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¿Hubo otro Borges?, por Teodoro Boot

En enero de 1926, en Salto Oriental, Jorge Luis Borges ponía punto final a la presentación de un breve compendio de ensayos aparecidos en distintas revistas, así como en la sección literaria del diario La Prensa. Publicados en julio de ese año quinientos ejemplares, libro y prólogo llevaron un mismo título, El tamaño de mi esperanza. Que así comienzan:

A los criollos les quiero hablar: a los hombres que en esta tierra se sienten vivir y morir, no a los que creen que el sol y la luna están en Europa. Tierra de desterrados natos es ésta, de nostalgiosos de lo lejano y lo ajeno: ellos son los gringos deveras, autorícelo o no su sangre, y con ellos no habla mi pluma (…) Quiero conversar con los otros, con los muchachos querencieros y nuestros que no le achican la realidá a este país.

Título, libro y prólogo compartirán un mismo destino: la desaparición forzada. Anteriormente, Borges había publicado los poemarios Fervor de Buenos Aires y Luna de enfrente, así como la colección de ensayos Inquisiciones, pero será uno posterior, El idioma de los argentinos el que, junto a El tamaño de mi esperanza merecerá la inquina del autor, quien jamás permitió que ninguno de ambos fuera reeditado.

Hubo que esperar su muerte –¡véase cómo al fin de cuentas estábamos predestinados a celebrarla!– para que en 1993, llevada por su amor a la literatura, al dinero o al autor –en todo caso, será siempre amor–, su viuda María Kodama decidiera sacarlas de la oscuridad y el olvido.

Cualquiera tiene derecho y hasta el deber de detestar lo que alguna vez ha escrito, pero ¿cómo no preguntarse, en este caso, de dónde la tirria del autor a esos fragmentos de su obra que de ningún modo desentonan con los que más tarde él mismo celebraría?

¿Había otro Borges ahí, el proyecto de un hombre que no fue, detestado por el que acabó siendo hasta decretar su inexistencia, opacado por el que iba envejeciendo entre halagos, agasajos y esa forma prematura de las honras fúnebres que es la celebridad?

A su regreso de la larga estancia europea en que transcurrió su adolescencia, Borges descubrirá ese Buenos Aires que años antes apenas había entrevisto más allá de los visillos de la casa familiar. Y ocurrió que en ese sorprendente mundo en el que acababa de desembarcar, el recién venido encontraría un nuevo motivo de fascinación: el radicalismo o, con mayor propiedad, Hipólito Yrigoyen, “el único en nuestro país que, privilegiado por la leyenda, va en ella como en un coche cerrado”.

Hacia fines de 1927, Borges se ha vuelto exaltado líder del Comité Yrigoyenista de Intelectuales Jóvenes, con sede en la casa paterna de la avenida Quintana 222 y, ya dos semanas antes de los comicios de 1928, proclamaba vencedor al líder radical. Dos años después, como tantos correligionarios, se llama a silencio ante el derrocamiento y la prisión de Yrigoyen.

También hará silencio en 1933 ante su fallecimiento, que conmovió los cimientos de la sociedad argentina de entonces. Extrañamente, este joven que apenas si estaba entrando en la treintena, se había lamentado un año antes: “Vida y muerte le han faltado a mi vida“.

Habrá sido en busca de esa experiencia que vuelve a viajar a la República Oriental, donde tenía estancia su primo Enrique Amorim, con quien recorrerá las comarcas fronterizas de Artigas, Cuareim, Bella Unión, Rivera, Santana do Livramento. Ahí, mismo, el exiliado José Hernández había empezado a borronear los primeros versos de Martín Fierro. Y ahí mismo Borges vio matar a un hombre y conoció esos gauchos que había creído legendarios, los mismos que veinte años después marcharían en masa hacia Montevideo  “por la tierra y con Sendic”.

De alguna manera los conocía. Ya había hablado de ellos en su descubrimiento y reivindicación del entrerriano Evaristo Carriego:

La entonación entrerriana del criollismo, afín a la oriental, reúne lo decorativo y lo despiadado, igual que los tigres. Es batalladora, su símbolo es la lanza montonera de las patriadas. Es dulce: una dulzura bochornosa y mortal, una dulzura sin pudor, tipifica las más belicosas páginas de Leguizamón, de Elías Regules y de Silva Valdés.

