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Esperemos que así sea, por Laura Giussani Constenla

En esta despedida de octubre, descubro que mis octubres personales coinciden con los colectivos. Partí de la dársena D, a bordo del Eugenio G, rumbo a lo que después comprenderíamos que era el exilio, un 8 de octubre. Sí, el día que cayó el Che y nació Perón (o viceversa). Volví al país (el día más feliz de mi vida) el 17 de octubre de 1983, San Perón, patas en la fuente con la esperanza que asoma.

No podía perderme las elecciones. Vine por un mes, con una valijita casi tan chica como la que llevaba cuando me fui. Nunca volví a Roma.

Por esos tiempos, nos escribíámos cartas. Qué mejor para celebrar los cuarenta años de democracia que compartir las cartas que le escribí a mis viejos – que seguían en Roma- el día de las elecciones y los tres sucesivos (sí, podíamos tardar tres días en escribir una carta). Sin necesidad de apelar a la memoria, así viví yo las elecciones del 83.

Siento que mi voto los incluye

Buenos Aires, 30 de octubre 1983

Queridos todos:

Aquí estoy. Contenta, antes de ir finalmente a votar. Este es un especie de milagro, todos nos preguntamos incrédulos cómo pasó, pero pasó. HOY son las elecciones! Lo único que me entristece un poquito es que ustedes no puedan estar aquí conmigo, siento que mi voto los incluye, quizás por eso voy a cortar tanto las boletas: Alfonsín, por la democracia, Conte por los desaparecidos, PI por izquierda. Díganle a Franco que voto concejales del PI por su amigo (le pongo el voto yo, que esté tranquilo)

Un beso grande, hoy va a ser un día de fiesta, ustedes están conmigo, y ya muy prontito brindaremos todos juntos.

Nos vemos,

Laura

“Mire, mire, qué locura. Mire, mire qué emoción! Se acabó la dictadura la reputamadrequelosreparió”

Buenos Aires, 1 de noviembre de 1983.

Queridos Mami y Papi:

Ahora les mando las impresiones inmediatas del día de las elecciones (y los dos sucesivos).

El domingo fue todo muy extraño. Fui a votar después de hablar con ustedes. La cola fue muy larga (dos horas) pero tranquila, yo no podía creerlo, hasta que no entre en el cuarto oscuro pensaba que me iban a hacer algún problema. Una vez adentro me invadió un nerviosismo, como yo cortaba las boletas era un quilombo, no encontraba la de Conte (PDC-demócratas cristianos), en fin, después me calmé, encontré las boletas, salí y la introduje en la urna, sello y listo. Había votado. Les juro que daba mucha pena la idea de tanta gente querida que no podía votar (por desaparecidos o exiliados).

Me tomé un taxi y fui a lo de Jero y Clelia donde había un asado. Fueron cayendo de a uno de sus respectivas mesas electorales, se mezclaba la alegría, la melancolía, la ansiedad y el nerviosismo. Pero reinaba una euforia increíble esperando los resultados. De los que estábamos allí, Héctor (marido de Clelia), Hugo (marido de Alejandra) y yo habíamos votado Alfonsín, el resto a Alende (Clelia Luro no pudo votar porque llevó el documento original en vez del duuplicado, estaba a las puteadas).

En la lindísima casa de Clelia y Jero pasamos la tarde. A las 19 entramos en la histeria de los resultados, los primeros datos eran todos de Alfonsín que arrasaba, pero pensábamos que era casualidad. Los que votaban al PI estaban tristes porque Alende ni aparecía, y porque el peronismo estaba por el piso. La derrota del peronismo, tan rotunda, provocaba en todos sentimientos contrastantes, incluso para los que habíamos votado a Alfonsín pero veníamos del peronismo. Pensábamos en amigos peronistas que debían estar llorando. Además, había por la calle cada radical que daba asco (comentarios comunes tipo: “Los peronistas son negros ignorantes”), había en el aire una cierta revancha de clase. Los datos, igual, después demostraron que a Alfonsín lo votaron de todos los sectores, también populares (ganó en el cordón industrial). Pero en Capital te identificabas más con algunos peronistas de buena voluntad que con algunos radicales. No sé si puedo expresar lo que sentíamos, aclaro que yo lo voté convencida de que era lo mejor y lo sigo pensando, eran los “correligionarios” medio imbancables.

