: Se hizo noticia porque descubrió que había mucho votante de Milei en la empresa y usted tuvo la necesidad de hablar con ellos y decirles lo que pensaba. ¿Cómo lo tomaron los trabajadores? 

Yo se lo aclaré en un primer momento y cada vez que hablaba con ellos lo aclaraba, yo en ningún momento mencioné un candidato en el sentido de vos tenés a tal candidato. Sí la preocupación de exponer las plataformas políticas de cada candidato y decir lo que uno cree conveniente, porque no sufrió. Yo sufrí mucho, yo viví la época de Menem con el uno a uno, el 25% de desempleo, ollas populares en las fábricas, la época del trueque. Es decir, vivimos en una situación que significó también parte de la ruptura de la familia, porque muchas familias se desintegraron porque el hijo, el padre tuvo que buscar trabajo en el exterior, los hijos también y se dividió la familia. Entonces una crisis económica puede ocasionar crisis familiares, crisis que realmente no nos podemos olvidar.

Lo que propone uno de los candidatos más votados tiene que ver con eso, con el libre comercio. No se habla de industria, no se habla de trabajo, no se habla de pymes. Quiero aclarar que no es que las pymes queremos una economía cerrada, no, queremos tener condiciones competitivas para poder competir a nivel internacional. Tenemos insumos importados y tenemos insumos nacionales que valen de un 50 a un 100% más caro que en el exterior. Entonces eso también hay que decirlo. Nosotros cuando decimos tenemos que compartir es porque tenemos que tener los mismos costos que tienen los empresarios del exterior. Si el acero vale 10, no puede valer 20 acá.

LCV: ¿Cómo lo tomó la gente?

Hicimos una ronda y yo les pregunté si sabían cuál era la plataforma política de cada candidato y algunos dijeron que no sabían. Los más jóvenes no conocían realmente la plataforma política de un candidato y eso fue lo que realmente fue importante porque cuando les expliqué realmente lo que era en realidad, que averiguaran, que se asesoraran, ahí algunos cambiaron de opinión. Creo que hay un desconocimiento. Yo les dije que con el enojo y la bronca no vamos a mejorar, porque con eso nos podemos equivocar más todavía y después vamos a tener más enojo y bronca, no vamos a encontrar una solución.

LCV: ¿Ustedes forman a los trabajadores?

El trabajador es realmente muy importante porque tarda mucho tiempo en formarse. Lo mismo que ahora que se está planteando integrar al sector privado nuevos trabajadores con beneficios. Esto no es un trabajo de tres, seis meses. Esto es un trabajo de cinco años mínimo.

Argentina tiene una oportunidad enorme y concreta. No son palabras, son hechos concretos. Lo que la gente tiene que entender es primero que es importante la formación y que el Estado acompañe con capacitación y formación y es, como ya dije, un trabajo de cinco años. Por otro lado, es importante que la gente entienda lo que se viene en Argentina a futuro. La gente no sabe tampoco eso. La gente no sabe que a partir del año que viene, a mediado de año, Argentina va a comenzar a exportar energía y al otro año va a ser mucho más, y todo ese desarrollo que viene de la mano del sector petróleo, minería, todo eso va a generar un efecto dominó donde va a haber mucho trabajo en el país. Entonces vamos a necesitar gente formal y capacitada. Por eso es importantísimo que hoy comencemos a través de estos acuerdos, de estas medidas que está tomando el gobierno, a formar gente. Porque uno de los conflictos va a ser que nos va a faltar mano de obra calificada.

Se puede crecer hacia dentro o bien se puede decrecer hacia afuera. Porque si nosotros tenemos un modelo industrial que permite que los inversores que no vayan hacia dentro del país un porcentaje y que se compre todo afuera, bueno, vamos a estar complicados. Pero se puede tener un acuerdo y un modelo industrial donde piense en la industrialización, en que se genere el trabajo hacia adentro, que se invierta hacia dentro del país para las pymes, que haya más cantidad de trabajadores. Yo creo que esa es la receta. 

