Planeta Giussani
El país que no pudo ser o la catástrofe de la comunicación
Por Laura Giussani Constenla, 28 de abril de 2018
26 de mayo de 1928. Cinco de la tarde en Alemania. El vecino de un pueblo descubre en la plaza frente a su casa a un ser extraño. Un muchacho que no llega al metro y medio que se bambolea sin equilibrio, viste de manera indescifrable y apenas balbucea.
En la mano sostiene un papel que extiende al curioso aldeano. “Al digno señor oficial de caballería del 4º escuadrón del 6º Regimiento de Caballería de Nuremberg” dice la carta. El pobre vecino de inmediato llamó a la policía y allí empezó el largo derrotero de la justicia para saber quién diablos era ese jóven, con aires salvajes y maneras delicadas. Su vocabulario era tan corto que tenía solo dos respuestas para cualquier pregunta: “Ser jinete” y “no sabo”.
La sorpresa fue que -este tipo casi analfabeto, medio idiota y de cuerpo atrofiado- hizo su firma con una exquisita caligrafía, firme, fina, elegante: Kaspar Hauser, escribió.
Policías y jueces estaban curiosos por conocer su origen. Le dieron una pluma para que escribiera su nombre. La sorpresa fue que -este tipo casi analfabeto, medio idiota y de cuerpo atrofiado- hizo su firma con una exquisita caligrafía, firme, fina, elegante: Kaspar Hauser, escribió.
La carta que llevaba Kaspar decía en su interior: ¡Muy distinguidísimo Señor oficial de Caballería! Le envío a un muchacho con voluntad de servir fielmente a su rey. Me fue encajado en 1812 y siendo yo un jornalero con diez hijos, bastante me cuesta ganarme la vida. De su madre no pude averiguar nada. Debí quedarme con el chico que me fue endosado y se supone que debía hacerlo pasar por hijo mío. Lo crié cristianamente pero no lo dejé salir ni un paso de la casa para que no sepa nada de dónde creció, no sabe cómo volver.” No era el único papel que traía consigo el pobre Kaspar Hauser. Con letra desprolija, su madre había escrito que ella era una pobre mujer que no podía alimentar a su hijo y que el padre era del Regimiento de Caballería de Nuremberg. Solicitaba al que se lo quedara que al cumplir los 17 años se lo entregara a dicho oficial.
El caso llegó a manos de un juez que dedicó su vida a tratar de dilucidar el misterio de Kaspar Hauser, que parecía un animal pero tenía vestigios de realeza. El chico murió como nació: mal. Se tejieron en torno a él mil historias, que era hijo de un duque que lo mantuvo encerrado, que quizás era un bastardo del propio Napoleón. Dio lugar a mil ideas conspirativas, y a pesar de ser cada vez más amable e inofensivo, un día fue acuchillado.
Se tejieron en torno a él mil historias, que era hijo de un duque que lo mantuvo encerrado, que quizás era un bastardo del propio Napoleón. Dio lugar a mil ideas conspirativas, y a pesar de ser cada vez más amable e inofensivo, un día fue acuchillado
El misterio se mantiene hasta el día de hoy. En el siglo XXI continuaron haciéndose análisis de ADN para descubrir si pertenecía a una familia real y a cuál. La existencia de un ser que no obedecía a las reglas se tornó insoportable, sobre todo para el Juez Von Feuerbach. Durante cinco años la prensa habló Kaspar Hauser asesinado de una puñalada, su mera existencia era insoportable. Werner Herzog, director de la película “El enigma de Kaspar Hauser” que se estrenó en 1976 dijo sobre el caso: “Hay en nosotros una terrible dificultad, esa lucha para comunicarnos”.
La existencia de un ser que no obedecía a las reglas se tornó insoportable, sobre todo para el Juez Von Feuerbach
Aunque parezca ficción, Kaspar Hauser existió. La primera noticia que tuve de él fue gracias a un librito de la editorial Interzona llamado “Juicio a las Brujas y otras catástrofes”, una recopilación de las columna radiales de Walter Benjamin llamadas “Crónicas de radio para jóvenes”.
