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Curiosidades (y desdichas) suburbanas, por Mario Sabato
Hace años, cuando huí de la ciudad y me refugié en la paz de un suburbio con calles de tierra, tantos árboles y el cielo que no se nos oculta, me encontré con algunas curiosidades, inéditas para los que nacieron y sobreviven en junglas de asfalto.
No es curioso que no tengamos agua corriente. Y eso, que parecería una desventaja, me hizo conocer el agua pura de los pozos, tanto más agradable que la que deben beber mis hijos y mis nietos, que padecen la ciudad.
Tampoco hay cloacas. Y esa carencia me llevó a un recuerdo muy lejano, cuando en mi barrio pasaban los camiones “atmosféricos” como se les decía.
Cuando era un nene pregunté alguna vez si se usaban para llevar y traer atmósferas. Tuve algunas risas como respuesta, y luego una explicación balbuceante y muy confusa.
Ahora, tantos años después, la denominación se me explica por el reiterado hábito de los eufemismos que nos persigue.
Si leemos en los diarios que alguien falleció “luego de una larga y penosa enfermedad”, o que un automóvil atropelló a “un no vidente”, es porque se supone que otras palabras pueden amenguar las desagradables que no deben decirse, como cáncer o ciego.
Es razonable, entonces, que se eviten otras aún menos presentables, como caca o pis. Y con “atmosféricos” escondemos que esos camiones llevan nuestros residuos más secretos.
De todas maneras, y como tengo tiempo para perder, me divertí con los nombres que les dibujan en los tanques.
Desde un inocuo “Norma”, que me me hizo suponer que era el nombre de la señora del transportista, pero que luego me sumió en dudas sin respuestas:
Que le haya puesto su nombre, ¿Era un gesto de amor conyugal, o una opinión lapidaria sobre su esposa?
Otro camión tenía dibujado, como todos con letras que suponían “primorosas”, algo que propietario pretendía que fuera una propaganda: “La puntual”, anunciaba. Pero jamás aparecía ni en el horario prometido ni en el día estipulado.
Pero a la joya de mi colección no lo pude ver por las callecitas de mi suburbio casi rural. Vi el anuncio rutilante en unos de esos carteles con lucecitas.
Al camión se lo veía majestuoso y enorme, capaz de duplicar a los otros en su capacidad para encerrar heces y otras porquerías similares.
El cartel ostentaba letras más impactantes y modernas que las de su modesta competencia. Decía, con énfasis: “LA GRAN ARGENTINA”.
Las dudas, que nunca me faltan, me señalaron dos posibilidades antagónicas.
Que el dueño fuera un patriota muy desbordado, o que, por el contrario, tuviera una opinión muy escatológica de nuestro país.
Pero, además de estas y otras curiosidades amables, los que vivimos en esta paz sin estridencias, a veces sufrimos algunas desdichas.
Sonoras, sobre todo, que rompen el pacífico silencio que nos merecemos.
Con alguna frecuencia pasa una destartalada camioneta, que lleva todo tipo de vegetales, y que está coronada por un gigantesco parlante, que debe haber tenido mejores épocas en algún club bailable.
De ese parlante surgen, con una potencia atronadora, las apelaciones machistas de los verduleros, todas dirigidas a “las señoras” del lugar. No sé (¡otra vez las dudas!) si pretenden denigrar a mi mujer, o menoscabar mis esfuerzos por cumplir con los mandados que se me exigen, que incluyen comprar frutas y lechugas.
Por suerte, mis vecinos son muy discriminatorios: solo confían en los bolivianos en temas relacionados con la verdulería.
Los asoladores sonoros no son bolivianos, y menos aún japoneses, muy apreciados por sus quintas cercanas. Sus atronadores gritos han tenido, entonces, muy escuálidos resultados, y casi no vienen por acá.
La que sí viene, cada tanto y con excesiva frecuencia en tiempos electorales, es una avioneta, equipada con parlantes potentísimos.
