Historias de trabajadores
Fotos con Historia/1: ¿Cuál es tu sueño?

“Mapa de Sueños Latinoamericanos”, se tituló la ópera prima del artista multimedia Martín Weber. Se trata de un ensayo documental filmado en Argentina, Perú, Nicaragua, Cuba, Brasil, Colombia, Guatemala y México. La película, basada en un libro homónimo del fotógrafo y director, puede verse en la plataforma Cine.ar. Tanto el libro como el documental contienen una selección de las fotos que tomó en su viaje por América Latina entre 1992 y 2013. Un proyecto ambicioso. Se trataba de retratos en los que sus protagonistas debían escribir en un pizarrón su sueño. Entre tantas fotos maravillosas, en las que aparecen: “tener la memoria de cómo mi viejo desaparecido vivía sus sueños” sostenido por un joven de clase media juntos a su familia, o “mi mayor sueño es terminar mis estudios” de un pibe de la calle, o un negro en un rancho que sueña “Que no haya tanta sangre derramada aquí en Son Onofre”; hay una con un dramatismo especial.
“Mi sueño es morir”, escribió un adolescente de 15 años al que Martín Weber encontró en una escuela, lugar en el que el muchacho asistía para comer cada día. En el cuerpo se le notan las cicatrices, en especial la herida de una cuchilla en el pecho que indicaba una vida de riñas callejeras y sobrevivencia del más fuerte. Un baile permanente con la muerte. El chico aceptó el curioso desafío y escribió también su sueño una pizarra en mano. Miró a la cámara con ojos vacíos, casi con desdén. Un rato antes de posar le había dicho al extranjero fotógrafo: “Si lo hubiera visto por la calle le habría robado el equipo, y si se resistía, probablemente lo habría acuchillado.”
Meses después de haberlo fotografiado, el cuerpo de Cristian fue encontrado baleado a orillas de un río.

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Mariano Vilar: “La desregulación de la marina mercante es para llevarse dólares sin control y aumentar las tarifas”.

En un contexto de tensiones crecientes en el ámbito laboral y político, La Columna Vertebral – Historia de Trabajadores dialogó con Mariano Vilar, referente del sector marítimo y representante de los marinos mercantes, para comprender el impacto que podría tener la desregulación impulsada por el gobierno nacional sobre una actividad estratégica para la economía y la soberanía del país: la Marina Mercante.
Durante la entrevista, Vilar expone con claridad y preocupación las consecuencias del DNU que habilitaría el ingreso de buques extranjeros y tripulaciones foráneas para operar en aguas nacionales, una medida que, según denuncia, pone en riesgo más de 22.000 puestos de trabajo y la capacidad del país para sostener su independencia económica y energética.
Con ejemplos concretos y referencias históricas, Vilar ofrece una mirada profunda sobre el rol fundamental de la Marina Mercante en el abastecimiento interno, el desarrollo industrial y la defensa nacional, destacando también el contraste con políticas de protección marítima aplicadas en países como Estados Unidos.
Una conversación que pone en primer plano la voz de quienes todos los días sostienen la infraestructura vital del país, navegando mares invisibles para gran parte de la población.
LCV: Contanos un poco cómo es la situación, en qué plano nos estamos encontrando ahora.
Mariano Vilar: “Bueno, estamos en alerta permanente, muy preocupados, porque el gobierno tiene en carpeta un DNU que desregula, como bien vos dijiste, la actividad de la Marina Mercante, poniendo en riesgo no solo más de 22.000 puestos de trabajo —que somos los marinos mercantes hoy en día en condiciones de navegar—, sino que también implicaría un serio perjuicio para nuestra soberanía nacional y nuestra independencia económica”.
LCV: ¿Cuáles serían esos problemas que vamos a afrontar a partir de la segura desregulación, o ya implementada, y la profundidad con que la implementen?
Mariano Vilar: “Claro. La Marina Mercante tiene dos ejes estratégicos principales para el desarrollo de cualquier país. El primero tiene que ver con la economía, con la independencia económica, y como eje de desarrollo, sobre todo en un país como Argentina, con 7.000 km de litoral marítimo. Y si sumamos la Antártida, tenemos que sumarle 11.000 km más de litoral marítimo.
