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Lorena Álvarez: “La crueldad existe hace años. Hoy estamos descubriendo un nuevo nivel de crueldad desde el gobierno”.

La periodista y columnista de Panamá Revista y la revista Supernova, Lorena Álvarez, reflexiona sobre la evolución de los espacios culturales y la transformación de la vida social a través de las décadas. Desde los bares y recintos donde se forjaban conexiones y recuerdos en tiempos de juventud, hasta las complejidades del presente que reflejan una sociedad cada vez más marcada por la crueldad y la falta de límites, la periodista ofrece una mirada crítica y nostálgica de quienes han sido testigos y partícipes de una cultura en constante cambio. En su conversación, se cruzan temas como la música, los romances, los cines de antaño, y la cultura popular que sigue modelando las identidades, tanto de los jóvenes como de las generaciones pasadas.

LCV: “¿De dónde viene esa retro? ¿La mirada tuya sociológica acerca de estos bares y los lugares de diversión, cómo viene?”

Lorena Álvarez: “Me crié frente a una estación. Yo nací en Caballito, pero me crié en Ballester y me crié frente a una estación. Y tengo una amiga que vivía muy cerquita, la vuelta sigue siendo amiga mía, y nos encantaba escaparnos, tomarnos el tren e irnos a Retiro. Todo empezó llegando a Retiro, y ahí es más cuando empezamos a crecer. Ya de Retiro nos íbamos a Corrientes. O sea que desde muy chica. Y de hecho, los sábados la gran actividad de mis papás era traernos al centro, cine. O sea que de muy chica, yo me metí y yo decía, quiero esa vida cuando sea grande. Claro, cuando empecé a ser más grande, esa vida se empezó a pagar, pero yo ya la empecé a ver de más chiquitita. Y no sé, captaba muchísimo la vida. El Palacio de la Papa Frita, la Paz, es increíble, pero yo conocí quien fue mi marido de toda la vida en La Paz. Ya era casi La Paz decadente, pero yo sabía que lo iba, y donde podía conocer al amor de mi vida, que no fuera en un bar. Y yo voy a decir otra cosa, empecé a salir muy chica. Viste que a los 15, 16, las chicas ya parecemos mucho más grandes. Entonces teníamos como la puerta abierta a un montón de lugares que uno podía ir a. Le decías a tu mamá que ibas a bailar al barrio, y nos tomamos el tren y rajábamos para el centro.”

LCV: ¿Cómo puede ser que dos personas, que tenemos una diferencia de edad interesante, en el medio hayamos disfrutado de lo mismo?

Lorena Álvarez: “El Samobar era un lugar de poesía. Pensemos, porque iba gente de 30 y pico, 40, y iba gente más joven. Entonces eso hizo que se amalgamaran dos generaciones. Porque me pasa que tengo otras amigas que también tienen mi edad, que también fuimos, y conozco gente más grande que vos, que también iba. O sea, digo, recordemos que los 90 tuvieron un dejo de también una gran nostalgia por los 70 y por los 60 musicales. Y en los 90, tuvieron esa cosa muy fuerte del blues que después no pasó nunca más. Acordate, los tipos que venían a tocar a Buenos Aires, como un a un la mar en coche, pero Viv Kin venía cada 6 meses a tocar.”

LCV: En una nota anterior pasé la petrolera Bugi Bugan, por supuesto pasé el remolcador…

Lorena Álvarez: “Mirá, te voy a contar una anécdota. El día que tocó la petrolera, me acuerdo que ese día cayó Jorge Lanata. Sí, cayó Jorge, dos en el mismo lugar. Estaba con el Ruso Verea, y estaban por grabar algo, no sé qué era, para un documental que después yo me quedé charlando con Lanata.”

LCV: Hay todo un laburo, ¿eh? Digamos, para haber destrozado toda esa cultura, no la cultura de los libros de la calle Corrientes, de los libros hurtadillas que se prestaban, de la gente que llevaba sus libros y los canjeaba. Incluso en las mesas de los bares, ¿eh? De eso hay una destrucción. Yo creo que hay una destrucción sistemática e intencionada de romper una vida cultural que hacía que nos igualara realmente. Yo creo, y recuerdo mucho mi generación, que es la generación de los 70, recuerdo lo transversal que era la lectura de un poema, la lectura, el pasarse los libros. Digo, era tan transversal como el sistema de militancia que teníamos…

