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Planeta Giussani

La V Columna | Entre la magia y la razón

Mago, magia, dios, milagro, sentimiento, amor, son las palabras que más se escucharon en los homenajes a Diego. Posiblemente sean las que mejor lo representan.

Qué es un Mago: según una de las definiciones que encontré por ahí, se trata de una persona que hace magia. Es decir, que posee la capacidad de mostrar resultados que son contrarios a las leyes naturales. Dicho arte se vale de palabras, conjuros, actos y elementos. Trucos ensayados que crean una realidad ilusoria. Ves que cortan a una mujer al medio pero no. (a propósito, siempre una mujer es la mutilada!)

Claro que hay magos profesionales y magos silvestres como esos que te hipnotizan y enamoran, sin ciencia ni tecnología. Es decir, están los que hacen magia sin ser magos. ¿O sí? ¿Acaso se valen de palabras, conjuros, acciones? ¿Nos embaucan? ¿Nos hacen creer que son lo que no son? ¿O son exactamente lo que dicen sus palabras, conjuros y acciones?

En realidad, confieso, hace casi un mes me ronda la idea del pensamiento mágico. No fue por Maradona, no. Fue cuando escuché y leí el discurso del nuevo vicepresidente de Bolivia.

Debo decir que Bolivia es un país familiar para mí. Por casualidad, o no, mi papá nació en Oruro. Tuvo dos lenguas madres: el aymara y el inglés. Menudo problema. Ese niño, medio boliviano, medio inglés, de padre italiano, que se abocó primero a la filosofía, después a la política , y encontró en el periodismo un modo de hacer lo que le gustaba, inició su libro más famoso y polémico, La Soberbia Armada, con ésta anécdota:

“Durante un período de mi infancia viví con la curiosa convicción de que todas las cosas tenían una doble naturaleza,, un doble ser: un ser para cuando se las miraba, otro para cuando no se las miraba. No sé en qué momento llegué a esa extraña conclución -quizás a los cuatro o cinco años de edad- pero recuerdo que solía almorzar con la vista fija en la botella de vino, tratando de imaginar la transfiguración que se produciría en ella si yo, de pronto, cerraba los ojos. Con los ojos abiertos, tenía delante una botella. Si los cerraba se convertía instantáneamente en un duende, lanzado a corretear traviesamente sobre el mantel, o sobre lo que terminaba por ser el mantel al librarse, también él, de mi mirada…Me resultaría difícil precisar ahora, con medio siglo de experiencias acumuladas sobre aquellas primeras fantasías de mi niñez, hasta qué punto creía yo en esa sorprendente Wltanschaung infantil. Pero quizá sirva para medir el grado de realidad que yo asignaba a ese mundo escondido y misterioso las estratagemas que solía dedicar al desesperado intento de penetrarlo, de ‘verlo’”.


Mi padre, ese gringo boliviano, medio inglés medio italiano, que se volvió algún día en argentino, me contaba éstas cosas de niña. Todo lo ponía en juicio. Me enseñó a pensar. La filosofía era un postre para mí. Solo aprendí las preguntas, y conocí de oído algunas respuestas. Mi papá, como buen occidental, llamaba a ese tipo de relación con el mundo, el de los duendes y las botellas animadas, como ‘pensamiento primitivo’. Algo que todavía hoy piensan los occidentales.

El pensamiento racional -no mágico- se impuso en Occidente con Aristóteles, como 300 años antes del nacimiento de Cristo. Pensamiento lógico que miles de años después dio lugar a la ciencia y a la teconología. Una forma de saber que debe tener como requisito una serie de métodos que sean publicables y debatibles. Puede referirse a las causas físicas o al funcionamiento de una sociedad pero deben obedecer a un método inteligible.

Es decir, entendible. A todos los que hemos sido criados (nacidos y criados) con una cultura occidental nos cuesta entender lo inexplicable. Deseo y amor, son los inexplicables por excelencia, aunque existen quienes quieres también estudiar nuestro inconciente y ponerle reglas. Y Maradona se coloca en ese inconciente colectivo, en el que las reglas naturales no existen. Solo el deseo, el amor y la magia.

Suele hablarse del pensamiento mágico de los niños – fantasioso como el de mi papá-, o el de los pueblos originarios, entendido como forma de pensar que se basa en la imaginación, las tradiciones, las emociones o la fe, lo que hace que sus expresiones carezcan de una argumentación lógica.

