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La V Columna | Desde el otro lado del río

Las vacunas nos dieron el respiro de poder abrir las fronteras. Para muchos, fue el fin de una larga espera: encontrarse con hijos, nietos, padres o hermanos. Noviembre y diciembre serán meses de reencuentros. Por mi parte, pude volver a Uruguay para abrazar a mi hija, ya ciudadana uruguaya después de haberse criado de este lado del río, y a mi pequeña nieta que ya cumplió 2 años casi sin haber conocido a sus abuelos argentinos. Aquí breve crónica montevideana.

Primera noche. Suena la reconocida marcha camión de los candombes. Desde la ventana se ve avanzar la columna que está ensayando para las llamadas. Suben por la calle Carlos Gardel hasta Trueba. No hay dudas, estamos en Montevideo. Barrio Sur, cuna de la cultura afrouruguaya. La primera comparsa, llamada Raza Africana, apareció en 1865. Posteriormente, en 1876, surgió por primera vez la expresión “negros lubolos”, blancos que participaban del baile pintados de negros.

El pintoresco barrio montevideano fue testigo de uno de los capítulos más dramáticos de la colonia, que tuvo a los portugueses, en Brasil y Uruguay, como principales artífices del tráfico de personas. En 1680 los portugueses fundan Colonia del Sacramento y llegan los primeros contingentes de africanos esclavizados. Un comercio fructífero que luego quedará en manos de los franceses, y en 1713 serán reemplazados por los ingleses. El primer lugar de esta suerte de ‘almacenamiento’ de mercadería humana estuvo el Caserío del Arroyo de la Víboras, cerca de Carmelo. Hoy solo quedan la histórica Capilla Narbona con sus leyendas, y túneles de defensa y vestigios de las tejas hechas por los esclavos. Enorme patrimonio del que se han hecho cargo un par de argentinos ricachones para convertirlo en ‘el paseo de las viñas’, con hoteles 5 estrellas, countrys y bodegones convertidos en restaurante finos. De reducto de esclavos a tierras de Pacha Cantón y Bonomi.

Quién lo hubiera dicho, de allí vengo, de los alrededores de ese primer caserío de Esclavos, en el inicio del río de La Plata y el fin del Uruguay. A pocos kilómetros de Nueva Palmira, transformado hoy en el principal puerto de la Hidrovía. Sí, suelen olvidar los porteños que la hidrovía tiene dos orillas, y que de éste lado existe un pequeño puerto estatal con enormes puertos privados a su lado. Kilómetros de puertos con su Zona Franca que invita a las multinacionales a invertir en Uruguay para llevarse los recursos estratégicos sin pagar impuestos. Hoy el gobierno oriental festeja la instalación de un nuevo embarcadero de grandes buques de exportación que llegará hasta la Barranca de los Loros, cerquita de una hermosa zona de paisajes agrestes. La gran novedad de Nueva Palmira en este año fue la obra de infraestructura que hicieron en la ruta, un millonada que gastó el Estado, los vecinos felices, claro que no fue construida para su bienestar sino para que los camiones cargados de riquezas naturales, cada vez más transgénicas y menos naturales, lleguen a buen puerto.

Curioso destino el de los caudalosos ríos del sur: pueden traer lo mejor en sus ricas aguas o lo peor.

Años después Montevideo tendrá sus propio alojamiento de negros  en la desembocadura del Miguelete, del lado que da hacia Montevideo. Dicho caserío actualmente está demolido, pero se dice que tal vez aún existan cimientos subterráneos en terrenos de ANCAP. Como la historia no la escribe los pobres, y menos aún hacen monumentos, de la manzana amurallada, que poseía cinco piezas, dos grandes almacenes y cocinas bajo un techo de tejas, donde permanecían los negros para reponerse del largo viaje desde el África, curaran heridas o enfermedades para mejorar su precio,  hoy no queda nada. Escondida bajo la petrolera estatal.