Llegué a la editorial Interzona gracias a María Seoane y a Julia Bowland que imaginaron que yo podía hacer comentarios de libros. Y así estuve dos años en Radio Nacional descubriendo un mundo hasta entonces desconocido. Mi intención fue darle voz a las editoriales buenas pero sin tanta repercusión. Visité a los editores de Interzona en su sede del Pasaje Rivarola. Un lugar chico pero lleno de títulos. Un catálogo inmenso y bien cuidado. Me dieron a elegir entre sus libros y me llevé el de Walter Benjamin, Jamás hubiera imaginado que semejante pensador era un columnista de radio allá por los inicios de los años 30. Y no era el único. Ese curioso invento que permitía que millones escucharan voces sedujo a más de un sabio. Einstein también era frecuentador de algunos programas y definió el nuevo invento radial como “un instrumento de una verdadera democracia que hacía llegar a todos los hombres por igual la música y el arte. También era un medio para la compresión mundial, porque servía para desvanecer la sensación de aislamiento entre gente lejana: la técnica de la radio era una conciliadora de los pueblos”, según nos cuenta la prologuista del libro de Benjamín. Rescata también la selección de historias de Benjamin, sugestivas, que dejan pensando, sin dar una solución inmediata.
Pero no era de ésto de lo que quería hablar. Sino de otra cosa, que quizás es la misma.
El otro día cae en mis manos uno de los últimos títulos de Intezona: “Kaspar Hauser. Ejemplo de un crímen contra la vida interior del hombre”, escrito por aquel juez Von Feuerbach. Una hermosa edición, de tapas duras, papel fuerte, y hojas sin agresión de los vértices, redondeadas en sus puntas. Un libro lindo para tener entre las manos. Sensual. Recorro sus páginas sin leerlo, por el solo placer de sentirlas, hasta que llego a la última que dice: “ Impreso en papel Chen Ming Woodfree de 100 gramos, en los talleres gráficos Asia Pacific Offset, Hong Kong, en el mes de septiembre de 2017.

El libro del Walter Benjamin fue impreso en el año 2004 en unos talleres de Avellaneda.
Y pensé cómo la estarán pasando los trabajadores de Avellaneda visto que ahora parece que es más fácil traer libros impresos de la China que hechos aquí.
Vaya, pues, esta columna en homenaje a todos los gráficos argentinos que están pasando un mal momento, como tantos otros. Un sindicato combativo, si los hay, que este año conmemora la edición del primer periódico de la CGT de los argentinos, hecho por Rodolfo Walsh.
Kaspar Hauser, el hombre que no pudo ser. Como tampoco pudo ser este país que lleva en sí mismo un misterio tan profundo como el del pobre Kaspar.
Escuchá la V Columna acá:
https://soundcloud.com/user-106881388/el-pais-que-no-pudo-ser-o-la-catastrofe-de-la-comunicacion
Destacada
Italia ¿Qué es ‘Progetto Sur’? Frente a la indiferencia de los Estados, la solidaridad de los pueblos
Hace unas semanas nos internamos en la nueva realidad italiana. Esa que no se ve pero existe. La que une pasado, actualidad y futuro. Comenzamos con una entrevista a Enrico Calamai, quien en tiempos de dictadura en Argentina fue uno de los protagonistas invisibles de una epopeya: dar refugio y salvar la vida de unos 300 argentinos a pura convicción y coraje, quien hoy es un referente de los Derechos Humanos con una pequeña organización, “Mani Rosse”, que cada jueves pintan sus manos de rojo sangre para recordar a los muertos de un mundo injusto: migrantes ahogados en el Mediterráneo, víctimas de guerras y hambrunas, aquellos ‘condenados de la tierra’ de la que nos hablaba Frantz Fanon.
Continuamos conversando con los directores de “Resistenza-Historia del exilio argentino en Roma”, quienes nos llevaron a los años de plomo, en los cuales centenares de miles de argentinos debieron huir del país con lo puesto y aún así crearon redes de solidaridad, amor y denuncia internacional en los países donde posaron sus huesos, con culpa, dolor, angustia.
El documental puso el foco en Italia y pudo realizarse gracias a la colaboración de un grupo de jóvenes italo argentinos que forman parte de una organización llamada ‘Progetto Sur’. Tirando de la punta del ovillo, llegamos a ellas, Claudia Gatti y Romina Cozzanti, referentes de la asociación, nacida después del 2001, que contactó con aquella huella creada en los años setenta-ochenta y hoy trabajan por la colaboración de dos pueblos unidos por historia y cultura. Cambian los tiempos, las formas, la política y la tecnología. Llegan las pandemias y otras calamidades desconocidas, pero aún queda la esperanza de un mundo mejor.
Aquí, la última entrevista de lo que podemos considerar una trilogía: revisitando exilios, mirando el mañana.
Este Planeta Giussani hace lo posible para entenderse con ese Planeta Tierra con la Inteligencia Artificial a flor de piel. Aún así, no lo logramos. La comunicación es entrecortada. Cuarenta minutos nos dan. Quién puede hacer algo en sólo cuarenta minutos cuando hay tanto para hablar, conocer, descubrir, pensar. Vaya, entonces, esta segunda parte con Romina, a quien dejamos sin palabras.
