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Federico Zapata: “La sociedad reorganiza la política desde abajo mientras el sistema sigue sin entenderlo”

El politólogo y consultor político Federico Zapata, director de la consultora Escenarios, analiza el momento político actual tras las elecciones, la reconfiguración del sistema de partidos y la persistente crisis económica. En diálogo con La Columna Vertebral, Zapata reflexiona sobre el papel de los liderazgos locales, el ascenso de Javier Milei, la pérdida de sentido del peronismo y el modo en que la sociedad utiliza las urnas para expresar su malestar sin romper el orden democrático.

LCV: “¿Cómo estás viviendo este momento de la política? Hay muchas cosas para comentar, como la incorporación de Santilli y otros hechos recientes. Desde la consultora Escenarios, ¿este era un panorama que ustedes ya tenían previsto? Hace poco su encuesta sobre que la gente no llegaba a fin de mes generó mucha repercusión. ¿Cómo se ve este momento del país desde una mirada estratégica?”
Federico Zapata: “En los últimos meses notamos dos fenómenos que anticipaban lo que está ocurriendo. Por un lado, una crisis profunda de la microeconomía, de la economía real de la gente, que ya trasciende el problema inflacionario. Ese malestar fue una de las causas principales de la elección de septiembre. Por otro lado, sobre el final de la campaña, empezó a crecer la idea de que un triunfo del kirchnerismo podía empeorar aún más la situación económica. La gente combinó esas dos percepciones: el enojo con el gobierno y el temor a un regreso del kirchnerismo. En ese marco, La Libertad Avanza logró instalar que era la única fuerza capaz de ganarle al kirchnerismo. Fue un mensaje claro y eficaz, mientras que los gobernadores no lograron articular una alternativa nacional competitiva.”

LCV: “Ustedes destacan mucho la diferencia entre lo local y lo nacional. En los distritos, la gente vota por lo que conoce: el intendente, el gobernador, lo tangible. Pero a nivel nacional parece que se permite fantasear con algo más lejano, como la figura de Milei. ¿Por qué creés que se da este fenómeno?”
Federico Zapata: “Hoy la política no organiza a la sociedad: es la sociedad la que está reorganizando la política. No hay un liderazgo partidario o económico fuerte, sino una ciudadanía que acomoda el sistema según sus necesidades. En ese orden emergen los ‘gestores de proximidad’ —intendentes y gobernadores— a quienes se les asignan tareas concretas. Y, al mismo tiempo, un liderazgo nacional como Milei, que canaliza emociones potentes: bronca, decepción, miedo. Es impresionante pensar que aquel panelista exótico de televisión terminó siendo presidente. Maneja la angustia social con habilidad y la transforma en herramienta política.”

LCV: “¿Creés que sin esos sentimientos tan fuertes —la bronca, el miedo, la decepción— hubiera prosperado este discurso? Antes éramos una sociedad muy crítica del modelo estadounidense.”
Federico Zapata: “Las campañas del miedo no funcionaron porque la gente no teme a lo nuevo, sino a volver atrás. Cualquier alternativa al gobierno actual aparece como un retroceso. La sociedad siente que, con esfuerzo, logró cierto orden macroeconómico. No le alcanza, pero prefiere preservar eso antes que arriesgarlo. Espera que surja un liderazgo capaz de sumar crecimiento, consumo, inversión y trabajo.”

LCV: “Eso se parece mucho a la idea de un ‘capitalismo humano’, donde haya trabajo, industria y progreso. Sin embargo, desde algunos sectores se mira al pasado, incluso al 43 o al 45, como si el peronismo no pudiera producir una idea nueva.”
Federico Zapata: “El problema es justamente ese: el peronismo de los últimos veinte años se convirtió en una cáscara vacía. En su origen, en el 45, fue una creación original. Hoy repite consignas sin contenido. Si lo único que ofrecés es ‘volver’, mostrás impotencia. Renovar el movimiento implicaría crear un nuevo diccionario político, nuevos referentes y nuevas ideas. En cambio, cuando la estrategia es voltear al adversario para recuperar poder, la sociedad lo percibe como una amenaza. Ya no quiere caos ni regresos: quiere estabilidad y futuro.”

