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“Nunca fui el Sr. Rottemberg: siempre fui Carlitos y eso me enorgullece”

Carlos Rottemberg es el productor teatral argentino por excelencia: comenzó una extensa carrera a sus 18 años, llegando a actualmente presidir la Asociación Argentina de Empresarios/as Teatrales y Musicales y dirigir la mayor empresa de salas teatrales de Argentina. A propósito del Día del Teatro Nacional que se celebró el 30 de noviembre, Laura Giussani Constenla charló con Carlos sobre su trayectoria, la vocación, la vuelta a los teatros tras la pandemia y mucho más.

LCV: ¿Cuándo empezaste a relacionarte con el teatro?

-A partir del cine. A mí de muy chico, me animo a decir que desde los cuatro en adelante, siempre me interesó entender lo que era la antigua sala de cine y por qué la gente elegía ver una película y no otra. En realidad lo que yo hice en mi adolescencia mientras iba a la escuela secundaria fue alquilar un proyector en 16 mm, que era el formato intermedio entre el 8 mm casero y el 35 mm de los cines, y con ese proyector alquilado iba los sábados y domingos, cuando no tenía colegio obviamente, a cumpleaños infantiles. Era como el animador de cumpleaños infantiles. Eso lo hice a los 14, a los 15 y a los 16. Por ir a alquilar películas para los cumpleaños infantiles a la zona de los cines, de las distribuidoras de cine en realidad, que era el barrio de Once, en la calle Rivadavia, aquí en Buenos Aires entre Junín, Ayacucho, Riobamba. Por ir tan asiduamente cada semana a alquilar películas para los chicos de los cumpleaños infantiles terminé conociendo a un exhibidor de cine, de un cine en serio que se llamaba Majestic que quedaba en Avenida Pueyrredón 230 también en el barrio de Once y fue quien me dio el dato que había una sala cerrada con habilitación de cine desde hacía 4 años donde literalmente corrían las lauchas y era lo que después fue el teatro Ateneo, Paraguay y Suipacha, hoy ND. Ahí entré a los 17 años a hacer lo mismo que hacía en los cumpleaños infantiles y en ciclos de cineclub para mayores. Empecé a hacer lo mismo con el cine apoyando el proyector portátil en lo que era la baranda del viejo pullman porque ni cabina de proyección cinematográfica había.

LCV: Eras un poco el nene de Cinema Paradiso.

-Exactamente. Yo siempre dije que no había ninguna película de adulto con la que me pudiera identificar más que con el personaje de Toto, que así se llama aquel que conocemos a través del agujero de la cabina de proyección de ese chico que tenía esa relación con el operador de la película. Exactamente igual. 

LCV: ¿En qué momento esto se transforma en algo que finalmente te convertirá después en el dueño de multiteatro y de cantidad de teatros en el país? ¿Cuál fue el click?

-Es una historia un poco más larga. En realidad yo durante la primaria y secundaria siempre estudié lo justo como para pasar de grado o de año, pero yo lo que realmente estudiaba era la actividad del cine. O si se quiere hablar sin eufemismos, el negocio del cine. Yo tenía puesto en mi pared de corcho, lo que normalmente los adolescentes tienen lo que podría ser el diario del adolescente o algún recorte u otra casa, yo en aquel momento lo que tenía en la pared de corcho eran los programas de cine. Yo estudié bastante, me animo a decir, a través de esos programas de cine que quien tiene un poquito más de años tenía un poco más de contenido. Por las caratulas de los programas sabíamos a qué circuito de cine pertenecía, de qué empresa eran, qué capacidad tenían, cuántas pasadas o funciones daban, tenía el dato de los precios de la entrada. Yo siempre digo que mi verdadera facultad fue esa. De hecho yo hice la primaria, secundaria y esa facultad. Una facultad imaginaria y preparada por mí. Yo tuve en claro siempre qué quería. Es más, yo tengo algunos escritos de mis 13 años que decían “yo no voy a parar hasta ser el dueño del Opera”. Para mí el Opera era como el objetivo. Por lo tanto, era aprender de esa actividad a la que quería pertenecer hasta con psicólogo de por medio donde me llevaron mis viejos para saber qué me pasaba con ese tema.


