Destacada
El silencio de los Caracoles, por Pablo Solana desde Chiapas
San Cristóbal de las Casas, la cabecera municipal que los indígenas de Chiapas tomaron el 1 de enero de 1994, mantiene pocas huellas de aquel hito determinante de la historia contemporánea. Modelada para recibir turistas, la ciudad reserva a la identidad zapatista un puñado de centros sociales y culturales que funcionan como redes de apoyo; allí se venden productos cooperativos y se ofrecen algunas postales que propagandizan la causa insurgente. Los espacios funcionan, además, como lugares de encuentro y autoorganización urbana. Hay que salir del casco histórico para toparse con algún mural o cartel que reivindique al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el EZLN, ese particular ejército irregular que decidió seguir existiendo solo a condición de dejar de lado las armas. No hay mucho más que recuerde la insurrección indígena en una ciudad sostenida por el trabajo de los mismos que, hace casi 30 años, empuñaron los fusiles y los palos y se rebelaron.
Los Caracoles nacieron el día del cumpleaños de Emiliano Zapata. Dijo el sub Marcos: “Serán como puertas para entrarse a las comunidades y que las comunidades salgan…”
El pasado 8 de agosto se cumplieron 20 años de la fundación de los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno. En los próximos meses confluyen otras conmemoraciones significativas: el 17 de noviembre serán 40 años desde que comenzó a organizarse la insurgencia clandestina en el sureste mexicano y el 1 de enero del año entrante se cumplirán 30 años del levantamiento que resquebrajó la hegemonía neoliberal y sacudió conciencias adormecidas a lo largo de todo el mundo. La cultura zapatista es bien propensa a los símbolos y al aprovechamiento de las fechas: los Caracoles nacieron el día del cumpleaños de Emiliano Zapata; el EZLN se dio a conocer en simultáneo y en resistencia a la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio (y en sintonía con el aniversario de la Revolución Cubana); cuarenta y tres es la suma de los Caracoles y los municipios autónomos conformados a lo largo de estos 20 años y la cifra, explican, busca reivindicar la memoria de lxs 43 jóvenes normalistas desaparecidxs en Ayotzinapa.
Sin embargo, este año, el cumpleaños de Zapata y la conmemoración redonda de dos décadas de Caracoles pasaron desapercibidos. En Chiapas explican ese silencio con más silencio. En medio de un contexto de violencias contra las comunidades que recrudeció en los últimos meses, nadie arriesga una pista sobre las decisiones futuras del zapatismo.

Un Caracol es una comunidad autoorganizada y autogobernada. En 1996, después de la traición a los acuerdos de paz de San Andrés por parte del Estado mexicano, los pueblos zapatistas decidieron darse su propia organización por medio de las Juntas de Buen Gobierno, en confrontación ideológica con el neoliberalismo y al margen de cualquier injerencia del Estado. Esas instancias resultaron útiles, además, para recibir la solidaridad nacional e internacional y para dar a conocer la voz de las comunidades más allá de las fronteras. En palabras del por entonces subcomandante Marcos, cada Caracol buscó ser «una pequeña parte de ese mundo a que aspiramos hecho de muchos mundos. Serán como puertas para entrarse a las comunidades y para que las comunidades salgan; como ventanas para vernos dentro y para que veamos fuera; como bocinas para sacar lejos nuestra palabra y para escuchar la del que lejos está».
En la actualidad los Caracoles están cerrados
«No sé si se conmemoran 20 años, o se hubieran conmemorado», dice, con cierto misterio digno de la enigmática filosofía zapatista, un integrante de las redes de apoyo en San Cristóbal. Solo cuando avance la conversación comprenderemos a qué se refiere. Es que, en la actualidad, los Caracoles están cerrados. Las comunidades ya no hacen pública la existencia de las Juntas de Buen Gobierno, esas instancias delegativas y rotativas donde quien cumple funciones lo hace sin recibir remuneración alguna y, sobre todo, honrando la máxima de gobierno zapatista, el «mandar-obedeciendo».
