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La hora de los millenials

Señoras y señores, damas y caballeros, oyentes y oyentas de cualquier grupo y factor: llegó la hora de los millenials en el poder. No canten las hurras, todavía.

Quienes son esos famosos Millenials, o generación Y? No hay conseso absoluto. Para unos son los nacidos entre 1982 y 1994, mientras otros consideran el comienzo de la generación de los millenials desde 1980 y termina en el el año 2000. Es decir, todos aquellos que Iniciaron su vida activa con el nuevo milenio, de ahí su nombre. Crecieron a la luz de la tecnología, una pantalla y un ordenador fueron sus mejores aliados. Juegos digitales en los que fueron maestros en derrotar a los superpoderosos pueden haberles dado una sensación de ser los dueños del mundo. Fue la primera promoción del planeta, digital.

Cualquiera que haya nacido 10 años antes que ellos ya se siente un hombre o una mujer de Cromagnon, una fuera de sistema, cuasi analfabeta: apenas sabe para qué sirven las aplicaciones. Deben apelar a hijos, compañeros de trabajo, vecinos o nietos para hacer cualquier trámite on line. De nada sirve saber física cuántica, no conseguir configurar una plataforma te pone a nivel ‘abuelo’. Los que se pasaron la vida estudiando historia o filosofía, parecen curiosidades sociales. Para qué? A quién se le ocurre vivir formulando preguntas si ya están dadas todas las respuestas? A la basura con viejos conceptos. Vamos a destruir las ideologías. Al menos, las conocidas hasta hoy, uno de aquellos viejos filósofos podría explicarles que esa cosmovisión tecnológica del mundo es tan ideológica como cualquier otra, pero seguramente su interlocutor se aburrirá en la tercera frase y ya estará repasando fotos de instagram.

Así pues, los analfabetos pre millenials nos vemos enfrascados en un mundo incomprensible. Los catalogadores generacionales de la historia (antes hablábamos de Eras, ahora de generaciones) explican que los millenials se encuentran entre la generación Z o centenials (los que nacieron después del 95), que todavía son jóvenes, y la que los precede, esos que nacieron antes de los 80, es decir los de los años 60/70 Pues bien, a esa, nuestra generación le pusieron de nombre la letra X y es también llamada la generación Peter Pan.

Me resulta simpático pertenecer a la cofradía de los Peter Pan, pero se me hace que es una tomada de pelo. Pasamos por todo tipo de revoluciones, políticas, sociales, sexuales, educativas, culturales, etc; sufrimos represiones de todo tipo, torturas, secuestros, cárcel, exilio, y una de las peores: el silencio y la complicidad del entorno. Pero nos identifican con un simpático duende inocente que no quiso crecer, con su campanita adosada, volando por una nube de fantasía.

Ayer fue elegido presidente de un país un millenials de pura cepa: Nayib Bukele. Nació en 1981. Poco tiene que ver con su padre, Armando Bukele, químico industrial y representante de la comunidad palestina en El Salvador, quien después trabajó en prensa del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. Allí, el joven Nayib aprendió lo que luego sería su oficio: publicista y político

Inició su carrera política en 2012 y bajo la bandera del FMLN. Fue alcalde del poblado de Nuevo Cuscatlán y de la capital salvadoreña de 2015 a 2018. Tras un incidente con una concejal, fue expulsado del FMLN en 2017. “No me considero ni de derecha ni izquierda”, dice ahora Bukele. Escaló a la cumbre del poder en 2019 al conectar con los jóvenes y los decepcionados de los dos partidos que se alternaban en el gobierno tras la guerra civil (1980-1992).

El papá de Bukele murió en el 2015, cuando su hijo llegaba a la intendencia de la capital, por suerte o por desgracia no pudo verlo asumir la presidencia de su país cuatro años después, en junio de 2019 obtenía su primer mandato.

