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Historias del Viejo Pepe, por Teodoro Boot

Su hijo, que lo sobrevivió de pura suerte, lo recordaba así: “Mi viejo tenía veinte años cuando se robó a mi madre”. Y por más que el hijo se esforzara por disimularlo el viejo nunca se casó con Amanda Bello, con quien de inmediato se instalaría en una casita de Castro 947, entre las actuales Estados Unidos y Carlos Calvo, en un rejunte de casas, corralones, forrajerías, talleres y prostíbulos ahora conocido como Boedo.

Audaz y echado pa`lante, convencido de que la diferencia entre un buen y un mal corte de pelo son diez días, se las rebuscaba como peluquero a pocas cuadras de ahí, entre la antigua estación Almagro del Ferrocarril al Oeste, el conventillo de María la Lunga y el circo de Venezuela y Maza, donde poco antes se habían cruzado su cliente José Betinotti y el legendario payador Gabino Ezeiza.

Amigo de Gabino, de Betinotti –a quien además de destrozarle la rubiona melena le corregía los versos–, de Pablo Vázquez, Higinio Cazón, Luis Acosta García, el talentoso Ramón Vieytes y otros payadores, como lo sería de Carlos Gardel, Caruso, Rubén Darío y Errico Malatesta, a los apenas 20 años cargaba con una larga vida atrás en la que había ido forjando sus dos grandes pasiones: el anarquismo y el teatro.

De esto daría cuenta ese mismo año 1905, cuando fue preso con público y actores incluidos –integrantes del cuadro filodramático de la Sociedad de Obreros Panaderos– en el estreno de su obra Los rebeldes en apoyo de una huelga del sindicato ferroviario.

Dos años después, la compañía de Pepe Podestá, el renombrado Pepino el 88, representará en el teatro Apolo la pieza que le daría una modesta fama en el ambiente: Del fango.

De su fe anarquista quedaría como milagroso testigo su hijo, algunos amigos sensatos y un azorado empleado del Registro Civil de la capital. Era en 1906, cuando Betinotti debió recurrir a otro peluquero: Pepe había pegado buena y conseguido un imposible trabajo en Tribunales en el que, por sus ideas y temperamento, no podía durar, y no duró: oficial encargado de los embargos.

Fue para entonces que el 6 de agosto, su amigo Edmundo Montagne, el notable poeta uruguayo autor de  La casa de los cinco vecinos, irrumpió en el severo recinto del Poder Judicial al grito de “¡Pepe, nació tu hijo Cátulo!”

Qué Cátulo ni que ocho cuartos, se dijo Pepe. Y trepó al tranvía que lo acercó a la barriada. Llegó a su casa bajo una intensa lluvia y, aterido de frío, separó al recién nacido del cálido pecho de Amanda, lo liberó de la faja y los pañales de rigor y lo sacó al patio. “¡Hijo mío! –exclamó– ¡Que las aguas del cielo te bendigan!”

Dos días después, mientras el infante trataba de sobrevivir a la pulmonía, concurrió al Registro Civil acompañado de dos testigos: Montagne y otro amigo.

–¿El niño cómo se va a llamar? –preguntó el funcionario luego de felicitarlo.

–Descanso Dominical González Castillo –repuso el orgulloso padre.

Se entiende: recién acababa de promulgarse la ley que establecía que los domingos fueran días no laborables, un derecho obrero largamente reclamado por los anarquistas. Al funcionario no le pareció tan razonable y se negó en redondo. Los amigos consiguieron separarlos a las primeras trompadas y Montagne se salió con la suya: el niño fue anotado como Ovidio Cátulo González Castillo.

La primera vida de Pepe había empezado veinte años antes en Rosario, el 25 de enero de 1885, como tercer hijo del español Manuel González y de una criolla de apellido Castillo. Tenía nueve años cuando ya habían muerto todos –padre, madre, hermanos– y quedó a cargo de un pariente que lo despachó al Seminario Consular de Orán, a más de mil kilómetros de Rosario, para hacerlo cura.

Fue en Orán donde, entre las puestas en escena de los cuadros religiosos y las costumbres de los naturales de la región, nació su interés por el teatro, al que veía como padre de todas las expresiones artísticas. Lo explicará así: “Antes que aprender a cantar, a bailar, tocar un instrumento, pintar o esculpir, el hombre debió ‘hacer teatro’, propiamente dicho. He podido observar, en las largas correrías de mi infancia, las costumbres de las tribus matacas, tobas y chirihuanas (…) Alrededor de un tam-tam primitivo (…) uno de los bailarines era el bufón, el cómico de los demás, que los hacía desternillarse de risa, en medio del rito religioso, con sus muecas y contorsiones… Estas eran, sin duda, caricaturas de los gestos del cacique viejo… del curandero de la tribu… del guerrero cojo.”