Hasta hace poco, quien quisiera entrar en contacto con las comunidades —por lo general, integrantes de las redes de apoyo con que cuenta el zapatismo en México o en otros lugares del planeta— podía acercase a San Cristóbal y, tras las gestiones correspondientes, ser recibido en algún Caracol. Pero ahora eso ya no es posible. «Es que hay un proceso de remilitarización a través de las nuevas bandas criminales que nos tienen bajo ataque», explican.
Diana Iztu Luna nos recibe en Sendas, un espacio cultural en el centro de San Cristóbal «para aquellas personas que caminamos en búsqueda de la justicia y que nos inspiran las luchas de los pueblos originarios». Allí se combina el arte indígena con la comercialización de productos cooperativos de las comunidades. Diana integra distintos espacios organizativos que adhieren a La Sexta Declaración de la Selva Lacandona, como la Red de Resistencia y Rebeldía y el Movimiento de Mujeres en Defensa de la Madre Tierra y el Territorio.
«La violencia ya no viene solo del Estado, ahora el crimen organizado nos pone en un nuevo desafío. Antes nosotros, nosotras, hablábamos de la guerra integral y de desgaste por parte del Estado hacia las comunidades autónomas; ahora lo que estamos viendo es una guerra también propiciada desde grupos de poder, pero ejecutada por personas comunes, eso ya nos mete en una dinámica donde, si antes hablábamos de mal gobierno, ahora hablamos de des-gobierno», explica Diana.
La violencia ya no viene solo del Estado, ahora el crimen organizado nos pone en un nuevo desafío
A pocas cuadras del espacio cultural Sendas se encuentra la oficina del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, el Frayba, fundado en 1989 por el mítico obispo católico Don Samuel Ruiz, amigo de las comunidades indígenas aún antes de la rebelión. Desde allí parten las Brigadas Civiles de Observación que buscan, con su presencia en los territorios en conflicto, prevenir y documentar las agresiones a las comunidades. «El gobierno federal es cómplice de la violencia», dicen desde el Frayba, y apuntan sin eufemismos al presidente mexicano. Andrés Manuel López Obrador, AMLO, es visto desde América Latina como parte de los gobiernos progresistas que se proponen construir alternativas al mismo neoliberalismo que los zapatistas siempre buscaron combatir. Sin embargo, comunidades y gobierno chocan y no se ven puntos de contacto, más bien todo lo contrario. Zapatistas y defensorxs de derechos humanos afirman que «el presidente de la República miente y encumbra la violencia en Chiapas». Acusan a AMLO de difamar a las organizaciones de la sociedad civil en Chiapas «en medio de una profunda violencia que se ha agudizado en los últimos años».

A partir de 2019, distintos grupos paramilitares atacaron a las comunidades en más de 110 oportunidades, según documentó el Frayba. Los hechos se extienden a lo largo de todo el sureste mexicano: fueron sus principales víctimas las regiones zapatistas de Moisés y Gandhi, las Juntas de Buen Gobierno Nuevo Amanecer en Resistencia y Rebeldía por la Vida y la Humanidad, el Caracol 10 Floreciendo la Semilla Rebelde, la zona Patria Nueva y el municipio oficial de Ocosingo, en Chiapas. Los ataques incluyeron quema de escuelas y bodegas de café, secuestros, torturas y heridos de armas de fuego.
A esa violencia paramilitar el Estado mexicano sumó la criminalización de las víctimas: en los últimos años fueron encarcelados Manuel Gómez Vázquez y José Díaz, miembros de las bases de apoyo del EZLN, y otras cuatro personas de las comunidades en resistencia cuentan con órdenes de aprehensión por acusaciones que «carecen de sustento y son una forma de intimidación y acoso a nuestra autonomía», denuncian los zapatistas.