LCV: “Durante mucho tiempo se repitió que ‘se viene el estallido’ y la gente no estalló. Más bien canalizó su malestar votando, pero en sentido contrario al que algunos esperaban.”
Federico Zapata: “Exactamente. El voto fue una forma de reordenar sin romper. Pero en ese proceso también se perdieron valores importantes: salud, educación, cultura, familia. Son temas que hoy se mencionan con otro sentido, incluso desde sectores que los usan de manera individualista. Lo preocupante es que se vota en contra de la salud o de la educación pública sin advertirlo. Eso muestra un vacío de liderazgo capaz de defender esos valores en una clave moderna. Cuando se enuncian los viejos discursos, la gente simplemente deja de escuchar.”

LCV: “Coincido. Es urgente que el sistema regenere nuevos liderazgos capaces de ocupar los espacios que deja vacíos Milei. Y menos todavía si la política sigue hablándole a la gente desde el reproche.”

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Martín Rodríguez: la política entre el desencanto y la necesidad de volver a pensar

LCV: “Martín Rodríguez, cronista político, poeta, columnista y director de Revista Panamá. Durante años fue colaborador en La Política Online, Miradas al Sur, Noticias Urbanas, Le Monde Diplomatique y Revista Crisis. También fue columnista del programa Radio Gente de a Pie junto al querido Mario Wainfeld, y actualmente participa en Hermosa Mañana, el canal de streaming Gelatina.
Publicó dos libros de ensayo político: Orden y progresismo (2014) y La grieta desnuda, junto a Pablo Touzón. En 2021 fue compilador y autor de ¿Qué hacemos con Menem? y en 2023 publicó su último libro de poesía, Balada para una prisionera, por Caleta Olivia.
Martín, además de tu trabajo como editor y fundador de Revista Panamá, con una mirada siempre innovadora, sos poeta. Y eso, creo, se nota en cómo pensás la realidad. ¿Lo ves así?”

MARTÍN RODRÍGUEZ: “¡Ay, sos tan generosa! Primero, gracias por la invitación. Y sí, nombraste a Pablo Touzón, que fue también fundador de Panamá. Éramos la línea fundadora, allá por 2011 o 2012. Hicimos una revista política para esperar volver a la política. Y al final funcionó la revista.
Hay una película de Woody Allen, Ladrones de medio pelo, donde un grupo de amigos decide robar un banco y alquilan una panadería al lado para hacer un túnel. Bueno, saquemos la parte delictiva y quedémonos con la metáfora: nosotros armamos una revista para, en algún momento, volver a la política. Y al final, funcionó la panadería.”

LCV: “Y funcionó porque nunca se permitió pensar cómodamente. Panamá caminó por el ripio, por el desierto, con una bolsita de sal. Vos, Pablo y tantos otros se animaron a romper moldes. Muchos, que en su momento discutíamos la dureza de esas miradas, hoy encontramos cobijo en ese espacio.”

MARTÍN RODRÍGUEZ: “Sí, creo que Panamá funcionó porque se animó a pensar incómodo. Desde el inicio sabíamos que no queríamos escribir con pantuflas.”

LCV: “Hay una frase que me dijo mi madre en los 70, cuando lloraba viendo a Perón decir cosas con las que no estaba de acuerdo. Me dijo: ‘Sos dueña de tus decisiones. Cuando ves, ves. Y no vas a dejar de ver nunca.’ Es eso: cuando ya viste, elegir seguir es una decisión.”

MARTÍN RODRÍGUEZ: “Hermosa escena. Y sí, incluso con Pablo nos gusta mucho el último Perón, pero son discusiones difíciles. En política, el diario del lunes siempre es más fácil.”

LCV: “Exactamente. Y si traemos eso al presente, parece que seguimos atrapados en un seguidismo ciego. Escuchás votantes que dicen: ‘No me importa lo que hicieron mal, los voy a votar igual.’ De un lado y del otro. ¿Qué lectura hacés de eso?”

MARTÍN RODRÍGUEZ: “Con Pablo escribimos La grieta desnuda para tratar de entender justamente eso. Lo que llamamos ‘el régimen de la política polarizada’: una política que podía asegurar representación, pero no hegemonía ni transformación.
Desde 2011, la Argentina vive una decadencia económica continua: no crece el PBI ni el empleo privado; solo creció el empleo público. La polarización se intensificó al mismo tiempo que la economía se deterioró. Estamos mal representados.
Milei, con toda su disrupción, es parte de esa continuidad. Patea tableros, devora a Macri como una boa constrictora, y deja a los viejos liderazgos —Cristina y Macri— desgastados. El peronismo, además, quedó atrapado en una interna antropofágica. Cuando la disputa llega a Kicillof, ya es casi filial: la madre contra el hijo político.”

