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Tecnofeudalismo. Otra trama empieza, por Laura Giussani Constenla
Este año se publicó en español un libro titulado Tecnofeudalismo de Yánis Varoufakis, ex ministro de Economía de Alexis Tsipras cuando la izquierda llegó al poder en Grecia y terminó renunciando por disidencias con el presidente sobre cómo responder a las presiones hegemónicas. Sobre sus memorias está basada una excelente película de Costa Gavras, A Puertas Cerradas, de 2019, en donde se ventilan las negociaciones que sufrió la izquierda en el gobierno esa primavera de 2015 (recomendadísima peli para entender un poco más de lo que sucede cuando los cambios radicales terminan siendo no tan radicales).
En Tecnofeudalismo, el ex ministro hace un análisis de los nuevos medios de producción en el siglo XXI, haciendo un paralelismo con el último gran salto del Feudalismo al Capitalismo, cuando la tierra deja de ser la principal proveedora, para pasar a la producción industrial como protagonista del sistema económico.
Varoufakis sostiene que entramos en la era del Capital de Plataforma. Por el cual se produce la magia de que hoy el poder de la economía no reside más en aquellos que producen ‘cosas’ sino en las grandes plataformas digitales como Amazon, Google, Microsoft, etc.
Más allá del increíble avance tecnológico, Varoufakis ubica esta gran revolución en la crisis del 2008, con una depresión del consumo a nivel global que provocó un cambio inesperado hacia inversiones inmobiliarias y sobre todo tecnológicas. El resultado de este viraje produjo que un increíble crecimiento del capital accionario de estas empresas digitales que se encontraron como dueños de una herramienta con posibilidad de influir en el comportamiento y obtener rentas. “Un punto de ruptura en el funcionamiento tradicional del sistema capitalista. Y esto ocurrió de forma totalmente accidental: un caso clásico de consecuencias imprevistas, que no contó con la intención explícita ni siquiera de las propias empresas tecnológicas.”dice Varoufakis y agrega: “Ahora, tenemos bienes de capital que no se crearon para producir, sino para manipular comportamientos. Esto ocurre a través de un proceso dialéctico mediante el cual este selecto grupo de grandes empresas tecnológicas incita a miles de millones de personas a realizar un trabajo no remunerado, a menudo sin ni siquiera saberlo, para reponer el núcleo patrimonial de su capital de plataforma. Se trata de un tipo de relación social esencialmente diferente.”
Si bien algunos consideran este tipo de miradas como pensamientos post marxistas o postcapitalistas, allí está el ex ministro griego a desmentirlo. Sostiene que se basa en el marxismo básico según el cual hay que analizar el funcionamiento de los medios de producción de capital para entender el funcionamiento de una sociedad. No estaríamos exactamente en una etapa post capitalista, sino más bien en un estadio del capitalismo totalmente ajeno a todo lo que conocíamos hasta ahora. Un capitalismo recargado, en el que el único objetivo es acumular capital y no producir bienes, que, además, presenta algunas formas feudales de organización.
“Si observas Amazon.com, te das cuenta de que no es un mercado. Es un feudo digital o de capital de plataforma. Comparte ciertas características con los feudos de antaño: hay fortificaciones a su alrededor, hay un «señor» que lo posee, etcétera. Pero, a diferencia de estas estructuras premodernas caracterizadas por la preeminencia de la tierra y la existencia de meros cercamiento físicos, los feudos en la nube se construyen mediante el capital de plataforma y funcionan mediante un sofisticado sistema de planificación económica, un algoritmo que habría sido el sueño húmedo del Gosplan, el ministerio de planificación soviético.”
Caramba! Cómo es que llegamos a esta mención del sistema soviético de producción como algo parecido al feudalismo digital? Ahí va la última cita que les propongo, porque hay que masticar y digerir tantas ideas.
Dice Varoufakis: “Recordemos que la cibernética se desarrolló en la Unión Soviética. Los soviéticos utilizaban el término «algoritmo» para referirse a un mecanismo cibernético, que sustituiría a los mercados por un método diferente de adecuar las necesidades a los recursos. Si el Gosplan (el comité estatal encargado de la planificación económicaen la Unión Soviética) hubiera tenido a su disposición la sofisticación tecnológica de, por ejemplo, el algoritmo de Amazon, entonces la URSS bien podría haber sido una historia de éxito a largo plazo. Hoy, sin embargo, los algoritmos no se utilizan para proceder a la planificación en nombre de la sociedad en general, sino con el fin de maximizar las rentas generadas en la nube por el capitalismo de plataforma para sus propietarios. La reproducción del capital de plataforma, así como de los feudos digitales en la nube que este erige, destruye no sólo la competencia mercantil, sino también mercados enteros. Entonces, el plusvalor residual producido en el sector capitalista convencional (fábricas y similares) es objeto de apropiación en concepto de renta capturada en la nube por los propietarios del capital de plataforma. De este modo, el beneficio queda marginado y la acumulación de riqueza depende cada vez más de la extracción de renta mediante el capitalismo de plataforma.”
