LCV
Las arenas movedizas de la Patria, por Laura Giussani Constenla
Cuando se proclama de la segunda Independencia en Tucumán (un año antes lo habían hecho los caudillos del litoral con Artigas a la cabeza en Concepción del Uruguay) se promulga en castellano, quechua, aymará y guaraní. Y era lógico: la mayoría de los habitantes de la región hablaban esas lenguas y los revolucionarios de la época sentían admiración por la cultura incaica y los pueblos originarios. Vale recordar que el imperio Inca se extendía hasta Tucumán, sede del Congreso y Santiago del Estero, y el Virreinato del río de la plata iba hasta Potosi.
Tampoco hay que olvidar que la cultura de los pueblos originarios se remontaba a siglos o milenios atrás, mientras que el tan famoso Virreinato del Río de La Plata que tanto estudiamos en la escuela tuvo una vida bastante efímera: poco más de 30 años, en términos históricos fue un suspiro. El primer virrey provisional de ese engendro político que fue nuestro virreinato asumió el 1 de agosto de 1776 y en 1810, 34 años después, estallaba la revolución de mayo. Para ubicarnos en tiempos reales, pensemos que este año estamos celebrando los 40 años de democracia en Argentina, digamos que ya cumplimos 10 años más de lo que pudo resistir el bendito virreinato cuyo rey fue derrocado por los franceses y su revolución a poco de nacer.
Así nacía la Patria, dicen. En un continente indómito en el que los europeos hijos de los conquistadores reconocían la existencia de culturas anteriores a su llegada. Obviamente, cuando nace una patria tiene que identificarse con ‘símbolos patrios’ (como las camisetas de los equipos, si había una guerra había que identificarse de algún modo ¿no?).
Muchos de los que inventaron esta nueva patria, como el mismísimo Manuel Belgrano, quisieron incorporar esas huellas de cultura nativa a la simbología nacional. Dice Marcelo Valko: “Uno de estos vínculos intelectuales con lo andino será el sol Inca que aún flamea en la Bandera y asoma en el Escudo, en este último, en la terminación del gorro frigio los revolucionarios de mayo añadieron un elemento que juzgamos fundamental: la borla incaica o tulma que luego sería amputada. Afortunadamente existe un escudo original pintado en madera, destinado a la escuela que sería construida con el dinero recibido por Belgrano como recompensa por sus victorias ante los realistas. Tomado de la revolución francesa que había proclamado la Libertad, Igualdad y Fraternidad, el gorro frigio condensaba aquellos ideales integrados en la nueva América. Sin embargo, a primera vista se impone una diferencia fundamental entre el gorro frigio de Belgrano y su homólogo francés. En aquel escudo que se encuentran en la actualidad en el Salón de las Banderas del Palacio de Gobierno de Jujuy, aparece en forma notoria la borla incaica como suplemento o remate del gorro frigio.”
Resulta que el artesano, platero y grabador, elegido por flamante gobierno del país para diseñar el escudo nacional fue Juan de Dios Rivera quien había participado de la rebelión de Túpac Amarú. Derrotada la insurrección en 1781 huyó de Potosí hacia Buenos Aires. El gorro frigio en homenaje a la revolución francesa al buen Rivera no le decía mucho así que le agregó un toque latinoamericano indígena: una borla igual a la que usaban los habitantes del altiplano. De esa forma, el Escudo Argentino surgió ligado al ideario de Tupac Amarú. Un decreto fechado el 27 de abril de 1813 le asigna ya carácter de emblema nacional.
Y agrega Valko: “La puja heráldica que terminó por eliminar la borla del gorro frigio, provocaría una anarquía de diseños como puede apreciarse en numerosos frontispicios de edificaciones de fines del siglo XIX y principios del XX. El cercenamiento actual del diseño del escudo quedó establecido en 1900 por el ministro Zeballos casualmente gran coleccionista de cráneos indígenas. La amputación experimentada por el escudo para eliminar los rastros americanos no es un tema menor. Los vaivenes heráldicos que acompañaron a la eliminación de los principales revolucionarios, expresan en última instancia un modelo de país “blanco y excepcional”, que opta por enquistarse en el puerto de Buenos Aires con la mirada fija en Europa y luego en EEUU, en lugar de integrarse al continente.”
