fbpx
Connect with us

Destacada

De cómo nos educaron con crueldad, por Mariana Caballero


Dedicado a Nené , ‘la Sutter’.

Cuando tenía trece años la vida se repartía entre mi casa y la escuela. La casa, con los abuelos, sin papá pero con mamá y con mi hermana. La escuela era la típica “normal” de mujeres solas, con profesoras respetables. Aparentemente, una vida sencilla, de paso fácil. Mi mamá había ido al Normal, igual que mi abuela y mi hermana. Yo no tenía malas notas. Era buena y callada. Igual, sentía cierta incomodidad, cierta molestia en ese ir y venir de la casa a la escuela.
Escribía un diario, siempre me gustó escribir. Recuerdo algunos de mis apuntes: “La escuela está tomada, no sé si por los montoneros o por el ERP. No hay clase no sabemos hasta cuándo.” Nos excitaban bastante esos hechos que hacían vacilar la rutina de la escuela. Ese desorden.
En el 75 también había desorden en mi casa. Un teléfono sonando en medio de la noche . La abuela atendiendo. ¿Lo encontraron? Yo escuchaba y no entendía ni esas llamadas ni las caras terribles de los abuelos y mamá.
La ciudad parecía rara al otro día. Las caras también. Miradas esquivas. Conmoción. Los grandes me daban seguridad, pero ni ellos podían dimensionar lo que pasaba. Lo que se venía.
Fue entonces lo de la amenaza, y la abuela diciendo que antes de escapar de casa, había que ir a comprar sandwichitos, cómo nos íbamos a ir así, con el estómago vacío.
Por alguna extraña razón, un silencio que nadie pidió, una suerte de pacto sin inicio hacía que lo que pasaba en la casa, los miedos y los silencios, no fueran contados en la escuela. En esas horas de Ciencias Sociales, donde las chicas “normales” se regodeaban contando que papá a la noche venía cansado, o que mamá hacía tortas, en esa época cándida y terrible en la que todavía enseñaban que “mi mamá me mima”, papá , el papá mío, ni llegaba ni venía, mamá no hacía tortas, ni tampoco era, con su pasado de lucha estudiantil, la madre de los libros de lectura.
A lo mejor era eso. Una oposición enmascarada entre aquellos personajes de los libros y los personajes reales de mi casa. Quién sabe.
La cuestión es que en un punto, en un solo punto esos dos mundos se cruzaron. Y fue en la clase de Biología. Porque en ese territorio leve del aula, en ese espacio ingenuo, los dos mundos peleaban, para ser vencidos, siempre, por la profesora Nené.