Su carrera fue meteórica, como corresponde a un líder millenial, desde antes de ser presidente catapultó su imagen a través de las redes sociales, en las que suele escribir en inglés. Ya en su cargo, hace importantes anuncios vía X, en la que se autodenomina “Philosopher king” (rey filósofo) y se burla de sus críticos. “Un fenómeno de culto que se instaló en el país”, gracias a su maquinaria mediática en redes sociales, resume el director de Investigaciones de la Universidad Francisco Gavidia, Óscar Picardo. El mismo Oscar Picardo que fue su profesor en la secundaria y la recuerda como un estudiante mediocre, aunque tan sarcástico como ahora. Jamás olvidó el profe Picardo aquel anuario escolar en el que un adolescente Bukele se describió como “Class terrorist” (terrorista de clase). Parece que para el presidente de El Salvador tener clase es lo que importa. Hoy Bukele se ríe de las críticas por su permanente violación de los derechos humanos y se autoproclama Dictador Cool así como antes quería ser un Terrorista con clase.

Hoy, Nayhib no puede con su alegría, casi tan megalómana como la de su colega argentino: ganó por el 85% de los votos, y dice que es la primera vez en la historia mundial de la democracia que un presidente llega al poder con el apoyo de todo el pueblo.

(Milei se había vanagloriado de ser el primer presidente anarco-libertario de la historia de la humanidad). No hay dudas en que ambos están en sintonía, se simpatizan. Los dos patearon el tablero y se apoyaron en el mundo virtual para conquistar el real.

La victoria la logró, según dicen, por haber terminado con la violencia callejera, 75.000 pandilleros, o pseudo pandilleros o familiares de pandilleros, terminaron en cárceles bajo extremas medidas que incluyen vejámenes de diverso tipo. La población notó la diferencia, ‘ahora se puede salir de noche’. Y es cierto. Pero tienen otros problemitas.

Como buen millenial, Bukele no sólo dolarizó la economía, también adoptó el bitcoin como moneda de curso legal. Muy bien no le fue. France Press consigna que la deuda pública durante su gobierno casi se triplicó. Pasó de 8.896.8 millones de dólares a 25.709 millones. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido de la insostenibilidad de la misma.

Un informe de las Naciones Unidas dice que en El Salvador hay inseguridad alimentaria, ya que la mitad de la población no logra satisfacer sus necesidades básicas. Hay inseguridades de muchos tipos.

Y aquí estamos, preguntándonos cómo estos hombres criados en la virtualidad lograron desmoronar la realidad. Aunque, ya sé, no debe ser solo cuestión de generaciones. Muchos, demasiados viejos vinagres apoyan a estos pseudojóvenes porque son más obedientes que muchos Peter Panes.

(Laura Giussani Constenla, 5 de enero de 2024, para La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores)

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Planeta Giussani/ Houston, tenemos un problema

El 13 de abril de 1970, una frase entró a la historia. Creíamos que la humanidad tenía el poder de conquistar el universo todo. Naves intergalágticas surcaban el espacio. Estados Unidos ya había plantado bandera en la luna. Una nueva misión tenía al mundo en ascuas: el Apolo 13. Todo iba bien hasta que una serie de luces desconocidas y una explosión de origen ignoto obligó a la tripulación del Apolo a llamar a la base en tierra. El mensaje fue claro y conciso: “Houston, tenemos un problema”.

Desde entonces, cada vez que ocurre un imprevisto de difícil solución e incierto origen, apelamos a aquellas palabras de desesperación controlada con las que el astronauta del Apolo 13 compartió su alarma. Y sí, hoy, apelamos una vez más a ella: Houston, tenemos un problema.

Este domingo, la política argentina vio los destellos de luces jamás imaginadas y alguna explosión agitó los ánimos. Qué había pasado?

De manera inusitada, los hermanos Milei, en el peor momento de su gobierno arrasaban en casi todas las provincias, incluída la provincia de Buenos Aires, donde había sufrido una derrota aplastante pocas semanas atrás.

