El lunes 22 de septiembre un equipo de LCV partía a Roma para cubrir en Europa la situación de los trabajadores en medio de lo que entendemos como una crisis terminal ¿Llegamos al fin de lo que fue el mundo nacido en la postguerra del 1945?
Ignorábamos al fijar la fecha de este viaje estratégico que ese mismo lunes, Italia estaba convulsionada por un paro general y manifestaciones multitudinarias que pedían el fin del genocidio en Gaza. Gremios y estudiantes a la cabeza de las protestas. Doscientas mil personas marcharon en Roma, y un millón en toda Italia. En Milán la represión se hizo sentir de manera violenta luego de que un grupo aislado atacara la estación de trenes.
Estaba en el aire. Los tiempos se agotaban y obligaban a la sociedad civil de varios países europeos a salir del letargo manifestándose con mayor decisión frente a la complicidad de la UE frente el exterminio de todo un pueblo. Si millones de habitantes de todo el planeta marcharon para poner fin a la masacre y no fueron oídos, empieza el tiempo de acciones más contundentes. Ya se habla de tomas y un nuevo paro general.
La reacción de Estados Unidos e Israel tampoco se hizo esperar. Casi en simultáneo, la flotilla internacionalista humanitaria rumbo a Gaza, sufría uno de los más cruentos ataques con drones y gases; pocas horas después, Trump hablaba ante la ONU de manera descarada, como si fuese el emperador del mundo, “facilité el fin de siete guerras, merezco el premio nobel de la paz”, dijo, y consideró que el accionar de la ONU era inútil, “puro bla bla”, que el verdadero problema mundial no era el cambio climático sino los inmigrantes. En un mensaje claramente dirigido a Europa advirtió: “Con su política de fronteras abiertas, terminarán en el infierno”.
Entre tanto, el infierno parecía estar en el fuego contra los barcos donde viajaban varios eurodiputados y activistas de más de cuarenta países., con un saldo de 20 heridos, dos de ellos graves. Así lo informaba Maria Elena Delia, portavoz de Italia en la Global Sumud Flotilla: “Durante un ataque con drones,el martes por la noche, han golpeado embarcaciones de Italia, Inglaterra y Polonia, se trata de un ataque a esos tres países, un episodio grave que crea un precedente, esperemos que la política intervenga”.
Y la política intervino en Italia. La Cgil de Liguria -región en la que se encuentra el puerto de Génova desde donde partieron varios barcos de ayuda humanitaria con fuerte apoyo de la población y con los estibadores amenazando un bloqueo a los puertos de Europa si no volvían sanos y salvos los participantes de la Global Sumud- lanzaron un plan de lucha que inició el mismo miércoles con marchas a distintas delegaciones oficiales. Los estudiantes romanos tomaron algunos colegios bajo la consigna: ” “Dalle piazze alle scuole, blocchiamo tutto”. La Universidad entró en estado de deliberación.
Así las cosas, desde la misma Farnesina el ministro del exterior anunció la reunión inmediata del comité de crisis que le exigió a Israel la protección de los ciudadanos italianos mientras denunciaba un “bombing mail”, un ataque virtual con mensajes falsos para interferir en las decisiones.
Finalmente el ministro de Defesa, Guido Crosetto, fue el encargado de comunicar que Italia enviaba una nave con el fin de escoltar la flotilla: “Para garantizar la asintencia a los ciudadanos italianos presentes en la Flotilla, esta nocha he autorizado la intervención inmediata de la Fragata multipropósito Fasan de la Marina Militar.”
Las decisiones de gobierno se discutían frente a la movilización de los trabajadores organizados. El último comunicado de la CGIL -uno de los sindicatos históricos de Italia- condenaba el enésimo ataque a la Global Sumud Flotilla que se dirigía a Gaza con ayuda humanitaria contra el intento inaceptable de consumar un crimen contra la población civil. Le pedimos al gobiernos que adopten las medidas necesarias para garantizar la seguridad de las personas a bordo de las embarcaciones…” Desde las 14 hs montaron guardia de trabajadores en las puertas del Montecitorio.
“Hoy está en riesgo la existencia del pueblo palestino, y frente a eso nadie puede callar”, y agregaron que se debe reconocer “de inmediato al Estado de Palestina” y buscar una solución para la existencia de dos pueblos y dos Estados. Asimismo, reclamaron la liberación de los rehenes y los prisioneros políticos. De no cumplirse con estas exigencias habría un nuevo paro general.
La decisión de enviar una fragata italiana hacia la isla de Creta de donde partirían los barcos agredidos no resultó convincente luego de escuchar a la Primera Ministra de Italia sostener que la acción humanitaria de la Global Sumud Flotilla era una ‘irresponsabilidad’, que los diputados que forman parte de la misma lo hacen por mera ‘propaganda’, que de nada servirá a los pobladores de Gaza esa misión. Y advirtió que la idea de ‘bloquear todo’ iniciará una espiral que pondrá al país en una situación de ‘seguridad muy compleja’.
Lo cierto es que hoy, en Italia, no se habla de otra cosa. La crisis de la flotilla puso en jaque al gobierno de derecha e hizo reflotar el estado de crisis económica con salarios por el piso, fuga de cerebros y una incipiente inflación.
La fragata italiana no será la única embarcación militar de un país europeo. Pedro Sánchez ya había anunciado su decisión de enviar un barco para vigilar que la Flotilla llegue a buen puerto.
Informa desde Roma: Laura Giussani Constenla