Puesto de ese modo, no solo los indios basan en eso sus creencias, también los partidos políticos -no vayan a creer que solo el peronismo es un sentimiento, todos son un sentimiento, hasta los gorilas, mirá lo que te digo-. Pero ellos pretenden darte argumentos racionales, cuya lógica se nos escapa, amparados en la ciencia y la objetividad.

A mí, como a muchas almas sensibles, me encantó el discurso de David Choquehuanca, aún así, reconozco que él habla desde su cultura, y nosotros, mal que nos pese, somos occidentales habituados a buscar una lógica. De buenas a primeras, cualquier persona nacida y crecida entre adoquines y cemento habla con naturalidad de la Pachamama. ¿Cambiamos de Dios? Existe la ‘venganza’ de la tierra o es que de puro codiciosos destruimos nuestro propio habitat, como especie. Qué se yo, para mí no es tan simple pensar en las cosas, y mucho menos entenderlas.

Entre tanta emoción y confusión, si nada tenés para aclarar en éste desoncierto general, mejor hacer silencio. Pido disculpas por éste dislate, y me callo. Necesitamos varios minutos de silencio porque, como bien dijo Nietzsch: ¡Maradona ha muerto!

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Italia ¿Qué es ‘Progetto Sur’? Frente a la indiferencia de los Estados, la solidaridad de los pueblos

Hace unas semanas nos internamos en la nueva realidad italiana. Esa que no se ve pero existe. La que une pasado, actualidad y futuro. Comenzamos con una entrevista a Enrico Calamai, quien en tiempos de dictadura en Argentina fue uno de los protagonistas invisibles de una epopeya: dar refugio y salvar la vida de unos 300 argentinos a pura convicción y coraje, quien hoy es un referente de los Derechos Humanos con una pequeña organización, “Mani Rosse”, que cada jueves pintan sus manos de rojo sangre para recordar a los muertos de un mundo injusto: migrantes ahogados en el Mediterráneo, víctimas de guerras y hambrunas, aquellos ‘condenados de la tierra’ de la que nos hablaba Frantz Fanon.

Continuamos conversando con los directores de “Resistenza-Historia del exilio argentino en Roma”, quienes nos llevaron a los años de plomo, en los cuales centenares de miles de argentinos debieron huir del país con lo puesto y aún así crearon redes de solidaridad, amor y denuncia internacional en los países donde posaron sus huesos, con culpa, dolor, angustia.

El documental puso el foco en Italia y pudo realizarse gracias a la colaboración de un grupo de jóvenes italo argentinos que forman parte de una organización llamada ‘Progetto Sur’. Tirando de la punta del ovillo, llegamos a ellas, Claudia Gatti y Romina Cozzanti, referentes de la asociación, nacida después del 2001, que contactó con aquella huella creada en los años setenta-ochenta y hoy trabajan por la colaboración de dos pueblos unidos por historia y cultura. Cambian los tiempos, las formas, la política y la tecnología. Llegan las pandemias y otras calamidades desconocidas, pero aún queda la esperanza de un mundo mejor.

Aquí, la última entrevista de lo que podemos considerar una trilogía: revisitando exilios, mirando el mañana.

Este Planeta Giussani hace lo posible para entenderse con ese Planeta Tierra con la Inteligencia Artificial a flor de piel. Aún así, no lo logramos. La comunicación es entrecortada. Cuarenta minutos nos dan. Quién puede hacer algo en sólo cuarenta minutos cuando hay tanto para hablar, conocer, descubrir, pensar. Vaya, entonces, esta segunda parte con Romina, a quien dejamos sin palabras.

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Entrevistas

“El exilio dejó huella en Italia”. Entrevista a los directores de Resistenza

Después de su recorrido por Festivales, Salas y otros espacios de Italia y Argentina, “RESISTENZA (historias del exilio argentino en Roma)” está disponible desde el 13/11/25 en la plataforma OpenDDB: https://openddb.it/film/resistenzaargentina/

Un documental que explora los modos que adquirieron la sobrevivencia y la denuncia internacional durante la última dictadura militar. Más allá de la tristeza, el desarraigo y las dificultades económicas, los exiliados argentinos diseminados por el mundo tendieron redes de solidaridad y realizaron un trabajo tenaz dando a conocer las violaciones a los Derechos Humanos en Argentina. No sabían, en ese entonces, que se estaban convirtiendo en protagonistas de un movimiento que dejaría sus huellas a futuro en los países que los acogieron, gracias a una forma de lucha silenciada por el régimen pero que perduró, con amor y creatividad hasta el día de hoy.