Será también en Salto Oriental donde en noviembre de 1934 fechará un prólogo que, curiosamente y a diferencia de todos los prólogos, no será solicitado por el prologado sino por el prologuista. Borges lo pedirá por medio de Homero Manzi, común amigo de ambos. Y será el espaldarazo de un ya prestigioso Jorge Luis Borges lo que llevará a “Julián Barrientos” –paisano que cuenta la patriada simplemente “porque anduvo en ella”–, a salir del anonimato y a firmar con su nombre El Paso de los Libres, poema gauchesco escrito en prisión, que daba cuenta de la última de las revoluciones radicales. La había encabezado el coronel Roberto Bosch en diciembre de 1933.

Lo habrán impactado los versos, o tal vez que la irrupción de la columna de 150 hombres de Bosch en Paso de los Libres, su derrota en el encuentro de San Joaquín –tras el que, a la vieja usanza, muchos de los rendidos fueron degollados–, la dispersión y el regreso del coronel a su exilio en Brasil, evocaron en Borges la retirada de Ricardo López Jordán tras la batalla de Ñaembé.

Escribe en ese prólogo:

En la patriada actual, cabe decir que está descontado el fracaso: un fracaso amargado por la irrisión. Sus hombres corren el albur de la muerte, de una muerte que será decretada insignificante. La muerte, siéndolo todo, es nada: también los amenazan el destierro, la escasez, la caricatura y el régimen carcelario.Afrontarlos, demanda un coraje particular. El fracaso previsto y verosímil borra los contactos de la patriada con las operaciones militares de orden común, sólo atentas a la victoria, y la aproxima al duelo, que excluye enteramente las ideas de ganar o perder –sin que ello importe tolerar la menor negligencia, o escatimar coraje–. Ya lo dice Jauretche en una de sus estrofas más firmes: ‘En cambio murió Ramón/ jugando a risa la herida:/ siendo grande la ocasión / lo de menos es la vida’.

Se inflama a continuación el prologuista:

Recordemos que ese Ramón Hernández murió de veras y que el poeta que labró más tarde la estrofa compartió con el hombre que murió, esa madrugada y esa batalla.

Y concluye:

La tradición, que para muchos es una traba, ha sido un instrumento venturoso para Jauretche. Le ha permitido realizar obra viva, obra que el tiempo cuidará de no preterir, obra que merecerá –yo lo creo– la amistad de las guitarras y de los hombres.

Será el prólogo a El Paso de los Libres y no Evaristo Carriego la despedida del Borges criollista, porteño y radical, capaz de emoción ante la lucha en pos de una derrota prevista de antemano, para empezar a ser ese ingenioso escéptico que con distante humor inglés ironizaba sobre los oprimidos, los perseguidos y los sufrientes.

Se dirá –Borges lo dirá– que se habla de aquello de lo que se carece, y para demostrarlo le bastará con asegurar que en todas las páginas del Corán, dictadas en el desierto, el camello no aparece mencionado ni una sola vez.
No podemos dar fe de que esto sea cierto –que con la Palabra eterna e increada no se jode–  pero resulta llamativo que de las cientos de estrofas de ese largo poema de “Julián Barrientos”, Borges haya elegido justamente esa, la que con modestia y sencillez nos dice que “siendo grande la ocasión/lo de menos es la vida”.

La ocasión, las ocasiones, irán alejando a Borges de la vida de los hombres de su pueblo para acercarlo, cada vez más, a una cazurra existencia cortesana que, por inteligencia y sensibilidad, seguramente padecía, pero de la que por molicie, comodidad y esa desganada vanidad que tan graciosamente sabía lucir, cada día podría apartarse menos.

Se mentarán sus impedimentos físicos, la ceguera que se ensañó con él con tanta alevosía, las tentaciones del fasto y la fama, las desventajas de compartir los agravios de los vencidos… se dirá que al tiempo que se reducía su estatura humana crecía la del artista capaz de escribir las páginas de Ficciones o El Aleph, se dirán tantas cosas… Lo cierto es que vino a cumplir muy brutalmente en su vida lo que parece ser destino de todos los hombres: hacerse viejo sin volverse mejor.