El desconcierto invadió a propios y extraños. Quizás pueda decirse que, de una forma u otra, salvo los Milei, perdieron todos. Y cuando digo todos, digo también la derecha. Curioso ¿no?

Desde el mes de agosto, incluso los medios ‘amigos’ del gobierno se dieron vuelta. Por primera vez se los veía a Feinman, Viale, Laje y hasta Trebucq, entrevistando de manera incisiva al presidente de la Nación. El escándalo Sapagnuolo, el 3% de Karina, las relaciones narco de Espert, eran tapa, día tras día.

Las redes estallaban con incomprobables brotes psicóticos de Milei. Hablábamos de un Plan B en marcha, mientras otros directamente mencionaban un operativo destituyente. Las elecciones intermedias parlamentarias se habían convertido en un referendum: Milei sí o no. Todos tensaron la cuerda. Blanco o negro. Milei o Kirchnerismo, representado por Cristina y su hijo.

El desdoblamiento de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires le dieron aire a Kicillof, al no ser una consulta nacional, pudo mostrar el mapa político de el bastión peronista por excelencia. Seguía siendo peronista, es más, kicillofista.

Lejos de retroceder frente a una embestida política, mediática y hasta empresaria, el gobierno fue por más. Más represión, más ajuste, más agresión contra los ejes más sensibles para la población: salud, universidad, discapacitados, jubilados. ‘Ni un paso atrás’ decía Mussolini en pleno liderazco.

Los politólogos y periodistas, encargados de ‘leer’ el mensaje de la ciudadanía, se agarraban la cabeza. La derrota era el número ganador. Hagan sus apuestas señores, quien gana y quien pierde?

Perdimos todos.

Es que había ocurrido un imprevisto, un destello de luces violetas y una explosión: Donald Trump se metía en la campaña. Prometía una salvación económica sí y sólo sí Milei ganaba las elecciones.

Lejos de autoflagelarnos con las responsabilidades de cada uno de los protagonistas, y mucho menos de pensar que de la noche a la mañana el pueblo argentino decidió apoyar la represión a los jubilados, hacer aparte las exigencias del Garraham, reirse de los discapacitados, y escupir sobre la cabeza de centenares de miles de desocupados por un plan económico que detruye la industria junto con el Estado, esta vez, yo prefiero no creer. Prefiero no creer que se fascistizó el electorado de tal modo. Así que busco otras razones.

¿Y si el voto hubiera sido más sensato de lo que pensamos? Qué había enfrente a Milei. Si perdía, caía el gobierno, eso era lo que todos esperábamos con cierta euforia. Y si caía el gobierno ¿qué pasaba?

Posiblemente el electorado pensó: Houston, estamos en problemas.

Y aquí entra el factor Trump. Aceptar el manotazo de ahogado de Trump quizás era lo más pragmático porque si no era eso ¿qué? Sólo se veían dos opciones y ambas significaban ‘volver’. Al peronismo o al macrismo.  Por si no hubiera quedado claro con la victoria de un personaje indefinible, nadie quiere volver a sentir el hastío de los mismos discursos vacíos. Quizás la sociedad está pidiendo a gritos dar vuelta la historia, no volver sino ir.

Una vez más, invito a nuestros lectores y oyentes a pensar que no vivimos en un mundo aparte. Y el mundo, lamentablemente, hoy tiene como protagonista a otro esperpento al que todos hacen reverencia, cruza fronteras, se adjudica paces incomprobables, extorsiona con los impuestos a países de distinta índole. No queremos reyes, pero tenemos un emperador cuyo parecido con American Dad, es preocupante.

Por más que nos dediquemos a analizar de manera pormenorizada los errores de cada partido, partidazo o partiducho, lo que pasa en Argentina no es ajeno a lo que pasa en el mundo. Quizás Milei entendió eso y anda viajando de acá para allá, sembrando su demencial teoría anarcocapitalista en tiempos de tierra fértil.

