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Los fabulosos Perelman, por Teodoro Boot, especial para La Columna Vertebral

Nacido en Odesa, el inmigrante judío Iahn Perelman, hombre de acción y tenaz militante comunista que casi no hablaba castellano, se desempeñaba como obrero en la gigantesca Tamet, la metalúrgica más importante de Sudamérica. Le habían tocado en suerte dos hijos muy rebeldes, el activo y encarador Ángel y el serio y reflexivo Adolfo, el intelectual de la familia, a quien en algún momento había echado de su casa debido a sus ideas.
Descarriados
Metalúrgico uno, textil el otro, ambos hermanos habían sido influidos por Liborio Justo, hijo del presidente Agustín P. Justo, que no estaba muy bien de la cabeza y con el alias de Quebracho apostrofaba al imperialismo norteamericano en las recepciones oficiales a Franklin Delano Roosevelt y se oponía públicamente al estalinismo, sumándose a las huestes del derrotado León Trotsky. Mientras, con el pseudónimo de Lobodón Garra,
daba forma a textos costumbristas y conservacionistas, los hermanos Perelman también renegaban del Partido Comunista y colaboraban con el periódico Frente Obrero.
Frente Obrero, cuyo director era el casi adolescente Jorge Abelardo Ramos, hijo y nieto de anarquistas, meloneado en las ideas trotskistas por Adolfo Perelman, fungía de órgano del Partido Obrero Revolucionario Socialista (PORS), pequeño grupo de jóvenes activistas aglutinado en torno a Aurelio Narvaja.
Con el tiempo, atraído por la revolución boliviana, Adolfo viajará a La Paz, donde tendrá enorme influencia en el surgimiento de una izquierda nacional, hasta el punto de que el malogrado Sergio Almaraz, el Scalabrini Ortiz de Bolivia, le dedicará su libro El poder y la caída, y será el inspirador de la creación de la primera fundición de estaño de Bolivia y redactor de la ley de nacionalización de la Gulf Oil Company en 1969. Dos de los discípulos de Adolfo serán Marcelo Quiroga Santa Cruz, asesinado en 1980 por un
grupo de militares argentinos durante el sangriento golpe de los narcotraficantes Luis García Meza y Luis Arce, y Andrés Solís Rada, ministro de Hidrocarburos de Evo Morales.
Una agachada sindical
Pero estamos en 1942, en el transcurso de una huelga metalúrgica declarada por una asamblea el 26 de junio que a inicios de julio la dirección del SOIM (Sindicato de Obreros de la Industria Metalúrgica) en manos de militantes comunistas, decide levantar con el argumento de los obreros le estarían “haciendo el juego a los nazis”. Ese es el momento en que el joven Ángel Perelman adquiere notoriedad, al volcar a favor de continuar la medida de fuerza a la asamblea de trabajadores de CATITA, una enorme
metalúrgica de más de 3000 obreros. Para los trabajadores metalúrgicos –argumentará Perelman, de ahí en más delegado general de la planta– los nazis contra los que debían pelear no estaban en Berlín, sino en la Unión Industrial.
Ya desde el año anterior Perelman venía denunciando en Frente Obrero la complicidad de los dirigentes de su sindicato con Torcuato Di Tella y el gobierno conservador a fin de reducir la conflictividad laboral y oponerse a los aumentos salariales reclamados por los trabajadores.
No se había equivocado. El 13 de julio de 1942, el SOIM consigue levantar la medida de fuerza, en medio de serios incidentes entre los trabajadores y los dirigentes del sindicato, el aparato del Partido y las fuerzas policiales. La defección del SOIM y la complicidad del Partido Comunista con la patronal quedan en evidencia.
Pocos meses después un grupo de mecánicos de la fábrica Fontanares va a ver a Perelman, quien en su libro Cómo hicimos el 17 de octubre recordará: “Eran como yo, en esa época afiliados al Partido Socialista, disconformes con la orientación del partido y con la dirección comunista de nuestro gremio. Me propusieron la formación de un nuevo sindicato metalúrgico que organizase realmente a los trabajadores de nuestra industria rompiendo así, definitivamente, con los comunistas”.
