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La V Columna | Carpinchos y depredadores
¿Qué culpa tiene el carpincho si está sentado en la mata? Ellos fueron la noticia de la semana. Ratas gigantes molestando a los vecinos de Nordelta. Se multiplicaron las bromas en redes, y el pobre bicho -que de malo no tiene nada- se convirtió en símbolo de la lucha de clases, carpincho-lenín, carpincho-Perón, o Maradona o Trotsky. El carpincho- pueblo originario o venganza de la Pachamama.
Pero hablando en serio. ¿Quiénes son los bichos malos? Se levantaron en coro los de la respuesta fácil: mal bicho son los chetos de Nordelta. Y no, qué sabían los que se compraron una casa ahí que esto podía ocurrir. Levantan el dedo acusador mientras viven en una ciudad construida sobre arroyos entubados. Pero bueno, lo hecho hecho está. El problema es que no dejamos de repetir una y otra vez el mismo error.
Quién tiene la culpa de esta locura: ¿los que se compraron una casa en ese lugar de ensueño o el constructor de esta pesadilla junto a los políticos que se lo permitieron? Las cosas por su nombre. Hubo alguien que permitió que esto ocurriera y se llama Carlos Saúl Menem. El menemismo es el huevo de la serpiente, y la sociedad que lo permitió.
Por ejemplo, hubo un constructor que decidió hacerse millonario cueste lo que cueste. Fue quien fundó una ciudad-pueblo al mejor estilo Pedro de Mendoza o Juan de Garay. Su nombre, Eduardo Constantini. Él inauguró en 1999 el primer barrio de Nordelta. Atildado, fino, dueño también del hermoso museo del Malba.
El ‘adelantado’ Constantini fue el gran fundador, Juan de Garay de la época. Hay que reconocer que no era cosa fácil domar el desarrollo natural del territorio. Pero, hombre de carácter, puso lo que tenía que poner, y hoy es el dueño de una ciudad que cuenta con 23 barrios, 30.000 habitantes, cinco colegios con primaria y secundaria a la que asisten 4.500 alumnos, un centro médico con mas de 80 especialistas, Centro Comercial con mas de 70 locales, 5 salas de cine, 4 bancos, 2 estaciones de servicio, 20 restaurants, un completo Club Deportivo y una cancha de golf de 18 hoyos, diseñada por Jack Nicklaus que ya fue 3 veces sede del Abierto de Golf de la Republica y un Hotel Wyndham 5 estrellas. Para darnos una idea, Nordelta es igual a la ciudad de Lobos que tiene unos 28.000 habitantes en la égido urbano. Claro que ésta nueva ciudad del Tigre es privada, territorio liberado por un empresario a fuerza de golpes de dólares sobre la mesa.
Nordelta es una ciudad tan artificial como la montada para The Truman Show. Un desatino absoluto. Y aquí estamos, burlándonos de los que viven en ese espejismo de realidad como si buena parte de la sociedad no lo hiciera. Por revancha de clase o pura envidia, ríen de los truchos habitantes de la trucha ciudad. Pero seamos sinceros, Nordelta es el país que muchos sueñan, el de las cirugías estéticas; automóviles de publicidad, las casas dignas de Dinasty, éxito en la tele o en la sociedad -que no es lo mismo pero es igual-.
Lo realmente increíble es que mientras todos reímos por los carpinchos en Nordelta, la legislatura de la Ciudad de Bs. As vota de prepo una media sanción que autoriza a construir un nuevo Nordelta en la Costanera Sur. Y la cosa me toca de cerca, porque, como ya les conté, pasé parte de mi infancia en Catalinas Sur. La construcción de ese hongo infame de la Ciudad Deportiva era para mí como Disneylandia. Fui varias veces a su pileta. También era una fiesta ir a la costanera, con su playa y la rambla con destellos del rico novecientos. Hasta vestuarios con ducha había en la playa pública.
Grande fue mi sorpresa cuando volví del exilio y descubrí que en la costanera no había costa, solo quedaba ‘nera’, porque no había río. Un basural se llamaba pomposamente “Reserva Ecológica”. Extraña reserva ecológica que para existir tenía que eliminar buena parte de un río. Pregunté qué había pasado y me dijeron que allí fueron a parar los escombros de todos los edificios tirados abajo por Cacciatore para hacer la autopista. Con el tiempo, claro, empezó a haber una fauna propia y se escuchan los pajaritos y después de mucho andar llegás al Río de La Plata. Tomamos como naturales cosas absolutamente antinaturales. Pero lo hecho, hecho está, ni modo de volver atrás. Ya hay dos generaciones que vivieron la reserva ecológica como una bendición de la naturaleza o el mismo Dios en la ciudad; ya nadie recuerda la maldición de Cacciatore.
