Planeta Giussani
La V Columna de Laura Giussani Constenla | Petróleo Sangriento
No sé si a ustedes les pasa pero a mí, de pronto, una palabra me empieza a repiquetear en la cabeza y no para. Ping Pong, ping pong de un lado al otro del cerebro. Esta semana la culpa fue del portal El Extremo Sur que publicó una nota excelente sobre la historia del petróleo en Argentina y la primera revuelta de Cutralcó, que no fue la que muchos recordamos: el primer piquete contra Menem. No. La primera fue en 1958. Y con el menemismo tuvimos dos polos petroleros que se pusieron a la vanguardia de los piquetes. Cutralcó y Mosconi. Petróleo y riqueza. Petróleo y resistencia.
Desde ese día, veo todo negro, todo petróleo. Y me acuerdo de Vaca Muerta, y Pereyra, líder de miles de petroleros, cara de pocos amigos, quien nunca se sabe si defiende a los trabajadores o a las empresas extranjeras. “Tendría que ser más patriota” dijo Pepino Fernández en éste programa. Vaca muerta, nombre de mal presagio si los hay.
De pronto, una información -que no llega a noticia porque casi no aparece en los medios- dice que nuestro petróleo autóctono, el de Comodoro Rivadavia (en donde se descubrió el petróleo en Argentina en 1907 y ya entonces era explotado por el Estado, bastante antes de YPF), trepaba a la cima de los precios internacionales y superaba por más de 10 puntos al que se puede extraer en Vaca Muerta (porque hay petróleos y petróleos, pesados y livianos). Hoy el negocio vuelve a Chubut. Mal presagio Vaca Muerta.
HAY QUE ALIMENTAR SEIS MIL Y PICO DE MILLONES DE PERSONAS, Y OCHOCIENTOS MILLONES DE AUTOS ¿QUÉ ELEGIMOS? LOS AUTOS
Ping-Pong
Quiero saber: ¿cuándo empezó todo ésto? Hace miles de años el petróleo brotaba con naturalidad el Oriente. Cuatro mil años antes de Cristo, en Babilonia se lo utilizaba para pegar ladrillos e incluso con fines medicinales; en Egipto engrasaban pieles, los Méxicanos lo usaban como pintura y para los chinos, siempre adelantados, ya era un combustible. Tiempos en que la naturaleza era próspera y ofrecía sus recursos de manera generosa. Se acuerdan que en nuestros ríos los indios no pescaban con caña ni redes? Eran tantos que bastaba agarrarlos con la mano o un lanza.
¿Pero cuándo, cuándo, el mundo comenzó a girar en torno al oro negro? En 1859 un señor llamado Edwin Dark perforó el primer pozo de petróleo en Pensilvania. Todavía ignoraba las consecuencias de esa iniciativa. Hasta el momento solo se sabía que podía convertirse en kerosene y mejorar el alumbrado público. Del buen Edwin que cambió la historia, nada sabemos (bah, sabrán los que saben, como siempre, pero en Internet no figura ni a placet).
¿VALE LA PENA TRABAJAR, VIVIR Y MORIR PARA LOS AUTOS?
Ping-pong
Leo por ahí que el petróleo es un compuesto inflamable, que tiene características parecidas al carbón, pero mientras el carbón requiere 8 millones de años para formarse, el petróleo se forma en tan sólo un millón de años. Sí, sí, así dice: Solo un millón de años. Solo eso.
El sedimento de toda forma de vida, de plantas y animales, añejado un millón de años se convierte en el bendito combustible. Digamos que nuestra vida podría cobrar sentido porque dentro de un millón de años, seremos petróleo. Bastará un pozo para echar nuestros huesos líquidos al tanque de nafta de los futuros automóviles, siempre y cuando el planeta siga andando, claro.
Supongo que se darán cuenta que es algo irracional dilapidar en un segundo algo que tardó millones de años en hacerse. Porque el recurso es finito, porque la tierra alguna vez empezó. Pero allá vamos, a alimentar autos voraces.
Ping-Pong
Ay los autos. Trabajar, vivir y morir para ellos. ¿Vale la pena? Según un estudio realizado por la Asociación Colombiana de Vehículos Automotores se estima que en el 2016 había 1.350 millones de autos dando vueltas por las calles de la tierra Cifra tan espectacular que podría provocar el espejismo de creer que los automóviles son la base de nuestra economía. Pues no.