Sur y Palermo, dos barrios emblemáticos de los que Eduardo Galeano llamó Los Nadies.

Y las balas no solo son de plomo, las balas también están cargadas de olvido. Tan nadies fueron los negros del Barrio Sur que no merecían quedar en la historia. Decenas de aquellas viviendas que se remontaban al ochocientos y ocupaban cuadras y hasta manzanas enteras corrieron igual suerte: fueron borradas de un plumazo, como si la historia de la ciudad no hubiera pasado por esos corredores. Allí nació el Candombe. En 1867 había 115 conventillos en el Barrio Sur. Los más famosos: El Conventillo del Medio Mundo en Cuareim (hoy Zelmar Michellini) esquina Carlos Gardel. Construido en 1885 y demolido en 1979 por la dictadura militar que ignoró y abolió su designación como Monumento Histórico Nacional. Y El Conventillo Barrio Reus del Sur levantado por el catalán Emilio Reus entre 1888-90 demolido parcialmente en ese mismo 1979. Todos ellos estaban constituidos principalmente por un gran patio central, con piletas de lavar para las mujeres que actuaban de lavanderas. Ese patio estaba rodeado por muchas habitaciones y con espacio para realizar “llamadas” y bailar candombes. Allí se formaron muchas comparsas, lubolas y otras.

¿Por qué hay más negros en Montevideo que en Buenos Aires? Podemos ensayar algunas hipótesis.

Uruguay abolió la esclavitud de manera total recién en 1853 luego de un proceso largo de emancipación. Los negros no fueron incluidos en los ejércitos de las guerras por la independencia.  Muchos de ellos obtuvieron su libertad a fuerza de coraje, llamados ‘negros fugados o cimarrones’, eran considerados ‘libres por huir’. Para sortear una vida indigna en donde eran habituales los castigos se fugaban hacia  algún “kilombo” (campamento de negros fugados) o a alguna toldería de indios. Cabe imaginar que en estos campamentos se mantenía más intacta la cultura y ofrecían menos posibilidad de mestizaje. El racismo se hacía notar contra estos rebeldes que dejaban de ser esclavos para convertirse en desocupados. Tan es así que el racismo persiste en Uruguay, y la reivindicación del candombe y la cultura afrouruguaya es algo relativamente nuevo. Durante casi todo el siglo XX la República Oriental se auto percibió blanca y europea.

Sin embargo, fueron muchos los aportes de la cultura afro al lenguaje del río de la Plata. Generalmente palabra que incluyen las letras “ng”, “nd”, “mb”, por ejemplo: batuque, bámbula, cachimba, calenda, candombe, catanga, catinga, conga, dengue, kapanga, macumba, mandinga, manga,malambo, matete, matungo,milonga, mondongo, mucama, quilombo, tamboril, tango, tunda, zamba…

Palabras que venían de los conventillos de los barrios Sur y Palermo.

Claro que Montevideo no se limita a los barrios Sur y Palermo. También tiene la hermosa rambla que se extiende a lo largo de toda la ciudad, con sus playas y paseos que cuando cae el sol sobre el río mar se llenan de gente que corre, ciclistas entrenando, pibes que todavía ensayan el futbol de potrero, o románticas parejas. Y lo murales que han dado vida a las casas bajas. Las paredes hablan y las ventanas también. Es común ver banderas colgadas de balcones reclamando Memoria, Verdad y Justicia o la indicación: “Esta casa es feminista”.

En los últimos tiempos se han agregado decenas de ollas populares, equivalentes a nuestros merenderos y comedores. En la otra esquina de mi casa, sobre la calle San Salvador, a pocos metros de donde vivió Juan Carlos Onetti, quizás el más grande escritor uruguayo, un edificio colorido con un mural en la puerta tenía un pizarrón que indicaba “Hoy Olla Popular”. “Es la herencia de la pandemia”, dice mi hija. Antes no existían, o había poquitos en los barrios más alejados.