“Chiapas está al borde de la guerra civil, con paramilitares y sicarios de los diversos cárteles que se disputan la plaza”
En el informe «Chiapas, un desastre. Entre la violencia criminal y la complicidad del Estado», el Frayba sistematiza sus investigaciones sobre las consecuencias de la remilitarización y el impacto de la contrainsurgencia en Chiapas, el punitivismo y la continuidad de la tortura como práctica sistemática.
«El 21 de mayo de este año entró un grupo paramilitar a una comunidad autónoma zapatista, y entraron disparando. Hirieron casi de muerte a un promotor de salud, el compañero Jorge, un jovencito de 22 años, que recibió una bala que le entró por la espalda y le perforó el pulmón. Están entrando a matar», grafica Diana, que viene acompañando a las comunidades en sus procesos de resistencia. «Por eso ahorita hay un ´hacia adentro´ por parte de los compañeros y compañeras zapatistas; esos grupos usan armas exclusivas del ejército, están uniformados. Ante eso, Andrés Manuel López Obrador se hace el que no ve nada, el que no escucha nada. Recientemente declaró que lo que estaba pasando en Chiapas no era grave, que eran conflictos intercomunitarios… Ese fue el discurso que tuvo el PRI, que tuvo después la ultraderecha. La guerra integral y de desgaste sigue, pero con este desgobierno lo que se viene es una guerra civil», concluye.
En el Consejo Nacional Indígena de México coinciden: «Chiapas está al filo de la guerra civil con paramilitares y sicarios de los diversos cárteles que se disputan la plaza y grupos de autodefensas, con la complicidad activa o pasiva de los gobiernos de Rutilio Escandón Cadenas [actual gobernador de Chiapas] y Andrés Manuel López Obrador», declararon en junio de este año.
Acusan al gobierno de AMLO por hacer la vista gorda ante la violencia que padecen las comunidades, pero no se quedan solo en eso. El zapatismo cuestionó desde el primer momento lo que considera que está detrás de esa complicidad con los ataques a sus comunidades: los megaproyectos en los que se sustenta el plan de gobierno de López Obrador, la «cuarta transformación» que tiene como uno de sus emblemas la construcción del Tren Maya. Cuando se hizo el anuncio, el subcomandante Moisés cruzó al presidente mexicano con dureza: «no dijo de todas las desgracias que traen esos megaproyectos para la gente y para la naturaleza», «desprecia a los pueblos originarios», y alertó que los zapatistas defenderán a la Madre Tierra «hasta morir si es preciso».
Un Caracol refugiado en su caparazón
A 20 minutos de San Cristóbal, en la Colonia Nueva Maravilla, se encuentra uno de los Centros de Resistencia Autónoma y Rebeldía Zapatista. Allí funciona la Universidad de la Tierra y el Cideci, Centro Indígena de Capacitación Integral. En 2019, este complejo comunitario y educativo se asumió como parte de los Caracoles zapatistas: en ese año fueron 11 las nuevas comunidades que se integraron a la red de autoorganización y autogobierno que propuso el EZLN en 2003. Aunque hoy mantiene el cartel en la entrada que lo identifica como «Caracol 7- Jacinto Canek», la comunidad en este caso adoptó las mismas medidas de seguridad que todas las demás: la Junta de Buen Gobierno ya no está accesible. Nadie en la comunidad habla del tema. Las respuestas son respetuosas pero esquivas. El silencio zapatista, ese digno y efectivo recurso de autodefensa y muestra de humildad, acompaña las miradas compasivas que nos dirigen cuando preguntamos.
El Cideci que allí funciona es un espacio educativo fundado en 1989. Al igual que el Frayba, se trata de proyectos que nacieron antes que el EZLN se diera a conocer por medio de la insurrección de 1994. El creador de esta apuesta formativa integral dirigida a niños, niñas y jóvenes de las comunidades indígenas de Chiapas es Raymundo Sánchez Barraza, a quienes todos se refieren como «el doctor Raymundo» o simplemente «el doc». Un hombre de unos sesenta y tantos años, tal vez setenta, a quien envuelve cierto halo de misterio y reverencia por parte de quienes lo tratan.
