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Opinión

Solo para cortar con tanta dulzura, por Américo Schvartzman

El discurso del Presidente (correcto, sereno, razonable) también dejó claro que el modelo extractivista, tanto agroindustrial como megaminero, no solo no se discute sino que es la “palanca para el desarrollo productivo del país”.

Lo dijo varias veces.

Correcta y serenamente.

Pero ya no es tan razonable que luego hablara de “acciones de adaptación y mitigación al cambio climático”, cuando primero anuncia: “Vamos a extraer los recursos a partir de un entramado productivo tecnológico y diversificado en todas las provincias argentinas…”

Es decir: vamos a mitigar el cambio climático que nosotros mismos vamos a contribuir a agravar al basar nuestro desarrollo precisamente en los dos elementos principales que producen el cambio climático que queremos mitigar.

Que en el medio anuncie agroecología o ciudades sustentables, por más correcta y serenamente que lo enuncie, es parte del macaneo verde que las clases dirigentes de todo el mundo están manejando.

Una pena.

Como dijo en la ONU Bruno Rodríguez –ese gurí sabio del que casi ya no se habla–: “El poder no hará nada si no se lo reclamamos desde abajo, si no se lucha desde abajo”.

Y lo dijo correcta, serena y razonablemente.

Te puede interesar: discurso de Bruno en la ONU

https://www.youtube.com/watch?v=li0vZCfKM_U

Américo Schvartzman el licenciado en filosofía, periodista, humorista gráfico y docente. Director de La Vanguardia Digital, fundador y editor de El Miércoles Digital, portal de Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Autor del libro “Deliberación o dependencia. Ambiente, licencia social y democracia deliberativa”, entre otros.

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Destacada

Mi querido odio, por Hugo Asch

Hace ya tiempo que el odio abandonó la romántica contracara del amor en la moneda y se convirtió en la palabra con peor prensa. Solo los perversos odian, los despiadados, los abandonados de la gracia de Dios. Tanto odian que hoy se los cataloga por esa característica: son odiadores. ‘Haters’, en inglés.

Se los identifica como seres irracionales incapaces de pensar y cuestionarse nada, fanáticos, violentos, manipulables. Lo que no es falso, al contrario. El odio inculcado por sistemas políticos, educativos, familiares; por raza o clase social, produce individuos despreciables. No hay discusión sobre ello.

Bien. Hasta aquí mi concesión a lo políticamente correcto. No hay que abusar de esa desgracia. Si seguimos así un día moriremos todos de un agudo ataque de corrección política. No subestimemos sus efectos narcóticos, letales. Ahora quisiera hablar sobre otra clase de odio. También podría llamarlo desprecio, profunda antipatía, repulsión o encono. Pero no. Me gusta más odio. Quién es capaz de amar conoce este sentimiento. Es mi caso. Sé amar, sé odiar. Yo odio, he odiado y seguiré odiando.

Fundamentalmente porque no me da todo igual. Discrimino. Me enojan ciertas cosas. Y otras me dan odio. La historia argentina chapaleó en la sangre de cientos de fusilamientos y degüellos hasta la irrupción de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en la segunda mitad del siglo XX. Antes de los pañuelos blancos, las cosas se negociaban con un muerto en la mesa. Recuerdo en mis primeros pasos como periodista, haber hecho notas con casi toda la dura derecha de los años ‘70. A Jordan Bruno Genta, por ejemplo, lo vi en una conferencia una semana antes de su asesinato a manos del ERP, en 1974. Era un catedrático de buenos modos, nacionalista, conservador, católico, antisemita, anticomunista, decepcionado de la Revolución Libertadora y enemigo del sistema democrático, que creía contaminado por liberales, peronistas y marxistas. Sus seguidores no eran multitud pero sabían moverse. Sus posturas eran extremas y tenían fieles discípulos en las tres fuerzas armadas. Demasiados. Oscar Castrogé ‒en realidad Castrogiovanni‒ era el polo opuesto. Extrovertido, avasallante, de voz potente. Durante la dictadura se había divertido pasando marchas nazis y fascistas en su programa de radio Excelsior. En los ‘80 irrumpió con un grupo de seguidores armados con pistolas y machetes para copar el programa ‘Sueño de una noche de Belgrano’, conducido por Jorge Dorio y Martín Caparros. Fueron sus 15 minutos de fama, aquellos que prometía Andy Warhol.

