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Opinión

Algo, tal vez/ por Hernán López Echagüe

Algo se espera. Siempre, a cada instante. Sin proponérselo, y mucho menos saber qué, algo se espera. Que ocurra algo que valga la pena que ocurra. Un algo que, al menos, digamos, tenga algo de ocurrencia. De ingeniosidad. Un algo que cause impresión, y por qué no algún desbaratamiento.

El algo vacío, seco, insípido, es algo insoportable. Hace mil años que ese algo que se espera no ocurre. Y al parecer nunca ocurrirá. O quizá el algo a veces ocurre, pero de tan algo que es queda en eso: simplemente un algo. Una realidad nebulosa sin identidad ni determinación. Hay algo de ausencia en ese reposo a la espera de que algo ocurra.

¿Te debo algo? Algo le pasa. ¿Hay algo que quieras saber? Algo me dice que hay algo que no me cierra. Algo anda mal.

Acá me dice Silenzi que el famoso algo es uno, que uno es un algo, y un algo por completo diferente al algo de uno son los otros algos. Que si los algos se reúnen, meta charla y complicidad, se convierten en algunos, y cuanta más charla y reunión y complicidad, más y más algunos. Y entonces no deben nada y no hay algo que no cierre.

Salvo, desde luego, esos algos cajetillas que sí, ellos sí, algo habrán hecho.

Exclusivo LCV. Noviembre de 2024

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‘Toto’ Caputo y Sturzenegger: una vieja pelea de borrachos, por Hugo Asch

Luis Caputo y Federico Sturzenegger no se caen muy bien. En realidad se detestan, desde hace años. Cuando Milei nombró ministro al endeudador serial eyectado del gobierno de Macri por pedido de la directora del FMI Christine Lagarde –harta de ver cómo los dólares se fugaban para salvar a sus amigos timberos–, y además sumó a ‘El Coloso’ para dar luz al infumable bodoque de la ‘Ley Bases’, ambos enemigos íntimos acordaron un pacto de no agresión.

Caputo no hablaría mal públicamente sobre la ley bodoque y sus infinitos proyectos de regulación. Sturzenegger no criticaría en los medios su política económica. Dos caballeros.

En privado y dentro del gobierno se mataban, sin piedad. A veces, Federico –que hace años sueña con robarle la sillita a Toto– no puede con su incontinencia y habla de más. La última vez, hace apenas diez días, en el ‘Bloomberg Regulatory Forumel’. Allí Sturzenegger se dejó llevar como un adolescente y aseguró: “Muy pronto Argentina tendrá un tipo de cambio flotante”. Es lo que exige desde siempre el FMI, donde Sturzenegger juega de local. Por supuesto a Caputo –mala palabra en el FMI desde 2018–, y mucho más a Scott Bessent, esa declaración les cayó gordísima. Lo obligaron a desmentirse públicamente en su cuenta personal. “De ninguna manera quise expresar la posibilidad de un cambio de régimen cambiario o que las bandas pudieran modificarse. Argentina tiene un esquema de bandas que se amplía con el tiempo y que podría permitir, eventualmente, una transición ordenada hacia la flotación”, mintió Federico, furioso por dentro. Caputo, muy pegado al Tío Scotty y su Tesoro, pelea con furia para salvar el pellejo en esta coyuntura. Ya es personal. No quiere dejar vacía la silla que ambiciona Sturzenegger y para eso movió sus fichas. Logró –junto a su sobrino Santiago Caputo–que Milei nombrara a su amigo, mano derecha, ex colega en el J.P. Morgan y secretario de finanzas Pablo Quirno en la Cancillería, en reemplazo del renunciado Werthein. De esta manera suma poder en el nuevo gabinete. Mató a dos pájaros de un tiro. Lo deja a Guillermo Francos –que quería nombrar canciller a Daniel Scioli– pedaleando en el aire. Y borra del mapa a su enemigo íntimo Sturzenegger, que ya le había mostrado su flamante plan económico con dólar libre hasta a los choferes del ministerio.

