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Entrevistas

“Una guardia medica se está pagando entre 10 mil y 12 mil pesos. Unos 50.000 por mes”

Erick Mendoza Díaz es médico cardiólogo, jefe de servicio del Hospital de Moreno, Secretario General de la Asociación Médica de la República Argentina, y miembro del secretariado de la CGT. Su tarea gremial no le impide seguir ejerciendo tanto en hospitales públicos como privados -”los médicos necesitamos doble trabajo”-. Nació en Perú pero a los 16 años se instaló con su familia en Argentina, estudió en la UBA, y realizó su residencia en el Hospital Antártida. Entre sus maestros estuvo Arnaldo Dubín, uno de los miembros de la Sociedad Argentina de Terapia intensiva de quién da fé que es un excelente profesional y ninguna de sus posturas están influidas por una cuestión política. En diálogo con La Columna Vertebral analizó el plan sanitario del Presidente Alberto Fernández en tiempos de pandemia, la brecha entre una parte de la sociedad que está cansada de la cuarentena frente a la angustia de los trabajadores de salud y la oportunidad histórica que puede tener la política sanitaria post-pandemia. Además de los reclamos gremiales por los que lucha su sindicato.

NA: ¿Qué sienten ustedes cuando llegan a sus casas, se sacaron el barbijo, se tiran a descansar y tienen este menú en los noticieros de la noche en donde aparecen personas como los de la reunión en Chapelco, sin cuidado alguno, o los testimonios de la gente cansada de la cuarentena. ?

Con mucho cansancio, ese es el término que vos mencionaste. Son dos tipos de cansancio distintos: un cansancio por no poder salir o la necesidad de trabajar, y nosotros un cansancio que viene desde marzo donde no hemos parado en ningún momento de trabajar. Gracias a Dios el presidente tomó una estrategia, y esto no es partidario sino lo que estoy viendo. Se formó un grupo de trabajo de crisis para poder atender esta pandemia y creo que Argentina lo ha hecho muy bien. Nunca en la estrategia estuvo el tema de los contagios, porque nos dijeron todos nos vamos a contagiar. Es decir, a veces veo que colegas tuyos salen diciendo “¿Y al final para qué sirvió todo esto si en realdad la gente se iba a contagiar?” Nunca jamás en la estrategia se dijo que no nos íbamos a contagiar. La estrategia era: hay que contagiarnos lentamente porque el sistema de salud no va a soportarlo y así pasó. En marzo empezamos a rearmarnos, empezaron a llegar las cosas, en abril terminamos de arreglar las estrategias, se aumentaron las camas pero no el número de gente, que eso también lo habrás escuchado seguramente al doctor Arnaldo Dubin, especialista en terapia intensiva, que dijo “nosotros aumentamos las camas y todo lo demás, pero no hay más médicos terapistas”. Vos podes poner camas, podes poner cirujanos, traumatólogos, que seguramente van a actuar a favor del paciente que llega pero no es lo mismo que un terapista.

Nosotros tenemos miedo, miedo y cansancio.

Por lo tanto estamos en un punto de inflexión donde la gente se cansó, está saliendo más, es más frívola su conducta y nosotros tenemos miedo, miedo y cansancio. Miedo ya no al coronavirus, porque eso al principio era un miedo a lo desconocido, ahora después de 6 meses estando en primera línea ya estamos acostumbrados. Sabemos lo que tenemos que hacer y los que sentimos la carrera con el corazón estamos haciéndolo con gusto, pero estamos cansados y a veces llegar a casa y mirar todas estas discusiones inentendibles para nosotros, realmente, es decepcionante.

creo que la estrategia es excelente

LGC: He visto comunicadores que hablaban con una falta de respeto sobre la postura de los médicos internistas, como que esto era toda una movida contra Larreta ¿Qué mirada le das a esta situación de politizar a la pandemia de esta manera?