Lorena Álvarez: “Mirá, me parece que hay un corte que tiene que ver mucho con mi generación. Ahí lo incluí a Pablo, o sea como generación, porque los X hemos sido pésimos transmisores de cultura. Hoy debe haber muchísimos más títulos universitarios, doctorados, máster, la gente va mucho más a la universidad. Pero pensemos en mis abuelos, mi abuelo es del 25, mi abuela del 28, mi mamá es muy joven, de los 50. Bueno, esa generación, mi abuelo, que de haber terminado sexto grado, era muchísimo más culto en términos de cultura general. Escuchaban a Antonio Carrizo, a Larrea. Las familias, había una cosa de la tradición oral. Yo todo el cine argentino que vi, lo vi gracias a mis abuelos y mucho cine gracias a mi mamá. Y ese cine que vi por ahí de chica, que ahora cuando lo vuelvo a ver digo, ‘Che, pero me hiciste ver a Luchino Visconti’. O sea, lo que yo creía que era una película así nomás, ah, vos me hiciste ver, no sé, Días de vino y rosas, creo que es una de las primeras películas de Don Jack Lemmon, que siempre hizo comedia, hace un drama tremendo, que es un drama sobre alcohólicos anónimos. Digo, lo que me hicieron ver de chica, como naturalizando ese traspaso cultural. Nosotros, los ‘X’, que somos los ‘X’, y los millennials, que más o menos, lo escribí en la última nota de Panamá, con nuestra adolescencia eterna, cortamos muchísimo eso. Entonces vos tenés toda una generación de chicos que no sé, no saben esto. Teniendo Google, no lo saben. Y ¿por qué lo sabrían? Si no hay ningún manejo, no hay ninguna instrucción. ¿Cómo uno va a ir a averiguar si alguien no te lo cuenta?”

LCV: Sí, no hay un manejo, no hay una instrucción, pero tampoco están, yo creo, los espacios comunes. A mí me parece que han desaparecido mucho los espacios comunes de estos intercambios, ¿no? Me da la sensación…

Lorena Álvarez: “Pero porque los espacios comunes cambiaron. Mira, uno quería parecerse a la gente más grande, y hoy los que somos más adultos queremos parecernos a los chicos. Entonces, vos tenés un montón de gente de mi edad, que está contentísima escuchando… Todo bien que te guste, todo bien que lo conozcas, pero no es tu música. Es mucho más normal que vos le cuentes al que viene qué escuchaste vos, y le cuentes sobre el Samobar.”

LCV: “Hemos perdido, ¿eh?, en aras de ciertos derechos que son importantes tener, ¿no? El derecho de tu cuerpo, que no te toquen cuando no querés, qué sé yo… Hemos perdido algo que yo le digo a las pibas jóvenes: el conocimiento del cuerpo del otro a través del descubrimiento de chapar. Hoy está mal, se prohíbe. Una cosa es ir a los bifes y otra cosa es ese descubrimiento que te permitía un baile o una música. No se permiten ser cursis…”

Lorena Álvarez: “La cursilería me parece que tiene que ver más con una clase… Bueno, a todo esto, el año pasado, marzo, creo que fue un día antes del Día de la Mujer, me regalaron ir a ver a Luis Miguel. Yo no pierdo ningún resente, no perdí nada de todo esto. No tengo ningún consumo vergonzante, no tengo ningún conflicto con el romanticismo. De hecho, soy muy romántica. De hecho, uno de los grandes problemas que hay es que yo quiero volver al Romanticismo. Lo reclama todo el mundo. El otro día, hace unos días, Malena Pichot, en una serie de tuits muy interesantes, decía ‘volver a la telenovela clásica’, y lo cual yo coincido. Digo, pero ojo, que volver a la telenovela clásica también incluye que va a haber prohibidos, que va a haber otra vez tipos de conflictos que, si le ponemos mucho marco teórico, se pierden. Porque el romance, en general, son amores con… Es muy difícil poner reglas dentro del amor, y me parece que lo que se fue perdiendo es que se le puso tantas reglas a las cosas.”

LCV: “¿Hoy qué les pasa a los escritores que escriben todo lavandina?”

Lorena Álvarez: “Bueno, para mí esto es un tema. Volví a ver hace poquito Los ricos también lloran, que también me asombró, porque Verónica Castro sorpresivamente, yo me había olvidado completamente. Verónica arranca la telenovela con 17, al otro día cumple 18. O sea, tiene 17. Pero el protagonista, Luis Alberto, que yo estoy enamorada de toda la infancia, tiene 32, y no es un tema. O sea, mirá, se llevan 18, sí, es 14 años, pero si es un tema en que él es un inmaduro, y que ella es mucho más madura. La edad, en términos de que él es un marmota, no que es grande. Es más, le están pidiendo que sea responsable. Es como un adolescente tardío, un Peter Pan que se dedica al juego, no quiere laburar, ese es el conflicto, no que tenga 14 años más. Sino tiene 14 años más y la responsable es ella. Me quedé asombrada. Y en Piel naranja una de las cosas más interesantes es la violencia psicológica, porque siempre se piensa en la violencia como violencia física. Y lo que sufre Marilina Ró, la telenovela, es una violencia psicológica insoportable, que todo termina en los protagonistas muertos.”

