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1920: huelga y ‘soviet’ ballenero en las Georgias del Sur
En la larga lista de huelgas épicas del movimiento obrero argentino hay una que permaneció casi desconocida. Ocurrió en el año 1920 en aquellas lejanas islas del sur. Al cumplirse su centenario, en el 2020 , el historiador Pablo Fontana, investigador del Conicet del Instituto Antártico Argentino, y autor de “La pugna antártica” (2014), echó luz sobre este increíble episodio conocido como la huelga ‘bolchevique’ de los obreros balleneros, publicada por la Fundación Marambio.

Un barco de la CAP encallado en las Georgias, con la bandera argentina en su chimenea.
Lo que se dio en llamar la “revolución bolchevique” que puso en jaque a la ocupación ilegal británica tuvo como protagonistas a los trabajadores de la Compañía Argentina de Pesca (CAP) contratados en el barrio de La Boca. Tal como nos recuerda el Dr. Fontana, la CAP era una empresa argentina creada en el año 1904 con el empresario argentino Ernesto Torquinst al frente.
Iniciaba el siglo XX cuando el emprendedor Torquinst consiguió el apoyo de la Armada Argentina, para instalar una planta ballenera en una isla deshabitada conocida como Grytviken o isla San Pedro. La iniciativa se convirtió en el primer asentamiento humano permanente de las islas Georgias del Sur. En el año 1904, dos veleros de la Compañía Argentina de Pesca llegaban a pisar tierra firme. A kilómetros de Malvinas, en las islas Georgias del Sur.
Grande fue la sorpresa de los trabajadores varados en aquel lejano paraje cuando en 1906 vieron llegar un crucero de guerra británico HMS Sappho que desembarcó para izar la bandera del Reino Unido en esa isla de nadie. Apuntados por cañones, no hubo reacción de los empleados de la CAP. Los ingleses estaban interesados en los rumores que llegaban sobre las ganancias obtenidas por le empresa pesquera argentina. En las aguas del Atlántico sur se encontraba, entre otras, la famosa ballena azul de 150 toneladas de peso. Con el aceite y otros subproductos extraídos se podía “ganar 2.500 libras” por ejemplar. En 1912 varó en Grytviken el mayor cetáceo jamás capturado: una ballena azul que medía 33,58 metros.
De todas formas, tuvieron una convivencia pacífica durante varias décadas, los barcos de la Armada Argentina continuaron visitando las islas para realizar tareas científicas. Ambos tenían algo en común: el explotación de los obreros de las balleneras. Con el tiempo se fueron sumando otras empresas europeas que llevaron mano de obra africana semiesclava. Desde 1905 hasta 1950 hubo un observatorio meteorológico argentino, clausurado por los ingleses de manera unilateral en pleno peronismo.
La CAP no solo estaba en condiciones de ofrecer obreros a las demás empresas, también tenía cine, cancha de fútbol, hospital, panadería, carnicería, estación de radio, biblioteca y usina hidroeléctrica. A pesar de esas ventajas, las condiciones laborales fueron cada vez más duras, lo que provocó huelgas frecuentes que desembocaron en un pequeña pero significativa “revolución”.

Así estaban las cosas en la Islas Georgias cuando estalló la Revolución bolchevique en Rusia en el año 1917, con el subsiguiente pánico de los empresarios y la potencias imperiales, y un proporcional entusiasmo en las clases obreras que se ilusionaban con poder conseguir sus reivindicaciones. Hasta el sur del sur llegaban los rumores de la existencia de un Estado organizaco en soviets, nada menos que consejos obreros, soldados y campesinos.
En ese contexto internacional, Argentina se veía sacudida por la semana trágica de enero de 1919 en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires.