Su hermano, como secretario de un juzgado, me citó por un juicio que había iniciado un fiscal, ofendido por una columna que Guillermo Kelly había escrito en ‘La Semana’, revista que yo subdirigía en 1986. Durante los primeros 15 minutos de la indagatoria, Castrogé II solo se preocupó por averiguar los orígenes del apellido Asch. Su especialidad.

Los Castrogé eran odiadores estilo ‘El Caudillo’, la revista no oficial de la Triple A. Ultraderecha violenta sin matices, mucha amenaza, cadenas, palo y a la bolsa, esas cosas. En enero de 1985 tomé un inolvidable té en la casa estilo Tudor de Figueroa Alcorta casi Ortiz de Ocampo, pleno Palermo Chico, sede de ‘Tradición Familia y propiedad’. Me recibió su líder, Cosme Beccar Varela, impecable traje inglés, rodeado por jóvenes altos, más bien rubios, también trajeados que, en una coreografía estática pero imponente, sostenían pancartas rojas con signos heráldicos. Nadie sonreía pero parecían de lo más amables. Me explicaron el insoluble problema judío, la falta de Dios de quienes alentaban el divorcio y el aborto, el horror peronista, el pecado mortal de quienes exhibían la carne sin pudor cristiano. Fue como una visita al siglo XVII. A la noche, cuando con palos, patadas, golpes de puño y piedras impidieron el estreno de ‘Yo te saludo, María’, la película de Godard que consideraron “hereje” y “malévola”, los niños rubios parecían barras de Nueva Chicago. La derecha del siglo XX era una minoría, pero ponían los pelos de punta con su discurso que mezclaba como en licuadora a Adam Smith, Roca, Mitre, Rosas, San Martín, Mussolini, Perón, Primo de Rivera, ‘Mein Kampf’ y libelos como ‘Los protocolos de los sabios de Sion’. Hay odios y odios.

En los años ‘90, Mariano Grondona logró huir de la sombra de Bernardo Neustadt en ‘Tiempo Nuevo’ y debutó con programa propio: ‘Hora Clave’. Un poco por vicio de viejo liberal satisfecho porque el libre comercio por fin había sido impuesto por Menem, y otro mucho para diferenciarse y buscar rating, comenzó a hablar sobre los pobres, a citarlos, a criticar a Menem por su insensibilidad. Neustadt, absorto, creía que se había vuelto comunista. La mezcla de Adam Smith con su catolicismo cursillista lo llevó a tener ideas que, confieso, me hicieron tener ataques de furia frente al televisor. Una noche quiso reunir a las dos Hebes. Hebe de Berdina, madre del primer oficial muerto en el Operativo Independencia de Tucumán y Hebe de Bonafini, madre de dos desaparecidos en dictadura. No quiso una, no quiso la otra. Lógico. Poco después murió el almirante Rojas, aquel petiso oscuro de sonrisa torva y gorra ladeada, el gran ‘héroe’ de la Libertadora. Por supuesto Menem fue a su entierro a presentar sus condolencias por el fallecimiento del líder de la Marina que bombardeó la Plaza de Mayo dejando un tendal de cadáveres de gente que pasaba por ahí. Durante el trayecto del cortejo fúnebre, pasó otra cosa. Una viejita de pelo blanco y vestida de negro caminó lentamente hacia el féretro y le lanzó un escupitajo descomunal, de medalla olímpica. Se dio media vuelta y se fue, satisfecha. Entonces, en su editorial, el doctor Grondona se dedicó a comparar “el peronismo viejo” de esa ancianita resentida que se había quedado en el 45, con el “peronismo nuevo” del moderno y superador presidente riojano. Estallé. Mal. Las dos veces lo hice. Hablaba solo, o mejor dicho, le gritaba a la tele. Un papelón, porque eran como las 11 de la noche. Defendía ese profundo odio de la viejita de negro, y la prudente decisión de las Hebes de no juntarse. Hay odios que son racionales, justificados. No existe esa clase de perdón y está muy bien que eso sea así, y siga siendo así. Reivindico esa clase de odios, entonces. Odios racionales, sostenidos por la fuerza de los hechos y la historia. Tampoco imagino a Simón Wiesenthal, Mariano querido, muy entusiasmado por reunirse a tomar el té con los Menguele.Es hora de reconocerlo: he odiado a todo aquel que haya sostenido con fervor a la, digamos, política económica de Macri.