A veces, más que rememorar su muerte o lamentar su parábola vital, es preferible evocar la esperanza de un joven argentino orgulloso de serlo. Y lo haremos con sus propias palabras: “Nuestra famosa incredulidá no me desanima. El descreimiento, si es intensivo, también es fe y puede ser manantial de obras. Díganlo Luciano Swift y Lorenzo Sterne y Jorge Bernardo Shaw. Una incredulidá grandiosa, vehemente, puede ser nuestra hazaña”.

(Esta semblanza forma parte de una de los relatos del libro de reciente aparición La verdad verdadera, de Teodoro Boot, Editorial Ciccus, 2021)

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Gaza, ya!!/”Es mi familia, Kay. No soy yo”, por Michael Sfard

Traducción del francés y edición de María Urruzola.

Tribuna de opinión del abogado de Derechos Humanos israelí Michael Sfard, publicada el 28 de agosto en el diario israelí Haaretz. Sfard es un abogado israelí especializado en Derechos Humano y Derecho Internacional Humanitario. Es uno de los juristas más conocidos en Israel por su defensa de los derechos de los palestinos y sus acciones contra la ocupación israelí. Su último libro (2025) se titula: “La ocupación desde el interior: viaje a las fuentes del golpe de régimen”.

“Cuando Michael Corleone (interpretado a la perfección por Al Pacino) lleva a Kay Adams (Diane Keaton) a conocer a su familia en ocasión del casamiento de su hermana, en el primer episodio de la trilogía de El Padrino, ella descubre una historia muy dudosa respecto a la familia a la que está a punto de incorporarse: una familia que arregla sus problemas a través de una mezcla de violencia y corrupción. Cuando Michael se da cuenta que Kay está shockeada, intenta tranquilizarla: “Es mi familia, Kay. No soy yo”.

Uno no elige a la familia, e Israel es mi familia. Y es una familia criminal. Entonces ¿cómo seguir viviendo con semejante familia? Todo está contaminado

Israel está en vías de destruir Gaza. Llámele limpieza étnica, llámele aniquilación, llámele genocidio, llámele como quiera. Yo no tengo ninguna duda de que Raphaél Lemkin, el jurista judeo-polaco que acuñó el término de genocidio (1), declararía, llorando de vergüenza, que el Estado judío comete un genocidio en Gaza. Israel aniquila el sitio y extermina al grupo humano que allí vive. La destrucción física del espacio gazatí es sistemática: casa tras casa, edificio público tras edificio público, infraestructura tras infraestructura. Piense en su barrio: la escuela de sus hijos, la policlínica, el centro comercial, la plaza de juegos, los edificios de casas. Imagínese que todo, absolutamente todo, es borrado de la superficie. Nada de casas, nada de barrio, nada de comundiad. Eso es hoy Gaza. Un lugar que albergaba a más de dos millones de personas se ha transformado en un inmenso terreno baldío, grado cero. Escuelas, clínicas, tiendas, cañerías de agua, electricidad y saneamiento, rutas, veredas -todo se ha transformado en cenizas y polvo. Según datos calculados a partir de imágenes aéreas, 70% de las construcciones de la banda han sido totalmente destruídas o son inhabilitables -y eso antes incluso del « Merkavot Gid’on B » (Ndr: operación Carros de Gedeón, mayo 2025), y la promesa del ministro de Defensa a los rabinos del sionismo religioso de que “Gaza parecerá Beit Hanoun” (Ndr: demolida por completo, buscar en Wikipedia).

Un lugar que albergaba a más de dos millones de personas se ha transformado en un inmenso terreno baldío. Eso es hoy Gaza.

La masacre masiva de habitantes es más caótica todavía que la destrucción del espacio físico. Ella es llevada a cabo por bombardeos desproporcionados, el derrumbe del sistema de salud y, paroxismo del horror, por la hambruna. Al crear deliberadamente una hambruna masiva, al impedir expresamente la entrada de alimentos y de ayuda humanitaria, al desmantelar el sistema internacional que distribuía ayuda en centenares de puntos a lo largo y ancho de la banda y al reemplazarlos por solo cuatro: tres al sur y uno al centro. Al norte, nada. Todo eso para obligar a los Gazatíes a desplazarse. Como se atrae a un perro hacia afuera de una casa, con un plato lleno de comida. Las cifras de quienes mueren de inanición son inimaginables. Las imágenes hielan la sangre. Israel destruye Gaza.