“Para dedicarte a esta profesión tenés que ser más artista que comerciante”

SOBRE LA VOCACIÓN DEL PRODUCTOR TEATRAL

LCV: Sí, porque normalmente es más común ver esa vocación en los actores.

-Yo nunca supe si era el negocio. Yo siempre tuve en claro que para dedicarte a la profesión tenés que ser más artista que comerciante. Si bien mi rol tiene que ver con los números, si no sos teatrista no cierra. Durás poco. Acá tiene que ver con otra cosa, con relaciones humanas. a esta altura hasta aplicaría, diría sin ser profesional de la psicología, un poquito de saber leer la entrelinea de otro. Fundamentalmente cuando hablamos de relaciones humanas hablamos de ser muy llanos. O sea, vos ayer sábado sin conocernos conseguiste mi teléfono, me mandaste un WhatsApp, yo te contesté y acá estamos charlando. Me parece más simple el trabajo sin agenda, no tengo tarjetas personales desde nunca y pensá que hace 46 años trabajo en esto profesionalmente. Nunca logré ser en mi profesión el señor Rottemberg: fui Carlitos a los 17 y sigo siendo Carlitos a los 64, cosa que me enorgullece. No conozco a nadie que me llame por el apellido. Todo eso para mi es un capital que tiene que ver con algo que no se mide en lo económico.

LCV: Esto que decías de que no es solo un negocio se vio en tu postura muy sincera durante la pandemia de la comprensión de que era una tristeza pero que no se podían abrir los teatros. ¿Esta posición es algo que vos ves como normal dentro de los productores teatrales o es una cosa muy característica tuya?

-Sería egoísta de mi parte hablar de una individualidad. Yo soy presidente de la Cámara de Teatro y Música desde que tiene 103 años. Cuando yo me animo a colocar una pancarta en Av. Corrientes apenas comienza en marzo la pandemia y pongo “bajemos el telón para cuidarnos, habrá tiempo para volver al teatro”, yo lo hago sabiendo que mis colegas como mínimo, si alguno no estuviera del todo de acuerdo, no lo va a objetar. Nosotros tuvimos muy en claro desde siempre, y lo dijimos, que había que cuidar la salud. Tanto hablamos del borderó… el borderó para el que no lo sepa es la planilla de asistencia y recaudación de las salas. Siempre dijimos muchos “primero miremos el borderó sanitario”, que obviamente la vacuna es la que lo está resolviendo. Está totalmente ligado y sino miremos lo que está pasando en estas horas en otros lugares del universo y vamos a ver que cuando de nuevo el borderó sanitario empeora inmediatamente comienzan a caerse los otros borderós que son la de las actividades comerciales, empresarias. Yo te diría que es un tema de sentido común. Eso desde el punto de vista comercial. Desde el punto de vista humano, esto lo dije el 2 o 3 de marzo del año pasado antes del cierre de las salas que fue a partir del 15. ¿Cómo le voy a decir a la gente que vaya al teatro si a mi familia le acabo de decir que no vaya?


“¿Cómo iba a decirle a la gente que fuera al teatro si acababa de decirle a mi familia que no fuera?”