Los delegados fundan la UOM
Fue en base a esos trabajadores de Fontanares, delegados de Tamet como Fernando Carpio –quien en el futuro sería el primer secretario general del Partido Socialista de la Izquierda Nacional–, Ángel Perelman y Víctor Gosis (del PORS) y Nicolás Giuliani y el grupo de delegados socialistas, tras sucesivas reuniones en la pieza de un conventillo de la calle México, el 20 de abril de 1943, en la sede de la Unión Ferroviaria de Independencia 2880, unos sesenta delegados de varias fábricas deciden fundar la Unión
Obrera Metalúrgica.
Por unanimidad, Ángel fue elegido secretario general, Carlos Etkin y Hugo Sylvester, asesores jurídicos, Adolfo Perelman, administrativo, Víctor Gossis y Nicolás Giuliani parte de la comisión directiva de quince trabajadores de diversas corrientes ideológicas, mayoritariamente socialistas. Iahn Perelman, comunista convencido, no perdonó la defección del SOIM y se sumó como asesor al nuevo sindicato, con el secreto propósito de controlar a sus dos descarriados hijos.
El nuevo sindicato comenzará a funcionar en una pequeña oficinita de la sede de la Unión Ferroviaria, dirigida por José Domenech (líder de una de las dos facciones en que se había dividido la CGT) y cuya eminencia gris era el abogado socialista Atilio Bramuglia, quedando así de hecho incorporada a la CGT 1.
Un coronel muy raro
Un mes y medio después, el 4 de junio de 1943, se producía un golpe de estado y el nuevo gobierno, en sus inicios “orientado en sentido reaccionario”, recordará Perelman, interviene a varios sindicatos.
Cuando poco después el general Farell es designado ministro de Guerra, un insólito coronel Perón lo acompaña como secretario de la cartera, secundado por el teniente coronel Mercante. El coronel tenía una idea muy precisa de la importancia que adquirirían los trabajadores y así lo sostuvo en una conferencia dictada en la Escuela de Guerra, en la que debe haber infartado a más de cuatro al afirmar que si la Revolución Francesa había terminado con el gobierno de las aristocracias, la Revolución Rusa
terminaría con el gobierno de las burguesías. “Empieza –aseguró– el gobierno de la las masas populares”.
Pero no le resultaría sencillo establecer alguna clase de vínculo con los dirigentes sindicales que, con buenas razones, desconfiaban de los militares, sus intenciones y su ideología.
El hielo se empieza a derretir por medio del teniente coronel Mercante, hijo de un muy respetado dirigente de La Fraternidad, que insiste en la necesidad de que ambos gremios ferroviarios se entrevisten con los dos jóvenes oficiales. Será Hugo Mercante, hermano del teniente coronel y obrero ferroviario, quien lleve a Bramuglia y a Domenech a la Secretaría de Guerra.
Fue el primer paso. En los próximos meses, con la Secretaría convertida en un Departamento del Trabajo paralelo, Perón sostendrá infinidad de reuniones con los dirigentes ferroviarios y delegados y militantes de base de diversos gremios.
La renuncia de “Angelito”
La comisión directiva de la UOM rechaza la propuesta de Perelman de reunirse con Perón y “Angelito” se siente obligado a renunciar. El 20 de septiembre otra asamblea general elige una nueva Comisión Directiva, designando secretario general a Nicolás Giuliani, apoyado por los socialistas. Perelman queda en minoría, aunque continúa integrando la Comisión Directiva. Lo recordará así: “Mi posición encontró gran resistencia entre los otros miembros de la Comisión. De los 15 asistentes, votaron en contra 13 y sólo dos a favor”.