A los 16 años se rajó del claustro y, de regreso a la ciudad que había dejado involuntariamente, conoció al muy joven Florencio Sánchez, con quien trabó una profunda amistad cimentada en la común pasión por el teatro y la mutua adhesión a las ideas libertarias.

Para escapar de la policía se trasladó a Buenos Aires y se hizo peluquero, de prepo, tal como se había hecho teatrero, ácrata y haría todas las cosas en su ajetreada vida.

Instalado en la modesta casa de la calle Castro con Amanda, con quien convivió en amor libre hasta el fin de sus días y con la que tuvo tres hijos –luego de Descanso Dominical llegarían Gema y Hugo–, inmediatamente después de Del fango escribió Entre bueyes no hay cornadasEl retrato del pibe y, en medio de los tumultos y persecuciones del Centenario, antes de volver a rajar, consiguió estrenar La telaraña.

Exiliado en Chile, se estableció con su familia en Valparaíso, trabajó como comerciante de vinos, aprendió a chapurrear inglés, fue periodista del Mercurio, desde cuyas ilustres páginas encabezó una campaña anticlerical que le valió el despido, hasta que con su sainete La serenata obtuvo el primer premio del concurso organizado por el teatro Nacional. En Buenos Aires habían cesado las persecuciones y decidió volver.

De regreso en ese caserío que iba creciendo a la bartola con viejos criollos y nuevos inmigrantes atraídos por el bajo precio de las casas e inquilinatos de la zona, ahora en una casa de San Juan 3957, José Gonzalez Castillo escribió El mayor prejuicio, Los invertidos y El hijo de Agar. Antes, ya había estrenado más de catorce del centenar de obras que le deberá el teatro argentino.

Mientras trabajaba en la casa Glucksmann traduciendo los carteles de las películas mudas francesas y norteamericanas, encabezó una compañía tradicionalista que representaba Juan Moreira, Santos Vega y Martín Fierro con el concurso de varios “cantores nacionales”, entre ellos el dúo Gardel – Razzano.

Enterado de que Glucksmann buscaba artistas para su sello discográfico, recomendó al dúo en forma tan insistente que un año y medio después, el señor Godard, gerente de la grabadora, se avino a concurrir al teatro. Fue ese el inicio de la carrera de Carlos Gardel, quien siempre mostrará su agradecimiento grabándole varios de sus temas. Es que el Viejo Pepe había descubierto una nueva pasión: la poesía popular.

Cuando el 20 de abril de 1918 Elías Alipi le estrenó el sainete Los dientes del perro, tuvo la idea de presentar en escena un cabaret con la actuación en vivo de la orquesta de Roberto Firpo que ejecutó el tango “Mi noche triste”. De ahí en más, en el estreno de todo sainete sería de rigor que un tango fuera presentado en sociedad.

Cuando al año siguiente Los dientes del perro volvió a ponerse en escena, el tango que se cantó fue “¿Qué has hecho de mi cariño?” del propio González Castillo. Le siguieron una veintena más, como “Griseta”, “Silbando”, “Organito de la tarde”, “El aguacero”, “Acquaforte”, “Sobre el pucho”, varios de ellos con música de su hijo Cátulo.

Autor también de los guiones de las primeras obras del cine nacional, fue cronista de Crítica, participó activamente en la creación de Argentores y en 1928 fundó la Universidad Popular de Boedo, que, ubicada en Boedo 657 en el mismo caserón que hoy ocupa la escuela primaria “Martina Silva de Gurruchaga”, albergaba a más de 1500 alumnos.

Por ese entonces, destino errante del inquilino, se había mudado a Loria 1449.

Y fue ese mismo año 1928 que Cátulo le puso música a su tango “Organito de la tarde”.

“Te vas a anotar en el concurso que organiza Glucksman”, le dijo Pepe, conocedor de la importancia que un premio en un concurso en el que participaban los grandes compositores y poetas populares de la época, podía tener en la carrera de un joven de 17 años.

Indignado por la participación del adolescente, Juan de Dios Filiberto, que cultivaba fama y arrebatos de guapo, se presentó ante el Viejo Pepe:

–¡Usted lo está echando a perder al mocoso ese –bramó–, porque va a entrar a la competencia final conmigo. Y si me gana, sepa señor Castillo, que yo me he criado matando vigilantes.

