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Nos vendieron un buzón. ¿Qué está pasando con el correo y los trenes?

La noticia dice: “El Gobierno nacional avanzó este viernes con el ajuste de personal en Correo Argentino. Ayer, cientos de empleados de todo el país recibieron telegramas de despidos como parte de las medidas de reestructuración y “reorganización interna”.

Un modo clásico y correcto de redactar una información. Como siempre ocurre en estos casos, la cifra es difusa, hasta que no terminen de contarse las víctimas. Van llegando de a poco los números: tantos en Rosario, un poco más en General Pico, quién sabe cuántos en otros lados, racimos de vidas desperdigadas por el país. Cientos de racimos.

La hija de uno de esos cientos, publicó en su facebook:

“Hoy con lágrimas y con todo el dolor del mundo escribo esto. Cómo es de público conocimiento mi papá, Jefe del Correo Argentino de Trevelin, fue despedido el día viernes 26 de abril después de 39 años de servicio”, escribó Giselle en su perfil de Facebook. “Hoy tengo 29 años. Nací, crecí y viví toda mi vida viendo laburar a mi viejo, laburar duro, no importaba la lluvia, la nieve, el calor. Había que romperse el lomo para sacar adelante su familia… con su enorme bolso lleno de cartas y lo que no entraba había que ingeniarse para llevarlo también y así cumplía su trabajo”. Un sentimiento que deben comparir cientos y cientos de hijos, esposas, madres, padres, amigos y vecinos. Sobre todo vecinos que lo encontraban en su lugar desde hace casi 40 años, se saludaban y compartían las novedades del pueblo.

Las redes y diarios estallaron con historias de trabajadores despedidos. “Son 28 años en la empresa, en la cual di todo siempre con mucha responsabilidad y compromiso como tiene que ser. Hoy me encuentro en la calle, pasando por un momento horrible que no le deseo a nadie. A mi edad tampoco es fácil encontrar un nuevo trabajo, para el sistema ya soy considerado viejo”, contó Javier Alejandro Villoldo quien a los 52 años recibó unanotificación de desvinculación’, algo que antes se llamaba despido o cesantía y se enviaba por Correo. Dejar sin trabajo a Javier significó también dejar sin correo a otro pueblo chubutense,Corcovado, a 90 kilómetros de la ciudad de Esquel.

En realidad, la empresa ya había echado a 81 empleados, apenas asumido el gobierno de Milei. Después hubo otros despidos aislados, algo que ahora se llama ‘despido por goteo’. El sindicato que los representaba, FOECyT, no consideró que hubiera que tomar alguna medida para evitar que los despidos se multiplicaran. Y los hechos se adelantaron a la ley.

Estos despidos ocurrieron unos días antes de que finalmente diputados aprobara la “concesión o privatización parcial”, del Correo Argentino, al igual que de las empresas estatales Agua y Saneamientos Argentinos (Aysa), Belgrano Cargas, Corredores Viales y Sociedad Operadora Ferroviaria (Sofse).

Así las cosas, los alrededor de 200 despedidos de la última semana prefirieron no creer que un día podía tocarle a ellos. Al final de cuentas, no eran ñoquis, tenían una trayectoria de 10 o 20 o más años, y todos los usuarios del Correo podían dar fe de su trabajo.

Un día podrá contarse la historia de cómo el 26 de abril de 2024 los pueblos se fueron quedando sin correo. Para recibir una carta, o una encomienda o una incómoda factura, debían volver a recorrer decenas de kilómetros. Como antes. Mucho antes.

Hubo una dura la discusión entre bloques en diputados sobre cuáles empresas estatales tendrían una ‘concesión y privatización parcial” y cuáles una privatización derecho viejo. En ese caso quedaron libradas a su supresión definitiva del Estado: Aerolíneas Argentinas, Enarsa, Radio y Televisión Argentina (RTA) e Intercargo. Afuera. Privadas.

Más de un diputado festejó como un éxito este resultado ya que la idea original implicaba privatizar 40 empresas de Estado. Si Menem representó el fin del tren en decenas de pueblos, Milei será quien habrá acabado con el correo.

Trenes

Mientras la Ley Bases estaba en discusión también en el ámbito ferroviario se dejaba trascender que se vendrían 3.000 despidos. Según trascendió, esa fue la órden recibida por el actual presidente de Trenes Argentinos, el ex ‘massista’ Luis Adrián Luque.