LCV: “Yo quiero tomar un par de párrafos de la nota que escribiste, que se llama La era está pariendo un límite. Después de escribir esta nota, tiene que venir al programa, dice, “Está bueno, vos ya tomaste lo de Malena Pichot, pero el T de Pichot también clamando por las novelas.” Dices, “Es muy interesante lo que se puede entreleer entre líneas. Muchos de los que respondieron también tenían una gran necesidad de volver al romance, lo cual abre todo el debate. Volver a ese tipo de ficción no es acaso retornar a un pasado donde hay límites y prohibiciones, donde hay buenos y villanos, premios y castigos, no es como volver también a la religión que ¿Qué es la reflexión posterior a esto, es además volver, dice Lorena Álvarez? Ese tipo de ficción es traer de vuelta las flores, los celos, el miedo, el piropo, las tensiones sin amores reglamentados, como suele decir Alejandra Alexandra Cohan más de una vez. Estamos dispuestos a volver a sentir sin anestesia ni victimización, otro interrogante que sería bueno desentrañar…

Lorena Álvarez: “Es que los romances, el romance tal cual, vos sabés que ahora estoy viendo… viste que estoy viendo mucho cine mexicano, de la era dorada. Estoy como copadísima. Estoy volviendo a ver todo eso, la cantidad de romances donde pasan cosas y donde uno tiene que bancarse las angustias. Esta es una época donde uno se anestesia, todos yendo al psiquiatra, al psicólogo, estamos tomando pastillas para no sentir, y en realidad tampoco está pasando nada, porque hay un montón de cosas que no sentimos. O sea, un romance que sale mal, pareciera que no lo podemos vivir. Bueno, hay que vivirlo, la gente está como diciendo: bueno, ¿qué me vas a dar?, ¿qué te voy a dar?”

LCV: “¿Y de los mexicanos, qué más rescatas?”

Lorena Álvarez: “De los mexicanos estoy como loca, porque me estoy dando cuenta que los últimos 25 años han tenido un cine político que nosotros no hemos tenido. Cuando nosotros veamos, pasen 10 años o dentro de tres meses, lo que fue desde el 2000 a esta altura, no vamos a saber qué pasó en este país porque hemos copiado mucho el cine americano. Y si no tenemos grandes películas como El secreto de sus ojos, que son de los 70 o de 1985… estuve viendo cine mexicano, entre el 99 y tenés un montón de claves, como la Ley de Herodes, una que es la primer película que discute y se mete contra el PRI, que dicen que bueno, el PRI pierde después de esa película. Después vi, que son tres películas, que una es interesantísima, La dictadura perfecta… y acá te quería contar una sola cosa con respecto a las nuevas derechas. La dictadura perfecta, que es una película del 2014 que habla de política, medios, y la mar en coche, y adivina lo que descubro: ese título viene de una pelea, hubo una discusión una vez, se cae el muro en el 89, en el 90, Televisa había un programa especial con Enrique Krauze… o sea, te estoy hablando de grandes intelectuales, invitaban a Vargas Llosa y entre el panel estaba, por ahí, Octavio Paz. Entonces, en un momento están hablando de dictaduras, totalitarismo, está lleno de polacos, de rusos, la caída del muro, entonces en un momento Octavio Paz dice: “Bueno, están hablando de dictaduras, que por suerte México no vive”, y Vargas Llosa recoge el guante y dice: “Disculpame, pero México ha sido una de las perfectas dictaduras, es la dictadura perfecta”. Entonces, le explica sobre el PRI y los atentados… empecé a mirar cosas libertarias de hace cinco o seis años, y ves que uno piensa que la derecha no se está formando para nada y mucho de lo que bajan es parte de esa conversación de Vargas Llosa, bajada a chicos más así, pero esto de los 70 años… esto es lo que decían sobre el peronismo y digo, están tomando… o sea, se están culturizando muchísimo más de lo que nosotros imaginamos. Vemos esas imágenes y… bueno, como todo el tiempo se habla todo rápido… qué sé yo, pero digo, entonces, me estoy dando cuenta que tenemos un destino mucho más latinoamericano del que creemos. Y por eso todo lo que son las lecturas que está haciendo hoy parte del peronismo, con lecturas europeas, con lecturas americanas, no están funcionando en este país. Porque nuestro país tiene de verdad una raíz muy latinoamericana, por eso amamos el melodrama, por eso amamos el drama, por eso no está funcionando. Cuando ponen tantos límites en las historias, nos aburren. Cuando yo era chica, o sea, iba a ver a Los Redondos, me encontré hace poco mi agenda que yo tenía con mis actividades que era, “Hoy ir a tal recital”, mis actividades que no hacía nada, a la escuela y de ahí, solo salía, me iba a bailar, salía mucho… Hoy te toca para cultural y encontré la letra de La mentira… o sea, tenía 17, 18 años, me iba a ver a Los Redondos, pero el bolero me mataba, me encantaba…”

LCV: “Pero uno puede ser absolutamente ecléctico, yo a ver, encontré la… estos boleros no son de tu época, ni tampoco de la mía, mucho menos de la tuya, era mi vieja y mi viejo escuchando esto y bailando en el comedor, o sea, en la terraza de casa, poner esto y ver a mi mamá y a mi papá bailando esto y al rato bailando un rock de Elvis Presley… Yo crecí con la música ecléctica en mi casa, del tango al rock, pasando por esto, la salsa y el Caribe, y la música cubana. Digo, mis viejos eran, en ese sentido, la cultura de transmisión, en lo que tenía que ver con la cuestión musical, fue impresionante, ¿no?”

