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Benito, el más joven de la FOTIA, por Héctor Amichetti

Benito Vicente Romano fue un gran dirigente de la Federación Obrera de la Industria Azucarera (FOTIA), al que siempre hay que recordar por su ejemplo de humildad, por su capacidad y lealtad con la clase trabajadora y los ideales del Peronismo.

El 14 de abril de 1976 fue detenido por un grupo de hombres que se identificaron como miembros de la Policía Federal, en el Hotel Splendid, ubicado en Avenida Rivadavia al 950, barrio de Monserrat, Capital Federal.

Quienes presenciaron su detención, luego convertida en secuestro y desaparición, cuentan que reaccionó ante los captores señalando con firmeza: “A mí no me esposan, yo no soy un criminal, soy un dirigente sindical peronista”.

Apenas tenía 17 años cuando fue elegido delegado del Ingenio Esperanza en Tucumán, en un tiempo de conquistas impulsadas desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social por un hombre (militar él), que poco a poco se iba ganando el corazón de los obreros en todo el país.

El 4 de mayo de 1944 los trabajadores de la industria azucarera de Tucumán fundaron la FOTIA y fueron los primeros en declarar una huelga general marchando hasta la plaza Independencia en la ciudad de San Miguel de Tucumán el 16 de octubre del ’45 para exigir la libertad de Juan Perón a quien la oligarquía intentaba borrar de la historia.

Al año siguiente, siendo ya Perón el Presidente de la Nación, Benito fue condecorado por Evita por ser el dirigente sindical más joven del país. Una década más tarde formó parte de los hombres y mujeres de la resistencia decididos a dar la vida por su líder, coordinando acciones con el General Valle en el fracasado levantamiento cívico- militar por la recuperación de la democracia.

Perseguido, Benito Romano marchó al exilio en Bolivia para regresar con la llegada de Frondizi al gobierno nacional. En 1959, al ser normalizada la vida institucional en la FOTIA, resultó elegido Secretario General por la Lista Blanca con 43.302 votos, en comicios en los que participaron 3 listas y emitieron su voto 57.000 trabajadores azucareros. Ese mismo año encabezó una histórica y triunfal huelga del gremio en la que lucharon de manera mancomunada los obreros de la industria con los del surco.

Como parte de la dirigencia sindical enteramente comprometida en la acción política bajo la más pura identidad peronista y burlando la proscripción, Benito se convirtió en Diputado Nacional en 1962, integrando el Partido Acción Provinciana, siendo reelecto en 1965. La llegada de Onganía al poder y el cierre de ingenios en su provincia lo colocó en la primera línea de batalla por lo que tuvo que soportar un año y medio de cárcel.

Fue activo protagonista de la gesta del sindicalismo combativo que enfrentó a “colaboracionistas” y “participacionistas” conformando una nueva dirección de la CGT en el Congreso Normalizador “Amado Olmos” de 1968. En una carta que Perón envió desde Madrid a Raimundo Ongaro, en el mes de abril de aquel año, refiriéndose a aquellos leales dirigente de la CGT de los Argentinos, escribía: “…no solo han salvado el honor peronista, sino que también han permitido comprobar fehacientemente la conducta de los que, con diversos pretextos, se encuentran traicionando a los trabajadores y al Movimiento”.

Un detalle digno de señalar, Benito Romano ocupó el cargo de Prosecretario Gremial e Interior de la CGT de los Argentinos, en la que por norma ética todos los directivos comenzaron su mandato presentando una declaración de bienes, quien no tenía casa propia, era propietario de un vehículo o alguna pequeña suma de dinero ahorrado, pues él declaró no tener bien alguno porque en realidad no era propietario más que de una enorme dignidad desprovista de cualquier bien personal.