En fin, las fronteras, las patrias y los símbolos, son construcciones hechas sobre arenas movedizas. No siempre fueron iguales ni siempre lo serán. Qué decir de las estrofas del Himno Nacional aprobado por la Asamblea del 11 de mayo de 1813 en las que el indio está más que presente. “Se conmueven del Inca las tumbas / y en sus huesos revive el ardor / lo que ve renovado los sus hijos / de la Patria el antiguo esplendor”. La Patria, por entonces, llevaba consigo el antiguo esplendor de los Incas, hasta que fueron borradas de un plumazo por un decreto del presidente Julio Argentino Roca, el 30 de marzo de 1900.
Pero, como la historia está en movimiento, quizás cien años después podamos volver la mirada a aquella cultura, la que sedujo a Belgrano y San Martín para comprender esa ideología latinoamericana e indígena nacida cerca de Potosí que se denomina el Buen Vivir, cuyos principios fundamentales son: armonía, equilibrio, interdependencia de todas las formas de vida, relaciones comunitarias y saludables, la tierra como “madre” y no como mercancía, y una distribución racional de los bienes naturales. Ojalá, así sea.
Destacada
Italia ¿Qué es ‘Progetto Sur’? Frente a la indiferencia de los Estados, la solidaridad de los pueblos
Hace unas semanas nos internamos en la nueva realidad italiana. Esa que no se ve pero existe. La que une pasado, actualidad y futuro. Comenzamos con una entrevista a Enrico Calamai, quien en tiempos de dictadura en Argentina fue uno de los protagonistas invisibles de una epopeya: dar refugio y salvar la vida de unos 300 argentinos a pura convicción y coraje, quien hoy es un referente de los Derechos Humanos con una pequeña organización, “Mani Rosse”, que cada jueves pintan sus manos de rojo sangre para recordar a los muertos de un mundo injusto: migrantes ahogados en el Mediterráneo, víctimas de guerras y hambrunas, aquellos ‘condenados de la tierra’ de la que nos hablaba Frantz Fanon.
Continuamos conversando con los directores de “Resistenza-Historia del exilio argentino en Roma”, quienes nos llevaron a los años de plomo, en los cuales centenares de miles de argentinos debieron huir del país con lo puesto y aún así crearon redes de solidaridad, amor y denuncia internacional en los países donde posaron sus huesos, con culpa, dolor, angustia.
El documental puso el foco en Italia y pudo realizarse gracias a la colaboración de un grupo de jóvenes italo argentinos que forman parte de una organización llamada ‘Progetto Sur’. Tirando de la punta del ovillo, llegamos a ellas, Claudia Gatti y Romina Cozzanti, referentes de la asociación, nacida después del 2001, que contactó con aquella huella creada en los años setenta-ochenta y hoy trabajan por la colaboración de dos pueblos unidos por historia y cultura. Cambian los tiempos, las formas, la política y la tecnología. Llegan las pandemias y otras calamidades desconocidas, pero aún queda la esperanza de un mundo mejor.
Aquí, la última entrevista de lo que podemos considerar una trilogía: revisitando exilios, mirando el mañana.
Este Planeta Giussani hace lo posible para entenderse con ese Planeta Tierra con la Inteligencia Artificial a flor de piel. Aún así, no lo logramos. La comunicación es entrecortada. Cuarenta minutos nos dan. Quién puede hacer algo en sólo cuarenta minutos cuando hay tanto para hablar, conocer, descubrir, pensar. Vaya, entonces, esta segunda parte con Romina, a quien dejamos sin palabras.
Te puede interesar:
Entrevistas
“El exilio dejó huella en Italia”. Entrevista a los directores de Resistenza
Después de su recorrido por Festivales, Salas y otros espacios de Italia y Argentina, “RESISTENZA (historias del exilio argentino en Roma)” está disponible desde el 13/11/25 en la plataforma OpenDDB: https://openddb.it/film/resistenzaargentina/
Un documental que explora los modos que adquirieron la sobrevivencia y la denuncia internacional durante la última dictadura militar. Más allá de la tristeza, el desarraigo y las dificultades económicas, los exiliados argentinos diseminados por el mundo tendieron redes de solidaridad y realizaron un trabajo tenaz dando a conocer las violaciones a los Derechos Humanos en Argentina. No sabían, en ese entonces, que se estaban convirtiendo en protagonistas de un movimiento que dejaría sus huellas a futuro en los países que los acogieron, gracias a una forma de lucha silenciada por el régimen pero que perduró, con amor y creatividad hasta el día de hoy.