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Los Doblados, el Batallón 601 y una historia de amor, traición y muerte, por Ricardo Ragendorfer

Publicado por Revista Zoom, el 31 de julio de 2017

Siempre sentí que la obra –como concepto editorial– es en realidad la caja mortuoria de la creación. Ahora descreo de tal idea. Hace justo un año fue publicado mi libro Los Doblados, sobre las infiltraciones del Batallón 601 en la guerrilla argentina. El hecho es que una parte de su trama ha vuelto a latir, aunque ello –por su tenor argumental– no es en esta oportunidad precisamente un canto a la vida.

La historia en cuestión está desarrollada en el capítulo titulado “Alicia a través del espejo”. Y se refiere al caso del chileno Jean Claudet Fernández, un cuadro del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) capturado el 1 de de noviembre de 1975 en Buenos Aires por una patota del Ejército y agentes pinochetistas de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA). Fue el debut del Plan Cóndor en Argentina.

La primera información que obtuve acerca del asunto no superaba los datos arriba mencionados, y sin ser más que una pieza complementaria de otra intriga. Pero allí había algo oculto, una suerte de tragedia griega que me tomó casi un año reconstruir. Su protagonista: el coronel José Osvaldo Riveiro, alias “Balita”, un engranaje clave en la aplicación del terrorismo de Estado durante la última dictadura y –como subjefe del Batallón 601– el factótum local de la alianza represiva entre los regímenes castrenses de Cono Sur. Debo confesar que ese tipo obeso, alcohólico, por momentos ridículo y profundamente cruel fue para mí lo que para un entomólogo un escorpión. Su figura atraviesa las páginas de Los Doblados como un fantasma apenas disimulado. Un fantasma ahora empeñado en resurgir.

Amores perros

Jean Claudet Fernández

Por alguna razón que excede el marco estrictamente operativo, Riveiro sentía hacia Claudet una particular inquina. Un rencor que ni siquiera sus más estrechos colaboradores comprendían.

El chileno, un ingeniero de 36 años, había sobrevivido a las mazmorras de la DINA por tener también la ciudadanía francesa y residía con su familia en Sarcelles, una pequeña ciudad al norte de París. Con frecuencia solía viajar a Buenos Aires como correo de la Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR), formada por las guerrillas de Uruguay, Bolivia, Chile y Argentina.

En eso estaba en la mañana del 25 de octubre cuando abordó un vuelo en el aeropuerto de Roissy. Aquella vez su periplo incluía una escala previa de cinco días en México y otra de 24 horas en Panamá.

Desde allí llamó por última vez antes de partir hacia Buenos Aires a su control en París. Sus compañeros en esa ciudad ignoraban que asimismo había enviado un mensaje a la arquitecta porteña Alicia Carbonell –mediante una amiga en común también llamada Alicia– para anunciar su llegada y pedir que lo esperara en un departamento de la calle Montevideo, a metros de la avenida Santa Fe, donde él acostumbraba alojarse durante sus estadías en esta urbe. Claudet mantenía con ella un vínculo sentimental. Con la excepción de las dos Alicias nadie más en Argentina sabía de su arribo.

Pero mientras Claudet se encontraba en pleno vuelo, la base parisina del MIR quedó envuelta en la zozobra: un agente de la DINA que reportaba a dicha organización acababa de informar que el domicilio en cuestión estaba rodeado por un dispositivo de vigilancia del Batallón 601. Y se temía que el viajero fuera atrapado ni bien pusiera un pie en el aeropuerto de Ezeiza,

Eso no sucedió. Claudet llamó a Paris desde un teléfono público de la terminal aérea. Así supo la mala nueva además de recibir la indicación de que regresara en el primer vuelo a la Ciudad Luz.