Es lo peor que puede pasar. Esto es una guerra, se tomó una estrategia y me parece que todos la debemos seguir, de otra manera es como dijeron los médicos intensivistas: la vamos a perder. Acá está pasando la famosa grieta, la división que existe en nuestro país que es lamentable. Sin embargo creo que la gente tiene que reflexionar, creo que la estrategia es excelente, hay que mirar los otros países de Sudamérica, la gente se muere en la calle. Nosotros en este momento a pesar de ser un país en desarrollo, con una situación económica crítica, todavía nos damos el lujo de tener camas con terapistas para atender gente.

Hace muchos años que en nuestro país no hay política de salud

NA: Los médicos intensivistas son pocos porque no hay una orientación de la carrera ¿Cómo se describe en la carrera la salida intensivista?

En primer lugar lo que te diría es que es más amplio que solo el problema de los intensivistas. Hace muchos años que en nuestro país no hay política de salud, por lo tanto menos va a haber una política para un intensivista, y tampoco hay política de trabajo para los médicos. Imagínate, en este momento una guardia medica se está pagando entre 10 mil y 12 mil pesos, si vos haces todas las semanas guardia, que quedas destruido antes de la guardia y por guardia, más o menos estas levantando entre 50 mil y 60 mil pesos y realmente me parece que como salario ahora es nada. Cualquier trabajo con convenio colectivo con gremios fuertes gana arriba de 100 mil pesos.

LGC: Hoy me desperté y vi todas estas cosa que dice Nora y me sorprendió mucho todas las historias de los médicos y enfermeros, realmente sentís un dolor tan grande al ver que están al borde del colapso ¿Vos pensás que es el momento del botón rojo?

Es muy difícil. Para analizar estas cosas siempre me pongo en los pantalones de la otra persona, me imagino la situación del presidente en este momento que tiene que comandar todo este barco con lo complicado que es este país, porque realmente es muy complicado. Yo creo que si le preguntas a los terapistas y a los médicos te van a decir que sí, yo creo que los políticos van a aguantar un poco más y están rogando que la curva empiece a bajar.

LGC: Desde el sindicato médico, desde el punto de vista gremial ¿Qué trabajo se está haciendo? ¿Qué exigencias se está teniendo? Bueno, en el momento de la pandemia me parece que mucho no se debe exigir, pero en general ¿Cuál es la actividad del sindicato médico para conseguir sus derechos?

De cierta manera la pandemia, la ley de emergencia, es un caso excepcional donde hay muchos derechos, si querés llamarle derechos aunque son necesidades más que todo, están como abolidos, entre ellos las licencias gremiales o el trabajo gremial, porque salvo que sea por zoom reuniones no podemos hacer. Nosotros en un primer lugar pensamos que esto es como una guerra, entonces había que ponerse del lado de los argentinos. Por lo tanto, lo primero que dijimos es encolumnarnos con el Ministerio de Salud que para eso lo tenemos, el Ministerio del Nación y luego el Ministerio de la Provincia de Buenos Aires, y lo primero que empezamos a hacer fue difusión de todo lo que difundía el Ministerio. Porque viste que ahora que los medios aparecen por todos lados, que la comunicación es tan amplia, lo importante era la comunicación real de esta pandemia, eso fue lo primero que hicimos. En segundo lugar, estuvimos con un gran trabajo en lo que es la conformación de los comité de crisis en los distintos hospitales. Los comité de crisis están formados por el director médico, todos los jefes de servicio, los sindicatos y los trabajadores. Estos comité de crisis lo que hacen es mantenernos unidos y comunicados constantemente sabiendo cuantos infectados hay, cuantos compañeros se infectaron, qué actividades tenemos que realizar, y en eso nosotros hemos colaborado mucho, obviamente sin dejar de pedir paritarias y aumentos que han sido pocos pero que por lo menos en la Provincia de Buenos Aires tuvimos una paritaria semestral y nos dieron un aumento entre un 20 y un 25 porciento que venía relegado desde hacía mucho tiempo. Ahora nuevamente estamos solicitando la reapertura pero el ministro dice que se está invirtiendo todo el dinero en lo que son los EPP para protegernos y el equipamiento que es necesario en esta situación, estamos en la discusión. En los sanatorios privados está más difícil porque lo privado se niega a lo que es medicina sindical: se niega a firmar los convenios colectivos, se niega a aumentar, siempre se colocan como víctimas, todos los años son las víctimas, siempre están perdiendo, sin embargo las clínicas privadas van creciendo en hotelería, en consultorios externos, pero nunca les va bien. Así que son dos visiones distintas en la realidad del médico.

