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“Los medios tienen una gran capacidad para clavar espinas por la espalda”

Horacio González, sociólogo y ex director de la Biblioteca Nacional, pasó por La Columna Vertebral para analizar la respuesta social a la cuarentena, el debilitamiento del gobierno y el daño que pueden causar los grandes medios.
¿Cómo piensa Horacio González este momento del país?
Es una encrucijada que por un lado es la conocida enfermedad mundial que se atraviesa con distintas decisiones. No son discutibles en principio, pero también hay que disputarlas. Las grandes empresas de medicamentos, los grandes laboratorios interconectados con toda la vida financiera mundial. Va a ser una vida empobrecida, una vida menor, una vida controlada, una vida vacunada, lo cual me parece bien pero está en algún modo en la serie de todos los controles que se van a producir.
Pero no es muy distinta de la que ya teníamos ¿O sí?
No, sin duda se van a reforzar procesos de dominio en todos los planos de la vida, de grandes bloques sobre otros países pequeños o incapaces de sostenerse por sí mismos. Sobre Argentina pienso también que, aunque sus posibilidades son mayores, sin embargo, está viviendo un momento muy ambiguo, oscuro y denso políticamente, y económicamente también. Pero eso es como todos los países. Como tiene un gobierno elegido electoralmente con un personal político, uno puede conversar, nada de oscurantismo y personas que estén empeñadas en dañar a nadie. Sin embargo, están también atravesando un período de desconcierto, y entonces esto también preocupa.
Un poco es esta historia de que veníamos de un período terriblemente oscuro y complicado para nuestro país, y cuando empezamos a subirnos al potro para intentar dominar lo que estaba pasando vino la pandemia. La verdad es que son los jinetes del apocalipsis, ya no solamente lo que nosotros teníamos.
Sí, en realidad me preguntaría cuál es el sustento social que tendría la prosecución de este gobierno, que tenemos que defender efectivamente que prosiga y que supere los acechos a los que está sometido. Pero hay una vida social y popular totalmente descuartizada, como si hubiera entrado a la carnicería y el carnicero lo esperara con el cuchillo más largo. Es una vida popular que en una parte sustantiva sostiene las viejas sensibilidades populares que tenían nombres, rostros, marchas, canciones, blasones; pero hay otra parte importante cuyo contorno no podemos definir bien, que está en absoluta pobreza y que tiene que tomar tierras y de por sí ya es muy complejo porque hay intermediarios, personas que lucran con eso, siendo que de otro modo sería un hecho totalmente genuino.
El estado habla de cumplir las leyes, los jueces dicen que si se toman tierras tiene que venir la policía, justamente esta policía provincial que puede reprimir apenas con un poquito de violencia. Entonces son todos eufemismos que obligan a pensar que hay en el mundo popular, que antes considerábamos más homogéneo, toda clase de heterogeneidades. Junto a eso está la cuestión policial que también es de difícil tratamiento, porque es obvio que no fue un Golpe en toda la línea pero fue un acercamiento a la idea de Golpe de Estado que se hace a través del mundo financiero, a través de los diarios, de los grandes canales de televisión y también de la policía. Me preocupa entonces el surgimiento de cierto intento de comprensión del modo en que se mueve la policía criticando el progresismo. Nunca fui progresista en el sentido de que la historia es lineal, es bonita y uno tiene las mejores ideas del mundo y si ve algo oscuro lo repudia porque es muy oscuro, nunca fui así. Pero hoy me veo obligado a ver que lo que llaman progresismo en el mundo, como esa reunión de Chomsky y demás, que la veo y no formo parte de eso.
“hay una vida social y popular totalmente descuartizada”
Cuando veo muchachos jóvenes criticando al progresismo y diciendo ‘la policía es parte de la vida popular’, ahí me pongo más preocupado porque es hacer un análisis que puede resultar riesgoso, en el sentido de aquel que le gusta el riesgo de hacerse el analista profundo de la vida popular y aceptar al progresista bobo que está en contra de la policía y cita a Pasolini en ese famoso tramo que dice: “vos sos estudiante y sos de izquierda pero sos rico, el policía que tiene ideas de derecha es el pobre. Si vos le tirás una piedra al policía efectivamente sos el rico contra el pobre, no el estudiante de izquierda contra el poder represivo”. Ese era Pasolini que hacía grandes películas, poesías y textos. Hoy veo esas citas de Pasolini como una atención a los que vemos con preocupación el modo policial que encubre crímenes que son crímenes, que no es solo la cúpula corrupta sino que hay jóvenes policías. Por supuesto no aplico el progresista sistema binario de izquierdas y derechas, aplico el sentido común de no otorgarle a esas formas oscuras de la vida popular, la condición de un nuevo sujeto popular que nos salvaría de la catástrofe. Eso no es así.