Bueno, sigo. A las 23 horas nos fuimos en coche para el centro, todavía no había resultados significativos, no sabíamos quién ganaba, íbamos a festejar las elecciones y el fin de la dictadura. Saludábamos a todos (peronistas y radicales) y cantábamos a voz en cuello por las ventanillas: “Mire, mire, que locura/mire mire que emoción/se acabó la dictadura/la reputa madre que los reparió”. La calle era una fiesta. Todos los coches tocaban bocinas, la gente te sonreía.

Llegamos caminando hasta el obelisco. Pasaban los resultados en el noticiero luminoso de la 9 de julio. Ya la victoria de Alfonsín era clara. Los peronistas no sabían qué hacer con su alma. Los honrados se retiraron a llorar, supongo, los patoteros reaccionaban violentamente. El clima se cortaba con cuchillo, estaba lleno de cana que daba miedo (parecían decididos a actuar). Ahí empezó el bajón de todos, habíamos ido a festejar que se iban los militares y nos habíamos encontrado con que lo que más se festejaba era que se iban los peronistas. Hubo momentos de tensión. Había una sede del PJ, la calle se había llenado de radicales, todo era rojo y blanco,. Los peronistas entraron a cantar la marcha con bronca, los radicales les cantaban “Alfonsín, Alfonsín”, los peronistas empezaron a tirarnos botellas vacías, empezó la corrida, los patrulleros se preparaban. Nos alejamos. Estábamos con bronca, yo tenía muchas ganas de llorar, eran todos síntomas malos. Clellia hija se puso a putear a los gritos con lágrimas en los ojos: “E·sto es una mierda, esta democracia es una mierda, porque nosotros somos una mierda que no sabe vivir en democracia, carajo!”. La idea era esa, los que la escuchaban la apoyaban. Era todo absurdo, teníamos que estar contentos y estábamos tristes. Cada tanto nos poníamos a cantar pero no era una felicidad plena.

A las cuatro de la mañana nos fuimos para la UCR. Pasamos antes por la sede del PJ. Estaban todos locos, les inventaban datos absurdos y ellos festejaban la victoria!

Llegamos a Alsina y Entre Ríos (UCR) y ahí nos levantamos la moral. La gente estaba distendida, contenta, el canto más lindo y común radical es: “Y siga, siga, siga el baile/al compás del tamboril/que vamos a ser gobierno/de la mano de Alfonsín”. Acá nos prendimos en los cánticos Hugo, Héctor y yo. Nos mejoró el humor (de los peronistas, Hugo decía que era lógico, esto era un parto y doloroso, pero que podía salir algo bueno). Otros cantos eran: “Salta, salta, salta/pequeña langosta/Lorenzo y los milicos son la misma bosta” o “Me parece que el trolo no puede ganar/me parece que el trolo no puede ganar/gana el macho/gana el macho radical” (machistas, eh?).

Nos fuimos a dormir un poco más contentos.

Al día siguiente las cosas se calmaron.

Los peronistas empezaron a reaccionar bien. Ubaldini habló, casi llorando, muy bien (“hemos luchado por la democracia y lucharemos para defenderla”). El resto de las declaraciones las saben (Luder, Isabel, etc). Yo me puse realmente contenta, empezamos a vislumbrar que quizás se nos hacía, conseguiríamos un mínimo de unidad. A la noche se festejó de vuelta y esta vez fue muy lindo. (todos los que me encontré, la noche anterior les había pasado lo mismo, depresión, también porque explotaba la bronca y veías lo mal que habíamos estado, los muertos, etc). Pero el lunes fue bárbaro. Los intransigentes del peronismo salieron también a festejar en forma unitaria. Llegué con Moira a Corrientes y había dos grupos enfrentados, los peronistas (pocos) en la vereda y un grupo de radicales en la calle. Cantaban cosas juntas contra la dictadura, los peronistas sacaban más el tema de los desaparecidos (eran de intransigencia) “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza” o “Milicos, muy mal paridos, que es lo que han hecho con los desaparecidos…”Saludaron con la V, los radicales aplaudieron y se acercaron a abrazarlos. Yo la abracé a Moira gritando que quizás se nos hacía, lo conseguíamos. Seguimos dando vueltas, fuimos a La Paz. Nos fuimos a dormir temprano (a las 2), la noche anterior nadie durmió.