El Ministro de Salud tiene una oportunidad histórica

NA: Hagamos un poquito de futurismo. Suponete que salimos de esto, me gustaría preguntarte si creés que de todo esto se aprendió de los trabajos en equipo, lo que acabas de describir, ¿Creés que puede dar lugar a una reestructuración de una nueva manera de mirar la medicina desde el Ministerio de Salud, administración de salud y el ejercicio de la medicina en tanto carrera y salidas a futuro? ¿Creés que hay un shock, que puede haber provocado la pandemia, para mejor?

Yo creo que sí, creo que el Ministro de Salud tiene una oportunidad histórica, que a la salida de esto se haga realmente una única y verdadera política de salud para toda la Argentina y nosotros vamos a pelear para esto, es justo y necesario.

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“El kiosco de barrio está en peligro de extinción”, advirtió Ernesto Acuña, referente del sector kiosquero y representante de UKRA

El kiosco de barrio es mucho más que un punto de venta: es parte del tejido cotidiano de la comunidad. Está en la esquina, frente a la escuela, al lado del club o del colectivo. Allí se compra lo mínimo indispensable, pero también se conversa, se fía, se acompaña. Sin embargo, este símbolo del comercio de cercanía está en riesgo. En los últimos años, miles de kioscos han bajado sus persianas empujados por una competencia feroz: grandes cadenas, supermercados, farmacias, la informalidad creciente y la falta de políticas que protejan al pequeño comerciante.

En esta charla con La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores, Ernesto Acuña, referente nacional de los kiosqueros y voz firme del sector, nos cuenta con crudeza y claridad cómo se vive esta transformación desde adentro. Con más de dos décadas detrás del mostrador, su testimonio retrata una realidad que avanza en silencio, pero amenaza con borrar una parte esencial de nuestra identidad barrial.

LCV: “¿Cuál es la situación actual de los kioscos?”
Ernesto Acuña: “Esa es la data: 16.000 kioscos cerraron en un año. Estos datos nos los pasaron desde ARCA, la ex AFIP, cuando con UCRA nos reunimos con ellos y preguntamos cuántos kioscos activos quedaban. Por primera vez después de décadas, nos dijeron que somos 96.000, es decir, por debajo de los 100.000.”

LCV: “¿A qué se debe este cierre masivo?”
Ernesto Acuña: “Principalmente, al surgimiento de las cadenas de kioscos. Viene una persona y te instala 40 o 50 en un barrio. Además, productos que antes vendíamos en exclusiva, como golosinas y cigarrillos, ahora se comercializan por otros canales. Hoy cualquiera vende esos productos: farmacias, supermercados, verdulerías. Este es el resultado.”

LCV: “¿Las farmacias también son competencia directa?”
Ernesto Acuña: “Sí. Son de los principales vendedores de golosinas. Las ves en shoppings, supermercados grandes, y hasta en la línea de cajas, donde ofrecen golosinas sueltas. Los supermercados chinos también venden cigarrillos, muchas veces sacándolos de debajo del mostrador, aunque no estén habilitados para eso.”

LCV: “¿Estás diciendo que la competencia es tanto formal como informal?”
Ernesto Acuña: “Exactamente. Por un lado, están las cadenas formales, como las farmacias, que generan una competencia feroz a rubros como perfumerías y kioscos. Y por otro lado, está la competencia informal, producto de la crisis: verdulerías que agregan heladeras, chinos que venden cigarrillos, todo en un intento por sobrevivir.”

LCV: “¿Hay una intención deliberada de reemplazar al kiosco de barrio?”
Ernesto Acuña: “Sí. Hay dos fenómenos: uno es el sálvese quien pueda, por la situación económica. El otro es el pez grande que se quiere comer al chico. Las cadenas quieren vender de todo, incluidas nuestras exclusividades, y eliminar al kiosco de barrio. Son dos amenazas distintas.”