No obstante, la Comisión autorizará a Perelman y a Ernesto Cleve –más tarde diputado nacional por el Partido Laborista– a reunirse con Perón, como metalúrgicos, pero a título personal. En esos momentos Perón y Mercante ocupaban el edificio del Consejo Deliberante porteño y Perón asumía la presidencia del Departamento Nacional del Trabajo, inmediatamente convertido en Secretaría. La única representación sindical presente en el acto fue la de la Unión Ferroviaria.
Perelman y Cleve concurren a entrevistarse con el secretario de Trabajo y salen muy entusiasmados de la reunión: el coronel se había comprometido a apoyar todas las demandas del gremio metalúrgico.
Paralelamente, Bramuglia es designado director general de Asistencia Social de la Secretaría y Mercante desplaza al capitán de fragata Raúl Puyol de la intervención a la Unión Ferroviaria y La Fraternidad, asumiendo la administración del gremio rodeado de sus dirigentes.
De inmediato unifica todas las entidades mutuales ferroviarias, organiza el sistema integral de asistencia y previsión, al que suma el Hospital Ferroviario y las colonias de vacaciones e imponiendo un 12% de aporte provisional a las empresas, sanea el sistema jubilatorio y reglamenta el alcance de las pensiones e indemnizaciones por deceso.
El momento decisivo
Ángel Perelman, cuya oficina de la UOM en la Unión Ferroviaria es contigua a la de Domingo Mercante, observa cómo, en apenas dos meses, los ferroviarios concretaban viejos reclamos que ni en sueños habían pensado en satisfacer. Vuelve a la carga y finalmente consigue persuadir a la Comisión Directiva de entrevistarse con Perón.
Para asombro de la mayoría, en esa reunión se formaliza el acuerdo con las
reivindicaciones del gremio metalúrgico y se resuelve organizar un acto público con el propio Perón, el miércoles 6 de septiembre de 1944 en el salón del edificio de Perú y Diagonal Sur para hacer públicos el convenio y los acuerdos.
“Fijada la fecha –dice Perelman– calculamos que podríamos llenar con mil metalúrgicos el Salón de Sesiones del Consejo Deliberante”. Sorprendidos, los dirigentes observarán que tras colmar el salón de actos, en la Diagonal Roca se había concentrado una enorme multitud de cerca de 20.000 metalúrgicos.
A partir de ese momento, la UOM no cesará de crecer. Perelman y un pequeño grupo de trabajadores trotskistas que pronto formarán la izquierda nacional, habían creado la que sería la organización más poderosa del movimiento obrero y auténtico emblema del sindicalismo peronista.
Luego de su activo papel en las jornadas del 17 de octubre, como especialista en convenios colectivos Ángel Perelman conservará enorme influencia en la UOM, tanto durante el periodo peronista como luego de su retorno del exilio en Israel tras la amnistía dictada por Frondizi. En la asamblea que consigue normalizar el sindicato, cuando el viejo dirigente Paulino Niembro, que había sido uno de los sesenta delegados iniciales, rechaza el cargo de secretario general para el que había sido proclamado,
proponiendo en su lugar al joven Augusto T. Vandor, Ángel Perelman estaba a su lado. En 1968, en el documental “La Hora de los Hornos”, junto a un grupo de delegados obreros Perelman sostendrá que “El sindicalismo argentino no lucha únicamente por un salario más, sino que, verdaderamente, nosotros soñamos y creemos en la posibilidad de
una gran revolución social y nacional para reivindicaciones ya no únicamente de la clase trabajadora sino para todo el país”.
Tal como sostuvieron Solanas y Getino, a lo largo de la larga noche que cayó sobre Argentina en 1955, Ángel Perelman será un auténtico ejemplo de que “los delegados, comisiones internas y dirigentes sindicales fueron la única vanguardia intelectual y efectiva que se autoproporcionó el movimiento nacional”.
A los 25 años de edad, ese obrero trotskista, prototipo de una nueva camada de activistas sindicales, había sido el fundador y primer secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica y nada menos que el gestor de un acercamiento al coronel Perón que resultará clave y providencial.