Lorena Álvarez: “La nota también lo digo, que la lucha… porque cuando tus padres ponían, yo estoy segura que al principio, no es que mi papá ponía Charles Aznavour, yo estoy segura que me quería cambiarlo. La realidad es que se internalizó y después hay alguna música que pasó a mis padres de la mía porque también les gustó, pero siempre se respetó esa cosa de “vos también tenés que conocer el pasado…”

LCV: “A veces los sentimientos son un tango o un bolero, o un bolero, digo, como que te llega, como que está adentro, y los pibes, vos ves bluseros o ves pibes que hoy hacen reversiones de cosas maravillosas que tienen que ver con aquella música de sus abuelos o tatarabuelos, ¿no?”

Lorena Álvarez: “El tango es una cosa, el bolero lo tengo incorporado. O sea, lo tengo incorporado porque a mí me llegó de chica, vuelvo a repetir, en el medio estaba con mis cosas, porque no siempre tenés que buscar su espacio, su lugar. Pero no podía alejarme del tango nunca, me alejé del tango y nunca me alejé del bolero… y en ese cuaderno te lo hubiera traído que casi me muero, cuando veo que digo “tal recital, tal otro” y veo que está la letra completa, o sea, yo estaría enamorada de alguno… pues, yo me enamoraba mucho.”

LCV: “Volviendo con la nota, “La era está pariendo un límite” en Panamá Revista. El tema de la frustración, ¿cómo revertir esas frustraciones que nos provoca esta crueldad que nos da una suerte de anomia? Nos quedamos pasmados.”

Lorena Álvarez: “Es que desde que empezó el siglo ha sido absolutamente cruel, no nos estamos dando cuenta. Uno cree que ahora la crueldad llegó porque es oficial, pero la crueldad es política pública. Y si uno empieza a mirar… te estoy diciendo los últimos años, porque fueron un caso tras otro, el caso de Fernando Báez Sosa, lo patean en la cabeza… digo, estoy hablando de casos así, a un chico que lo terminan pateando… claro, la transversal… claro, te roban un celular y te pegan cinco tiros. Digo, la gente… por eso hay que tener cuidado con la palabra crueldad, porque hay una sociedad que ya vive en situación de crueldad todo el tiempo, vas a laburar y te roban. Bueno, esa persona también siente que son crueles con ellos mismos, te dejan a la deriva, de Dios… bueno, se sienten que la gente es cruel con uno mismo. Digo, es el clímax de la crueldad, por eso lo estamos descubriendo ahora, otras nuevas facetas de la crueldad, que es desde el oficialismo.”

LCV: “La explícita, la que no pide perdón, la que se considera con derecho a ser cruel y se acabó.”

Lorena Álvarez: “Claro, pero digo, es una sociedad que ya venía padeciendo hace muchos años.”

LCV: “Y porque por algo votó y admitió una crueldad del discurso que ya estaba evidente en las campañas, ¿no? Porque son vidas crueles.”

Lorena Álvarez: “Por ejemplo, vuelvo a repetir, si vos tenés un 60, un 50% de una economía informal, esa gente ya vive en una situación de crueldad cotidiana. No hay vacaciones, no hay esto, y si laburás, laburás. Entonces, ¿por qué esa persona va a ser permeable a conmoverse con un despido? Es terrible lo que estoy diciendo, pero estás viviendo atado con alambre hace años, y la pandemia lo dejó muy claro. La pandemia desnudó que entre salud y economía, la gente prefería economía. Y acá vuelvo a México, fíjate que dice… no todos los oficialismos perdieron, no es casual que AMLO, o sea, que Claudia Sheinbaum haya ganado. Es que de verdad López Obrador entendió que tenía una economía informal y entre economía y salud, apostó por la economía. Fíjate que a la larga ganó. Parecía cruel porque murió mucha gente, pero bueno, así fue, era lo que parecía que esa gente quería.”