Sin embargo no había ninguno hasta la mañana siguiente. Su próximo paso fue llamar a la arquitecta para ponerla con pocas palabras al tanto de la situación y decirle que se alojará en el Hotel Liberty, de la avenida Corrientes al 600. Alicia quedó en encontrarse con él allí.

Orden de captura de José Osvaldo Riveiro

Los agentes la vieron salir del edificio de la calle Montevideo. Y así se inició un discreto seguimiento sobre ella, quien –dicho sea de paso– no fue al Liberty sino a su casa familiar de Barrio Norte. Balita había impartido la orden de no tocarle un pelo. Lo cierto que la presencia de esa mujer en medio de la operación lo ponía sumamente nervioso.

Al filo de la medianoche Claudet fue secuestrado en su habitación del hotel. Balita encabezaba la patota. También fue de la partida el encargado de la estación local de la DINA, Enrique Arancibia Clavel.

Éste, dos semanas después, consignó en un télex enviado desde Buenos Aires a la sede del Servicio Exterior de la DINA que al cautivo “le requisaron 97 microfilms con instrucciones de París”. El remate concluía con una frase sombría: “Claudet ahora ya no existe”.

Su desaparición causó una sacudida extrema entre los exiliados chilenos en Argentina. Recién a fines de noviembre la otra Alicia –muy acongojada por lo ocurrido– blanqueó la existencia de la arquitecta ante un militante del MIR. Desde entonces esta última fue depositaria de todas las sospechas. Eso se vio robustecido por el hecho de haberse mudado, además de renunciar a su trabajo y no ver más a sus amistades; o sea, se hizo humo.

Mientras tanto Balita enfrentaba problemas políticos y privados. Entre los primeros, una interna con el jefe de la SIDE, Otto Paladino, por el control en el país del Plan Cóndor; entre los segundos, el derrumbe de su matrimonio con la señora Susana Purcaro, algo muy mal visto en círculos castrenses.

Con el paso de los años aquella historia se fue desdibujando.

En 1987 –ya bajo el gobierno de Raúl Alfonsín– la evanecente figura de la Carbonell reapareció al no poder eludir su presentación como testigo de la causa Claudet en el juzgado de instrucción a cargo del doctor Emilio García Méndez. Allí dijo que al hombre del MIR lo había visto una sola vez por pura casualidad, y que el nexo fue la otra Alicia por ser amiga de los dos. Después, agregó: “Ni me acuerdo de su cara”.

En esa audiencia estuvo presente el abogado Horacio Méndez Carrera, quien representaba a familiares de los franceses desaparecidos en Argentina. Entonces se propuso querellar a esa mujer por falso testimonio.

No pudo ser: las leyes de Punto Final y Obediencia Debida sepultaron dicho expediente en el ostracismo.

Tres lustros más tarde Méndez Carrera encontró en su estudio una copia amarillenta de ese testimonio. Y algo concitó su interés: la dirección –Güemes 920, de Acassuso– en la cual ella fijaba su domicilio. Ese sitio no estaba lejos de su propia casa; de modo que decidió efectuar una visita de cortesía.

Alicia Carbonell -primera desde la izquierda- jurando como arquitecta

Era el mediodía del primer sábado de 2003 cuando él llegó a un chalet cercado con chapas verdes y rejas. Por el portero eléctrico preguntó por Alicia Carbonell y, sin rodeos, explicó la razón de su presencia.

Por toda respuesta, una voz femenina gritó:

–¡Yo no tengo nada que decirle!

También se oían los alaridos de un hombre.

Méndez Carrera volvió a tocar el botón del aparato.

Entonces vio que la mujer salía de la casa fuera de sí. Quien parecía ser su marido corrió tras ella y la atajó por la cintura. Éste –un individuo bastante mayor que ella– intentaba calmarla. Tras darse por vencido, le gritó al intruso:

–¡Mándese a mudar, carajo!

Y forzó una postura pendenciera.

No era otro que el coronel José Osvaldo Riveiro.

