fbpx
Connect with us

Memoria

En el mes de la Memoria. Una carta por día. Mensaje de Zitarrosa

Era el año 1984. Argentina disfrutaba de la borrachera democrática. El gran Alfredo Zitarrosa volvía a Buenos Aires a cantar. En la servilleta de un bar le escribió un mensaje a la última presa política que quedaba en Devoto, la uruguaya Charo Moreno. “Para la compañera Charo, con la certeza de que el futuro es de los humildes. Hasta la Victoria! Zitarrosa”.

Charo salió, y hoy es una excelente actriz y directora de teatro. Con el contenido de sus cartas hizo una obra de teatro maravillosa que se llama ‘Y con esta luna’. Donó toda su correspondencia desde y hacia la cárcel de Devoto a la Colección Cartas de la Dictadura, de la BN . Se quedó, obvio, con la servilleta de Zitarrosa. Si querés donar tus cartas -guardándote alguna- ponete en contacto con la Biblioteca Nacional. consultas: archivosycolecciones@bn.gob.ar

Seguir leyendo
Comentá

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Archivo

Parte de la Batalla Esma, por Oscar Taffetani


Publicada el 4 de octubre de 2007
Fotos de Nahuel Baglietto – HIJOS Capital

Recorrer la Plaza de Armas… desarmada (¡hasta el mástil para la Bandera se llevaron!). Recorrer las salas y salones con los techos y vidrios rotos (deliberadamente rotos). Y las duchas y vestuarios a los que arrancaron caños, cables, tableros de electricidad.

Abrir hermosas puertas de madera noble, a las que les robaron picaportes y herrajes. Ver lavatorios sin canillas. Ver mingitorios rotos.

Salir a caminar por calles internas del predio con nombres de próceres o de notables marinos (calles donde lo mejor que queda en pie son los árboles) y tener una sensación de déjà vu. “”Ya hemos visto esto antes””, pensamos.

Sí, claro. Lo vimos en la isla Martín García, otra ex base naval, que luego de firmarse el Tratado del Río de la Plata, en 1973, debió ser desalojada por la Marina, para convertirse en reserva natural intangible. Los encargados de desmontar y retirar las “propiedades navales” de la isla tomaron el recaudo -como en tiempos de guerra- de inutilizar cualquier clase de instalación, de estropearla para evitar que la usara el “”enemigo”.

¿Y quién era el enemigo de la Marina en el Tratado del Río de la Plata? nos preguntamos. ¿Acaso las instituciones civiles argentinas, nacionales y bonaerenses, que se harían cargo de la isla? ¿Acaso república hermana del Uruguay, dueña del espacio fluvial que rodea Martín García?

¿Y quién es el enemigo de la Marina en el caso de la ESMA?

Aquí, la respuesta (aunque las autoridades de la fuerza naval no la expresen con palabras) sería más o menos la misma: son las instituciones civiles; son esos organismos de derechos humanos y esos sobrevivientes del horror que le ganaron en el tiempo, con tenacidad e inteligencia, una batalla cultural a la dictadura.

Todo bien por arriba: el almirante Jorge Godoy, jefe de la Armada, firmando diplomáticamente el documento de traspaso de la ESMA. Y la ministra de Defensa, Nilda Garré, declarando a la prensa: “La Marina respondió a las expectativas y las cosas se cumplieron en tiempo y en forma…”

Todo mal por abajo: porque salvo las construcciones que quedan más a la vista -por ejemplo, el Casino de Oficiales- el resto fue desarbolado y desguazado como lo hubiera hecho un ejército en retirada.

Además, en el predio de 17 hectáreas de la ESMA, un insólito cerco de chapas seguía dividiendo (por lo menos, hasta ayer miércoles 3 de septiembre de 2007) el área que la Armada estaba dispuesta a ceder para el Museo y para los espacios de derechos humanos de la otra área, en la que pretendía que siguieran funcionando algunas escuelas técnicas y de guerra.