Y sí: lo hecho, hecho está, pero sería bueno, al menos, no insistir en el error, parar con ese ánimo depredador que le ha dado a los hombres. Sin garras ni colmillos; sin fuerza ni velocidad; apenas con un poco de astucia que algunos llaman inteligencia, nos convertimos en los animales más temibles del planeta.
¿Estaremos a tiempo de cambiar de rumbo o ya fuimos diseñados genética y socialmente para ser lo que somos? Chi lo sa. Siempre queda la utopía de tratar de convencer al resto de algo bastante simple: abajo del asfalto están la tierra y el agua.
Mientras el Paraná se queda sin agua y la sequía acecha y los incendios cunden, y hay militantes que reman una semana desde Rosario a Buenos Aires para exigir una Ley de humedales, en la Ciudad Gótica le entregan otra ciudad a otro adelantado: Eduardo Elsztain.
Elztain, presidente de IRSA, empresa que allá por el 91 se convirtió en un negocio inmobiliario que creció sin parar hasta el día de hoy. La lógica de ‘lo hecho hecho está’ tiene algo de perverso cuando es una sociedad que permite que se haga lo que se hace. Aunque siempre hay quienes intentan evitarlo.
Destacada
Italia ¿Qué es ‘Progetto Sur’? Frente a la indiferencia de los Estados, la solidaridad de los pueblos
Hace unas semanas nos internamos en la nueva realidad italiana. Esa que no se ve pero existe. La que une pasado, actualidad y futuro. Comenzamos con una entrevista a Enrico Calamai, quien en tiempos de dictadura en Argentina fue uno de los protagonistas invisibles de una epopeya: dar refugio y salvar la vida de unos 300 argentinos a pura convicción y coraje, quien hoy es un referente de los Derechos Humanos con una pequeña organización, “Mani Rosse”, que cada jueves pintan sus manos de rojo sangre para recordar a los muertos de un mundo injusto: migrantes ahogados en el Mediterráneo, víctimas de guerras y hambrunas, aquellos ‘condenados de la tierra’ de la que nos hablaba Frantz Fanon.
Continuamos conversando con los directores de “Resistenza-Historia del exilio argentino en Roma”, quienes nos llevaron a los años de plomo, en los cuales centenares de miles de argentinos debieron huir del país con lo puesto y aún así crearon redes de solidaridad, amor y denuncia internacional en los países donde posaron sus huesos, con culpa, dolor, angustia.
El documental puso el foco en Italia y pudo realizarse gracias a la colaboración de un grupo de jóvenes italo argentinos que forman parte de una organización llamada ‘Progetto Sur’. Tirando de la punta del ovillo, llegamos a ellas, Claudia Gatti y Romina Cozzanti, referentes de la asociación, nacida después del 2001, que contactó con aquella huella creada en los años setenta-ochenta y hoy trabajan por la colaboración de dos pueblos unidos por historia y cultura. Cambian los tiempos, las formas, la política y la tecnología. Llegan las pandemias y otras calamidades desconocidas, pero aún queda la esperanza de un mundo mejor.
Aquí, la última entrevista de lo que podemos considerar una trilogía: revisitando exilios, mirando el mañana.
Este Planeta Giussani hace lo posible para entenderse con ese Planeta Tierra con la Inteligencia Artificial a flor de piel. Aún así, no lo logramos. La comunicación es entrecortada. Cuarenta minutos nos dan. Quién puede hacer algo en sólo cuarenta minutos cuando hay tanto para hablar, conocer, descubrir, pensar. Vaya, entonces, esta segunda parte con Romina, a quien dejamos sin palabras.