Lo veo en jóvenes académicos de altura conceptual evidente, en elogios a Moreno y a Berni, y entonces eso ya me preocupa por parte de personas que hace 3 meses no tenían nada que ver con eso. Qué pasó que personajes así se convierten en una atracción a una parte del mundo cultural, del mundo del análisis de la cultura, de la reflexión política. Eso me parece preocupante porque no hay una alternativa que no sea en el progresismo banal, ni un movimiento nacional y popular que esté tomado por una progresiva inclinación por la derecha. Me parece que tenemos un gran problema, porque yo sigo flotando en la peripecia del movimiento nacional y popular pero no bajo cualquier condición.
Dentro de este clima quiero decir que para mí es un momento muy alegre poder encontrarme con lo que para todos los de la Biblioteca Nacional es el gran director de la Biblioteca Nacional. Durante todo el macrismo en la oficina de RRHH hubo un pizarrón que tenía una frase que decía “sin nosotros no somos nada” firmada Horacio González, que fue una frase que tiraste al pasar en el discurso de despedida de todos tus empleados. Para nosotros en la Biblioteca Nacional es una frase que nos guía ¿Qué quisiste decir con eso? Porque nosotros seguimos existiendo a pesar de la pandemia, a pesar de los Macris. Seguimos estando, así que sin nosotros no somos nada, es decir, que nosotros tendremos que hacer algo para que esto cambie.
Yo veo también que la esfera cultural está con razones que uno entiende, sin financiamiento, sin posibilidades actuar de manera diva, pero me parece que aún en estas condiciones de restricción de la calle de la ciudad se podría hacer más cosas, incluso por estos medios que no son los que uno quiere. Uno entra a estas situaciones obligado por la pandemia, pero me da la impresión de que podría haber más ideas respecto del mundo cultural a través de estos medios, basadas más en la iniciativa y en la imaginación, que sin duda existe en todos lados. La excusa no puede ser la falta de financiamiento.
En el barrio cuando todo esto empezó y la gente tuvo que quedarse dentro de su casa, empezó a aprender lo que era la cuarentena y a convivir con el otro con el que habitualmente convivía de todos modos porque era su familia, pero esta vez era todo el tiempo. Había un lado optimista que decía “vamos a salir mejores” y otra parte decía “de ninguna manera, una pandemia no nos va a cambiar, vamos a seguir siendo lo que somos” ¿Hay alguna posibilidad de que alguna experiencia así de traumática y a nivel mundial haga que reflexionemos? ¿O esto que vos marcabas antes sobre Berni, la policía y demás, que es algo así como la atracción del morbo, es lo que va a prevalecer?
No, me parece que los cambios van a venir después y la reflexión quizá sea posterior a esta experiencia. Hoy sale uno a la calle sin barbijo y tenés que volver a tu casa porque te lo olvidaste y hay una solidaridad instantánea entre los que tienen barbijo y no, es el último lazo comunitario que nos queda y está más vinculado al miedo que a otra cosa. Me parece que cambiar el sustrato último de lo que es lo humano es muy difícil. Un gran terremoto, un tsunami, una guerra, puede producir cambios. Esta pandemia probablemente los produzca pero sobre la base que hasta el momento veíamos: el ascenso de las derechas europeas fue anterior a la pandemia, el gobierno de los empresarios bajo una fórmula política muy superficial como fue el macrismo que era esencialmente un gobierno empresarial y de personajes empresariales fue anterior a la pandemia. Hay que ver si la salida de la pandemia con lo que eso significa en relación al crecimiento de los grandes negocios telecomunicacionales, y a las grandes empresas de distribución de paquetes como Mercado Libre que finalmente son bancos y están ligadas al mundo financiero. Hay que ver si esto no produce un nuevo retoque de la vida popular aun sometiéndola mucho más al ejercicio de, aún en la pobreza, optar entre tener la tarjeta plástica del prestamista del barrio, o por pequeñas formas de la delincuencia, o por la vida marginal sufrida por el Estado que por otro lado tiene entre manos la discusión sobre el salario social o el ingreso ciudadano, que cualquiera de las dos serían soluciones del tipo social demócrata, pero no las desprecio por eso porque a falta de cualquier otra cosa evidentemente la quiebra de la vida productiva, la quiebra de pequeñas y medianas empresas todo eso va a verse en los próximos meses.