Raymundo nos recibió en la sede del Cideci. El encuentro cumplió con la expectativa que genera su leyenda. El lugar que rodea a la modesta morada donde el doctor recibe a quienes van a su encuentro está cuidadosamente decorado con plantas, flores, pinturas y murales. La espera es matizada con música clásica, que selecciona el doc y se propaga por distintos sectores del predio a través de un sistema de parlantes al aire libre.
La sala donde nos recibe es luminosa y, entre los objetos que la decoran, sobresalen otras plantas, libros y banderas de movimientos indígenas o de liberación de distintos lugares del planeta, desde Colombia a Kurdistán. Nos saluda con amabilidad, conversa con voz pausada. La música clásica, a un volumen que compite con su propia voz, exige una mayor concentración para escucharlo; nos pregunta sobre nuestro interés en la visita, demuestra estar informado sobre quienes lo visitamos y, finalmente, nos ofrece un recorrido por todo el predio donde funcionan los talleres, las salas de estudio y los espacios comunitarios. Preguntamos sobre la situación de violencia que padecen las comunidades y el futuro de los Caracoles. Nos contesta con la amabilidad y la parsimonia que mantiene durante todo el encuentro, aunque se muestra concluyente en la respuesta: «No, eso no es aquí, no somos nosotros quienes debamos tomar la palabra… menos yo». Sabíamos que Raymundo no brinda entrevistas ni expresa las posiciones del zapatismo, pero de todos modos debíamos intentarlo.
“En lugar de invertir nuestro esfuerzo en la guerra, lo hemos puesto en levantar hospitales, escuelas y gobiernos autónomos”
Santiago es el joven que nos acompaña en la recorrida por el único Caracol que, aunque no esté «abierto» en la actualidad, puede ser visitado. Él llegó al Cideci a los 12 años, se formó en diversos oficios, aprendió música y ahora es uno de los profesores en esa materia. Combina el español fluido que habla con nosotrxs con las frases en la lengua originaria con las que se dirige a los otros jóvenes de la comunidad. También con él intentamos el diálogo sobre la actualidad de los Caracoles, pero su silencio es inconmovible: con unas simples evasivas nos deja en claro que de eso no puede decirnos nada.

«En lugar de invertir nuestro esfuerzo en la guerra, lo hemos puesto en levantar hospitales, escuelas y gobiernos autónomos», explican las bases zapatistas. Pero ahora se saben acechados. Hasta que el EZLN y las comunidades decidan que es el momento para dar a conocer los pasos a seguir, los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno seguirán replegadas.
El 1 de enero de este año las comunidades zapatistas se convocaron a deliberar en cada Caracol, aunque ya por ese entonces los encuentros se realizaron a puertas cerradas. Solo dejaron trascender un mensaje: «Aquí seguimos, aquí estamos». Allí, en las comunidades del sureste mexicano, seguirán estando. En silencio, por ahora. Pero sería un error confundir el repliegue con la pasividad. Recordemos, en estas fechas, que la rebelión armada que está por cumplir 30 años fue resultado de una larga década previa de acumulación de fuerzas en la más estricta clandestinidad. Es de esperar que, como entonces, de estos silencios surjan nuevas rebeldías.
(Publicado en Revista Jacobin, 30 de agosto de 2023)
Destacada
Agustín Lecchi: “Esta reforma laboral es un negocio redondo para las grandes empresas de medios de comunicación”.
En diálogo con LCV, Agustín Lecchi analiza el escenario que enfrenta el gremio de prensa tras el proceso eleccionario, los desafíos de la nueva conducción y la ofensiva del gobierno nacional sobre los derechos laborales, los medios públicos y la comunicación democrática.
