Memoria
“Ningún torturador tendrá mi boca”
En el área Archivos y Colecciones de la Biblioteca Nacional existe un fondo pequeño y exquisito que contiene la memorias de José Rubén Falbo Vilches, maestro, librero, editor, bohemio y homosexual. Junto a la documentación personal que da fe de su nacimiento en Lonquimay, La Pampa, en 1930, su paso por una escuela pupila salesiana o el trabajo como maestro rural en la Patagonia -donde conoció a Evita y de la que salió a punto de bayonetas por la “Revolución Libertadora”-, conserva la correspondencia que mantuvo a lo largo de los años con algunas de las mujeres más brillantes del mundo intelectual de la época. Nira Etchenique y Adelaida Gigli, junto a Estela Canto, Leonor Galindo, Alba Mujica, Trixie, Estrella, y muchas más. Verdaderas cartas de amor.
“Necesito tu compañía desesperadamente. No quiero otra. Nira” / “Superando muchos estupores, espantos, ascos y propensiones, sé que me amas….tuya Adelaida.” /
Cuando los generales del 55 lo arrancaron de la Patagonia, Falbo viajó a Buenos Aires a trabajar en la librería Fausto. Después puso su propio local y fundó una editorial en donde publicó a jóvenes promesas como Pedro Orgambide, Humberto Constantini, Miguel Briante, Ulises Petit de Murat, Armando Tejada Gómez -recién llegado de Mendoza-, María Rosa Oliver, Celia Pasquero, Carlos Somigliana, Juan Rodolfo Wilcock o al mismísimo Jorge Luis Borges con su libro Las literaturas germánicas medievales. ¿Quién no conocía a Falbo? En los sesenta reinaba entre distintas vanguardias literarias.
Su estrella empezó a decaer luego de publicar un libro que lo llevaría a la cárcel: Barceló, Ruggerito y el populismo oligárquico, de Norberto Folino. Ignoraba que el libro denunciaba a la familia Fiorito, dueña del local de su librería. Indignados, le iniciaron un juicio penal por un cheque sin fondo. Falbo debió esperar el proceso en la cárcel de Devoto, entre el ’70 y el 73.
Las cartas de Nira Etchenique corresponden a ese período. “Pienso que si estuvieras vos todo andaría mejor. Y nos ocurrirían cosas mágicas (como siempre nos han ocurrido), y Buenos Aires sería misteriosa para descubrirla -como la hemos descubierto- y se producirían disparates. Nada mágico, ni bello, ni disparatado ni misterioso me ocurre. Hasta he perdido a Buenos Aires. Necesito tu compañía desesperadamente. No quiero otra.”
Hojas y más hojas, guardadas prolijamente, en las que descubrimos a Nira. Nira angustiada, Nira afiebrada, Nira con cinco hijos, Nira y sus hombres, Nira que mandaba cigarrillos y ropa al penal y perseguía abogados. Nira sin plata. Nira que no dejaba de escribirle: “Querido Falbito: El sábado por la tarde lo pasé transpirando sobre la máquina de escribir. Vomité dos cuentos…” Escritora apasionada, publicó libros de cuentos, de poesía y ensayos. Los poemas de “Diez y punto” fueron los más exitosos. Julián Centeya la consideraba “un Homero Manzi con polleras”, así fue que entró mundo del tango en el que se destacó como autora.
Hoy pocos la recuerdan, murió el 6 de agosto de 2005. Casi no hubo recordatorios para una mujer a quien colegas como Andrés Rivera, Ricardo Piglia, Ana María Shua y Griselda Gambaro consideraron una de las mejores escritoras contemporáneas.
* * * *
Falbo salió de la cárcel el 30 de mayo de 1973. Vivió la liberación de los presos políticos el 25 de mayo desde el pabellón de los ‘comunes’ escondido debajo la cama, temblando. Cada golpe de Estado, cada cambio de gobierno, lo sacudía como una hoja a la deriva a pesar de no tener militancia alguna. Siempre saltó de un lado a otro, de puro curioso. Estaba igual de cómodo conversando con Jorge Luis Borges o un travesti del Abasto o el sacerdote que lo protegió en el colegio salesiano.