Al mismo tiempo es un gran desafío para este gobierno porque internamente, tal como lo veo yo hoy, no está en condiciones de asumir esto. Con gran desidia está casi defendiéndose, a veces con mayor suerte que otras, inaugurando una sala de terapia. Es un acto político defensivo inaugurar, no es un acto normal de un gobierno que inaugura una sala, es una forma de encubrir el espacio que les falta para imaginar grandes soluciones tanto para este presente tan complicado, como para el futuro que viene. Entre medio están las elecciones del año próximo, la gran capacidad que tiene el mundo mediático para clavar espinas envenenadas en la espalda. Creo que por un lado hay que comprenderlo y por otro lado está el tema de los que te dicen no podes hacer ninguna crítica, eso no es posible sin una vida de la crítica no existe el pensamiento. He tenido grandes discusiones con muchos amigos y muchas personas vinculadas al gobierno respecto a esa discusión de la crítica.
“El gobierno está defendiéndose”
A mí lo que me impresiona es esta sociedad que parece vivir en dos mundos paralelos, un mundo que te muestra la televisión con el dólar permanentemente en primer plano, mientras que al mismo tiempo están los que están ocupando tierras porque no tienen donde vivir y la preocupación de cada uno es muy diferente. Estamos con necesidades tan distintas y por más diálogo o consenso no hay forma de hacer entrar en la cabeza estas dos Argentinas, que no sé si son siempre las mismas dos que se están peleando. Vos que has estudiado mucha historia y sabes mucho de estos enfrentamientos ¿Cómo ves la nueva composición de este antagonismo social?
Lo veo como un momento muy opaco del país. Los ocupantes de tierras ni forman parte de un movimiento social más o menos organizado como era el momento en que Luis D’elia tomó El Tambo y produjo una urbanización y hoy es una ciudad, un pequeño barrio subsidiario muy bien organizado, sino que es un movimiento espontáneo y, si es conducido, es conducido por fuerzas muy heterogéneas, que no las conozco directamente pero están los intermediarios de las especies de inmobiliarias oscuras y clandestinas que hay en el conurbano también. Ese movimiento tiene que ser de algún modo el ámbito donde los militantes sociales piensen nuevas fórmulas que permitan, primero, esos asentamientos, y después, políticas del gobierno. Porque el gobierno habla con la ley y ahí tenés que hablar con la ampliación de una ley. No digo que haya que cuestionar leyes, digo que hay que ampliarlas para abarcar el modo en que esos movimientos se establezcan en relación a un concepto de justicia territorial, porque ese es un concepto fundamental del habitar y del existir que tiene que guiar la ley, y no al revés. Eso es una deficiencia de las autoridades. Lo otro, lo que llamaríamos una gran imaginación política, debe saber vincular las dos cosas: el movimiento del pequeño ahorrista, siempre dolarizado, siempre con la mente en Franklin o en Washington, las dos esfinges del billete de dólar. Entonces me parece que ya que se habla de frente, lo que ganó la elección es un frente, la forma frente tiene que ser una forma más coherente. Aceptamos que se ganó la elección ante la disrupción del macrismo y se hizo esta conjugación tan heterogénea, pero un frente tiene que tener respaldo social mayor, tiene que tener ideas más precisas que el que tiene éste.
Cuando digo salvar la crítica no digo hacer crítica tonta como ya estoy haciendo yo. ¿Qué estoy pidiendo, que sean mejores los políticos? Por un lado sí, pero estoy pidiendo además que los que tienen sensibilidad, creo que hay muchos que la tienen en el gobierno y los que pueden no estar en el gobierno también la tienen, se exijan para pensar el modo en que se mueven los sectores presas del miedo en la pérdida del sustento, su propiedad, que se sienten amenazados por todo lo que inventa Jorge Lanata. Eso hay que cuestionarlo de un modo más inteligente, del punto de vista los medios propios y de un punto de vista del discurso político. Esto no veo que se esté haciendo. Y em ese arco que va hacia el desposeído total, el que posee algo y tiene miedo de perderlo, hay un estado de inquietud general que es el terreno. Ahí si hay una toma de terreno idílica donde se apoderan perfectamente en los sectores menos responsables respecto a la institucionalidad democrática. Y ahí aparece el policía golpista, el de la correa del dólar, el columnista del diario La nación, el que juega con el dólar para desestabilizar el gobierno; todas esas fuerzas oscuras que la sociedad argentina siempre tuvo. Incluso cuando decís peronismo estás diciendo un anchuroso caudal de un río que trae toda clase de sedimentos y de los que arrastra hay un montón que anuncian que el gobierno es inútil, que el gobierno no sirve para nada, que Fernández ni siquiera toca bien la guitarra, como acaba de decir Moreno.