¿Cuántas personas hay en el mundo? 7.700.000.000. En ese caso habría seis mil quinientos millones de personas sin autos o más, porque de los mil y pico de millones de autos que hay muchos pertenecen a una misma familia o al Estado o a las empresas. La cifra de los privilegiados con auto podría reducirse a 800 millones contra más de seis mil millones que sufren las consecuencias para que esa mínoría pueda bajar la ventanilla, sentir el aire en la cara, y poner música para la ruta.
La pregunta sería ¿hay que alimentar a seis mil y pico de millones de personas y 800 millones de autos? ¿Qué elegimos? Los autos, ¡obvio!
Ping-Pong
Veo un programa de Netflix, Patriota No deseado -recomiendo con énfasis- en donde un tipo explica, de la manera más ágil y graciosa que puede, que los hermanos Koch, dueños de la industria automotriz y todo lo que conlleve -rutas, asfalto, cinturones de seguridad, etc- gastan millones en hacer campañas en contra del transporte público al que consideran un auténtico “Despilfarro”.
Ping-Pong
Volvamos a Pensilvania. Ese primer pozo perforado por un auténtico desconocido, provocó una “fiebre por perforar” que tuvo su punto cúlmine a mediados de mil ochocientos setenta, en torno a esta actividad nacieron ciudades y rutas y caminos y empresas varias. Quince años después, nacía la industria automotriz en Estados Unidos, en 1890.
Ahora bien, ¿porqué lo llaman el ‘oro negro’? Porque en ese momento la fiebre primera fue la del oro de verdad verdadera. Ese dorado. Y acá es cuando ya empiezo a enloquecer. Ideas e ideas que rebotan aquí y allá.
Ocurre que en esos mismos años se desarrolla en Estados Unidos la conquista del oeste que dio miles de películas para ver. Allí aparecen personajes como Toro Sentado, Caballo Loco, Billy the Kid o Jesse James. Un excelente documental dirigido por Robert Redford: The West, una historia del lejano Oeste, resulta revelador. Cualquier parecido con la conquista del desierto es pura casualidad. También allí había unos indios que debían civilizarse, sobre todo porque no entendían ‘cómo funcionaba el mundo’. El documental nos muestra a Toro Sentado y Caballo Loco, que para muchos de nosotros no son más que personajes de películas, como los verdaderos líderes Sioux que pelearon como pudieron para defender sus territorios.
Negociaron y lograron que se les otorgue un territorio. Así fue que les cedieron una montañas casi inhabitables pero que ellos sabían habitar. No imaginaban que les habían regalado una mina de oro. Literalmente. Y tenían título de propiedad. ¿cómo hacer para echarlos sin violar uno de los principios del ser americano, la propiedad? Pues bien, según cuenta el documental de Robert Redford, decidieron matarlos de hambre ¿cómo? Vieron que los búfalos eran su principal fuente de subsistencia. Y premiaban con un buen dinero a cada uno que matara un búfalo. Al poco tiempo, la comunidad Sioux se vio diezmada por la hambruna. El Cacique Toro Sentado decidió emigrar a Canadá mientras Caballo Loco se quedó a resistir.
Zácate, de pronto me vino a la cabeza la mortandad wichi en Salta, con un médico para 6.000 personas y terratenientes que esperan pacientes ocupar esas tierras para plantar soja. Ping Pong, petróleo. Ping Pong autos. Ping Pong, oro. Ping Pong pobres. Ping Pong, muertos.
En realidad, ésta columna comenzaba diciendo: El 13 de diciembre de 1907 se descubrió el primer pozo petrolero en Argentina. Ocurrió en Chubut, alrededor de Comodoro Rivadavia. Fue por entonces que se fundó la Dirección General de Explotación de Petróleo de Comodoro Rivadavia, primera empresa petrolífera estatal del mundo en tener el control total del negocio: exploración, explotación, transporte, refinación y comercialización.
A paso lento, y con dificultades enormes por la falta de conocimiento de un producto que revolucionaba el mundo, fue creciendo la industria petrolera nacional. Fue recién luego del descubrimiento del yacimiento en Plaza Huincul, administrado por otra agencia estatal, cuando el gobierno de Hipólito Yrigoyen decide unificar la explotación del petróleo y crear YPF en 1922, presidida por Enrique Mosconi.