En Italia nació una organización italo-argentina, Progetto Sud. En torno a ellos crecen, desde el pie, nuevas formas de acción en un mundo cada vez más violento y fraccionado. Ahora las murgas argentinas son un símbolo en toda manifestación por la paz y la justicia en Roma

LCV conversó con los directores del documental “Resistenza, historia del exilio argentino en Roma”, Mónica Simoncini y Omar Neri. ¿Por qué Roma? ¿Qué dificultades encontraron? ¿Cómo es trabajar como documentalista hoy? La culpa como trasfondo de estar vivo, la política no cultural de Milei y más.

Exilio revisitado por Laura Giussani constenla. Un planeta de LCV. 11 de octubre de 2025

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LCV

Planeta Giussani/ Houston, tenemos un problema

El 13 de abril de 1970, una frase entró a la historia. Creíamos que la humanidad tenía el poder de conquistar el universo todo. Naves intergalágticas surcaban el espacio. Estados Unidos ya había plantado bandera en la luna. Una nueva misión tenía al mundo en ascuas: el Apolo 13. Todo iba bien hasta que una serie de luces desconocidas y una explosión de origen ignoto obligó a la tripulación del Apolo a llamar a la base en tierra. El mensaje fue claro y conciso: “Houston, tenemos un problema”.

Desde entonces, cada vez que ocurre un imprevisto de difícil solución e incierto origen, apelamos a aquellas palabras de desesperación controlada con las que el astronauta del Apolo 13 compartió su alarma. Y sí, hoy, apelamos una vez más a ella: Houston, tenemos un problema.

Este domingo, la política argentina vio los destellos de luces jamás imaginadas y alguna explosión agitó los ánimos. Qué había pasado?

De manera inusitada, los hermanos Milei, en el peor momento de su gobierno arrasaban en casi todas las provincias, incluída la provincia de Buenos Aires, donde había sufrido una derrota aplastante pocas semanas atrás.

El desconcierto invadió a propios y extraños. Quizás pueda decirse que, de una forma u otra, salvo los Milei, perdieron todos. Y cuando digo todos, digo también la derecha. Curioso ¿no?

Desde el mes de agosto, incluso los medios ‘amigos’ del gobierno se dieron vuelta. Por primera vez se los veía a Feinman, Viale, Laje y hasta Trebucq, entrevistando de manera incisiva al presidente de la Nación. El escándalo Sapagnuolo, el 3% de Karina, las relaciones narco de Espert, eran tapa, día tras día.

Las redes estallaban con incomprobables brotes psicóticos de Milei. Hablábamos de un Plan B en marcha, mientras otros directamente mencionaban un operativo destituyente. Las elecciones intermedias parlamentarias se habían convertido en un referendum: Milei sí o no. Todos tensaron la cuerda. Blanco o negro. Milei o Kirchnerismo, representado por Cristina y su hijo.

El desdoblamiento de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires le dieron aire a Kicillof, al no ser una consulta nacional, pudo mostrar el mapa político de el bastión peronista por excelencia. Seguía siendo peronista, es más, kicillofista.

Lejos de retroceder frente a una embestida política, mediática y hasta empresaria, el gobierno fue por más. Más represión, más ajuste, más agresión contra los ejes más sensibles para la población: salud, universidad, discapacitados, jubilados. ‘Ni un paso atrás’ decía Mussolini en pleno liderazco.

Los politólogos y periodistas, encargados de ‘leer’ el mensaje de la ciudadanía, se agarraban la cabeza. La derrota era el número ganador. Hagan sus apuestas señores, quien gana y quien pierde?

Perdimos todos.

Es que había ocurrido un imprevisto, un destello de luces violetas y una explosión: Donald Trump se metía en la campaña. Prometía una salvación económica sí y sólo sí Milei ganaba las elecciones.

Lejos de autoflagelarnos con las responsabilidades de cada uno de los protagonistas, y mucho menos de pensar que de la noche a la mañana el pueblo argentino decidió apoyar la represión a los jubilados, hacer aparte las exigencias del Garraham, reirse de los discapacitados, y escupir sobre la cabeza de centenares de miles de desocupados por un plan económico que detruye la industria junto con el Estado, esta vez, yo prefiero no creer. Prefiero no creer que se fascistizó el electorado de tal modo. Así que busco otras razones.