SOBRE SU APOYO AL CIERRE DE LOS TEATROS DURANTE LA CUARENTENA

Cuando el 13 de noviembre abrimos, después de haber trabajado en los protocolos como hemos trabajado, nunca dejé de ir al teatro porque sé lo que hicimos para abrir y reconozco que incluso el público volvió más rápido de lo que creí. Eso quiere decir que hay un crédito por parte de las audiencias porque han visto de alguna manera que respetamos los tiempos, que no nos apuramos. Que incluso la actividad y con todas sus obras en este tipo de profesiones que fue atravesada por la pandemia, en muchos casos sin resto igualmente no hicimos macana y mucho menos declaraciones pomposas en contra de nadie. Antes de que me despidas tengo que hacer una confesión: de la misma manera que uno trata de mantener la calma, es cierto también que todos lo días estoy tomando una pastillita, una droga que se llama valsartan (para no decir la marca digo el genérico de la droga) que tiene que ver con una suba de presión. Tampoco es gratuito el poder salir públicamente a mantener una cierta calma. 

LCV: ¿El multiteatro nació en el 2001?

-Sí, producto de la crisis. El multiteatro empieza a girarme la cabeza en el ’97 cuando escribo en un librito que se llama “No hay localidades” que iba a pasar lo que iba a pasar porque explotaba el plan. Entonces me preparé y lo que hice fue copiarme de los cines. Dije: ¿cómo hicieron los cines para reconvertirse? Juntaron en un mismo edificio varias pantallas de manera de poder reducir los costos y tener más posibilidades. Entonces lo que dije fue “voy a probar”. Tiro abajo un teatro que era nuestro y hago uno arriba de otro y hago cuatro. Un sandwich de teatro. La verdad es que fue tan buena la experiencia que en otra crisis, en 2018, hice exactamente lo mismo con otro teatro tradicional. El Tabaris se convirtió en el MultiTabaris COMAFI. Por lo tanto, soy de creer eso, que insisto, registré como marca multiteatro pero le doy el copyright a los cines porque lo que hice fue solamente copiarme lo que hicieron ellos.

LCV: Además eso permite que haya una variedad de complejos que le da de comer a más gente.

-Si en lugar de un escenario tenés cuatro, en lugar de un elenco tenés cuatro y en lugar de un autor tenés cuatro autoras y así. Lo que te “ahorrás” es que a lo mejor en un teatro tenés seis acomodadores y a lo mejor con diez acomodadoras acomodás cuatro. No tenés que contratar multiplicando la cantidad, porque no olvidemos que pasan a salas más pequeñas, pero siempre significa más fuente de trabajos. Soy de los que creen, entre otras cosas, que las fuentes laborales hay que engordarlas porque engordamos nosotros también las empresas. Soy de los que creen, como le gustaba decir a mi viejo que está vivito y coleando y lo sigue diciendo a sus 88 años, “basta de empresarios ricos con empresas pobres”. Siguiendo ese axioma hasta una pandemia te podés bancar si el dinero de la empresa lo dejas en la empresa.

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Innovación, tecnología y cooperativismo: Cootech dijo presente en la Expo Cooperativa 2025

La cooperativa tecnológica Cootech participó por primera vez de la Expo Cooperativa 2025, realizada en el Teatro Argentino, donde presentó herramientas digitales orientadas al turismo, la gestión rural y la seguridad. En diálogo con La Columna Vertebral, Tatiana Aime detalló los productos exhibidos, el balance de la experiencia y destacó el fuerte perfil de género de la cooperativa.

LCV: La cooperativa estuvo presente, tuvo stand en la Expo Cooperativa 2025 del viernes pasado.
Tatiana Aime: “Sí, así es. Estuvimos en el Teatro Argentino donde se realizó la Expo Cooperativa 2025, la segunda edición, y esta fue la primera vez que nos presentamos mostrando algunos de nuestros productos.”

LCV: ¿Y cuáles son esos productos?
Tatiana Aime: “Los productos que llevamos al stand fueron tres en particular: uno es un software de digitalización de destinos turísticos que permite recorrer virtualmente zonas turísticas, como por ejemplo Berisso, Tapalqué y Carué, donde al ingresar a la página web de cada municipio se puede encontrar digitalizada toda su oferta turística.”

