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“Los medios tienen una gran capacidad para clavar espinas por la espalda”

Horacio González, sociólogo y ex director de la Biblioteca Nacional, pasó por La Columna Vertebral para analizar la respuesta social a la cuarentena, el debilitamiento del gobierno y el daño que pueden causar los grandes medios.

¿Cómo piensa Horacio González este momento del país?

Es una encrucijada que por un lado es la conocida enfermedad mundial que se atraviesa con distintas decisiones. No son discutibles en principio, pero también hay que disputarlas. Las grandes empresas de medicamentos, los grandes laboratorios interconectados con toda la vida financiera mundial. Va a ser una vida empobrecida, una vida menor, una vida controlada, una vida vacunada, lo cual me parece bien pero está en algún modo en la serie de todos los controles que se van a producir.

Pero no es muy distinta de la que ya teníamos ¿O sí?

No, sin duda se van a reforzar procesos de dominio en todos los planos de la vida, de grandes bloques sobre otros países pequeños o incapaces de sostenerse por sí mismos. Sobre Argentina pienso también que, aunque sus posibilidades son mayores, sin embargo, está viviendo un momento muy ambiguo, oscuro y denso políticamente, y económicamente también. Pero eso es como todos los países. Como tiene un gobierno elegido electoralmente con un personal político, uno puede conversar, nada de oscurantismo y personas que estén empeñadas en dañar a nadie. Sin embargo, están también atravesando un período de desconcierto, y entonces esto también preocupa.

Un poco es esta historia de que veníamos de un período terriblemente oscuro y complicado para nuestro país, y cuando empezamos a subirnos al potro para intentar dominar lo que estaba pasando vino la pandemia. La verdad es que son los jinetes del apocalipsis, ya no solamente lo que nosotros teníamos.

 Sí, en realidad me preguntaría cuál es el sustento social que tendría la prosecución de este gobierno, que tenemos que defender efectivamente que prosiga y que supere los acechos a los que está sometido. Pero hay una vida social y popular totalmente descuartizada, como si hubiera entrado a la carnicería y el carnicero lo esperara con el cuchillo más largo. Es una vida popular que en una parte sustantiva sostiene las viejas sensibilidades populares que tenían nombres, rostros, marchas, canciones, blasones; pero hay otra parte importante cuyo contorno no podemos definir bien, que está en absoluta pobreza y que tiene que tomar tierras y de por sí ya es muy complejo porque hay intermediarios, personas que lucran con eso, siendo que de otro modo sería un hecho totalmente genuino.

El estado habla de cumplir las leyes, los jueces dicen que si se toman tierras tiene que venir la policía, justamente esta policía provincial que puede reprimir apenas con un poquito de violencia. Entonces son todos eufemismos que obligan a pensar que hay en el mundo popular, que antes considerábamos más homogéneo, toda clase de heterogeneidades. Junto a eso está la cuestión policial que también es de difícil tratamiento, porque es obvio que no fue un Golpe en toda la línea pero fue un acercamiento a la idea de Golpe de Estado que se hace a través del mundo financiero, a través de los diarios, de los grandes canales de televisión y también de la policía. Me preocupa entonces el surgimiento de cierto intento de comprensión del modo en que se mueve la policía criticando el progresismo. Nunca fui progresista en el sentido de que la historia es lineal, es bonita y uno tiene las mejores ideas del mundo y si ve algo oscuro lo repudia porque es muy oscuro, nunca fui así. Pero hoy me veo obligado a ver que lo que llaman progresismo en el mundo, como esa reunión de Chomsky y demás, que la veo y no formo parte de eso.

“hay una vida social y popular totalmente descuartizada”

Cuando veo muchachos jóvenes criticando al progresismo y diciendo ‘la policía es parte de la vida popular’, ahí me pongo más preocupado porque es hacer un análisis que puede resultar riesgoso, en el sentido de aquel que le gusta el riesgo de hacerse el analista profundo de la vida popular y aceptar al progresista bobo que está en contra de la policía y cita a Pasolini en ese famoso tramo que dice: “vos sos estudiante y sos de izquierda pero sos rico, el policía que tiene ideas de derecha es el pobre. Si vos le tirás una piedra al policía efectivamente sos el rico contra el pobre, no el estudiante de izquierda contra el poder represivo”. Ese era Pasolini que hacía grandes películas, poesías y textos. Hoy veo esas citas de Pasolini como una atención a los que vemos con preocupación el modo policial que encubre crímenes que son crímenes, que no es solo la cúpula corrupta sino que hay jóvenes policías. Por supuesto no aplico el progresista sistema binario de izquierdas y derechas, aplico el sentido común de no otorgarle a esas formas oscuras de la vida popular, la condición de un nuevo sujeto popular que nos salvaría de la catástrofe. Eso no es así.