De todas maneras, esas movidas ‘geniales’ pueden quedar arrasadas por la dura realidad de los votos. Si pierden mal las elecciones y Trump cumple su promesa, deja la cancha y se lleva la pelota, chau. Se terminó el partido. Tal vez haya definición tirando una monedita al aire, al estilo Anton Chigurh en ‘Sin lugar para los débiles’. Eso le encantaría al Coloso del dólar libre, el pollito del FMI. Es su chance.

Wow. Estos dos muchachos no se quieren nada. Pero, ¿cuándo nació ese odio mutuo? En tiempos de Macri, cuando los brotes verdes no aparecieron, los dólares se iban en autopista, el barco se hundía y el gobierno decidió ir al FMI para que les tirara un salvavidas. ¿Se acuerdan de Marcos Peña, el Jefe de Gabinete de Macri que tenía el manejo total de la cosa política, un bonito ejército de trolls y una suegra kirchnerista? Bueno, resulta que antes de la foto de la insólita conferencia de prensa del 28 de diciembre de 2017 –cuando Peña, acompañado por los ministros Dujovne y Caputo le intervino el Banco Central a Sturzenegger y cambió la meta de inflación para 2018 del 10 al 15%– hubo reuniones muy tensas. Discusiones fuertes y, en especial, una frase que el coleccionista de muñequitos de ‘Star Wars’ tiene todavía grabada debajo de su calva:–Mirá Federico… –dijo Peña con tono suave, levemente canchero–, la verdad yo no entiendo mucho de Economía. Pero esta gente que está conmigo sí sabe y dice que lo que estás haciendo está todo mal. Dujovne mantuvo su gesto neutro, inexpresivo; el mismo que tenía cuando posaba en la tele con el cartelito ‘No volvamos al fondo’, y luego en sus encuentros formales con Christine Lagarde. Caputo acomodó su flequillo y sonrió con su cara de póker habitual. Disfrutaba el momento. Sturzenegger se quería morir. Aguantó, hasta que todo estalló por los aires y le dejó su silla en el Banco Central a Caputo, uno de sus verdugos, el jueves 14 de junio de 2018. Desde entonces Federico, el hombre de los dos defaults –muy pronto tres– se la tiene jurada a Toto, la piedra financiera contra la que el país insiste en tropezar.

Caputo resiste a todo, y no pierde oportunidad para reafirmar su optimismo panglosiano: “El lunes 27 no va a cambiar nada. Yo estoy más que cómodo con el dólar a 1.500 pesos”, cancherea, como cuando nos dejó su frase inmortal en la Universidad Austral: “Si tenés pesos y sabés que está baratísimo comprá campeón, no te la pierdas…”.

El tipo es insaciable. Tomar deuda pública le da vida, aumenta su ego personal y algunas cuentas, también personales. Sueña con zafar, mantener el cargo y poner en marcha un canje de deuda similar al ‘Plan Brady’ de los ‘90 con su amado J.P.Morgan, club donde jugaron él y todo su equipo. El flamante canciller Quirno lo anunció en su cuenta de X. La criatura que vendrá con un pan y jugosas comisiones bajo el brazo, fue exóticamente bautizada como ‘Deuda por Educación’. Quirno habla de aportes para el sector de Educación, al que en el nuevo presupuesto habían recortado en más del 50%. Que audacia extraordinaria. Entre tantos guiones de ficción, de pronto sonó la palabra de un duro. El economista ultraliberal tucumano Ricardo Arriazu, sin anestesia advirtió: “Si las elecciones salen mal, se acaba la ayuda de Estados Unidos, ¿y a cuánto se va el dólar? A cualquier nivel…”. Lo había dicho así, con todas las letras, durante un almuerzo en el ‘Rotary Club’, hace un par de meses: “Si devalúan se acabó todo, se cae todo, chau Milei”. Eso destruiría el único ‘valor’ que el gobierno de Milei puede mostrarle a sus votantes y a sus jefes al norte del Río Grande: el dólar barato más caro de la historia de la humanidad, y la falsa sensación de estabilidad con inflación baja. Será la Gloria o Devoto. Para Caputo: Devoto, o Ipanema al sol otra vez, como en esa vieja foto en 2018, a salvo de la corrida, con los brazos en cruz.Para Sturzenegger: Devoto, o mudar a su oficina de profesor de Harvard la colección de muñequitos de ‘Star Wars’ y seguir jugando en la Liga FMI. La moneda de Anton Chigurh girará en el aire el próximo domingo, compatriotas.

