LCV
La V Columna | Soberanía
Dos fueron las fotos de la semana para mí, y ambas estaban de un modo u otro relacionadas: el dramático derrumbe de un edificio en Miami; y el tunel subfluvial que estaba por arriba del río. Dos imágenes que en algún momento significaron el progreso o el desarrollo en todo su esplendor.
Mientras montones de argentinos se iban a Miami, el paraíso capitalista se desmoronaba. Literalmente. Y al tiempo en que se debate sobre el futuro de la Hidrovía, sin discutir su verdadera razón, el Paraná se quedaba sin agua. El Uruguay y el Paraná son dos ríos majestuosos que terminan conformando el Río de La Plata. Hoy casi secos y con sus poblaciones preocupadas por el agua potable.
Miami salió rápido de las noticias. A pesar de que todavía hay más de cien ‘desaparecidos’. La virulencia de la imagen podía hacer recodar al atentado a las torres o a la AMIA en Argentina. Pero no era un atentado. Sin embargo, tampoco era una catástrofe natural. La codicia de los constructores de una ciudad de fantasía para ricos fue la que provocó esta muerte en masa.
Y la bajante del Paraná no parece interesarle a los medios nacionales a pesar de que el tema Hidrovía es el debate del momento. Cosa rara que importe la Hidrovía pero se ignore al río. En ninguno de los dos casos se puede hablar de fenómenos naturales. Quizás por eso se me hace que van de la mano. Y también el curioso silencio que los acompaña. ¿Qué mensaje encierran? El silencio también tiene una razón, como la vociferación permanente.
La primera vez que escuché hablar de la Hidrovía fue cuando llegué a instalarme con la familia a Nueva Palmira, Uruguay. “Principal puerto de la Hidrovía”, decían con orgullo todos los vecinos. ¿Qué es la Hidrovía? Corría el año 98 y jamás escuchado esa rara palabreja. Después supe que era un invento del Menemismo: era la ruta de exportación por excelencia. Exportación de materias primas, en principio. Troncos, soja, minerales. Infraestructura indispensable para el progreso. (el progreso del norte, obvio) Como el IIRSA que dispuso de millonarias inversiones para que Latinoamérica fuera accesible al los grandes mercados.
Fue en la cumbre sudamericana del año 2000 cuando 12 Estados se pusieron de acuerdo para crear la ‘Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana’, IIRSA, cuyo objetivo es ‘la planificación y desarrollo de proyectos para el mejoramiento de la infraestructura regional de transporte, energía y telecomunicaciones.’ Hermoso, pero esa infraestructura tiene un objetivo que no es mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la región sino facilitar el camino a los puertos para llevarse todo lo que se puedan llevar. Dicho a grosso modo.
Las autopistas que cortan el Amazonas son parte de ese plan. Y el avance sobre selvas y montes y bosques y llanuras, obedece a ese mismo plan. Brasil avanzando sobre la frontera agrícola con incendios que ya han quemado casi media selva, también es parte de ese plan. Producir soja, los troncos transgénicos, o minerales para la electromovilidad, y exportarlos a través de caminos rápidos también son parte de ese plan.
Hoy, uno de los principales ríos de la Hidrovía, el Paraná, lleva dos años de bajante y no parece que fuera a haber mejoría inmediata, porque ese plan no consideró que si arrasaban con la fuente de agua de los ríos, allá en el Amazonas, podía ocurrir que los puertos tan necesarios tuvieran algún problemita.
Mientras veía éstas fotos, y pensaba en el origen de los problemas que las provocaron, trabajaba en el próximo dossier de colección de La Columna Vertebral: Educación. Así como estamos haciendo con el Litio, acudimos a distintas voces para entender el fondo de la cuestión y no solo la mera ‘actualidad’. Algunas frases escuchadas entre tantas entrevistas fueron reveladoras. Público y Estatal no son similares. Hay escuelas públicas no estatales (como las parroquiales o las populares). También el ser estatal no es garantía de por sí de calidad. ‘Mejor hablemos de educación democrática”, nos dijo uno de los consultados.
Repiquetea la idea: Estatal no es garantía. Tampoco es sinómimo de popular. Hago un triple salto mortal de razonamiento y me pregunto: la soberanía ¿es simplemente el control estatal? Estatal, ¿es sinónimo de popular?
