Opinión
Un día imposible, por Kike Ferrari

Pensaba que no me iba a afectar.
Él tan bostero, yo tan gallina.
Que no me iba a importar demasiado, pensaba. El apoyo a Carlo y la remera de gracias Cavallo, sus idas y vueltas con la FIFA, con Grondona.
Que como no creía gran parte del mito –el que enfrenta a los poderosos, el de los códigos, el que no es botón– el mito, pensaba, no era mío.
Pensaba: fue un gran jugador, el mejor de todos cuantos me tocó ver, pero.
¡Pero!
Pobre, pobre de mí.
Pero, me daba el lujo de pensar.
Pero a la belleza.
Pero a la forma más acabada de ese evento hermoso que se llama fútbol.
Pero a su creatividad plebeya.
Pero a un tipo que, como sólo lo hacen los grandes artistas, rompió la realidad y los límites de lo posible.
Y yo pensaba pero.
Hasta que llegó el día. Hoy. Uno de esos días imposibles.
Le dio un bobazo, me dijo alguien. Después: che, se murió.
Y no hubo peros ni hubo nada que pensar. Hubo este dolor íntimo y compartido por miles.
Y, entonces, mientras trataba de entender qué estaba pasando, me puse a llorar y las lágrimas fueron como la pelota al pie de un barrilete cósmico, corriendo para dejar en el camino tanto pensar y que mi corazón -el nuestro- sea un puño apretado.
Porque sí me afectó, porque me importaba, porque su mito era también mío.
Gracias, Diego, por el fútbol, por lo imposible. Por estas lágrimas.
(tomado del facebook del autor)

Destacada
La Política Post-Milei, por Luis Lea Place

Ilustración de portada: Silvia Flichman (www.silviaflichman.com.ar)
Los problemas políticos de la Argentina post-Milei, parecieran que no son de fácil solución. Sin embargo se podría hacer un esbozo de aproximación a los mismos, a fines reflexivos. Estos no radican en la dificultad de elaboración de un proyecto de país, de programas, planes referidos a las dificultades económicas y sociales, etc. Más bien están relacionadas a los nuevos paradigmas que atraviesan la política. Nunca como antes en la Argentina –y también en otras regiones del mundo- la coyuntura política estuvo tan agenciada a una mutación de una era histórica.
Paradigmas políticos del post-fordismo industrial
Mantenemos la tesis política que estamos asistiendo al fin de la Representación Política, no en el sentido de crisis de representación, sino de crisis de la representación como concepto político. El poder de la política vigente, reside en la representatividad, algo disociado con la nueva subjetividad de la población argentina.
La representación política está asociada a la organización piramidal jerárquica y ambos conceptos están basados en la homogeneidad de la subjetividad de la población. Necesita una sociedad estructurada en una pirámide social, con clases bien definidas, y con una cierta previsión de los comportamientos. Estas condiciones son necesarias para los políticos sin distinción de colores, abarca todo el espectro de la política argentina. El problema consiste en analizar si han cambiado esas condiciones, y cómo afecta o no a los mismos paradigmas de la política. Es relativamente fácil percibir como difícil comprender el comportamiento actual de las personas, comportamientos erráticos, disruptivos, como unos cortocircuitos en la subjetividad y también, obviamente, en nosotros mismos.
El rechazo evidente de la subjetividad de la población a la política partidista, a la actividad política parlamentaria y todo aquello que emane de la organización piramidal deviene del hecho que la política actual tiende a desconocer el ejercicio intelectual autónomo del sujeto, algo muy importante al margen de la valoración que se haga de los mismos. Pero lo que es difícil negar es que ha explotado la multiplicidad en la mente de las personas. Esto se manifiesta en la actitud de rehuir a la unidad política, refractaria a la obediencia, inestabilidad en los pactos de largo plazo; renuente y esquiva de transferir sus propios derechos, no delegar su representatividad, su pensamiento, ni su decisión. Esta subjetividad se caracteriza por su completa desestructuración y sus iniciativas podrán surgir desde cualquier punto de esa mente rizomática. La sociedad que conocimos, surgida de las revoluciones industriales, de grandes fábricas, de trabajo estable, estructurada en clases sociales definidas, con una ordenada explotación de la fuerza de trabajo, ha dejado de existir.