LCV: ¿Cómo fue el proceso eleccionario y con qué panorama se encontraron al asumir la nueva gestión?
Agustín Lecchi: “Empezamos y rápidamente tuvimos que salir a enfrentar la reforma laboral que promueve este gobierno, que incluye el intento de derogación del Estatuto del Periodista y un capítulo de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que profundiza un mercado de medios hiperconcentrado. Desde el primer día estuvimos en la calle enfrentando el DNU 70, la Ley Bases, el intento de privatización de los medios públicos y, además, peleando por el salario y las condiciones de trabajo. Logramos ganar algo de tiempo, que no es menor, pero va a haber que profundizar la lucha.”
LCV: ¿Qué llegada tienen a diputados y senadores para explicar lo que implica la derogación del Estatuto del Periodista?
Agustín Lecchi: “La semana pasada participamos de la Comisión de Previsión y Trabajo del Senado, el mismo día que nos movilizamos en las calles. Por las características de nuestra actividad tenemos compañeros que trabajan dentro del Congreso y eso nos permite dialogar con muchos legisladores y legisladoras que nos escuchan. Ojalá podamos torcer esta decisión del gobierno. En la Ley Bases logramos algo parecido cuando los medios públicos estaban entre las empresas privatizables y conseguimos sacarlos, sobre todo explicando a legisladores de provincias del norte y la Patagonia la importancia estratégica de Radio Nacional y la Televisión Pública.”
LCV: Da la sensación de que el Estatuto se presenta como algo “negociable” frente a otros derechos más visibles.
Agustín Lecchi: “Es así. Nosotros rechazamos toda la reforma, pero en particular la derogación del Estatuto y el capítulo de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que elimina el gravamen que financia medios públicos y fondos de fomento. Acá no solo buscan quebrar al movimiento obrero, sino destruir la comunicación democrática y la pluralidad de voces. Atacan la libertad de expresión y el derecho a la información, porque si yo puedo ser despedido por lo que pienso, se van acallando voces hoy y mañana.”
LCV: ¿Cómo se le explica esto a la sociedad de manera simple?
Agustín Lecchi: “Hay que decirlo en términos básicos: si yo quiero contar una noticia desde mi punto de vista y no coincide con el de la empresa, me pueden echar. No importa si está justificado o no. Eso va generando autocensura. No se trata de un gobierno en particular ni de una línea editorial, sino de evitar la hegemonía de voces, porque con cualquier gobierno sería igual de grave.”
LCV: ¿Ese fue el eje de la exposición en el Senado?
Agustín Lecchi: “Sí, planteamos la importancia de la libertad de expresión y de la tarea periodística garantizada por el Estatuto. Es un gobierno que también atacó leyes de acceso a la información pública, por eso tener una norma que resguarde nuestra profesión es fundamental. El Estatuto no es solo laboral: también protege derechos individuales y profesionales, y esa discusión no puede darse dentro de esta ley.”
LCV: ¿Trabajan la concientización con las audiencias?
Agustín Lecchi: “Lo venimos haciendo hace mucho, pero hay una censura enorme de las grandes empresas de medios sobre la reforma laboral y el Estatuto, porque es algo pedido por ellas. Para las empresas es un negocio redondo: les sacan impuestos y nos sacan derechos. Desde el menemismo, cuando se permitió que fuéramos factureros, se fue degradando la relación laboral y el periodismo pasó a verse como un producto.”
LCV: El gobierno anunció una reducción del 20 % en RTA. ¿Qué saben de eso?
Agustín Lecchi: “Hablan de retiros voluntarios que de voluntarios no tienen nada. La semana pasada hicimos un paro con concentración en la puerta del canal, con acompañamiento de dirigentes de la CGT y la CTA. Hay mucha conflictividad porque la situación salarial es dramática. Nos imponen la paritaria de la administración pública cuando históricamente tuvimos paritarias propias. En Radio Nacional el salario está judicializado y en la Televisión Pública seguimos en conflicto.”