Que lindo que caiga cruz, para ambos.

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Bailando sobre las ruinas, por Federico Lorenz

Del bombardeo de agresiones que vivimos desde 2023, el recital de un payaso que no maneja sus facultades no es el menor, y no será el último. Baila sobre la gente que no come, sobre los médicos del Garrahan, sobre los científicos, sobre los jubilados, sobre las escuelas desfinanciadas, baila sobre el futuro de nuestros hijos hipotecado por su política económica.

Baila sobre las ruinas de este país a cuya cabeza llegó por el voto de compatriotas hastiados y esperanzados. Podía entenderlo en 2023, me cuesta mucho más aceptarlo ahora. Porque ese baile alejado de la realidad es el símbolo de miles de personas que no les importan nada más que sí mismos.

Milei es un problema, pero no el principal. Claramente Milei es un enfermo, y da entre vergüenza y pena. Pero hay un montón de personajes calculadores que lo sostienen por distintos motivos. Esos son el auténtico peligro, porque queda a la vista que con tal de mantener sus privilegios y negocios van a seguir a este demente hasta donde vaya.

Más de uno de nosotros le ha seguido la conversación a alguien que ha perdido la memoria, que vive en su propio mundo, y, supongo, es algo humano, y hace a la vida. Pero esas personas a las que acompañamos en su viaje por los reinos de los hilos sueltos de sus mentes no gobiernan. De sus “viajes” no dependen millones de personas.

El que acompaña esta locura, trabaja para la muerte. Y solo los fascistas aman la muerte.

(Tomado del facebook del autor)

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“No canten victoria”, por Oscar Taffetani

Mi amigo Pachi, bautizado en Mar del Plata José Manuel Díaz Rodríguez, en 1952 y asesinado por la triple A en 1975, solía hacer la V con dos dedos mochos de su mano derecha y repetía “¡No canten victoria!”.

Lo decía en medio de la primavera camporista de 1973, cuando el Sheraton de Buenos Aires estaba por convertirse en hospital de niños (sic) y a la Casa Rosada la iban a custodiar no los Granaderos, sino los Montoneros (sic).

Pachi había perdido dos medias falanges de su índice y mayor cuando intentaba avivar la mecha de una bomba de estruendo un 9 de Julio, en un pueblo de provincia. Imprudencia adolescente. Aún tengo nítidos en la memoria sus dedos mochos en V y su advertencia de 1973, con un presagio que poco después comenzó a cumplirse.

Me vino esto a la mente (hagan ustedes las asociaciones que quieran) cuando vi a mucha gente celebrando el derrumbe del candidato Espert (algo que no me conmueve en lo más mínimo) y cantando una victoria anticipada -por 20 puntos o algo así- en las legislativas del 26/10. Ahì se me aparece Pachi, con sus dedos mochos en V.

Deseo profundamente diputados y senadores que a partir del 10/12 comiencen a limitar, a corregir y a revertir las políticas del Advenedizo (de algún modo hay que llamarlo), que son mucho más dañinas para la patria que las algaradas del candidato Espert y la revelación de sus ocasionales socios o padrinos.

No importa si con “pato rengo” o con muletas o con andador. Defendamos la democracia y la institucionalidad. Defendamos el (duro) aprendizaje que hemos hecho del ’83 para acá.

¿Narco Estado? ¿Coimas? ¿Financiamiento espurio de la política? ¡Chocolate por la noticia! Bienvenidos a la realidad mundial.

El tema no es sólo contar o describir lo que pasa (ya los medios hacen su negocio con eso), sino ver qué hacemos nosotros (los argies, los incorregibles) con eso que pasa.

Ya está, lo dije.

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