LCV: “Un temita que se desprende también de esta nota y que tiene que ver con la eterna adolescencia a la que mi generación también se somete a través de cirugías, a través de un montón de cuestiones, a través de una cosa es querer estar informado y otra cosa es competir con el hijo o la hija en la situación de la misma ropa, o de la misma música, o del mismo recital, o de la misma historia, o de encontrar a la mamá en el mismo boliche, o al papá en el mismo boliche, da lo mismo. Esta cuestión de romper el límite que hay de autoridad también. En ese sentido, digo, no tenemos autoridad o no hemos desarrollado o no queremos ejercerla, porque también es una generación de culpas…”

Lorena Álvarez: “Nuestra es la generación hija de los 60. Mi mamá, del 53, son generaciones que han sido creadas con mucha mano dura. Entonces a nosotros nos dieron una libertad… te repito, arranqué todo contando que yo salía a los 14, 15 años, a mí me dieron una libertad que mi mamá decía: “a mí no me dejaron salir”. Yo me casé virgen… bueno, vos hacías otra cosa. A mí no me… no me pusieron límites. Por ende, es una generación que tampoco sabe ponerlos. Pues en general, cuando no te ponen límites, tampoco sabes cómo hacerlo, digo.”

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Pablo Touzon: “Milei es más la consecuencia de un proceso político que su causa”

En diálogo con La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores, Pablo Touzon, politólogo de la UBA y director de la consultora de escenarios, Panamá Revista y Supernova, analizó el primer año de gestión de Javier Milei, la debilidad de la oposición, los cambios en la representación política y la necesidad de repensar las formas de protesta y comunicación del campo popular.

LCV: ¿Cómo analizás este año de Milei, una gestión que desde lo político puede leerse como exitosa, pero que desde lo cotidiano se padece mucho?
Pablo Touzon: Fue un año exitoso para Milei. De hecho, si uno quisiera hacer una película sobre cómo perder una elección en diez días, Milei había hecho todo lo posible para eso: derrotas en el Congreso, escándalos de corrupción, un recital en medio de una corrida cambiaria, la escapada del dólar. Y aun así triunfó. Creo que eso se explica por dos razones centrales. Primero, un apoyo norteamericano que le permitió estabilizar el dólar en un momento en que parecía perder la variable más sensible electoralmente en la Argentina. Y segundo, la absoluta falta de renovación y de propuesta de la oposición, tanto peronista como no peronista. Frente al temor de volver a lo que acababa de terminar, se prefirió seguir quemando las naves con Milei antes que regresar al viejo conocido.

LCV: ¿Creés que muchos análisis omiten de dónde venía el país?
Pablo Touzon: Totalmente. Falta analizar el punto de partida, tanto en términos económicos como políticos. Eso explica mucho de lo que pasó. Incluso hubo, sobre todo en el interior del país, un efecto similar a una primera vuelta, una especie de PASO de hecho. En eso Cristina tuvo razón, aunque no en cómo lo planteó después. Si la gente votó eso, hay que asumirlo. No se puede desconocer ese resultado.

LCV: ¿Qué lecciones deja esto pensando en 2027?
Pablo Touzon: La principal es que, si no hay un esfuerzo real de transformación de la oferta opositora, lo más probable es que el escenario se repita. Después no debería sorprender que, incluso en un marco de recesión profunda, vuelva a ganar Milei. En estos dos años hubo muy poco intento renovador y eso sigue siendo evidente.

LCV: Lito Borello planteaba la necesidad de repensar no solo la política, sino también las formas de protesta. ¿Coincidís?
Pablo Touzon: Sí, me pareció una reflexión muy inteligente. La idea de ir todos los días a tocar timbres a los ministerios para que te repriman, con una relación de fuerzas de 50 policías contra una persona, termina regalándole al gobierno la foto de la represión como un éxito. La sociedad no lo vive con horror, lo vive como que “los sacaron del medio”. Que un dirigente tan identificado con el peronismo y la izquierda diga que hay que cambiar las formas de lucha es muy significativo.

LCV: ¿Creés que parte de la dirigencia sigue atrasada en ese debate?
Pablo Touzon: Sí. Hay sectores que todavía creen que la calle es la única forma de cuestionar al gobierno. Pero también existe una dirigencia que vive de la “resistencia”, que supone que siempre va a sacar 20 o 25 puntos haga lo que haga. Ese esquema ya fracasó para transformar el país y fracasó como alternativa frente a Milei, aunque no fracasó para quienes ocupan esos lugares.

LCV: Hablaste de la idea de verse solo como víctimas. ¿Qué rol juega eso?
Pablo Touzon: Es una interpretación muy funcional y exculpatoria. Decir que todo se explica por la ultraderecha internacional o por un “cerebro alienígena” evita hacerse cargo de los errores propios. Perón ya lo decía en 1955 desde Panamá: si persistimos en creernos solo víctimas y no protagonistas de nuestros errores, estamos condenados a desaparecer políticamente.

LCV: ¿Cuánto de Milei es un fenómeno local y cuánto global?
Pablo Touzon: A mí siempre me interesó más el proceso político argentino que Milei en sí. Milei es más la consecuencia que la causa. Hay un componente internacional, claro, pero también hay factores muy locales: una economía cada vez más informal, cambios en la representación política, sectores jóvenes y populares que solo conocieron inflación, estancamiento y gobiernos débiles. Eso no se explica solo mirando afuera.