LCV: “Y en ese contexto, aparecen frases como la de Taiana, que habló de una ‘manada’ de jóvenes votantes varones entre 16 y 30 años. Una palabra muy desafortunada. ¿Qué lectura hacés del voto joven y de este nuevo electorado tan emocional?”

MARTÍN RODRÍGUEZ: “Creo que es una mezcla. Vivimos una época sin paciencia, con cultura del scroll y consumo rápido. Milei gobernó así: quiso mostrar resultados en dos meses.
No espero que Taiana entienda a los nuevos votantes, pero tampoco es solo un tema generacional. Hay una comodidad, un tipo de analista que vende la revolución ajena, que juzga desde un podio. Y la política no puede hacerse desde un podio.”

LCV: “Pero Milei es, de algún modo, la foto de la sociedad que somos.”

MARTÍN RODRÍGUEZ: “Sí. Su paso electoral y su gobierno revelan el estado de nuestra sociedad. Lo que falta es paciencia para leer, para entender. Hace falta una renovación de ideas y de nombres. Pero muchos se dedican a bloquearla. Cristina y Máximo, por ejemplo, impidieron la renovación de nombres, y Kicillof no trajo una renovación de ideas.”

LCV: “Pienso en cuánta gente valiosa se fue quedando afuera de la política. Ustedes, en 2011, se fueron al desierto con la bolsita de sal. Había cuadros para otra batalla cultural —si se me permite el término—, pero esa batalla nunca se dio.”

MARTÍN RODRÍGUEZ: “Sí, porque se confundió poder con trascendencia. El sistema político se dedicó a reproducirse a sí mismo, no a abrir el juego. Hoy las listas se arman para sostener la propia clase, no para representar la realidad.”

LCV: “Y esa realidad, sin embargo, logró cosas. Digo, la marcha del orgullo, la ampliación de derechos, los cuerpos diversos en la calle. Son logros culturales que no se reconocen.”

MARTÍN RODRÍGUEZ: “Claro. La ‘batalla cultural’ no debería ser un cliché. Es la batalla de las ideas eternas de la política. Cada época tiene ruptura y continuidad. Con Milei hubo una aceleración, un cambio generacional que nos envejeció rápido a muchos. Pero comprender la época no significa obedecerla.
Una época no es un mandato: es una condición. El deber del intelectual, del político, del trabajador de la cultura, es dudar. Las certezas de piedra nunca ayudaron a nadie.”

LCV: “Exacto. Y eso se enlaza con otra palabra que desapareció del lenguaje político: ‘nosotros’. Todo se volvió ‘yo’. Y también desapareció ‘trabajador’. ¿Qué valor tiene hoy para vos ese ‘nosotros’?”

MARTÍN RODRÍGUEZ: “El ‘nosotros’ tiene que ser una casa sin llave, una puerta abierta. No puede ser un refugio cerrado. Es un ‘nos’ con ‘otros’.
Y eso tiene que ver con mirar. Con ver al otro tal como es. Cuando Perón contempló la Plaza de Mayo el 17 de octubre, miró durante quince minutos a la clase obrera tal como era. Para construir un ‘nosotros’, primero hay que abrir los ojos.
Eso, creo, la política peronista lo perdió hace mucho. Y es algo que interpela a todos, no solo a los peronistas. La izquierda también se encierra en su cubículo.”

LCV: “Totalmente. Hoy el desafío es volver a mirar, volver a pensar, volver a creer en la construcción de sentido.”

MARTÍN RODRÍGUEZ: “Sí. Volver a creer en el pensamiento y en los trabajadores. Porque sin ellos no hay política posible.”

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La Política Post-Milei, por Luis Lea Place


Ilustración de portada: Silvia Flichman (www.silviaflichman.com.ar)

Los problemas políticos de la Argentina post-Milei, parecieran que no son de fácil solución. Sin embargo se podría hacer un esbozo de aproximación a los mismos, a fines reflexivos. Estos no radican en la dificultad de elaboración de un proyecto de país, de programas, planes referidos a las dificultades económicas y sociales, etc. Más bien están relacionadas a los nuevos paradigmas que atraviesan la política. Nunca como antes en la Argentina –y también en otras regiones del mundo- la coyuntura política estuvo tan agenciada a una mutación de una era histórica.