Pepe se puso de pie y respondió:

–Y yo me crié matando sargentos. Les daba dos puñaladas de ventaja y después los cagaba bien a patadas en el culo.

La sangre no llegó al escenario y Cátulo se alzó con un tercer premio, que además del impulso que supuso a su carrera, provocaría un encuentro de enorme trascendencia para la música popular.

Parado en la puerta de su casa, todas las mañanas Cátulo veía pasar silbando un tango a un pibe gordito, un año menor que él, todavía de pantalones cortos, que vivía casi a la vuelta, en Garay y el pasaje Danel. Un día, el gordito se animó:

–¿Vos sos el que compuso “Organito de la tarde”? Yo tengo una letrita… no sé si la querés mirar…

Cátulo la miró y así nacieron el tango “Viejo Ciego”, una amistad que duraría toda la vida y el casi niño Homero Manzi se sumaría, junto a Pedro Mafia, Juan Francisco Giacobbe, Pedro Láurenz y Sebastián Piana (hijo de otro peluquero y eximio guitarrista de Almagro, con peluquería en la calle Castro Barrios 75, donde luego de construirá la Federación de Box) a la banda de muchachos artistas que alborotaba la casa del Viejo Pepe, ya de por sí alborotada por el incesante ir y venir de payadores, músicos y poetas, los interminables cigarros de Rubén Darío, las visitas de José Razzano y las demostraciones de impostación de voz que Carlos Gardel había aprendido haciendo de claque en el teatro Coliseo, de la ciudad de Roma.

En 1932, en los altos de la confitería Biarritz de Boedo 868, González Castillo fundó la peña Pachac Camac, un centro cultural de enorme trascendencia en su época, que perduró hasta ya avanzada la década del 50 y que, lejos de ser un cenáculo de intelectuales sería, en palabras del museólogo Diego Ruiz “una institución barrial integrada por gente del barrio y su misión estaba centrada en lo que hoy llamaríamos ‘educación permanente’ y que era, con otros términos, uno de los pilares del pensamiento anarco comunista (como lo era González Castillo y muchos de sus seguidores)”.

Por entonces, prácticamente frente a la peña, en Boedo 833/837, en una de las habitaciones del conventillo ubicado detrás de la librería del alemán Munner, junto a un taller en el que Antonio Zamora mandaba imprimir los cuadernos de Los Pensadores y los libros de Claridad, alentados por Munner y González Castillo comenzaron a reunirse jóvenes escritores o aspirantes serlo que, sin que ninguno de ellos viviera en las onmediaciones, serían posteriormente conocidos como Grupo de Boedo.

El Viejo Pepe murió en 1937, en el punto culminante de su carrera, en la casa que finalmente había conseguido comprar, en ¡cuándo no! Boedo 1064, cuando aun no llegaba a cumplir los 52 años.

Alrededor de su incesante actividad y su incansable vitalidad fue cobrando forma, identidad y hasta nombre un barrio de Buenos Aires, continuación de Almagro, rinconada de Pompeya y extensión de Parque Patricios, que había nacido de una broma de Juan Manuel de Rosas a su jefe de policía Ciriaco Cuitiño.

Cuitiño quería tierras y el Restaurador le dio una laguna. Como si de un bañado unitario se tratara, el mazorquero lo segó con saña y sobre esos rellenos y el loteo de la antigua quinta de don Víctor Almagro, a la vera del viejo camino hacia ese vado del Riachuelo donde por entonces ya se alzaba, orgulloso, el Puente Alsina se fue armando el caserío al que José González Castillo más que nadie otorgará identidad y transformará en barrio. La burocracia administrativa municipal dará cuenta del fenómeno recién en 1972, lo que carece de la menor importancia: al barrio lo habían hecho el librero alemán, el peluquero italiano, los viejos payadores y, más que nadie, el teatrero anarquista y los purretes proletarios que a su alrededor encontraron su destino de músicos y poetas.

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Responsabilidad empresaria y dictadura: entrevista a Victoria Basualdo

En exclusiva para La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores, la investigadora Victoria Basualdo, realizó un análisis extenso y profundo sobre el vínculo entre responsabilidad empresaria y dictadura, un tema central en sus investigaciones sobre el rol del sector privado durante el terrorismo de Estado en la Argentina. A partir de una mirada histórica y documentada, Basualdo explica cómo operaron distintas empresas en articulación con las fuerzas represivas, cuáles fueron las consecuencias para los trabajadores y por qué estos debates siguen siendo fundamentales para comprender el presente.