En fin, trato de contarles cómo lo vivimos, quizás allí pasó algo parecido. Tengo ganas de compartir con ustedes todo lo que vivo aquí. Estoy realmente contenta de haber venido. Pero me gustaría estar juntos. Quizás, si las cosas siguen así, podemos venirnos todos. Hay mucha esperanza, la gente quiere algo nuevo. También hay miedo de que no dure (comentario general: primer cadáver que aparece me voy para siempre de este país de mierda).

Pero hay mucha fé que esta vez el gobierno consiga durar. Esperemos que así sea.

Les mando un beso grande a todos.

Abrazos,

Laura

(El manuscrito de esta carta forma parte de la Colección Cartas de la Dictadura, preservada junto a otras miles en el Archivo de la Biblioteca Nacional. Se puede consultar on line en el catálogo de la BN. Si tenés cartas para donar, escribi a: archivosycolecciones@bn.gob.ar )

Foto portada tomada por Víctor Sokolowicz, en villa Borghese, a la joven que escribió estas cartas.

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Italia ¿Qué es ‘Progetto Sur’? Frente a la indiferencia de los Estados, la solidaridad de los pueblos

Hace unas semanas nos internamos en la nueva realidad italiana. Esa que no se ve pero existe. La que une pasado, actualidad y futuro. Comenzamos con una entrevista a Enrico Calamai, quien en tiempos de dictadura en Argentina fue uno de los protagonistas invisibles de una epopeya: dar refugio y salvar la vida de unos 300 argentinos a pura convicción y coraje, quien hoy es un referente de los Derechos Humanos con una pequeña organización, “Mani Rosse”, que cada jueves pintan sus manos de rojo sangre para recordar a los muertos de un mundo injusto: migrantes ahogados en el Mediterráneo, víctimas de guerras y hambrunas, aquellos ‘condenados de la tierra’ de la que nos hablaba Frantz Fanon.

Continuamos conversando con los directores de “Resistenza-Historia del exilio argentino en Roma”, quienes nos llevaron a los años de plomo, en los cuales centenares de miles de argentinos debieron huir del país con lo puesto y aún así crearon redes de solidaridad, amor y denuncia internacional en los países donde posaron sus huesos, con culpa, dolor, angustia.

El documental puso el foco en Italia y pudo realizarse gracias a la colaboración de un grupo de jóvenes italo argentinos que forman parte de una organización llamada ‘Progetto Sur’. Tirando de la punta del ovillo, llegamos a ellas, Claudia Gatti y Romina Cozzanti, referentes de la asociación, nacida después del 2001, que contactó con aquella huella creada en los años setenta-ochenta y hoy trabajan por la colaboración de dos pueblos unidos por historia y cultura. Cambian los tiempos, las formas, la política y la tecnología. Llegan las pandemias y otras calamidades desconocidas, pero aún queda la esperanza de un mundo mejor.

Aquí, la última entrevista de lo que podemos considerar una trilogía: revisitando exilios, mirando el mañana.

Este Planeta Giussani hace lo posible para entenderse con ese Planeta Tierra con la Inteligencia Artificial a flor de piel. Aún así, no lo logramos. La comunicación es entrecortada. Cuarenta minutos nos dan. Quién puede hacer algo en sólo cuarenta minutos cuando hay tanto para hablar, conocer, descubrir, pensar. Vaya, entonces, esta segunda parte con Romina, a quien dejamos sin palabras.

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Entrevistas

“El exilio dejó huella en Italia”. Entrevista a los directores de Resistenza

Después de su recorrido por Festivales, Salas y otros espacios de Italia y Argentina, “RESISTENZA (historias del exilio argentino en Roma)” está disponible desde el 13/11/25 en la plataforma OpenDDB: https://openddb.it/film/resistenzaargentina/

Un documental que explora los modos que adquirieron la sobrevivencia y la denuncia internacional durante la última dictadura militar. Más allá de la tristeza, el desarraigo y las dificultades económicas, los exiliados argentinos diseminados por el mundo tendieron redes de solidaridad y realizaron un trabajo tenaz dando a conocer las violaciones a los Derechos Humanos en Argentina. No sabían, en ese entonces, que se estaban convirtiendo en protagonistas de un movimiento que dejaría sus huellas a futuro en los países que los acogieron, gracias a una forma de lucha silenciada por el régimen pero que perduró, con amor y creatividad hasta el día de hoy.