Creo que todos coincidimos en que entre que se lleven la plata de los peajes empresas extranjeras o que queden para el Estado, siempre es mejor que queden para el Estado. Pero la soberanía de un país no se limita a eso. También en proteger los bienes del territorio para sus habitantes.
Tiene que ser estatal, tá, pero no es ése el problema de fondo. El problema de fondo es para qué sirve la Hidrovía, si el Estado mantiene el mismo modelo de extracción a mansalva de nuestros recursos lejos estamos de lograr una Nación Soberana.
No es mero ambientalismo que piensa en el futuro de las ballenas, como quieren estigmatizar a los centenares de miles de argentinos que defienden a capa y espada su territorio. Estamos hablando de política y economía, ni más ni menos. Y entendemos el país como el conjunto de sus habitantes, con su cultura, su historia, su dignidad. En un país rico en montañas, pampas, forestas naturales, y ríos que son el agua que nos da vida.
Destacada
Italia ¿Qué es ‘Progetto Sur’? Frente a la indiferencia de los Estados, la solidaridad de los pueblos
Hace unas semanas nos internamos en la nueva realidad italiana. Esa que no se ve pero existe. La que une pasado, actualidad y futuro. Comenzamos con una entrevista a Enrico Calamai, quien en tiempos de dictadura en Argentina fue uno de los protagonistas invisibles de una epopeya: dar refugio y salvar la vida de unos 300 argentinos a pura convicción y coraje, quien hoy es un referente de los Derechos Humanos con una pequeña organización, “Mani Rosse”, que cada jueves pintan sus manos de rojo sangre para recordar a los muertos de un mundo injusto: migrantes ahogados en el Mediterráneo, víctimas de guerras y hambrunas, aquellos ‘condenados de la tierra’ de la que nos hablaba Frantz Fanon.
Continuamos conversando con los directores de “Resistenza-Historia del exilio argentino en Roma”, quienes nos llevaron a los años de plomo, en los cuales centenares de miles de argentinos debieron huir del país con lo puesto y aún así crearon redes de solidaridad, amor y denuncia internacional en los países donde posaron sus huesos, con culpa, dolor, angustia.
El documental puso el foco en Italia y pudo realizarse gracias a la colaboración de un grupo de jóvenes italo argentinos que forman parte de una organización llamada ‘Progetto Sur’. Tirando de la punta del ovillo, llegamos a ellas, Claudia Gatti y Romina Cozzanti, referentes de la asociación, nacida después del 2001, que contactó con aquella huella creada en los años setenta-ochenta y hoy trabajan por la colaboración de dos pueblos unidos por historia y cultura. Cambian los tiempos, las formas, la política y la tecnología. Llegan las pandemias y otras calamidades desconocidas, pero aún queda la esperanza de un mundo mejor.
Aquí, la última entrevista de lo que podemos considerar una trilogía: revisitando exilios, mirando el mañana.
Este Planeta Giussani hace lo posible para entenderse con ese Planeta Tierra con la Inteligencia Artificial a flor de piel. Aún así, no lo logramos. La comunicación es entrecortada. Cuarenta minutos nos dan. Quién puede hacer algo en sólo cuarenta minutos cuando hay tanto para hablar, conocer, descubrir, pensar. Vaya, entonces, esta segunda parte con Romina, a quien dejamos sin palabras.
Te puede interesar:
Entrevistas
“El exilio dejó huella en Italia”. Entrevista a los directores de Resistenza
Después de su recorrido por Festivales, Salas y otros espacios de Italia y Argentina, “RESISTENZA (historias del exilio argentino en Roma)” está disponible desde el 13/11/25 en la plataforma OpenDDB: https://openddb.it/film/resistenzaargentina/
Un documental que explora los modos que adquirieron la sobrevivencia y la denuncia internacional durante la última dictadura militar. Más allá de la tristeza, el desarraigo y las dificultades económicas, los exiliados argentinos diseminados por el mundo tendieron redes de solidaridad y realizaron un trabajo tenaz dando a conocer las violaciones a los Derechos Humanos en Argentina. No sabían, en ese entonces, que se estaban convirtiendo en protagonistas de un movimiento que dejaría sus huellas a futuro en los países que los acogieron, gracias a una forma de lucha silenciada por el régimen pero que perduró, con amor y creatividad hasta el día de hoy.