Pah! Tomemos aires. Oohhhmmm. ¿Qué significará todo esto? Cada cual que lo entienda como crea o pueda. Yo les cuento la idea, o mejor dicho la ‘sensación’ que me quedó (la palabra idea me estaría quedando grande, ya llegará).
Me suena a que el Capital,de la mano de la tecnología, se convirtió en un especie de Allien. El bienestar general por el que bregaban las distintas ideologías de los últimos dos siglos (socialismo, anarquismo, capitalismo, comunismo) es un valor herrumbado. Hoy el poder no se rige por esos parámetros, el bien general ya no está en juego. El sujeto se convirtió en objeto de otro juego, el que juegan los dueños de las plataformas.
Significa esto que se terminaron las ideologías? No, claro que no. Consultado sobre Ellon Musk y su aparición en la política mundial, nuestro ex ministro griego sostiene que a “Musk lo mueve la ideología: a diferencia de Bezos o Gates, cree de verdad que es una fuerza del bien.”
Un poco mesiánico el hombre. El bien común ya no es una construcción colectiva sino individual, él es la representación del bien. Solito su alma. Acaso obedece a un ser superior? Ni eso. Si vamos a retroceder al feudalismo de algún modo, podemos agregarle esta visión religiosa, nos movemos por poderes tan ocultos como ‘las fuerzas del cielo’. Quizás, empujados por un sólo sujeto jugador, el Señor de las Plataformas, que nos convirtió en meras fichas del tablero. Vivimos un tiempo desolador en los que es difícil sentirnos sujetos protagonistas de la historia. Empezamos a sentir, como diría Borges: “Qué Dios, detrás de Dios las trama empieza…”
Te puede interesar la entrevista completa a Yanis Varoufakis de diario.red:
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Italia ¿Qué es ‘Progetto Sur’? Frente a la indiferencia de los Estados, la solidaridad de los pueblos
Hace unas semanas nos internamos en la nueva realidad italiana. Esa que no se ve pero existe. La que une pasado, actualidad y futuro. Comenzamos con una entrevista a Enrico Calamai, quien en tiempos de dictadura en Argentina fue uno de los protagonistas invisibles de una epopeya: dar refugio y salvar la vida de unos 300 argentinos a pura convicción y coraje, quien hoy es un referente de los Derechos Humanos con una pequeña organización, “Mani Rosse”, que cada jueves pintan sus manos de rojo sangre para recordar a los muertos de un mundo injusto: migrantes ahogados en el Mediterráneo, víctimas de guerras y hambrunas, aquellos ‘condenados de la tierra’ de la que nos hablaba Frantz Fanon.
Continuamos conversando con los directores de “Resistenza-Historia del exilio argentino en Roma”, quienes nos llevaron a los años de plomo, en los cuales centenares de miles de argentinos debieron huir del país con lo puesto y aún así crearon redes de solidaridad, amor y denuncia internacional en los países donde posaron sus huesos, con culpa, dolor, angustia.
El documental puso el foco en Italia y pudo realizarse gracias a la colaboración de un grupo de jóvenes italo argentinos que forman parte de una organización llamada ‘Progetto Sur’. Tirando de la punta del ovillo, llegamos a ellas, Claudia Gatti y Romina Cozzanti, referentes de la asociación, nacida después del 2001, que contactó con aquella huella creada en los años setenta-ochenta y hoy trabajan por la colaboración de dos pueblos unidos por historia y cultura. Cambian los tiempos, las formas, la política y la tecnología. Llegan las pandemias y otras calamidades desconocidas, pero aún queda la esperanza de un mundo mejor.
Aquí, la última entrevista de lo que podemos considerar una trilogía: revisitando exilios, mirando el mañana.
Este Planeta Giussani hace lo posible para entenderse con ese Planeta Tierra con la Inteligencia Artificial a flor de piel. Aún así, no lo logramos. La comunicación es entrecortada. Cuarenta minutos nos dan. Quién puede hacer algo en sólo cuarenta minutos cuando hay tanto para hablar, conocer, descubrir, pensar. Vaya, entonces, esta segunda parte con Romina, a quien dejamos sin palabras.