Lo veo en jóvenes académicos de altura conceptual evidente, en elogios a Moreno y a Berni, y entonces eso ya me preocupa por parte de personas que hace 3 meses no tenían nada que ver con eso. Qué pasó que personajes así se convierten en una atracción a una parte del mundo cultural, del mundo del análisis de la cultura, de la reflexión política. Eso me parece preocupante porque no hay una alternativa que no sea en el progresismo banal, ni un movimiento nacional y popular que esté tomado por una progresiva inclinación por la derecha. Me parece que tenemos un gran problema, porque yo sigo flotando en la peripecia del movimiento  nacional y popular pero no bajo cualquier condición.

Dentro de este clima quiero decir que para mí es un momento muy alegre poder encontrarme con lo que para todos los de la Biblioteca Nacional es el gran director de la Biblioteca Nacional. Durante todo el macrismo en la oficina de RRHH hubo un pizarrón que tenía una frase que decía “sin nosotros no somos nada” firmada Horacio González, que fue una frase que tiraste al pasar en el discurso de despedida de todos tus empleados. Para nosotros en la Biblioteca Nacional es una frase que nos guía ¿Qué quisiste decir con eso? Porque nosotros seguimos existiendo a pesar de la pandemia, a pesar de los Macris. Seguimos estando, así que sin nosotros no somos nada, es decir, que nosotros tendremos que hacer algo para que esto cambie.

Yo veo también que la esfera cultural está con razones que uno entiende, sin financiamiento, sin posibilidades actuar de manera diva, pero me parece que aún en estas condiciones de restricción de la calle de la ciudad se podría hacer más cosas, incluso por estos medios que no son los que uno quiere. Uno entra a estas situaciones obligado por la pandemia, pero me da la impresión de que podría haber más ideas respecto del mundo cultural a través de estos medios, basadas más en la iniciativa y en la imaginación, que sin duda existe en todos lados. La excusa no puede ser la falta de financiamiento.

En el barrio cuando todo esto empezó y la gente tuvo que quedarse dentro de su casa, empezó a aprender lo que era la cuarentena y a convivir con el otro con el que habitualmente convivía de todos modos porque era su familia, pero esta vez era todo el tiempo. Había un lado optimista que decía “vamos a salir mejores” y otra parte decía “de ninguna manera, una pandemia no nos va a cambiar, vamos a seguir siendo lo que somos” ¿Hay alguna posibilidad de que alguna experiencia así de traumática y a nivel mundial haga que reflexionemos? ¿O esto que vos marcabas antes sobre Berni, la policía y demás, que es algo así como la atracción del morbo, es lo que va a prevalecer?

No, me parece que los cambios van a venir después y la reflexión quizá sea posterior a esta experiencia. Hoy sale uno a la calle sin barbijo y tenés que volver a tu casa porque te lo olvidaste y hay una solidaridad instantánea entre los que tienen barbijo y no, es el último lazo comunitario que nos queda y está más vinculado al miedo que a otra cosa. Me parece que cambiar el sustrato último de lo que es lo humano es muy difícil. Un gran terremoto, un tsunami, una guerra, puede producir cambios. Esta pandemia probablemente los produzca pero sobre la base que hasta el momento veíamos: el ascenso de las derechas europeas fue anterior a la pandemia, el gobierno de los empresarios bajo una fórmula política muy superficial como fue el macrismo que era esencialmente un gobierno empresarial y de personajes empresariales fue anterior a la pandemia. Hay que ver si la salida de la pandemia con lo que eso significa en relación al crecimiento de los grandes negocios telecomunicacionales, y a las grandes empresas de distribución de paquetes como Mercado Libre que finalmente son bancos y están ligadas al mundo financiero. Hay que ver si esto no produce un nuevo retoque de la vida popular aun sometiéndola mucho más al ejercicio de, aún en la pobreza, optar entre tener la tarjeta plástica del prestamista del barrio, o por pequeñas formas de la delincuencia, o por la vida marginal sufrida por el Estado que por otro lado tiene entre manos la discusión sobre el salario social o el ingreso ciudadano, que cualquiera de las dos serían soluciones del tipo social demócrata, pero no las desprecio por eso porque a falta de cualquier otra cosa evidentemente la quiebra de la vida productiva, la quiebra de pequeñas y medianas empresas todo eso va a verse en los próximos meses.

Al mismo tiempo es un gran desafío para este gobierno porque internamente, tal como lo veo yo hoy, no está en condiciones de asumir esto. Con gran desidia está casi defendiéndose, a veces con mayor suerte que otras, inaugurando una sala de terapia. Es un acto político defensivo inaugurar, no es un acto normal de un gobierno que inaugura una sala, es una forma de encubrir el espacio que les falta para imaginar grandes soluciones tanto para este presente tan complicado, como para el futuro que viene. Entre medio están las elecciones del año próximo, la gran capacidad que tiene el mundo mediático para clavar espinas envenenadas en la espalda. Creo que por un lado hay que comprenderlo y por otro lado está el tema de los que te dicen no podes hacer ninguna crítica, eso no es posible sin una vida de la crítica no existe el pensamiento. He tenido grandes discusiones con muchos amigos y muchas personas vinculadas al gobierno respecto a esa discusión de la crítica.