Paradigmas políticos del post-fordismo industrial

Mantenemos la tesis política que estamos asistiendo al fin de la Representación Política, no en el sentido de crisis de representación, sino de crisis de la representación como concepto político. El poder de la política vigente, reside en la representatividad, algo disociado con la nueva subjetividad de la población argentina.

La representación política está asociada a la organización piramidal jerárquica y ambos conceptos están basados en la homogeneidad de la subjetividad de la población. Necesita una sociedad estructurada en una pirámide social, con clases bien definidas, y con una cierta previsión de los comportamientos. Estas condiciones son necesarias para los políticos sin distinción de colores, abarca todo el espectro de la política argentina. El problema consiste en analizar si han cambiado esas condiciones, y cómo afecta o no a los mismos paradigmas de la política. Es relativamente fácil percibir como difícil comprender el comportamiento actual de las personas, comportamientos erráticos, disruptivos, como unos cortocircuitos en la subjetividad y también, obviamente, en nosotros mismos.

El rechazo evidente de la subjetividad de la población a la política partidista, a la actividad política parlamentaria y todo aquello que emane de la organización piramidal deviene del hecho que la política actual tiende a desconocer el ejercicio intelectual autónomo del sujeto, algo muy importante al margen de la valoración que se haga de los mismos. Pero lo que es difícil negar es que ha explotado la multiplicidad en la mente de las personas. Esto se manifiesta en la actitud de rehuir a la unidad política, refractaria a la obediencia, inestabilidad en los pactos de largo plazo; renuente y esquiva de transferir sus propios derechos, no delegar su representatividad, su pensamiento, ni su decisión. Esta subjetividad se caracteriza por su completa desestructuración y sus iniciativas podrán surgir desde cualquier punto de esa mente rizomática. La sociedad que conocimos, surgida de las revoluciones industriales, de grandes fábricas, de trabajo estable, estructurada en clases sociales definidas, con una ordenada explotación de la fuerza de trabajo, ha dejado de existir.

Un ejemplo extremo para hacerse una idea de lo que estamos viviendo: los trabajadores del peaje y su organización sindical, fueron barridos de la faz de la tierra por el tag digital de los vehículos. Esto no es una cuestión de valoración moral, está más allá del bien y del mal, es como la fría indiferencia del universo. Es un plano de inmanencia de una sociedad rizomática de la nueva era. La voluntad política sólo transforma cuando esta agenciada a una inmanencia social. Saltear la inmanencia, la voluntad nos lleva al “comisario politico” encaminado al descubrimiento politico que impresiona del siglo XX: “La primera persona del discurso emancipatorio, indica, en realidad, es el lugar del dominador” (E. Díaz, 2009:45)

Si la política consistía en unir los puntos comunes de las personas, ahora sus puntos comunes son su heterogeneidad. Y las organizaciones piramidales son sólo sustentables con una subjetividad homogénea. No se puede proponer programas homogéneos a personas heterogéneas. Discursos de una cadena de significantes fordistas a una subjetividad rizomática. El fordismo industrial, no sólo aportaba estabilidad a la sociedad, sino también era el “reparo” a sus miedos, pero muy pocas cosas quedaron de las viejas revoluciones industriales, y las personas cada vez más buscan “en el único reparo que le queda, el lenguaje, el intelecto, las facultades comunes del género humano” (P. Virno 2008: 17) De allí el desarrollo de la individuación singular de las personas, únicas e irrepetibles, leídas por la gramática fordista como la exacerbación del viejo individualismo en el contexto del concepto Pueblo, aportando mayor confusión aun. Los nuevos reaccionarios de la era digital, Milei en nuestro caso, supieron ver este fenómeno y elaborar un perfil que hizo “match” con una amplia franja de la sociedad argentina y establecer un nuevo dominio, a través de una organización rizomática. Y a través de ella ejercieron un concepto llamado en teoría: abstracción real. Supieron establecer una fusión entre la enunciación performativa agenciada a la mente social, ganando en varias provincias sin siquiera haberlas visitado. Algo que modifica el paradigma de la política, para auto-relacionarnos en la heterogeneidad de la subjetividad de la multitud.