LCV: ¿Cómo se preparan para lo que viene?
Agustín Lecchi: “Vamos a rechazar cualquier intento de avanzar sobre los puestos de trabajo. Estuvimos cuatro meses acampando en la puerta de la TV Pública y cuando hacemos paro es contundente, no sale nada al aire. Sabemos que se viene un año difícil, pero una elección no da un cheque en blanco para hacer cualquier cosa. Tenemos fortaleza gremial para enfrentar lo que haya que enfrentar y para construir propuestas desde los trabajadores.”
LCV: ¿Hubo cambios en la conducción del sindicato?
Agustín Lecchi: “Sí, hubo mucho recambio. Se incorporaron compañeros jóvenes, como Sebastián Díaz en la Secretaría Gremial y delegados de distintos medios. Tenemos una conducción diversa, ideológica y políticamente, pero todos con un objetivo común: defender los derechos de los trabajadores y trabajadoras de prensa de todos los medios.”
LCV: ¿Cómo es la relación con el Grupo Octubre?
Agustín Lecchi: “Para nosotros es un empleador más. Este año tuvimos mucha conflictividad en Canal 9, Página 12 y Radio Continental. Logramos un impasse porque empezaron a cumplir con el pago de la paritaria. Nuestro objetivo es simple: que paguen lo que se acordó con la cámara empresarial, como cualquier otro medio.”
Destacada
“Cuando la vivienda se construye en comunidad: la experiencia de FECOOPTEBA”
Con más de tres décadas de trayectoria, la Federación de Cooperativas de Trabajadores de la Educación de la Provincia de Buenos Aires (FECOOPTEBA) nuclea a cooperativas de vivienda y consumo integradas por docentes y auxiliares de escuelas públicas y privadas. En diálogo con La Columna Vertebral, Marta Andreoli explicó el origen, el funcionamiento solidario y el alcance de una experiencia que ya permitió el acceso a la vivienda a más de mil familias bonaerenses.
Transcripción:
LCV: “Contame un poquito de qué se trata la FECOPEBA, Federación de Trabajadores de la Educación de la provincia de Buenos Aires y cooperativa de vivienda y consumo.”
Marta Andreoli: “FECOPEBA no es una cooperativa en sí misma, sino una federación de cooperativas de vivienda y consumo. Tenemos una historia de 30 años en la provincia de Buenos Aires y está vinculada específicamente a docentes y auxiliares de escuelas de toda la provincia, tanto de gestión pública como privada. Como toda cooperativa, está abierta en cada distrito a que se sumen compañeras y compañeros de las distintas comunidades educativas.”
LCV: “¿Por qué surge la federación a nivel provincial?”
Marta Andreoli: “Hablamos de 30 años porque primero se fue formando cada cooperativa de manera autónoma, autogestionada y autodeterminada. La primera fue en el distrito de La Matanza y, a medida que se fue colaborando con el nacimiento de otras cooperativas, se volvió necesario generar una federación para organizarnos, intercambiar experiencias y seguir creciendo en toda la provincia.”
LCV: “Cuando hablamos de cooperativas de vivienda, históricamente se pensaba en el acceso a la primera casa. Hoy, con el crédito tan escaso, ¿cómo funcionan estas cooperativas?”
Marta Andreoli: “En su origen y en su continuidad, nuestras cooperativas se basan en algo que parece en desuso pero es fundamental: el autoahorro. Cada compañera y cada compañero que se asocia va generando, junto a otros, un capital común. Con ese capital se gestiona la compra de un terreno, generalmente cercano a la zona de trabajo. Luego se realiza todo el trabajo con el municipio para lograr la mayor cantidad de viviendas posibles al costo, porque somos nosotros mismos quienes administramos el dinero.”
LCV: “¿Qué rol cumple el trabajo solidario en ese proceso?”