La señora Nené usaba todo grande. Zapatos enormes, camisas enormes , aros enormes. Y tenía una enorme voz con la que daba órdenes.
Sus gritos eran famosos en la escuela, así como su costumbre de retirarse del salón y quedarse esperando escondida en el costado de la puerta para ver quién se levantaba, quién se paraba, quién hablaba…
Le teníamos mucho miedo a la profesora Nené.
Lo más grave a esa edad, para mí y para otras, era la imposibilidad de escaparse, la encerrona de ser mujeres casi niñas, sin rebeldías que hicieran abandonar la escuela de un portazo.
Todos los lunes la clase debía cumplir con sus mandatos.
– Deben traer un sapo en un frasco. Con formol lo dormiremos para abrirlo y observar sus estructura. Está prohibido faltar, ya me fijaré yo quién no viene a la clase para tomarle lección en la próxima –decía Nené. No había escapatoria.
Imaginen un sapo saltando en un frasco. Y la búsqueda previa, a la noche en la zanja, mientras los padres de la pequeña cazadora participaban con linternas y el peligro de caerse en el agua emporcada.
Imaginen la muerte agónica del sapo, entre saltos cada vez más débiles, ante nuestros ojos apenados.
Después, la rutina era separar la piel del cuerpo, pinchar sus extremidades, abrirlo con esa prolijidad escrupulosa de quienes cumplen con el deber.
Había que cazarlo en su hábitat, dormirlo, matarlo, abrirlo, diseccionarlo, sacarle la piel y los órganos por el mero hecho de observarlo y aprender de él. Arrojarlo luego a un lugar donde no molestara. Un sapo asesinado, usado y descartado.
Nosotras lo hacíamos al pie de la letra, no sin temblar. No sin sentir el frío de esa crueldad permitida. Obligada.
Los padres empezaron a aglutinarse en la dirección para quejarse de la profesora Nené.
– Mi hija no puede dormir de noche antes de la clase. Llora desconsoladamente.
– La mía no puede respirar, está nerviosa. ¿Qué pasa en esa clase?
Ella se defendía, y es más, hasta acusaba. Con su voz engolada nos decía:
– ¿Por qué se quejan de mí? ¿Qué he hecho yo para que me devuelvan tanta ingratitud? ¡Les doy conocimiento!
Nadie se movía, nadie hablaba, nadie le contestaba nada. Hasta las alumnas más estudiosas tartamudeaban ante los interrogatorios de la profesora Nené, que quería saber qué había dicho cada una, sobre ella, en su casa. Treinta pares de ojos observando la disección de la alumna en el frente. Treinta pares de manos temblando de un frío nuevo: el frío de los dóciles.
Así crecimos sin poder defender nuestra sensibilidad de esos ataques. Crecimos en el dolor de la impunidad que otorga el pequeño poder derivado siempre de uno mayor. No ajeno, no independiente. Así obligados a ser un poco como ellos , un poco como eran ellos con nosotros. Fuimos palomas, fuimos ranas. Corazones de vaca, sangre derramada, dolor obligado e impune. Fuimos atados en mesas, con estiletes y guantes, fuimos como ellos en medio de un dolor que solamente mengua al contar esas pequeñas maneras de resistir durante la clase. Fuimos más libres quienes protestamos luego contra todos ellos, fuimos más adultos quienes entendimos ese miedo como criminal, como marca de pertenencia a un país invadido por lo peor de nosotros mismos, crueldad familiar, dolor cotidiano. Dictadura.

Mariana Caballero, docente, Rosario.


Seguir leyendo
Comentá

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Destacada

Después del domingo, a redoblar la apuesta, por Alberto Nadra

Un aporte desde mi militancia

Lejos estoy de la soberbia pretensión de explicar a tan pocas horas los resultados de este domingo sombrío. Eludo cifras, porcentajes y bancas, e intento compartir una actualización de las afirmaciones y categorías que vengo planteando hace muchos años, mi forma de militancia con la palabra, así como con la acción que me permiten los años.

Las concibo como un simple aporte al intercambio que debemos darnos quienes nos consideramos parte del movimiento nacional y popular, tanto los que entienden que su misión es mejorar las condiciones de vida del pueblo dentro de este capitalismo senil –pero en pleno reacomodamiento–  como quienes siempre consideramos que solo lo lograremos plenamente mediante un transformación revolucionaria en las estructuras económico-sociales, un cambio de mando en el poder y no meramente en la administración temporal de la cosa pública.

La situación es lo suficientemente grave, hemos retrocedido tanto, que aún falta mucho  para dirimir esa cuestión.

Ganar batallas, perder la guerra

A lo largo de los años,  el peronismo, fuerza mayoritaria entre lo mejor de nuestro pueblo, demuestra que puede lograr la mayoría electoral por períodos, hegemónico en un principio, ligeramente frentista con el tiempo y las dificultades. Sobre todo cuando convoca a otros sectores del campo popular, puede conquistar o reconquistar derechos, mejorar transitoriamente las condiciones para producir y crear trabajo, recuperar el salario o afirmar la soberanía.

Sin embargo, no puede retener esa mayoría electoral, pues el poder real  reacciona al ver cualquier amenaza a sus privilegios. Ante esto y hasta ahora, en lugar de redoblar la apuesta,  cede ante el poder real y vacila ante la necesidad de producir cambios de fondo en la estructura y la relación de fuerzas social que la determina. Por eso fue y es desplazado, antes por golpes de Estado y ahora también por las urnas.

¿Qué significa redoblar la apuesta?

Para cambiar en serio y ampliar las posibilidades de sostenerlo en el tiempo,  no alcanza con las buenas intenciones  ni con  avances parciales; se exige redoblar la apuesta: confrontar a fondo con el privilegio y  enfrentar el “sentido común”, la ideología dominante en toda la sociedad, que es precisamente la del bloque dominante.