Y si después de escuchar estas historias que pude vivir en el Barrio Sur creen ustedes que el Candombe, los tamboriles y su marcha camión son la música que más identifica a Montevideo, pues se equivocan. Todos los días pasa un camión que recorre la ciudad entera regalando esta música:

Los extranjeros se sorprenden al escuchar esa obra póstuma del gran Beethoven, aquí y allá. En barrios ricos y pobres, a distintas horas. Como si fuera un mensaje cifrado de los dioses para darle vida a este Montevideo con su cultura africana pero también tan europeo. El misterio se descubre rápidamente. No hay magia ni un regalo de los dioses. Se trata del camión que reparte garrafas porque esta gran ciudad no posee gas natural salvo en muy pocos sectores. Quién eligió los acordes de Para Elisa para que los vecinos acudan a comprar gas no lo sé, pero se agradece.

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Entrevistas

“El exilio dejó huella en Italia”. Entrevista a los directores de Resistenza

Después de su recorrido por Festivales, Salas y otros espacios de Italia y Argentina, “RESISTENZA (historias del exilio argentino en Roma)” está disponible desde el 13/11/25 en la plataforma OpenDDB: https://openddb.it/film/resistenzaargentina/

Un documental que explora los modos que adquirieron la sobrevivencia y la denuncia internacional durante la última dictadura militar. Más allá de la tristeza, el desarraigo y las dificultades económicas, los exiliados argentinos diseminados por el mundo tendieron redes de solidaridad y realizaron un trabajo tenaz dando a conocer las violaciones a los Derechos Humanos en Argentina. No sabían, en ese entonces, que se estaban convirtiendo en protagonistas de un movimiento que dejaría sus huellas a futuro en los países que los acogieron, gracias a una forma de lucha silenciada por el régimen pero que perduró, con amor y creatividad hasta el día de hoy.

En Italia nació una organización italo-argentina, Proyecto Sur. En torno a ellos crecen, desde el pie, nuevas formas de acción en un mundo cada vez más violento y fraccionado. Ahora las murgas argentinas son un símbolo en toda manifestación por la paz y la justicia en Roma

LCV conversó con los directores del documental “Resistenza, historia del exilio argentino en Roma”, Mónica Simoncini y Omar Neri. ¿Por qué Roma? ¿Qué dificultades encontraron? ¿Cómo es trabajar como documentalista hoy? La culpa como trasfondo de estar vivo, la política no cultural de Milei y más.

Exilio revisitado por Laura Giussani constenla. Un planeta de LCV. 11 de octubre de 2025

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Planeta Giussani/ Houston, tenemos un problema

El 13 de abril de 1970, una frase entró a la historia. Creíamos que la humanidad tenía el poder de conquistar el universo todo. Naves intergalágticas surcaban el espacio. Estados Unidos ya había plantado bandera en la luna. Una nueva misión tenía al mundo en ascuas: el Apolo 13. Todo iba bien hasta que una serie de luces desconocidas y una explosión de origen ignoto obligó a la tripulación del Apolo a llamar a la base en tierra. El mensaje fue claro y conciso: “Houston, tenemos un problema”.

Desde entonces, cada vez que ocurre un imprevisto de difícil solución e incierto origen, apelamos a aquellas palabras de desesperación controlada con las que el astronauta del Apolo 13 compartió su alarma. Y sí, hoy, apelamos una vez más a ella: Houston, tenemos un problema.

Este domingo, la política argentina vio los destellos de luces jamás imaginadas y alguna explosión agitó los ánimos. Qué había pasado?

De manera inusitada, los hermanos Milei, en el peor momento de su gobierno arrasaban en casi todas las provincias, incluída la provincia de Buenos Aires, donde había sufrido una derrota aplastante pocas semanas atrás.

El desconcierto invadió a propios y extraños. Quizás pueda decirse que, de una forma u otra, salvo los Milei, perdieron todos. Y cuando digo todos, digo también la derecha. Curioso ¿no?