Decir que Milei es producto del desastre del gobierno anterior es una simplificación que no logra captar los nuevos paradigmas políticos de la era actual. Este fenómeno político venía madurando subterráneamente en la mente de la población y es la razón por la cual gana Macri en el 2015, prometiendo mantener las políticas del anterior gobierno. Enunciación que cuestionaría a los que sostienen la simplificación anterior. Si bien es una conjunción, no surge tanto de la coyuntura política como de la modificación de una era histórica. La idea de esta nota apunta a reflexionar –desde la polémica de Hobbes-Spinoza posterior al Pacto de Westfalia- que la categoría Multitud ayuda a explicar un cierto número de comportamientos sociales contemporáneos.

Fundamentalmente significó el inicio del ciclo de la soberanía estatal del 1600, y el paso del concepto Multitud al concepto Pueblo, fenómeno que alcanzaría su máximo desarrollo y forma clásica durante el capitalismo industrial. Sin embargo el destituido concepto Multitud siguió existiendo en los intersticios de la sociedad moderna.

Quizás sea la revancha Nómade en Europa, o la revancha del Gaucho argentino de las pampas, perseguido para trabajar, respetar las leyes, ser incorporado al ejército y acatar el nuevo orden que había llegado a la humanidad en sus distintos momentos. Quizás valga la pena preguntarse si es que no estamos verdaderamente en un nuevo quiebre, pero esta vez el paso es del concepto Pueblo a Multitud. O quizás -como dice P. Virno- “estemos en un nuevo siglo XVII, en una época en la cual las viejas categorías explotan y es preciso acuñar otras nuevas. Muchos conceptos que parecían extravagantes e inusuales -la noción de democracia directa no representativa- por ejemplo ya tienden quizás, a urdir un nuevo sentido aspirando a su vez a devenir ellas también ´obvias´”. (P. Virno. 2008: 15). Hoy por hoy parecería que estamos viviendo la venganza nómade. Pero esta regresión, en realidad no lo es. Es como el concepto de Nietzsche, El Eterno Retorno. Siempre se vuelve al devenir, que siempre es singular. Se vuelve a lo mismo, pero ese mismo es algo nuevo. Se vuelve del concepto pueblo a la multitud, pero a la multitud contemporánea. Comprender la singularidad del fenómeno político de Milei, es una oportunidad para evitar que la reacción política argentina, se reacomode y arremeta en un próximo período aún con mayor profesionalismo. Como es el caso de V. Orban (Hungría), un gobierno reaccionario rizomático pero con inmanencia, sustentabilidad, como no pudo Milei. Debemos hacer un esfuerzo para despojarnos de las estructuraciones, dejar de conservar la ilusión de las certezas “una ambición metafísica de conservar el puesto perdido, ambición que en definitiva continua prefiriendo siempre un puñado de “certezas” a toda una carreta de hermosas posibilidades; acaso existan incluso fanáticos puritanos de la conciencia que prefieren echarse a morir sobre una nada segura antes que sobre un algo incierto.” (Nietzsche, 2007:29)

A modo de conclusiones

# El 7 de agosto de 2018 en la movilización de las mujeres a favor del aborto legal, seguro y gratuito (aproximadamente más de un millón en CABA y 3 millones en el país) el colectivo de Mujeres Argentinas apareció como fruto de una interconectividad entre ellas. Una de las mujeres explicaba cómo fue interpelada por otra mujer: “¡vos no me representas!” Ella contestó: “yo no te represento, ni quiero hacerlo, yo me represento a mí misma y desde allí me conecto con mis compañeras”. “Dijimos: ¡ha llegado la hora de poner el cuerpo!…he hicimos un chat!…mientras se reían. ¡Un cuerpo virtual! “Así se formó una red de mujeres que no nos conocíamos personalmente, y esa red conectada con otra y otras; y así llegamos a millones.”

# La movilización dejó una espesa capa de importante signos a dilucidar. Las mujeres argentinas han quedado en un lugar de sabiduría. Quizás sin saberlo, al luchar en contra del patriarcado, dejaron al desnudo la nefasta pirámide jerárquica, autoritaria. No hubo delegados, asambleas, comisiones directivas, secretarios generales, jefas, nada de dichas estructuras. Todo deconstruido gracias a la conectividad digital que permitió la gran movilización de los cuerpos heterogéneos.

# En el fordismo la estructuración organizativa piramidal permitía las relaciones de las personas, para luego transformarla en un elemento de dominio en contra de las mismas personas que la crearon a través de las representaciones (burocracia sindical, parlamento, partidos políticos etc.)

# Las relaciones digitales nos permiten relacionarnos al margen de las estructuras y la distancia en tiempo real. Y son fructíferas siempre y cuando se complete el ciclo de volver al contacto entre personas. Caso contrario la relación sería “conjuntiva” (F. Berardi) anti-empática, ajena a la vida, como es fácil observar en la vida cotidiana.