Al personal municipal afectado a limpiar el predio de la ESMA le dijeron que ese muro de chapas galvanizadas no se podía trasponer, ya que había “”peligro de derrumbe”” (quien esto escribe lo tomó como una suave advertencia mafiosa, y prefirió no pasar).

Vista del interior de la escuela de mecanica de la armada (ESMA), el lugar de torturas: Capuchita

El futuro de un pasado

La ESMA, recordemos, tiene 32 importantes edificios. El casino de oficiales y ciertos lugares emblemáticos de la época del horror (la Capucha, la Capuchita, etcétera) son una pequeña parte. ¿Qué pasará con el resto? ¿Se lo convertirá todo en “”Espacio para la Memoria y para la promoción y defensa de los Derechos Humanos””, como dice el documento oficial firmado por la Nación y la ciudad de Buenos Aires?

Podría ser. Y no tenemos nada que objetar al respecto.

Sin embargo, nos gustaría aclarar que “Derechos Humanos”, en un mundo con creciente exclusión, con hambre, con racismo y con otras formas execrables de genocidio, es un concepto que merecería desplegarse en toda su extensión, no limitándolo a los crímenes de la última dictadura.

La ESMA es un emblema, triste, de ese pasado reciente. Y como tal, merece un esfuerzo de transformación simbólica. Una re-significación, que comporte un mensaje perdurable, útil a las generaciones actuales y, sobre todo, a las que vendrán.

Qué hermoso sería una “”Ex-ESMA”” convertida en gran escuela de artes y oficios, en gran espacio para talleres diversos, que liberen la creatividad de distintos colectivos étnicos, artísticos y culturales.

Qué hermoso sería una “Ex-ESMA” convertida en sede de un gran Foro de los Derechos Humanos, en donde estén representadas TODAS las fundaciones, TODOS los organismos y TODAS las entidades que han demostrado con su trayectoria y su lucha ser fieles a esas consignas y esos programas.

¿Es utópico este deseo?

Tal vez. Pero la utopía, como sabemos, es el relato futuro. Lo contrario de ese relato sería la árida descripción del presente: simples partes de guerra redactados por bandos en pugna.

Dejamos para otra vez nuestras conjeturas sobre la nueva radicación de la ESMA, en terrenos cercanos a la villa La Cava, en San Isidro. La Escuela de Mecánica de la Armada se estaría acercando, así, a la zona del Tigre, donde funcionó su primera sede (allí donde se probó como alumno, sin suerte, un tal Ceferino Namuncurá).

Con el tiempo, la ESMA -que sigue purgando por ese nefasto período en que la condujeron asesinos de uniforme- irá recobrando la finalidad perdida.

Y tal vez (no nos privemos de sugerirlo) ya sería hora, para la Armada, de que cambie el nombre de ese instituto.

Porque el peso simbólico y la connotación negativa de “ESMA” es lo único que en su táctica de tierra arrasada los soldados de la Marina no han podido arrancar de las paredes, no han podido lavar como la sangre, ni blanquear.

Nota publicada en HIJOS Capital y en Nuevo Siglo Online el 4/10/2007. Aún no estaba decidida ni planificada la ocupación y utilización del predio y las instalaciones de la ex ESMA

La ‘ex ESMA’ hoy es el Sitio de la Memoria en el que se realizan muestras, espectáculos, investigaciones, congresos, actos y es sede del Archivo de la Memoria.

Continue Reading

Destacada

En el mes de la Memoria. Una carta por día.

A mediados de mayo del 2017, Fernando Reati llegó al Archivo de la Biblioteca Nacional con dos carpetas. En el frente, un papelito escrito por su madre y pegado con cinta scotch explicaba: “Correspondencia Pirata de los chicos desde la Cárcel-transcripción hecha con amor y dolor por su padre, Eugenio Oscar, en su exilio”. Ese conjunto de cartas clandestinas que pudieron salir del penal de San Martín, bajo la dirección de Luciano Benjamín Menéndez, eran un tesoro para la Colección Cartas de la Dictadura de la BN.