Cuando corre el tiempo de inscripción de alumnos y la inevitable competencia entre colegios privados, la utiliza a mansalva el Instituto Mariano Moreno.
La excelencia académica no es su fuerte, a juzgar de lo que nos ensordece desde la avioneta. Lo que se proclama como su mayor ventaja es que está a dos cuadras de la Plaza.
En tiempo de elecciones, el calvario nos lo ofrece un señor llamado Franco La Porta.
La avioneta nos reitera, una y otra vez, su nombre, mientras sobrevuela la zona.
Me informé de los anteriores resultados electorales de este señor, siempre escuálidos.
Y estoy casi seguro de que sus votantes deben ser hipoacúsicos. Solo los sordos pueden soportar a la perversa avioneta y no odiar al candidato que nos aturde a todos.
Esta desdicha, como la curiosidad de los camiones atmosféricos, me reiteró los recuerdos de mi infancia.
De chico, en el Cine Ocean de Santos Lugares, me maravillaban las escenas bélicas, y en especial la deslumbrante acción de las baterías antiaéreas.
Soñaba con disparar con esas ametralladoras, que me parecían insuperables, contra los malvados aviones japoneses.
Cuando se avecinan las elecciones, vuelvo a soñar algo parecido, aunque se reduzca al abatimiento de una modesta avioneta suburbana.
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CGT: “MARCHAMOS CONTRA LA REFORMA LABORAL”
La Confederación General del Trabajo anunció una movilización a la Plaza de Mayo para el jueves 18 de diciembre en rechazo a la reforma laboral que impulsa el gobierno nacional que busca precarizar aún más el trabajo argentino.
El proyecto del presidente Milei pretende instalar un banco de horas que permitiría jornadas de trabajo de 12 horas, habilita el cobro de salarios mediante mercancías y elimina, entre otros, el estatuto del periodista.
*nota en desarrollo
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Expo Cooperativa 2025: producción, soberanía alimentaria y desarrollo local, por Hernán Rachid
En exclusiva con La Columna Vertebral, e ldirector de Capacitación y Formación del Instituto Provincial de Asociativismo y Cooperativismo (IPAC), Hernán Rachid, detalla cómo avanza la organización de la Expo Cooperativa 2025, profundiza en el rol de las cooperativas en la producción de alimentos y explica por qué la soberanía alimentaria es clave para el desarrollo de las comunidades bonaerenses. También analiza la situación actual del sector agropecuario y la urgencia de fortalecer redes productivas en todo el territorio.
LCV — ¿Cómo va la preparación de la Expo Cooperativa 2025 que tendrá lugar este viernes?
Hernán Rachid: “Este viernes 12 estaremos en el Teatro Argentino, en calle 51, realizando la segunda Expo Cooperativa desde que se jerarquizó nuevamente el órgano de control y fomento de cooperativas en la provincia. La primera edición fue el año pasado y esta segunda llega con gran participación y una amplia oferta de actividades.”
LCV — Dentro de la Expo habrá una feria de alimentación. ¿Quiénes participan y qué ofrecerán?
Hernán Rachid: “Decidimos concentrar la muestra en las cadenas de producción más fuertes de la provincia y por eso montamos una feria de alimentos en el exterior del Teatro Argentino con unas diez cooperativas y federaciones agropecuarias. Participarán Federación Rural, FECOFE, Federación AGROPA y cooperativas de la región y del interior que ofrecerán harinas, lácteos, kiwi y otros productos. Buscamos visibilizar al sector cooperativo y permitir que vecinos y vecinas accedan a alimentos a precios accesibles.”
LCV — Se menciona mucho el concepto de soberanía alimentaria. ¿Cómo lo definirías y cuál es el aporte de las cooperativas?
Hernán Rachid: “La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a producir sus alimentos, especialmente aquellos vinculados a su cultura y consumo habitual, y a acceder a ellos. En las cooperativas de pequeños y medianos productores es un eje central porque involucra el vínculo con el territorio, la comunidad, los consumidores y las formas de producción. Por eso el sector cooperativo lo adopta como un principio fundamental.”