“El gobierno está defendiéndose”

A mí lo que me impresiona es esta sociedad que parece vivir en dos mundos paralelos, un mundo que te muestra la televisión con el dólar permanentemente en primer plano, mientras que al mismo tiempo están los que están ocupando tierras porque no tienen donde vivir y la preocupación de cada uno es muy diferente. Estamos con necesidades tan distintas y por más diálogo o consenso no hay forma de hacer entrar en la cabeza estas dos Argentinas, que no sé si son siempre las mismas dos que se están peleando. Vos que has estudiado mucha historia y sabes mucho de estos enfrentamientos ¿Cómo ves la nueva composición de este antagonismo social?

Lo veo como un momento muy opaco del país. Los ocupantes de tierras ni forman parte de un movimiento social más o menos organizado como era el momento en que Luis D’elia tomó El Tambo y produjo una urbanización y hoy es una ciudad, un pequeño barrio subsidiario muy bien organizado, sino que es un movimiento espontáneo y, si es conducido, es conducido por fuerzas muy heterogéneas, que no las conozco directamente pero están los intermediarios de las especies de inmobiliarias oscuras y clandestinas que hay en el conurbano también. Ese movimiento tiene que ser de algún modo el ámbito donde los militantes sociales piensen nuevas fórmulas que permitan, primero, esos asentamientos, y después, políticas del gobierno. Porque el gobierno habla con la ley y ahí tenés que hablar con la ampliación de una ley. No digo que haya que cuestionar leyes, digo que hay que ampliarlas para abarcar el modo en que esos movimientos se establezcan en relación a un concepto de justicia territorial, porque ese es un concepto fundamental del habitar y del existir que tiene que guiar la ley, y no al revés. Eso es una deficiencia de las autoridades. Lo otro, lo que llamaríamos una gran imaginación política, debe saber vincular las dos cosas: el movimiento del pequeño ahorrista, siempre dolarizado, siempre con la mente en Franklin o en Washington, las dos esfinges del billete de dólar. Entonces me parece que ya que se habla de frente, lo que ganó la elección es un frente, la forma frente tiene que ser una forma más coherente. Aceptamos que se ganó la elección ante la disrupción del macrismo y se hizo esta conjugación tan heterogénea, pero un frente tiene que tener respaldo social mayor, tiene que tener ideas más precisas que el que tiene éste.

Cuando digo salvar la crítica no digo hacer crítica tonta como ya estoy haciendo yo. ¿Qué estoy pidiendo, que sean mejores los políticos? Por un lado sí, pero estoy pidiendo además que los que tienen sensibilidad, creo que hay muchos que la tienen en el gobierno y los que pueden no estar en el gobierno también la tienen, se exijan para pensar el modo en que se mueven los sectores presas del miedo en la pérdida del sustento, su propiedad, que se sienten amenazados por todo lo que inventa Jorge Lanata. Eso hay que cuestionarlo de un modo más inteligente, del punto de vista los medios propios y de un punto de vista del discurso político. Esto no veo que se esté haciendo. Y em ese arco que va hacia el desposeído total, el que posee algo y tiene miedo de perderlo, hay un estado de inquietud general que es el terreno. Ahí si hay una toma de terreno idílica donde se apoderan perfectamente en los sectores menos responsables respecto a la institucionalidad democrática. Y ahí aparece el policía golpista, el de la correa del dólar, el columnista del diario La nación, el que juega con el dólar para desestabilizar el gobierno; todas esas fuerzas oscuras que la sociedad argentina siempre tuvo. Incluso cuando decís peronismo estás diciendo un anchuroso caudal de un río que trae toda clase de sedimentos y de los que arrastra hay un montón que anuncian que el gobierno es inútil, que el gobierno no sirve para nada, que Fernández ni siquiera toca bien la guitarra, como acaba de decir Moreno.

“No digo que haya que cuestionar leyes, digo que hay que ampliarlas”

Más allá de cualquier otra consideración, me parece que sería irresponsable por parte de todos nosotros, que por ventura podemos decir un par de palabras de vez en cuando, provocar situaciones donde entre en debilidad este gobierno con todas las deficiencias que uno puede verle. Lo que sí es legitimo pedirle, dado que es el gobierno que hay que defender porque se defiende un tramo de la democracia evidente sin lo cual no volvería un peronismo mejor o con un estado mejor, volvería sin duda este neoliberalismo o como se lo llame, porque hay que encontrar mejores nombres, sería nuevamente el gobierno del juego empresarial y financiero con lo cual Argentina volvería a ser un país insípido, presa en el mejor de los casos de empresas de turismo que te lleven a pasear a la Antártida en avión, o se pueda hacer un paseo a las islas de Creta y que alguno te ilustre los mitos griegos. Sería un país sin historia, sin vida social y sin vida cultural, sin vanguardias artísticas y sin cultura popular. Eso no hay un movimiento social hoy que lo pueda promover en todos los términos y que hay que pensarlo, ese movimiento social hay que recrearlo sobre las herencias y linajes que están en juego. Uno de ellos sin duda es el peronismo pero están las izquierdas, la tradición socialista, los que recuerdan al viejo Yrigoyen que son pocos ya, de modo que hay que hacer algo que tenga otra heterogeneidad, no ésta.