En Italia nació una organización italo-argentina, Progetto Sud. En torno a ellos crecen, desde el pie, nuevas formas de acción en un mundo cada vez más violento y fraccionado. Ahora las murgas argentinas son un símbolo en toda manifestación por la paz y la justicia en Roma
LCV conversó con los directores del documental “Resistenza, historia del exilio argentino en Roma”, Mónica Simoncini y Omar Neri. ¿Por qué Roma? ¿Qué dificultades encontraron? ¿Cómo es trabajar como documentalista hoy? La culpa como trasfondo de estar vivo, la política no cultural de Milei y más.
LCV
Planeta Giussani/ Houston, tenemos un problema
El 13 de abril de 1970, una frase entró a la historia. Creíamos que la humanidad tenía el poder de conquistar el universo todo. Naves intergalágticas surcaban el espacio. Estados Unidos ya había plantado bandera en la luna. Una nueva misión tenía al mundo en ascuas: el Apolo 13. Todo iba bien hasta que una serie de luces desconocidas y una explosión de origen ignoto obligó a la tripulación del Apolo a llamar a la base en tierra. El mensaje fue claro y conciso: “Houston, tenemos un problema”.
Desde entonces, cada vez que ocurre un imprevisto de difícil solución e incierto origen, apelamos a aquellas palabras de desesperación controlada con las que el astronauta del Apolo 13 compartió su alarma. Y sí, hoy, apelamos una vez más a ella: Houston, tenemos un problema.
Este domingo, la política argentina vio los destellos de luces jamás imaginadas y alguna explosión agitó los ánimos. Qué había pasado?
De manera inusitada, los hermanos Milei, en el peor momento de su gobierno arrasaban en casi todas las provincias, incluída la provincia de Buenos Aires, donde había sufrido una derrota aplastante pocas semanas atrás.
El desconcierto invadió a propios y extraños. Quizás pueda decirse que, de una forma u otra, salvo los Milei, perdieron todos. Y cuando digo todos, digo también la derecha. Curioso ¿no?
Desde el mes de agosto, incluso los medios ‘amigos’ del gobierno se dieron vuelta. Por primera vez se los veía a Feinman, Viale, Laje y hasta Trebucq, entrevistando de manera incisiva al presidente de la Nación. El escándalo Sapagnuolo, el 3% de Karina, las relaciones narco de Espert, eran tapa, día tras día.
Las redes estallaban con incomprobables brotes psicóticos de Milei. Hablábamos de un Plan B en marcha, mientras otros directamente mencionaban un operativo destituyente. Las elecciones intermedias parlamentarias se habían convertido en un referendum: Milei sí o no. Todos tensaron la cuerda. Blanco o negro. Milei o Kirchnerismo, representado por Cristina y su hijo.
El desdoblamiento de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires le dieron aire a Kicillof, al no ser una consulta nacional, pudo mostrar el mapa político de el bastión peronista por excelencia. Seguía siendo peronista, es más, kicillofista.
Lejos de retroceder frente a una embestida política, mediática y hasta empresaria, el gobierno fue por más. Más represión, más ajuste, más agresión contra los ejes más sensibles para la población: salud, universidad, discapacitados, jubilados. ‘Ni un paso atrás’ decía Mussolini en pleno liderazco.
Los politólogos y periodistas, encargados de ‘leer’ el mensaje de la ciudadanía, se agarraban la cabeza. La derrota era el número ganador. Hagan sus apuestas señores, quien gana y quien pierde?
Perdimos todos.
Es que había ocurrido un imprevisto, un destello de luces violetas y una explosión: Donald Trump se metía en la campaña. Prometía una salvación económica sí y sólo sí Milei ganaba las elecciones.
Lejos de autoflagelarnos con las responsabilidades de cada uno de los protagonistas, y mucho menos de pensar que de la noche a la mañana el pueblo argentino decidió apoyar la represión a los jubilados, hacer aparte las exigencias del Garraham, reirse de los discapacitados, y escupir sobre la cabeza de centenares de miles de desocupados por un plan económico que detruye la industria junto con el Estado, esta vez, yo prefiero no creer. Prefiero no creer que se fascistizó el electorado de tal modo. Así que busco otras razones.