Como la incomunicación de los presos políticos era absoluta -sin visitas ni patios- inventaron un sistema,”las palomas”, que consistía en unir con un hilo trenzado que obtenían de las toallas y en la punta iba un gancho. En el pabellón de enfrente estaban los presos comunes, que hacían lo mismo. Por la noche, los ‘palomeros’ demostraban su destreza. Desde las ventana enfrentadas lanzaban las ‘palomas’ hasta que se enganchaban. De esa forma creaban un puente que pendía de un hilo en el que enviaban paquetitos con cartas. Los presos comunes sí tenían visitas y se las daban a sus mujeres que las sacaban escondidas en la vagina. En la carta puede verse el destinatario y el pago que debía efectuar quien la recibía. Las primeras fueron escritas en papel higiénico, hasta que lograron, por el mismo sistema de “la paloma”, recibir papel ultrafino.

“Curiosamente (o, mejor dicho, lógicamente), en ese ámbito cerrado que lleva hasta el paroxismo las medidas para asegurar el desconocimiento y la desinformación más integrales, los mensajes proliferan. En ese mundo, en dónde los signos están prohibidos o rigurosamente controlados, todo es signo y mensaje: todo es inevitable y enfáticamente significante. Y, a su vez, todo preso político se convierte, desde que se incorpora al medio carcelario, en un lector, un descifrador, un hermeneuta hipersensibilizado.” Emilio De Ipola.

Fernando Reati, actualmente Fernando es profesor de literatura latinoamericana en Georgia State University, Atlanta y autor de los libros: “Nombrar lo innombrable: violencia política y novela argentina, 1975-1985 (1992)”; “Postales del Porvenir: la imaginación del futuro en la novela de anticipación de la Argentina neoliberal, 1985-1999 (2006)”; junto con Mario Villani, escribió “Desaparecido: memorias de un cautiverio (2011)”; y en coautoría con Paula Simón: Filosofía de la incomunicación y “Las cartas clandestinas de la Unidad Penitenciaria 1 durante la dictadura (Córdoba, 1976-1979) (2021)”, entre otros.

Como lo definiría De Ipola, este hermeneuta hipersensibilizado logró superar junto a sus compañeros de prisión el aislamiento, y nunca olvidó lo sucedido. Fue detenido ilegalmente por un grupo de tareas en septiembre de 1976 . Estudiante en la Universidad Nacional de Córdoba, había militado en la Juventud Universitaria Peronista. Primero lo llevaron, junto a sus padres y su hermano menor, al Departamento de Informaciones (D2) de la Policía de Córdoba, en donde estuvo 8 días “detenido”, y luego, cuando fue “legalizado”, lo trasladaron a la Unidad Penitenciaria N° 1 de Córdoba, también conocido como el Penal de San Martín. Esta Unidad provincial se encontraba bajo el control del genocida Luciano Benjamin Menendez y fue la cárcel con mayor cantidad de fusilados, es decir personas asesinadas en supuestos intentos de fuga y es la única cárcel que mantuvo a sus presos incomunicados durante años: “Por tres años, desde el golpe hasta el año 1979, no sólo no teníamos acceso a medios de comunicación formales como radios, diarios o revistas, tampoco a información de las causas o de familiares y amigos. Tampoco se permitían visitas, cartas, libros, ni medicamentos”. Allí Reati estuvo detenido hasta 1981, momento en el cual fue puesto en libertad vigilada hasta su exilio.

La Colección Cartas de la Dictadura está abierta a la consulta pública y sigue recibiendo donaciones. Escribí a archivosycolecciones@bn.gob.ar

Continue Reading

Libros y alpargatas

Llegó a la justicia la masacre de San Javier, por Marcelo Valko

El 21 de abril de 1904, pocos meses antes del final de la segunda presidencia de Julio Roca, se perpetró una masacre de proporciones consistente en la matanza, persecución y represión de integrantes del pueblo moqoit (mocoví) en San Javier (Santa Fe). Las víctimas entre muertos y heridos superan el centenar, aunque no todas fueron “blanqueadas” ante la Justicia, sino apenas cierta cantidad que figuran en Actas del Registro Civil de San Javier.