¿Qué significa redoblar la apuesta, sea en la gestión para defender conquistas y profundizar el rumbo,  sea en el llano para resistir y reunir fuerzas para dar vuelta la taba en favor de las mayorías?

Desde ya no es una convocatoria el exitismo, ni a las chicanas de la interna chica. Significa algo muy distinto a lo que practica la rama partidocrática del heterogéneo movimiento popular, que no solo la hay, sino que es  predominante en su dirigencia.

Necesitamos que se reencuentren con el pueblo, que pongan el cuerpo en las luchas que crecen, pero aisladas, sin coordinación ni dirección política.

Es necesario convocar y lograr la unidad, pero la unidad de los luchadores, no un mero rejunte vacío de contenido, que no solo duele, sino que conduce al fracaso, antes o después de un desafío electoral.

Es necesario que esa unidad sea amplia pero a la vez institucionalizada, con protagonismo de las distintas fuerzas, con toda la amplitud que permita un acuerdo programático claro y acompañado por un plan de acción concreto, para gobernantes y gobernados, para dirigentes y militantes.

Preguntas, tan incómodas como necesarias

En ese camino hay que plantearse problemas de fondo como, a título de ejemplo: ¿es posible reconstruir el país y abrir un futuro de progreso y bienestar sin plantear una moratoria unilateral de la deuda externa, por el tiempo que reclame esclarecer su legitimidad y determinar las formas de pagos que permitan crecer a la nuestro país? ¿Es posible sin replantear una estrategia de independencia internacional que incluye acuerdos regionales y apelar a la cooperación e integración con los BRICS? ¿Seguiremos escuchando condenas a la bronca y el combate cuando negar la legitimidad de responder a la violencia es sellar un pacto con la crueldad?

La disyuntiva final

Unidad institucionalizada, programa y plan de acción. Cultivar la bronca, empujar la lucha  organizada y transformarla en combate legítimo.

No son frases hechas, ni un recurso más melancólico que práctico.

¿Es difícil?  ¡Claro que lo es! Llevamos años y acumulando dolores sin lograrlo. Pero, mientras no se logre, mientras no lo logremos, seguiremos ganando o perdiendo elecciones, conquistando y reconquistando derechos una y otra vez, pero retrocediendo a mediano y largo plazo.

Sé que no digo nada nuevo para tantos luchadores, pero es hora de empezar a decirle a la dirigencia y militancia, principalmente a la peronista, que es eso o seguir profundizando la decadencia, repetir fugaces triunfos y domingos aún más sombríos que el de este 26 de octubre.

Continue Reading

Destacada

“Un mi padre de ron”, por Oscar Taffetani

Un amigo cubano -cuyo nombre me reservo- me contó una vez que en sus últimos años Ismaelillo (el hijo de José Martí bautizado José Francisco Martí Zayas Bazán), quien a lo largo de su vida mantuvo una relación particular con los EEUU (creció en Brooklyn, intervino en la guerra de Independencia cubana, apoyó las intervenciones y el protectorado norteamericano y ya convertido en alto jefe militar se apartó de todo al fin de la conspiración de los ABC), solía rondar por hoteles y tabernas esgrimiendo un billete con la cara de su padre y pidiendo en voz alta “un mi padre de ron”. Deliciosa anécdota.

Me acordé de esto cuando ciertos dirigentes nuestros cuestionan -“por principios”- el inesperado salvavidas que Scott Bessent -amigo de Soros- le tiró al ministro Toto C. al comprar pesos argentinos la pasada semana (pesos que muy pronto estará recomprando, con ganancias).

Ay, si eso fuera todo! Esta dirigencia vernácula sigue sin entender que una buena parte del voto favorable al Advenedizo, ayer domingo, se debe a la perspectiva cierta de que al gobierno se le fuera todo de las manos -como a otros- por un “golpe de mercado”.

Fue un voto defensista y conservador, pero no un voto “colonialista”. Nuestros asuntos pendientes (deuda, recursos naturales, Estado, producción) siguen estando pendientes, y mi deseo es que puedan abordarse y resolverse sin perder las instituciones democráticas ni la Independencia argentina.