Mauricio Macri no fue un neoliberal. Esa creación que Hayek y Milton Friedman estrenaron en Chile con Pinochet y luego fue la bandera política de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, era una variante brutal del liberalismo. Brutal, pero también clásica. No es el caso de Macri, a quien sólo le importaba el capital financiero. Si era por él, se podía parar la producción de medio país que nada ni nadie lo iba a mover de la reposera. Sucedió.Lo suyo fue un capitalismo de agujero negro. De ‘Nada’. Sin producción ni consumo. Lo de Macri no fue un plan económico, fue una declaración de guerra. Algo personal. Yo estaba entre los condenados, como tantísimos. La llegada de Javier Milei le agrega a esa tragedia planificada una dosis de perversión, patetismo y ridículo como jamás se ha visto en estas pampas de crisis.

No está mal odiar a gente así. El gobierno de Alberto Fernández sufrió una sequía histórica y una pandemia mundial, a los tres meses de asumir. Pero no logró, revertir la injusta distribución de la riqueza ni parar la especulación financiera. Amagó enfrentar el Poder Real cuando anunció “la expropiación” de la empresa Vicentín pero solo inauguró una larga sucesión de dudas, contradicciones y marchas atrás. Una desgracia.

El llanto del Círculo Rojo por el impuesto a la Renta Extraordinaria del 2% “por única vez” pudo provocar inundaciones en varias zonas del país. La voracidad de la clase dominante argentina es tan espeluznante como suicida. Es difícil no odiar a estos sujetos. En el siglo XIX no existía ninguna expectativa de movilidad social. El que nacía rico moría rico y el que nacía pobre moría pobre. En el siglo XX, después de la revolución Rusa y en la segunda posguerra, el gran capital decidió crear un ‘Estado de Bienestar’ para que la gente vivera razonablemente bien y no se dejara tentar por la ‘amenaza comunista’. Esto se terminó con la caída el muro de Berlín. La inversión en las capas medias fue desapareciendo y ese excedente fue a parar a los bolsillos del 2, el 3, el 5% de la población. Semejante escenario convirtió al mundo en una caldera a punto de explotar. En la primera semana de noviembre se conoció un informe sobre la desigualdad global dirigido por Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001. Tiene números escalofriantes. Informa, por ejemplo, que el 1 % más rico del planeta acaparó, entre 2000 y 2024, el 41 % de toda la nueva riqueza generada. Apenas el 1 % de esos nuevos recursos fueron destinados al 50 % más pobre. Cómo no odiar todo eso. En medio de esta crisis terminal, los medios buscan temas nuevos cada día, para que los grupos de odiadores se muestren en las pantallas de todo el país y se multipliquen. Son millones, jugando a la muerte con la muerte. Desprecio ese odio suicida, vacuo, idiota. Me alejo de él. Pero a la vez, odio. No puedo ni quiero evitarlo.

Defiendo a mi odio con palabras, sin muerte, con furia interna. Con amor.

Y me gusta este odio mío.

(Tomado del facebook del autor, 13 noviembre 2025)

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Memoria

“Los delincuentes de guante blanco son la verdadera casta”, por Carlos del Frade

El ex comisario de la Policía Federal Argentina, Rodolfo Fischietti, denunció que el 20 de marzo de 1975 se desató el Operativo Rocamora, apellido del entonces Ministro del Interior, contra la ciudad de Villa Constitución.

Cuatro mil integrantes de diversas patotas, embrión de los grupos de tareas, coparon la geografía del sur santafesino, secuestraron a 200 delegados y trabajadores de las fábricas Acindar, Metcon, Marathon y Vilber y comenzaron a torturarlos en el edificio del albergue de solteros de Acindar, pagados a razón de 200 dólares por día por los empresarios, entre ellos José Alfredo Martínez de Hoz, por entonces gerente general de Acindar.