Desde el mes de agosto, incluso los medios ‘amigos’ del gobierno se dieron vuelta. Por primera vez se los veía a Feinman, Viale, Laje y hasta Trebucq, entrevistando de manera incisiva al presidente de la Nación. El escándalo Sapagnuolo, el 3% de Karina, las relaciones narco de Espert, eran tapa, día tras día.

Las redes estallaban con incomprobables brotes psicóticos de Milei. Hablábamos de un Plan B en marcha, mientras otros directamente mencionaban un operativo destituyente. Las elecciones intermedias parlamentarias se habían convertido en un referendum: Milei sí o no. Todos tensaron la cuerda. Blanco o negro. Milei o Kirchnerismo, representado por Cristina y su hijo.

El desdoblamiento de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires le dieron aire a Kicillof, al no ser una consulta nacional, pudo mostrar el mapa político de el bastión peronista por excelencia. Seguía siendo peronista, es más, kicillofista.

Lejos de retroceder frente a una embestida política, mediática y hasta empresaria, el gobierno fue por más. Más represión, más ajuste, más agresión contra los ejes más sensibles para la población: salud, universidad, discapacitados, jubilados. ‘Ni un paso atrás’ decía Mussolini en pleno liderazco.

Los politólogos y periodistas, encargados de ‘leer’ el mensaje de la ciudadanía, se agarraban la cabeza. La derrota era el número ganador. Hagan sus apuestas señores, quien gana y quien pierde?

Perdimos todos.

Es que había ocurrido un imprevisto, un destello de luces violetas y una explosión: Donald Trump se metía en la campaña. Prometía una salvación económica sí y sólo sí Milei ganaba las elecciones.

Lejos de autoflagelarnos con las responsabilidades de cada uno de los protagonistas, y mucho menos de pensar que de la noche a la mañana el pueblo argentino decidió apoyar la represión a los jubilados, hacer aparte las exigencias del Garraham, reirse de los discapacitados, y escupir sobre la cabeza de centenares de miles de desocupados por un plan económico que detruye la industria junto con el Estado, esta vez, yo prefiero no creer. Prefiero no creer que se fascistizó el electorado de tal modo. Así que busco otras razones.

¿Y si el voto hubiera sido más sensato de lo que pensamos? Qué había enfrente a Milei. Si perdía, caía el gobierno, eso era lo que todos esperábamos con cierta euforia. Y si caía el gobierno ¿qué pasaba?

Posiblemente el electorado pensó: Houston, estamos en problemas.

Y aquí entra el factor Trump. Aceptar el manotazo de ahogado de Trump quizás era lo más pragmático porque si no era eso ¿qué? Sólo se veían dos opciones y ambas significaban ‘volver’. Al peronismo o al macrismo.  Por si no hubiera quedado claro con la victoria de un personaje indefinible, nadie quiere volver a sentir el hastío de los mismos discursos vacíos. Quizás la sociedad está pidiendo a gritos dar vuelta la historia, no volver sino ir.

Una vez más, invito a nuestros lectores y oyentes a pensar que no vivimos en un mundo aparte. Y el mundo, lamentablemente, hoy tiene como protagonista a otro esperpento al que todos hacen reverencia, cruza fronteras, se adjudica paces incomprobables, extorsiona con los impuestos a países de distinta índole. No queremos reyes, pero tenemos un emperador cuyo parecido con American Dad, es preocupante.

Por más que nos dediquemos a analizar de manera pormenorizada los errores de cada partido, partidazo o partiducho, lo que pasa en Argentina no es ajeno a lo que pasa en el mundo. Quizás Milei entendió eso y anda viajando de acá para allá, sembrando su demencial teoría anarcocapitalista en tiempos de tierra fértil.

Parace antiguo, pero la solución quizás no es sólo nacional. Que avance el internacionalismo, pues. Porque más allá de consignas perimidas como “Patria sí, Colonia no” o recordar “Braden o Perón”, el mundo entero está sufriendo un terremoto económico y moral. Las Colonias ahora son ‘países aliados’ y el entramado económico crea fronteras tan volátiles que resulta imposible analizar con la rigidez a la que estábamos acostumbrados.