Nada, eso.

Continue Reading

Destacada

“Represión y abandono en el Chaco: la comunidad Qom bajo ataque”

Introducción
En la provincia del Chaco, las comunidades originarias vuelven a ser blanco de la represión estatal. La semana pasada, un violento operativo policial atacó una manifestación pacífica de la comunidad Qom en la localidad de Villa Río Bermejito, dejando decenas de heridos y varios detenidos. Detrás de los palos y las balas de goma, se esconde una crisis humanitaria marcada por el hambre, la falta de agua y la eliminación de pensiones no contributivas.
Para comprender la magnitud de lo que ocurre y el rol del Estado en este conflicto, La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores dialogó con Johana Duarte, secretaria gremial de la UTEP.

LCV: “¿Cómo nace el conflicto que derivó en la represión a la comunidad Qom del Chaco?”
Johana Duarte: “La semana pasada, en la provincia del Chaco, se graficó una situación que venimos denunciando en todo el país, pero que en algunos lugares, como las provincias del norte, se profundiza más: la crisis alimentaria y la que viven las comunidades originarias producto del brutal ajuste que lleva adelante el gobierno nacional. En este caso, también en complicidad con el gobierno provincial, encabezado por Leandro Zdero, alumno perfecto de Milei. Digo ‘alumno perfecto’ porque no solo es cómplice del ajuste nacional, sino que implementa en la provincia más pobre de la Argentina las mismas políticas: ajuste, persecución, estigmatización de los trabajadores y represión. Es un modelo calcado del nacional.”

LCV: “¿Qué situación concreta están atravesando las comunidades en el territorio?”
Johana Duarte: “En la zona del Impenetrable chaqueño, hace varios meses que no llegan alimentos ni asistencia en agua. Son derechos básicos contemplados incluso por un fallo de la Corte Suprema en 2016, que intimó a la provincia a garantizar el cumplimiento de esos derechos. Desde la asunción de Milei en la Nación y de Zdero en el Chaco, esa asistencia se cortó. Las comunidades reclaman hace meses la restitución de esos derechos básicos. A eso se suma la baja masiva de pensiones no contributivas, que eran el único ingreso de muchas familias. La situación es de una gravedad absoluta.”

LCV: “¿Cómo se produjo la represión?”
Johana Duarte: “La semana pasada, en Villa Río Bermejito, las comunidades se habían congregado pacíficamente en la plaza central para movilizarse y exigirle al intendente que reclamara por los derechos que se están vulnerando. Pero el reclamo fue respondido con una represión feroz: más de 300 efectivos de la policía provincial atacaron a manifestantes indefensos, en su mayoría adultos mayores, mujeres y niños. Hubo casi 50 heridos y cinco detenidos. Lo más grave es que el operativo fue encabezado por el propio jefe de la policía del Chaco, mientras las mafias y el narcotráfico avanzan impunes en la capital. Es el modelo de seguridad impuesto por Patricia Bullrich: reprimir a los pobres en lugar de enfrentar el delito real.”

LCV: “¿En qué estado está hoy el conflicto?”
Johana Duarte: “Luego de la represión, las comunidades siguen en asamblea permanente. Reclaman tres cosas urgentes: alimento, acceso al agua y la restitución de las casi 10.000 pensiones dadas de baja arbitrariamente. Además, el Estado Nacional cerró oficinas como ANSES o el Ministerio de Capital Humano, y en esa zona la delegación más cercana está a 80 kilómetros, en Castelli. Es decir, no solo les quitan lo que necesitan, sino que también les niegan dónde reclamarlo.”

LCV: “¿Qué pasos se están dando frente a esta situación?”
Johana Duarte: “Las comunidades continúan en estado de asamblea y han iniciado acampes a la vera de distintas rutas del Chaco. Se exige al Poder Ejecutivo provincial que dé respuesta inmediata. La lucha va a continuar, porque las pensiones son un derecho adquirido y no vamos a permitir que se las arrebaten.”

Continue Reading
Advertisement

Facebook

Copyright © 2017 Zox News Theme. Theme by MVP Themes, powered by WordPress.