Era el ADN del terrorismo de estado: delincuentes de guante blanco ordenaban y pagaban a sus cancerberos para desaparecer a una generación de jóvenes trabajadores con ideas revolucionarias, la mayoría de las 30 mil personas desaparecidas a partir del 24 de marzo de 1976, donde Martínez de Hoz fue el ministro de Economía. La decisión de los jueces federales, medio siglo después, ratifica que la decisión del verdadero poder en Argentina es consolidar la impunidad de los delincuentes de guante blanco, la verdadera y única casta que existe.

Nuestra admiración y nuestro respeto para los y las sobrevivientes, los organismos de derechos humanos y las abogadas que seguirán insistiendo para que alguna vez haya justicia contra el verdadero impulsor del genocidio: el poder económico. La historia no habla del pasado, denuncia el por qué del presente.

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Opinión

Después del domingo, a redoblar la apuesta, por Alberto Nadra

Un aporte desde mi militancia

Lejos estoy de la soberbia pretensión de explicar a tan pocas horas los resultados de este domingo sombrío. Eludo cifras, porcentajes y bancas, e intento compartir una actualización de las afirmaciones y categorías que vengo planteando hace muchos años, mi forma de militancia con la palabra, así como con la acción que me permiten los años.

Las concibo como un simple aporte al intercambio que debemos darnos quienes nos consideramos parte del movimiento nacional y popular, tanto los que entienden que su misión es mejorar las condiciones de vida del pueblo dentro de este capitalismo senil –pero en pleno reacomodamiento–  como quienes siempre consideramos que solo lo lograremos plenamente mediante un transformación revolucionaria en las estructuras económico-sociales, un cambio de mando en el poder y no meramente en la administración temporal de la cosa pública.

La situación es lo suficientemente grave, hemos retrocedido tanto, que aún falta mucho  para dirimir esa cuestión.

Ganar batallas, perder la guerra

A lo largo de los años,  el peronismo, fuerza mayoritaria entre lo mejor de nuestro pueblo, demuestra que puede lograr la mayoría electoral por períodos, hegemónico en un principio, ligeramente frentista con el tiempo y las dificultades. Sobre todo cuando convoca a otros sectores del campo popular, puede conquistar o reconquistar derechos, mejorar transitoriamente las condiciones para producir y crear trabajo, recuperar el salario o afirmar la soberanía.

Sin embargo, no puede retener esa mayoría electoral, pues el poder real  reacciona al ver cualquier amenaza a sus privilegios. Ante esto y hasta ahora, en lugar de redoblar la apuesta,  cede ante el poder real y vacila ante la necesidad de producir cambios de fondo en la estructura y la relación de fuerzas social que la determina. Por eso fue y es desplazado, antes por golpes de Estado y ahora también por las urnas.

¿Qué significa redoblar la apuesta?

Para cambiar en serio y ampliar las posibilidades de sostenerlo en el tiempo,  no alcanza con las buenas intenciones  ni con  avances parciales; se exige redoblar la apuesta: confrontar a fondo con el privilegio y  enfrentar el “sentido común”, la ideología dominante en toda la sociedad, que es precisamente la del bloque dominante.

¿Qué significa redoblar la apuesta, sea en la gestión para defender conquistas y profundizar el rumbo,  sea en el llano para resistir y reunir fuerzas para dar vuelta la taba en favor de las mayorías?

Desde ya no es una convocatoria el exitismo, ni a las chicanas de la interna chica. Significa algo muy distinto a lo que practica la rama partidocrática del heterogéneo movimiento popular, que no solo la hay, sino que es  predominante en su dirigencia.

Necesitamos que se reencuentren con el pueblo, que pongan el cuerpo en las luchas que crecen, pero aisladas, sin coordinación ni dirección política.

Es necesario convocar y lograr la unidad, pero la unidad de los luchadores, no un mero rejunte vacío de contenido, que no solo duele, sino que conduce al fracaso, antes o después de un desafío electoral.

Es necesario que esa unidad sea amplia pero a la vez institucionalizada, con protagonismo de las distintas fuerzas, con toda la amplitud que permita un acuerdo programático claro y acompañado por un plan de acción concreto, para gobernantes y gobernados, para dirigentes y militantes.