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Entrevistas
“El exilio dejó huella en Italia”. Entrevista a los directores de Resistenza
Después de su recorrido por Festivales, Salas y otros espacios de Italia y Argentina, “RESISTENZA (historias del exilio argentino en Roma)” está disponible desde el 13/11/25 en la plataforma OpenDDB: https://openddb.it/film/resistenzaargentina/
Un documental que explora los modos que adquirieron la sobrevivencia y la denuncia internacional durante la última dictadura militar. Más allá de la tristeza, el desarraigo y las dificultades económicas, los exiliados argentinos diseminados por el mundo tendieron redes de solidaridad y realizaron un trabajo tenaz dando a conocer las violaciones a los Derechos Humanos en Argentina. No sabían, en ese entonces, que se estaban convirtiendo en protagonistas de un movimiento que dejaría sus huellas a futuro en los países que los acogieron, gracias a una forma de lucha silenciada por el régimen pero que perduró, con amor y creatividad hasta el día de hoy.
En Italia nació una organización italo-argentina, Progetto Sud. En torno a ellos crecen, desde el pie, nuevas formas de acción en un mundo cada vez más violento y fraccionado. Ahora las murgas argentinas son un símbolo en toda manifestación por la paz y la justicia en Roma
LCV conversó con los directores del documental “Resistenza, historia del exilio argentino en Roma”, Mónica Simoncini y Omar Neri. ¿Por qué Roma? ¿Qué dificultades encontraron? ¿Cómo es trabajar como documentalista hoy? La culpa como trasfondo de estar vivo, la política no cultural de Milei y más.
LCV
Planeta Giussani/ Houston, tenemos un problema
El 13 de abril de 1970, una frase entró a la historia. Creíamos que la humanidad tenía el poder de conquistar el universo todo. Naves intergalágticas surcaban el espacio. Estados Unidos ya había plantado bandera en la luna. Una nueva misión tenía al mundo en ascuas: el Apolo 13. Todo iba bien hasta que una serie de luces desconocidas y una explosión de origen ignoto obligó a la tripulación del Apolo a llamar a la base en tierra. El mensaje fue claro y conciso: “Houston, tenemos un problema”.
Desde entonces, cada vez que ocurre un imprevisto de difícil solución e incierto origen, apelamos a aquellas palabras de desesperación controlada con las que el astronauta del Apolo 13 compartió su alarma. Y sí, hoy, apelamos una vez más a ella: Houston, tenemos un problema.
Este domingo, la política argentina vio los destellos de luces jamás imaginadas y alguna explosión agitó los ánimos. Qué había pasado?
De manera inusitada, los hermanos Milei, en el peor momento de su gobierno arrasaban en casi todas las provincias, incluída la provincia de Buenos Aires, donde había sufrido una derrota aplastante pocas semanas atrás.
El desconcierto invadió a propios y extraños. Quizás pueda decirse que, de una forma u otra, salvo los Milei, perdieron todos. Y cuando digo todos, digo también la derecha. Curioso ¿no?
Desde el mes de agosto, incluso los medios ‘amigos’ del gobierno se dieron vuelta. Por primera vez se los veía a Feinman, Viale, Laje y hasta Trebucq, entrevistando de manera incisiva al presidente de la Nación. El escándalo Sapagnuolo, el 3% de Karina, las relaciones narco de Espert, eran tapa, día tras día.
Las redes estallaban con incomprobables brotes psicóticos de Milei. Hablábamos de un Plan B en marcha, mientras otros directamente mencionaban un operativo destituyente. Las elecciones intermedias parlamentarias se habían convertido en un referendum: Milei sí o no. Todos tensaron la cuerda. Blanco o negro. Milei o Kirchnerismo, representado por Cristina y su hijo.
El desdoblamiento de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires le dieron aire a Kicillof, al no ser una consulta nacional, pudo mostrar el mapa político de el bastión peronista por excelencia. Seguía siendo peronista, es más, kicillofista.
Lejos de retroceder frente a una embestida política, mediática y hasta empresaria, el gobierno fue por más. Más represión, más ajuste, más agresión contra los ejes más sensibles para la población: salud, universidad, discapacitados, jubilados. ‘Ni un paso atrás’ decía Mussolini en pleno liderazco.
Los politólogos y periodistas, encargados de ‘leer’ el mensaje de la ciudadanía, se agarraban la cabeza. La derrota era el número ganador. Hagan sus apuestas señores, quien gana y quien pierde?
Perdimos todos.
Es que había ocurrido un imprevisto, un destello de luces violetas y una explosión: Donald Trump se metía en la campaña. Prometía una salvación económica sí y sólo sí Milei ganaba las elecciones.