LCV: “¿Esto pasa más en las grandes ciudades?”
Ernesto Acuña: “Totalmente. En el interior profundo o en lugares como La Matanza, no llegan ni Farmacity ni las grandes cadenas. Pero sí llega el supermercado chino o el kiosco informal. El kiosco de cercanía, ese donde uno compraba la golosina mientras el padre compraba el diario, ya no tiene reemplazo.”

LCV: “¿Qué pasa en contextos económicos tan complicados como el actual?”
Ernesto Acuña: “Ahí aparece otro fenómeno: la gente que no llega a fin de mes abre un kiosco en el garage o en una ventana. Kioscos sin habilitación que empiezan a competir con los formales. Así se va formando un universo paralelo, que no está contemplado en los 96.000 registrados.”

LCV: “¿Es una especie de subproducto de la crisis económica?”
Ernesto Acuña: “Sí. Muchos de estos kioscos surgen de personas despedidas, jubiladas anticipadamente o que necesitan un segundo ingreso. Con la indemnización montan un kiosco-almacén en el conurbano. Es una respuesta a la falta de oportunidades.”

LCV: “En algún momento los kioscos vendían medicamentos de venta libre, ¿no?”
Ernesto Acuña: “Sí, se vendían aspirinas, Alikal, algún Actron. Hoy, muy poco. Algún domingo puede aparecer alguien pidiendo un Uvasal, pero ya no es habitual. Además, la normativa cambia todo el tiempo: hoy se puede, mañana no. En 26 años de kiosquero, cambiaron esa norma al menos diez veces.”

LCV: “¿Te pasó que te vendieran una pastilla suelta?”
Ernesto Acuña: “Sí. Un día fui a pedir un blister y me dijeron: ‘Te vendo de una o de dos’, porque con eso hacen más negocio. Es parte de cómo nos adaptamos a sobrevivir.”

LCV: “¿Sos kiosquero de familia o el primero?”
Ernesto Acuña: “Soy el primero. Tengo 52 años y empecé a los 25. Tengo un hijo de 16, pero no quiere saber nada con el kiosco. No le gustan las cosas dulces, siempre va por lo salado.”

LCV: “¿Están siendo escuchados por algún organismo o autoridad?”
Ernesto Acuña: “Pedimos dos leyes fundamentales. Una es la Ley de Proximidad, para que no se pueda abrir un kiosco a menos de 100 metros de otro ya instalado. La otra es una ley de Venta Exclusiva, para que los productos que vendemos no se comercialicen por otros canales. Sin estas leyes, el kiosco de barrio va a desaparecer, como pasó con los almacenes en los años 90.”

LCV: “¿Cómo debería avanzar ese proyecto?”
Ernesto Acuña: “Necesitamos que las legislaturas de cada ciudad aprueben estas leyes y que el gobierno nacional lo tenga en cuenta. Ojalá haya una ley de protección general. Porque no solo se trata de trabajo, se trata de preservar una empresa privada. Este gobierno dice defender lo privado. Veremos si nos incluye.”

LCV: “Lo que pedís se parece a lo que existía para los canillitas, con áreas de exclusividad, ¿no?”
Ernesto Acuña: “Exactamente. Queremos recuperar ese principio de proximidad. Especialmente cerca de escuelas, donde debería haber una regulación que priorice al kiosco tradicional por sobre otras opciones más informales o ajenas a la comunidad.”

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“La trampa del lenguaje y la confusión política: Sztulwark lee a Kafka en clave argentina”

La política argentina atraviesa una etapa de confusión profunda, marcada por el desencanto, la fragmentación y un lenguaje que ya no logra conectar con la experiencia cotidiana. En diálogo con La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores, el escritor Diego Sztulwark reflexiona sobre la distancia entre la retórica institucional y la vida real en los territorios, a partir de una asamblea barrial tras el intento de asesinato a Cristina Fernández de Kirchner. En esta nota, recurre a Kafka como herramienta para pensar las trampas del lenguaje político, la perplejidad colectiva y el avance de un proyecto de ultraderecha que busca anular la capacidad de imaginar otros mundos posibles.