Parace antiguo, pero la solución quizás no es sólo nacional. Que avance el internacionalismo, pues. Porque más allá de consignas perimidas como “Patria sí, Colonia no” o recordar “Braden o Perón”, el mundo entero está sufriendo un terremoto económico y moral. Las Colonias ahora son ‘países aliados’ y el entramado económico crea fronteras tan volátiles que resulta imposible analizar con la rigidez a la que estábamos acostumbrados.

No somos el peor país del mundo, son tiempos de una humanidad que ya no puede llamarse humana. Bombas, drones, hackers, ataques cibernéticos, enemigos más virtuales que reales.

Por eso, LCV también anda relojeando lo que pasa aquí y allá. Y, por ahora, parece que nadie se salva solo, tampoco a nivel internacional. Ningún país podrá enfrentar las fuerzas de este post capitalismo cínico y voraz.

Si volvemos al chiquitaje interno, y sí, el baile de Cristina en el balcón al conocerse que perdió el peronismo en la provincia de Buenos Aires fue lo más parecido a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Pero no son Cristina ni Kiciloff el problema. Ni la izquierda ni los tibios ni los progres nisiquiera la derecha de buena o mala fé. Levantemos la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de acusarnos y empecemos a construir, y a coordinar con quienes están sufriendo tanto o más que nosotros.

Son tiemos difíciles, para todos, sobre todo para los que todavía tienen algo que perder. Esa clase media apedreada que se niega a bajar al séptimo círculo del infierno. Pero hay medio país que sabe que es difícil bajar otro peldaño. No son necesariamente gorilas, ni idiotas, ni todos los epítetos que se les ha endilgado en estos días. Muchos desposeídos  apostaron a los hermanitos medio locos. Quizás por empatía. Hartos de ver tantos políticos racionales y nobles que los han llevado a la ruina.

Sigamos pensando y construyendo una sociedad más justa, desde abajo, simplemente como personas, aprendamos a escucharnos, dejemos atrás ese fugaz poder que puede dar una diputación o una secretaría.

Entre tanto, la vieja política tiembla. Cuando pase el temblor ojalá que nos encuentre más fuertes, libres, sinceros. Quizás desorganizados, quizás no unidos, pero dispuestos a llevar adelante las luchas en las que muchos estamos desde hace tiempo y sentimos que son robadas por representantes que no nos representan. La unidad no es todo en la vida. Seamos miles de luces, miles. Miles de fogatas, miles. Ya nos encontraremos de manera natural en un momento histórico en el que valga la pena escucharnos sin insultarnos.

Columna de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 27 de octubre de 2025.

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Entrevistas

Roma también tiene su ‘Ronda de los Jueves’

Un placer recibir en este Planeta Giussani a Enrico Calamai, ex diplomático que presenció dos golpes latinoamericanos desde los consulados italianos de Chile y Argentina. Una experiencia que le dejó huella.

En nuestro país fue un vicecónsul que salvó la vida de 300 argentinos comprometiéndose personalmente en darles refugio y llevarlos a Ezeiza a pesar del desacuerdo con la política oficial del gobierno de Italia. Hay quien lo llama el ‘Schlinder’ de argentino.

En el 77, fue retirado del consulado en Argentina. Luego estuvo cumpliendo sus funciones en Nepal y Afganistan, hasta su retiro prematuro. Desde entonces es un activista por los derechos humanos, autor de dos libros “Faremo l’America” y “Niente Asilo Político”, editados por Editori Riuniti y Feltrinelli. Le damos la bienvenida a nuestro Planeta a Enrico Calamai.

Muchos de ustedes lo conocerán por el hermoso documental La Resistenza, que testimonia la labor de los exiliados argentinos en Roma. Si no lo vieron, no se lo pierdan. Conmovedor. Pero hoy queríamos hablar con Calamai sobre la actualidad, su actualidad, como referente y fundador del Colectivo Mani Rosse Antirazziste, creado contra los decretos de Seguridad de Salvini, que cada jueves se reune frente a la Casa de Gobierno para denunciar la responsabilidad Italiana y Europea en diversas masacres, dictaduras, guerras y saqueos de recursos naturales.