A lo mejor hay algo por nacer, yo quiero creer que hay algo que no termina de nacer y que en algún momento va a poder hacerse cargo de estas demandas que compartimos totalmente.  Muchas gracias por conversar con nosotras.

Muchísimas gracias a ustedes.

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Responsabilidad empresaria y dictadura: entrevista a Victoria Basualdo

En exclusiva para La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores, la investigadora Victoria Basualdo, realizó un análisis extenso y profundo sobre el vínculo entre responsabilidad empresaria y dictadura, un tema central en sus investigaciones sobre el rol del sector privado durante el terrorismo de Estado en la Argentina. A partir de una mirada histórica y documentada, Basualdo explica cómo operaron distintas empresas en articulación con las fuerzas represivas, cuáles fueron las consecuencias para los trabajadores y por qué estos debates siguen siendo fundamentales para comprender el presente.

LCV: “Vamos a darle la bienvenida a Victoria Basualdo, investigadora del CONICET, con un currículum tan extenso que perderíamos muchísimo tiempo en contarlo, investigadora en FLACSO y una de las protagonistas de un trabajo fundamental que cumple ahora 10 años: Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado. Obviamente vamos a hablar de un evento, pero primero quiero darte la bienvenida. Victoria, ¿cómo estás?”

Victoria Basualdo: “Muy bien, Nora, un gran placer estar acá.”

LCV: “Me alegro. ¿De dónde venís ahora?”

Victoria Basualdo: “Vengo del Congreso, donde hubo una audiencia por la causa Asindar–Villazo, convocada con familiares, organizaciones sindicales, organismos de derechos humanos y sobrevivientes. Fue muy impresionante por este fallo nefasto dado a conocer hace un par de semanas, con 17 absoluciones en el caso nada menos que de la empresa Asindar y del proceso de la lucha histórica del Villazo en Villa Constitución.”

LCV: “Recordemos que Asindar estaba estrechamente ligada a Martínez de Hoz y fue el primer campo experimental, el primer acercamiento empresarial a hacer de la planta un lugar de represión y contención de trabajadores.”

Victoria Basualdo: “Sí, es un caso emblemático de lucha obrera. La lista Marrón es una de las más emblemáticas y combativas de los años 70. Ganan las elecciones en noviembre del 74 en la seccional de Villa Constitución. Tienen tres meses donde introducen muchos cambios y una dinámica asamblearia desde abajo. En marzo de 1975, un año antes del golpe, los acusan de ser el epicentro de un complot subversivo en el cordón industrial y se desata sobre la ciudad un operativo de fuerzas conjuntas inédito, persiguiendo a los trabajadores y a sus organizaciones. Fue un operativo y una metodología represiva facilitada por la ley de septiembre del 74, la 20.840, de penalidad a las actividades sindicales.”

LCV: “Se hablaba de ‘guerrilla fabril’, ¿no? Todo lo que implicaba lucha sindical era tomado como actividad guerrillera y perseguido como terrorismo.”

Victoria Basualdo: “Exactamente. Fue una ofensiva por aire, mar y tierra, con participación de Asindar, donde funcionó un centro clandestino en el albergue de solteros. Todo eso es lo que estos jueces dicen que no ocurrió.”

LCV: “Había también una opinión pública estigmatizante hacia el trabajador sindicalizado. ¿Por qué ese discurso prende?”

Victoria Basualdo: “No sé si prende. Este país tiene una tradición sindical muy fuerte, así que prende en un sector y no en otro. Respecto a la dictadura, hay una línea historiográfica que habla de consenso social. No es mi perspectiva. No creo que ‘la sociedad’ sea responsable en abstracto: hay responsables muy específicos en la cúspide del poder. Luego está la propaganda que logran difundir, y por supuesto siempre hay sectores conservadores; eso existió en todas las épocas.”

LCV: “En el libro que mencionabas, publicado en 2015, hay 25 estudios de empresas involucradas directamente en políticas represivas: Ledesma, Asindar, Mercedes Benz, Ford, etc.”

Victoria Basualdo: “Sí. Ledesma, por ejemplo, es un ingenio azucarero en Jujuy, pero hubo otros ingenios centrales en las políticas represivas. En Ledesma, su titular, Carlos Pedro Blaquier, fue una figura clave en el norte y en el país. En su departamento se tejieron vínculos que terminaron en el golpe del 76. En Tucumán, ingenios como Concepción o La Fronterita también estuvieron implicados.”