LCV: “Vamos a darle la bienvenida a Victoria Basualdo, investigadora del CONICET, con un currículum tan extenso que perderíamos muchísimo tiempo en contarlo, investigadora en FLACSO y una de las protagonistas de un trabajo fundamental que cumple ahora 10 años: Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado. Obviamente vamos a hablar de un evento, pero primero quiero darte la bienvenida. Victoria, ¿cómo estás?”

Victoria Basualdo: “Muy bien, Nora, un gran placer estar acá.”

LCV: “Me alegro. ¿De dónde venís ahora?”

Victoria Basualdo: “Vengo del Congreso, donde hubo una audiencia por la causa Asindar–Villazo, convocada con familiares, organizaciones sindicales, organismos de derechos humanos y sobrevivientes. Fue muy impresionante por este fallo nefasto dado a conocer hace un par de semanas, con 17 absoluciones en el caso nada menos que de la empresa Asindar y del proceso de la lucha histórica del Villazo en Villa Constitución.”

LCV: “Recordemos que Asindar estaba estrechamente ligada a Martínez de Hoz y fue el primer campo experimental, el primer acercamiento empresarial a hacer de la planta un lugar de represión y contención de trabajadores.”

Victoria Basualdo: “Sí, es un caso emblemático de lucha obrera. La lista Marrón es una de las más emblemáticas y combativas de los años 70. Ganan las elecciones en noviembre del 74 en la seccional de Villa Constitución. Tienen tres meses donde introducen muchos cambios y una dinámica asamblearia desde abajo. En marzo de 1975, un año antes del golpe, los acusan de ser el epicentro de un complot subversivo en el cordón industrial y se desata sobre la ciudad un operativo de fuerzas conjuntas inédito, persiguiendo a los trabajadores y a sus organizaciones. Fue un operativo y una metodología represiva facilitada por la ley de septiembre del 74, la 20.840, de penalidad a las actividades sindicales.”

LCV: “Se hablaba de ‘guerrilla fabril’, ¿no? Todo lo que implicaba lucha sindical era tomado como actividad guerrillera y perseguido como terrorismo.”

Victoria Basualdo: “Exactamente. Fue una ofensiva por aire, mar y tierra, con participación de Asindar, donde funcionó un centro clandestino en el albergue de solteros. Todo eso es lo que estos jueces dicen que no ocurrió.”

LCV: “Había también una opinión pública estigmatizante hacia el trabajador sindicalizado. ¿Por qué ese discurso prende?”

Victoria Basualdo: “No sé si prende. Este país tiene una tradición sindical muy fuerte, así que prende en un sector y no en otro. Respecto a la dictadura, hay una línea historiográfica que habla de consenso social. No es mi perspectiva. No creo que ‘la sociedad’ sea responsable en abstracto: hay responsables muy específicos en la cúspide del poder. Luego está la propaganda que logran difundir, y por supuesto siempre hay sectores conservadores; eso existió en todas las épocas.”

LCV: “En el libro que mencionabas, publicado en 2015, hay 25 estudios de empresas involucradas directamente en políticas represivas: Ledesma, Asindar, Mercedes Benz, Ford, etc.”

Victoria Basualdo: “Sí. Ledesma, por ejemplo, es un ingenio azucarero en Jujuy, pero hubo otros ingenios centrales en las políticas represivas. En Ledesma, su titular, Carlos Pedro Blaquier, fue una figura clave en el norte y en el país. En su departamento se tejieron vínculos que terminaron en el golpe del 76. En Tucumán, ingenios como Concepción o La Fronterita también estuvieron implicados.”

LCV: “Falta poco para los 50 años del golpe. Y mientras se prepara la conmemoración, Milei nombra al primer militar al frente de Defensa en democracia y a un jefe de Gabinete que se opuso a la lucha por la identidad. En ese contexto ustedes deciden hacer un encuentro por los 50 años del golpe y los 10 de la publicación. ¿Cuándo y dónde?”

Victoria Basualdo: “Será el martes 9 de diciembre, de 18 a 21, en la sede del sindicato del SuPTe, en Carlos Calvo. Es importante en el camino a los 50 años del golpe y en la década del libro, publicado por la Secretaría de Derechos Humanos, el Programa Verdad y Justicia, FLACSO y el CELS. Fue un gran esfuerzo, con 25 casos de empresas en todo el país, que generó investigación regional y juicios: Asindar, Ledesma con la muerte de Blaquier sin condena, Mercedes Benz a la espera de juicio, La Fronterita, y muchas causas más.”

LCV: “Antes de Milei había equipos y redes que permitían articular estas causas. Hoy eso está desmantelado.”

Victoria Basualdo: “Sí. No sé si hay sutileza, pero sí hay una dirección clara. Publican materiales históricamente endebles, con una narrativa burda. Hay un combate por la historia, una batalla cultural, como dicen ellos.”