Fue ése sacerdote, convertido en Capellán del Regimiento N.º 1 del Ejército, el Padre Lombardi, quien le salvó la vida durante la dictadura. Eran días vertiginosos y las cosas se sucedían de modo impensado. Una amiga pedía refugio y Falbo se lo daba. Luego aparecía una joven a teñirse para seguir clandestina. Un día los militares allanaron su casa. Falbo pidió hablar con su amigo el Capellán: “Mirá Falbo, entre tus amigos maricas y tus amigos subversivos no tenés futuro en este país. Andate ya”. Y se fue.
“América Latina es una geometría de ametralladoras y de púas. Miles de muertos pueblan una zona de silencio sin nombre”, dice uno de los papeles de Falbo. Quizás un borrador de aquella “Carta a un general del sur” que siempre quiso escribir.
Aconsejado por unas prostitutas brasileras, viajó en un barco de carga hacia España. No se desprendió de su perra, Clavelina, ni de la señora que trabajaba en su casa. Vestido de Christian Dior el dinero le alcanzó para llegar a Florencia. Con Clavelina a su lado, acudió a la Cruz Roja. Más allá de la sorpresa de las funcionarias al recibir a este exiliado, elegante, culto y gay, le otorgaron un pasaje de indigente hasta Roma. Gracia y simpatía eran sus armas lde seducción.
En Italia se reencontró con Adelaida Gigli, hija del artista plástico Lorenzo Gigli, ex mujer de David Viñas, madre de dos hijos secuestrados por los militares. Es raro que una mujer tan potente como Adelaida deba definirse por ser hija de, mujer de, madre de. Hay quien la define, incluso, como “musa de” la revista Contorno. Ismael Viñas la recuerda como “una muchacha que decía frases arriesgadas y te las decía en la cara, como tirando bombas”. Raro imaginar a una musa tirabombas. Hubiera sido más exacto decir que fue “escritora y fundadora de Contorno”.
Las cartas entre Falbo, en Roma, y Adelaida, en Recanati, la tierra de sus padres, iban y venían. “He pensado en vos y Clavelina, en los trenes, en las playas, en las ciudades llenas de pintura, en los cafés, en la calle. Qué cosa!…Juntos. Arrastrándose uno al otro. Me enternece.”
En Recanati Adelaida se dedicó a la alfarería y a la plástica, sin dejar nunca de escribir. Una de sus cartas dice: “Me alegra que te hayan gustado los cuentitos cortos, modalidad que me surge como un pedo. Creo que debo cultivarla, me hacen reír a mi también y eso no es fácil que suceda…Ayer noche tuve una turné agotadora: hacer de un salvaje un hombre tierno.” Entre esos cuentos había frases definitivas: “Ningún torturador tendrá mi boca”.
Adelaida trabajó también la idea del travestismo. Entre los bocetos que se conservan en el Archivo hay un retrato de Falbo con tetas, y otro de ella. “José: Ya te había mandado mis últimas palabras y estaba a punto de suicidarme, la bañadera hasta el borde con agua hirviente. Y llegó tu quinto expresso..Qué oportuno! Saqué el tapón y abrí la canilla de la fría mientras me enorgullecía de tu carta”. Un hilo invisible unía a Falbo con Adelaida. Odiaban la impostura, eran antihéroes con honra. La frase de cabecera de Falbo era: “No vale la pena ser bueno y morir”.
Murió en Roma en julio de 1984, fue enterrado en el cementerio Irlandés cerca de la tumba de Wilcock. Clavelina, la perra que lo acompañó en todo el derrotero, lo sobrevivió solo un par de semanas.