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Entrevistas
“El exilio dejó huella en Italia”. Entrevista a los directores de Resistenza
Después de su recorrido por Festivales, Salas y otros espacios de Italia y Argentina, “RESISTENZA (historias del exilio argentino en Roma)” está disponible desde el 13/11/25 en la plataforma OpenDDB: https://openddb.it/film/resistenzaargentina/
Un documental que explora los modos que adquirieron la sobrevivencia y la denuncia internacional durante la última dictadura militar. Más allá de la tristeza, el desarraigo y las dificultades económicas, los exiliados argentinos diseminados por el mundo tendieron redes de solidaridad y realizaron un trabajo tenaz dando a conocer las violaciones a los Derechos Humanos en Argentina. No sabían, en ese entonces, que se estaban convirtiendo en protagonistas de un movimiento que dejaría sus huellas a futuro en los países que los acogieron, gracias a una forma de lucha silenciada por el régimen pero que perduró, con amor y creatividad hasta el día de hoy.
En Italia nació una organización italo-argentina, Progetto Sud. En torno a ellos crecen, desde el pie, nuevas formas de acción en un mundo cada vez más violento y fraccionado. Ahora las murgas argentinas son un símbolo en toda manifestación por la paz y la justicia en Roma
LCV conversó con los directores del documental “Resistenza, historia del exilio argentino en Roma”, Mónica Simoncini y Omar Neri. ¿Por qué Roma? ¿Qué dificultades encontraron? ¿Cómo es trabajar como documentalista hoy? La culpa como trasfondo de estar vivo, la política no cultural de Milei y más.
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Planeta Giussani/ Houston, tenemos un problema
El 13 de abril de 1970, una frase entró a la historia. Creíamos que la humanidad tenía el poder de conquistar el universo todo. Naves intergalágticas surcaban el espacio. Estados Unidos ya había plantado bandera en la luna. Una nueva misión tenía al mundo en ascuas: el Apolo 13. Todo iba bien hasta que una serie de luces desconocidas y una explosión de origen ignoto obligó a la tripulación del Apolo a llamar a la base en tierra. El mensaje fue claro y conciso: “Houston, tenemos un problema”.
Desde entonces, cada vez que ocurre un imprevisto de difícil solución e incierto origen, apelamos a aquellas palabras de desesperación controlada con las que el astronauta del Apolo 13 compartió su alarma. Y sí, hoy, apelamos una vez más a ella: Houston, tenemos un problema.
Este domingo, la política argentina vio los destellos de luces jamás imaginadas y alguna explosión agitó los ánimos. Qué había pasado?
De manera inusitada, los hermanos Milei, en el peor momento de su gobierno arrasaban en casi todas las provincias, incluída la provincia de Buenos Aires, donde había sufrido una derrota aplastante pocas semanas atrás.
El desconcierto invadió a propios y extraños. Quizás pueda decirse que, de una forma u otra, salvo los Milei, perdieron todos. Y cuando digo todos, digo también la derecha. Curioso ¿no?
Desde el mes de agosto, incluso los medios ‘amigos’ del gobierno se dieron vuelta. Por primera vez se los veía a Feinman, Viale, Laje y hasta Trebucq, entrevistando de manera incisiva al presidente de la Nación. El escándalo Sapagnuolo, el 3% de Karina, las relaciones narco de Espert, eran tapa, día tras día.
Las redes estallaban con incomprobables brotes psicóticos de Milei. Hablábamos de un Plan B en marcha, mientras otros directamente mencionaban un operativo destituyente. Las elecciones intermedias parlamentarias se habían convertido en un referendum: Milei sí o no. Todos tensaron la cuerda. Blanco o negro. Milei o Kirchnerismo, representado por Cristina y su hijo.
El desdoblamiento de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires le dieron aire a Kicillof, al no ser una consulta nacional, pudo mostrar el mapa político de el bastión peronista por excelencia. Seguía siendo peronista, es más, kicillofista.
Lejos de retroceder frente a una embestida política, mediática y hasta empresaria, el gobierno fue por más. Más represión, más ajuste, más agresión contra los ejes más sensibles para la población: salud, universidad, discapacitados, jubilados. ‘Ni un paso atrás’ decía Mussolini en pleno liderazco.
Los politólogos y periodistas, encargados de ‘leer’ el mensaje de la ciudadanía, se agarraban la cabeza. La derrota era el número ganador. Hagan sus apuestas señores, quien gana y quien pierde?
Perdimos todos.
Es que había ocurrido un imprevisto, un destello de luces violetas y una explosión: Donald Trump se metía en la campaña. Prometía una salvación económica sí y sólo sí Milei ganaba las elecciones.