Ángel Perelman morirá en 1973, a los 56 años de edad. Aquí, las versiones difieren. Para algunos fue enterrado en La Chacarita y para otros está sepultado en el cementerio judío de La Tablada, que si dispone de un sector especial para putas y cafishios, seguramente dispondrá de otro para nipo-nazi-falanjo-peronistas.

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Referendum por la autodeterminación palestina, por María Urruzola

La población palestina en Oriente Medio es una población diversa de aproximadamente siete millones de personas con diferentes estatus legales, que viven en Israel, los Territorios Palestinos Ocupados, Jordania, Líbano, Siria, Egipto y otros países. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) afirmó haber proporcionado asistencia en 2023 a unos 5,9 millones de refugiados palestinos en 58 campos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria, la Franja de Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén Este.
La UNRWA, sin embargo, no está presente en todos los países árabes y no todos los palestinos son refugiados. Según la Naciones Unidas, aquellos cuyo “lugar habitual de residencia fue Palestina del 1 de junio de 1946 hasta el 15 de mayo de 1948, y los que perdieron sus hogares y medios de vida como resultado del conflicto de 1948” están cualificados para registrarse como refugiados, así como sus descendientes.
La Carta Magna de la Descolonización, firmada el 14 de diciembre de 1960, establece:
1. La sujeción de pueblos a una subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye una negación de los derechos humanos fundamentales, es contraria a la Carta de las Naciones Unidas y compromete la causa de la paz y de la cooperación mundiales.
2. Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación; en virtud de este derecho, determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural.
3. La falta de preparación en el orden político, económico, social o educativo no deberá servir nunca de pretexto para retrasar la independencia.
4. A fin de que los pueblos dependientes puedan ejercer pacíficamente y libre mente su derecho a la independencia completa, deberá cesar toda acción armada o toda medida represiva de cualquier índole dirigida contra ellos, y deberá respetarse la integridad de su territorio nacional.
5. En los territorios en fideicomiso y no autónomos y en todos los demás territorios que no han logrado aún su independencia, deberán tomarse inmediatamente medidas para traspasar todos los poderes a los pueblos de esos territorios, sin condiciones ni reservas, en conformidad con su voluntad y sus deseos libremente expresa dos, y sin distinción de raza, credo ni color, para permitirles gozar de una libertad y una independencia absolutas.
6. Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.
Por lo tanto, un nuevo protectorado en Palestina bajo dirección Trump-Blair y sin retiro de los territorios de las tropas israelíes, contradice, a todas luces estos principios.
La ONU debería organizar un referéndum del pueblo palestino (allí donde se encuentre: Gaza, Cisjordania, Jordania, Líbano, Egipto), para que sea ese pueblo el que decida si acepta lo que ahora algunos se apresuran a tomar como propuesta válida.
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Canal 13 cumple 65 años: “Lo más interesante y lo más detestable”, por Claudio Korlemblit

El 1 de octubre de 1960 se inauguró Canal 13, de Buenos Aires, concesionado por un decreto muy cuestionado de 1958 del Gral Aramburu, miembro de la “revolución libertadora”, o más bien, del Golpe del 55 contra Peron. El presidente Illia decidió, poco después de asumir la presidencia, ponerle fecha de vencimiento a la concesión a los 15 años, por lo cual pasó al Estado a fines de 1973.
Durante los siguientes 15 años fue estatal, hasta que la corrupta administración menemista lo entregó al Grupo Clarín, en 1990, bajo cuya tutela lleva 35 años. En total, 65 años de vida, donde se mezcla lo más interesante y lo más detestable de la TV argentina.
A los 20 años, ni bien salí de la colimba, tuve la posibilidad de ingresar al Noticiero del mediodía, que conducía Pinky y luego Perez Loizeau, como “compaginador periodístico”. El canal estaba bajo el control férreo de la Marina, aún con Massera en la cima y sus autoridades eran el triunvirato de Agulleiro, Madariaga y Gavilán, el último a cargo de la gerencia de Noticias. La censura era total, encarnada en los propios noteros y productores que se encargaban de filtrar cualquier desajuste.