Somos pocos pero tenemos peso. Debemos luchar contra nuestra familia: apoyar a los objetores de conciencia…

Somos pocos, pero tenemos peso. Debemos luchar en conjunto contra nuestra familia: apoyar a los objetores de conciencia, llamar a la aplicación de sanciones contra Israel y a la realización de investigaciones internacionales.

Entonces… ¿cómo seguir viviendo al ser parte de un colectivo que perpetra un exterminio? ¿Cómo levantarse cada mañana y mirar a los ojos al almacenero que vuelve del servicio de reserva militar, al soldado que está sentado en el café, al vecino que sostiene un cartel que dice “Juntos venceremos”? Lo más simple es mirar a Ben Gvir o a Bezalel Smotrich (nota al pie) y decirse que no tenemos nada que ver. Lo más calmante es pensar en esos dos fascistas de zócalo, que al contrario de sus homólogos italianos o alemanes no tienen ni clase ni estética, solo un racismo salvaje y una crueldad sádica, y tranquilizarse uno mismo. Lo más simple es escuchar a Smotrich declamar que es moral matar de hambre a los Gazatíes y no muy grave sacrificar a los rehenes. Lo más simple es menosprecia a Ben Gvir, que se excita ante la idea de limpieza étnica (“aliento a la emigración”, como lo llama) y decirse que eso no somos nostros.

Cuando el tambor de guerra hizo callar a las voces que advertían sobre crímenes de guerra, todos los componentes de la sociedad se encontraron encadenados a la complicidad con el crímen

Pero el proyecto criminal imperdonable de la destrucción de Gaza es un proyecto pan-israelí. No podría haber existido sin la cooperación -activa o silenciosa- de todos los componentes de la sociedad judía de Israel. El gobierno obtuvo la lealtad hacia ese crímen desde los primeros días de la guerra, cuando el ataque israelí sobre Gaza tenía la forma ya de un ataque total contra todo lo que fuera gazatí, un ataque que ni siquiera pretende ser solo sobre objetivos militares.

En ese momento, cuando el tambor de guerra hizo callar a las voces que advertían sobre los crímenes de guerra, todos los componentes de la sociedad se encontraron encadenados a la complicidad con el crímen. Como el nuevo llegado a la mafia, al que se obliga, delante del padrino y sus lugartenientes, a matar a un comerciante que no pagó su protección, sellando así una alianza de sangre con la “familia”. De esa manera, centenares de miles de israelíes respondieron al llamado a bombardear, aplastar, liquidar y hambrear. Centenares de miles que tienen una responsabilidad directa en la exterminación, y millones, indirectamente, ligados al pacto criminal y a su negación, o, cuando la negación ya no es posible, a su justificación.

Ningún colectivo profesional israelí se animó a emitir una protesta moral contra el exterminio

Ya no hay duda hoy y no puede haberla: lo que sucede en Gaza es Israel cometiendo crímenes contra la humanidad a una escala aterrorizante. Destruye todas las infraestructuras vitales y hambrea a su población. Además, declara oficialmente su intención de purificar etnicamente la banda, o de realizar la “visión Trump”, como Netanyahu -el Dark Vador israelí- llama al plan de purificación. E incluso hoy, cuando ya está todo claro y es difícil rechazar la acusación de genocidio, los iraelíes bajan la cortina y siguen con su vida cotidiana. Ningún colectivo profesional israelí se animó a emitir una protesta moral contra el exterminio: ni la asociación de médicos, muda de manera desmoralizante ante la destruccción sistemática del sistema de salud de Gaza y la muerte de más de 1500 miembros de su personal; ni los sindicatos de docentes, cuyo silencio ante la destrucción total del sistema educativo de la banda enseña a sus alumnos israelíes que todos los seres humanos no han sido creados a la imagen de Dios; ni la orden de abogados, cuyo presidente aparece reclamando la detención del ministro de Justicia porque éste cambió la cerradura de su escritorio para humillar al Fiscal General, pero no encuentra motivo para decir una sola palabra sobre los proyectos de transferencia y hambre del gobierno, o los bombardeos sobre los tribunales de Gaza, sobre la desnutrición y el maltrato a los presos palestinos en las carceles israelíes, transformadas en campos de tortura, o sobre la colaboración desesperante de la Corte Suprema con todo eso.