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Entrevistas
“El exilio dejó huella en Italia”. Entrevista a los directores de Resistenza
Después de su recorrido por Festivales, Salas y otros espacios de Italia y Argentina, “RESISTENZA (historias del exilio argentino en Roma)” está disponible desde el 13/11/25 en la plataforma OpenDDB: https://openddb.it/film/resistenzaargentina/
Un documental que explora los modos que adquirieron la sobrevivencia y la denuncia internacional durante la última dictadura militar. Más allá de la tristeza, el desarraigo y las dificultades económicas, los exiliados argentinos diseminados por el mundo tendieron redes de solidaridad y realizaron un trabajo tenaz dando a conocer las violaciones a los Derechos Humanos en Argentina. No sabían, en ese entonces, que se estaban convirtiendo en protagonistas de un movimiento que dejaría sus huellas a futuro en los países que los acogieron, gracias a una forma de lucha silenciada por el régimen pero que perduró, con amor y creatividad hasta el día de hoy.
En Italia nació una organización italo-argentina, Progetto Sud. En torno a ellos crecen, desde el pie, nuevas formas de acción en un mundo cada vez más violento y fraccionado. Ahora las murgas argentinas son un símbolo en toda manifestación por la paz y la justicia en Roma
LCV conversó con los directores del documental “Resistenza, historia del exilio argentino en Roma”, Mónica Simoncini y Omar Neri. ¿Por qué Roma? ¿Qué dificultades encontraron? ¿Cómo es trabajar como documentalista hoy? La culpa como trasfondo de estar vivo, la política no cultural de Milei y más.
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Planeta Giussani/ Houston, tenemos un problema
El 13 de abril de 1970, una frase entró a la historia. Creíamos que la humanidad tenía el poder de conquistar el universo todo. Naves intergalágticas surcaban el espacio. Estados Unidos ya había plantado bandera en la luna. Una nueva misión tenía al mundo en ascuas: el Apolo 13. Todo iba bien hasta que una serie de luces desconocidas y una explosión de origen ignoto obligó a la tripulación del Apolo a llamar a la base en tierra. El mensaje fue claro y conciso: “Houston, tenemos un problema”.
Desde entonces, cada vez que ocurre un imprevisto de difícil solución e incierto origen, apelamos a aquellas palabras de desesperación controlada con las que el astronauta del Apolo 13 compartió su alarma. Y sí, hoy, apelamos una vez más a ella: Houston, tenemos un problema.
Este domingo, la política argentina vio los destellos de luces jamás imaginadas y alguna explosión agitó los ánimos. Qué había pasado?
De manera inusitada, los hermanos Milei, en el peor momento de su gobierno arrasaban en casi todas las provincias, incluída la provincia de Buenos Aires, donde había sufrido una derrota aplastante pocas semanas atrás.
El desconcierto invadió a propios y extraños. Quizás pueda decirse que, de una forma u otra, salvo los Milei, perdieron todos. Y cuando digo todos, digo también la derecha. Curioso ¿no?
Desde el mes de agosto, incluso los medios ‘amigos’ del gobierno se dieron vuelta. Por primera vez se los veía a Feinman, Viale, Laje y hasta Trebucq, entrevistando de manera incisiva al presidente de la Nación. El escándalo Sapagnuolo, el 3% de Karina, las relaciones narco de Espert, eran tapa, día tras día.
Las redes estallaban con incomprobables brotes psicóticos de Milei. Hablábamos de un Plan B en marcha, mientras otros directamente mencionaban un operativo destituyente. Las elecciones intermedias parlamentarias se habían convertido en un referendum: Milei sí o no. Todos tensaron la cuerda. Blanco o negro. Milei o Kirchnerismo, representado por Cristina y su hijo.
El desdoblamiento de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires le dieron aire a Kicillof, al no ser una consulta nacional, pudo mostrar el mapa político de el bastión peronista por excelencia. Seguía siendo peronista, es más, kicillofista.
Lejos de retroceder frente a una embestida política, mediática y hasta empresaria, el gobierno fue por más. Más represión, más ajuste, más agresión contra los ejes más sensibles para la población: salud, universidad, discapacitados, jubilados. ‘Ni un paso atrás’ decía Mussolini en pleno liderazco.
Los politólogos y periodistas, encargados de ‘leer’ el mensaje de la ciudadanía, se agarraban la cabeza. La derrota era el número ganador. Hagan sus apuestas señores, quien gana y quien pierde?
Perdimos todos.
Es que había ocurrido un imprevisto, un destello de luces violetas y una explosión: Donald Trump se metía en la campaña. Prometía una salvación económica sí y sólo sí Milei ganaba las elecciones.