“No digo que haya que cuestionar leyes, digo que hay que ampliarlas”
Más allá de cualquier otra consideración, me parece que sería irresponsable por parte de todos nosotros, que por ventura podemos decir un par de palabras de vez en cuando, provocar situaciones donde entre en debilidad este gobierno con todas las deficiencias que uno puede verle. Lo que sí es legitimo pedirle, dado que es el gobierno que hay que defender porque se defiende un tramo de la democracia evidente sin lo cual no volvería un peronismo mejor o con un estado mejor, volvería sin duda este neoliberalismo o como se lo llame, porque hay que encontrar mejores nombres, sería nuevamente el gobierno del juego empresarial y financiero con lo cual Argentina volvería a ser un país insípido, presa en el mejor de los casos de empresas de turismo que te lleven a pasear a la Antártida en avión, o se pueda hacer un paseo a las islas de Creta y que alguno te ilustre los mitos griegos. Sería un país sin historia, sin vida social y sin vida cultural, sin vanguardias artísticas y sin cultura popular. Eso no hay un movimiento social hoy que lo pueda promover en todos los términos y que hay que pensarlo, ese movimiento social hay que recrearlo sobre las herencias y linajes que están en juego. Uno de ellos sin duda es el peronismo pero están las izquierdas, la tradición socialista, los que recuerdan al viejo Yrigoyen que son pocos ya, de modo que hay que hacer algo que tenga otra heterogeneidad, no ésta.
A lo mejor hay algo por nacer, yo quiero creer que hay algo que no termina de nacer y que en algún momento va a poder hacerse cargo de estas demandas que compartimos totalmente. Muchas gracias por conversar con nosotras.
Muchísimas gracias a ustedes.

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Referendum por la autodeterminación palestina, por María Urruzola

La población palestina en Oriente Medio es una población diversa de aproximadamente siete millones de personas con diferentes estatus legales, que viven en Israel, los Territorios Palestinos Ocupados, Jordania, Líbano, Siria, Egipto y otros países. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) afirmó haber proporcionado asistencia en 2023 a unos 5,9 millones de refugiados palestinos en 58 campos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria, la Franja de Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén Este.
La UNRWA, sin embargo, no está presente en todos los países árabes y no todos los palestinos son refugiados. Según la Naciones Unidas, aquellos cuyo “lugar habitual de residencia fue Palestina del 1 de junio de 1946 hasta el 15 de mayo de 1948, y los que perdieron sus hogares y medios de vida como resultado del conflicto de 1948” están cualificados para registrarse como refugiados, así como sus descendientes.
La Carta Magna de la Descolonización, firmada el 14 de diciembre de 1960, establece:
1. La sujeción de pueblos a una subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye una negación de los derechos humanos fundamentales, es contraria a la Carta de las Naciones Unidas y compromete la causa de la paz y de la cooperación mundiales.
2. Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación; en virtud de este derecho, determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural.
3. La falta de preparación en el orden político, económico, social o educativo no deberá servir nunca de pretexto para retrasar la independencia.
4. A fin de que los pueblos dependientes puedan ejercer pacíficamente y libre mente su derecho a la independencia completa, deberá cesar toda acción armada o toda medida represiva de cualquier índole dirigida contra ellos, y deberá respetarse la integridad de su territorio nacional.
5. En los territorios en fideicomiso y no autónomos y en todos los demás territorios que no han logrado aún su independencia, deberán tomarse inmediatamente medidas para traspasar todos los poderes a los pueblos de esos territorios, sin condiciones ni reservas, en conformidad con su voluntad y sus deseos libremente expresa dos, y sin distinción de raza, credo ni color, para permitirles gozar de una libertad y una independencia absolutas.
6. Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.