Un ejemplo extremo para hacerse una idea de lo que estamos viviendo: los trabajadores del peaje y su organización sindical, fueron barridos de la faz de la tierra por el tag digital de los vehículos. Esto no es una cuestión de valoración moral, está más allá del bien y del mal, es como la fría indiferencia del universo. Es un plano de inmanencia de una sociedad rizomática de la nueva era. La voluntad política sólo transforma cuando esta agenciada a una inmanencia social. Saltear la inmanencia, la voluntad nos lleva al “comisario politico” encaminado al descubrimiento politico que impresiona del siglo XX: “La primera persona del discurso emancipatorio, indica, en realidad, es el lugar del dominador” (E. Díaz, 2009:45)
Si la política consistía en unir los puntos comunes de las personas, ahora sus puntos comunes son su heterogeneidad. Y las organizaciones piramidales son sólo sustentables con una subjetividad homogénea. No se puede proponer programas homogéneos a personas heterogéneas. Discursos de una cadena de significantes fordistas a una subjetividad rizomática. El fordismo industrial, no sólo aportaba estabilidad a la sociedad, sino también era el “reparo” a sus miedos, pero muy pocas cosas quedaron de las viejas revoluciones industriales, y las personas cada vez más buscan “en el único reparo que le queda, el lenguaje, el intelecto, las facultades comunes del género humano” (P. Virno 2008: 17) De allí el desarrollo de la individuación singular de las personas, únicas e irrepetibles, leídas por la gramática fordista como la exacerbación del viejo individualismo en el contexto del concepto Pueblo, aportando mayor confusión aun. Los nuevos reaccionarios de la era digital, Milei en nuestro caso, supieron ver este fenómeno y elaborar un perfil que hizo “match” con una amplia franja de la sociedad argentina y establecer un nuevo dominio, a través de una organización rizomática. Y a través de ella ejercieron un concepto llamado en teoría: abstracción real. Supieron establecer una fusión entre la enunciación performativa agenciada a la mente social, ganando en varias provincias sin siquiera haberlas visitado. Algo que modifica el paradigma de la política, para auto-relacionarnos en la heterogeneidad de la subjetividad de la multitud.
Decir que Milei es producto del desastre del gobierno anterior es una simplificación que no logra captar los nuevos paradigmas políticos de la era actual. Este fenómeno político venía madurando subterráneamente en la mente de la población y es la razón por la cual gana Macri en el 2015, prometiendo mantener las políticas del anterior gobierno. Enunciación que cuestionaría a los que sostienen la simplificación anterior. Si bien es una conjunción, no surge tanto de la coyuntura política como de la modificación de una era histórica. La idea de esta nota apunta a reflexionar –desde la polémica de Hobbes-Spinoza posterior al Pacto de Westfalia- que la categoría Multitud ayuda a explicar un cierto número de comportamientos sociales contemporáneos.
Fundamentalmente significó el inicio del ciclo de la soberanía estatal del 1600, y el paso del concepto Multitud al concepto Pueblo, fenómeno que alcanzaría su máximo desarrollo y forma clásica durante el capitalismo industrial. Sin embargo el destituido concepto Multitud siguió existiendo en los intersticios de la sociedad moderna.
Quizás sea la revancha Nómade en Europa, o la revancha del Gaucho argentino de las pampas, perseguido para trabajar, respetar las leyes, ser incorporado al ejército y acatar el nuevo orden que había llegado a la humanidad en sus distintos momentos. Quizás valga la pena preguntarse si es que no estamos verdaderamente en un nuevo quiebre, pero esta vez el paso es del concepto Pueblo a Multitud. O quizás -como dice P. Virno- “estemos en un nuevo siglo XVII, en una época en la cual las viejas categorías explotan y es preciso acuñar otras nuevas. Muchos conceptos que parecían extravagantes e inusuales -la noción de democracia directa no representativa- por ejemplo ya tienden quizás, a urdir un nuevo sentido aspirando a su vez a devenir ellas también ´obvias´”. (P. Virno. 2008: 15). Hoy por hoy parecería que estamos viviendo la venganza nómade. Pero esta regresión, en realidad no lo es. Es como el concepto de Nietzsche, El Eterno Retorno. Siempre se vuelve al devenir, que siempre es singular. Se vuelve a lo mismo, pero ese mismo es algo nuevo. Se vuelve del concepto pueblo a la multitud, pero a la multitud contemporánea. Comprender la singularidad del fenómeno político de Milei, es una oportunidad para evitar que la reacción política argentina, se reacomode y arremeta en un próximo período aún con mayor profesionalismo. Como es el caso de V. Orban (Hungría), un gobierno reaccionario rizomático pero con inmanencia, sustentabilidad, como no pudo Milei. Debemos hacer un esfuerzo para despojarnos de las estructuraciones, dejar de conservar la ilusión de las certezas “una ambición metafísica de conservar el puesto perdido, ambición que en definitiva continua prefiriendo siempre un puñado de “certezas” a toda una carreta de hermosas posibilidades; acaso existan incluso fanáticos puritanos de la conciencia que prefieren echarse a morir sobre una nada segura antes que sobre un algo incierto.” (Nietzsche, 2007:29)
A modo de conclusiones
# El 7 de agosto de 2018 en la movilización de las mujeres a favor del aborto legal, seguro y gratuito (aproximadamente más de un millón en CABA y 3 millones en el país) el colectivo de Mujeres Argentinas apareció como fruto de una interconectividad entre ellas. Una de las mujeres explicaba cómo fue interpelada por otra mujer: “¡vos no me representas!” Ella contestó: “yo no te represento, ni quiero hacerlo, yo me represento a mí misma y desde allí me conecto con mis compañeras”. “Dijimos: ¡ha llegado la hora de poner el cuerpo!…he hicimos un chat!…mientras se reían. ¡Un cuerpo virtual! “Así se formó una red de mujeres que no nos conocíamos personalmente, y esa red conectada con otra y otras; y así llegamos a millones.”