Marta Andreoli: “El trabajo solidario es clave. Las comisiones trabajan de manera voluntaria y eso permite que entre un 30 y un 35% del costo no pase por un fideicomiso ni por una empresa privada. Ese esfuerzo colectivo se vuelca directamente para que las viviendas salgan a costo. No es un crédito, es una capitalización solidaria entre todos para que cualquier familia, en cualquiera de sus formatos, pueda acceder a su primera vivienda.”
LCV: “¿Cómo se define quién accede primero a la vivienda dentro del grupo?”
Marta Andreoli: “Se prioriza a las familias que alquilan y que tienen hijos pequeños. También se tienen en cuenta situaciones de mayor vulnerabilidad, como quienes viven prestados o en una sola habitación dentro de una casa familiar. En general, quienes alquilan son los primeros en acceder y, muchas veces, se trata de jefas de hogar, mujeres que quedaron solas al frente de la familia, algo muy común.”
LCV: “Una vez comprado el terreno, ¿cómo se garantiza el acceso a los servicios básicos?”
Marta Andreoli: “Depende mucho de la zona. En localidades como Rauch, Carmen de Patagones, Junín o Las Heras existe una colaboración muy fuerte con cooperativas de servicios y de trabajo, porque esas comunidades funcionan así. En otros casos, como hoy en Luján, trabajamos sobre terrenos que no tienen servicios y es obligatorio articular con las cooperativas correspondientes para lograr luz, agua, gas y saneamiento, siempre buscando que el pago sea accesible para las familias.”
LCV: “¿Cómo es el vínculo con los municipios y el Estado?”
Marta Andreoli: “En cada municipio donde trabajamos también hay una tarea pedagógica, porque somos docentes. Hay funcionarios que nos abren las puertas y otros no tanto, pero siempre explicamos cómo funcionamos y que no tenemos fines de lucro. Todo debe estar en blanco, con facturas y regulado tanto en la provincia como a nivel nacional. No existe la posibilidad de coimas ni atajos: los expedientes siguen su curso de manera transparente o no avanzan.”
LCV: “¿A cuántas personas han asistido hasta el momento?”
Marta Andreoli: “Con la suma de las últimas diez viviendas entregadas en La Matanza, entre todas las cooperativas ya alcanzamos las 1.214 viviendas construidas y entregadas.”
LCV: “¿Cómo es la vivienda promedio que construyen?”
Marta Andreoli: “En líneas generales tenemos tres modelos: un monoambiente, una vivienda de dos dormitorios con cocina comedor integrado y una vivienda de tres dormitorios, que llamamos la vivienda grande. En las zonas donde se puede se construyen casas y, más cerca de la General Paz, edificios. Todo depende también de lo que permita cada municipio. Una vivienda grande puede tener entre 65 y 75 metros cuadrados, la mediana entre 45 y 50, y el monoambiente o vivienda de un dormitorio entre 42 y 47 metros cuadrados.”
Destacada
Julián Benitez, de la Cámara de la Industria del Juguete: “La Noche de las Jugueterías mostró que el comercio de cercanía sigue siendo clave”
En un contexto de caída del consumo, cambios en los hábitos infantiles y preocupación por la seguridad de los juguetes, la industria juguetera atraviesa un año complejo. Sin embargo, iniciativas como la Noche de las Jugueterías buscan fortalecer al comercio de cercanía y sostener la actividad. En diálogo con LCV, Julián Benítez, gerente de Relaciones Institucionales de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete, analizó los resultados de la jornada, la situación del sector y los desafíos que enfrenta la industria nacional.
LCV: Hace muy pocos días, el 11, se realizó la Noche de las Jugueterías. Contame qué resultados tuvieron, cómo fue la jornada.