LCV — No todos los productores trabajan bajo el concepto de soberanía alimentaria. ¿Cómo unifican estos esfuerzos en un contexto donde el discurso oficial lo desvaloriza?
Hernán Rachid: “Nuestro enfoque consiste en abordar la crisis del sector agropecuario, donde solo entre el 7% y el 8% de la población vive en el campo y la mayoría está en ciudades. Muchos pueblos del interior no producen sus propios alimentos y dependen de mercados centrales ubicados a cientos de kilómetros. Lo mismo ocurre con la leche, la carne o los huevos. Entendemos la soberanía alimentaria no solo como acceso a alimentos, sino como una estrategia de desarrollo local, trabajo, prestación de servicios, fortalecimiento del comercio interno e impulso para cooperativas y pymes del interior.”
LCV — La soberanía alimentaria implica una cadena productiva compleja. ¿Cómo se integra el sector cooperativo en ese proceso?
Hernán Rachid: “La soberanía alimentaria involucra a toda la cadena de producción. Las cooperativas conviven con productores independientes y empresas en una provincia con una diversidad enorme: fruticultura, horticultura, granos, carnes, olivos e incluso vitivinicultura. En el Congreso de Cooperativas Agropecuarias que organizamos con la Universidad de La Plata y el Ministerio de Desarrollo Agrario, cooperativas grandes, medianas y pequeños productores coincidieron en que la situación es muy preocupante y en que es urgente generar trabajo, fortalecer los pueblos del interior y garantizar el acceso a alimentos.”
LCV — ¿Qué podrán encontrar quienes visiten la Expo Cooperativa 2025?
Hernán Rachid: “Esperamos que se acerque mucha gente. Además de la feria de alimentos, habrá espectáculos de cooperativas culturales; cooperativas tecnológicas con realidad virtual e inteligencia artificial; cooperativas textiles y gastronómicas para comer en el lugar. Será una exposición diversa, completa y muy rica.”
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Crónicas de la vida Moderna, parte II, “Publicidad, marketing y capital”, por Marcelo Cosín
Una canción para acompañar la lectura:
“Coca Cola refresca mejor, Coca Cola elimina el dolor, Coca Cola querida señora, es el símbolo perfecto del amor”. Esta letra (y la música) la escribió el genial Jorge Schussheim a comienzos de la década del 60.
La publicidad es un género de comunicación dependiente de otra disciplina que la abarca: el marketing. Para no entrar en detalles, la publicidad, que es tan antigua como la Edad Media, tiene su inicio como herramienta fundamental del capitalismo en los años 50, después de la Segunda Guerra Mundial.
Esta crónica se refiere a la publicidad comercial, no a la comunicación política. El marketing comercial es mucho más que una técnica para vender productos: es el sistema que organiza la producción y el consumo dentro del capitalismo. Su función no es sólo conectar empresas con clientes, sino crear necesidades, moldear deseos y transformar la vida cotidiana en mercancía. A través de la publicidad, el marketing convierte objetos comunes en símbolos de felicidad, estatus o amor, instalando la idea de que consumir es la forma natural de existir.

Un ejemplo: un comercial de televisión de aceite Cocinero (Molinos Río de la Plata). En el envase del producto hay una imagen de un cocinero con gorro y una gran sonrisa. En ese comercial, el ama de casa, la señora, tiene la fantasía de que ese cocinero del envase toma vida y la enamora. Algo así como que el cocinero es su amante secreto. ¿Qué tiene que ver esta imagen con un aceite de girasol que sirve para freír papas fritas? Nada. Es cierto: nada que ver.