Lejos de autoflagelarnos con las responsabilidades de cada uno de los protagonistas, y mucho menos de pensar que de la noche a la mañana el pueblo argentino decidió apoyar la represión a los jubilados, hacer aparte las exigencias del Garraham, reirse de los discapacitados, y escupir sobre la cabeza de centenares de miles de desocupados por un plan económico que detruye la industria junto con el Estado, esta vez, yo prefiero no creer. Prefiero no creer que se fascistizó el electorado de tal modo. Así que busco otras razones.
¿Y si el voto hubiera sido más sensato de lo que pensamos? Qué había enfrente a Milei. Si perdía, caía el gobierno, eso era lo que todos esperábamos con cierta euforia. Y si caía el gobierno ¿qué pasaba?
Posiblemente el electorado pensó: Houston, estamos en problemas.
Y aquí entra el factor Trump. Aceptar el manotazo de ahogado de Trump quizás era lo más pragmático porque si no era eso ¿qué? Sólo se veían dos opciones y ambas significaban ‘volver’. Al peronismo o al macrismo. Por si no hubiera quedado claro con la victoria de un personaje indefinible, nadie quiere volver a sentir el hastío de los mismos discursos vacíos. Quizás la sociedad está pidiendo a gritos dar vuelta la historia, no volver sino ir.
Una vez más, invito a nuestros lectores y oyentes a pensar que no vivimos en un mundo aparte. Y el mundo, lamentablemente, hoy tiene como protagonista a otro esperpento al que todos hacen reverencia, cruza fronteras, se adjudica paces incomprobables, extorsiona con los impuestos a países de distinta índole. No queremos reyes, pero tenemos un emperador cuyo parecido con American Dad, es preocupante.
Por más que nos dediquemos a analizar de manera pormenorizada los errores de cada partido, partidazo o partiducho, lo que pasa en Argentina no es ajeno a lo que pasa en el mundo. Quizás Milei entendió eso y anda viajando de acá para allá, sembrando su demencial teoría anarcocapitalista en tiempos de tierra fértil.
Parace antiguo, pero la solución quizás no es sólo nacional. Que avance el internacionalismo, pues. Porque más allá de consignas perimidas como “Patria sí, Colonia no” o recordar “Braden o Perón”, el mundo entero está sufriendo un terremoto económico y moral. Las Colonias ahora son ‘países aliados’ y el entramado económico crea fronteras tan volátiles que resulta imposible analizar con la rigidez a la que estábamos acostumbrados.
No somos el peor país del mundo, son tiempos de una humanidad que ya no puede llamarse humana. Bombas, drones, hackers, ataques cibernéticos, enemigos más virtuales que reales.
Por eso, LCV también anda relojeando lo que pasa aquí y allá. Y, por ahora, parece que nadie se salva solo, tampoco a nivel internacional. Ningún país podrá enfrentar las fuerzas de este post capitalismo cínico y voraz.
Si volvemos al chiquitaje interno, y sí, el baile de Cristina en el balcón al conocerse que perdió el peronismo en la provincia de Buenos Aires fue lo más parecido a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Pero no son Cristina ni Kiciloff el problema. Ni la izquierda ni los tibios ni los progres nisiquiera la derecha de buena o mala fé. Levantemos la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de acusarnos y empecemos a construir, y a coordinar con quienes están sufriendo tanto o más que nosotros.
Son tiemos difíciles, para todos, sobre todo para los que todavía tienen algo que perder. Esa clase media apedreada que se niega a bajar al séptimo círculo del infierno. Pero hay medio país que sabe que es difícil bajar otro peldaño. No son necesariamente gorilas, ni idiotas, ni todos los epítetos que se les ha endilgado en estos días. Muchos desposeídos apostaron a los hermanitos medio locos. Quizás por empatía. Hartos de ver tantos políticos racionales y nobles que los han llevado a la ruina.
Sigamos pensando y construyendo una sociedad más justa, desde abajo, simplemente como personas, aprendamos a escucharnos, dejemos atrás ese fugaz poder que puede dar una diputación o una secretaría.
Entre tanto, la vieja política tiembla. Cuando pase el temblor ojalá que nos encuentre más fuertes, libres, sinceros. Quizás desorganizados, quizás no unidos, pero dispuestos a llevar adelante las luchas en las que muchos estamos desde hace tiempo y sentimos que son robadas por representantes que no nos representan. La unidad no es todo en la vida. Seamos miles de luces, miles. Miles de fogatas, miles. Ya nos encontraremos de manera natural en un momento histórico en el que valga la pena escucharnos sin insultarnos.
Columna de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 27 de octubre de 2025.
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