En Italia nació una organización italo-argentina, Progetto Sud. En torno a ellos crecen, desde el pie, nuevas formas de acción en un mundo cada vez más violento y fraccionado. Ahora las murgas argentinas son un símbolo en toda manifestación por la paz y la justicia en Roma

LCV conversó con los directores del documental “Resistenza, historia del exilio argentino en Roma”, Mónica Simoncini y Omar Neri. ¿Por qué Roma? ¿Qué dificultades encontraron? ¿Cómo es trabajar como documentalista hoy? La culpa como trasfondo de estar vivo, la política no cultural de Milei y más.

Exilio revisitado por Laura Giussani constenla. Un planeta de LCV. 11 de octubre de 2025

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Planeta Giussani/ Houston, tenemos un problema

El 13 de abril de 1970, una frase entró a la historia. Creíamos que la humanidad tenía el poder de conquistar el universo todo. Naves intergalágticas surcaban el espacio. Estados Unidos ya había plantado bandera en la luna. Una nueva misión tenía al mundo en ascuas: el Apolo 13. Todo iba bien hasta que una serie de luces desconocidas y una explosión de origen ignoto obligó a la tripulación del Apolo a llamar a la base en tierra. El mensaje fue claro y conciso: “Houston, tenemos un problema”.

Desde entonces, cada vez que ocurre un imprevisto de difícil solución e incierto origen, apelamos a aquellas palabras de desesperación controlada con las que el astronauta del Apolo 13 compartió su alarma. Y sí, hoy, apelamos una vez más a ella: Houston, tenemos un problema.

Este domingo, la política argentina vio los destellos de luces jamás imaginadas y alguna explosión agitó los ánimos. Qué había pasado?

De manera inusitada, los hermanos Milei, en el peor momento de su gobierno arrasaban en casi todas las provincias, incluída la provincia de Buenos Aires, donde había sufrido una derrota aplastante pocas semanas atrás.

El desconcierto invadió a propios y extraños. Quizás pueda decirse que, de una forma u otra, salvo los Milei, perdieron todos. Y cuando digo todos, digo también la derecha. Curioso ¿no?

Desde el mes de agosto, incluso los medios ‘amigos’ del gobierno se dieron vuelta. Por primera vez se los veía a Feinman, Viale, Laje y hasta Trebucq, entrevistando de manera incisiva al presidente de la Nación. El escándalo Sapagnuolo, el 3% de Karina, las relaciones narco de Espert, eran tapa, día tras día.

Las redes estallaban con incomprobables brotes psicóticos de Milei. Hablábamos de un Plan B en marcha, mientras otros directamente mencionaban un operativo destituyente. Las elecciones intermedias parlamentarias se habían convertido en un referendum: Milei sí o no. Todos tensaron la cuerda. Blanco o negro. Milei o Kirchnerismo, representado por Cristina y su hijo.

El desdoblamiento de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires le dieron aire a Kicillof, al no ser una consulta nacional, pudo mostrar el mapa político de el bastión peronista por excelencia. Seguía siendo peronista, es más, kicillofista.

Lejos de retroceder frente a una embestida política, mediática y hasta empresaria, el gobierno fue por más. Más represión, más ajuste, más agresión contra los ejes más sensibles para la población: salud, universidad, discapacitados, jubilados. ‘Ni un paso atrás’ decía Mussolini en pleno liderazco.

Los politólogos y periodistas, encargados de ‘leer’ el mensaje de la ciudadanía, se agarraban la cabeza. La derrota era el número ganador. Hagan sus apuestas señores, quien gana y quien pierde?

Perdimos todos.

Es que había ocurrido un imprevisto, un destello de luces violetas y una explosión: Donald Trump se metía en la campaña. Prometía una salvación económica sí y sólo sí Milei ganaba las elecciones.

Lejos de autoflagelarnos con las responsabilidades de cada uno de los protagonistas, y mucho menos de pensar que de la noche a la mañana el pueblo argentino decidió apoyar la represión a los jubilados, hacer aparte las exigencias del Garraham, reirse de los discapacitados, y escupir sobre la cabeza de centenares de miles de desocupados por un plan económico que detruye la industria junto con el Estado, esta vez, yo prefiero no creer. Prefiero no creer que se fascistizó el electorado de tal modo. Así que busco otras razones.