Lejos de autoflagelarnos con las responsabilidades de cada uno de los protagonistas, y mucho menos de pensar que de la noche a la mañana el pueblo argentino decidió apoyar la represión a los jubilados, hacer aparte las exigencias del Garraham, reirse de los discapacitados, y escupir sobre la cabeza de centenares de miles de desocupados por un plan económico que detruye la industria junto con el Estado, esta vez, yo prefiero no creer. Prefiero no creer que se fascistizó el electorado de tal modo. Así que busco otras razones.
¿Y si el voto hubiera sido más sensato de lo que pensamos? Qué había enfrente a Milei. Si perdía, caía el gobierno, eso era lo que todos esperábamos con cierta euforia. Y si caía el gobierno ¿qué pasaba?
Posiblemente el electorado pensó: Houston, estamos en problemas.
Y aquí entra el factor Trump. Aceptar el manotazo de ahogado de Trump quizás era lo más pragmático porque si no era eso ¿qué? Sólo se veían dos opciones y ambas significaban ‘volver’. Al peronismo o al macrismo. Por si no hubiera quedado claro con la victoria de un personaje indefinible, nadie quiere volver a sentir el hastío de los mismos discursos vacíos. Quizás la sociedad está pidiendo a gritos dar vuelta la historia, no volver sino ir.
Una vez más, invito a nuestros lectores y oyentes a pensar que no vivimos en un mundo aparte. Y el mundo, lamentablemente, hoy tiene como protagonista a otro esperpento al que todos hacen reverencia, cruza fronteras, se adjudica paces incomprobables, extorsiona con los impuestos a países de distinta índole. No queremos reyes, pero tenemos un emperador cuyo parecido con American Dad, es preocupante.
Por más que nos dediquemos a analizar de manera pormenorizada los errores de cada partido, partidazo o partiducho, lo que pasa en Argentina no es ajeno a lo que pasa en el mundo. Quizás Milei entendió eso y anda viajando de acá para allá, sembrando su demencial teoría anarcocapitalista en tiempos de tierra fértil.
Parace antiguo, pero la solución quizás no es sólo nacional. Que avance el internacionalismo, pues. Porque más allá de consignas perimidas como “Patria sí, Colonia no” o recordar “Braden o Perón”, el mundo entero está sufriendo un terremoto económico y moral. Las Colonias ahora son ‘países aliados’ y el entramado económico crea fronteras tan volátiles que resulta imposible analizar con la rigidez a la que estábamos acostumbrados.
No somos el peor país del mundo, son tiempos de una humanidad que ya no puede llamarse humana. Bombas, drones, hackers, ataques cibernéticos, enemigos más virtuales que reales.
Por eso, LCV también anda relojeando lo que pasa aquí y allá. Y, por ahora, parece que nadie se salva solo, tampoco a nivel internacional. Ningún país podrá enfrentar las fuerzas de este post capitalismo cínico y voraz.
Si volvemos al chiquitaje interno, y sí, el baile de Cristina en el balcón al conocerse que perdió el peronismo en la provincia de Buenos Aires fue lo más parecido a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Pero no son Cristina ni Kiciloff el problema. Ni la izquierda ni los tibios ni los progres nisiquiera la derecha de buena o mala fé. Levantemos la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de acusarnos y empecemos a construir, y a coordinar con quienes están sufriendo tanto o más que nosotros.
Son tiemos difíciles, para todos, sobre todo para los que todavía tienen algo que perder. Esa clase media apedreada que se niega a bajar al séptimo círculo del infierno. Pero hay medio país que sabe que es difícil bajar otro peldaño. No son necesariamente gorilas, ni idiotas, ni todos los epítetos que se les ha endilgado en estos días. Muchos desposeídos apostaron a los hermanitos medio locos. Quizás por empatía. Hartos de ver tantos políticos racionales y nobles que los han llevado a la ruina.
Sigamos pensando y construyendo una sociedad más justa, desde abajo, simplemente como personas, aprendamos a escucharnos, dejemos atrás ese fugaz poder que puede dar una diputación o una secretaría.
Entre tanto, la vieja política tiembla. Cuando pase el temblor ojalá que nos encuentre más fuertes, libres, sinceros. Quizás desorganizados, quizás no unidos, pero dispuestos a llevar adelante las luchas en las que muchos estamos desde hace tiempo y sentimos que son robadas por representantes que no nos representan. La unidad no es todo en la vida. Seamos miles de luces, miles. Miles de fogatas, miles. Ya nos encontraremos de manera natural en un momento histórico en el que valga la pena escucharnos sin insultarnos.
Columna de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 27 de octubre de 2025.
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