Con un país todavía estremecido por la matanza, un grupo de obreros fue contratado por la CAP para trabajar en la factoría de isla San Pedro. Según el relato del investigador del Conicet en noviembre, un vapor abandonó el puerto de Buenos Aires con aquel grupo de hombres que crearían el soviet del Atlántico Sur:
“El 11 de enero de 1920 comenzó en Grytviken una huelga impulsada por esos treinta y seis obreros, en su mayoría de origen ruso. Se autodenominaron bolcheviques y, según archivos en Noruega y Puerto Argentino, estaban liderados por Hersh Schwartz y Oscar Johansen, este último un “comunista argentino”. Rápidamente lograron sumar a más de doscientos compañeros de varias compañías balleneras y presentaron sus demandas con un escrito en español. Además de exigir mejores condiciones de trabajo, reclamaban que sus salarios fuesen pagados en pesos argentinos, al igual que las horas extras y una jornada laboral máxima de ocho horas. Al no recibir respuesta positiva, los huelguistas destruyeron maquinaria y amenazaron con atacar a las autoridades de ocupación británica, las cuales en un acto de desesperación enviaron un barco arponero a islas Malvinas, pidiendo un buque de guerra para detener a los huelguistas.”

Una de las primeras medidas de los rebeldes fue destruir los fusiles de caza para evitar que se apuntaran en contra de los trabajadores. La empresa de estaba desbordada e informaba su incapacidad de expulsar a los líderes revolucionarios a quienes describían como gente con una “actitud agresiva y amenazante, negándose a trabajar y dictando sus propias reglas”.
Parafraseando a Marx, los trabajadores formaron un gobierno soviético bajo la consigna “¡trabajadores balleneros del mundo, únanse!”, y según los historiadores noruegos Johan Tonnessen y Arne Johnsen, proclamaron la “primera república bolchevique fuera de Rusia”, al tiempo que le exigían a las autoridades de la compañía expulsar de la isla a los únicos tres obreros que se habían negado a la huelga.
Los británicos decidieron terminar con la sublevación y el 17 de enero llegó el crucero británico HMS Dartmouth desde Islas Malvinas. Reprimieron a los fundadores de la efímera república bolchevique y reestableció la ocupación en la isla, deportando a Buenos Aires en dos barcos arponeros a los 16 líderes de la revuelta. En el continente, en tanto, empezaba la huelga de los peones rurales. La resistencia obrera continuaba con La Patagonia Rebelde.
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Innovación, tecnología y cooperativismo: Cootech dijo presente en la Expo Cooperativa 2025
La cooperativa tecnológica Cootech participó por primera vez de la Expo Cooperativa 2025, realizada en el Teatro Argentino, donde presentó herramientas digitales orientadas al turismo, la gestión rural y la seguridad. En diálogo con La Columna Vertebral, Tatiana Aime detalló los productos exhibidos, el balance de la experiencia y destacó el fuerte perfil de género de la cooperativa.
LCV: La cooperativa estuvo presente, tuvo stand en la Expo Cooperativa 2025 del viernes pasado.
Tatiana Aime: “Sí, así es. Estuvimos en el Teatro Argentino donde se realizó la Expo Cooperativa 2025, la segunda edición, y esta fue la primera vez que nos presentamos mostrando algunos de nuestros productos.”
LCV: ¿Y cuáles son esos productos?
Tatiana Aime: “Los productos que llevamos al stand fueron tres en particular: uno es un software de digitalización de destinos turísticos que permite recorrer virtualmente zonas turísticas, como por ejemplo Berisso, Tapalqué y Carué, donde al ingresar a la página web de cada municipio se puede encontrar digitalizada toda su oferta turística.”
LCV: ¿Esto puede usarse desde el celular?
Tatiana Aime: “Sí, no es necesario ningún tipo de artefacto especial, con una computadora o un celular se puede visualizar perfectamente, lo que permite que cualquier persona que esté viajando por la provincia de Buenos Aires pueda consultar desde el teléfono qué hay para hacer en un destino determinado.”