Junto con su compañero y amigo Atilio Santillán fueron los máximos referentes de la FOTIA, protagonistas esenciales de infinidad de combates que permitieron la recuperación de la democracia y el retorno de Perón a su Patria, sin embargo, nunca eligieron el camino fácil de la obsecuencia, al igual que nuestra Federación Gráfica Bonaerense, que la Asociación de Empleados de Farmacia y de algún otro gremio, la FOTIA señaló sus reparos al Pacto Social convocado por el FREJULI luego de la victoria electoral de 1973.

En 1974 los trabajadores azucareros de Tucumán fueron una vez más a otra gran huelga, muy bien relatada en el libro “El último grito” del periodista y escritor Marcos Taire; allí transcribe palabras dignas de destacar, de Atilio Santillán, Secretario General de la FOTIA, en un Congreso de delegados en septiembre de 1974, en pleno conflicto: “…me pintan como un cuco jineteando un caballo rojo, pero como el resto del Consejo Directivo de la FOTIA no hago más que responder al mandato de las bases”.

Benito y Atilio actuaban como pensaban. Cuando se produjo el golpe militar de marzo del ’76, Benito Vicente Romano cumplía funciones como Director Obrero de la Compañía Nacional Azucarera (CONASA), desde ese organismo trabajaba sin descanso y con absoluta convicción para alcanzar una auténtica nacionalización de la industria azucarera, lo que lo convertía a él y a los dirigentes de la FOTIA, en enemigos declarados de Blaquier y del privilegiado círculo de patronales azucareras cartelizadas.

Es por eso mismo que, mientras lo mantenemos vivo en el corazón del pueblo trabajador intentando rescatarlo del olvido al que lo somete la superestructura sindical y política, seguimos combatiendo con sus ideales intactos como bandera, a los enemigos que lo desaparecieron.

¡Benito Romano Presente!

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Después del domingo, a redoblar la apuesta, por Alberto Nadra

Un aporte desde mi militancia

Lejos estoy de la soberbia pretensión de explicar a tan pocas horas los resultados de este domingo sombrío. Eludo cifras, porcentajes y bancas, e intento compartir una actualización de las afirmaciones y categorías que vengo planteando hace muchos años, mi forma de militancia con la palabra, así como con la acción que me permiten los años.

Las concibo como un simple aporte al intercambio que debemos darnos quienes nos consideramos parte del movimiento nacional y popular, tanto los que entienden que su misión es mejorar las condiciones de vida del pueblo dentro de este capitalismo senil –pero en pleno reacomodamiento–  como quienes siempre consideramos que solo lo lograremos plenamente mediante un transformación revolucionaria en las estructuras económico-sociales, un cambio de mando en el poder y no meramente en la administración temporal de la cosa pública.

La situación es lo suficientemente grave, hemos retrocedido tanto, que aún falta mucho  para dirimir esa cuestión.

Ganar batallas, perder la guerra

A lo largo de los años,  el peronismo, fuerza mayoritaria entre lo mejor de nuestro pueblo, demuestra que puede lograr la mayoría electoral por períodos, hegemónico en un principio, ligeramente frentista con el tiempo y las dificultades. Sobre todo cuando convoca a otros sectores del campo popular, puede conquistar o reconquistar derechos, mejorar transitoriamente las condiciones para producir y crear trabajo, recuperar el salario o afirmar la soberanía.

Sin embargo, no puede retener esa mayoría electoral, pues el poder real  reacciona al ver cualquier amenaza a sus privilegios. Ante esto y hasta ahora, en lugar de redoblar la apuesta,  cede ante el poder real y vacila ante la necesidad de producir cambios de fondo en la estructura y la relación de fuerzas social que la determina. Por eso fue y es desplazado, antes por golpes de Estado y ahora también por las urnas.

¿Qué significa redoblar la apuesta?

Para cambiar en serio y ampliar las posibilidades de sostenerlo en el tiempo,  no alcanza con las buenas intenciones  ni con  avances parciales; se exige redoblar la apuesta: confrontar a fondo con el privilegio y  enfrentar el “sentido común”, la ideología dominante en toda la sociedad, que es precisamente la del bloque dominante.