En Italia nació una organización italo-argentina, Progetto Sud. En torno a ellos crecen, desde el pie, nuevas formas de acción en un mundo cada vez más violento y fraccionado. Ahora las murgas argentinas son un símbolo en toda manifestación por la paz y la justicia en Roma
LCV conversó con los directores del documental “Resistenza, historia del exilio argentino en Roma”, Mónica Simoncini y Omar Neri. ¿Por qué Roma? ¿Qué dificultades encontraron? ¿Cómo es trabajar como documentalista hoy? La culpa como trasfondo de estar vivo, la política no cultural de Milei y más.
LCV
Planeta Giussani/ Houston, tenemos un problema
El 13 de abril de 1970, una frase entró a la historia. Creíamos que la humanidad tenía el poder de conquistar el universo todo. Naves intergalágticas surcaban el espacio. Estados Unidos ya había plantado bandera en la luna. Una nueva misión tenía al mundo en ascuas: el Apolo 13. Todo iba bien hasta que una serie de luces desconocidas y una explosión de origen ignoto obligó a la tripulación del Apolo a llamar a la base en tierra. El mensaje fue claro y conciso: “Houston, tenemos un problema”.
Desde entonces, cada vez que ocurre un imprevisto de difícil solución e incierto origen, apelamos a aquellas palabras de desesperación controlada con las que el astronauta del Apolo 13 compartió su alarma. Y sí, hoy, apelamos una vez más a ella: Houston, tenemos un problema.
Este domingo, la política argentina vio los destellos de luces jamás imaginadas y alguna explosión agitó los ánimos. Qué había pasado?
De manera inusitada, los hermanos Milei, en el peor momento de su gobierno arrasaban en casi todas las provincias, incluída la provincia de Buenos Aires, donde había sufrido una derrota aplastante pocas semanas atrás.
El desconcierto invadió a propios y extraños. Quizás pueda decirse que, de una forma u otra, salvo los Milei, perdieron todos. Y cuando digo todos, digo también la derecha. Curioso ¿no?
Desde el mes de agosto, incluso los medios ‘amigos’ del gobierno se dieron vuelta. Por primera vez se los veía a Feinman, Viale, Laje y hasta Trebucq, entrevistando de manera incisiva al presidente de la Nación. El escándalo Sapagnuolo, el 3% de Karina, las relaciones narco de Espert, eran tapa, día tras día.
Las redes estallaban con incomprobables brotes psicóticos de Milei. Hablábamos de un Plan B en marcha, mientras otros directamente mencionaban un operativo destituyente. Las elecciones intermedias parlamentarias se habían convertido en un referendum: Milei sí o no. Todos tensaron la cuerda. Blanco o negro. Milei o Kirchnerismo, representado por Cristina y su hijo.
El desdoblamiento de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires le dieron aire a Kicillof, al no ser una consulta nacional, pudo mostrar el mapa político de el bastión peronista por excelencia. Seguía siendo peronista, es más, kicillofista.
Lejos de retroceder frente a una embestida política, mediática y hasta empresaria, el gobierno fue por más. Más represión, más ajuste, más agresión contra los ejes más sensibles para la población: salud, universidad, discapacitados, jubilados. ‘Ni un paso atrás’ decía Mussolini en pleno liderazco.
Los politólogos y periodistas, encargados de ‘leer’ el mensaje de la ciudadanía, se agarraban la cabeza. La derrota era el número ganador. Hagan sus apuestas señores, quien gana y quien pierde?
Perdimos todos.
Es que había ocurrido un imprevisto, un destello de luces violetas y una explosión: Donald Trump se metía en la campaña. Prometía una salvación económica sí y sólo sí Milei ganaba las elecciones.
Lejos de autoflagelarnos con las responsabilidades de cada uno de los protagonistas, y mucho menos de pensar que de la noche a la mañana el pueblo argentino decidió apoyar la represión a los jubilados, hacer aparte las exigencias del Garraham, reirse de los discapacitados, y escupir sobre la cabeza de centenares de miles de desocupados por un plan económico que detruye la industria junto con el Estado, esta vez, yo prefiero no creer. Prefiero no creer que se fascistizó el electorado de tal modo. Así que busco otras razones.