# No se puede crear una alternativa autónoma, ya sea en el globo o regiones a la Elite Financiera Global que funciona en red y en tiempo real, desde los volúmenes de tiempo, estructuras perimidas y representaciones políticas. “La batalla contemporánea de la dominación está entablada entre las fuerzas equipadas respectivamente, con las armas de la aceleración y la demora” (Z. Bauman).

# El estado también es una estructura piramidal, que mediante la lógica digital podemos acceder a políticas públicas no estatales. La humanidad no sólo es incapaz para volar como los pájaros ni correr como las chitas, pero si fabricar aviones y autos; también somos altamente incapaces para manejar conscientemente nuestras propias relaciones sociales administrativas más elementales. . Parafraseando a Backfeed, en el reino animal, los individuos son capaces de cooperar en una actividad social, de forma colaborativa, sin planes ni objetivos previos, sin sentido predeterminado ni jerarquías, como son los casos de los bancos de peces pequeños, abejas, etc. Nosotrxs no. El Estado como todo espacio fordista, lineal, formado por un conjunto jerárquico de lugares como espacios de localización territorial, tiende a la desaparición frente a la informática digital (ver Tiempo y Espacio…LLP y PCC). Desde la década del ’90 del siglo XX, su debilidad no ha dejado de crecer, la caída del socialismo y del estado de bienestar, manifiestan que ha dejado de ser un instrumento para resolver las injusticias sociales como en el pasado, cualquiera sea su composición. Lxs defensores/as del Blockchain radicalizado, sostienen que es factible disolver todas las instituciones del Estado en millones de compromisos micro-sociales-económicos-admirativos-jurídicos- etc. respaldado por contratos informatizados, siempre sobre la base del predominio de la riqueza sin valor. (L.P.-Cazes C. 2022: 171).

# Afirma el concepto que las nuevas generaciones, no se basan en la unidad, en la identidad, en lo homogéneo, en un programa; no forman una asamblea, un partido político, un movimiento, como en la representación piramidal; sino que fluyen en el co-funcionamiento, en el ensamble, en una relación diferencial entre heterogéneos que emerge en el plano de inmanencia de la materia social, son lazos en la multiplicidad. En eso consiste la acción política no representativa de la multitud. Permite el libre desarrollo de la individuación en una red autónoma, que acentúa a su vez la robustez de la Multitud. No es una nueva representación, es una discontinuidad del paradigma de la representación. Al no ser representada deviene Real.

Septiembre de 2025

Ilustración de portada: Silvia Flichman. Oleo y Collage

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Archivo

Anticipo de “Papeles Quemados”, último libro de Ricardo Ragendorfer

Para los amantes de nuestra sección de Archivos LCV, llegó el libro que estaban esperando. “Papeles Quemados”, publicado este mes por editorial Planeta, rescata las crónicas que Ricardo Ragendorfer escribió para Télam entre 2021 y 2023 y que sufrieron los efectos destructores que impuso la “batalla cultural” iniciada por Javier Milei en 2024. Algunas de ellas ya fueron ‘resucitadas’ por La Columna Vertebral en esta misma sección. Un material valioso que pretende vencer la censura ocurrida luego del cierre de la Agencia Nacional de Noticias que inhabilitó su plataforma y ya no fue posible acceder a la cablera de fotos y notas y tampoco a su valioso archivo. “Papeles Quemados”, historias escritas con la inconfundible pluma de Ragendorfer que entrelazan datos curiosos sobre protagonistas del dos siglos de historia, ya sean famosos del poder, del mundo artístico y también seres anónimos. Allí se entrelazan crónicas que van de San Martín, a Capablanca pasando por el Che Guevara o Ringo Bonavena.

A modo de anticipo, LCV comparte hoy una de estas joyas: “Romance de la muerte de Juan Lavalle”.

Romance de la muerte de Juan Lavalle

Su nombre completo era Juan Galo de Lavalle. Y en 1814, siendo teniente de las tropas del Directorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata combatió al general José Gervasio Artigas durante el segundo Sitio de Montevideo. Ese fue su bautismo de fuego.

A partir de entonces, su carrera militar y política fue ascendente.

En 1828 derrocó al gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, antes de vencerlo en la batalla de Navarro y ordenar su fusilamiento.