La llegada de la democracia fue un remanso, aunque básicamente siguió el mismo plantel de profesionales, mientras que los gerentes fueron elegidos entre los productores más veteranos. No hubo ninguna “razia”, más allá de los directivos que renunciaron.
Al 13 lo dirigieron Yuyo Taboada, Eduardo Metzger y un quinteto de viejos directores de cámaras. La UCR no tenía cuadros para manejar los canales, apenas Miguel Angel Merellano para ATC, cuya gestión terminó en 1985, cuando se cayó el avión que lo transportaba.
A partir de 1990, con la vil entrega de Menem, comenzó el reinado de Clarín, que ya lleva demasiado tiempo y esperamos que termine en breve, ya que la extensión que le otorgó Néstor K. a su licencia expira este año.
Un brindis por su cumpleaños y otro por la esperanza de su recuperacion para el Estado (sin fascistas).
Archivo
ARCHIVO/”Balada del intruso y la pequeñez”, por Hernán López Echagüe

Ilustración: Silvia Flichman. (silviaflichman.com.ar)
I
Soy un ácrata de cuatro patas desprovisto de significancia alguna, de modo que tengo toda la autoridad, y todo el derecho, y hasta me atrevo a decir la piadosa necesidad de advertirles: todos vivimos atrapados, aplastados, sumergidos, enlodados, castrados, estupidizados, en un cono de insignificancia absoluta. Sépanlo de una buena vez. Lo que decimos significa nada, menos aún lo que pensamos. Nuestra vida está sometida a los antojos de los pocos que resuelven y delimitan y desnaturalizan hasta por ley el significado de lo que decimos, de lo que pensamos y, por sobre todas las cosas, de lo que hacemos. Los hechos no significan nada.
A los hechos los convierten en fantochada, en pirueta de desesperado. Los hechos, a juicio del imbécil, son puestas en escena. Lo que ocurre de veras no le causa ni pizca de significancia, o de significado, o de lo que fuere. Ni asomo de estremecimiento. Así será por siempre. Porque la nada y el todo son finitos. La paciencia también.
II
Había un viejo en el pasaje Bollini, cincuenta años atrás, cuando Bollini era de veras un pasaje hacia tantas fantasías, con sus zaguanes en penumbras, con sus casas petisas y gastadas y abandonadas, un viejo que te decía, frunciendo la cara, ¿Y esto qué me significa?, cada vez que le hablabas de algo de lo que nunca había oído hablar. A veces te largaba:¿Dónde lo encontraste escrito? Ese es el punto focal del malentendido que está conduciendo hacia un pozo ciego a esta humanidad demasiado humana: ¿Y esto y aquello y lo otro, qué mierda me significan?
¿Qué me puede significar, por caso, que me hablen de un tal intelectual orgánico? Un oxímoron, diría un intelectual. El intelectual, palabra de insinuación burguesa y en cierto modo altiva, se supone que usa su intelecto, su capacidad única de discernimiento, para ir más allá de las cosas. Debe quebrar y eludir límites, buscar la región fronteriza de las cosas, de los sucesos. Debe sentirse libre de escribir, decir y callar lo que le dé en gana. Desde luego, tendrá que pagar un precio por eso. Unos le dirán que es un gran tipo y otros le dirán que es un gran hijo de puta. Es, no se crean, un precio alto. Mejor dicho, un precio tan feo como injusto. El intelectual orgánico, en cambio, no existe. A partir del momento en que se siente orgánico, con ciertas ataduras a un proyecto político, a un gobierno, o, si se quiere, con cierta predisposición a la ceguera, no es más que otra pieza de un organismo. Del sistema. Es un tipo que ha hecho una pausa en su facultad de pensar. No se trata de juzgarlo sino de hacérselo saber. Tarea quizá vana, porque muy probablemente te responda: ¿Y esto qué me significa?