Entonces, en ese sentido, la Marina Mercante lo que hace hoy —por ejemplo— el eje principal tiene que ver con el transporte de hidrocarburos. Nosotros transportamos el hidrocarburo desde donde se extrae, en la zona sur de nuestro país, hacia las refinerías ubicadas prácticamente en zona centro. Y desde ahí se distribuye, por ejemplo, a la Central Costanera. Una vez refinado el combustible, el gasoil, se envía a la Central Costanera, y gracias a ese abastecimiento de gasoil, nosotros, por ejemplo, ahora tenemos luz e internet, y estamos hablando.
Imaginate dejar ese flete tan estratégico para la Argentina en manos de intereses extranjeros. Porque lo que plantea el gobierno es permitir que cualquier bandera ingrese en nuestras aguas y haga nuestros fletes. No solamente cualquier bandera de un país extranjero, sino también buques tripulados por personal extranjero.
Entonces, eso ocasiona un grave perjuicio económico para la Argentina, porque estás perdiendo lo que nosotros llamamos soberanía económica. Siempre vas a estar a merced del contratista del flete, que te diga cuánto vale ese flete, y si lo quieren hacer o no, porque vos no vas a tener una Marina Mercante con la cual competir. Una Marina Mercante soberana.
Hoy están en manos privadas. La Argentina no tiene una empresa estatal, pero sí son de capitales argentinos, con buques argentinos o con bandera extranjera, pero con tratamiento argentino y tripulantes argentinos. Mano de obra argentina. Eso permite control sobre los precios, control sobre la distribución”.
LCV: El Estado también se está desligando de la posibilidad del control de un rendimiento efectivo del trabajo.
Mariano Vilar: “Sí. Y si vos no tuvieras Marina Mercante lista y pronta, vas a estar a merced de los intereses de quien te lo quiera transportar y de quien te quiera cobrar lo que interprete que vale ese flete”.
LCV: Esto yo que estoy en mi casa, por ejemplo, y que no entiendo nada de todo esto… ¿qué me puede pasar? ¿Me va a salir mucho más cara la luz, el gas? ¿En qué me voy a perjudicar yo, que soy una caminante de a pie que no entiende nada de Marina Mercante ni soberanía?
Mariano Vilar: “Se van a seguir llevando los dólares de la Argentina. Muy probablemente también repercuta en la tarifa de la luz, o incluso en que no tengas gas. Otro de los fletes importantes tiene que ver con el ingreso de los buques que traen gas a la Argentina. Está el buque regasificador en Escobar, y nuestros remolcadores son los que asisten a esos buques para el ingreso y la zarpada del país.
De repente, el día de mañana, esos buques te pueden cobrar lo que quieran por darte un flete tan importante en invierno como es el abastecimiento de gas para la población. Entonces, muy probablemente eso implique un aumento en las tarifas.
Mirá, como ejemplo, nosotros podríamos tomar a Estados Unidos, que el gobierno lo toma como ejemplo en un montón de cosas. Estados Unidos tiene, para su transporte fluvial y marítimo —su transporte de cabotaje—, la exclusividad. Tienen una ley que se llama Jones Act, que establece que si vos querés transportar cargas entre puertos norteamericanos, el buque tiene que tener bandera norteamericana, haber sido construido en Norteamérica, estar tripulado por norteamericanos, y el principal capital accionario de esas empresas también tiene que ser norteamericano.
Hoy, por ejemplo, Trump está promocionando una ley para que le apruebe el Congreso que se llama Ship for America, una ley que plantea, en cinco años, quintuplicar la flota de mar estadounidense para no depender de nadie en sus fletes estratégicos.
Argentina gasta aproximadamente entre 6.000 y 7.000 millones de dólares al año en fletes. Nosotros vendemos la soja al mundo, por ejemplo. Ninguna de esas sojas que salen de Argentina lo hace en barcos argentinos. Se gastan entre 6.000 y 7.000 millones de dólares en fletes para sacar nuestra producción. Imaginate si nosotros tuviéramos una Marina Mercante… esos 6.000 o 7.000 millones de dólares quedarían acá en la Argentina”.
LCV: Ingresarían a nuestras arcas, obviamente.
Mariano Vilar: “Exactamente. Otro rol que recién te comentaba —el otro eje estratégico de la Marina Mercante— tiene que ver, por supuesto, con la defensa nacional.
Hoy los buques mercantes para Argentina, y para cualquier país, son fundamentales para dar apoyo logístico en caso de algún conflicto.