En aquel entonces, Juan Bautista Alberdi, un muchacho de de apenas 18 años, seguía con suma atención el desarrollo de los acontecimientos.

Se trataba de un ávido lector de Montesquieu. Y para canalizar su visión del mundo, se identificaba con la causa unitaria.

Una década después, durante una mañana otoñal, marchó al exilio. Y ya en el bote que lo arrimaba al bergantín a punto de zarpar hacia Montevideo, se permitió un gesto cargado de teatralidad: arrojar al agua la divisa punzó que el régimen rosista hacía usar a los ciudadanos.

Entre las múltiples ocupaciones que desplegó en esa ciudad resalta la de secretario del general Juan Lavalle, quien estaba sumido en los preparativos de su ofensiva bélica contra Juan Manuel de Rosas.

Alberdi se sentía un espectador privilegiado de la Historia.

Pero el vínculo entre ellos fue difícil, dado el pésimo talante del militar y su tozudez política. En resumen, la simpatía de Alberdi por el ideario de la Revolución Francesa chocaba con las fantasías napoleónicas de Lavalle. De modo que ese lazo laboral no fue duradero.

Aún así, el 2 de junio del año siguiente Alberdi acudió a la Puerta de la Ciudadela para ver a Lavalle partir hacia la isla Martín García al frente del Ejército Libertador, una fuerza de casi tres mil hombres que batallaría contra los federales. Fue la última imagen del general que él se llevó a los ojos.

Disparos al amanecer

Lo cierto es que Lavalle creía estar bendecido por la Providencia. Semejante pálpito se derrumbó como un castillo de naipes al ser derrotado, dos años más tarde, por el general Manuel Uribe en la batalla de Faimallá, en Tucumán.

A partir de entonces inició una larga marcha hacia la nada. Únicamente conservaba doscientos hombres extenuados. Su propia estampa alta y rubia lucía declinada. Poco quedaba del héroe de Ituzaingó, Riobamba y Maipú. Frágil de salud y remordido por el fusilamiento de Dorrego, el general estaba por cumplir 44 años cuando se acercó con su milicia a San Salvador de Jujuy. Corría el 8 de octubre de 1841.

Esa noche de cielo encapotado la tropa quedó acampada en las afueras de la ciudad al mando del coronel Juan Esteban Pedernera.

Lavalle avanzo hacia el casco urbano para pernoctar bajo algún techo, a sabiendas de que la autoridad unitaria había puesto los pies en polvorosa. Lo acompañaban su edecán, Pedro Lacasa, el secretario civil, Félix Frías, dos oficiales y ocho soldados. Allí también estaba Damasita Boedo, su soldadera, una despampanante pelirroja que encubría sus curvas con ropaje varonil.

San Salvador era la viva imagen de la desolación y el presagio. Lavalle y los suyos encontraron refugio en el viejo caserón de la familia Zerranuza, abandonado unos días antes por el delegado unitario, Elías Bedoya, ahora en desaforada fuga.

El general y Damasita se instalaron en el dormitorio que enfrentaba al segundo patio. Frías y Lacasa, en una habitación pegada al zaguán. Otra fue ocupada por los dos oficiales. Y los soldados se tendieron en el primer patio. Menos el centinela, apostado junto al portón de cedro macizo.

Al clarear se detuvo ante aquella vivienda una partida federal de quince jinetes al mando de Fortunato Blanco. Buscaban a Bedoya sin imaginar quién realmente se alojaba allí.

El centinela atrancó el portón y dio la voz de alarma.

Lacasa y Frías se lanzaron al dormitorio de Lavalle. El edecán exclamó:

– ¡Los enemigos están en el portón, general!

– ¿Qué clase de enemigo son? –quiso saber Lavalle.

– Son paisanos –respondió Frías.

El secretario evitaba mirar a Damasita con poca ropa, casi desnuda.

–No hay cuidado. Manden a ensillar, que nos abriremos paso –fueron las palabras de Lavalle mientras comenzaba a calzarse las botas.

Sobre la mesita de noche estaba su pistolón francés. Y él lo observó de soslayo. Damasita, desde el lecho, también.

Lacasa y Frías fueron hacia el fondo para buscar los caballos.

Frías se apresuró en partir en su cabalgadura por la salida posterior para avisar a Pedernera lo que sucedía. Sin embargo, sufrió una demora por eludir la posición de la patrulla atacante.