¿Qué significa redoblar la apuesta, sea en la gestión para defender conquistas y profundizar el rumbo,  sea en el llano para resistir y reunir fuerzas para dar vuelta la taba en favor de las mayorías?

Desde ya no es una convocatoria el exitismo, ni a las chicanas de la interna chica. Significa algo muy distinto a lo que practica la rama partidocrática del heterogéneo movimiento popular, que no solo la hay, sino que es  predominante en su dirigencia.

Necesitamos que se reencuentren con el pueblo, que pongan el cuerpo en las luchas que crecen, pero aisladas, sin coordinación ni dirección política.

Es necesario convocar y lograr la unidad, pero la unidad de los luchadores, no un mero rejunte vacío de contenido, que no solo duele, sino que conduce al fracaso, antes o después de un desafío electoral.

Es necesario que esa unidad sea amplia pero a la vez institucionalizada, con protagonismo de las distintas fuerzas, con toda la amplitud que permita un acuerdo programático claro y acompañado por un plan de acción concreto, para gobernantes y gobernados, para dirigentes y militantes.

Preguntas, tan incómodas como necesarias

En ese camino hay que plantearse problemas de fondo como, a título de ejemplo: ¿es posible reconstruir el país y abrir un futuro de progreso y bienestar sin plantear una moratoria unilateral de la deuda externa, por el tiempo que reclame esclarecer su legitimidad y determinar las formas de pagos que permitan crecer a la nuestro país? ¿Es posible sin replantear una estrategia de independencia internacional que incluye acuerdos regionales y apelar a la cooperación e integración con los BRICS? ¿Seguiremos escuchando condenas a la bronca y el combate cuando negar la legitimidad de responder a la violencia es sellar un pacto con la crueldad?

La disyuntiva final

Unidad institucionalizada, programa y plan de acción. Cultivar la bronca, empujar la lucha  organizada y transformarla en combate legítimo.

No son frases hechas, ni un recurso más melancólico que práctico.

¿Es difícil?  ¡Claro que lo es! Llevamos años y acumulando dolores sin lograrlo. Pero, mientras no se logre, mientras no lo logremos, seguiremos ganando o perdiendo elecciones, conquistando y reconquistando derechos una y otra vez, pero retrocediendo a mediano y largo plazo.

Sé que no digo nada nuevo para tantos luchadores, pero es hora de empezar a decirle a la dirigencia y militancia, principalmente a la peronista, que es eso o seguir profundizando la decadencia, repetir fugaces triunfos y domingos aún más sombríos que el de este 26 de octubre.

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“Un mi padre de ron”, por Oscar Taffetani

Un amigo cubano -cuyo nombre me reservo- me contó una vez que en sus últimos años Ismaelillo (el hijo de José Martí bautizado José Francisco Martí Zayas Bazán), quien a lo largo de su vida mantuvo una relación particular con los EEUU (creció en Brooklyn, intervino en la guerra de Independencia cubana, apoyó las intervenciones y el protectorado norteamericano y ya convertido en alto jefe militar se apartó de todo al fin de la conspiración de los ABC), solía rondar por hoteles y tabernas esgrimiendo un billete con la cara de su padre y pidiendo en voz alta “un mi padre de ron”. Deliciosa anécdota.

Me acordé de esto cuando ciertos dirigentes nuestros cuestionan -“por principios”- el inesperado salvavidas que Scott Bessent -amigo de Soros- le tiró al ministro Toto C. al comprar pesos argentinos la pasada semana (pesos que muy pronto estará recomprando, con ganancias).

Ay, si eso fuera todo! Esta dirigencia vernácula sigue sin entender que una buena parte del voto favorable al Advenedizo, ayer domingo, se debe a la perspectiva cierta de que al gobierno se le fuera todo de las manos -como a otros- por un “golpe de mercado”.

Fue un voto defensista y conservador, pero no un voto “colonialista”. Nuestros asuntos pendientes (deuda, recursos naturales, Estado, producción) siguen estando pendientes, y mi deseo es que puedan abordarse y resolverse sin perder las instituciones democráticas ni la Independencia argentina.