LCV: “Volver a encontrarse cuesta mucho hoy.”

Victoria Basualdo: “Totalmente. Este encuentro busca repasar causas de responsabilidad empresarial y volver a reunirnos. El informe de 2015 se entregó al Ministerio Público Fiscal y fue distribuido en todas las causas. Además generó un proceso regional importante. En Brasil se investigaron 13 empresas, incluida Petrobras; surgió el caso Volkswagen, que terminó en un acuerdo en 2020 donde la empresa reconoció parcialmente su responsabilidad y financió investigaciones. Eso modificó la mirada sobre la dictadura y permitió una condena civil y laboral por trabajo esclavo, en un país donde no hubo condenas a militares. Paradójicamente, fue la responsabilidad empresarial lo que abrió el proceso.”

LCV: “En investigaciones que hicimos, notamos que, aunque el 65–70% de los desaparecidos eran obreros, hay menos denuncias y menos visibilidad. Incluso menos testimonios de familias obreras. ¿Vos también ves eso?”

Victoria Basualdo: “Sin duda. La dictadura tuvo un sesgo de clase, de género, de etnicidad y de raza. También los procesos de memoria y justicia tuvieron esas dimensiones. Hay voces mucho menos escuchadas y menos acceso a la justicia. En estos 10 años pasaron muchas cosas: judicialización, internacionalización, foco sobre actores económicos que suelen ser invisibles, y un interés creciente por el ámbito rural, castigado e invisibilizado. También hay auto-invisibilización: la idea fatalista de ‘nací peón y si el patrón me pega es lo que toca’. Es muy difícil conceptualizar lo que te pasa.”

LCV: “Vos dijiste Ligas Agrarias y aparece otro problema: en la memoria urbana, muchos asocian ese proceso solo a jóvenes de colegios privados de Buenos Aires, cuando en realidad era un movimiento de base campesina.”

Victoria Basualdo: “Exacto. Y las mujeres fueron centrales. En el Instituto Gino Germani hay entrevistas a mujeres campesinas de las Ligas Agrarias. Pero en la perspectiva urbana, el caso del joven de clase media solidario tenía más impacto mediático.”

LCV: “Y aún así, ese discurso de ‘los chicos buenos’ invisibiliza la dimensión política real de esa generación.”

Victoria Basualdo: “Tal cual. En eso, Canal Encuentro y la TV Pública cambiaron mucho las representaciones, mostrando voces, caras y acentos de todo el país. Yo soy historiadora y trabajamos siempre de forma interdisciplinaria porque desandar estas representaciones de bronce —idílicas para un lado, demoníacas para el otro— es difícil. Hay que romper esas cristalizaciones.”

LCV: “¿Cómo imaginás el año del 50 aniversario? ¿Habrá avance prodictadura?”

Victoria Basualdo: “Creo que el camino nunca es la defensiva. Frente a los 50 años necesitamos una historia compleja, con contradicciones. Hay discursos que diluyen responsabilidades diciendo que ‘la sociedad’ fue responsable. Yo preferiría hablar de la disputa capital–trabajo que atraviesa estas cinco décadas: los 80 con la recuperación democrática en crisis de deuda; los 90 con el consenso de Washington y la reestructuración brutal; los intentos de confrontar el neoliberalismo luego, con muchas cosas que no se lograron revertir; el macrismo con una ofensiva inicial; el gobierno de Alberto Fernández, insuficiente y atravesado por la pandemia; y hoy, una ofensiva de clase brutal. Esa mirada ordena los 50 años y permite ver continuidades y rupturas.”

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Crisis textil en Mar del Plata: Guillermo Fasano alerta por cierres de pymes, caída del consumo y amenaza importadora

En diálogo con La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores , Guillermo Fasano, empresario textil marplatense y presidente de la Cámara del sector, analiza en profundidad la crítica situación que atraviesa la industria del pulóver en Mar del Plata. Desde la caída del consumo y las tasas de interés “devastadoras” hasta el impacto de la apertura importadora y la pérdida de competitividad, Fasano describe un escenario que combina cierres de empresas, despidos y una transformación histórica del polo textil local. También repasa los orígenes de la tradicional “avenida del pulóver”, la evolución del turismo y los desafíos estructurales que enfrentan hoy las pymes en todo el país.

LCV:
“¿Cómo es la situación que se está atravesando en Mar del Plata?”