LCV: “Falta poco para los 50 años del golpe. Y mientras se prepara la conmemoración, Milei nombra al primer militar al frente de Defensa en democracia y a un jefe de Gabinete que se opuso a la lucha por la identidad. En ese contexto ustedes deciden hacer un encuentro por los 50 años del golpe y los 10 de la publicación. ¿Cuándo y dónde?”

Victoria Basualdo: “Será el martes 9 de diciembre, de 18 a 21, en la sede del sindicato del SuPTe, en Carlos Calvo. Es importante en el camino a los 50 años del golpe y en la década del libro, publicado por la Secretaría de Derechos Humanos, el Programa Verdad y Justicia, FLACSO y el CELS. Fue un gran esfuerzo, con 25 casos de empresas en todo el país, que generó investigación regional y juicios: Asindar, Ledesma con la muerte de Blaquier sin condena, Mercedes Benz a la espera de juicio, La Fronterita, y muchas causas más.”

LCV: “Antes de Milei había equipos y redes que permitían articular estas causas. Hoy eso está desmantelado.”

Victoria Basualdo: “Sí. No sé si hay sutileza, pero sí hay una dirección clara. Publican materiales históricamente endebles, con una narrativa burda. Hay un combate por la historia, una batalla cultural, como dicen ellos.”

LCV: “Volver a encontrarse cuesta mucho hoy.”

Victoria Basualdo: “Totalmente. Este encuentro busca repasar causas de responsabilidad empresarial y volver a reunirnos. El informe de 2015 se entregó al Ministerio Público Fiscal y fue distribuido en todas las causas. Además generó un proceso regional importante. En Brasil se investigaron 13 empresas, incluida Petrobras; surgió el caso Volkswagen, que terminó en un acuerdo en 2020 donde la empresa reconoció parcialmente su responsabilidad y financió investigaciones. Eso modificó la mirada sobre la dictadura y permitió una condena civil y laboral por trabajo esclavo, en un país donde no hubo condenas a militares. Paradójicamente, fue la responsabilidad empresarial lo que abrió el proceso.”

LCV: “En investigaciones que hicimos, notamos que, aunque el 65–70% de los desaparecidos eran obreros, hay menos denuncias y menos visibilidad. Incluso menos testimonios de familias obreras. ¿Vos también ves eso?”

Victoria Basualdo: “Sin duda. La dictadura tuvo un sesgo de clase, de género, de etnicidad y de raza. También los procesos de memoria y justicia tuvieron esas dimensiones. Hay voces mucho menos escuchadas y menos acceso a la justicia. En estos 10 años pasaron muchas cosas: judicialización, internacionalización, foco sobre actores económicos que suelen ser invisibles, y un interés creciente por el ámbito rural, castigado e invisibilizado. También hay auto-invisibilización: la idea fatalista de ‘nací peón y si el patrón me pega es lo que toca’. Es muy difícil conceptualizar lo que te pasa.”

LCV: “Vos dijiste Ligas Agrarias y aparece otro problema: en la memoria urbana, muchos asocian ese proceso solo a jóvenes de colegios privados de Buenos Aires, cuando en realidad era un movimiento de base campesina.”

Victoria Basualdo: “Exacto. Y las mujeres fueron centrales. En el Instituto Gino Germani hay entrevistas a mujeres campesinas de las Ligas Agrarias. Pero en la perspectiva urbana, el caso del joven de clase media solidario tenía más impacto mediático.”

LCV: “Y aún así, ese discurso de ‘los chicos buenos’ invisibiliza la dimensión política real de esa generación.”

Victoria Basualdo: “Tal cual. En eso, Canal Encuentro y la TV Pública cambiaron mucho las representaciones, mostrando voces, caras y acentos de todo el país. Yo soy historiadora y trabajamos siempre de forma interdisciplinaria porque desandar estas representaciones de bronce —idílicas para un lado, demoníacas para el otro— es difícil. Hay que romper esas cristalizaciones.”

LCV: “¿Cómo imaginás el año del 50 aniversario? ¿Habrá avance prodictadura?”

Victoria Basualdo: “Creo que el camino nunca es la defensiva. Frente a los 50 años necesitamos una historia compleja, con contradicciones. Hay discursos que diluyen responsabilidades diciendo que ‘la sociedad’ fue responsable. Yo preferiría hablar de la disputa capital–trabajo que atraviesa estas cinco décadas: los 80 con la recuperación democrática en crisis de deuda; los 90 con el consenso de Washington y la reestructuración brutal; los intentos de confrontar el neoliberalismo luego, con muchas cosas que no se lograron revertir; el macrismo con una ofensiva inicial; el gobierno de Alberto Fernández, insuficiente y atravesado por la pandemia; y hoy, una ofensiva de clase brutal. Esa mirada ordena los 50 años y permite ver continuidades y rupturas.”