# La movilización dejó una espesa capa de importante signos a dilucidar. Las mujeres argentinas han quedado en un lugar de sabiduría. Quizás sin saberlo, al luchar en contra del patriarcado, dejaron al desnudo la nefasta pirámide jerárquica, autoritaria. No hubo delegados, asambleas, comisiones directivas, secretarios generales, jefas, nada de dichas estructuras. Todo deconstruido gracias a la conectividad digital que permitió la gran movilización de los cuerpos heterogéneos.
# En el fordismo la estructuración organizativa piramidal permitía las relaciones de las personas, para luego transformarla en un elemento de dominio en contra de las mismas personas que la crearon a través de las representaciones (burocracia sindical, parlamento, partidos políticos etc.)
# Las relaciones digitales nos permiten relacionarnos al margen de las estructuras y la distancia en tiempo real. Y son fructíferas siempre y cuando se complete el ciclo de volver al contacto entre personas. Caso contrario la relación sería “conjuntiva” (F. Berardi) anti-empática, ajena a la vida, como es fácil observar en la vida cotidiana.
# No se puede crear una alternativa autónoma, ya sea en el globo o regiones a la Elite Financiera Global que funciona en red y en tiempo real, desde los volúmenes de tiempo, estructuras perimidas y representaciones políticas. “La batalla contemporánea de la dominación está entablada entre las fuerzas equipadas respectivamente, con las armas de la aceleración y la demora” (Z. Bauman).
# El estado también es una estructura piramidal, que mediante la lógica digital podemos acceder a políticas públicas no estatales. La humanidad no sólo es incapaz para volar como los pájaros ni correr como las chitas, pero si fabricar aviones y autos; también somos altamente incapaces para manejar conscientemente nuestras propias relaciones sociales administrativas más elementales. . Parafraseando a Backfeed, en el reino animal, los individuos son capaces de cooperar en una actividad social, de forma colaborativa, sin planes ni objetivos previos, sin sentido predeterminado ni jerarquías, como son los casos de los bancos de peces pequeños, abejas, etc. Nosotrxs no. El Estado como todo espacio fordista, lineal, formado por un conjunto jerárquico de lugares como espacios de localización territorial, tiende a la desaparición frente a la informática digital (ver Tiempo y Espacio…LLP y PCC). Desde la década del ’90 del siglo XX, su debilidad no ha dejado de crecer, la caída del socialismo y del estado de bienestar, manifiestan que ha dejado de ser un instrumento para resolver las injusticias sociales como en el pasado, cualquiera sea su composición. Lxs defensores/as del Blockchain radicalizado, sostienen que es factible disolver todas las instituciones del Estado en millones de compromisos micro-sociales-económicos-admirativos-jurídicos- etc. respaldado por contratos informatizados, siempre sobre la base del predominio de la riqueza sin valor. (L.P.-Cazes C. 2022: 171).
# Afirma el concepto que las nuevas generaciones, no se basan en la unidad, en la identidad, en lo homogéneo, en un programa; no forman una asamblea, un partido político, un movimiento, como en la representación piramidal; sino que fluyen en el co-funcionamiento, en el ensamble, en una relación diferencial entre heterogéneos que emerge en el plano de inmanencia de la materia social, son lazos en la multiplicidad. En eso consiste la acción política no representativa de la multitud. Permite el libre desarrollo de la individuación en una red autónoma, que acentúa a su vez la robustez de la Multitud. No es una nueva representación, es una discontinuidad del paradigma de la representación. Al no ser representada deviene Real.
Septiembre de 2025
Ilustración de portada: Silvia Flichman. Oleo y Collage
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Último acto: Frío, sombrío y melancólico, por Hugo Asch*

Crónica del último acto de Milei en Moreno, sin brócoli: mucho frío, público con delay, Nisman, opereta, “no toquen a mi hermana”, ‘políticos corruptos’, ‘me van a matar del disgusto’ y la ilusión del empate técnico.