Nada, eso.

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“Represión y abandono en el Chaco: la comunidad Qom bajo ataque”

Introducción
En la provincia del Chaco, las comunidades originarias vuelven a ser blanco de la represión estatal. La semana pasada, un violento operativo policial atacó una manifestación pacífica de la comunidad Qom en la localidad de Villa Río Bermejito, dejando decenas de heridos y varios detenidos. Detrás de los palos y las balas de goma, se esconde una crisis humanitaria marcada por el hambre, la falta de agua y la eliminación de pensiones no contributivas.
Para comprender la magnitud de lo que ocurre y el rol del Estado en este conflicto, La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores dialogó con Johana Duarte, secretaria gremial de la UTEP.

LCV: “¿Cómo nace el conflicto que derivó en la represión a la comunidad Qom del Chaco?”
Johana Duarte: “La semana pasada, en la provincia del Chaco, se graficó una situación que venimos denunciando en todo el país, pero que en algunos lugares, como las provincias del norte, se profundiza más: la crisis alimentaria y la que viven las comunidades originarias producto del brutal ajuste que lleva adelante el gobierno nacional. En este caso, también en complicidad con el gobierno provincial, encabezado por Leandro Zdero, alumno perfecto de Milei. Digo ‘alumno perfecto’ porque no solo es cómplice del ajuste nacional, sino que implementa en la provincia más pobre de la Argentina las mismas políticas: ajuste, persecución, estigmatización de los trabajadores y represión. Es un modelo calcado del nacional.”

LCV: “¿Qué situación concreta están atravesando las comunidades en el territorio?”
Johana Duarte: “En la zona del Impenetrable chaqueño, hace varios meses que no llegan alimentos ni asistencia en agua. Son derechos básicos contemplados incluso por un fallo de la Corte Suprema en 2016, que intimó a la provincia a garantizar el cumplimiento de esos derechos. Desde la asunción de Milei en la Nación y de Zdero en el Chaco, esa asistencia se cortó. Las comunidades reclaman hace meses la restitución de esos derechos básicos. A eso se suma la baja masiva de pensiones no contributivas, que eran el único ingreso de muchas familias. La situación es de una gravedad absoluta.”

LCV: “¿Cómo se produjo la represión?”
Johana Duarte: “La semana pasada, en Villa Río Bermejito, las comunidades se habían congregado pacíficamente en la plaza central para movilizarse y exigirle al intendente que reclamara por los derechos que se están vulnerando. Pero el reclamo fue respondido con una represión feroz: más de 300 efectivos de la policía provincial atacaron a manifestantes indefensos, en su mayoría adultos mayores, mujeres y niños. Hubo casi 50 heridos y cinco detenidos. Lo más grave es que el operativo fue encabezado por el propio jefe de la policía del Chaco, mientras las mafias y el narcotráfico avanzan impunes en la capital. Es el modelo de seguridad impuesto por Patricia Bullrich: reprimir a los pobres en lugar de enfrentar el delito real.”

LCV: “¿En qué estado está hoy el conflicto?”
Johana Duarte: “Luego de la represión, las comunidades siguen en asamblea permanente. Reclaman tres cosas urgentes: alimento, acceso al agua y la restitución de las casi 10.000 pensiones dadas de baja arbitrariamente. Además, el Estado Nacional cerró oficinas como ANSES o el Ministerio de Capital Humano, y en esa zona la delegación más cercana está a 80 kilómetros, en Castelli. Es decir, no solo les quitan lo que necesitan, sino que también les niegan dónde reclamarlo.”

LCV: “¿Qué pasos se están dando frente a esta situación?”
Johana Duarte: “Las comunidades continúan en estado de asamblea y han iniciado acampes a la vera de distintas rutas del Chaco. Se exige al Poder Ejecutivo provincial que dé respuesta inmediata. La lucha va a continuar, porque las pensiones son un derecho adquirido y no vamos a permitir que se las arrebaten.”

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