LCV: ¿Esto puede usarse desde el celular?
Tatiana Aime: “Sí, no es necesario ningún tipo de artefacto especial, con una computadora o un celular se puede visualizar perfectamente, lo que permite que cualquier persona que esté viajando por la provincia de Buenos Aires pueda consultar desde el teléfono qué hay para hacer en un destino determinado.”

LCV: Por ejemplo, si quiero ir un fin de semana largo a Carué, ¿la plataforma me muestra qué hay para hacer?
Tatiana Aime: “Exactamente, la página web te muestra los lugares turísticos y las actividades disponibles en Carué.”

LCV: ¿Cómo lo mostraron en el stand?, ¿era interactivo?
Tatiana Aime: “Sí, teníamos una pantalla donde se podía interactuar y recorrer los distintos lugares, y también presentamos realidad aumentada con visores, que permitían señalar y explorar los espacios de forma virtual.”

LCV: ¿Dijiste que presentaron más herramientas además de esta?
Tatiana Aime: “Sí, además presentamos dos herramientas más: una de gestión interna para campos y otra de seguridad rural que actualmente está siendo aplicada en el municipio de Salliqueló.”

LCV: Es la primera vez que participan en la Expo, ¿qué te pareció la experiencia y la interacción con la gente?
Tatiana Aime: “La experiencia fue muy buena, pudimos contactar a distintas cooperativas, charlar, mostrar lo que hacemos y tejer redes, que es algo fundamental dentro del cooperativismo.”

LCV: ¿Qué saldo dejó la Expo en términos de contactos y vínculos?
Tatiana Aime: “Pasaron muchas personas por el stand, pudimos mostrar nuestro trabajo y nos llevamos contactos con los que seguramente podremos hacer cosas a futuro, tanto con otras cooperativas como con usuarios directos.”

LCV: ¿Ustedes también desarrollan software a medida?
Tatiana Aime: “Sí, no solo hacemos los productos que mostramos en la Expo, sino que también desarrollamos software a medida según las necesidades de cada cliente, y este tipo de eventos permite vincularse directamente con quienes tienen una idea o una problemática concreta.”

LCV: Tatiana, sos muy joven, ¿cuántos años tenés?
Tatiana Aime: “Tengo 34 años.”

LCV: Quiero felicitarte porque es importante ver gente joven trabajando y construyendo estos proyectos colectivos.
Tatiana Aime: “Muchas gracias, y quiero destacar que Cotech está compuesta en un 90% por mujeres, algo que nos llena de orgullo, sobre todo teniendo en cuenta que desde el IPAC se viene planteando la equidad de género como un eje central para las cooperativas del próximo año.”

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Paro de controladores aéreos por salarios atrasados y despidos sin resolver

En diálogo con La Columna Vertebral, Julián Gaday, integrante de la comisión directiva y vocero de la Asociación Técnicos y Empleados de Protección y Seguridad a la Navegación Aérea (ATEPSA), explicó cuál es la función de los controladores aéreos, el nivel de responsabilidad que implica su trabajo, las condiciones salariales del sector y los motivos del conflicto que derivó en medidas de fuerza anunciadas a partir del 17 de diciembre.

LCV: ¿Qué es un controlador aéreo?

Julián Gaday (ATEPSA):“Los controladores aéreos somos las personas encargadas de guiar y separar a todos los aviones desde que ponen en marcha los motores hasta que aterrizan en destino: despegue, aterrizaje, ascenso y nivel de crucero. Controlamos básicamente todo el espacio aéreo argentino, incluidos aviones del Estado, militares y comerciales; todo lo que vuele tiene que comunicarse con nosotros. Si no trabajamos, no hay tránsito aéreo, por eso somos un servicio público esencial y se nos hace tan difícil llegar a medidas de fuerza.”

LCV: Quiero poner en valor la responsabilidad que tienen: si se equivocan en una ruta, puede haber consecuencias gravísimas.