Entrevista de laura giussani a Enrico Calamai. roma, 18 de octubre 2025

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Internacionales

El ‘pacificador serial’ y la guerra que no miramos, Informe especial LCV

El recién renunciado Jefe del Comando Sud de Estados Unidos, Alvin Holsey, estuvo en una cumbre de defensa en Buenos Aires con los principales líderes en seguridad de la región unos días antes de ordenar el bombardeo de la primera lancha en el caribe, el 2 de septiembre de 2025, asesinando a 11 personas, cuyos nombres se desconocen, solo se sabía que procedían de Venezuela rumbo a algún puerto indefinido.

La cumbre de defensa continental no tuvo una cobertura importante en Argentina, ese mes estallaba el escándalo de las coimas de Spagnuolo y Karina y los audios espías en la casa Rosada.

Una catarata informativa muchas veces desvía las miradas. Imposible elegir con sabiduría hacia dónde apuntar el foco. En terminos internacionales, nadie puede quitar los ojos de dos de las cincuenta y siete guerras de la actualidad. Con Donald Trump que salta como un protector arlequín interviniendo en cuanto conflicto encuentra, un ‘pacificador serial’ que, sin embargo, no tiene empacho en bombardear sin juicio previo ni declaración formal de guerra, barcos en tierras internacionales.

El 20 de agosto, mientras se llevaba a cabo la cumbre del Comando Sud en Argentina, Trump se vanagloriaba, como buen megalómano, de haber logrado la paz en ‘6 o 7 guerras’. “Estoy promediando una guerra al mes”, había dicho en julio en Turnberry, Escocia. Y agregó que sería el próximo Premio Nobel de la Paz, y fue más allá: “Quiero ir al cielo”. Sin embargo, no difundía sus verdaderos planes para el continente que tiene más cerca. Eso se estaba discutiendo en Argentina.

Almirante Alvin Hosley, ex Jefe del Comando Sud de Estados Unidos. Responsable de bombardear barcos de pescadores en el caribe acusándolos de terroristas.

Argentina: la tierra elegida

En efecto, Buenos Aires fue la sede elegida este año para llevar a cabo, entre el 19 al 21 de agosto, la reunión anual de la Conferencia de Defensa Sudamericana 2025 (SOUTHDEC) convocada por el almirante Alvin Holsey, Comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, y el general Xavier Isaac, Jefe del Estado Mayor Conjunto de Argentina, de la que participaron líderes de seguridad y defensa de Sudamérica, Norteamérica y Europa.  Uno de los momentos más destacados la entrega del Premio William J. Perry 2025 a la Excelencia en Educación en Materia de Seguridad y Defensa al actual secretario de Asuntos Internacionales de Defensa de Argentina, Juan Erardo Battaleme Martínez, egresado del Centro Perry.

LCV ya se ha ocupado de informar las características del Centro de Defensa Hemisférica William J. Perry, ya que más de cinco funcionarios del gobierno de Milei, entre ellos su vicepresidenta, fueron alumnos destacados de esta escuela antiterrorista con sede en el Pentágono.

Curiosamente, el premiado con honores, Battaleme Martínez, fue quien un año antes nombraba como asesor a un especialista pedido por la embajada de estados unidos para combatir Ciberataques. Y Patricia Bullrich,  ponía a cargo de un centro de espías a otra egresada del mismo Centro William J. Perry. Al la luz de los hechos, los funcionarios elegidos un año antes no supieron evitar el espionaje dentro del propio gobierno. O supieron provocarlo. Nadie sabe.

¿Qué hablaron Holsey y Petri?