LCV: “¿Cómo se te ocurrió escribir un libro para buscar algunas interpretaciones a nuestra vida, en lo que tiene que ver con la vida política argentina y este devenir en el que estamos transitando, empujando a Kafka a esas ideas?”
Diego Sztulwark: “Se me ocurrió en un viaje. Unos meses después del intento de asesinato a la entonces vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, participé en una asamblea con amigas y amigos en el conurbano sur, junto a personas de distintas organizaciones sociales. Me impactó cómo no se percibía conexión entre ese hecho de violencia y la violencia cotidiana del territorio. Hubo una conversación difícil sobre una ruptura entre la conversación política de los medios y la desesperación territorial. No era un problema de percepción, sino una realidad fracturada. En la lógica de esa asamblea, se percibía una distancia entre la retórica institucional y la vida práctica del territorio. Esa fractura dio inicio a una pregunta sobre el potencial del lenguaje, y sobre Kafka como autor de la trampa, cuando el lenguaje queda atrapado.”

LCV: “Vos lo debés observar en forma cotidiana, porque además sos un filósofo que no está encerrado en una burbuja, sino que busca inspiración en una asamblea. Supongo que la cotidianidad te devuelve permanentemente situaciones kafkianas que alimentan estas ideas, ¿o me equivoco?”
Diego Sztulwark: “No soy un especialista en Kafka. A partir de ese episodio me sumergí en su lectura y en bibliografía relacionada, porque sentí que la situación anticipaba lo que nos estaba ocurriendo como país. Mi inmersión fue intensa. Lo kafkiano no es solo una burocracia que enloquece, encontré en Kafka un estratega, un escritor que con sus estrategias literarias puede ofrecer imágenes útiles para pensar nuestra política actual. Fue una forma de abordar problemas propios leyendo a Kafka.”

LCV: “En una de las reseñas que hicieron sobre tu material, leo en la revista Crisis: ‘No es inteligente esperar que la oscuridad del presente se disipe un buen día como por arte de magia. La ultraderecha es un proyecto organizado de demolición de las capacidades perceptivas de la sociedad que busca esterilizar la imaginación política.’ ¿Cuál sería el aporte del libro a esa circunstancia?”
Diego Sztulwark: “Eso que estás leyendo no es una reseña, sino el prólogo del libro-entrevista, que fue un anticipo y efectivamente forma parte del libro. La primera cuestión que planteo es cómo asumir un fenómeno de perplejidad en el que creo que aún estamos. Muchas personas sentimos que no entendemos qué pasa, por qué la gente vota como vota, por qué nuestras verdades ya no repercuten, por qué no estamos en la calle. Hay una impotencia con la propia lucidez. Ese oscurecimiento de la percepción colectiva no es casual: es parte de una estrategia política para que dejemos de generar sentidos nuevos. Es una política de desactivación que le es funcional a un neoliberalismo en crisis, que sigue extrayendo recursos de la naturaleza y la sociedad. La confusión es funcional a ese objetivo, y experiencias como la pandemia, las tecnologías de la distancia y el balance de gobiernos previos lo facilitan.”

LCV: “Hablás de puntos ciegos del orden político previo. ¿Cuáles son esos puntos ciegos?”
Diego Sztulwark: “Por un lado, la falta de balance político sobre el gobierno del peronismo de Alberto y Cristina Fernández. Por otro lado, la pandemia. Y también la introducción de tecnologías de la distancia que median las relaciones con la economía, la producción y la comunicación política. Esa suma de factores genera condiciones para una confusión social y política funcional a implementar ajustes y transferencias de riqueza muy brutales. Si no generamos mecanismos para volver a confiar en nuestras percepciones, en crear sentidos estratégicos, quedamos como un pueblo disperso, fragmentado y desarmado.”