Los medios israelíes son el fogón tribal en el que Gaza se quema

¿Y los Medios israelies de masa? Inútil perder el tiempo con esos que se llaman “periodistas”, que se han puesto de acuerdo para no informar sobre el sufrimiento que infringimos a los habitantes de Gaza -complot que es un crímen profesional-, quienes durante meses azuzaron la guerra y permitieron la incitación a los crímenes, que continuan hoy impidiendo cualquier crítica, que no han dicho una palabra sobre la muerte sistemática de periodistas en Gaza, ni contra la decisión del gobierno de no dejar entrar a periodistas independientes -ni siquiera en los tanques del ejército, ni siquiera para servir al discurso del portavoz oficial. Los medios israelíes son el fogón tribal en el que Gaza se quema.

Uno no elige a la familia, e Israel es mi familia. Y es una familia criminal. Entonces, ¿cómo seguir viviendo con semejante familia? Todo está contaminado. El mismo día en que el diario Haaretz publicó decenas de fotos de niños famélicos creados por nuestras manos, la cadena 13 emitió un programa promocional sobre la alta gastronomía israelí y las estrellas Michelin que nuestros grandes Chefs recibirían en breve.

Michael Corleone pensaba poder seguir en su familia sin llevar una vida criminal. Al final, heredó el lugar de su padre y se volvió el gran padrino de la organización mafiosa de la familia. Hay dos maneras de evitar ese destino: la primera es divorciarse de su familia. Estos dos últimos años, muchos se han ido efectivamente del país. Pero hay otra opción: combatir a la familia. Verdaderamente combatirla. Comprender que en este punto, la familia es el enemigo.

El problema no son, lo repito, Ben Gvir y Smotrich. El mal surge de númerosos lugares del llamado “liberalismo anti-Bibi” propio de nuestra deformada realidad israelí. Pero -y es muy importante esto- hay también miembros de la familia que se rebelan. Docentes, artistas e intelectuales, abogados, periodistas, médicos, trabajadores sociales, universitarios, y numerosos militantes que han tenido el coraje de elevar su voz contra la destrucción en Gaza, con peticiones, videos y manifestaciones.

Somos pocos, pero no sin peso. Juntos, tenemos que luchar contra nuestra familia por todos los medios no violentos. Seguir la vía de Abraham nuestro ancestro quien, según el midrash, quiebra los ídolos a los cuales su padre rendía culto; la vía de Moises, quien se insurge contra su familia adoptiva egipcia para conducir a un pueblo de esclavos hacia la libertad, y la vía de todos los profetas que recriminaron al pueblo pecador y a los reyes criminales. En términos de hoy, eso significa apoyar a los objetores, alentar las investigaciones internacionales y llamar a la imposición de sanciones y al aislamiento político de Israel. Inscribir en el cuerpo lo que no penetra en la cabeza y el corazón, preservar una isla de valores humanos y, sobre todo, parar el exterminio”.

Notas al pie:

Ben Gvir y Bezalel Smotrich: los dos ministros de extrema derecha del gabinete israelí que se enfrentan a sanciones del Reino Unido, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Noruega, y que son fundamentales para la supervivencia política del primer ministro, Benjamin Netanyahu. Este formó en 2022 el gobierno más derechista de la historia de Israel tras negociar una coalición con Bezalel Smotrich, cuyo partido, Sionismo Religioso, tiene 14 de 120 escaños en la Knéset —el parlamento del país— e Itamar Ben Gvir, líder de la formación Poder Judío, que suma seis diputados. Las dos formaciones reúnen únicamente 20 de los 67 escaños de la coalición en el Parlamento, pero su influencia es enorme, ya que si la abandonan —como ambos amenazan repetidamente con hacer— el Gobierno caerá).