Guillermo Fasano:
“El año pasado hicimos un diagnóstico cuando dijimos que el cambio de un modelo de propensión al consumo a un modelo de ajuste había impactado con una baja del nivel de actividad del 30%. Lo afirmábamos a partir de las ventas de nuestra producción, pero sin contemplar aún el impacto que podía generar la apertura de la economía. Todos esperábamos que pudiéramos beneficiarnos de esa apertura para acceder a insumos, ya que somos fabricantes del pulóver marplatense, y que eso viniera acompañado por una baja de impuestos, como había prometido el Gobierno. Sin embargo, en noviembre recibimos la noticia de que el Gobierno bajaba los impuestos a los productos chinos vendidos a través de plataformas, un sistema que impacta muy directamente en nuestro rubro. No solo el productor extranjero compite con el nacional, sino que además reemplaza toda la cadena productiva, ya que la mercadería llega directamente desde depósitos en el exterior hasta el consumidor. Esto se agravó este año con una baja fuerte en el consumo, que para mí se debe, primero, a salarios que no despegan, y segundo, a las altísimas tasas de interés provocadas, a mi entender, por la intención del Gobierno de liberar el tipo de cambio sin tener reservas. La única forma de intentar contener la suba del dólar y el temor inflacionario fue mediante tasas altísimas, lo cual fue devastador. Hoy el problema es la caída del consumo y tasas prohibitivas que los consumidores no están dispuestos a pagar para financiar compras. A esto se suma un atraso cambiario notable, evidente en el turismo. Es un combo explosivo. Hay cierres de empresas, despidos y una situación muy crítica.”

LCV:
“Nos escuchan desde distintos lugares gracias al streaming. Muchos no saben qué es la calle de los pulóveres. Me gustaría que cuentes aquella época, los 70 y 80, cómo era esa calle y cómo está hoy.”

Guillermo Fasano:
“Es una linda historia. Mar del Plata se convirtió en la capital nacional del pulóver a partir de la década del 70. El origen está en la inmigración italiana que llegó al puerto; los hombres trabajaban allí y las mujeres trajeron el oficio de tejer pulóveres, algo que en Argentina no se conocía. Durante el invierno tejían estas prendas nuevas, que no se fabricaban en ningún otro lugar del país. Así, los turistas venían en verano a abastecerse de suéters marplatenses. Se desarrolló una industria con un oficio muy especial: el pulóver tiene procesos complejos, artesanales, de lavado, coloración y diseño que generaron un estilo propio. Como sabíamos que la gente compraba para el invierno siguiente, producíamos todo el año y en diciembre ya teníamos la colección para la temporada futura, marcando también tendencia. Con la llegada de las máquinas automáticas, las primeras aparecieron en Mar del Plata, pero rápidamente se instalaron fábricas grandes en Buenos Aires y allí perdimos en cantidad, aunque no en calidad. Mar del Plata tiene una Facultad de Diseño Textil que nos da una gran ventaja. Así nació la avenida Juan B. Justo, la famosa avenida del pulóver, que desemboca en el puerto, donde los inmigrantes italianos instalaron sus fábricas y comercios. Fueron las mujeres quienes trajeron el oficio y nos convirtieron en la capital del pulóver.”

LCV:
“Fasano, la tuya es una empresa familiar. ¿Cómo se llama?”

Guillermo Fasano:
“Sí. Tenemos una línea de niños que se llama Inés Meer. La empresa tiene 45 años.”

LCV:
“¿Toda tu familia trabaja ahí? ¿La empezaron tus padres, tus hijos, vos?”

Guillermo Fasano:
“Inés Meer es mi esposa. Ella tiene un gusto especial y exquisito, y diseñó toda la colección. Ahora nos estamos retirando un poco: estamos haciendo de abuelos, que es lo que más disfrutamos.”

LCV:
“Inés fue la creadora de los suéters con el redondo de punto smock, ¿no?”

Guillermo Fasano:
“No es creación de ella, pero sí lo impuso. Acá se fabricaba poco de eso, pero nosotros lo popularizamos y distribuimos por todo el país. Mucha gente cree que Mar del Plata es solo un mostrador, pero en realidad abastece de suéters a todo el país. Las grandes marcas que producen en Argentina lo hacen acá: está el oficio, la capacidad y el diseño para hacerlo bien.”

LCV:
“En general, ¿cómo está Mar del Plata? ¿Cómo está el turismo y cómo se prepara para este año?”