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Crisis textil en Mar del Plata: Guillermo Fasano alerta por cierres de pymes, caída del consumo y amenaza importadora

En diálogo con La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores , Guillermo Fasano, empresario textil marplatense y presidente de la Cámara del sector, analiza en profundidad la crítica situación que atraviesa la industria del pulóver en Mar del Plata. Desde la caída del consumo y las tasas de interés “devastadoras” hasta el impacto de la apertura importadora y la pérdida de competitividad, Fasano describe un escenario que combina cierres de empresas, despidos y una transformación histórica del polo textil local. También repasa los orígenes de la tradicional “avenida del pulóver”, la evolución del turismo y los desafíos estructurales que enfrentan hoy las pymes en todo el país.

LCV:
“¿Cómo es la situación que se está atravesando en Mar del Plata?”

Guillermo Fasano:
“El año pasado hicimos un diagnóstico cuando dijimos que el cambio de un modelo de propensión al consumo a un modelo de ajuste había impactado con una baja del nivel de actividad del 30%. Lo afirmábamos a partir de las ventas de nuestra producción, pero sin contemplar aún el impacto que podía generar la apertura de la economía. Todos esperábamos que pudiéramos beneficiarnos de esa apertura para acceder a insumos, ya que somos fabricantes del pulóver marplatense, y que eso viniera acompañado por una baja de impuestos, como había prometido el Gobierno. Sin embargo, en noviembre recibimos la noticia de que el Gobierno bajaba los impuestos a los productos chinos vendidos a través de plataformas, un sistema que impacta muy directamente en nuestro rubro. No solo el productor extranjero compite con el nacional, sino que además reemplaza toda la cadena productiva, ya que la mercadería llega directamente desde depósitos en el exterior hasta el consumidor. Esto se agravó este año con una baja fuerte en el consumo, que para mí se debe, primero, a salarios que no despegan, y segundo, a las altísimas tasas de interés provocadas, a mi entender, por la intención del Gobierno de liberar el tipo de cambio sin tener reservas. La única forma de intentar contener la suba del dólar y el temor inflacionario fue mediante tasas altísimas, lo cual fue devastador. Hoy el problema es la caída del consumo y tasas prohibitivas que los consumidores no están dispuestos a pagar para financiar compras. A esto se suma un atraso cambiario notable, evidente en el turismo. Es un combo explosivo. Hay cierres de empresas, despidos y una situación muy crítica.”

LCV:
“Nos escuchan desde distintos lugares gracias al streaming. Muchos no saben qué es la calle de los pulóveres. Me gustaría que cuentes aquella época, los 70 y 80, cómo era esa calle y cómo está hoy.”

Guillermo Fasano:
“Es una linda historia. Mar del Plata se convirtió en la capital nacional del pulóver a partir de la década del 70. El origen está en la inmigración italiana que llegó al puerto; los hombres trabajaban allí y las mujeres trajeron el oficio de tejer pulóveres, algo que en Argentina no se conocía. Durante el invierno tejían estas prendas nuevas, que no se fabricaban en ningún otro lugar del país. Así, los turistas venían en verano a abastecerse de suéters marplatenses. Se desarrolló una industria con un oficio muy especial: el pulóver tiene procesos complejos, artesanales, de lavado, coloración y diseño que generaron un estilo propio. Como sabíamos que la gente compraba para el invierno siguiente, producíamos todo el año y en diciembre ya teníamos la colección para la temporada futura, marcando también tendencia. Con la llegada de las máquinas automáticas, las primeras aparecieron en Mar del Plata, pero rápidamente se instalaron fábricas grandes en Buenos Aires y allí perdimos en cantidad, aunque no en calidad. Mar del Plata tiene una Facultad de Diseño Textil que nos da una gran ventaja. Así nació la avenida Juan B. Justo, la famosa avenida del pulóver, que desemboca en el puerto, donde los inmigrantes italianos instalaron sus fábricas y comercios. Fueron las mujeres quienes trajeron el oficio y nos convirtieron en la capital del pulóver.”

LCV:
“Fasano, la tuya es una empresa familiar. ¿Cómo se llama?”

Guillermo Fasano:
“Sí. Tenemos una línea de niños que se llama Inés Meer. La empresa tiene 45 años.”

LCV:
“¿Toda tu familia trabaja ahí? ¿La empezaron tus padres, tus hijos, vos?”

Guillermo Fasano:
“Inés Meer es mi esposa. Ella tiene un gusto especial y exquisito, y diseñó toda la colección. Ahora nos estamos retirando un poco: estamos haciendo de abuelos, que es lo que más disfrutamos.”

LCV:
“Inés fue la creadora de los suéters con el redondo de punto smock, ¿no?”

Guillermo Fasano:
“No es creación de ella, pero sí lo impuso. Acá se fabricaba poco de eso, pero nosotros lo popularizamos y distribuimos por todo el país. Mucha gente cree que Mar del Plata es solo un mostrador, pero en realidad abastece de suéters a todo el país. Las grandes marcas que producen en Argentina lo hacen acá: está el oficio, la capacidad y el diseño para hacerlo bien.”