¿Y si el voto hubiera sido más sensato de lo que pensamos? Qué había enfrente a Milei. Si perdía, caía el gobierno, eso era lo que todos esperábamos con cierta euforia. Y si caía el gobierno ¿qué pasaba?

Posiblemente el electorado pensó: Houston, estamos en problemas.

Y aquí entra el factor Trump. Aceptar el manotazo de ahogado de Trump quizás era lo más pragmático porque si no era eso ¿qué? Sólo se veían dos opciones y ambas significaban ‘volver’. Al peronismo o al macrismo.  Por si no hubiera quedado claro con la victoria de un personaje indefinible, nadie quiere volver a sentir el hastío de los mismos discursos vacíos. Quizás la sociedad está pidiendo a gritos dar vuelta la historia, no volver sino ir.

Una vez más, invito a nuestros lectores y oyentes a pensar que no vivimos en un mundo aparte. Y el mundo, lamentablemente, hoy tiene como protagonista a otro esperpento al que todos hacen reverencia, cruza fronteras, se adjudica paces incomprobables, extorsiona con los impuestos a países de distinta índole. No queremos reyes, pero tenemos un emperador cuyo parecido con American Dad, es preocupante.

Por más que nos dediquemos a analizar de manera pormenorizada los errores de cada partido, partidazo o partiducho, lo que pasa en Argentina no es ajeno a lo que pasa en el mundo. Quizás Milei entendió eso y anda viajando de acá para allá, sembrando su demencial teoría anarcocapitalista en tiempos de tierra fértil.

Parace antiguo, pero la solución quizás no es sólo nacional. Que avance el internacionalismo, pues. Porque más allá de consignas perimidas como “Patria sí, Colonia no” o recordar “Braden o Perón”, el mundo entero está sufriendo un terremoto económico y moral. Las Colonias ahora son ‘países aliados’ y el entramado económico crea fronteras tan volátiles que resulta imposible analizar con la rigidez a la que estábamos acostumbrados.

No somos el peor país del mundo, son tiempos de una humanidad que ya no puede llamarse humana. Bombas, drones, hackers, ataques cibernéticos, enemigos más virtuales que reales.

Por eso, LCV también anda relojeando lo que pasa aquí y allá. Y, por ahora, parece que nadie se salva solo, tampoco a nivel internacional. Ningún país podrá enfrentar las fuerzas de este post capitalismo cínico y voraz.

Si volvemos al chiquitaje interno, y sí, el baile de Cristina en el balcón al conocerse que perdió el peronismo en la provincia de Buenos Aires fue lo más parecido a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Pero no son Cristina ni Kiciloff el problema. Ni la izquierda ni los tibios ni los progres nisiquiera la derecha de buena o mala fé. Levantemos la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de acusarnos y empecemos a construir, y a coordinar con quienes están sufriendo tanto o más que nosotros.

Son tiemos difíciles, para todos, sobre todo para los que todavía tienen algo que perder. Esa clase media apedreada que se niega a bajar al séptimo círculo del infierno. Pero hay medio país que sabe que es difícil bajar otro peldaño. No son necesariamente gorilas, ni idiotas, ni todos los epítetos que se les ha endilgado en estos días. Muchos desposeídos  apostaron a los hermanitos medio locos. Quizás por empatía. Hartos de ver tantos políticos racionales y nobles que los han llevado a la ruina.

Sigamos pensando y construyendo una sociedad más justa, desde abajo, simplemente como personas, aprendamos a escucharnos, dejemos atrás ese fugaz poder que puede dar una diputación o una secretaría.

Entre tanto, la vieja política tiembla. Cuando pase el temblor ojalá que nos encuentre más fuertes, libres, sinceros. Quizás desorganizados, quizás no unidos, pero dispuestos a llevar adelante las luchas en las que muchos estamos desde hace tiempo y sentimos que son robadas por representantes que no nos representan. La unidad no es todo en la vida. Seamos miles de luces, miles. Miles de fogatas, miles. Ya nos encontraremos de manera natural en un momento histórico en el que valga la pena escucharnos sin insultarnos.

Columna de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 27 de octubre de 2025.

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