Mientras tanto, en el acampe tropero –a medio kilómetro– prevalecía la incertidumbre; hasta allí había llegado el griterío de los federales. Pedernera entonces ordenó a los soldados ponerse en movimiento. De pronto –tal como lo consignaría él en 1886, al dictar sus memorias–, fue audible a lo lejos “tres descargas de tercerola seguida de otra distinta; luego, un silencio espeso”.

Aquellos mismos estruendos hicieron que Lacasa, aún en los palenques, volviera sobre sus pasos. Lo que vio en el siguiente instante quedaría grabado para siempre en sus retinas: Lavalle despatarrado en el zaguán con la garganta destrozada en medio de un charco de sangre, y las convulsiones del final. A centímetros de la mano izquierda yacía su pistolón.

Sólo Damasita estuvo con él en el momento de los disparos. Y seguía ahí, semidesnuda.

Lacasa la cubrió con su capote.

Los federales ya se habían alejado.

La marcha fúnebre

Desde ese preciso momento, el tiempo empezó a transcurrir con una lentitud exasperante. Y el silencio era sepulcral.

Algunos soldados rodearon el cuerpo. Otros estaban ante el portón con los ojos clavados en la cerradura rota que uno de ellos señalaba con un dedo. La escena parecía congelada. Y sin palabras se dio por sentado que un balazo de tercerola la había atravesado para impactar en el cuello del general.

Su cadáver quedó en el caserón, mientras la tropa reiniciaba el repliegue hacia el Alto Perú. Pero, súbitamente, Pedernera detuvo la marcha y mandó a dos soldados y un teniente a rescatarlo. Ellos volvieron con el muerto cargado en su caballo. Un poncho le hacía de mortaja.

Durante la travesía, por la mente de Frías desfilaron postales dispersas sobre su última etapa junto a Lavalle. Una etapa difícil de descifrar, en la que sus actitudes, reacciones y reflejos ya resultaban inquietantes. Entre éstas, su inclinación por desatender las responsabilidades militares para entregarse a los placeres de la carne.

Como cuando –aún muy afectado por la derrota de Quebracho Herrado– se recluyó en una hacienda de Catamarca para compartir con la bella Solana Montemayor –esposa del gobernador riojano, Tomás Brizuela– cuatro días y noches sin salir de la cama, mientras sus oficiales, desesperados, iban y venían de un lado a otro de la puerta a la espera de instrucciones.

En aquella circunstancia, Frías le dijo a Pedernera:

–La causa de la libertad, señor coronel, se pierde por las mujeres.

La respuesta fue:

–Hay algo peor, don Félix: durante la batalla él se colocaba tan cerca de las líneas de tiro, que parecía buscar la muerte.

Es posible que Frías evocara tal diálogo durante esa mezcla de huida lenta y procesión fúnebre. Y quizás entonces haya volteado la vista hacia el caballo cargado con el cuerpo del general bajo una nube de moscas. El sol abrasador no favorecía su conservación.

Damasita cabalgaba a una distancia prudencial.

Frías enfocó su mirada en ella.

Fruto de una aristocrática familia salteña, esa mujer de 23 años era hija del coronel José Boedo y Aguirre, sobrina del diputado Mariano Boedo y hermana de José Félix Boedo, un joven federal fusilado con un tío materno en vísperas al desastre de Famaillá por orden de Lavalle. Y a pesar de la súplica de clemencia llorada por Damasita.

Pero luego se le presentó otra vez, para decir:

–Quiero seguir tus ejércitos. ¡Soy unitaria!

El amor entre ellos tuvo esa penumbra.

Frías –que no comulgaba con la idea del tiro que atravesó la cerradura– seguía observando a la soldadera del general.

Sólo Damasita –pensó él– atesoraba el misterio de su muerte. ¿Acaso lo vio infringirse ese desenlace o fue ella la llave vengadora de su final?

La travesía fue tortuosa. Por su avanzada descomposición, al cuerpo de Lavalle hubo que desencarnarlo en el poblado de Huancalera. Pero los huesos –debidamente lavados–, la cabeza –envuelta en un pañuelo muy ajustado– y el corazón –sumergido en aguardiente– fueron llevados a fines 1r42 a la ciudad trasandina de Valparaíso.

Fue precisamente allí donde Juan Bautista Alberdi supo los detalles del final de Lavalle por boca de Frías.

Ambos por entonces estaban exiliados en Chile.

Damasa jamás volvió a Salta. Y murió con su secreto en 1880.

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