En este caso, se pensó evitar la resistencia que una medida de estas características podría provocar en los potentes sindicatos ferroviarios ofreciendo una indemnización de alrededor 18 millones de pesos por persona. Algo que Menem ya había aplicado con éxito en los años noventa con los trabajadores ferroviarios y petroleros, quienes cobraron la suculenta suma, pusieron algún negocio y en su mayoría quebraron unos años después. Recién entonces, en su segunda gestión, la crisis de las privatizaciones explotó.

Aquí también hubo un indicio previo pero el gremio tampoco reaccionó. Ya fueron despedidos de distintos sectores ferroviarios a 150 personas. El intento pasó, y sólo hubo algunas reincorporaciones aisladas. Ahora anuncian 3.000, muchos deben pensar que a ellos no les va a tocar porque tienen una trayectoria intachable.

Todavía queda la esperanza de que los senadores rechacen la norma que ya está cambiando la vida cotidiana de sus provincias.

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Gildo Onorato: “Empresas recuperadas y cooperativas eléctricas cumplen un rol social imprescindible”

El jueves 2 de mayo de este año, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, presentó en la Casa de Gobierno de La Plata, el recién creado Instituto Provincial de Asociativismo y Cooperativismo (IPAC), que estará dirigido por Gildo Onorato. En esa ocasión, Kiciloff dijo: “con este instituto estamos jerarquizando las políticas públicas destinadas a un sector que tiene una larga tradición en la provincia de Buenos Aires, donde forma parte del entramado productivo y cultural de muchos de nuestros pueblos”. “El cooperativismo no es solamente un hecho vinculado a la producción, es también un instrumento que genera vínculos sociales y mejora las condiciones de vida de las y los trabajadores”.

El acto coronó una tarea que la gobernación venía llevando a cabo para proteger cooperativas y empresas recuperadas. A finales de abril la legislatura provincial aprobó y, en el mismo día, fue promulgada por el gobernador, la ley 15485 que reconoce la importancia de las empresas recuperadas y fija un plazo en el cual no podrán ser desalojadas.

Este lunes, Nora Anchart, entrevistó al flamante titular del IPAC, Gildo Onorato, para conocer los alcances de su labor en dicho Instituto y hacer una presentación pública de este funcionario de 45 años, cuyo primer trabajo fue a los 16 como pintor para juntar dinero para su viaje de egresados, estudió cuatro años de psicología, carrera que abandonó con la crisis del 2001. Su experiencia política viene de aquellos años, con los Movimientos de Trabajadores Desocupados, en el territorio, construyendo organización y atendiendo las necesidades de los vecinos con ollas populares. Hoy queda a cargo de un Instituto que puede permitirle ayudar a aquellos trabajadores que le pusieron el cuerpo a la crisis. Onorato recuerda el lema popular que dice: “En tiempos de crisis, ocupar, resistir, producir”. También está en mano de los trabajadores defender cada emprendimiento productivo.

“Antes incluso de la Ley, ya veníamos trabajando sobre la necesidad de abordar la emergencia de las empresas recuperadas. Se presentó el proyecto y primero fue aprobado en diputados y cofirmado en senadores. De esta forma tenemos casi 3 años para trabajar en los problemas de comercialización, de estructuras productivas y, sobre todo, evitar los desalojos”.

No sólo las recuperadas corren riesgo. El gobierno provincial se comprometió en apoyar a las cooperativas eléctricas que están sufriendo una embestida por la empresa CAMESA, que las están intimando a pagar una deuda producto de aumento de tarifas arbitrarios. “Esta situación fue posible gracias al DNU, actualmente vigente, y puede empeorar en caso de que se apruebe la Ley de Bases”, explica Onorato. El 30 de mayo está previsto un gran acto en la ciudad de Azul con todas las cooperativas eléctricas provinciales para escuchar los reclamos y encontrar soluciones. “Las cooperativas eléctricas no sólo son la principal fuente de empleo de muchos pueblos, también cumplen un rol social y productivo que es imprescindible”.

Te invitamos a escuchar la entrevista completa:

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Pedro Bergaglio: “Yo quiero competir, pero hagan leyes que nos permitan ser competitivos”

Hace ocho años, cuando salió por primera vez La Columna Vertebral al aire, una cosa teníamos clara: contar historias de trabajadores. “La Storia siamo noi” cantaba Francesco De Gregori, y le hicimos honor. No se puede entender la realidad si no conocemos quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos. El pasado lunes, Nora Anchart entrevistó Pedro Bergaglio, quien además de ser tesorero de la Fundación Pro Tejer, presidente de la Cámara Argentina del Sweater, cuya empresa Pyme textil se llama Tricofix S.A., es hijo de Hilario y Elsa, dos inmigrantes piemonteses, llegados al país allá por los años 1948, electricista él y modista ella.

