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Pablo Touzón: “Hoy Massa tiene que demostrar si es jefe o no”

El politólogo Pablo Touzón pasó por el estudio de La Columna Vertebral para analizar los cambios en el gabinete, la designación de Sergio Massa y qué significa esto para el armado político argentino. “Ya no hay más preparación: este es el Massa definitivo”.

“Desde el retorno de la democracia en 1983, Argentina pareció consolidar una máxima no escrita pero omnipresente en su inconsciente colectivo: la leyenda de vagones de los trenes (en caso de emergencia, rompa el vidrio y saque el martillo) podría ser traducida «ante la crisis, rompa el vidrio y saque un peronista» para resolverla”, comienza diciendo Pablo Touzón en el artículo titulado “Sergio Massa: ¿la última oportunidad de un peronismo en crisis?”, publicado en Nueva Sociedad.

LCV: ¿De qué se trata esta nota?

-La idea era un poco ver el contexto de la llegada de Massa, como es una nota para público lector no argentino, lo que hice fue una recapitulación de quién es Massa. Porque al revés de Cristina Kirchner o incluso Alberto desde que es presidente, Massa es una figura relativamente opaca para lo que es el mundo externo. Tuvo su momento cuando él parecía ser el challenger que le iba a ganar a Cristina o al cristinismo en el 2013-2015, y después con el macrismo y todo lo que fue pasando, como que esa figura un poco se desvaneció. Entonces es una especie de recordatorio de la trayectoria y de dónde venía y cómo era. Entonces hay un perfil que en este punto tal vez sea menos interesante porque lo conocemos más. La parte de las mil caras de Massa, su contorsionismo político, todo lo que implica la idea de este como político italiano, que a veces parece physique du rol, que es esta idea del Massa más personaje. Después está la idea del Massa político, que es interesante porque uno lo ve, por ejemplo, en 2013, cuando arranca su estrellato. En ese momento le gana al kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires y le gana en ausencia del PRO. En ese momento la sugerencia que habían dado Durán Barba y todos al mundo de Macri era de no presentarse. Entonces obviamente gana con sus votos y lo que después serían los votos de Macri. Tal vez la ilusión que le produjo eso es creer que estaba todo ya escriturado en su sector. Pero en ese momento, tanto él como todo el resto de los intendentes que los siguió, esa liga de Intendentes, esa especie de rebelión de los coroneles del primer kirchnerismo, porque todos ellos habían entrado con Néstor Kirchner a ser intendentes en aquel momento. Ninguno de ellos era un varón, alguno había, uno o dos, pero en general eran como la liga joven de intendentes que se oponía al proceso interno de Unidos y Organizados, lo que implicaba Cristina ahí, y en ese momento se produce un quiebre.

Massa llega al 2015 armando una alianza con la provincia de Córdoba. Nadie lo recuerda mucho, pero él fue a unas PASO con De La Sota. De La Sota organizó para perder porque perdía con Massa, pero para que Córdoba, el peronismo cordobés, jugara. Eso es lo que posibilitó también el 22% de Massa. Un 22% en un contexto de extrema polarización. No sé si recuerdan cuando era el chiste de Sergio Massa abandonó este chat, que era como que le daban vuelta todos los aliados. Era siempre esa especie de escenario de rendición donde el tipo quedó solo y así todo con los cordobeses y un poco del kirchnerismo que era de Lavagna, Felipe Solá, Moyano, llegó a ese 22. Después de ahí su estrella se va diluyendo. Massa siempre tiene varias hipótesis en la mesa y a veces las hace todas juntas. Me acuerdo que había un chiste que decía que Massa pide siempre pizza a tres lugares distintos, entonces cuando llegaban la motitos al departamento estaban todas juntas.  Entonces él tenía la hipótesis peronista, la hipótesis con Margarita Stolbizer, la hipótesis con un sector del macrismo. Era tan así que esa parte más confiable de él no solo venía por su personalidad, sino porque efectivamente el tipo tenía cincuenta platillos dando vueltas, girando a la vez para ver cuál era. Mi sensación hoy es que se acabaron los cincuenta platillos. Su versión definitiva va a ser ahora, porque con el poder que le dieron, poco, mucho o más o menos veremos, y la crisis que está y el rol que le tocó finalmente ya no hay más gateras, ya no hay más preparación. Es el Massa definitivo.

LCV: Ya en el momento en que vi que parecía que había cambiado el gobierno dije bueno, quizás estamos efectivamente cambiando un poco la forma de gobierno, así que pasamos de un presidencialismo puro a las crisis italianas donde vas perdiendo aliados, entonces vas cambiando. Cambiaban un poco los lados, los personajes en algún momento, pero siempre eran los mismos políticos.