En Chile, en cambio, la Conferencia de Defensa Sudamericana fue cubierta por el periodista Hugo Guzmán, ex editor general de Radio Universidad de Chile, ex jefe de la sección política del diario La Nación y actual director del periódico El Siglo, de Chile el jefe del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos (EU), Alvin Holsey, dijo en esa ocasión que “la presencia e influencia del Partido Comunista chino en el Cono Sur tiene consecuencias de gran alcance, donde líneas de comunicación marítimas vitales, como el Estrecho de Magallanes y el Paso Drake, funcionan como cuellos de botella estratégicos que podrían ser utilizados por el Partido Comunista chino para proyectar, interrumpir el comercio y desafiar la soberanía de nuestras naciones o la neutralidad de la Antártica”.

El interés de Estados Unidos en el Estrecho de Magallanes ya había sido puesto de relieve en otras oportunidades. El excanciller chileno, Roberto Ampuero, en declaraciones a El Líbero, manifestó que “al mencionar el Canal de Panamá y la presencia china allí, Trump está buscando la seguridad estratégica de Estados Unidos. (…) Esa situación lleva de inmediato a cualquier estratega militar a pensar en alternativas al Canal de Panamá. Y ahí está Estrecho de Magallanes, donde Chile tiene una presencia que está establecida muy claramente en los acuerdos internacionales. No podemos estar ausentes de esto”.

No pasó inadvertida para los medios chilenos las reuniones privadas que mantuvieron Alvin Holsey, jefe del Comando Sur, con el ministro de Defensa de Argentina, Luis Petri y con el jefe del Estado Mayor Conjunto argentino, Xavier Isaac, en donde, según Guzman “se habría avanzado en concretar acuerdos militares, convenir tratamiento a zonas como el Estrecho de Magallanes y el Paso Drake, analizar el tránsito marítimo en esas zonas y estar vigilante ante la presencia de China.”. Y recuerda que “Holsey le dio continuidad a los planes que estableció con Argentina la exjefa del Comando Sur, generala Laura Richardson, quien varias veces hizo referencia a cuidar “nuestros” recursos naturales y estratégicos como el litio, el agua y el petróleo en áreas como el Cono Sur.”

Argentina, el mundo y latinoamérica

Con su imagen en baja y el dólar en alta, Javier Milei jugó su última carta antes de las elecciones. Fue a ver al pacificador serial. Volvió con alivio aunque Trump aclararía que ese préstamo era sólo si ganaba las elecciones. “No pidió nada a cambio”, sostuvo Milei en varias entrevistas. Raro. Sus militares parece que son los encargados de explicar lo que quieren al resto de los países latinoamericanos.

En eso estaba el Jefe del Comando Sud de los Estados Unidos. Quien asumió su cargo el 7 de noviembre de 2024. Ni lerdo ni perezoso, el presidente de Guyana, Mohamed Irfaan Ali, quien, curiosamente, también fue alumno destacado en el Centro William J. Perry de Estudios Hemisféricos de Defensa, visitó el Comando Sur el miércoles 4 de diciembre y se reunió con el recién designado comandante, Alvin Holsey, para ‘discutir la asociación de defensa bilateral’.

Nadie entendió la visita como un encuentro protocolar. La instalación de bases militares norteamericanas en Guyana estaba en el aire. Maduro consideró como ‘inaceptable’ la intromisión de fuerzas armadas de Estados Unidos en ese país vecino. Y apuntó contra la petrolera ExxonMobil: “en lo económico y político la ExxonMobil manda en Guyana, no se mueve nada ahí si no tiene la orden de la ExxonMobil. Eso es muy vergonzoso para la dignidad de los pueblos del Caribe (…) Guyana, actúa como colonia”.

El repudio interno en EEUU y el factor Petro en América Latina

Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, finalmente, atacaron seis embarcaciones en el Caribe, matando a 27 tripulantes a quienes ha acusado, sin ofrecer pruebas, de traficar con narcóticos. Los pescadores de la región permanecen en alarma, ya pocos se atreven surcar por esas aguas sin temer ser asesinado por los aviones de Donald Trump y el Almirante Holsey. Es curioso que un ‘brutal ataque de más de 500 drones” provoque en Ucrania 7 muertos, mientras un aislado ataque de Estados Unidos puede matar a una decena. Las guerras ya no son lo que eran.