Existen testimonios que refieren a heridos enterrados con vida y hubo fosas comunes que en la actualidad intentan ser ubicadas. Se trató de un delito de lesa humanidad y se inscribe dentro del marco del genocidio contra los pueblos originarios cometidos durante la conformación del Estado Nacional. Todavía hay casas cuyas azoteas fueron utilizadas como cantones desde donde disparaban a los mocovíes pauperizados, incluso las aberturas del campanario de la iglesia fueron utilizadas por los tiradores. Si bien en aquel entonces la mayoría de la prensa se encolumnó domesticada ante el discurso oficial que tergiversó el crimen transformando a las víctimas en victimarios.

La distancia existente entre la matanza y la versión oficial elaborada por la prensa una semana después “del malón” es notable, pero no difiere de infinidad de falsificaciones similares perpetradas durante “nuestro trato pacífico con los indios” como señalaba nuestra Constitución modificada en 1994 para reelegir al presidente peronista Carlos Menem.

Lo cierto es que en el forcejeo dialéctico de memoria y silencio “el hecho de sangre” se fue desvaneciendo hasta desaparecer por completo. Contribuyó a ello la película “El último malón” del director Alcides Greca estrenada en 1918 que pretende reflejar lo ocurrido de acuerdo a la versión oficial del millar de indios que intentaron asolar al pueblo. Greca, nativo de San Javier hace actuar a los sobrevivientes de la matanza de maloneros. Lo sucedido y su recreación cinematográfica es propio del realismo mágico de García Márquez. ¿Acaso es posible aceptar que un grupo de mocovíes que padecieron una matanza preventiva en 1904, terminen actuando en 1918 en un drama que en realidad ocurrió de manera inversa? La desmemoria actúa desde el mismo título, dando por bueno que se trató de un ataque.

Tal como me fuera informado por el Dr. Gabriel Hernández Crosetto el 27/12/2022 se presentó una denuncia sobre la Masacre de San Javier. La carátula es “N.N. S/ AVERIGUACIÓN DE DELITO”; FISCALÍA FEDERAL 2/24, que la profesora Liliana Janko tuvo a bien enviarme. La denuncia la presentaron Ángela Lanche (Cacica Comunidad Layik Ra’Apiguin), los referentes Néstor Lanche (comunidad 21 de abril), Julio Lanche (comunidad Esperanza Viva de Colonia Francesa) junto a Lucila Puyol Secretaria de Derechos Humanos de la Provincia de Santa Fe. Los denunciantes solicitan “la correspondiente acción penal promoviendo la investigación de los hechos sucedidos el 21 de abril de 1904 y sus consecuencias sobre el pueblo Moqoit (mocoví), y que se “eleve la causa para la realización del Juicio Oral y Público por la Verdad Histórica.

Me reconforta que parte de la denuncia se nutra con mi libro “El Malón que no fue”, una investigación que expone pistas, confronta datos y muestra las contradicciones del relato oficial que reflejan cómo se disfrazó el crimen como defensa ante un “ataque de salvajes que intentaron tomar la población” cuando en realidad se trató de “un correctivo” o matanza disciplinadora de mano de obra barata como luego ocurrió en 1924 en Napalpí y en 1947 en Rincón Bomba entre otras, con miles de muertos indígenas que fueron invisibilizados.