El gran secreto de aquellos dos seres acababa de quebrarse. Poco después la casa fue vendida. Y ellos pusieron los pies en polvorosa.

La segunda oportunidad

José Osvaldo Riveiro

Este fue apenas un resumen del relato que volqué en Los Doblados a lo largo de 47 páginas. Lo que se llama, una historia con “final abierto”. Porque más allá de la incógnita fáctica sobre el paradero del viejo militar y la ahora veterana arquitecta, también flotaban en el aire otros misterios.

Nunca dejé de preguntarme cómo nació el vínculo amoroso entre ellos. Ni cuáles fueron los motivos personales y las condiciones anímicas de Alicia Carbonell durante los acontecimientos que impulsaron tan espantosa relación. Es difícil saber si –antes o inmediatamente después del secuestro de Claudet– ella fue consciente de haber trazado el camino de su desaparición definitiva. De no ser así, ¿por qué diablos se prestó a ese juego? Y de ser así, ¿qué grave encono la habría lanzado a un crimen semejante? Pero de lo que no hay dudas es de que ella y Balita edificaron su pareja sobre ese delito de lesa humanidad. Y que su vida matrimonial debió ser notable. Esos y otros enigmas perduraban congelados por sus ausencias.

Aunque no para siempre. La prolongada huida de Riveiro se desplomó a principios de mayo en la recepción del Hospital Militar de un modo por demás insólito: el coronel apareció allí para sacar un turno médico; cuando dio sus datos, el sistema lo detectó como prófugo y se llamó a la policía.

Sobre él pesa un trámite de extradición a Francia, donde un tribunal lo condenó in absentia a 25 años de cárcel debido al crimen de Claudet.

También lo requiere un tribunal federal de Mendoza por 43 homicidios ordenados por él en 1978 desde el Destacamento 144 de Inteligencia. En razón a esta causa el Ministerio de Justicia había ofrecido en 2014 una recompensa de cien mil pesos por datos acerca de su paradero.

La cuestión es que Balita quedó en el Hospital Militar bajo arresto y con diagnóstico de “demencia senil”.

Ahora todo indica que el destino fue benévolo con él. Tanto es así que no tardó en obtener el beneficio del arresto domiciliario. ¿Acaso su increíble ida a tal centro de salud –quizás ideada por su familia– haya tenido justamente ese propósito para así acabar con la pesadilla de la clandestinidad?

Días pasados me escribió una amiga para comentar mi libro, y como al pasar, soltó: “Encontré a esa Alicia Carbonell por Facebook y me impresionó mucho. Supongo que vos también la viste”.

Yo no había visto nada. Y me apresuré en buscar su muro.

Lo primero que encontré fue una imagen de la feliz pareja colgada el 23 de junio. Y alguien comenta: “Al fin terminó todo. Qué lindo es poder ver una foto de ustedes juntos. ¡Los quiero muchísimo!”.

También hay otro comentario: “Un amor eterno, en las buenas y en las malas”. Su autor: el ex diputado de la UCD, Alberto Albamonte, nada menos que pareja de una hija del coronel. Ella, Alejandra Riveiro, a su vez aclara que no se trata de una fotografía actual, y completa: “Papá está en otra situación de salud, lamentablemente. ¡Pero por suerte está!”.

En el propio muro de aquella mujer hay un álbum con cinco imágenes subidas el 20 de julio. La primera es añeja, tomada en algún momento de los ‘80, y lo muestra a Balita con Alicia y un bebé en brazos en lo que parece ser un bautismo. Las otras cuatro son actuales. Y exhiben al genocida sin ocultar una leve expresión de chochera, pero muy contento de posar con las hijas y un bisnieto. Tal posteo está encabezado por la siguiente frase: “La vida nos dio una segunda oportunidad, papá. ¡Agarrémosla con las manos!”. Un himno a la esperanza.

(Título original: “Un Facebook para el Batallón 601”)

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