LCV
Planeta Giussani/ Houston, tenemos un problema
El 13 de abril de 1970, una frase entró a la historia. Creíamos que la humanidad tenía el poder de conquistar el universo todo. Naves intergalágticas surcaban el espacio. Estados Unidos ya había plantado bandera en la luna. Una nueva misión tenía al mundo en ascuas: el Apolo 13. Todo iba bien hasta que una serie de luces desconocidas y una explosión de origen ignoto obligó a la tripulación del Apolo a llamar a la base en tierra. El mensaje fue claro y conciso: “Houston, tenemos un problema”.
Desde entonces, cada vez que ocurre un imprevisto de difícil solución e incierto origen, apelamos a aquellas palabras de desesperación controlada con las que el astronauta del Apolo 13 compartió su alarma. Y sí, hoy, apelamos una vez más a ella: Houston, tenemos un problema.
Este domingo, la política argentina vio los destellos de luces jamás imaginadas y alguna explosión agitó los ánimos. Qué había pasado?
De manera inusitada, los hermanos Milei, en el peor momento de su gobierno arrasaban en casi todas las provincias, incluída la provincia de Buenos Aires, donde había sufrido una derrota aplastante pocas semanas atrás.
El desconcierto invadió a propios y extraños. Quizás pueda decirse que, de una forma u otra, salvo los Milei, perdieron todos. Y cuando digo todos, digo también la derecha. Curioso ¿no?
Desde el mes de agosto, incluso los medios ‘amigos’ del gobierno se dieron vuelta. Por primera vez se los veía a Feinman, Viale, Laje y hasta Trebucq, entrevistando de manera incisiva al presidente de la Nación. El escándalo Sapagnuolo, el 3% de Karina, las relaciones narco de Espert, eran tapa, día tras día.
Las redes estallaban con incomprobables brotes psicóticos de Milei. Hablábamos de un Plan B en marcha, mientras otros directamente mencionaban un operativo destituyente. Las elecciones intermedias parlamentarias se habían convertido en un referendum: Milei sí o no. Todos tensaron la cuerda. Blanco o negro. Milei o Kirchnerismo, representado por Cristina y su hijo.
El desdoblamiento de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires le dieron aire a Kicillof, al no ser una consulta nacional, pudo mostrar el mapa político de el bastión peronista por excelencia. Seguía siendo peronista, es más, kicillofista.
Lejos de retroceder frente a una embestida política, mediática y hasta empresaria, el gobierno fue por más. Más represión, más ajuste, más agresión contra los ejes más sensibles para la población: salud, universidad, discapacitados, jubilados. ‘Ni un paso atrás’ decía Mussolini en pleno liderazco.
Los politólogos y periodistas, encargados de ‘leer’ el mensaje de la ciudadanía, se agarraban la cabeza. La derrota era el número ganador. Hagan sus apuestas señores, quien gana y quien pierde?
Perdimos todos.
Es que había ocurrido un imprevisto, un destello de luces violetas y una explosión: Donald Trump se metía en la campaña. Prometía una salvación económica sí y sólo sí Milei ganaba las elecciones.
Lejos de autoflagelarnos con las responsabilidades de cada uno de los protagonistas, y mucho menos de pensar que de la noche a la mañana el pueblo argentino decidió apoyar la represión a los jubilados, hacer aparte las exigencias del Garraham, reirse de los discapacitados, y escupir sobre la cabeza de centenares de miles de desocupados por un plan económico que detruye la industria junto con el Estado, esta vez, yo prefiero no creer. Prefiero no creer que se fascistizó el electorado de tal modo. Así que busco otras razones.
¿Y si el voto hubiera sido más sensato de lo que pensamos? Qué había enfrente a Milei. Si perdía, caía el gobierno, eso era lo que todos esperábamos con cierta euforia. Y si caía el gobierno ¿qué pasaba?
Posiblemente el electorado pensó: Houston, estamos en problemas.
Y aquí entra el factor Trump. Aceptar el manotazo de ahogado de Trump quizás era lo más pragmático porque si no era eso ¿qué? Sólo se veían dos opciones y ambas significaban ‘volver’. Al peronismo o al macrismo. Por si no hubiera quedado claro con la victoria de un personaje indefinible, nadie quiere volver a sentir el hastío de los mismos discursos vacíos. Quizás la sociedad está pidiendo a gritos dar vuelta la historia, no volver sino ir.