LCV: “A medida que hablás, se me vienen imágenes de películas distópicas. La perplejidad cobra forma en nosotros mismos yendo por la calle, viéndonos sin ver. Estamos cerca de un proceso electoral complejo y determinante. ¿Cómo se vincula esto que decís con la relación de la ciudadanía con el voto, más allá de los resultados?”
Diego Sztulwark: “Una de las primeras consecuencias de esta situación es que una de cada dos personas no se presenta a votar. Ya ocurrió en elecciones recientes. No sé qué pasará en las próximas, pero el ausentismo debería preocuparnos. Hay estudios que muestran que no se trata de desinterés, sino de una actitud crítica: muchas personas, porque les importa la política, no quieren votar. Hacen un balance realista de lo que significa hoy la democracia. Ese desinterés es frustrado, informado y real. No sé si no usan el instrumento o si consideran que ya no sirve. Lo que sí sé es que se subestima a la gente cuando se dice que no vota porque no entiende. Incluso la oferta electoral está devaluada, con candidatos salidos del espectáculo o del escándalo. Si tenés conciencia del voto, hay un prurito en malusarlo. Es una situación compleja, y la perplejidad, sin duda, nos va a dominar en estas elecciones.”

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Enrique Hohl de la cooperativa Madre Tierra: ‘La alimentación no puede quedar librada al mercado’

Enrique Hohl tiene 35 años, vive en una chacra en Olavarría junto a su familia y es uno de los fundadores de la cooperativa de trabajo Madre Tierra, un espacio que reúne a más de un centenar de pequeños productores dedicados a la agricultura familiar. En diálogo con La Columna Vertebral, Enrique comparte cómo surgió esta organización, los desafíos de producir alimentos sanos en tiempos de crisis y el valor de la agroecología como alternativa posible.

LCV: “Contale un poco a nuestros oyentes de qué se trata la cooperativa de trabajo Madre Tierra.”
Enrique Hohl: “Somos una cooperativa de trabajo de la ciudad de Olavarría, conformada en 2019. Nos dedicamos a la producción de agricultura familiar, principalmente con pequeños productores del sector hortícola, en lo que es la producción en las quintas.”

LCV: “¿Cuánta gente agrupa la cooperativa? ¿Cuántas chacras, huertas, cuántas personas están involucradas?”
Enrique Hohl: “Somos 26 emprendimientos, con dos o tres personas por unidad productiva, dedicadas a la producción de verduras. Mayoritariamente, las chacras tienen entre tres y cuatro hectáreas, con aproximadamente media hectárea de invernadero.”

LCV: “Tengo un dato que indica que son más de 100 productores. ¿Es correcto?”
Enrique Hohl: “Sí. Cada emprendimiento agrupa a más de una familia, así que en total somos más de cien productores. Además del sector hortícola, también hay familias que se dedican a la producción de huevos, miel y algunos tambos pequeños. En conjunto, somos muchas familias organizadas.”

LCV: “¿Cómo comenzaron con Madre Tierra? ¿Cómo se fueron conociendo y sumando al proyecto?”
Enrique Hohl: “Arrancamos frente a una problemática común en la agricultura familiar: la dificultad para vender nuestros productos, llegar al consumidor, ofrecer buenos precios y visibilizar nuestro trabajo. Empezamos a reunirnos para buscar alternativas como ferias, bolsones, entregas por pedido. Entendimos que organizándonos podíamos resolver esos problemas.”

LCV: “Desde 2018 hasta ahora pasaron por distintos gobiernos. ¿Cómo fue ese recorrido? ¿Cuál fue el mejor momento de la cooperativa y cómo están hoy?”
Enrique Hohl: “Al principio no sabíamos bien cómo organizarnos. En 2019 descubrimos la herramienta de la cooperativa y empezamos a trabajar con organismos nacionales para conformarla. Obtuvimos nuestra matrícula y comenzamos a participar de ferias, capacitaciones, cursos de manipulación de alimentos. En ese momento, aprovechamos políticas nacionales que fortalecieron a las cooperativas. Desarrollamos una feria importante y abrimos un local que funcionó por dos años. Pero en los últimos tiempos, vimos una gran caída del consumo que nos afectó mucho, junto con condiciones climáticas adversas que retrasaron los procesos productivos.”