Por ejemplo, en la guerra de Malvinas, se movilizaron más buques mercantes que buques de guerra. Los dos bandos, tanto el argentino como el inglés, movilizaron más buques mercantes que buques de guerra.
El buque mercante tiene el rol importante de abastecer de combustible a las tropas —de tierra, mar, aire—, llevar pertrechos, armas, gente, soldados… Inglaterra los llevó en buques. También se pueden establecer hospitales a bordo.
Argentina tuvo en el conflicto de Malvinas 52 buques mercantes destinados al conflicto.
Impresionante.
Imaginate si nosotros no tuviéramos una Marina Mercante dispuesta. Si llegáramos a tener algún conflicto —es muy improbable hoy por hoy, pero nunca se sabe—. Nosotros perdimos las Malvinas precisamente por no ocupar esas tierras.
Es muy importante, sobre todo con el posicionamiento que se está dando en la Antártida, navegar esas aguas, y hacerlo con buques mercantes, con buques pesqueros, con tripulaciones argentinas.
Y hoy el gobierno está pensando en ceder toda esa capacidad estratégica, por supuesto, al mejor postor”.
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Kurt Lutman: “Todos somos artistas de nacimiento”

Kurt Lutman tiene sangre alemana, española, italiana y árabe. Pero es cien por ciento rosarino. “Yo nací en Rosario en el ‘76 y recién tuve el documento en el ‘83, porque mi vieja se había empecinado en ponerme Kurt y no se aceptaban nombres extranjeros. Sí se aceptaban empresas multinacionales extranjeras, pero nombre, no”. Sus orígenes fueron tan variopintos como su destino. Empezó como jugador de fútbol en Newlls Old Boys. Se destacaba como enganche y tenía un futuro prometedor hasta que un día, allá por el año 2000, quiso entrar al estadio con una bandera de HIJOS. Se lo prohibieron y Kurt se peleó feo con la directiva del club que decidió bajarlo a la reserva. Tenía 24 años cuando su foto dio vuelta el mundo. En la tercera metió un golazo y lo festejó mostrando una camiseta que decía: “Carcel a Videla y a todos los milicos asesinos”. Testarudo, no habían logrado acallarlo pero sí que dejara el fútbol. Desde entonces tuvo oficios varios: albañil, vendedor de limones, artista de circo y escritor ambulante. Descubrió que el arte estaba en su cuerpo no sólo para dibujar gambetas. Empezó a escribir, y editar sus libros que vendía en persona, entregando a domicilio. Un escritor en bicicleta. Las bicicletas hablan mucho de Rosario.
Con ustedes, Kurt Lutman, un laburante todo terreno y militante de la vida.
LCV: ¿Cómo es que tu carrera devino tan variopinta? Supongo que albañil, vendedor de limones y artista del circo tiene que ver con algo de buscavida, pero a lo mejor con el artista del circo combinaste también tu vocación de jugador de fútbol?
—Está bueno ese puente que tejes. Primero, yo creo que todos los oficios por los que pasé tuvieron que ver con poder ganarme el mango y poner la mesa y alimentar a mis dos hijos. Segundo, que ese vínculo que yo creí que no existía entre el arte y el fútbol. Yo de toda mi vida había hecho fútbol, nunca había tenido ninguna búsqueda de expresión artística, más allá de que el fútbol también es un arte, pero digo, lo que es la búsqueda artística tradicional. Un amigo me convenció de que en realidad no estaban muy separados y esto que vos marcaste, que había un lenguaje en el cuerpo que uno podía ir encontrando. Tuvo razón. Yo soy un convencido de que en realidad somos artistas del nacimiento, y que según la sociedad en que crezcamos, la familia, la cultura, nos vamos de a poco haciendo espectadores del arte en lugar de constructores y protagonistas.
LCV: Sí, hacemos lo mismo con la vida.
—Totalmente. Lo mismo que hacemos con la historia de nuestro país. Entonces esa búsqueda de poder empezar a ejecutar, empezar a hacerme cargo de que había todo un lenguaje poético que cada uno puede construir. Empecé a jugarlo y me entusiasmé y terminé convirtiendo un poco esa experiencia de lo que fue la Escuela de Arte Urbano de Rosario, que es la escuela de circo, devenido a poder escribir, y de ahí pude sacar cinco libros.
LCV: ¿Son novelas, cuentos, hay poesía?