III
En las grandes ciudades del país las personas de buen pasar vagan por las galerías de los centros comerciales examinándose atentamente el ombligo, es decir, venerando la idiosincrasia de su ombligo, del hoyito de carne estriada y con pelusas alrededor del cual gira la Tierra, su Tierra, es decir, su auto, su casa, su seguridad suya, su colegio privado de sus hijos, su asistencia médica privada, su televisión por cable, su temporada de descanso en su Brasil, en su Miami o en su Polinesia, su empleada sumisa, su rotweiller, su infidelidad excusable, su apoliticismo político y partidario del político que le asegure que por el resto de sus días tendrá su auto, su casa, su colegio privado, su asistencia médica privada, su televisión por cable, su temporada de descanso en su Brasil, su empleada sumisa, su perro jodido, su permiso para ser infiel y, vaya, claro, su aire de tipo apolítico.
Van de un lugar a otro, el pecho inflado de arrogancia, con algún electrodoméstico a cuestas y un fajo de desdén en la billetera. Caminan sin mirar hacia atrás porque temen convertirse en estatuas de sal, como le ocurrió a la mujer de Lot, y en la escuela nos han enseñado que a las estatuas de sal les cuesta mucho darse maña en el manejo de un control remoto o de una tarjeta de crédito, y, más trabajoso aún, hablar, hacerse entender a la hora de, pongamos, decirle al pibe limpiaparabrisas de la esquina que no está en tus planes bajar la ventanilla de la puerta de tu auto muy tuyo porque tenés la certeza de que detrás del pibe limpiaparabrisas aflorarán cien pibes limpiaparabrisas que te destriparán, y entonces perderás tu auto tuyo y todo lo muy tuyo que representa esa carrocería espléndida. Que es mucho. Y todo tuyo. Un hato grande de ganado que tiene a la pobreza como pecado mortal y desprecia al pobre por encima de todas las cosas. Que ha echado a dormir la visión y toda percepción de su propio sumidero. Que vive en una civilidad fundada en nubes de betún que nunca jamás habrán de disiparse. “En verdad, la representación de la realidad ha sido dada vuelta. La imagen lisa, televisiva, y la prensa, han destruido el pensamiento, la capacidad de ligar lo inmediato a las causas de su existencia. Sólo una sociedad llevada por el terror hasta el extremo de la estupidez y la chatura, despojada de afectos, de imaginación, de sensibilidad, empavorecida, puede haber despojado de significación a lo que ven y perciben acobardados por sus ojos diariamente, pero que la inteligencia no anima” (León Rozitchner, Página/12, julio de 2004)
IV
¿Qué me significa la democracia como camino único, sagrado e inamovible hacia el bienestar de una sociedad? Usted elige, usted decide quién y quiénes serán los paladines de sus necesidades y sus anhelos. Vamos, eso es tomadura de pelo. El voto es un placebo de libre albedrío. No es otra cosa que una melancólica escenificación de civismo, de un celo por las instituciones que dura lo que un parpadeo. Una diligencia tribal: meter una papeleta en un sobre; luego, el sobre en la ranura de una caja, y de regreso a casa comprar ravioles, una botella de vino tinto; almorzar, dormir la siesta que permite este sistema. El de una ranura. Al día siguiente, a cerrar la boca y a obedecer. En la fábrica, en la oficina, en la escuela, en la calle. Y en momento alguno dudar del fatalismo que rige nuestra vida. Todo en orden. Las instituciones, que nunca sabremos para qué sirven, a buen resguardo. Los cerdos en su chiquero, las gallinas en su gallinero y los timoratos en su pecera. Un año más, como tantos otros, de convalecencia de la nada, de antropocentrismo porteño. A las provincias el porteño les presta un poco de atención no más que tres, cuatro veces al año; cuando el noticiero le dice que en tal provincia asesinaron a una familia, cuando en la otra hay pobres que comen gatos, o que más allá un tipo violó a dos mujeres y veintisiete cabras, y, por sobre todas las
cosas, cuando ya en junio se pone a pensar a qué provincia se irá de vacaciones en enero o febrero del año siguiente. ¿Hará frío en Cafayate? ¡Qué va a hacer, si es en el litoral! Yo prefiero las Termas de Río Hondo, en Ushuaia, o Santa Rosa de Calamuchita, por allá, quizá en Neuquén.