Preguntas, tan incómodas como necesarias

En ese camino hay que plantearse problemas de fondo como, a título de ejemplo: ¿es posible reconstruir el país y abrir un futuro de progreso y bienestar sin plantear una moratoria unilateral de la deuda externa, por el tiempo que reclame esclarecer su legitimidad y determinar las formas de pagos que permitan crecer a la nuestro país? ¿Es posible sin replantear una estrategia de independencia internacional que incluye acuerdos regionales y apelar a la cooperación e integración con los BRICS? ¿Seguiremos escuchando condenas a la bronca y el combate cuando negar la legitimidad de responder a la violencia es sellar un pacto con la crueldad?

La disyuntiva final

Unidad institucionalizada, programa y plan de acción. Cultivar la bronca, empujar la lucha  organizada y transformarla en combate legítimo.

No son frases hechas, ni un recurso más melancólico que práctico.

¿Es difícil?  ¡Claro que lo es! Llevamos años y acumulando dolores sin lograrlo. Pero, mientras no se logre, mientras no lo logremos, seguiremos ganando o perdiendo elecciones, conquistando y reconquistando derechos una y otra vez, pero retrocediendo a mediano y largo plazo.

Sé que no digo nada nuevo para tantos luchadores, pero es hora de empezar a decirle a la dirigencia y militancia, principalmente a la peronista, que es eso o seguir profundizando la decadencia, repetir fugaces triunfos y domingos aún más sombríos que el de este 26 de octubre.

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Solo para cortar con tanta dulzura, por Américo Schvartzman

El discurso del Presidente (correcto, sereno, razonable) también dejó claro que el modelo extractivista, tanto agroindustrial como megaminero, no solo no se discute sino que es la “palanca para el desarrollo productivo del país”.

Lo dijo varias veces.

Correcta y serenamente.

Pero ya no es tan razonable que luego hablara de “acciones de adaptación y mitigación al cambio climático”, cuando primero anuncia: “Vamos a extraer los recursos a partir de un entramado productivo tecnológico y diversificado en todas las provincias argentinas…”

Es decir: vamos a mitigar el cambio climático que nosotros mismos vamos a contribuir a agravar al basar nuestro desarrollo precisamente en los dos elementos principales que producen el cambio climático que queremos mitigar.

Que en el medio anuncie agroecología o ciudades sustentables, por más correcta y serenamente que lo enuncie, es parte del macaneo verde que las clases dirigentes de todo el mundo están manejando.

Una pena.

Como dijo en la ONU Bruno Rodríguez –ese gurí sabio del que casi ya no se habla–: “El poder no hará nada si no se lo reclamamos desde abajo, si no se lucha desde abajo”.

Y lo dijo correcta, serena y razonablemente.

Te puede interesar: el discurso del joven Bruno en la ONU: https://www.youtube.com/watch?v=li0vZCfKM_U&fbclid=IwAR1lNxux7aHggVCD9JEgmsi4aM-7lERGzUeuSKk0s7ylL9KtXjn8we6rL_o

Américo Schvartzman. Licenciado en Filosofía. Periodista. Director de La Vanguardia Digital. Fundador y editor del portal Miércoles Digital, de Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Humorista gráfico. Autor del libro “Deliberación o dependencia. Ambiente, licencia social y democracia deliberativa”, editado por Prometeo en 2013.

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Entrevistas

Crisis de vacunación infantil en Argentina: la advertencia de la infectóloga Leda Guzzi sobre el riesgo de reintroducción de enfermedades

En exclusiva con La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores, la infectóloga Leda Guzzi, da su análisis en un contexto de creciente preocupación por el descenso de la vacunación infantil en Argentina. La especialista analiza las consecuencias sanitarias, sociales y políticas de la caída en las coberturas, alerta sobre el riesgo de reintroducción de enfermedades que estaban eliminadas y cuestiona la falta de información clara proveniente del Estado.

LCV:
“¿Cómo están viviendo ustedes, los infectólogos, este problema tan severo de la decisión de no vacunar a los niños que se están tomando? ¿Es todo decisión o además hay otros problemas?”

Leda Guzzi:
“Estamos con muchísima preocupación. Esta situación está generando la reintroducción de enfermedades que antes estaban eliminadas o muy controladas en las Américas y en nuestro país, como el sarampión, enfermedad que nunca vi en mi práctica gracias a la vacunación. Es una patología que puede causar muerte o secuelas graves en niños pequeños. Este es solo un ejemplo: muchas enfermedades prevenibles por vacunas están regresando porque se ha puesto en duda su importancia. Esto es muy grave. La causa es multifactorial. Por un lado, hubo un cansancio social tras la pandemia. Por otro, hubo una clara politización de temas sanitarios, especialmente con la vacuna contra el COVID, utilizada como herramienta de disputa. Las vacunas deberían quedar completamente fuera de la política.”