En 1957 esta pareja de inmigrantes obtuvo los frutos de todos sus esfuerzos: nacía su primer y único hijo, Pedro, y se embarcaban en un emprendimiento laboral: tejer sweaters. Así nacía Tricofix en el barrio de Villa Luro, una pequeña empresa que por entonces era un taller que funcionaba en su casa, de tres ambientes, en donde abarrotaban máquinas y aprendían un oficio. “El primer sweater que hice tenía tres mangas”, solía recordar don Hilario. Mientras Elsa, intentaba aplicar todo el conocimiento que tenía como modista y admiradora de Coco Chanell.

Había nacido una PYME, una industria nacional que crecería al son de sus éxitos, y viviría los vaivenes de la política económica argentina que en más de una ocasión, como con la dictadura o con Menem, acorraló la producción de nuestros pequeños empresarios con una política de apertura de importaciones que los dejaba fuera de competencia.

Hoy, la Ley de Bases y el RIGI intentan echar por tierra lo que tardó décadas en construirse. “Bienvenidas sean las inversiones pero que se nos permita a los empresarios argentinos los mismos beneficios”. Bergaglio habla con vehemencia, orgullo, pasión y bronca. A fines del año pasado estaba pasando por uno de sus mejores momentos. Había renovado toda la maquinaria haciendo una gran inversión, las ventas marchaban bien, y el futuro era seductor. Hoy dice que sólo tiene aguante para resistir 45 días más de producción. No va a cerrar. No quiere cerrar. “Nunca despedimos, en 67 años, a ningún trabajador, fuimos una escuela taller del oficio, si cierra Tricofix para mí es como morir”.

¿Cómo llegamos a esta situación, con un gobierno que vuelve a repetir políticas tantas veces vistas y funcionarios que hablan de lo que no saben? “El gobierno anterior debe haber hecho las cosas muy mal”, conjetura. Una cosa tiene clara Pedro Bergaglio: “Como dijo Carlos Pellegrini: sin industria no hay Nación”.

Los invitamos a escuchar la entrevista completa, para conocer, desde adentro, un fragmento de nuestra historia.

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José Hughes: “Cuando llegó el mail diciendo que no pertenecía más a la empresa, creí que era un error. El sindicato dice que no hay nada que hacer”

El 26 de abril empezaron a llegar a distintas ciudades y pueblos los mails anunciando la ‘desvinculación por reestructuración” a 150 trabajadores del Correo Argentino. La Columna Vertebral quiso conocer la historia de vida de uno de ellos. Porque no son números, detrás hay familias, historias, geografías diversas.

Con la música de Il Postino de fondo, Nora Anchart charló con José Hughes, habitante de una ciudad de nombre mágico y un paisaje aún más mágico: Trevelin, en Chubut. Alejandro Hughes cursaba la secundaria cuando consiguió trabajar como cadete en el Correo del pueblo -“que ahora es ciudad con sus 15.000 habitantes”, aclara, “pero sigue igual de tranquilo”. Hace un año y medio había sido nombrado jefe de la oficina de 3 empleados. Llevaba 38 años de una trayectoria inapelable: nunca faltó al trabajo, salió a repartir cartas con lluvia, nieve o frío. Uno de los momentos más lindos era en Navidad, cuando padres y niños se acercaban a la oficina para entregar su carta para papá Noel. Lo que parecía que era una carrera profesional que terminaría con una jubilación en la empresa que lo conocía desde chico, se cortó de un segundo para el otro. “No podía ser, se habían equivocado”, pensó al leer el mail. Las autoridades del Correo Argentino no cambiaron con Milei, o sí. Eran los mismos, pero ya no lo parecían. La única respuesta del sindicato -ATRA- al que acudió el cartero fue: “No hay nada que hacer, están despidiendo por todos lados, no podemos hacer nada”. “Llego a pensar que ellos nos entregaron”, dice Hughes.

A continuación, esta charla entre nostálgica, encantadora y terrible, con uno de los miles de despedidos en la gestión Milei, de distintos ámbitos estatales. Alejandro Hughes todavía sueña que lo vuelvan a llamar. Aquí su historia.

(Foto de portada: abrazo de los vecinos de Trevelín a las oficinas de su correo contra los despidos)

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