LCV: Por ejemplo, si quiero ir un fin de semana largo a Carué, ¿la plataforma me muestra qué hay para hacer?
Tatiana Aime: “Exactamente, la página web te muestra los lugares turísticos y las actividades disponibles en Carué.”
LCV: ¿Cómo lo mostraron en el stand?, ¿era interactivo?
Tatiana Aime: “Sí, teníamos una pantalla donde se podía interactuar y recorrer los distintos lugares, y también presentamos realidad aumentada con visores, que permitían señalar y explorar los espacios de forma virtual.”
LCV: ¿Dijiste que presentaron más herramientas además de esta?
Tatiana Aime: “Sí, además presentamos dos herramientas más: una de gestión interna para campos y otra de seguridad rural que actualmente está siendo aplicada en el municipio de Salliqueló.”
LCV: Es la primera vez que participan en la Expo, ¿qué te pareció la experiencia y la interacción con la gente?
Tatiana Aime: “La experiencia fue muy buena, pudimos contactar a distintas cooperativas, charlar, mostrar lo que hacemos y tejer redes, que es algo fundamental dentro del cooperativismo.”
LCV: ¿Qué saldo dejó la Expo en términos de contactos y vínculos?
Tatiana Aime: “Pasaron muchas personas por el stand, pudimos mostrar nuestro trabajo y nos llevamos contactos con los que seguramente podremos hacer cosas a futuro, tanto con otras cooperativas como con usuarios directos.”
LCV: ¿Ustedes también desarrollan software a medida?
Tatiana Aime: “Sí, no solo hacemos los productos que mostramos en la Expo, sino que también desarrollamos software a medida según las necesidades de cada cliente, y este tipo de eventos permite vincularse directamente con quienes tienen una idea o una problemática concreta.”
LCV: Tatiana, sos muy joven, ¿cuántos años tenés?
Tatiana Aime: “Tengo 34 años.”
LCV: Quiero felicitarte porque es importante ver gente joven trabajando y construyendo estos proyectos colectivos.
Tatiana Aime: “Muchas gracias, y quiero destacar que Cotech está compuesta en un 90% por mujeres, algo que nos llena de orgullo, sobre todo teniendo en cuenta que desde el IPAC se viene planteando la equidad de género como un eje central para las cooperativas del próximo año.”
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Paro de controladores aéreos por salarios atrasados y despidos sin resolver
En diálogo con La Columna Vertebral, Julián Gaday, integrante de la comisión directiva y vocero de la Asociación Técnicos y Empleados de Protección y Seguridad a la Navegación Aérea (ATEPSA), explicó cuál es la función de los controladores aéreos, el nivel de responsabilidad que implica su trabajo, las condiciones salariales del sector y los motivos del conflicto que derivó en medidas de fuerza anunciadas a partir del 17 de diciembre.
LCV: ¿Qué es un controlador aéreo?
Julián Gaday (ATEPSA):“Los controladores aéreos somos las personas encargadas de guiar y separar a todos los aviones desde que ponen en marcha los motores hasta que aterrizan en destino: despegue, aterrizaje, ascenso y nivel de crucero. Controlamos básicamente todo el espacio aéreo argentino, incluidos aviones del Estado, militares y comerciales; todo lo que vuele tiene que comunicarse con nosotros. Si no trabajamos, no hay tránsito aéreo, por eso somos un servicio público esencial y se nos hace tan difícil llegar a medidas de fuerza.”
LCV: Quiero poner en valor la responsabilidad que tienen: si se equivocan en una ruta, puede haber consecuencias gravísimas.
Julián Gaday:“Por supuesto. En el centro de control de área de Ezeiza, donde trabajo, controlamos en una hora normal entre 25 y 35 vuelos, y en horas pico hasta 50 aviones por hora. Estamos hablando de miles de vidas que pasan por nuestras voces, nuestras decisiones y nuestras instrucciones, no solo en ruta sino desde que el avión empieza a subir. Básicamente tomamos decisiones para evitar, de manera fundamental, que los aviones se choquen.”