-Es así. De hecho, es tan así que, si la Argentina coexiste con un sistema institucional que no es así, con una política que efectivamente hoy, dado la ruptura, la atomización de los grandes partidos, las coaliciones, las múltiples internas de facto, funciona como si fuese Italia. Entonces uno diría si esto fuese Italia, Alberto Fernández ya no sería presidente formalmente tampoco. Ya no estaría ahí.

LCV: Pero pasaría a ser presidente como Pertini o como esos presidentes un poco decorativos.

-Pero no es el rol argentino del presidente.

LCV: No sé si ahora no pasa.

-A la vez es tremendo lo que pasa. Voy a hacer una analogía un poco tirada de los pelos, pero para que se entienda. Cuando la Argentina era dominada por el partido militar, funcionaba así que de repente entre ellos resolvían, la gente lo miraba un poco por tele. Hay algo con esto: efectivamente Massa hoy está en su momento más impopular. No es el Cavallo del 2001 que llega con 80% de popularidad, el salvador. El Massa de hoy es un Massa con la popularidad pulverizada. Massa siempre tuvo dos almas que conviven en él, la del broker del poder, el tipo operador, el astuto, el tipo que se conoce el WhatsApp de medio Argentina y de afuera también; y después está el Massa que también existe que es el del lector, ese Massa que cuando hizo el pacto con Cristina desapareció.

LCV: Pero, ¿qué es lo que quiere Massa?

Massa quiere lo que la época dice que hay que querer. Justo en este momento donde el cristinismo adolece de una especie de ideología que no construye, una cosa estéril, como que se habla a sí mismo. Este país y es peronismo que es bipolar, pasa de “que se muera toda la Argentina en base a lo que yo pienso”, a un tipo que no le importa nada y de un realismo tan extremo que es todo lo contrario. Hoy Massa es un poco el representante de un ecosistema de empresarios que viven del Estado, el ecosistema estatal, en Argentina se llama mercados regulados, esta idea de los empresarios que necesitan un poco del Estado para vivir y medrar. Eso está un poco alrededor de él. Alberto Fernández en ese sentido no tiene una economía política fuera del Estado. Massa sí lo tiene. Massa siempre fue el peronismo más cercano al empresariado en eso. Eso hoy lo acompaña. Hoy con dos palitos, que son estos cuatro o cinco empresarios, un grupo de parlamentarios, voluntad política ya es más…

LCV: Es una especie de Menem.

No, Menem era mejor en mi opinión porque a Menem no lo mandaban, él era el que mandaba. Si bien a la izquierda le gustó prefigurar la idea de un tipo que es como si fuese un empleado del mes del empresariado argentino, la verdad es que nadie le daba órdenes a Menem. En este caso yo no sé si es tan así. Hay una distinción en la política en general que es quién manda al final. Una vez un amigo me dijo “cuando vos no entendes las cosas que hace Massa, es que es por eso”. Por ejemplo, si sos este grupo empresario qué te conviene más: ¿Massa en la oposición en su departamento con 15 puntos o te conviene presente en la Cámara de Diputados con la firma de todos los proyectos que entran ahí? Entonces esa es la distinción y es lo que tiene que mostrar hoy Massa. Hoy Massa tiene que demostrar si es jefe o no en ese punto. Hasta qué punto sos un lobista, y hasta qué punto sos un político. Por eso digo que la ambigüedad ya se le terminó. 

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Después del domingo, a redoblar la apuesta, por Alberto Nadra

Un aporte desde mi militancia

Lejos estoy de la soberbia pretensión de explicar a tan pocas horas los resultados de este domingo sombrío. Eludo cifras, porcentajes y bancas, e intento compartir una actualización de las afirmaciones y categorías que vengo planteando hace muchos años, mi forma de militancia con la palabra, así como con la acción que me permiten los años.

Las concibo como un simple aporte al intercambio que debemos darnos quienes nos consideramos parte del movimiento nacional y popular, tanto los que entienden que su misión es mejorar las condiciones de vida del pueblo dentro de este capitalismo senil –pero en pleno reacomodamiento–  como quienes siempre consideramos que solo lo lograremos plenamente mediante un transformación revolucionaria en las estructuras económico-sociales, un cambio de mando en el poder y no meramente en la administración temporal de la cosa pública.

La situación es lo suficientemente grave, hemos retrocedido tanto, que aún falta mucho  para dirimir esa cuestión.