Guillermo Fasano:
“Mar del Plata es la ciudad más linda del país. Ha ido quedándose con un público determinado, pero hoy está mutando: hay mucho turismo joven y la ciudad ofrece una diversidad enorme—puerto, gastronomía, hotelería, playas, teatro, cultura y caminabilidad. En los últimos años abrieron playas cerca del faro con un perfil exclusivo, una alternativa para quien no puede ir a Punta del Este. Chapadmalal está creciendo muchísimo, impulsado por los jóvenes. La ciudad está hermosa. Este año es complicado porque muchos turistas se van a Brasil, pero el fin de semana largo de noviembre fue récord. Eso nos da esperanza. Desde el Comité de Turismo trabajamos para atraer visitantes. El que no viene a Mar del Plata no sabe lo que se pierde.”

LCV:
“Para cerrar, como industrial y presidente de la Cámara, ¿qué le pedimos a la economía y al Gobierno?”

Guillermo Fasano:
“Formamos parte del Movimiento Nacional Pyme, donde presentamos una ley integral. Las pymes generamos el 70% del empleo del país. No hay salida sin pymes. Identificamos cuatro problemas clave. El primero es la industria del juicio laboral, que no tiene que ver con los derechos de los trabajadores, sino con mecanismos que perjudican al sector. El segundo es la altísima carga impositiva, especialmente sobre los salarios: de 1.600.000 pesos depositados, al trabajador le llega 1.000.000 y el resto son impuestos; y con ese millón paga un 40% más en el supermercado. El tercero es el financiamiento: tenemos uno de los sistemas financieros más ineficientes del mundo. Hasta hace poco las tarjetas aplicaban tasas del 220% anual mientras la inflación mensual declarada era del 1,8%. El cuarto problema es la burocracia: en un mundo digital no se puede seguir con pilas de papeles para cualquier trámite. Si estos cuatro problemas se resuelven simultáneamente, Argentina va a crecer y generar empleo a través de las pymes.”

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“Queríamos liberar Palestina, pero Palestina nos liberó”, por Riccardo Mancuso

Riccardo Mancuso es licenciado en historia en la universidad de Bologna. Durante sus estudios fue un trabajador de aplicaciones haciendo delivery en bicicleta para solventar los gastos iniciando una actividad sindical como delegado de JustEat para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores precarizados de ‘Deliveroo’ logrando una victoria judicial que sentó precedente. Ya como historiador y referente gremial, hoy es uno de los tantos jóvenes italianos comprometidos en la movilización contra el genocidio de Gaza. Aquí su opinión y la reseña histórica de las luchas obreras en Italia de los últimos años.

El 30 de agosto de 2025, parte de la Flotilla Global Sumud zarpó desde Génova, rumbo a Gaza con el objetivo de tender una mano a la población palestina asediada por la violencia sionista. No es casualidad que la mayor misión humanitaria por mar parta de esta ciudad. Génova tiene un gran significado en la historia italiana: es la ciudad galardonada con la Medalla de Oro de la Resistencia, un bastión del antifascismo militante, y también es la ciudad que albergó la horrenda cumbre del G8 -una herida que nunca ha sanado para quienes experimentaron de primera mano la brutalidad sin sentido del Estado represivo.

En esta ciudad y en esa ocasión, el extremismo del sistema político liberal eligió desplegar toda su brutalidad al quitarle la vida a Carlo Giuliani, asesinado durante los enfrentamientos en la protesta. Ese fue un punto de inflexión en la historia de nuestro país, así como Gaza es un punto de inflexión en la escena internacional. Sólo podía ser desde esta ciudad [Génova] que esta importante operación —que, en un impulso de solidaridad, desplegó toneladas de ayuda humanitaria para la población palestina golpeada por la brutalidad de un genocidio— partiría. El mensaje es claro: queremos romper el aislamiento de quienes son oprimidos y desafiar el bloqueo naval ilegal de las fuerzas israelíes.

La salida de la Flotilla se produce en un momento en que el gobierno de extrema derecha de Giorgia Meloni está siendo cuestionado por su falta de reconocimiento del Estado de Palestina (Italia es uno de los pocos países de Europa que aún no lo ha hecho) y por el envío de armas a Israel. Desde el pogrom del 7 de octubre de 2023, ha crecido en Italia un movimiento ProPal que representa a la juventud palestina (“Giovani Palestinesi”), exigiendo el fin de toda cooperación entre las instituciones italianas e Israel y el reconocimiento del Estado Palestino, junto con su derecho a resistir la limpieza étnica en curso que ocurre no solo en Gaza sino también en Cisjordania.