LCV: ¿Cómo es el trabajo en equipo para que un avión esté en vuelo?
Julián Gaday:“ATEPSA representa a todos los trabajadores de los servicios de navegación aérea. Todo comienza en las oficinas ARO, donde se recibe la documentación y el plan de vuelo que presentan los pilotos o las aerolíneas, con la ruta y toda la información necesaria. Allí también se brinda información sobre estado de aerovías, aeropuertos y meteorología. Luego el avión llama a la torre de control, que autoriza la puesta en marcha, el rodaje y el despegue. Una vez en vuelo, pasa a los controladores de área, que controlamos todo el espacio aéreo desde cinco centros en el país, y al aproximarse al destino vuelve a pasar a la torre. También intervienen los servicios de búsqueda y salvamento y las oficinas NOTAM, que notifican cuestiones operativas a los pilotos.”
LCV: ¿Se estudia para ser controlador aéreo? ¿Cómo es la formación?
Julián Gaday:“Sí, se estudia. Hay un curso básico de un año y luego, según el destino, entre seis meses y más de un año para obtener la habilitación local. Yo, por ejemplo, trabajo en el centro de control de área y no puedo controlar en la torre de Ezeiza aunque esté a un piso de distancia, porque no tengo habilitación. Lo mismo sucede entre distintos aeropuertos: cada lugar tiene sus particularidades y son trabajos distintos.”
LCV: Con ese nivel de exigencia, ¿cuánto gana un controlador aéreo?
Julián Gaday:“Un controlador en Ezeiza o Aeroparque puede ganar alrededor de dos millones de pesos. En el interior del país, en aeropuertos con menor complejidad, los salarios rondan entre 1.300.000 y 1.800.000 pesos. En algunos de los cinco centros de control hay trabajadores por debajo de la línea de pobreza. Gran parte del colectivo tiene que hacer trabajos extra para mantener un nivel de vida mínimo que le permita realizar esta tarea, que es vocacional y crítica para la seguridad.”
LCV: ¿Cómo es el diálogo con la empresa y en qué consisten las medidas a partir del 17 de diciembre?
Julián Gaday: “El diálogo es prácticamente nulo. Hemos asistido a varias audiencias, pero es hablar contra una pared. No tenemos respuestas ni soluciones, desconocen el conflicto, los motivos y hasta el convenio colectivo de trabajo. En la última audiencia nos pidieron cinco días más para analizar propuestas que presentamos el 9 de septiembre. Pasaron tres meses sin analizarlas. Reclamamos actualización de viáticos con más de un año de atraso, revisión de categorías de aeropuertos —que por convenio debe hacerse anualmente— y la reincorporación de nueve controladores despedidos ilegalmente. Solo reincorporaron a tres; los otros seis siguen esperando, sin ninguna justificación válida.”
LCV: ¿Están informando para que los pasajeros no se vean sorprendidos?
Julián Gaday: “Notificamos a la empresa hace diez días del cronograma de medidas. Como servicio público esencial, debemos garantizar al menos el 45% de las operaciones, y nuestras medidas afectan alrededor del 10%. Informamos por mail a todas las compañías aéreas para que reprogramen vuelos y avisen con anticipación a los pasajeros. Nuestros usuarios directos son las aerolíneas, no los pasajeros.”
LCV: Se cuestiona que las medidas coincidan con fechas sensibles como Navidad.
Julián Gaday: “Durante todo noviembre hicimos medidas de fuerza sin afectar pasajeros, parando solo vuelos de carga. No tuvimos ninguna respuesta. Recién cuando se afecta al pasajero aparece el conflicto en agenda. Por eso es importante decir que no somos los únicos responsables: del otro lado están la empresa y el Estado, que no negocian ni ofrecen lo mínimo indispensable para llegar a un acuerdo.”