Ganar batallas, perder la guerra

A lo largo de los años,  el peronismo, fuerza mayoritaria entre lo mejor de nuestro pueblo, demuestra que puede lograr la mayoría electoral por períodos, hegemónico en un principio, ligeramente frentista con el tiempo y las dificultades. Sobre todo cuando convoca a otros sectores del campo popular, puede conquistar o reconquistar derechos, mejorar transitoriamente las condiciones para producir y crear trabajo, recuperar el salario o afirmar la soberanía.

Sin embargo, no puede retener esa mayoría electoral, pues el poder real  reacciona al ver cualquier amenaza a sus privilegios. Ante esto y hasta ahora, en lugar de redoblar la apuesta,  cede ante el poder real y vacila ante la necesidad de producir cambios de fondo en la estructura y la relación de fuerzas social que la determina. Por eso fue y es desplazado, antes por golpes de Estado y ahora también por las urnas.

¿Qué significa redoblar la apuesta?

Para cambiar en serio y ampliar las posibilidades de sostenerlo en el tiempo,  no alcanza con las buenas intenciones  ni con  avances parciales; se exige redoblar la apuesta: confrontar a fondo con el privilegio y  enfrentar el “sentido común”, la ideología dominante en toda la sociedad, que es precisamente la del bloque dominante.

¿Qué significa redoblar la apuesta, sea en la gestión para defender conquistas y profundizar el rumbo,  sea en el llano para resistir y reunir fuerzas para dar vuelta la taba en favor de las mayorías?

Desde ya no es una convocatoria el exitismo, ni a las chicanas de la interna chica. Significa algo muy distinto a lo que practica la rama partidocrática del heterogéneo movimiento popular, que no solo la hay, sino que es  predominante en su dirigencia.

Necesitamos que se reencuentren con el pueblo, que pongan el cuerpo en las luchas que crecen, pero aisladas, sin coordinación ni dirección política.

Es necesario convocar y lograr la unidad, pero la unidad de los luchadores, no un mero rejunte vacío de contenido, que no solo duele, sino que conduce al fracaso, antes o después de un desafío electoral.

Es necesario que esa unidad sea amplia pero a la vez institucionalizada, con protagonismo de las distintas fuerzas, con toda la amplitud que permita un acuerdo programático claro y acompañado por un plan de acción concreto, para gobernantes y gobernados, para dirigentes y militantes.

Preguntas, tan incómodas como necesarias

En ese camino hay que plantearse problemas de fondo como, a título de ejemplo: ¿es posible reconstruir el país y abrir un futuro de progreso y bienestar sin plantear una moratoria unilateral de la deuda externa, por el tiempo que reclame esclarecer su legitimidad y determinar las formas de pagos que permitan crecer a la nuestro país? ¿Es posible sin replantear una estrategia de independencia internacional que incluye acuerdos regionales y apelar a la cooperación e integración con los BRICS? ¿Seguiremos escuchando condenas a la bronca y el combate cuando negar la legitimidad de responder a la violencia es sellar un pacto con la crueldad?

La disyuntiva final

Unidad institucionalizada, programa y plan de acción. Cultivar la bronca, empujar la lucha  organizada y transformarla en combate legítimo.

No son frases hechas, ni un recurso más melancólico que práctico.

¿Es difícil?  ¡Claro que lo es! Llevamos años y acumulando dolores sin lograrlo. Pero, mientras no se logre, mientras no lo logremos, seguiremos ganando o perdiendo elecciones, conquistando y reconquistando derechos una y otra vez, pero retrocediendo a mediano y largo plazo.

Sé que no digo nada nuevo para tantos luchadores, pero es hora de empezar a decirle a la dirigencia y militancia, principalmente a la peronista, que es eso o seguir profundizando la decadencia, repetir fugaces triunfos y domingos aún más sombríos que el de este 26 de octubre.

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“Un mi padre de ron”, por Oscar Taffetani

Un amigo cubano -cuyo nombre me reservo- me contó una vez que en sus últimos años Ismaelillo (el hijo de José Martí bautizado José Francisco Martí Zayas Bazán), quien a lo largo de su vida mantuvo una relación particular con los EEUU (creció en Brooklyn, intervino en la guerra de Independencia cubana, apoyó las intervenciones y el protectorado norteamericano y ya convertido en alto jefe militar se apartó de todo al fin de la conspiración de los ABC), solía rondar por hoteles y tabernas esgrimiendo un billete con la cara de su padre y pidiendo en voz alta “un mi padre de ron”. Deliciosa anécdota.

Me acordé de esto cuando ciertos dirigentes nuestros cuestionan -“por principios”- el inesperado salvavidas que Scott Bessent -amigo de Soros- le tiró al ministro Toto C. al comprar pesos argentinos la pasada semana (pesos que muy pronto estará recomprando, con ganancias).