Una vez ocurrido el “hecho de sangre” y dada la dimensión del crimen, nace un discreto pacto de silencio al estilo de “Fuenteovejuna” pero al revés, ya que las fuerzas vivas sanjaverianas advierten “que se les fue la mano…”. De inmediato comienza un maquillaje conveniente a través de la prensa alimentada por voceros locales y provinciales. Lo primero es incrementar “el numero de maloneros”, de alrededor de los 200 los primeros días crecen a 1200 una semana después como consta en diversas publicaciones periodísticas que cito, algo similar sucede con el armamento de los indios. En cambio la cantidad de víctimas es un tema más delicado y se maneja con enorme cautela, más allá de algunas ligeras variantes se mantienen en alrededor de una veintena. Ahora bien. Estamos hablando de los muertos que fueron “blanqueados” en las Actas del Registro Civil de San Javier (Actas 47 a 66 asentadas el 23 de abril de 1904). Tal como se advierte en el facsímil que acompaña esta nota correspondiente al Acta 50 de Feliz Nocotel, en la causa de muerte consta “heridas por arma de fuego”.

Otro dato relevante es que todos los mocoviés mueren exactamente en el mismo horario: las 13,30hs. En cambio, como es lógico suponer nada se menciona sobre fosas comunes. Ni tampoco sobre el destino de aquellos que fueron alcanzados durante la persecución posterior. La denuncia presentada pide realizar una inspección ocular en el denominado “viejo cementerio indio” donde se habrían cavado fosas comunes para arrojar a los muertos originados por la masacre.

Cabe recordar que a poco de salir el libro en 2018, la CTA Autónoma de Santa Fe me invitó a dictar el taller “Descolonizar la Memoria – Resistencia y Libertad” basado en el libro tanto en Rosario, Santa Fe y Reconquista y así el sindicato contribuyó en gran medida en llamar la atención de un grave delito que goza de increíble desmemoria e impunidad. Si bien pasado más de un siglo a los responsables de la matanza no los puede alcanzar la justicia, es imprescindible sacar a luz lo ocurrido, recobrar la memoria, retomar la palabra sanadora y así revertir el amplio catálogo de quienes son depositarios naturales de la culpa de no encajar en “el ser nacional que descendió de los barcos europeos”. Es necesario quebrar el discurso de silencio y la negación del dolor padecido por la comunidad mocoví. El silencio solo genera silencio y el dolor genera dolor, una angustia sin anclaje concreto donde fijarse produce severos trastornos. Es imprescindible acceder a la palabra que contribuye a la reparación de lo traumático, la palabra acompañada de justicia. Nombrar es el comienzo de la elaboración no sólo de la pérdida, sino también del posicionamiento como individuo dentro de una comunidad que fue golpeada con el asesinato que instauró en su relato de ser-en-el-mundo una herida profunda en su mismidad como seres humanos. Por eso es imprescindible que la verdad la pronuncie la Justicia. Si eso no llega, si la Justicia no se pronuncia quedará flotando un margen de inelaborabilidad: ¿hasta qué punto ese margen se extiende cuando además de la no justicia, se niega e invisibiliza la existencia del suceso? ¿Hasta dónde es posible elaborar la percepción de la constante impunidad de los victimarios y la permanente indefensión de las víctimas en tales circunstancias? Una justicia que llega a cuenta gotas y deja sin sanción crímenes evidentes instauran en el imaginario la posibilidad latente de la repetición, que el crimen se reitere.

No hubo malón, ni último malón. Hubo masacre, impunidad y desmemoria. La prensa al servicio del poder habló de “hasta 1200 indios salvajes que correteaban a caballo con sus chuzas durante horas adueñándose de las calles del pueblo”. Increíble como se puede mentir tanto y como tanta gente puede ser receptiva a la mentira y acabe manipulada. Siempre es la misma disyuntiva, pensás o te piensan… siempre el poder estará dispuesto a pensar por nosotros y hacernos hablar su discurso. No hubo malón solo olvido y desmemoria. Apenas la impunidad de los matadores habituales y los mismos muertos de siempre. http://marcelovalko.com Es lento, pero viene…

Será justicia…!

Continue Reading
Advertisement

Facebook

Copyright © 2017 Zox News Theme. Theme by MVP Themes, powered by WordPress.