LCV:
“En general, ¿cómo está Mar del Plata? ¿Cómo está el turismo y cómo se prepara para este año?”

Guillermo Fasano:
“Mar del Plata es la ciudad más linda del país. Ha ido quedándose con un público determinado, pero hoy está mutando: hay mucho turismo joven y la ciudad ofrece una diversidad enorme—puerto, gastronomía, hotelería, playas, teatro, cultura y caminabilidad. En los últimos años abrieron playas cerca del faro con un perfil exclusivo, una alternativa para quien no puede ir a Punta del Este. Chapadmalal está creciendo muchísimo, impulsado por los jóvenes. La ciudad está hermosa. Este año es complicado porque muchos turistas se van a Brasil, pero el fin de semana largo de noviembre fue récord. Eso nos da esperanza. Desde el Comité de Turismo trabajamos para atraer visitantes. El que no viene a Mar del Plata no sabe lo que se pierde.”

LCV:
“Para cerrar, como industrial y presidente de la Cámara, ¿qué le pedimos a la economía y al Gobierno?”

Guillermo Fasano:
“Formamos parte del Movimiento Nacional Pyme, donde presentamos una ley integral. Las pymes generamos el 70% del empleo del país. No hay salida sin pymes. Identificamos cuatro problemas clave. El primero es la industria del juicio laboral, que no tiene que ver con los derechos de los trabajadores, sino con mecanismos que perjudican al sector. El segundo es la altísima carga impositiva, especialmente sobre los salarios: de 1.600.000 pesos depositados, al trabajador le llega 1.000.000 y el resto son impuestos; y con ese millón paga un 40% más en el supermercado. El tercero es el financiamiento: tenemos uno de los sistemas financieros más ineficientes del mundo. Hasta hace poco las tarjetas aplicaban tasas del 220% anual mientras la inflación mensual declarada era del 1,8%. El cuarto problema es la burocracia: en un mundo digital no se puede seguir con pilas de papeles para cualquier trámite. Si estos cuatro problemas se resuelven simultáneamente, Argentina va a crecer y generar empleo a través de las pymes.”

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“Queríamos liberar Palestina, pero Palestina nos liberó”, por Riccardo Mancuso

Riccardo Mancuso es licenciado en historia en la universidad de Bologna. Durante sus estudios fue un trabajador de aplicaciones haciendo delivery en bicicleta para solventar los gastos iniciando una actividad sindical como delegado de JustEat para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores precarizados de ‘Deliveroo’ logrando una victoria judicial que sentó precedente. Ya como historiador y referente gremial, hoy es uno de los tantos jóvenes italianos comprometidos en la movilización contra el genocidio de Gaza. Aquí su opinión y la reseña histórica de las luchas obreras en Italia de los últimos años.

El 30 de agosto de 2025, parte de la Flotilla Global Sumud zarpó desde Génova, rumbo a Gaza con el objetivo de tender una mano a la población palestina asediada por la violencia sionista. No es casualidad que la mayor misión humanitaria por mar parta de esta ciudad. Génova tiene un gran significado en la historia italiana: es la ciudad galardonada con la Medalla de Oro de la Resistencia, un bastión del antifascismo militante, y también es la ciudad que albergó la horrenda cumbre del G8 -una herida que nunca ha sanado para quienes experimentaron de primera mano la brutalidad sin sentido del Estado represivo.

En esta ciudad y en esa ocasión, el extremismo del sistema político liberal eligió desplegar toda su brutalidad al quitarle la vida a Carlo Giuliani, asesinado durante los enfrentamientos en la protesta. Ese fue un punto de inflexión en la historia de nuestro país, así como Gaza es un punto de inflexión en la escena internacional. Sólo podía ser desde esta ciudad [Génova] que esta importante operación —que, en un impulso de solidaridad, desplegó toneladas de ayuda humanitaria para la población palestina golpeada por la brutalidad de un genocidio— partiría. El mensaje es claro: queremos romper el aislamiento de quienes son oprimidos y desafiar el bloqueo naval ilegal de las fuerzas israelíes.

La salida de la Flotilla se produce en un momento en que el gobierno de extrema derecha de Giorgia Meloni está siendo cuestionado por su falta de reconocimiento del Estado de Palestina (Italia es uno de los pocos países de Europa que aún no lo ha hecho) y por el envío de armas a Israel. Desde el pogrom del 7 de octubre de 2023, ha crecido en Italia un movimiento ProPal que representa a la juventud palestina (“Giovani Palestinesi”), exigiendo el fin de toda cooperación entre las instituciones italianas e Israel y el reconocimiento del Estado Palestino, junto con su derecho a resistir la limpieza étnica en curso que ocurre no solo en Gaza sino también en Cisjordania.