LCV: ¿Cómo ves el fracaso de los progresismos en la región?
Pablo Touzon: La izquierda latinoamericana tuvo un gran momento entre el fin del consenso de Washington y 2008, cuando había recursos para sostener políticas distributivas. Cuando eso entró en crisis, muchos gobiernos giraron hacia una agenda de derechos culturales y descuidaron los derechos económicos y sociales, que son los que hacen efectiva la vida cotidiana. El problema no es reconocer nuevos derechos, sino cuando parecen sustituir a los derechos que garantizan trabajo, ingresos y estabilidad.

LCV: Para cerrar, ¿qué esperan para Panamá Revista y Supernova el año que viene?
Pablo Touzon: La idea es saltar el mapa y empezar a trabajar con España, México y otros países del mundo hispanohablante, ampliando el alcance y la perspectiva de nuestros análisis.

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Gustavo Morteo de FECOAPI: ““El desafío es llevar la miel de la colmena a la mesa con precios justos”

En el marco de la Expo Cooperativas realizada en la ciudad de La Plata, Gustavo Morteo, referente de la Federación de Cooperativas Agrícolas, analiza la situación del sector apícola argentino y los obstáculos que enfrentan las cooperativas para sostener la producción y el trabajo. La dependencia de la exportación a granel, la caída del consumo interno, la competencia de productos adulterados y los altos costos burocráticos aparecen como ejes centrales de una conversación que pone en valor al cooperativismo como herramienta colectiva para acortar distancias entre productores y consumidores y garantizar el acceso a alimentos de calidad a precios justos.

LCV: “Contanos un poquito a qué se dedican, cuántos son.”

Gustavo Morteo: “La Federación de Cooperativas Agrícolas es una entidad de segundo grado que nuclea cooperativas agrícolas de distintas partes del país y de distintas provincias. Somos alrededor de 29 o 30 cooperativas, con una nueva que se está sumando. Hay 11 de la provincia de Buenos Aires, tres de Córdoba, y también de Santa Fe, Entre Ríos y otras provincias que tienen alguna representación. La Federación viene trabajando fuertemente en la parte gremial y de representación de las cooperativas y, este año, además, estamos intentando avanzar también en la parte comercial: provisión de insumos e intentar comercializar nuestros productos.”

LCV: “¿Qué tipo de productos desarrollan?”

Gustavo Morteo: “Las cooperativas apícolas tienen como base a los productores apícolas, los apicultores. La producción principal es la miel de abejas y sus derivados: ceras, propóleos, miel fraccionada o miel a granel. En Argentina, el 90% de la producción se exporta, por lo que la mayor parte se comercializa a granel. Uno de los grandes desafíos de las cooperativas es ampliar el consumo interno.”

LCV: “¿El consumo interno es solo gastronómico? ¿También se vende para cosmética?”

Gustavo Morteo: “En lo cosmético se utiliza muy poco en relación con los volúmenes que se manejan en la producción. El consumo interno es un desafío porque muchas veces nos quejamos del bajo precio que nos pagan por la miel a granel o para exportación, pero cuando fraccionamos creemos que nos vamos a salvar con el mercado interno y ahí cometemos errores. Si estamos dispuestos a regalar la miel a granel, no deberíamos castigar al consumidor interno con precios elevados. Eso también explica por qué se consume tan poca miel en el país.”

LCV: “Es verdad, a veces el precio de un tarrito chico de miel es muy alto.”

Gustavo Morteo: “El problema, más allá de los impuestos y los costos, lo tenemos los propios apicultores, que intentamos salvar con el mercado interno lo que no salvamos con el granel. Eso es un error de estrategia. Muchas veces le ponemos a la miel el precio que tiene en una góndola europea y creemos que ese mismo valor debe cobrarse acá. Al hacer eso, además, terminamos favoreciendo a quienes comercializan miel de mala calidad, que en realidad es un jarabe de glucosa con sabor.”

LCV: “¿Eso que parece miel pero es más líquida?”

Gustavo Morteo: “Exacto. Ese problema, que parece insignificante, termina generando un efecto compulsivo: la gente consume un producto barato que no es miel y que muchas veces engaña desde el packaging.”

LCV: “¿Con qué se rebaja esa ‘miel’?”

Gustavo Morteo: “Se corta con glucosa, jarabe de maíz o productos artificiales que se usan para bebidas dulces o mermeladas. Es un producto ‘a base de miel’, pero no es miel. Tiene un porcentaje muy bajo de miel y un alto contenido de glucosa de alta fructosa, que es un producto industrial.”

LCV: “¿Cuál es el desafío entonces?”

Gustavo Morteo: “El desafío es llegar lo más directo posible del productor al consumidor, con un precio justo, sin sobrevaluar la miel y permitiendo que la gente la consuma. Nosotros vemos que cuando se regala miel, por ejemplo a los dueños de los campos donde están las colmenas, el consumo por persona es altísimo. Cuando hay que comprarla, como es cara, se consume poco. Ahí es donde el rol de las cooperativas es central.”