Julián Gaday:“Por supuesto. En el centro de control de área de Ezeiza, donde trabajo, controlamos en una hora normal entre 25 y 35 vuelos, y en horas pico hasta 50 aviones por hora. Estamos hablando de miles de vidas que pasan por nuestras voces, nuestras decisiones y nuestras instrucciones, no solo en ruta sino desde que el avión empieza a subir. Básicamente tomamos decisiones para evitar, de manera fundamental, que los aviones se choquen.”

LCV: ¿Cómo es el trabajo en equipo para que un avión esté en vuelo?

Julián Gaday:“ATEPSA representa a todos los trabajadores de los servicios de navegación aérea. Todo comienza en las oficinas ARO, donde se recibe la documentación y el plan de vuelo que presentan los pilotos o las aerolíneas, con la ruta y toda la información necesaria. Allí también se brinda información sobre estado de aerovías, aeropuertos y meteorología. Luego el avión llama a la torre de control, que autoriza la puesta en marcha, el rodaje y el despegue. Una vez en vuelo, pasa a los controladores de área, que controlamos todo el espacio aéreo desde cinco centros en el país, y al aproximarse al destino vuelve a pasar a la torre. También intervienen los servicios de búsqueda y salvamento y las oficinas NOTAM, que notifican cuestiones operativas a los pilotos.”

LCV: ¿Se estudia para ser controlador aéreo? ¿Cómo es la formación?

Julián Gaday:“Sí, se estudia. Hay un curso básico de un año y luego, según el destino, entre seis meses y más de un año para obtener la habilitación local. Yo, por ejemplo, trabajo en el centro de control de área y no puedo controlar en la torre de Ezeiza aunque esté a un piso de distancia, porque no tengo habilitación. Lo mismo sucede entre distintos aeropuertos: cada lugar tiene sus particularidades y son trabajos distintos.”

LCV: Con ese nivel de exigencia, ¿cuánto gana un controlador aéreo?

Julián Gaday:“Un controlador en Ezeiza o Aeroparque puede ganar alrededor de dos millones de pesos. En el interior del país, en aeropuertos con menor complejidad, los salarios rondan entre 1.300.000 y 1.800.000 pesos. En algunos de los cinco centros de control hay trabajadores por debajo de la línea de pobreza. Gran parte del colectivo tiene que hacer trabajos extra para mantener un nivel de vida mínimo que le permita realizar esta tarea, que es vocacional y crítica para la seguridad.”

LCV: ¿Cómo es el diálogo con la empresa y en qué consisten las medidas a partir del 17 de diciembre?

Julián Gaday: “El diálogo es prácticamente nulo. Hemos asistido a varias audiencias, pero es hablar contra una pared. No tenemos respuestas ni soluciones, desconocen el conflicto, los motivos y hasta el convenio colectivo de trabajo. En la última audiencia nos pidieron cinco días más para analizar propuestas que presentamos el 9 de septiembre. Pasaron tres meses sin analizarlas. Reclamamos actualización de viáticos con más de un año de atraso, revisión de categorías de aeropuertos —que por convenio debe hacerse anualmente— y la reincorporación de nueve controladores despedidos ilegalmente. Solo reincorporaron a tres; los otros seis siguen esperando, sin ninguna justificación válida.”

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Cronograma de medidas de fuerza de los controladores aéreos.

LCV: ¿Están informando para que los pasajeros no se vean sorprendidos?

Julián Gaday: “Notificamos a la empresa hace diez días del cronograma de medidas. Como servicio público esencial, debemos garantizar al menos el 45% de las operaciones, y nuestras medidas afectan alrededor del 10%. Informamos por mail a todas las compañías aéreas para que reprogramen vuelos y avisen con anticipación a los pasajeros. Nuestros usuarios directos son las aerolíneas, no los pasajeros.”

LCV: Se cuestiona que las medidas coincidan con fechas sensibles como Navidad.