¿Y si el voto hubiera sido más sensato de lo que pensamos? Qué había enfrente a Milei. Si perdía, caía el gobierno, eso era lo que todos esperábamos con cierta euforia. Y si caía el gobierno ¿qué pasaba?
Posiblemente el electorado pensó: Houston, estamos en problemas.
Y aquí entra el factor Trump. Aceptar el manotazo de ahogado de Trump quizás era lo más pragmático porque si no era eso ¿qué? Sólo se veían dos opciones y ambas significaban ‘volver’. Al peronismo o al macrismo. Por si no hubiera quedado claro con la victoria de un personaje indefinible, nadie quiere volver a sentir el hastío de los mismos discursos vacíos. Quizás la sociedad está pidiendo a gritos dar vuelta la historia, no volver sino ir.
Una vez más, invito a nuestros lectores y oyentes a pensar que no vivimos en un mundo aparte. Y el mundo, lamentablemente, hoy tiene como protagonista a otro esperpento al que todos hacen reverencia, cruza fronteras, se adjudica paces incomprobables, extorsiona con los impuestos a países de distinta índole. No queremos reyes, pero tenemos un emperador cuyo parecido con American Dad, es preocupante.
Por más que nos dediquemos a analizar de manera pormenorizada los errores de cada partido, partidazo o partiducho, lo que pasa en Argentina no es ajeno a lo que pasa en el mundo. Quizás Milei entendió eso y anda viajando de acá para allá, sembrando su demencial teoría anarcocapitalista en tiempos de tierra fértil.
Parace antiguo, pero la solución quizás no es sólo nacional. Que avance el internacionalismo, pues. Porque más allá de consignas perimidas como “Patria sí, Colonia no” o recordar “Braden o Perón”, el mundo entero está sufriendo un terremoto económico y moral. Las Colonias ahora son ‘países aliados’ y el entramado económico crea fronteras tan volátiles que resulta imposible analizar con la rigidez a la que estábamos acostumbrados.
No somos el peor país del mundo, son tiempos de una humanidad que ya no puede llamarse humana. Bombas, drones, hackers, ataques cibernéticos, enemigos más virtuales que reales.
Por eso, LCV también anda relojeando lo que pasa aquí y allá. Y, por ahora, parece que nadie se salva solo, tampoco a nivel internacional. Ningún país podrá enfrentar las fuerzas de este post capitalismo cínico y voraz.
Si volvemos al chiquitaje interno, y sí, el baile de Cristina en el balcón al conocerse que perdió el peronismo en la provincia de Buenos Aires fue lo más parecido a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Pero no son Cristina ni Kiciloff el problema. Ni la izquierda ni los tibios ni los progres nisiquiera la derecha de buena o mala fé. Levantemos la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de acusarnos y empecemos a construir, y a coordinar con quienes están sufriendo tanto o más que nosotros.
Son tiemos difíciles, para todos, sobre todo para los que todavía tienen algo que perder. Esa clase media apedreada que se niega a bajar al séptimo círculo del infierno. Pero hay medio país que sabe que es difícil bajar otro peldaño. No son necesariamente gorilas, ni idiotas, ni todos los epítetos que se les ha endilgado en estos días. Muchos desposeídos apostaron a los hermanitos medio locos. Quizás por empatía. Hartos de ver tantos políticos racionales y nobles que los han llevado a la ruina.
Sigamos pensando y construyendo una sociedad más justa, desde abajo, simplemente como personas, aprendamos a escucharnos, dejemos atrás ese fugaz poder que puede dar una diputación o una secretaría.
Entre tanto, la vieja política tiembla. Cuando pase el temblor ojalá que nos encuentre más fuertes, libres, sinceros. Quizás desorganizados, quizás no unidos, pero dispuestos a llevar adelante las luchas en las que muchos estamos desde hace tiempo y sentimos que son robadas por representantes que no nos representan. La unidad no es todo en la vida. Seamos miles de luces, miles. Miles de fogatas, miles. Ya nos encontraremos de manera natural en un momento histórico en el que valga la pena escucharnos sin insultarnos.
Columna de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 27 de octubre de 2025.
Eppur si muove! del 1 al 5N, “El industricidio no para”, por Alberto Nadra
Responsabilidad empresaria y dictadura: entrevista a Victoria Basualdo