Una vez más, invito a nuestros lectores y oyentes a pensar que no vivimos en un mundo aparte. Y el mundo, lamentablemente, hoy tiene como protagonista a otro esperpento al que todos hacen reverencia, cruza fronteras, se adjudica paces incomprobables, extorsiona con los impuestos a países de distinta índole. No queremos reyes, pero tenemos un emperador cuyo parecido con American Dad, es preocupante.
Por más que nos dediquemos a analizar de manera pormenorizada los errores de cada partido, partidazo o partiducho, lo que pasa en Argentina no es ajeno a lo que pasa en el mundo. Quizás Milei entendió eso y anda viajando de acá para allá, sembrando su demencial teoría anarcocapitalista en tiempos de tierra fértil.
Parace antiguo, pero la solución quizás no es sólo nacional. Que avance el internacionalismo, pues. Porque más allá de consignas perimidas como “Patria sí, Colonia no” o recordar “Braden o Perón”, el mundo entero está sufriendo un terremoto económico y moral. Las Colonias ahora son ‘países aliados’ y el entramado económico crea fronteras tan volátiles que resulta imposible analizar con la rigidez a la que estábamos acostumbrados.
No somos el peor país del mundo, son tiempos de una humanidad que ya no puede llamarse humana. Bombas, drones, hackers, ataques cibernéticos, enemigos más virtuales que reales.
Por eso, LCV también anda relojeando lo que pasa aquí y allá. Y, por ahora, parece que nadie se salva solo, tampoco a nivel internacional. Ningún país podrá enfrentar las fuerzas de este post capitalismo cínico y voraz.
Si volvemos al chiquitaje interno, y sí, el baile de Cristina en el balcón al conocerse que perdió el peronismo en la provincia de Buenos Aires fue lo más parecido a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Pero no son Cristina ni Kiciloff el problema. Ni la izquierda ni los tibios ni los progres nisiquiera la derecha de buena o mala fé. Levantemos la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de acusarnos y empecemos a construir, y a coordinar con quienes están sufriendo tanto o más que nosotros.
Son tiemos difíciles, para todos, sobre todo para los que todavía tienen algo que perder. Esa clase media apedreada que se niega a bajar al séptimo círculo del infierno. Pero hay medio país que sabe que es difícil bajar otro peldaño. No son necesariamente gorilas, ni idiotas, ni todos los epítetos que se les ha endilgado en estos días. Muchos desposeídos apostaron a los hermanitos medio locos. Quizás por empatía. Hartos de ver tantos políticos racionales y nobles que los han llevado a la ruina.
Sigamos pensando y construyendo una sociedad más justa, desde abajo, simplemente como personas, aprendamos a escucharnos, dejemos atrás ese fugaz poder que puede dar una diputación o una secretaría.
Entre tanto, la vieja política tiembla. Cuando pase el temblor ojalá que nos encuentre más fuertes, libres, sinceros. Quizás desorganizados, quizás no unidos, pero dispuestos a llevar adelante las luchas en las que muchos estamos desde hace tiempo y sentimos que son robadas por representantes que no nos representan. La unidad no es todo en la vida. Seamos miles de luces, miles. Miles de fogatas, miles. Ya nos encontraremos de manera natural en un momento histórico en el que valga la pena escucharnos sin insultarnos.
Columna de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 27 de octubre de 2025.
Entrevistas
Roma también tiene su ‘Ronda de los Jueves’
Un placer recibir en este Planeta Giussani a Enrico Calamai, ex diplomático que presenció dos golpes latinoamericanos desde los consulados italianos de Chile y Argentina. Una experiencia que le dejó huella.
En nuestro país fue un vicecónsul que salvó la vida de 300 argentinos comprometiéndose personalmente en darles refugio y llevarlos a Ezeiza a pesar del desacuerdo con la política oficial del gobierno de Italia. Hay quien lo llama el ‘Schlinder’ de argentino.
En el 77, fue retirado del consulado en Argentina. Luego estuvo cumpliendo sus funciones en Nepal y Afganistan, hasta su retiro prematuro. Desde entonces es un activista por los derechos humanos, autor de dos libros “Faremo l’America” y “Niente Asilo Político”, editados por Editori Riuniti y Feltrinelli. Le damos la bienvenida a nuestro Planeta a Enrico Calamai.