LCV: “Ese diagnóstico ya es un primer paso muy importante.”

Gustavo Morteo: “Sí, totalmente. Muchas veces estos problemas se niegan y se buscan excusas. Nosotros creemos que reconocerlo es un paso enorme para empezar a buscar soluciones.”

LCV: “¿Cuántos son en la Federación?”

Gustavo Morteo: “Somos 30 cooperativas y el Consejo de Administración está integrado por siete cooperativas.”

LCV: “¿Y tu cooperativa?”

Gustavo Morteo: “En nuestra cooperativa somos 14 personas trabajando y además comercializamos con productores de la zona, que deben estar entre 170 y 180 productores que son clientes, tomadores de servicios o proveedores de insumos.”

LCV: “En la Expo Cooperativa de La Plata, ¿tomaron contacto con otras cooperativas para trabajar en conjunto?”

Gustavo Morteo: “Sí, tomamos contacto con cooperativas de impresión, que hacen etiquetas, y con otras cooperativas más ligadas a lo gremial, porque hay problemáticas que nos atraviesan a todas: matrículas, balances, costos, presentaciones y actualizaciones. También hay cooperativas de servicios, como contadores organizados en cooperativa, que ayudan en estas cuestiones.”

LCV: “¿Qué rol cumple el IPAC en ese acompañamiento?”

Gustavo Morteo: “Con el IPAC tenemos una buena relación. Tuvimos varias reuniones con la Dirección, con el presidente y su equipo, especialmente con la parte legal. El objetivo es que nos ayuden a ponernos al día. El problema más grande son los costos de balances, sellados y trámites, que para cooperativas con poco movimiento se vuelven muy difíciles. Es una burocracia muy costosa.”

LCV: “Y además, ser cooperativa no siempre ayuda…”

Gustavo Morteo: “No, muchas veces te miran como sapo de otro pozo. Siempre con una espada de Damocles sobre la cabeza. Nosotros estamos en Tandil, tenemos 40 años de vida y atravesamos muchos contextos políticos y económicos, y aun así siempre somos mal vistos. Rendimos exámenes todo el tiempo y nunca parecen suficientes.”

LCV: “Sin embargo, vos decís que las cooperativas son parte de la salida.”

Gustavo Morteo: “Yo creo que las cooperativas son la salida en medio de este descalabro económico. Siempre que hablamos acá estamos hablando de gente que produce, que trabaja y que no baja los brazos. Eso, de por sí, ya es un camino recorrido hacia el éxito o, al menos, hacia sostener la producción.”

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Lito Borello: “Otro mundo es posible, pero hay que organizar la esperanza”

En un año signado por el ajuste, la represión y la ofensiva contra los sectores populares, los movimientos sociales atraviesan un proceso de revisión profunda de sus formas de organización y de lucha. En ese marco, La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores dialogó con Lito Borello para realizar un balance del primer año de gobierno de Javier Milei desde la perspectiva de la economía popular y la militancia territorial. Crisis civilizatoria, transformación del sujeto trabajador, violencia institucional y la necesidad de reinventar la resistencia son algunos de los ejes de una entrevista que no se limita al diagnóstico, sino que propone volver a poner en el centro la comunidad organizada y la esperanza colectiva.

LCV: “¿Será posible un país que tenga educación, salud y un ritmo para bailar? ¿Será posible?”

Lito Borello: “Claro que sí. Otro mundo es posible, y lo vamos a hacer posible.”

LCV: “Te llamo para que hagamos juntos, para nuestra audiencia, un balance de lo que fue este primer año de gobierno de Javier Milei para los movimientos sociales.”

Lito Borello: “Fue un año profundamente intenso. Por un lado, no se puede soslayar que estamos en el marco mundial de una crisis civilizatoria, lo que los movimientos llamamos una crisis multidimensional, y hay un rediseño del planeta por parte de los poderosos. En la Argentina eso se expresa con un gobierno que claramente representa esos intereses. Más allá de que haya gente con documentación argentina, desde el primer minuto expresan una tiranía al servicio de intereses extranjeros, de un modelo global y de una reformulación del modelo de dominación a nivel mundial. Por lo tanto, en la Argentina estamos peleando contra eso, en un momento de gran dificultad y de reconfiguración de los movimientos populares, porque cuando cambia el cincel del dominador, también los movimientos tenemos que reformularnos para enfrentar este tiempo y el que viene.”

LCV: “¿Y cómo debería ser esa reformulación?”

Lito Borello: “Esta nueva dominación modifica al sujeto pueblo en su conjunto, modifica al sujeto del movimiento de los trabajadores. Ya no es solamente la clase trabajadora tradicional, sino también quienes estamos en el extremo de esa cadena sin patrón, teniendo que inventarnos una economía popular. La calle sigue siendo central como forma de resistencia, pero las formas organizacionales tienen que dar cuenta de esta nueva realidad, incluso en el plano de la resistencia callejera.”