En tanto, Israel lleva más de 67.000 muertos relevados, y unos diez mil más bajo los escombros de lo que alguna vez fue una ciudad. Los que no murieron por bombardeos, hoy mueren de hambre o falta de atención médica. O simple hartazgo de un mundo que no merece ser vivido.

Las últimas semanas cambiaron el mapa social o el humor político. Varias flotillas con ayuda humanitaria fueron seguidas con emoción por el mundo entero. Diputados, profesionales, activistas de todo tinte y color, junto a obreros portuarios solidarios y estudiantes atentos, protagonizaron una epopeya pacífica que movilizó al planeta. Si los gobiernos no lo hacían, lo harían ellos: cruzar el mediterráneo con más de cuarenta barcos, veleros en su mayoría, con alimentos.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, partició en septiembre de una marcha por Palestina en Estados Unidos. Evuelto en un pañuelo palestino tomó el megáfono y pidió a los militares norteamericanos a “desobedecer” las órdenes de Trump. De inmediato, le quitaron la visa y lo tildaron de ‘irresponsable’ ‘lunático’ y ‘narcoterrorista’. Petro denunció que hubo al menos un pescador colombiano asesinado por las bombas de Estados Unidos.  

Trump responidó que Petro “es un líder de drogas ilícitas motivando fuertemente la producción masiva de drogas, en campos grandes y pequeños, en todo Colombia. Se ha convertido en el principal negocio de Colombia, de largo, y Petro no hace nada para detenerlo, a pesar de los pagos y subsidios a gran escala desde EE.UU. que no son más que una estafa a largo plazo”,

“Le recomiendo a Trump leer bien a Colombia y determinar en qué parte están los narcos y en qué parte están los demócratas”, respondió Petro en X.

No son pocos los que creen que pueden ser verdad lo que declaró el exboina verde y mercenario estadounidense Jordan Goudreau: “No es ningún secreto que la CIA creó el Cártel de los Soles”, en la década de 1990.”

El chisporroteo político y diplomático no se sabe dónde llegará. Por ahora, Estados Unidos amenaza con la herramienta que más le gusta: extorsión económica.

Entre tanto, en los Estados Unidos, la sociedad civil entendió que era hora de decir Basta. “No queremos Reyes”. Siete millones en la calle. No por las guerras, es que el ‘pacificador” cerraba el estado, censuraba, continuaba con las deportaciones en masa o la simple violación de la quinta enmienda. A este país complejo, iba nuestro presidente a pedir piedad. Mientras Petro se convertía en el primer presidente latinoamericano en levantar la cabeza y pedir unidad de los países latinoamericanos frente a la avanzada de Trump, Milei buscaba desesperadamente su apoyo.

La tormenta llegó a la interna republicana. Un senador republicano, Rand Paul, criticó los asesinatos en el Caribe. “Tienes que presentar pruebas, Así que todas estas personas han explotado sin que sepamos su nombre, sin ninguna evidencia de un delito”, sotuvo en una entrevista en la NBC News. Agregó que Trump no dio el nombre de ninguno de los que ha matado, mientras el presidente Petro reconoció que uno de los asesinados se llamaba Alejandro Carranza y era un pescador colombiano cuyo barco se había dañado y estaba a la deriva.

Conclusión: el responsable del Comando Sud de los Estados Unidos, Alvin Holsey, debió renunciar por cumplir a rajatablas las órdenes de Trump y bombardear sin pruebas barcazas en el Caribe. El Rey sigue soñando con el premio nobel de la paz y viendo cómo logra sus objetivos estratégicos en América Latina. Entre ellos, el Estrecho de Magallanes, según le dijo en privado el renunciante Hosley al mismísimo ministro de Defensa argentino, Luis Petri.

Investigación y textos: Laura Giussani Constenla. Exclusivo LCV 23 de octubre 2025

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