LCV:
“Yo soy de una generación que nació vacunada. Nuestros padres no cuestionaban estas cuestiones. Después de la epidemia de poliomielitis nos vacunaban apenas podían. Recuerdo las vacunaciones en el colegio con el cubito de azúcar y la gota rosa. Era natural, incluso sabíamos que algunas vacunas dejaban marcas. Cuando no te vacunaban a tiempo, ibas al Consejo Escolar, llevabas el carnet y recién así te permitían entrar al colegio. ¿Qué pasó que hoy eso no se controla? ¿Qué pasó que se violan leyes que exigían vacunación y asistencia escolar? Esto no empezó solo con este gobierno.”

Leda Guzzi:
“Hay decisiones políticas que fueron flexibilizando controles relacionados con la educación y la escolaridad. Esa lógica puede entenderse en algunos aspectos, pero la salud no es flexible. La vacunación tiene beneficios comprobados para las personas y para las comunidades. Es tan importante como el agua potable: redujo drásticamente la mortalidad infantil, materna y general, y permitió que los países crecieran. Antes la mortalidad infantil era muy alta y eso reducía la población joven activa y la capacidad productiva. Con agua potable y vacunación, las poblaciones crecieron y los países se desarrollaron. Vacunarse no solo protege a quien recibe la vacuna, sino a toda la comunidad.”

LCV:
“Esta mirada individualista, terraplanista, de ‘con mi cuerpo hago lo que quiero’, ignora que un niño no vacunado es una bomba de tiempo para sus compañeros.”

Leda Guzzi:
“Exactamente. Cuantas más personas no vacunadas haya, mayor es el riesgo de reintroducción y diseminación de enfermedades, con muertes, hospitalizaciones y casos graves en personas que no pueden vacunarse. Además incrementa los costos y la tensión sanitaria. En una epidemia los sistemas de salud se ponen al límite. En la pandemia de COVID Argentina pudo dar respuesta, pero otros países colapsaron y la gente moría en la puerta de los hospitales. Los sistemas de salud son finitos. Y retomo algo importante: yo nunca vi un caso de sarampión. Si empezamos a verlos, es porque estamos en riesgo de enfrentar una epidemia absolutamente evitable. Vacunas hay. Lo que falta es información clara y confiable. El Estado debe tener un rol activo. La campaña ‘Elegí vacunarte’ es incorrecta: la vacunación es obligatoria por ley. No es compulsiva, nadie va a buscar a nadie por la fuerza, pero sí es obligatoria porque es una estrategia de salud pública que salva vidas.”

LCV:
“Antes el cuidado estaba naturalizado. Vacunarse, ir a la escuela, estudiar: no se discutía. Hoy hay un desorden cultural, pero cuando hablamos de salud no hay flexibilidad: es cuidarse o no cuidarse.”

Leda Guzzi:
“Coincido. Los movimientos anticiencia y antivacunas están causando un daño enorme que aún no logramos dimensionar. Hay países que ya tuvieron miles de casos de sarampión y muchos muertos. En Argentina venimos observando desde 2019 una caída sostenida en las coberturas. Que uno de cada dos niños que ingresa a la escolaridad no tenga el calendario completo es gravísimo. Lo veremos hoy y peor en los próximos años. Incluso afectará a los hijos de estos niños no vacunados. Muchas patologías dependen directamente de estar o no vacunado, como las paperas en los varones. El impacto será profundo si no se revierte.”

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Destacada

“Streaming en Argentina: Pablo Storino revela sueldos, precarización y la batalla del SATSAID por la registración laboral”

En exclusiva con La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores, Pablo Storino, pro secretario gremial del SATSAID, aborda la situación laboral y económica del sector del streaming en Argentina. El dirigente describe las profundas desigualdades entre los distintos canales, los niveles de registración y precarización existentes, y el rol del sindicato frente a este nuevo escenario comunicacional.