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Acerca del imperio de lo inaudito y la apatía, por Hernán López Echagüe
Todo ocurre a cada instante, de modo cruel, y, en ocasiones, espeluznante. La vida se ha convertido en una suerte de encadenamiento de pasos dominados por la inviabilidad de llevarla a cabo. Un vagabundeo desprovisto de mira. Basta con echarle un poco de ojo a los acontecimientos que nos rodean, y nos sumergen, sin pausa, en un estado de las cosas en el que predominan el oscurantismo, la persecución, la barbarie, y el espíritu de la irracionalidad más abyecta. Sin embargo, lo que más pesadumbre causa es el silencio, y la quietud, y el desmembramiento de las voces y los actos de los que, al parecer, a los gritos y gesticulaciones por momentos dignas de conmiseración, condenan el oscurantismo, la persecución, la ignorancia y la irracionalidad. Y, al final de cuentas, no hacen más que brindarle mayor magnitud al descalabro, y, en ocasiones, fundamento. Triste victoria del vacío. ¿Qué decir? ¿Qué escribir?
Mejor lo ha dicho y escrito Julio Cortázar en su artículo “Policrítica a la hora de los chacales”, en 1971. Medio siglo atrás:
“De qué sirve escribir la buena prosa, de qué vale que exponga razones y argumentos si los chacales velan, la manada se tira contra el verbo, lo mutilan, le sacan lo que quieren, dejan de lado el resto, vuelven lo blanco negro, el signo más se cambia en signo menos, los chacales son sabios en los teles, son las tijeras de la infamia y del malentendido, manada universal, blancos negros, albinos, lacayos si no firman y todavía más chacales cuando firman, de qué sirve escribir midiendo cada frase, de qué sirve pesar cada acción, cada gesto que expliquen la conducta, si al otro día los periódicos, los consejeros, las agencias, los policías disfrazados, los asesores del gorila, los abogados de los trusts se encargarán de la versión más adecuada para consumo de inocentes o de crápulas, fabricarán una vez más la mentira que corre, la duda que se instala, y tanta buena gente en tanto pueblo y tanto campo de tanta tierra nuestra, que abre su diario y busca su verdad y se encuentra con la mentira maquillada, los bocados a punto, y va tragando baba prefabricada, mierda en pulcras columnas, y hay quien cree y al creer olvida el resto, tantos años de amor y de combate, porque así es, compadre, los chacales lo saben; la memoria es falible y como en los contratos, como en los testamentos, el diario de hoy con sus noticias invalida todo lo precedente, hunde el pasado en la basura de un presente traficado y mentido.Entonces no, mejor ser lo que se es, decir eso que quema la lengua y el estómago, siempre habrá quien entienda este lenguaje que del fondo viene, como del fondo brotan el semen, la leche, las espigas.Y el que espera otra cosa, la defensa o la fina explicación, la reincidencia o el escape, nada más fácil que comprar el diario made in usa, y leer los comentarios a este texto, las versiones de Reuter o de la UPI donde los chacales sabihondos le darán la versión satisfactoria, donde editorialistas mexicanos o brasileños o argentinos traducirán para él, con tanta generosidad, las instrucciones del chacal con sede en Washington, las pondrán en correcto castellano, mezcladas con saliva nacional, con mierda autóctona, fácil de tragar.No me excuso de nada, y sobre todo no excuso este lenguaje, es la hora del chacal, de los chacales y de sus obedientes: los mando a todos a la reputa madre que los parió, y digo lo que vivo y lo que siento y lo que sufro y lo que espero. Sólo así podremos acabar un día con los chacales y las hienas”.
Ilustración: Silvia Flichman (https://silviaflichman.com.ar/ )
Luis Lázaro: “Atacar el Estatuto del Periodista es atacar el derecho de la sociedad a informarse”
Innovación, tecnología y cooperativismo: Cootech dijo presente en la Expo Cooperativa 2025