En el contexto del conflicto radicalizado contra el gobierno posfascista de Giorgia Meloni, los estibadores de Génova —organizados en el CALP (Colectivo Autónomo de Trabajadores Portuarios)— y activistas del sindicato de base USB (Unione Sindacale di Base) han decidido tomar una postura firme respecto al movimiento de solidaridad que ahora zarpa: abordan los barcos, bloquean la carga que estaba destinada a abastecer a Israel, y amenazan con que si el ejército israelí interviene y arresta a los voluntarios de la Flotilla, el puerto será cerrado, llamando a todas las ciudades italianas a hacer lo mismo en fábricas, escuelas y oficinas. Los estibadores declararon: «Si tocan la Flotilla, cerraremos Europa —ni un solo clavo saldrá de este lugar».

Los estibadores se han convertido en figuras centrales en el panorama político italiano, marcado por una crisis generalizada de representación, que concierne tanto a los partidos políticos como a los sindicatos. Su postura simbólica ha inspirado al resto del país, que admiró su valentía al actuar como escudo contra la opresión de una población indefensa. Esta no es la primera vez que los estibadores participan en sabotear los envíos: durante el siglo pasado, los estibadores británicos se opusieron al envío de armas hacia la Rusia revolucionaria; sólo que en ese momento, esas armas estaban destinadas a propósitos contrarrevolucionarios. Hoy, los estibadores de Génova eligen levantarse bajo el lema: «¡Ciérrenlo todo!», denunciando la complicidad de Occidente en el genocidio palestino.

La enorme movilización que tomó las calles durante el pasado septiembre y octubre ha sido interpretada por algunos como el éxito de una operación global que perforó el aparato mediático dominante, y por otros como el efecto de la intuición política del movimiento de base, que fue capaz de aprovechar el momento mientras la Flotilla se acercaba a las costas de Gaza, y finalmente como una respuesta espontánea de personas que ya no podían soportar desplazarse con sus teléfonos y ver las horribles imágenes de una masacre en curso sin intervención concreta de ninguna autoridad.

Más allá de cualquier interpretación, las cifras son claras: millones de personas bloquearon las ciudades más grandes de Italia bajo una ola de indignación. En cada actualización de las flotillas navegantes —hasta que los barcos fueron abordados ilegalmente por el ejército israelí— miles de personas se unieron a las calles, gritando «Palestina Libre». Igualmente claro es el papel que, una vez más, juega la clase trabajadora en el contexto global de lo que podría describirse como una guerra mundial fragmentada: solo a través de huelgas y conflictos organizados se puede desmantelar la locura belicista de la bestia capitalista.

Lo que sucedió no debe verse como una mera respuesta emocional contra la masacre de los oprimidos por el opresor. Estamos presenciando un despertar colectivo que ha mostrado cómo el sistema depredador capitalista siempre está buscando sus nuevas víctimas: hoy en día son las vidas de los palestinos las que se consideran inútiles y prescindibles, pero mañana podríamos ser nosotros. Esta movilización ha visto converger múltiples movimientos sociales con el objetivo de despertar conciencias y oponerse a un sistema mortal.

Este contexto reavivó el movimiento de repartidores de Bolonia. Durante algún tiempo en los últimos años, el descontento por un sistema salarial de hambre había estado gestándose, amenazando con una protesta que finalmente estalló al encontrar una salida en los recientes levantamientos por Gaza. Esta estasis había permitido la estabilización de un sector ampliamente desregulado, con la única excepción de la multinacional Takeaway.com (Just Eat), que formalmente clasifica a sus trabajadores como empleados con derechos y protecciones. Deliveroo y Glovo continúan fomentando un sistema de explotación que ignora numerosos fallos judiciales y elude la «Ley de Riders» existente de 2019, gracias a un acuerdo turbio firmado con un sindicato complaciente de derecha, UGL Rider. Este acuerdo también ha sido considerado ilegítimo en varios fallos, incluido uno que reintegró al autor de esta nota después de un despido ilegal por negarse a firmar el nuevo contrato derivado de este acuerdo fraudulento.

Este sistema miserable que enfrenta a las personas entre sí, una vez más ha encontrado la capacidad de la fuerza laboral para organizarse y movilizarse por mejores condiciones salariales. Todo esto está sucediendo en un momento en que se espera que Italia implemente la Directiva Europea sobre trabajo en plataformas, que pide el reconocimiento del estatus de empleado, la obligación de que las empresas demuestren la supuesta autonomía de los trabajadores en los tribunales —a su propio costo— y la negociación colectiva sobre algoritmos.

Estos años han visto el surgimiento de un movimiento internacional sobre el Trabajo en Plataformas que ha proporcionado las herramientas para expandir la lucha a escala global. Las luchas de hoy convergen a través de prácticas ya probadas que llevan un potencial que no debe desperdiciarse, porque los movimientos laborales son internacionalistas y convergentes, o no son.

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