Muchos de ustedes lo conocerán por el hermoso documental La Resistenza, que testimonia la labor de los exiliados argentinos en Roma. Si no lo vieron, no se lo pierdan. Conmovedor. Pero hoy queríamos hablar con Calamai sobre la actualidad, su actualidad, como referente y fundador del Colectivo Mani Rosse Antirazziste, creado contra los decretos de Seguridad de Salvini, que cada jueves se reune frente al Viminale -el Ministerio del Interior- para denunciar la responsabilidad Italiana y Europea en diversas masacres, dictaduras, guerras y saqueos de recursos naturales.
LCV
Never More, por Laura Giussani Constenla
Aquí estoy, en la cima de una colina italiana, leyendo y pensando, rodeada por un paisaje medieval. Desde mi ventana puedo ver con claridad capas geológicas de montañas rotas y casas que acumulan milenios de historia: piedras sobre piedras, guerras sobre guerras, muertes sobre muertes, resistencias sobre resistencias.
Tensa espera a pocos días del Yom Kippur mientras una flota armada sólo de ayuda humanitaria, en barcazas conseguidas a pura militancia, con 400 soldados civiles, provenientes de más de 40 países, ha decidido hacer los que los gobiernos occidentales no hicieron.
Sobre el Mediterraneo no solo flotan las naves de la paz, también la sensación de que está en juego el concepto mismo de humanidad. Habrá un antes y después de Gaza, un antes y un después moral que caerá como un manto negro en nuestra memoria si no logramos frenar esta locura.
La Flotilla internacionalista Global Sumud es una hazaña épica. Termine como termine. Finalmente logró poner en el centro de la escena la vida humana como tal. Porque si a nadie le importa demasiado qué les pasa a los Palestinos, o a los miles de africanos ahogados en sus aguas, podría desatarse una guerra si muere un solo italiano, o español o inglés sólo por llevar ayuda humanitaria a un país desastrado, jaqueado por las bombas y la hambruna.
Cuando los gobiernos no escuchan a sus pueblos y la justicia y el derecho internacional desaparecen, cualquier cosa puede pasar. ¿Para qué votar representantes si los representantes no piensan representarte?
Así pués, empiezan a aparecer sabotajes cibernéticos, drones espías o francotiradores locos que nadie sabe a quién o a quiénes responden. Si es que responden a alguien o son meras reacciones individuales a un mundo que ha perdido la brújula.
Durante varios días los aeropuertos de Bruselas, Berlín y Londres funcionaron a medias por un supuesto ciberataque. Nadie murió, lo que sucedió es que no funcionaban las computadoras, así que los empleados debían llenar la facturación a mano, como en tiempos analógicos. Decenas de vuelos suspendidos o retrasados. También en italia hubo caos con los aviones, debido a una huelga de aeronavegantes por mayor salario y condiciones laborales. Sí, Milei, no vaya usted a creer que sólo en Ezeiza o Aeroparque cada tanto hay lío.
No, quizás no llegamos al fin de la historia. Acaso desde su mismo comienzo el hombre vivió en el peor mundo posible y aún así no cejó en su instinto de preservación construyendo culturas, inventando tecnologías, amando y pariendo. Una fuerza vital persistente, como las plantas que crecen en las grietas de algunas piedras.
Pensamos que vivimos en el peor momento de la historia, pero tratemos de recordar ¿cuándo hubo un momento histórico realmente feliz para los pobres de la tierra? Quizás sólo entre una guerra y otra.
En Argentina, por ejemplo, todavía somos muchos los que añoramos aquellos maravillosos tiempos de Cámpora. Es más, hasta una agrupación eligió su nombre. Bueno, esa primavera en la que parecía todo posible, terminaba una dictadura y salían los presos políticos de las cárceles, duró menos de un mes. Un mes de felicidad plena en sentido histórico.
Después cada cuál habrá logrado sus ráfagas de amor, alegría o tranquilidad personal pero estoy hablando de lo colectivo. Sí, ya sé, hubo otros momentos en los que creímos que habíamos logrado torcer el rumbo de la muerte. Entre los recientes, recuerdo la felicidad de la llegada de Alfonsín y el juicio a las juntas. Tampoco duró demasiado. Apenas un par de años hasta la llegada de la hiperinflación de la mano de los especuladores de siempre.