—Hay crónicas, hay poesía, hay algunos cuentos cortos. Yo no tengo un modo, no he tomado talleres de escritura. He tenido un poco el arrojo de poder empezar a escribir por el impulso de algunos amigos, y al ver que me gustaba mucho, empecé a encontrar un tono propio. Yo siento que la construcción de esa autoridad interna es muy difícil, ya que tenemos varas demasiado altas en esto de la construcción del arte, ¿no? Ustedes siéntense y miren. Porque hay ciertos escritores, porque hay ciertas escritoras, y porque en realidad para escribir hay que pasar por ciertos lugares y hay que tener cierto estilo, y hay un montón de ciertos, ciertos, ciertos que nos dejan afuera, ¿no? Y lo que termina sucediendo es que las expresiones populares quedan relegadas a como si fuera un arte de segunda mano. Así que yo empecé a jugar con mi arte y la verdad que estoy muy contento.
LCV: El concepto de trabajo en cultura, ¿Para vos cómo es?
—Yo creo que la cultura debe ser remunerada y que es un laburo, y que el laburo es cultura, como bien vos lo marcabas, y que habla de la cultura de un pueblo, cultura como cultivo de la tierra, como esa expresión propia. Yo defiendo mucho lo que es mi laburo con respecto al arte. También esa defensa y ese empoderamiento para poder traducirlo en laburo, siento que tiene que ver con un par de palabras que dije antes, que es la autoridad interna. Cuando uno siente que empieza a querer lo que hace y le da un valor, ya puede poner un valor hacia afuera y decir che, mi laburo, mi trabajo, mi arte vale. Pero eso va de la mano muchas veces de esa construcción de autoridad, porque cuando uno no tiene esa solidez o todavía está medio enclenque, incluso saca libros y los regala porque le da vergüenza cobrarlos. He pasado por ese proceso también. Entonces a mí me parece interesantísimo esto de poder recuperar no solamente la dignidad y la autoestima, tanto con respecto al laburo como con respecto al arte que uno hace.
LCV: ¿Militaste en Hijos por una por decisión propia de acercarte a la gente de Hijos, o tu familia también estuvo atravesada por esa historia?
—No, la particularidad que tiene Hijos Rosario y que tenía en su momento, es que se consideraba hijos de una generación y de una misma historia. Entonces no había una cuestión de necesidad filiatoria o familiar. Yo no vengo de una familia militante, bah, mis viejos no eran militantes, mis abuelos sí, más mi abuelo materno.
LCV: ¿Qué hacía tu abuelo materno?
—Era un tipo que era peón de taxi y laburaba en el sindicato también. También fue delegado del ferrocarril. Fue un tipo que tenía inquietudes con respecto a la justicia peronista. De ahí creo que recojo y recupero un poco la cuestión casi intuitiva de estar dentro de un equipo, en el club que sea, y entender de que hay un salario que si hay uno que no cobra, no tiene que cobrar nadie. Por eso uno se considera parte de un equipo. En ese marco empecé también, porque me han enseñado así mis compañeros, a mirar que no solamente uno juega en equipo dentro de la cancha, sino que pertenece a un colectivo afuera.
LCV: Hace muy poco, en medio de los despidos de los estatales, alguien me aconsejaba que como a mí no me está yendo tan mal que no me angustiara tanto: “deja de mirar tanto el bosque y copate con tu árbol’ me decía, pero no me sale. ¿A vos te sale?
—Yo creo que es necesario por momentos las dos cosas. Creo que es tan avasallante la realidad que a mí me ha pasado que cuando estuve cotidianamente conectado a lo que iba sucediendo en realidad entraba en niveles de temor muy profundo y opté por cerrarme. Y al cerrarme quedé por fuera de una realidad que también me hacía mal. Entonces yo creo que hay una dualidad, un pivoteo, o por lo menos es muy personal, ¿no? Pero que a mí me ha servido mucho, que es entrar y salir de la realidad, porque realmente se me hace muy avasallante. Ver la cantidad de miles y miles y miles de compañeros y compañeras despedidos, y la cantidad de miles y miles y miles de pibes que no morfan. Entonces cuando uno está en estos niveles de angustia no creo que el argumento sea vos que no la pasás tan mal, no tenés que zapatear, sino vamos a cuidarnos, vamos a protegernos donde pueda, pero somos parte de una comunidad que en realidad se hace inviable que uno la pase bien si todo un pueblo está siendo castigado.
LCV: ¿Qué hacemos para que todo esto pare? ¿Le ves salida a esta historia a vos?