artículo archivado en hebreo: https://archive.md/sJqXp

Michaël Sfard (מיכאל ספרד) representa a varias organizaciones de defensa de los derechos humanos, como Yesh Din, B’Tselem, et Breaking the Silence. Tiene en marcha varios procedimientos judiciales contra la construcción de colonias, el muro de la separación, las expulsiones forzadas y otras políticas de ocupación y apartheid. Su último libro se títula “Ocupación desde el interior”, fue publicado este año 2025, y propone un análisis crítico de la larga ocupación de los territorios palestinos y la erosión de la democracia israelí. Muestra cómo el régimen militar en Cisjordania influyó en la política interior de Israel, en particular en la desviación autoritaria y las reformas judiciales recientes.Su anterior libro, “The Wall and the Gate” (2018) -también disponible en inglés-, cuenta sus batallas jurídicas contra la ocupación y se pregunta sobre el papel del derecho: ¿herramienta de protección o instrumento de dominación?Buena pregunta para todas las democracias.

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A confesión de parte: que renuncie Patricia Bullrich, por Julia Maciel

A veces las cosas son más simples de lo que parecen. Más allá de la parafernalia mediática con hipótesis de difícil demostración, una sola cosa es segura: la ministra encargada de nuestra seguridad no tiene la más pálida idea de quién puede haber filtrado los audios. Salta de una conspiración internacional en la que invoca desde Putin a Maduro (en ese caso, debería renunciar también su compañero de fórmula y encargado de la Defensa, Pietri), a pensar que también “pudo haberlo grabado cualquiera”. Más perdida que turco en la neblina, diría el dicho popular.

Que nosotros, apenas espectadores del show, no tengamos la más pálida idea es algo lógico. Pero que Bullrich, quien hace pocos meses anunció la creación de un cuerpo encargado de ciberseguridad, con agentes encubiertos, cuya misión es, con perfiles falsos, perseguir cuestiones tan graves como el narcotráfico, la trata, y la corrupción (sí, la corrupción), e ignora a qué se dedicaron esos agentes, si no hubo alguno que se tomó a pecho su labor y apuntó a la corrupción ¿qué pensar? Es una inútil en su cargo. Afuera!

Suena también contradictorio que si uno de sus objetivos era la lucha contra la corrupción en lugar de seguir las pistas de los audios -que quizás grabó un ingenuo agente de inteligencia, el agente 86, por ejemplo- y pedir el allanamiento de canales de streaming y domicilios de periodistas que sólo los hicieron públicos, suena a despropósito. Podemos considerar que está mal grabar la intimidad de las personas, pero ya es una tradición de la televisión argentina y nunca ha sido penado. No tienen valor documental por sí solo para la justicia, por eso, simplemente debería haber dejado que la justicia actúe y vea si tienen asidero.

En plan de perseguir a los posibles autores, sería más lógico pedir el allanamiento de la ex Side y todos los domicilios de los expertos en seguridad cibernética incluidos los que están trabajando codo a codo con el gobierno de Milei puestos por la embajada de Estados Unidos.

Pedir la revelación de las fuentes a un periodista está prohibido por la constitución.

El último acting del gobierno fueron los audios de Karina en la Casa de Gobierno. Tienen una calidad pésima y la Secretaria de la Presidencia no dice nada que pueda involucrarla en delito alguno. Quién la grabó? ¿El mismo que grabó a Spagnuolo, con un equipo mucho menos sofisticado?

En plan de hacer hipótesis también podríamos pensar que no hay espía, sino una operación oficial, después de la parálisis producida por la revelación de un mecanismo no sólo corrupto sino que perverso e inhumano, encontraron una respuesta: “Esto no lo podemos permitir, tenemos un topo, es un hecho gravísimo, nos graban en las altas esferas del poder” ¿violan, acaso, los límites de la seguridad nacional?

Asoma, aquí, el caso Snowden y Assange. Perseguidos, exiliados, encarcelados, por revelar ‘secretos de estado’. Querrán poner esta simple grabación trucha, con una secretaria que no revela nada, en ése nivel? Es lo único que tienen para justificar una embestida feroz e inconstitucional contra la prensa. Embestida inútil. Poné radio Colonia.