Laura Giussani Constenla
(Publicada en el último número de la revista “Cuaderno de la BN”, julio 2018)
Destacada
Canal 13 cumple 65 años: “Lo más interesante y lo más detestable”, por Claudio Korlemblit
El 1 de octubre de 1960 se inauguró Canal 13, de Buenos Aires, concesionado por un decreto muy cuestionado de 1958 del Gral Aramburu, miembro de la “revolución libertadora”, o más bien, del Golpe del 55 contra Peron. El presidente Illia decidió, poco después de asumir la presidencia, ponerle fecha de vencimiento a la concesión a los 15 años, por lo cual pasó al Estado a fines de 1973.
Durante los siguientes 15 años fue estatal, hasta que la corrupta administración menemista lo entregó al Grupo Clarín, en 1990, bajo cuya tutela lleva 35 años. En total, 65 años de vida, donde se mezcla lo más interesante y lo más detestable de la TV argentina.
A los 20 años, ni bien salí de la colimba, tuve la posibilidad de ingresar al Noticiero del mediodía, que conducía Pinky y luego Perez Loizeau, como “compaginador periodístico”. El canal estaba bajo el control férreo de la Marina, aún con Massera en la cima y sus autoridades eran el triunvirato de Agulleiro, Madariaga y Gavilán, el último a cargo de la gerencia de Noticias. La censura era total, encarnada en los propios noteros y productores que se encargaban de filtrar cualquier desajuste.
La llegada de la democracia fue un remanso, aunque básicamente siguió el mismo plantel de profesionales, mientras que los gerentes fueron elegidos entre los productores más veteranos. No hubo ninguna “razia”, más allá de los directivos que renunciaron.
Al 13 lo dirigieron Yuyo Taboada, Eduardo Metzger y un quinteto de viejos directores de cámaras. La UCR no tenía cuadros para manejar los canales, apenas Miguel Angel Merellano para ATC, cuya gestión terminó en 1985, cuando se cayó el avión que lo transportaba.
A partir de 1990, con la vil entrega de Menem, comenzó el reinado de Clarín, que ya lleva demasiado tiempo y esperamos que termine en breve, ya que la extensión que le otorgó Néstor K. a su licencia expira este año.
Un brindis por su cumpleaños y otro por la esperanza de su recuperacion para el Estado (sin fascistas).
Internacionales
“La guerra le quita la máscara a los que ya han elegido no ser humanos”, Silvia Salis, alcaldesa de Génova
El 12 de agosto de 1944, el ejército nazi fusiló a 560 habitantes del pequeño pueblo de Sant’ Anna de Stazzema. Familias enteras -hombres, mujeres, niños y ancianos- fueron obligadas a salir de sus casa y colocarse frente al pelotón de fusilamiento. En un nuevo aniversario de esta herida abierta, la alcaldesa de Génova fue la encargada de decir unas palabras mientras la primera ministra, Giorgia Meloni, permanecía en silencio. En su discurso, Silvia Salis, dijo lo que había que decir. “La Resistencia no es un capítulo cerrado… la Resistencia es un músculo. Y todavía lo estamos ejercitando.”

“Me llamo Silvia. Soy una ciudadana de la República de Itala. Soy hija de Génova, una ciudad que dio su vida por la Resistencia, que se liberó de la locura del nazifascismo, una ciudad que dio la vida por la Resistencia. Una ciudad medalla de oro de la Resistencia, como lo es Stazzema. Estoy aquí, en este lugar sagrado, NO para recordar. Estoy aquí para no olvidar, que no es lo mismo.
Recordar es una acción que pertenece a la mente. No olvidar también pertenece al corazón. Y hoy, con el corazón, aunque no nos demos cuenta, hacemos ruido. Quiero que este ruido se escuche hasta el valle. Porque estamos aquí para elegir. Para elegir de qué lado estar. Porque cada vez que honramos la masacre de Sant’Anna di Stazzema no hacemos un gesto formal. Tomamos posición. Miramos a la Historia a la cara y decimos: «No olvido. Resisto. Continúo el camino de quienes fueron arrebatados de sus vidas, para defender las nuestras». La memoria de la Resistencia es nuestra memoria, es la memoria de quienes lucharon para derrotar al fascismo y al nazismo. (…)
La Resistencia no es un capítulo cerrado… la Resistencia es un músculo. Y todavía lo estamos ejercitando. Dicen: «La política de hoy ya no es lo que era. Faltan ideologías». En cambio, yo digo que las ideologías sí están ahí. Y añado, afortunadamente, que no me siento como quienes, incluso hoy, minimizan la Historia. No me siento como ellos, ¿es una cuestión de ideología? Quizás, pero sobre todo, es una cuestión de humanidad. Aquí no había un mañana. Porque los ogros cerraron la puerta del tiempo a 560 seres humanos. Algunos dirán: «Pero era tiempo de guerra». Pero la guerra no justifica el horror.