—No, la salida que veo tiene que ver con que este gobierno en realidad se interrumpa y termine lo antes posible. No tiene que ver con no respetar la democracia. Una cosa es ser democrático, yo soy democrático y recontra banco las instituciones democráticas y creo que una de las mejores conquistas que hemos conseguido como pueblo es la recuperación de la democracia. Otra cosa es que un desquiciado masacre económicamente a parte de una población, y que uno en nombre de un cierto juego democrático tenga que bancarse cuatro años de gente muriendo en los hospitales porque no hay insumos y porque el tipo no apuesta a lo público. Entonces me parece que el juego democrático incluso, cuando uno habla de democracia, de libertad, que son palabras que últimamente están dando vueltas, bueno no, hay límites. Y cuando la cosa se pone tan peligrosa como se está poniendo, siento que los partidos políticos deberían tomar una decisión drástica que tiene que ver con quitarle el apoyo político a este tipo y dejar de hacerle juego. Hablo también de los gobernadores de las provincias que están siendo cómplices de este desquicio.
LCV: Decime dónde podemos conseguir los libros.
—Los libros en este momento están agotados en papel, porque como no tengo editorial, ni la busco tampoco, por el momento es un laburo autogestivo, suelo reeditar los libros después de que vendo cierta cantidad y últimamente la realidad me impone poder gastar esa guita en poner la mesa en lugar de reeditarlo. Entonces mis libros se están vendiendo solamente hasta el día de hoy en formato digital. Me pueden encontrar en Instagram @kurtlutman. Ya que me pusieron un nombre tan extravagante, lo utilizo para que me puedan encontrar.
Historias de trabajadores
Oda al Pan

Al pan pan, y al vino, vino. El pan nuestro de cada día es también una comunión entre iguales. La enorme simbología del pan nos evoca la sencillez de los básico. Algo tan elemental como el aire para respirar pero con una diferencia esencial: es producto del trabajo humano. Pan es Todo en griego y ‘pasto, grano, alimento’ en Latín. Pan, en definitiva, es Todo lo que necesitamos. Como el amor, la música o la poesía. Así lo describía el poeta Pablo Neruda:
PAN
con harina, agua y fuego te levantas,
espeso y leve, recostado y redondo,
repites el vientre de la madre,
equinoccial germinación terrestre.
Pan,
qué fácil y qué profundo eres.(…)
Ahora, intacto,
eres acción de hombre,
milagro repetido, voluntad de la vida.
Oh pan de cada boca,
no te imploraremos,
los hombres no somos mendigos
de vagos dioses o de ángeles oscuros:
del mar y de la tierra haremos pan,
plantaremos de trigo,
la tierra y los planetas,
el pan de cada boca, de cada hombre,
En cada día llegará porque fuimos
a sembrarlo y a hacerlo.
No para un hombre sino para todos.
El pan, el pan para todos los pueblos.
Por eso, pan,
si huyes de la casa del hombre,
si te ocultan, te niegan,
si el avaro te prostituye,
si el rico te acapara,
si el trigo no busca surco y tierra,
pan, no rezaremos,
pan, no mendigaremos,
lucharemos por ti con otros hombres,
con todos los hambrientos,
por todos los ríos y el aire
iremos a buscarte,
toda la tierra la repartiremos
para que tú germines.
Y con nosotros avanzará la tierra:
el agua, el fuego, el hombre
lucharán con nosotros.(…)
Todos los seres tendrán
derecho a la tierra y la vida.
Y así será el pan de la mañana,
el pan de cada boca,
sagrado, consagrado,
porque será el producto
de la más larga dura lucha humana.
No tiene alas la victoria terrestre:
tiene pan en sus hombros,
y vuela valerosa liberando la tierra.
Como una panadera
conducida en el viento.
Por eso hoy, mientras una multitud marcha por las calles reclamando Pan, Paz y Trabajo, elijo contarles ésta historia.

Juan, el panadero
Había una vez un panadero que dejó huellas con ese bello oficio que hace levitar una masa que huele a rico y sacia los deseos con una corteza crujiente y un corazón blando. Un panadero compañero. Compañero, hermosa palabra que quiere decir, según su etimología “compartir el pan”.
Todavía hoy existe en la provincia de Salta la panadería Riera en Av. Independencia 885, que tuvo otras sedes anteriores en la calle Pellegrini 515, y Lerma 830, hasta llegar a su ubicación actual. No sólo se horneaba el pan, también política y cultura.