V
Al imbécil la mirada de las personas que caminan por la calle no le excitan ningún significado, ni ganas de buscarlo. Le significan algo espantoso, en cambio, los ojos y la mirada de las personas que están echadas en un colchón en la vereda de una calle, junto a los muebles que pudieron reunir y llevarse el día del desalojo. Significan la vagancia, el destino del que eligió la dejadez, la irresponsabilidad, el placer y la libertad de vivir a la intemperie. Yo me rompo el lomo, laburo diez horas sin parar, y estos tipos se meten en el umbral de una iglesia a dormir y emborracharse mientras sus hijos andan pidiendo limosna en trenes y colectivos y restoranes.
VI
¿Qué me significa lo que le pueda significar a un tipo que no hace más que absorber los significados de un eventual y convincente hacedor de la significación? Yo significo, tú significas, él significa. Nosotros significamos un bledo. Hemos logrado (mejor: ¿por qué hacerme cargo de eso?), álguienes, algunos, han logrado despojar al significado de su significación. Un estado de cosas en el que impera la insignificancia.
VII
¿Cómo, de qué manera original o, al menos, novedosa y pasible de asombro, escribir acerca de lo que uno y muchos otros hemos escrito ya tantas veces? Comienza a resultar fastidioso corroborar que las palabras escritas tiempo atrás, y repetidas hasta el cansancio, bien puede uno reiterarlas y reiterarlas, una y otra vez, pese al correr de los años, con formidable oportunidad, y, desde luego, con su debida insignificancia. Feo y grotesco. Melancólico y aterrador el comportamiento del poder político. Eso de la tenacidad en mantener un error, de perseverar en el cretinismo y la insolencia. El gobierno y sus cosos, la oposición acomodadiza y sus cosos, los grandes medios de comunicación y sus escribas y habladores y sus intelectuales cosos, todos, pero absolutamente todos, han resuelto sitiar el discernimiento. Un asedio a la razón. Un bloqueo al sentido común. Porque, al final de cuentas, es cierto que pensar se ha convertido en un hecho revolucionario. O, por qué no, subversivo.
El país está habitado por millones de personas que de modo alguno pueden caer en la osadía de tornar visible su significación.
Permanezcan en sus barrizales, bestias. No se les ocurra asomar por la gran ciudad esas caras insatisfechas y poco logradas. Porque la ciudad, con el activo sostén de sus vecinos ilustres, ha resuelto suprimirlos con la indiferencia. ¿No han comprendido que consigo sólo traen malestar? Nosotros, el poder, no los reprimiremos más de lo que nos permite la ley: será la sociedad, hastiada y saturada de sus desplazamientos por calles y geografías que no les pertenecen, la que les pondrá límite. La que los pondrá en vereda.
Váyanse, muéranse, olvídense de que han nacido, y, si les cabe, si todavía cabe en sus anhelos locos, rueguen al señor, agradezcan el hecho de haber sido alumbrados. Pero nunca olviden el consejo de Celine: “La gran derrota, en todo, es olvidar, sobre todo lo que te mata, y morir sin llegar a comprender jamás hasta qué punto los hombres son bestias. Cuando estemos al borde del hoyo no nos pasemos de listos, pero tampoco olvidemos; hemos de contarlo todo, sin cambiar ni una palabra de las lacras que hemos visto en los hombres, y entonces liar el petate y bajar. Es suficiente como trabajo para toda una vida”.
Publicado en El Psicoanalítico, septiembre de 2016