¿Y si el voto hubiera sido más sensato de lo que pensamos? Qué había enfrente a Milei. Si perdía, caía el gobierno, eso era lo que todos esperábamos con cierta euforia. Y si caía el gobierno ¿qué pasaba?

Posiblemente el electorado pensó: Houston, estamos en problemas.

Y aquí entra el factor Trump. Aceptar el manotazo de ahogado de Trump quizás era lo más pragmático porque si no era eso ¿qué? Sólo se veían dos opciones y ambas significaban ‘volver’. Al peronismo o al macrismo.  Por si no hubiera quedado claro con la victoria de un personaje indefinible, nadie quiere volver a sentir el hastío de los mismos discursos vacíos. Quizás la sociedad está pidiendo a gritos dar vuelta la historia, no volver sino ir.

Una vez más, invito a nuestros lectores y oyentes a pensar que no vivimos en un mundo aparte. Y el mundo, lamentablemente, hoy tiene como protagonista a otro esperpento al que todos hacen reverencia, cruza fronteras, se adjudica paces incomprobables, extorsiona con los impuestos a países de distinta índole. No queremos reyes, pero tenemos un emperador cuyo parecido con American Dad, es preocupante.

Por más que nos dediquemos a analizar de manera pormenorizada los errores de cada partido, partidazo o partiducho, lo que pasa en Argentina no es ajeno a lo que pasa en el mundo. Quizás Milei entendió eso y anda viajando de acá para allá, sembrando su demencial teoría anarcocapitalista en tiempos de tierra fértil.

Parace antiguo, pero la solución quizás no es sólo nacional. Que avance el internacionalismo, pues. Porque más allá de consignas perimidas como “Patria sí, Colonia no” o recordar “Braden o Perón”, el mundo entero está sufriendo un terremoto económico y moral. Las Colonias ahora son ‘países aliados’ y el entramado económico crea fronteras tan volátiles que resulta imposible analizar con la rigidez a la que estábamos acostumbrados.

No somos el peor país del mundo, son tiempos de una humanidad que ya no puede llamarse humana. Bombas, drones, hackers, ataques cibernéticos, enemigos más virtuales que reales.

Por eso, LCV también anda relojeando lo que pasa aquí y allá. Y, por ahora, parece que nadie se salva solo, tampoco a nivel internacional. Ningún país podrá enfrentar las fuerzas de este post capitalismo cínico y voraz.

Si volvemos al chiquitaje interno, y sí, el baile de Cristina en el balcón al conocerse que perdió el peronismo en la provincia de Buenos Aires fue lo más parecido a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Pero no son Cristina ni Kiciloff el problema. Ni la izquierda ni los tibios ni los progres nisiquiera la derecha de buena o mala fé. Levantemos la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de acusarnos y empecemos a construir, y a coordinar con quienes están sufriendo tanto o más que nosotros.

Son tiemos difíciles, para todos, sobre todo para los que todavía tienen algo que perder. Esa clase media apedreada que se niega a bajar al séptimo círculo del infierno. Pero hay medio país que sabe que es difícil bajar otro peldaño. No son necesariamente gorilas, ni idiotas, ni todos los epítetos que se les ha endilgado en estos días. Muchos desposeídos  apostaron a los hermanitos medio locos. Quizás por empatía. Hartos de ver tantos políticos racionales y nobles que los han llevado a la ruina.

Sigamos pensando y construyendo una sociedad más justa, desde abajo, simplemente como personas, aprendamos a escucharnos, dejemos atrás ese fugaz poder que puede dar una diputación o una secretaría.

Entre tanto, la vieja política tiembla. Cuando pase el temblor ojalá que nos encuentre más fuertes, libres, sinceros. Quizás desorganizados, quizás no unidos, pero dispuestos a llevar adelante las luchas en las que muchos estamos desde hace tiempo y sentimos que son robadas por representantes que no nos representan. La unidad no es todo en la vida. Seamos miles de luces, miles. Miles de fogatas, miles. Ya nos encontraremos de manera natural en un momento histórico en el que valga la pena escucharnos sin insultarnos.

Columna de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 27 de octubre de 2025.

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