Julián Benítez: “Fue una muy buena jornada, con una gran adhesión por parte de los comercios. La gente se acercó para conocer novedades y realizar reservas, lo que muestra una de las fortalezas de las jugueterías de barrio: el comerciante de cercanía puede reservar un juguete a un cliente de toda la vida y guardarlo hasta el momento de una promoción bancaria. Ahora estamos complementando esta iniciativa con los días clave que definen el desempeño de la temporada de fin de año, especialmente Navidad.”
LCV: ¿Cuántos barrios abarcó la Noche de las Jugueterías?
Julián Benítez: “Fue una jornada federal, con participación de jugueterías de todo el país.”
LCV: ¿En qué lugares tuvo más impacto? Pienso en Córdoba, Jujuy.
Julián Benítez: “Siempre de acuerdo a la densidad poblacional, pero el impacto se notó en todo el país. Lo más importante es remarcar que existe una manera diferente de comerciar cuando hablamos de un comercio de proximidad.”
LCV: Recién hablábamos del valor del comercio de cercanía.
Julián Benítez: “El objetivo es invitar a la gente a volver al comercio pyme y a la juguetería tradicional para encontrar el juguete indicado. Ese es el valor agregado: la recomendación del juguetero, que orienta según la edad y los intereses de los chicos, y pone la cara por la calidad de lo que está vendiendo.”
LCV: ¿Cómo convive esto con el crecimiento del comercio online?
Julián Benítez: “Hoy hay una reconfiguración de los canales de comercialización, con un fuerte crecimiento del e-commerce, que es muy útil cuando ya se sabe exactamente qué comprar. Pero no siempre es así, y ahí el comercio de cercanía sigue siendo fundamental. Además, el comercio online explica entre el 25 y el 30% de las ventas totales, mientras que el comercio de proximidad continúa siendo mayoritario.”
LCV: Paso del minorista al fabricante. ¿Cómo está la industria hoy?
Julián Benítez: “El nivel de actividad de las pymes es bajo en comparación con años anteriores. Se trabaja a un solo turno y seis de cada diez máquinas no están funcionando plenamente, lo que implica una capacidad ociosa del 50 al 60%. La principal problemática del año fue la caída del consumo general, que afecta no solo a la industria del juguete sino a todos los sectores.”
LCV: Además hay cambios en los hábitos de los chicos.
Julián Benítez: “Sí, cada vez pasan más tiempo frente a pantallas y menos tiempo jugando con juguetes. Esto no solo preocupa a la industria, sino también a la educación y al desarrollo infantil. Junto a pediatras y especialistas vemos problemas de sedentarismo, obesidad, falta de atención y dificultades para tolerar la frustración, algo que antes se aprendía jugando juegos de mesa en familia.”
LCV: Justamente, los juegos de mesa cumplen un rol educativo.
Julián Benítez: “Exactamente, ayudan a aprender a ganar, perder y respetar reglas, que es la vida misma. Por eso insistimos en volver a poner el juego en agenda, incluso el juego sin consignas, el aburrirse, que es fundamental para estimular la creatividad.”
LCV: También expresaron preocupación por los juguetes importados sin controles sanitarios. ¿Qué están reclamando?
Julián Benítez: “Es un problema multivariable. El contrabando elude los controles oficiales y hace ingresar juguetes que no cumplen con la norma técnica de seguridad ni con los procesos de certificación. Desde agosto cambió el esquema de fiscalización y ahora se controla en el mercado, lo que es un gran desafío en un país tan extenso. Estamos trabajando con la Subsecretaría de Defensa del Consumidor y Lealtad Comercial: ya se retiraron productos peligrosos, se eliminaron publicaciones online y se avanzará con multas. Además del riesgo para los chicos, estos productos generan competencia desleal porque se venden a precios irrisorios al no cumplir ningún control.”
Raul “Rulo” Dellatorre: ““Nunca hubo en la Argentina un proceso de desinversión como el actual”
Agustín Lecchi: “Esta reforma laboral es un negocio redondo para las grandes empresas de medios de comunicación”.