LCV:

“¿Cuál es la situación laboral real de los canales de streaming? ¿Cómo es esto que parece un jolgorio? ¿Todo es divertido? Somos todos amigos, nos matamos de risa… pero cuál es la situación económica y laboral de los compañeros de streaming?”

Pablo Storino:

“La situación del mundo del streaming hoy es muy dispar. Existe un grupo reducido —un top 10 o 20— que logró monetizar sus contenidos, profesionalizarse y constituir unidades económicas que permiten formalizar relaciones laborales, registrar trabajadores y blanquear actividades. Pero también hay muchos otros que sobreviven como pueden, trasladando esa precariedad a quienes trabajan allí: falta de registración, salarios muy bajos y condiciones inestables. Esto genera la pregunta de si el streaming es una burbuja o si, con el tiempo, se asentará dejando afuera a quienes no puedan consolidarse como organizaciones empresariales.”


LCV:

“La mayoría está informalizada o son factureros.”

Pablo Storino:

“La situación es heterogénea. Hay empresas como Luzu TV, con 110 trabajadores registrados y salarios que van de dos a cuatro millones de pesos. Y hay otras como Olga, con un alto nivel de precarización, donde muchos jóvenes están como monotributistas cobrando entre 500.000 y 600.000 pesos. En algunos canales hay explotación evidente, y son justamente los que desde el SATSAID estamos denunciando y tratando de regularizar. También existen proyectos como Gentina, Futurock, Vorterix o Bondi que tienen relaciones laborales formalizadas y en condiciones.”


LCV:

“Perfecto. Bien o mal, ¿no? Porque estos sueldos que me decís serían formalizados. ¿Bien o mal?”

Pablo Storino:

“Totalmente. Es trabajo registrado, con aportes a la jubilación, a la obra social y todos los derechos laborales que corresponden.”


LCV:

“Buena cuna tiene ese pibe. Sé que viene de una familia de trabajadores y no se quedó en el camino con la experiencia. ¿Cuál ha sido la experiencia general?”

Pablo Storino:

“Existe una situación común tanto en proyectos identificados con la derecha como con la izquierda. Por ejemplo, algunos streaming de línea más conservadora desconocen las leyes laborales y evaden responsabilidades, pero lo mismo sucede en otros que se presentan como progresistas. Desde el SATSAID entendemos que la falta de registración responde a una lógica económica transversal: no pagar aportes patronales ni cumplir con los pisos salariales establecidos por el convenio colectivo. Contra eso nos enfrentamos todos los días, venga de donde venga.”


LCV:

“La paritaria de los trabajadores de cable: ¿cómo cerró?”

Pablo Storino:

“En este contexto, la paritaria viene cerrando bien. Logramos que las empresas de la Cámara TAC paguen mes a mes el índice de inflación del INDEC, aunque no coincidamos con el método de cálculo del organismo. Por lo menos eso evita una pérdida mayor del poder adquisitivo. Llegar a este acuerdo requirió asambleas, paros y mucha presión, pero finalmente TAC entendió que no íbamos a aceptar que los salarios quedaran por debajo de la inflación.”

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Destacada

Daniel Yofra: “Vamos a tener que armar Frente Sindical para resistir la reforma laboral”

En exclusiva con La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, Daniel Yofra expone la postura del Sindicato de Aceiteros frente al avance de la reforma laboral impulsada por el Gobierno nacional. Desde la crítica a la inacción de las centrales sindicales hasta el análisis de la situación industrial y el impacto en los derechos laborales, Yofra plantea la necesidad de construir un frente sindical amplio para enfrentar los cambios propuestos. La conversación aborda tanto las implicancias materiales de la reforma como el rol político del sindicalismo en el actual contexto económico y social.

LCV:
“Contame la postura del Sindicato de Aceiteros frente a la reforma laboral.”

Daniel Yofra:
“Estamos preocupados por lo que está pasando y por la inacción del sindicalismo ante una reforma laboral que, en algunos casos, va a legalizar la precariedad laboral y, en otros, va a intentar imponerla cuando tengan la herramienta para hacerlo. Nosotros vamos a salir a luchar como siempre lo hicimos, como el año pasado con la Ley Bases. Este año no será la excepción. Vamos a oponernos porque es un legado que nos dejaron los trabajadores y trabajadoras aceiteros y desmotadores. Tenemos la responsabilidad de defender lo que otros conquistaron y ya no están: desaparecidos, asesinados, encarcelados. Todo lo que ocurrió en la historia de la lucha obrera hoy lo quieren borrar de un plumazo bajo el título de ‘modernidad laboral’, cuando en realidad quieren volver cien años atrás.”