¿Y si el voto hubiera sido más sensato de lo que pensamos? Qué había enfrente a Milei. Si perdía, caía el gobierno, eso era lo que todos esperábamos con cierta euforia. Y si caía el gobierno ¿qué pasaba?
Posiblemente el electorado pensó: Houston, estamos en problemas.
Y aquí entra el factor Trump. Aceptar el manotazo de ahogado de Trump quizás era lo más pragmático porque si no era eso ¿qué? Sólo se veían dos opciones y ambas significaban ‘volver’. Al peronismo o al macrismo. Por si no hubiera quedado claro con la victoria de un personaje indefinible, nadie quiere volver a sentir el hastío de los mismos discursos vacíos. Quizás la sociedad está pidiendo a gritos dar vuelta la historia, no volver sino ir.
Una vez más, invito a nuestros lectores y oyentes a pensar que no vivimos en un mundo aparte. Y el mundo, lamentablemente, hoy tiene como protagonista a otro esperpento al que todos hacen reverencia, cruza fronteras, se adjudica paces incomprobables, extorsiona con los impuestos a países de distinta índole. No queremos reyes, pero tenemos un emperador cuyo parecido con American Dad, es preocupante.
Por más que nos dediquemos a analizar de manera pormenorizada los errores de cada partido, partidazo o partiducho, lo que pasa en Argentina no es ajeno a lo que pasa en el mundo. Quizás Milei entendió eso y anda viajando de acá para allá, sembrando su demencial teoría anarcocapitalista en tiempos de tierra fértil.
Parace antiguo, pero la solución quizás no es sólo nacional. Que avance el internacionalismo, pues. Porque más allá de consignas perimidas como “Patria sí, Colonia no” o recordar “Braden o Perón”, el mundo entero está sufriendo un terremoto económico y moral. Las Colonias ahora son ‘países aliados’ y el entramado económico crea fronteras tan volátiles que resulta imposible analizar con la rigidez a la que estábamos acostumbrados.
No somos el peor país del mundo, son tiempos de una humanidad que ya no puede llamarse humana. Bombas, drones, hackers, ataques cibernéticos, enemigos más virtuales que reales.
Por eso, LCV también anda relojeando lo que pasa aquí y allá. Y, por ahora, parece que nadie se salva solo, tampoco a nivel internacional. Ningún país podrá enfrentar las fuerzas de este post capitalismo cínico y voraz.
Si volvemos al chiquitaje interno, y sí, el baile de Cristina en el balcón al conocerse que perdió el peronismo en la provincia de Buenos Aires fue lo más parecido a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Pero no son Cristina ni Kiciloff el problema. Ni la izquierda ni los tibios ni los progres nisiquiera la derecha de buena o mala fé. Levantemos la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de acusarnos y empecemos a construir, y a coordinar con quienes están sufriendo tanto o más que nosotros.
Son tiemos difíciles, para todos, sobre todo para los que todavía tienen algo que perder. Esa clase media apedreada que se niega a bajar al séptimo círculo del infierno. Pero hay medio país que sabe que es difícil bajar otro peldaño. No son necesariamente gorilas, ni idiotas, ni todos los epítetos que se les ha endilgado en estos días. Muchos desposeídos apostaron a los hermanitos medio locos. Quizás por empatía. Hartos de ver tantos políticos racionales y nobles que los han llevado a la ruina.
Sigamos pensando y construyendo una sociedad más justa, desde abajo, simplemente como personas, aprendamos a escucharnos, dejemos atrás ese fugaz poder que puede dar una diputación o una secretaría.
Entre tanto, la vieja política tiembla. Cuando pase el temblor ojalá que nos encuentre más fuertes, libres, sinceros. Quizás desorganizados, quizás no unidos, pero dispuestos a llevar adelante las luchas en las que muchos estamos desde hace tiempo y sentimos que son robadas por representantes que no nos representan. La unidad no es todo en la vida. Seamos miles de luces, miles. Miles de fogatas, miles. Ya nos encontraremos de manera natural en un momento histórico en el que valga la pena escucharnos sin insultarnos.
Columna de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 27 de octubre de 2025.
Uruguay, el espejismo de América Latina, por María Urruzola
“Creatividad, memoria y guion: Michelina Oviedo y el arte de narrar lo propio”