Julián Gaday: “Durante todo noviembre hicimos medidas de fuerza sin afectar pasajeros, parando solo vuelos de carga. No tuvimos ninguna respuesta. Recién cuando se afecta al pasajero aparece el conflicto en agenda. Por eso es importante decir que no somos los únicos responsables: del otro lado están la empresa y el Estado, que no negocian ni ofrecen lo mínimo indispensable para llegar a un acuerdo.”

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Acerca del imperio de lo inaudito y la apatía, por Hernán López Echagüe

Todo ocurre a cada instante, de modo cruel, y, en ocasiones, espeluznante. La vida se ha convertido en una suerte de encadenamiento de pasos dominados por la inviabilidad de llevarla a cabo. Un vagabundeo desprovisto de mira. Basta con echarle un poco de ojo a los acontecimientos que nos rodean, y nos sumergen, sin pausa, en un estado de las cosas en el que predominan el oscurantismo, la persecución, la barbarie, y el espíritu de la irracionalidad más abyecta. Sin embargo, lo que más pesadumbre causa es el silencio, y la quietud, y el desmembramiento de las voces y los actos de los que, al parecer, a los gritos y gesticulaciones por momentos dignas de conmiseración, condenan el oscurantismo, la persecución, la ignorancia y la irracionalidad. Y, al final de cuentas, no hacen más que brindarle mayor magnitud al descalabro, y, en ocasiones, fundamento. Triste victoria del vacío. ¿Qué decir? ¿Qué escribir?

Mejor lo ha dicho y escrito Julio Cortázar en su artículo “Policrítica a la hora de los chacales”, en 1971. Medio siglo atrás:

“De qué sirve escribir la buena prosa, de qué vale que exponga razones y argumentos si los chacales velan, la manada se tira contra el verbo, lo mutilan, le sacan lo que quieren, dejan de lado el resto, vuelven lo blanco negro, el signo más se cambia en signo menos, los chacales son sabios en los teles, son las tijeras de la infamia y del malentendido, manada universal, blancos negros, albinos, lacayos si no firman y todavía más chacales cuando firman, de qué sirve escribir midiendo cada frase, de qué sirve pesar cada acción, cada gesto que expliquen la conducta, si al otro día los periódicos, los consejeros, las agencias, los policías disfrazados, los asesores del gorila, los abogados de los trusts se encargarán de la versión más adecuada para consumo de inocentes o de crápulas, fabricarán una vez más la mentira que corre, la duda que se instala, y tanta buena gente en tanto pueblo y tanto campo de tanta tierra nuestra, que abre su diario y busca su verdad y se encuentra con la mentira maquillada, los bocados a punto, y va tragando baba prefabricada, mierda en pulcras columnas, y hay quien cree y al creer olvida el resto, tantos años de amor y de combate, porque así es, compadre, los chacales lo saben; la memoria es falible y como en los contratos, como en los testamentos, el diario de hoy con sus noticias invalida todo lo precedente, hunde el pasado en la basura de un presente traficado y mentido.Entonces no, mejor ser lo que se es, decir eso que quema la lengua y el estómago, siempre habrá quien entienda este lenguaje que del fondo viene, como del fondo brotan el semen, la leche, las espigas.Y el que espera otra cosa, la defensa o la fina explicación, la reincidencia o el escape, nada más fácil que comprar el diario made in usa, y leer los comentarios a este texto, las versiones de Reuter o de la UPI donde los chacales sabihondos le darán la versión satisfactoria, donde editorialistas mexicanos o brasileños o argentinos traducirán para él, con tanta generosidad, las instrucciones del chacal con sede en Washington, las pondrán en correcto castellano, mezcladas con saliva nacional, con mierda autóctona, fácil de tragar.No me excuso de nada, y sobre todo no excuso este lenguaje, es la hora del chacal, de los chacales y de sus obedientes: los mando a todos a la reputa madre que los parió, y digo lo que vivo y lo que siento y lo que sufro y lo que espero. Sólo así podremos acabar un día con los chacales y las hienas”.

Ilustración: Silvia Flichman (https://silviaflichman.com.ar/ )

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