Por alguna razón, el sombrío cierre de campaña de Javier Milei en el barrio Trujui de Moreno me recordó cosas de mi niñez. Verlo así, tan ajustado y redondito debajo de la campera larga, una chaqueta negra, la remera térmica y el chaleco antibala, me recordó una tarde brava de invierno en la Isla Maciel, al final de un partido entre San Telmo y El Porvenir. Tenía 12 y me había llevado mi amigo Omar con un grupo de hinchas del barrio. La cosa se puso brava al final del partido y hubo gritos, amenazas y el lejano reflejo de un cuchillo en la tribuna local. Los de San Telmo querían robarnos la bandera, así que la solución fui yo. Envolvieron pacientemente el trapo blanco y negro sobre mi cuerpito y así quedé. Relleno y duro como un matambre, bamboleante, inseguro como Milei en el acto de esta noche, con quince vueltas de tela bajo mi sobretodo. Ese día me convertí en héroe. El tono grave de Milei, fallido y forzado como nunca, también me llevó a mis 10 años, cuando contaba mi chiste preferido: el del nene que se queda solito en la casa, escucha ruidos y hace lo que su mamá le había aconsejado. Pone ‘voz de grande’ y grita: “¡Quiéénnn aaabióóó la peta…!”. Más o menos como Milei.
El público, tan muerto de frío como el presidente en campaña y los que lo rodeaban, escaso de reflejos, aplaudía con delay uno o dos segundos más tarde de lo indicado. Cada tanto gritaban melancólicamente: “¡Pre-si-dente, pre-si-dente…!”, como una confirmación, o un anhelo imposible. No se engancharon con la consigna ‘Kirchnerismo nunca más!’, ni festejaron con risotadas cada vez que era citado ‘el enano soviético’. Un público difícil, con más ganas de dormir una siesta tardía que de celebrar a ese líder envasado al vacío.
Milei defendió a la hermana y al mismo tiempo destacó, con detalle exquisito, sus mejores virtudes a la hora de denunciar a los políticos corruptos que se quedan con el dinero de la gente. La asociación era inmediata e inevitable. “¡No proyectes!”, daban ganas de gritarle. Al final era cierto: el tipo efectivamente tiene un inconsciente. El discurso fue errático, tedioso, armado con piezas de diferentes rompecabezas que nunca encajaban. A su habitual obsesión por cantar la del “pingüino y el cajón” esta vez sumó al fiscal Nisman, ten years after. “¡Si se tienen que cargar vidas humanas no les importa nada: se cargaron a Nisman!”, dijo, y provocó un silencio incómodo de respeto y/o perplejidad. El momento más original del acto fue cuando confundió al conurbano bonaerense con California y recordó cuando la gente vivía tranquila, no cerraba con llave la puerta de su casa y los niños jugaban en paz porque no había robos ni comunismo. Milei repitió frases hechas como una ametralladora, habló de una “miserable opereta en su contra” y culpó al kirchernismo hasta del hundimiento del Titanic. Fue todo muy aburrido hasta que su espíritu ganador afloró en todo su esplendor. El que tiene hoy, quiero decir.“¡Los encuestadores coinciden en situarnos en una situación de empate técnico…!”, se entusiasmó ante el desconcierto general. El tenue brillo en sus ojos y la sonrisa congelada de los demás fueron la mejor foto de la noche.

*Hugo Asch, inició su carrera periodística en 1974. Fue redactor de la revista Siete Días, prosecretario y subdirector de Gente, Secretario de Redacción de Clarín, editor general de Perfil y director de Playboy Agentina, entre otros medios de Argentina y España.
En su facebook, hoy, se define como ‘creador digital’.
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Espeluznante, por Hernán López Echagüe

Esa palabra extraña salía a cada rato de la boca de mi tío abuelo, Cango, allá por mil novecientos sesenta y poco, recostado en su mecedora de cañas, en tanto tomaba una copa de vermut, a la que me invitaba a mojarme un dedo y probar. Acá, querido, en Parque Leloir, todo se ha vuelto espeluznante.
¿Espeluznante? Sí, querido. Los ricos están comprándose todas las tierras, y no habrá manera de sacarlos, a menos que agarremos escopetas. Y con la copa en la mano se metía en la casa de campo y regresaba con un diccionario Jackson. Se dejaba caer de nuevo en la mecedora, abría el diccionario y me recitaba, con voz borrachosa: “Espeluznante: sobrecogedor, estremecedor, aterrador, escalofriante, horrible, espantoso, monstruoso, terrorífico, horripilante, pavoroso”. ¿Entendés lo que digo, querido? No, de modo alguno llegaba a entenderlo.
Me llevó muchos años entender, en el sentido más lato, y, digamos, carnal, el significado de esa palabra que durante tiempo había tenido como el arrebato de un viejo que me había hecho conocer el vermut. No resultó difícil caer en la cuenta de que todo lo que ocurre en el mundo estremece y aterra.