Tiempo de canallas
De pura casualidad cayó en mis manos un libro de Lillian Hellman, la compañera de Dashiel Hamett, llamado ‘Tiempo de Canallas’. En él relata su experiencia durante el Macartismo en los años 50 en Estados Unidos. Incluye una brillante introducción de Garry Wills que ubica el inicio de la persecusión política a todos aquellos que tuvieran ideas ‘antinorteamericanas’ en el año 47, bajo la presidencia de Truman. Estremece pensar que se dieron sólo dos años de paz después de tanto dolor. Todo empeoró en los cincuenta, cuando la idea de Truman de frenar a los ‘antiamericanos’ fuera ‘mejicaneada’ y ‘perfeccionada’ por un joven Nixon y el Senador McCarthy.
Por lo visto, en frío o caliente, necesitaban seguir guerreando. No había ninguna razón militar para instaurar un régimen de vigilancia más duro que el de cualquier guerra. La Unión Soviética estaba diezmada luego de la victoria contra el nazismo, que hizo como aliada del mismísimo Estados Unidos. Sólo podían tener diferencias ideológicas pero de ningún modo era imaginable una invasión comunista en oriente en esos primeros años.
Aún así, el fantasma comunista fue construído con esmero por los gobiernos de la época. La censura y la manipulación en Hollywood, con cantidad de intelectuales y artistas presos –como el mismo Hamett– o exiliados, fue brutal desde fines de los 40 a principios de los setenta. Muchos delataban a sus compañeros, inventaban conspiraciones para no quedar sin trabajo. Un verdadero tiempo de canallas. Estrellas de Hollywood, escritores, intelectuales, fueron perseguidos como ejemplo en el llamado País de la Libertad. Siempre es conveniente un buen enemigo para mantener la cohesión social. La paz no rinde a los dueños de la tierra.
En eso estaba cuando leo que Trump, más allá de dedicarse a bombardear barcazas en aguas internacionales cercanas a Venezuela, una locura de derecho internacional que nadie parece estar tomando en serio, y asumir el rol de emperador mundial metiendo sus narices en cuanto conflicto se insinúe en el horizonte, ahora ha decidido mandar todas las Fuerzas de Seguridad necesarias para luchar contra los terroristas del Antifas que andan protestanto en Portland, Oregon ¿Quiénes son esos Antifas? Ninguna organización en particular, así le dicen a todos aquellos que se identifiquen con el antifascismo. Poco falta para que invente un Comité de Actividades Anti-Norteamericanas, tal el nombre que llevaban aquellos que perseguían, interrogaban, detenían o, simplemente, dejaban sin la posibilidad de trabajar por formar parte de una lista negra durante el nefasto macartismo.
Cría Cuervos
Volvamos a este hermoso lugar de la Umbria cuyo nombre prefiero evitar. A veces la realidad nos regala metáforas insospechadas. Me sorprendió descubrir que sólo dos aves habitan este pueblo: los cuervos y las palomas. Dicen que alguna vez trajeron a los cuervos para auyentar tanto palomar. Se equivocaron. Ambas conviven en paz formando nidos en los huecos pedregosos de los antiguos edificios. Eso sí, es raro ver otros pájaros. Acá reinan los cuervos y las palomas, sin más. Parece cuento pero es verdad
Las veo revolotear a mi alrededor mientras las fotos de Trump, Netanyahu y Milei, satisfechos en la ONU, dan vueltas por el mundo. Tres cuervos que no aprendieron a convivir con paloma alguna.
Y como una idea trae la otra, recuerdo el famoso dicho: “Cría cuervos y te sacarán los ojos”.
No sé cómo ocurrió, peros los cuervos se apoderaron de esta columna. Y pienso en Edgard Allan Poe con su cuervo que repetía sin cesar Never More. Suena, entonces, la canción de Allan Parson Project y su repetido Never More.
Quizás sea tiempo de recuperar nuestro Nunca Más, cantarlo, gritarlo, lucharlo como jamás antes.
Nunca Más guerras.
Nunca Más genocidios.
Nunca Más hambre.
Nunca más femicidios.
Never More.