LCV:
“¿Piensan llevar adelante una huelga si avanza la reforma? Supongo que no como una acción aislada, sino como parte de la unidad sindical.”

Daniel Yofra:
“Estamos tratando de que otras organizaciones se sumen y esperamos que la nueva CGT o el nuevo triunvirato entiendan que hay que ir a una huelga, salvo que tengan otra estrategia que hasta ahora no ha funcionado. Ni siquiera los llaman a discutir la ley. Los empresarios escriben la reforma laboral y este Gobierno la lleva adelante porque tiene compromisos con quienes lo llevaron al poder.”

LCV:
“Esto de que los empresarios escriban las leyes ya pasó con Macri. Hoy, con el respaldo electoral que tiene, Milei cree posible avanzar en reformas que afectan a todos los sectores industriales. ¿Cómo visualizás este escenario, especialmente respecto a la desindustrialización, la caída del empleo y la pérdida de mano de obra calificada?”

Daniel Yofra:
“En nuestro sector no se siente la importación indiscriminada, pero sí afecta a sectores que dependen del mercado interno. Cerraron más de 20.000 pymes y hay 270.000 trabajadores despedidos. Muchas empresas están importando lo que antes producían, como la química de Río Tercero, que fabricaba insumos para colchones y hoy los importa, dejando a más de 200 trabajadores en la calle.”

LCV:
“Si avanzara la flexibilización horaria, el salario variable —el ‘sueldo dinámico’— o las vacaciones en cuotas, ¿cómo sería la industria bajo ese régimen?”

Daniel Yofra:
“Los trabajadores perderían la posibilidad de ordenar su vida fuera del empleo. No podrían programar vacaciones ni prever ingresos básicos. Sería tan simple y grave como eso.”

LCV:
“Muchos argumentan que hoy la informalidad ya impide planificar la vida.”

Daniel Yofra:
“Esto empeoraría la situación de quienes hoy sí tienen estabilidad laboral. Hay casi 9 millones de trabajadores registrados. El año pasado decían que la reforma iba a traer inversiones y empleo; no ocurrió nada. Los empresarios no necesitan que se quiten derechos. Necesitan industrializar la materia prima, necesitan crédito, necesitan que haya consumo. Con salarios por debajo de la pobreza —más del 90% de los registrados están así— no hay consumo, no hay producción y no hay trabajo.”

LCV:
“Se suele decir que los sindicatos industriales están defendiendo a un universo de trabajadores cada vez menor. Lo que planteás va en sentido contrario.”

Daniel Yofra:
“Hoy tenemos dos problemas. Primero, diputados y senadores que nunca trabajaron bajo patrón, dependen de patrones o directamente lo son. Van a instalar mentiras para poner a la sociedad en contra del sindicalismo y de la CGT, que es la central más grande del país y de Sudamérica. Segundo, la inactividad de la CGT. Si no cambia el rumbo, creyendo que sólo con diálogo lo logrará —cuando ni siquiera los llaman— será difícil torcer la historia. Seguramente vamos a tener que armar un frente sindical que luche contra esto.”

LCV:
“Para cerrar: ¿están trabajando en algún proyecto alternativo a la reforma? ¿Hay algo con los diputados sindicales o dentro de la CGT?”

Daniel Yofra:
“No participé de la reunión con los compañeros supuestamente afines al movimiento obrero. Creo que son muy pocos para el momento de la votación y no tengo detalles de la contrapropuesta. Pero no hace falta ser científicos para mejorar la vida laboral. Nosotros lo comprobamos con los comités mixtos de seguridad e higiene. Bajamos la accidentología y las muertes laborales, incluso sin una ley vigente en muchas provincias. Los derechos de los trabajadores también benefician a los empresarios. Ellos se quejan de la industria del juicio, pero no hacen nada para evitar accidentes. ¿Qué quieren? ¿Trabajadores mutilados y sin indemnización?

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