LCV: “¿A qué te referís concretamente?”

Lito Borello: “Humildemente creo que no podemos seguir yendo a lugares donde nos están esperando para llenarnos de gases y palos, donde el resultado al otro día es solo la dignidad de haber resistido. Tenemos que encontrar formas distintas y también el momento y el modo de infringirle a ese poder una resistencia más ofensiva. Cuando hay manifestaciones con poca gente, se le regalan fotos al enemigo, y además se regalan los cuerpos, porque la proporción es uno a cincuenta frente a las fuerzas de seguridad.”

LCV: “¿Cuáles serían esas nuevas formas de dar la pelea, tanto desde las economías populares como desde la política?”

Lito Borello: “Hoy hablábamos en una reunión preparatoria del encuentro de la RITEP en marzo, junto a universidades que acompañan técnicamente a las economías populares. Ya no podemos pensar la economía popular como hace una década, ni siquiera como cuando creíamos que iba a haber gobiernos que la promovieran. Eso no pasó y ahora mucho menos. Tenemos que hablar de una economía popular en resistencia, reformular conceptos, discutir sin bajar los brazos, sin perder sueños ni utopías, y pensar cómo desarrollar esta economía que nos tenemos que inventar quienes no tenemos patrón y que va a seguir creciendo.”

LCV: “¿Y en relación a la resistencia política?”

Lito Borello: “Si seguimos tocando el timbre y quedándonos en la puerta, lo más probable es que no nos vaya bien. Esto no es una crítica a quienes van tenazmente al Congreso, a Plaza de Mayo o a otros lugares, muy lejos de eso. Pero hay que empezar a ir a donde no nos esperan. Quizás haya que recuperar experiencias históricas donde no todas las cosas se hacían con identidades de superficie. Hay mucho de donde abrevar en la historia de nuestros pueblos.”

LCV: “Lo que pasó con Gabriel fue muy fuerte.”

Lito Borello: “Lo que hicieron con Gabriel fue mostrar cómo un pibe en cuero, descalzo, sin nada en las manos, se enfrentaba a una superioridad policial absoluta. Para algo llegó después el patrullero para meterle un escopetazo y matarlo. Más tarde, cuando se quiso hacer un encuentro solidario, hubo decenas de piquetes policiales para impedir que los compañeros llegaran. Quizás ese no era el momento, pero vamos a encontrar el momento y el modo, porque no vamos a dejar que estas cosas sucedan.”

LCV: “Gabriel era compañero de los movimientos sociales.”

Lito Borello: “No importa si era compañero. Lo que importa es que se resistía a una represión absolutamente injusta. Ya no estamos hablando solo de gatillo fácil, sino de una política institucional promovida por el Estado nacional y avalada por el gobierno de la Ciudad. Es una política para generar miedo, para amedrentar, para instalar el terror, y nos están llevando a una sociedad profundamente violenta.”

LCV: “¿Qué pensás del silencio de los sectores opositores frente a esto?”

Lito Borello: “La política profesional está en su peor momento, en una gran decadencia, y por eso hay una acefalía de conducción política. Sin embargo, aunque arriba la noche esté negra, en el territorio aparecen conflictos ambientales, sociales, muchos invisibilizados. Cuando pasó lo del 18, convocado por la CGT, el pueblo entendió que se abría una ventana para una gran jornada de protesta. En todo el país hubo gente saliendo a manifestarse, y el escenario no fue la Plaza de Mayo ni los micrófonos, sino la calle y el pueblo.”

LCV: “¿Cómo es hoy la relación con intendentes y municipios?”

Lito Borello: “No se puede generalizar. La crisis también atraviesa a los municipios. Habrá algunos con más escucha y capacidad de participación. Ojalá se abran espacios, porque hoy el estado de derecho está roto, el contrato social quebrado y la Constitución es letra muerta. Aun así, nuestro pueblo va a seguir luchando y buscando. Donde haya oídos abiertos, habrá organizaciones dispuestas a construir.”

LCV: “Se vienen las mesas populares y el 31 en Plaza de Mayo para que nadie se quede sin pan dulce.”

Lito Borello: “Eso es algo que está en la entraña de nuestro pueblo. En Plaza Congreso, en La Plata y en muchos lugares se eligió compartir lo que hay. Más allá de los discursos de ‘enseñar a pescar’, donde hay hambre hay que ayudar, donde hay frío hay que ayudar. Sin comunidad organizada no vamos a tener la fuerza necesaria para echar a este gobierno ni para construir lo que decías al principio.”

LCV: “¿Con qué idea te gustaría cerrar?”

Lito Borello: “Otro mundo es posible, claro que sí. Pero hay que poner el cuerpo, acumular fuerzas, fortalecer la esperanza. Y la esperanza se fortalece uniendo y organizando.”

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