La historia enseña que cuando se pisotean los derechos fundamentales no se trata de un fenómeno aislado. La barbarie se difunde, nuestro mismo ser humanos se pone en discusión.
Hoy como ayer las víctimas son inocentes, y existe todavía quien justifica la violencia contra quien no tiene ninguna culpa. La barbarie de Stazzema es la misma que está devastando otros lugares del planeta. Hoy, Bianca podría ser una mamá de Gaza o de Kiev.
La guerra les quita la máscara a quienes ya han elegido no ser humanos. Cada época tiene su propia forma de difundir la aparente verdad. Érase una vez, había balcones y plazas. Hoy, encuestas, publicaciones, hashtags, frases populistas gritadas en programas de entrevistas, quizás sin siquiera un interrogatorio. El fascismo no le teme a las armas, le teme a la cultura. Le teme a los libros. (…)

¡Viva Santa Ana! ¡Viva la Resistencia!
Destacada
16 de junio de 1955: Esa maldita costumbre de matar, por Leónidas Ceruti
El mes de junio de 1955, no fue un mes cualquiera durante el segundo gobierno del Gral. Juan Domingo Perón. El día 11, la Iglesia Católica realizó la procesión de Corpus Christi, que excedió lo religioso y se produjo una movilización opositora que reunió 250.000 manifestantes, desplazándose desde la zona de la Catedral a la zona del Congreso Nacional.
Las crónicas reseñan que los activistas dañaron placas conmemorativas a la figura de Eva Perón e izaron la bandera del Vaticano en lugar de la bandera argentina en el mástil del Congreso. El conflicto se agudizó cuando se conoció que durante la procesión se había quemado una bandera argentina y al publicarse en los diarios la fotografía de Perón y Borlenghi mirando los restos de la misma.
El 16 el gobierno había organizado un acto de desagravio a la bandera nacional. El ministro de Aeronáutica, Brigadier Mayor Juan Ignacio de San Martín, dispuso que la aviación testimonie su adhesión al presidente de la República, desagraviando a la vez la memoria del general José de San Martín. Para esto decidió que una formación de aviones sobrevuele la Catedral de Buenos Aires, donde descansan los restos del Libertador. El anuncio del desfile reunió en Plaza de Mayo a un numeroso público. Se trataba de un acto cívico-militar en solidaridad con el gobierno frente a los embates de la oposición.
Pero durante esa jornada, al mediodía se produciría el bombardeo, conocido como la Masacre de Plaza de Mayo. Ese día un grupo de militares y civiles opuestos al gobierno del presidente Perón, intentó asesinarlo y llevar adelante un golpe de estado y, si bien fracasaron en su propósito, durante el mismo varios escuadrones de aviones pertenecientes a la Aviación Naval, bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, el edificio de la Confederación General del Trabajo y el edificio que en aquella época servía como residencia presidencial.Causaron la muerte de 700 personas y más de 2000 heridos.
Los relatos de la época comentan que:
“A las 12.40, la escuadra de treinta y cuatro aviones de la Marina de Guerra argentina que había estado sobrevolando la ciudad desde hacía bastante tiempo (22 North American AT-6, 5 Beechcraft AT-11, 3 hidroaviones de patrulla y rescate Catalina), iniciaron sus bombardeos y ametrallamientos al área de la Plaza de Mayo.”