En el contexto del conflicto radicalizado contra el gobierno posfascista de Giorgia Meloni, los estibadores de Génova —organizados en el CALP (Colectivo Autónomo de Trabajadores Portuarios)— y activistas del sindicato de base USB (Unione Sindacale di Base) han decidido tomar una postura firme respecto al movimiento de solidaridad que ahora zarpa: abordan los barcos, bloquean la carga que estaba destinada a abastecer a Israel, y amenazan con que si el ejército israelí interviene y arresta a los voluntarios de la Flotilla, el puerto será cerrado, llamando a todas las ciudades italianas a hacer lo mismo en fábricas, escuelas y oficinas. Los estibadores declararon: «Si tocan la Flotilla, cerraremos Europa —ni un solo clavo saldrá de este lugar».

Los estibadores se han convertido en figuras centrales en el panorama político italiano, marcado por una crisis generalizada de representación, que concierne tanto a los partidos políticos como a los sindicatos. Su postura simbólica ha inspirado al resto del país, que admiró su valentía al actuar como escudo contra la opresión de una población indefensa. Esta no es la primera vez que los estibadores participan en sabotear los envíos: durante el siglo pasado, los estibadores británicos se opusieron al envío de armas hacia la Rusia revolucionaria; sólo que en ese momento, esas armas estaban destinadas a propósitos contrarrevolucionarios. Hoy, los estibadores de Génova eligen levantarse bajo el lema: «¡Ciérrenlo todo!», denunciando la complicidad de Occidente en el genocidio palestino.

La enorme movilización que tomó las calles durante el pasado septiembre y octubre ha sido interpretada por algunos como el éxito de una operación global que perforó el aparato mediático dominante, y por otros como el efecto de la intuición política del movimiento de base, que fue capaz de aprovechar el momento mientras la Flotilla se acercaba a las costas de Gaza, y finalmente como una respuesta espontánea de personas que ya no podían soportar desplazarse con sus teléfonos y ver las horribles imágenes de una masacre en curso sin intervención concreta de ninguna autoridad.

Más allá de cualquier interpretación, las cifras son claras: millones de personas bloquearon las ciudades más grandes de Italia bajo una ola de indignación. En cada actualización de las flotillas navegantes —hasta que los barcos fueron abordados ilegalmente por el ejército israelí— miles de personas se unieron a las calles, gritando «Palestina Libre». Igualmente claro es el papel que, una vez más, juega la clase trabajadora en el contexto global de lo que podría describirse como una guerra mundial fragmentada: solo a través de huelgas y conflictos organizados se puede desmantelar la locura belicista de la bestia capitalista.

Lo que sucedió no debe verse como una mera respuesta emocional contra la masacre de los oprimidos por el opresor. Estamos presenciando un despertar colectivo que ha mostrado cómo el sistema depredador capitalista siempre está buscando sus nuevas víctimas: hoy en día son las vidas de los palestinos las que se consideran inútiles y prescindibles, pero mañana podríamos ser nosotros. Esta movilización ha visto converger múltiples movimientos sociales con el objetivo de despertar conciencias y oponerse a un sistema mortal.

Este contexto reavivó el movimiento de repartidores de Bolonia. Durante algún tiempo en los últimos años, el descontento por un sistema salarial de hambre había estado gestándose, amenazando con una protesta que finalmente estalló al encontrar una salida en los recientes levantamientos por Gaza. Esta estasis había permitido la estabilización de un sector ampliamente desregulado, con la única excepción de la multinacional Takeaway.com (Just Eat), que formalmente clasifica a sus trabajadores como empleados con derechos y protecciones. Deliveroo y Glovo continúan fomentando un sistema de explotación que ignora numerosos fallos judiciales y elude la «Ley de Riders» existente de 2019, gracias a un acuerdo turbio firmado con un sindicato complaciente de derecha, UGL Rider. Este acuerdo también ha sido considerado ilegítimo en varios fallos, incluido uno que reintegró al autor de esta nota después de un despido ilegal por negarse a firmar el nuevo contrato derivado de este acuerdo fraudulento.

Este sistema miserable que enfrenta a las personas entre sí, una vez más ha encontrado la capacidad de la fuerza laboral para organizarse y movilizarse por mejores condiciones salariales. Todo esto está sucediendo en un momento en que se espera que Italia implemente la Directiva Europea sobre trabajo en plataformas, que pide el reconocimiento del estatus de empleado, la obligación de que las empresas demuestren la supuesta autonomía de los trabajadores en los tribunales —a su propio costo— y la negociación colectiva sobre algoritmos.

Estos años han visto el surgimiento de un movimiento internacional sobre el Trabajo en Plataformas que ha proporcionado las herramientas para expandir la lucha a escala global. Las luchas de hoy convergen a través de prácticas ya probadas que llevan un potencial que no debe desperdiciarse, porque los movimientos laborales son internacionalistas y convergentes, o no son.

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