Si uno se deja guiar por las definiciones, podría suponer que la publicidad sirve para informar las características del producto y, sobre todo, especificar las ventajas sobre productos de la competencia. Pero no es así. La publicidad usa técnicas de persuasión. Autores como Vance Packard y Ernest Dichter abundaron en construcciones teóricas para explicar que la publicidad somete a la sociedad a una especie de esclavitud a normas que predeterminan qué es lo bueno, lo correcto, lo aceptable y, sobre todo, dictaminan acerca del deber ser de la persona.Los slogans muchas veces marcan el sentido de producir estados de ánimo, emociones que tienen que ver con la manipulación del deseo: Coca-Cola – “Destapa la felicidad”.

Nike – “Just Do It”- apela a la motivación personal y la superación. El deseo de ser activo y exitoso se proyecta sobre la marca.
L’Oréal – “Porque tú lo vales”- refuerza la autoestima y el deseo de sentirse valioso. El producto se convierte en un símbolo de reconocimiento personal.
Apple – “Think Different”- no describe tecnología, sino identidad y creatividad. Manipula el deseo de ser único y especial.
Durante más de una década, Cerveza Quilmes tuvo una campaña de publicidad que cambió su imagen y devolvió el liderazgo a la cerveza, que estaba opacada por el vino común de mesa. En los años 70, Quilmes tenía una campaña que intentaba convertir a la cerveza en una bebida familiar, veraniega, para ser consumida en el almuerzo o la cena. Competía con el vino común de mesa y, especialmente, con una marca que se había impuesto gracias a su publicidad. El vino Crespi, cuya campaña se basaba en relatos de una familia joven. El comercial más exitoso de la serie fue uno en el que la mujer le dice al hombre que está embarazada y lo simboliza con una imagen en la que le muestra un par de escarpines. El actor era Hugo Arana y esa campaña lo hizo famoso. La feliz familia de Crespi acompañó a los televidentes por años.

El éxito fue tan rotundo que la familia de Crespi acompaño durante varios años a los argentinos. Allá por 1977/78 el joven matrimonio festejaba un aniversario. El bebé de los escarpines ya tenía 6 años. “Pasan cosas lindas en una familia. Muchas se viven con Crespi seco.”
Ver publicidad 1977:
https://www.youtube.com/shorts/PtLX2Q2_Fhg
Lo curioso era la época política en que se desarrolló esa campaña llena de amor, ternura y paternidad: la dictadura militar, en la que se arrojaban seres humanos vivos al Río de la Plata y los dulces bebes eran secuestrados junto a sus escarpines.
Varias marcas de vino competían por ser la bebida preferida de la familia en el almuerzo y la cena. Mientras la cerveza no lograba hacer pie.
Quilmes intentaba, al menos, que en el verano se cambiara el vino por la cerveza con la campaña “A las 9, Quilmes también”, con escenas familiares llenas de amor y ternura. Pero no pudo. La guerra por la bebida en la mesa familiar la ganó el vino, que aumentaba el consumo de varias marcas y, sobre todo, incentivaba la inversión publicitaria.
Una agencia publicitaria llamada Solanas (del hermano de Pino Solanas, Héctor) encontró la fórmula para que la cerveza destituyera al vino. Lo primero que hizo fue una investigación de mercado. ¿Qué descubrió esa investigación? Que los jóvenes estaban ausentes de esas escenas familiares románticas en las que el vino prevalecía. Entonces la agencia encontró dos cosas para hacer que la “birra” se convirtiera en la preferida de la juventud. La primera: descubrir que el alcohol era un paso inicial en la desinhibición del acercamiento sexual. Y después, que los jóvenes ya no estaban en la casa, sino en “los boliches”. Por lo tanto, surgió el slogan “El sabor del encuentro”. Los comerciales contaban cómo una pareja se conocía en un boliche, haciendo que la cerveza fuera el imán que producía el acercamiento.

Estos ejemplos iniciales llaman a la reflexión acerca de la importancia del marketing y la publicidad como factores determinantes en el comportamiento de la sociedad. La publicidad comercial no es un mero instrumento de ventas. La publicidad es la mano armada del capitalismo, que genera consecuencias políticas de mayor importancia.
Continuará…