Lejos de autoflagelarnos con las responsabilidades de cada uno de los protagonistas, y mucho menos de pensar que de la noche a la mañana el pueblo argentino decidió apoyar la represión a los jubilados, hacer aparte las exigencias del Garraham, reirse de los discapacitados, y escupir sobre la cabeza de centenares de miles de desocupados por un plan económico que detruye la industria junto con el Estado, esta vez, yo prefiero no creer. Prefiero no creer que se fascistizó el electorado de tal modo. Así que busco otras razones.
¿Y si el voto hubiera sido más sensato de lo que pensamos? Qué había enfrente a Milei. Si perdía, caía el gobierno, eso era lo que todos esperábamos con cierta euforia. Y si caía el gobierno ¿qué pasaba?
Posiblemente el electorado pensó: Houston, estamos en problemas.
Y aquí entra el factor Trump. Aceptar el manotazo de ahogado de Trump quizás era lo más pragmático porque si no era eso ¿qué? Sólo se veían dos opciones y ambas significaban ‘volver’. Al peronismo o al macrismo. Por si no hubiera quedado claro con la victoria de un personaje indefinible, nadie quiere volver a sentir el hastío de los mismos discursos vacíos. Quizás la sociedad está pidiendo a gritos dar vuelta la historia, no volver sino ir.
Una vez más, invito a nuestros lectores y oyentes a pensar que no vivimos en un mundo aparte. Y el mundo, lamentablemente, hoy tiene como protagonista a otro esperpento al que todos hacen reverencia, cruza fronteras, se adjudica paces incomprobables, extorsiona con los impuestos a países de distinta índole. No queremos reyes, pero tenemos un emperador cuyo parecido con American Dad, es preocupante.
Por más que nos dediquemos a analizar de manera pormenorizada los errores de cada partido, partidazo o partiducho, lo que pasa en Argentina no es ajeno a lo que pasa en el mundo. Quizás Milei entendió eso y anda viajando de acá para allá, sembrando su demencial teoría anarcocapitalista en tiempos de tierra fértil.
Parace antiguo, pero la solución quizás no es sólo nacional. Que avance el internacionalismo, pues. Porque más allá de consignas perimidas como “Patria sí, Colonia no” o recordar “Braden o Perón”, el mundo entero está sufriendo un terremoto económico y moral. Las Colonias ahora son ‘países aliados’ y el entramado económico crea fronteras tan volátiles que resulta imposible analizar con la rigidez a la que estábamos acostumbrados.
No somos el peor país del mundo, son tiempos de una humanidad que ya no puede llamarse humana. Bombas, drones, hackers, ataques cibernéticos, enemigos más virtuales que reales.
Por eso, LCV también anda relojeando lo que pasa aquí y allá. Y, por ahora, parece que nadie se salva solo, tampoco a nivel internacional. Ningún país podrá enfrentar las fuerzas de este post capitalismo cínico y voraz.
Si volvemos al chiquitaje interno, y sí, el baile de Cristina en el balcón al conocerse que perdió el peronismo en la provincia de Buenos Aires fue lo más parecido a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Pero no son Cristina ni Kiciloff el problema. Ni la izquierda ni los tibios ni los progres nisiquiera la derecha de buena o mala fé. Levantemos la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de acusarnos y empecemos a construir, y a coordinar con quienes están sufriendo tanto o más que nosotros.
Son tiemos difíciles, para todos, sobre todo para los que todavía tienen algo que perder. Esa clase media apedreada que se niega a bajar al séptimo círculo del infierno. Pero hay medio país que sabe que es difícil bajar otro peldaño. No son necesariamente gorilas, ni idiotas, ni todos los epítetos que se les ha endilgado en estos días. Muchos desposeídos apostaron a los hermanitos medio locos. Quizás por empatía. Hartos de ver tantos políticos racionales y nobles que los han llevado a la ruina.
Sigamos pensando y construyendo una sociedad más justa, desde abajo, simplemente como personas, aprendamos a escucharnos, dejemos atrás ese fugaz poder que puede dar una diputación o una secretaría.
Entre tanto, la vieja política tiembla. Cuando pase el temblor ojalá que nos encuentre más fuertes, libres, sinceros. Quizás desorganizados, quizás no unidos, pero dispuestos a llevar adelante las luchas en las que muchos estamos desde hace tiempo y sentimos que son robadas por representantes que no nos representan. La unidad no es todo en la vida. Seamos miles de luces, miles. Miles de fogatas, miles. Ya nos encontraremos de manera natural en un momento histórico en el que valga la pena escucharnos sin insultarnos.
Columna de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 27 de octubre de 2025.