“El capitán de fragata Néstor Noriega, de 39 años de edad, esperaba que el cielo se despejara, la escuadrilla formaba escalonada hacia arriba. A las 12,40 Noriega al mando de su Beechcraft descarga una bomba de 100 kilos que cae sobre la sede presidencial; a continuación los North American al mando del capitán de corbeta Santiago Sabarots descargan bombas de 50 kilos cada uno. La sorpresa del ataque hizo que el mismo cayera sobre la población, que realizaba sus actividades normales debido a que era un día hábil.”
“Entre las primeras víctimas se contaron los ocupantes de los vehículos de transporte público de pasajeros. Un trolebús repleto recibió una bomba de lleno, muriendo todos sus ocupantes.”
“La Plaza de Mayo era un incendio, quienes salían de las bocas del subte se encontraron con la nube de pólvora, los aviones rasantes sobre el casco porteño, la gritería, la desesperación, la gente intentando esconderse como podía, heridos, muertos, mutilados. Los aviones lanzaron sus bolas de fuego y muerte contra los trabajadores que se desplazaban hacia sus tareas, o bien transeúntes distraídos que recorrían ese lugar histórico, mientras se escondían como podían ante la sorpresiva y violenta lluvia de bombas y metrallas”.
Esa mañana fue el bautismo de fuego de los aviones de la aeronáutica contra el pueblo. Los aviadores arrojaron nueve toneladas y media de explosivos, según algunas fuentes, otras, catorce toneladas sobre la población civil inerme.
Perón se había retirado al Ministerio de Guerra ubicado a 200 metros de la Casa Rosada por lo cual no estaba en ella al comenzar los ataques aéreos y el intento de asalto por fuerzas de tierra.
Después de la primera hora de bombardeo los gremios empezaron a convocar a los obreros para organizar una Marcha de Resistencia a la Plaza de Mayo en defensa de Perón. Una bomba cayó sobre la convocatoria a las 13.30 y mató a Armando Fernández, de la Asociación de Trabajadores Jaboneros, Perfumistas y Afines.
Mientras se acentuaban los tiroteos en el centro porteño, se ordenó a la Base Militar de la Fuerza Aérea en Morón el despegue de interceptores a reacción. Los pilotos se encontraban entonces en acaloradas discusiones sobre si debían adherirse o no al movimiento de los sublevados. Rápidamente se hizo al aire una escuadrilla de cuatro Gloster Meteor leales al gobierno. Si bien no pudieron llegar a tiempo para impedir el bombardeo, lograron interceptar una escuadrilla naval rebelde que se retiraba de la zona. El combate se produjo a baja altura sobre el Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery y el Río de la Plata.
La Base Aérea de Morón caería entonces por poco tiempo en manos rebeldes, con lo que estos pudieron hacerse con 4 Meteors. Los hicieron despegar para continuar ametrallando la zona de Plaza de Mayo en apoyo a los rebeldes emplazados en la zona del Ministerio de Marina, extendiendo sus acciones hasta las 17.20. Al no contar con bombas uno de estos aviadores empleó su tanque de combustible como si fuese una bomba de napalm, que cayó sobre los automóviles que se encontraban en el estacionamiento de la Casa de Gobierno.
Ante el fracaso del combate en tierra y luego de ser derribados dos aviones por las baterías antiaéreas montadas en la zona, los aviadores rebeldes recibieron la orden de escapar al territorio uruguayo, pidiendo asilo. De los treinta aviones que huían, algunos aparatos no llegaron a aterrizar en el territorio uruguayo por el excesivo consumo de combustible invertido en los ametrallamientos, por lo que sus pilotos debieron descender forzosamente al Río de la Plata o en campos de la zona de Carmelo.
El pueblo salió a la calle enardecido, solicitando armas al presidente. En un mensaje radial emitido por el General Perón afirmó que “la situación está totalmente dominada. El Ministerio de Marina, donde estaba el comando revolucionario, se ha entregado y está ocupado, y los culpables, detenidos”, e instó a la población: “nosotros, como pueblo civilizado, no podemos tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión, sino por la reflexión”.
Se había perpetrado uno de los hechos más cobardes y criminales de militares y civiles de la historia de nuestro país.