No somos el peor país del mundo, son tiempos de una humanidad que ya no puede llamarse humana. Bombas, drones, hackers, ataques cibernéticos, enemigos más virtuales que reales.

Por eso, LCV también anda relojeando lo que pasa aquí y allá. Y, por ahora, parece que nadie se salva solo, tampoco a nivel internacional. Ningún país podrá enfrentar las fuerzas de este post capitalismo cínico y voraz.

Si volvemos al chiquitaje interno, y sí, el baile de Cristina en el balcón al conocerse que perdió el peronismo en la provincia de Buenos Aires fue lo más parecido a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Pero no son Cristina ni Kiciloff el problema. Ni la izquierda ni los tibios ni los progres nisiquiera la derecha de buena o mala fé. Levantemos la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de acusarnos y empecemos a construir, y a coordinar con quienes están sufriendo tanto o más que nosotros.

Son tiemos difíciles, para todos, sobre todo para los que todavía tienen algo que perder. Esa clase media apedreada que se niega a bajar al séptimo círculo del infierno. Pero hay medio país que sabe que es difícil bajar otro peldaño. No son necesariamente gorilas, ni idiotas, ni todos los epítetos que se les ha endilgado en estos días. Muchos desposeídos  apostaron a los hermanitos medio locos. Quizás por empatía. Hartos de ver tantos políticos racionales y nobles que los han llevado a la ruina.

Sigamos pensando y construyendo una sociedad más justa, desde abajo, simplemente como personas, aprendamos a escucharnos, dejemos atrás ese fugaz poder que puede dar una diputación o una secretaría.

Entre tanto, la vieja política tiembla. Cuando pase el temblor ojalá que nos encuentre más fuertes, libres, sinceros. Quizás desorganizados, quizás no unidos, pero dispuestos a llevar adelante las luchas en las que muchos estamos desde hace tiempo y sentimos que son robadas por representantes que no nos representan. La unidad no es todo en la vida. Seamos miles de luces, miles. Miles de fogatas, miles. Ya nos encontraremos de manera natural en un momento histórico en el que valga la pena escucharnos sin insultarnos.

Columna de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 27 de octubre de 2025.

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Entrevistas

Roma también tiene su ‘Ronda de los Jueves’

Un placer recibir en este Planeta Giussani a Enrico Calamai, ex diplomático que presenció dos golpes latinoamericanos desde los consulados italianos de Chile y Argentina. Una experiencia que le dejó huella.

En nuestro país fue un vicecónsul que salvó la vida de 300 argentinos comprometiéndose personalmente en darles refugio y llevarlos a Ezeiza a pesar del desacuerdo con la política oficial del gobierno de Italia. Hay quien lo llama el ‘Schlinder’ de argentino.

En el 77, fue retirado del consulado en Argentina. Luego estuvo cumpliendo sus funciones en Nepal y Afganistan, hasta su retiro prematuro. Desde entonces es un activista por los derechos humanos, autor de dos libros “Faremo l’America” y “Niente Asilo Político”, editados por Editori Riuniti y Feltrinelli. Le damos la bienvenida a nuestro Planeta a Enrico Calamai.

Muchos de ustedes lo conocerán por el hermoso documental La Resistenza, que testimonia la labor de los exiliados argentinos en Roma. Si no lo vieron, no se lo pierdan. Conmovedor. Pero hoy queríamos hablar con Calamai sobre la actualidad, su actualidad, como referente y fundador del Colectivo Mani Rosse Antirazziste, creado contra los decretos de Seguridad de Salvini, que cada jueves se reune frente al Viminale -el Ministerio del Interior- para denunciar la responsabilidad Italiana y Europea en diversas masacres, dictaduras, guerras y saqueos de recursos naturales.

Entrevista de laura giussani a Enrico Calamai. roma, 18 de octubre 2025

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