LCV: “¿La caída del consumo se percibe tanto en el vínculo con los comercios como con los consumidores individuales?”
Enrique Hohl: “Sí, es generalizada. Bajaron las ventas en ferias, en almacenes de cercanía, incluso en supermercados como Cooperativa Obrera y en compras del Estado. Desde 2021 somos proveedores del municipio y también ahí notamos la baja. Esto afecta directamente el acceso a alimentos básicos: frutas, verduras, huevos, miel. No estamos hablando de lujos, sino de lo mínimo para una alimentación saludable.”

LCV: “¿Creés que esta caída está relacionada con la pérdida de empleos?”
Enrique Hohl: “Sí. El desempleo se siente tanto en el sector privado como en el público. Olavarría es una ciudad minera, y se estima que este año hubo alrededor de 4.000 despidos. Eso impacta en toda la economía: si cada trabajador tiene una familia, estamos hablando de 12.000 personas afectadas. Se cierran fábricas, se suspenden actividades, y eso también golpea al transporte, los servicios y el comercio.”

LCV: “¿Cómo les afecta el aumento en los costos logísticos y de servicios?”
Enrique Hohl: “Muchísimo. La mayoría de los productores alquila la tierra. Además del alquiler, subieron la electricidad, las semillas —muchas con precio dolarizado—, y otros insumos como el nylon. Todo eso, sumado a la caída del consumo y, en algunos casos, a la baja de precios, hace muy difícil sostener la producción.”

LCV: “¿Cuántos años tenés? ¿Venís de una familia productora?”
Enrique Hohl: “Tengo 35 años. No vengo de una familia agropecuaria, soy de ciudad. Hace 12 años me mudé a una chacra con mi pareja, y ahí también nacieron mis hijos.”

LCV: “¿Qué te motivó a tomar esa decisión de cambiar de vida?”
Enrique Hohl: “La alimentación fue un factor clave. Primero por nuestra propia familia, y luego por una conciencia más amplia sobre el consumo. Alimentarse debería ser un derecho básico, como la salud o la educación. Sin embargo, mientras estas dos últimas están medianamente garantizadas por el Estado, la alimentación queda librada al mercado y a la capacidad económica de cada persona.”

LCV: “¿Los productos de Madre Tierra son orgánicos o agroecológicos?”
Enrique Hohl: “Apuntamos a un modelo agroecológico. Aunque también trabajamos con productores convencionales, buscamos proponer otro modo de producción. La idea es acompañar a quienes ya producen para que puedan cambiar sus prácticas, y eso requiere capacitación y organización.”

LCV: “¿Eso implica revertir prácticas impuestas por el modelo productivo tradicional?”
Enrique Hohl: “Exactamente. Muchas veces el uso excesivo de agroquímicos está muy arraigado. Por eso es importante el acompañamiento técnico, la formación, y construir alternativas viables que respeten el ambiente y la salud.”

LCV: “¿Te mudaste solo a la chacra o con tu familia?”
Enrique Hohl: “Con mi pareja. Y en la chacra nacieron mis dos hijos, que ahora tienen 9 y 7 años.”

LCV: “Me imagino que deben estar correteando por la huerta y participando de la vida rural…”
Enrique Hohl: “Sí, claro. Viven muy conectados con la naturaleza, y eso es algo muy lindo para su infancia.”

LCV: “Ustedes participaron del quinto Congreso de Cooperativas Agropecuarias y Agroalimentarias de la Provincia de Buenos Aires. ¿Qué balance hacés?”
Enrique Hohl: “Participamos como parte de la Federación Rural para la Producción y el Arraigo. Fuimos cooperativas de Olavarría y Azul. Estuvimos presentes el martes en la jornada sobre cooperativismo, y miércoles y jueves en las de agricultura. Estos encuentros son muy valiosos para intercambiar experiencias, debatir políticas públicas y seguir fortaleciendo el desarrollo agropecuario, tanto en la provincia como en el país. Siempre uno se lleva algo positivo y alguna reflexión para seguir trabajando.”

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