Cuenta la leyenda que por allí pasaron el Cuchi Leguizamón junto al Dúo Salteño, Juan Carlos Dávalos y su hijo Jaime. También el poeta español León Felipe aprovechó una visita a Salta para conocer la casa de Riera y el mismísimo Che Guevara fue hasta allí atraído por la entrañable historia del local.
Una historia que comenzó con Juan Riera, quien nació en Ibiza, España, y en 1910 desembarcó con 14 años en el puerto de Buenos Aires. Partió primero a Tucumán en donde fue vendedor callejero de pan y masitas. Luego probó suerte en Salta para trabajar como carpintero en las obras del Ferrocarril Transandino Salta-Antofagasta. Allí se unió a los movimientos obreros que pedían pan y no le daban, conoció a otros inmigrantes anarquistas que fueron expulsados de la provincia por revoltosos.
En 1921 recaló en el ingenio azucarero de San Martín de Tabacal mientras seguía denunciando la mísera situación de los trabajadores tal como lo confirma un informe suyo publicado en el periódico Despertar, periódico anarquista de Salta Capital. La nota le provocó más persecusiones pero ese año tuvo también recompensa: conoció a su compañera Augusta Estanislada Caballerone con quien tuvo diez hijos para finalmente casarse 40 años después, en 1960.
Juan Riera tuvo una larga trayectoria libertaria, participando de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) y a la Federación Obrera Local Salteña (FOLS), agitando en los ingenios y nutriéndose de los textos publicados por las publicaciones Ideas, El Coya o La Antorcha. Trabajó para la creación de un gremio de panaderos y fue parte de los miles de anarquistas que se movilizaron por la liberación de Sacco y Vanzetti.
Sobrevivió a la cacería de los años 30, luego del Golpe de Uriburu, trasladándose de una ciudad a otra, hasta que logró instalar a su familia en Tartagal. Junto con otro anarquista de apellido Sánchez, Riera recorrió desde la ciudad de Tartagal hacia el sur de la provincia montado en una zorra tranviaria que le facilitaron trabajadores ferroviarios que conocían su trabajo en el Huayquitina. De este modo, recorrieron varias entidades gremiales y colaboraron con su reorganización tras el final de la dictadura militar. En este viaje además trabó contacto con el panadero anarco-comunista Nicolás Moskalenko, un militante ucraniano que afirmaba haber conocido al mismísimo Kropotkin y quien incorporó a Riera de inmediato a trabajar en su panadería de la localidad de Ledesma, labor que alternó con otros empleos.
A fines de 1932 se encontraba instalado nuevamente en la ciudad capital de Salta junto a su familia y a partir de allí se desempeñó continuamente como panadero donde formó parte de la Sociedad de Resistencia de Obreros Panaderos. Fundada en 1887 por el anarquista Ettore Mattei, cuyos estatutos, redactados por Errico Malatesta sirvieron de modelo para otras sociedades de resistencia creadas por anarquistas, como los zapateros, los zingueros, los mecánicos o los carpinteros.

Por entonces estuvo una semana detenido por interrumpir una obra teatral cantando el himno anarquista “Hijos del pueblo”. Solidario con los presos sociales, los domingos vendía sus panificados cerca de la cárcel de la ciudad de Salta, donde regalaba masas a los parientes de los presos políticos y las envolvía con el periódico La Protesta, para que de esta manera los confinados tuvieran acceso a la prensa anarquista.
Sus hijos mantuvieron viva su memoria y también sufrieron la persecusión de diversas dictaduras. En 1972 fuerzas militares irrumpieron en su casa durante la noche y dos de sus hijos, Juan Jose Riera y Floreal Riera, fueron detenidos e incomunicados por varias semanas. En 1976 su hijo Floreal Riera fue nuevamente secuestrado durante casi dos meses. Gracias a la gran presión social generada por su familia, Floreal fue liberado, pero falleció 8 años después por las consecuencias psicológicas de la tortura a la que había sido sometido.
Su padre, el anarquista Juan Riera había fallecido dos años antes, en 1974. Ya era una leyenda, gracias a ésta cancón que le dedicó el Cuchi Lequizamón: Juan, el panadero.
Columna de Laura Giussani Constenla leída el 6 de agosto de 2024 en LCV-Historias de Trabajadores (larz.com.ar lunes, de 18 a 20)


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