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Histórica flota solidaria por Gaza. Portuarios de Génova advierten: “Tienen que volver sin un rasguño o bloqueamos los puertos de Europa”

Este domingo partieron los primeros barcos dirigidos a las costas de Gaza con activistan de 44 países y más de 300 toneladas de ayuda humanitaria. Los ojos del mundo puestos hoy en los puertos de Barcelona y Génova, de donde zarparon los primeros contingentes de la misión Global Sumud Flotilla. Una segunda tanda saldrá el 4 de septiembre desde Túnez, Grecia y Sicilia. Todas se reunirán en aguas internacionales, donde continuarán su ruta hacia Gaza.

Una procesión de antorchas en la noche del sábado fue la conmovedora despedida en Génova de los tripulantes y militantes que lograron reunir más de 280 toneladas de alimentos gracias al concierto solidario Music for Peace y a los mismo trabajadores del puerto genovés por el Colectivo de Trabajadores Portuarios.

Tienen que volver nuestras muchachas y nuestros muchachos sin un rasguño, y toda nuestra mercadería, que es del pueblo, hasta la últma caja, debe llegar donde debe llegar. De esta región se despachan, por año, alrededor de 14.000 containers hacia Israel. No permitiremos que salga nisiquiera un clavo, si no logran su objetivo. Lanzaremos una huelga internacional, boquearemos las calles, bloquearemos todo”, advirtieron desde el Colectivo Portuario.

Razones para desconfiar no les faltan. Se trata de la tercera flota que sale de Europa con el mismo objetivo. El 27 de julio de 2025. El ejército israelí interceptó una embarcación de la Flotilla de la Libertad que se dirigía hacia Gaza cargada de ayuda humanitaria e impulsada con el objetivo de visibilizar el genocidio que se está cometiendo en Palestina. El primer intento frustrado que el 9 de junio de este año.

Son varios los movimientos que han intentado sin éxito hacer llegar su solidaridad a Gaza. El Global Movement for Gaza, la Sumud Flotilla del Magreb, la Sumud Susantara (Asia) y la coalición internacional de la Flotilla de la Libertad, que lleva más de 15 años organizando misiones por mar, desde que en 2010 un convoy de seis barcos y 700 activistas zarpara hacia Palestina. Esta primera flotilla fue atacada por Israel, y nueve activistas y un periodista murieron en la ofensiva. 

El sábado, unas 40.000 personas recorrieron las calles de Génova en una marcha con antorchas, banderas palestinas y pancartas con lemas como ‘Stop Genocide’ y ‘Free Palestine’. La propia alcaldesa, Silvia Salis, acompañó a los manifestantes: «Estoy muy orgullosa de esta ciudad. La respuesta ciudadana con alimentos y apoyo a la misión es conmovedora. Toda Génova está al lado de esta flotilla», declaró

Los barcos genoveses se reunirán en Catania, donde transferirán el material a las embarcaciones italianas que forman parte de la expedición internacional. Además de activistas, participarán integrantes del Colectivo Autónomo de Trabajadores Portuarios (Calp), conocidos por su oposición al tránsito de armas en los puertos italianos —algunas de ellas con destino a Israel— y su apoyo constante a la causa palestina.

Los portuarios genoveses ya tuviron una victoria contra el genocidio en Gaza. El 5 de agosto de este año, luego de recibir un informe del puerto de El Pireo sobre el arribo de armas rumbo Israel, lanzaron una huelga en la terminal de Génova. La empresa decidió devolver la carga a Singapur. La movilización logró su objetivo.”Nunca había sucedido antes: bastaba con anunciar la huelga y la empresa paralizaba las descargas. Una victoria impensable”, declaró José Nivoi, representante sindical de USB Mari e Porti y del Colectivo Autónomo de Trabajadores Portuarios (CALP) “No es la primera vez que convocamos una huelga contra el transporte de armas a zonas de guerra, pero esta vez el clima era diferente”. Durante la reunión de los delegados de la PSA con los trabajadores, se observó una amplia participación. La huelga anunciada prometía ser unida y decidida, capaz de ralentizar las operaciones con importantes repercusiones económicas y de imagen para Cosco. “Estábamos dispuestos a pararlo todo, pero no creíamos que el anuncio fuera suficiente”, añadió el CALP. “Es una señal contundente. La indignación ya no se limita a los círculos habituales de activistas y militantes: hoy también ha dado lugar a decisiones sin precedentes dentro de gigantes económicos y logísticos como Cosco, Evergreen y la propia terminal de la PSA”.

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