Ay, si eso fuera todo! Esta dirigencia vernácula sigue sin entender que una buena parte del voto favorable al Advenedizo, ayer domingo, se debe a la perspectiva cierta de que al gobierno se le fuera todo de las manos -como a otros- por un “golpe de mercado”.

Fue un voto defensista y conservador, pero no un voto “colonialista”. Nuestros asuntos pendientes (deuda, recursos naturales, Estado, producción) siguen estando pendientes, y mi deseo es que puedan abordarse y resolverse sin perder las instituciones democráticas ni la Independencia argentina.

Nada, eso.

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“Represión y abandono en el Chaco: la comunidad Qom bajo ataque”

Introducción
En la provincia del Chaco, las comunidades originarias vuelven a ser blanco de la represión estatal. La semana pasada, un violento operativo policial atacó una manifestación pacífica de la comunidad Qom en la localidad de Villa Río Bermejito, dejando decenas de heridos y varios detenidos. Detrás de los palos y las balas de goma, se esconde una crisis humanitaria marcada por el hambre, la falta de agua y la eliminación de pensiones no contributivas.
Para comprender la magnitud de lo que ocurre y el rol del Estado en este conflicto, La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores dialogó con Johana Duarte, secretaria gremial de la UTEP.

LCV: “¿Cómo nace el conflicto que derivó en la represión a la comunidad Qom del Chaco?”
Johana Duarte: “La semana pasada, en la provincia del Chaco, se graficó una situación que venimos denunciando en todo el país, pero que en algunos lugares, como las provincias del norte, se profundiza más: la crisis alimentaria y la que viven las comunidades originarias producto del brutal ajuste que lleva adelante el gobierno nacional. En este caso, también en complicidad con el gobierno provincial, encabezado por Leandro Zdero, alumno perfecto de Milei. Digo ‘alumno perfecto’ porque no solo es cómplice del ajuste nacional, sino que implementa en la provincia más pobre de la Argentina las mismas políticas: ajuste, persecución, estigmatización de los trabajadores y represión. Es un modelo calcado del nacional.”

LCV: “¿Qué situación concreta están atravesando las comunidades en el territorio?”
Johana Duarte: “En la zona del Impenetrable chaqueño, hace varios meses que no llegan alimentos ni asistencia en agua. Son derechos básicos contemplados incluso por un fallo de la Corte Suprema en 2016, que intimó a la provincia a garantizar el cumplimiento de esos derechos. Desde la asunción de Milei en la Nación y de Zdero en el Chaco, esa asistencia se cortó. Las comunidades reclaman hace meses la restitución de esos derechos básicos. A eso se suma la baja masiva de pensiones no contributivas, que eran el único ingreso de muchas familias. La situación es de una gravedad absoluta.”

LCV: “¿Cómo se produjo la represión?”
Johana Duarte: “La semana pasada, en Villa Río Bermejito, las comunidades se habían congregado pacíficamente en la plaza central para movilizarse y exigirle al intendente que reclamara por los derechos que se están vulnerando. Pero el reclamo fue respondido con una represión feroz: más de 300 efectivos de la policía provincial atacaron a manifestantes indefensos, en su mayoría adultos mayores, mujeres y niños. Hubo casi 50 heridos y cinco detenidos. Lo más grave es que el operativo fue encabezado por el propio jefe de la policía del Chaco, mientras las mafias y el narcotráfico avanzan impunes en la capital. Es el modelo de seguridad impuesto por Patricia Bullrich: reprimir a los pobres en lugar de enfrentar el delito real.”

LCV: “¿En qué estado está hoy el conflicto?”
Johana Duarte: “Luego de la represión, las comunidades siguen en asamblea permanente. Reclaman tres cosas urgentes: alimento, acceso al agua y la restitución de las casi 10.000 pensiones dadas de baja arbitrariamente. Además, el Estado Nacional cerró oficinas como ANSES o el Ministerio de Capital Humano, y en esa zona la delegación más cercana está a 80 kilómetros, en Castelli. Es decir, no solo les quitan lo que necesitan, sino que también les niegan dónde reclamarlo.”

LCV: “¿Qué pasos se están dando frente a esta situación?”
Johana Duarte: “Las comunidades continúan en estado de asamblea y han iniciado acampes a la vera de distintas rutas del Chaco. Se exige al Poder Ejecutivo provincial que dé respuesta inmediata. La lucha va a continuar, porque las pensiones son un derecho adquirido y no vamos a permitir que se las arrebaten.”

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