Por lo tanto, un nuevo protectorado en Palestina bajo dirección Trump-Blair y sin retiro de los territorios de las tropas israelíes, contradice, a todas luces estos principios.
La ONU debería organizar un referéndum del pueblo palestino (allí donde se encuentre: Gaza, Cisjordania, Jordania, Líbano, Egipto), para que sea ese pueblo el que decida si acepta lo que ahora algunos se apresuran a tomar como propuesta válida.
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Canal 13 cumple 65 años: “Lo más interesante y lo más detestable”, por Claudio Korlemblit

El 1 de octubre de 1960 se inauguró Canal 13, de Buenos Aires, concesionado por un decreto muy cuestionado de 1958 del Gral Aramburu, miembro de la “revolución libertadora”, o más bien, del Golpe del 55 contra Peron. El presidente Illia decidió, poco después de asumir la presidencia, ponerle fecha de vencimiento a la concesión a los 15 años, por lo cual pasó al Estado a fines de 1973.
Durante los siguientes 15 años fue estatal, hasta que la corrupta administración menemista lo entregó al Grupo Clarín, en 1990, bajo cuya tutela lleva 35 años. En total, 65 años de vida, donde se mezcla lo más interesante y lo más detestable de la TV argentina.
A los 20 años, ni bien salí de la colimba, tuve la posibilidad de ingresar al Noticiero del mediodía, que conducía Pinky y luego Perez Loizeau, como “compaginador periodístico”. El canal estaba bajo el control férreo de la Marina, aún con Massera en la cima y sus autoridades eran el triunvirato de Agulleiro, Madariaga y Gavilán, el último a cargo de la gerencia de Noticias. La censura era total, encarnada en los propios noteros y productores que se encargaban de filtrar cualquier desajuste.
La llegada de la democracia fue un remanso, aunque básicamente siguió el mismo plantel de profesionales, mientras que los gerentes fueron elegidos entre los productores más veteranos. No hubo ninguna “razia”, más allá de los directivos que renunciaron.
Al 13 lo dirigieron Yuyo Taboada, Eduardo Metzger y un quinteto de viejos directores de cámaras. La UCR no tenía cuadros para manejar los canales, apenas Miguel Angel Merellano para ATC, cuya gestión terminó en 1985, cuando se cayó el avión que lo transportaba.
A partir de 1990, con la vil entrega de Menem, comenzó el reinado de Clarín, que ya lleva demasiado tiempo y esperamos que termine en breve, ya que la extensión que le otorgó Néstor K. a su licencia expira este año.
Un brindis por su cumpleaños y otro por la esperanza de su recuperacion para el Estado (sin fascistas).
Archivo
ARCHIVO/”Balada del intruso y la pequeñez”, por Hernán López Echagüe

Ilustración: Silvia Flichman. (silviaflichman.com.ar)
I
Soy un ácrata de cuatro patas desprovisto de significancia alguna, de modo que tengo toda la autoridad, y todo el derecho, y hasta me atrevo a decir la piadosa necesidad de advertirles: todos vivimos atrapados, aplastados, sumergidos, enlodados, castrados, estupidizados, en un cono de insignificancia absoluta. Sépanlo de una buena vez. Lo que decimos significa nada, menos aún lo que pensamos. Nuestra vida está sometida a los antojos de los pocos que resuelven y delimitan y desnaturalizan hasta por ley el significado de lo que decimos, de lo que pensamos y, por sobre todas las cosas, de lo que hacemos. Los hechos no significan nada.
A los hechos los convierten en fantochada, en pirueta de desesperado. Los hechos, a juicio del imbécil, son puestas en escena. Lo que ocurre de veras no le causa ni pizca de significancia, o de significado, o de lo que fuere. Ni asomo de estremecimiento. Así será por siempre. Porque la nada y el todo son finitos. La paciencia también.
II
Había un viejo en el pasaje Bollini, cincuenta años atrás, cuando Bollini era de veras un pasaje hacia tantas fantasías, con sus zaguanes en penumbras, con sus casas petisas y gastadas y abandonadas, un viejo que te decía, frunciendo la cara, ¿Y esto qué me significa?, cada vez que le hablabas de algo de lo que nunca había oído hablar. A veces te largaba:¿Dónde lo encontraste escrito? Ese es el punto focal del malentendido que está conduciendo hacia un pozo ciego a esta humanidad demasiado humana: ¿Y esto y aquello y lo otro, qué mierda me significan?
¿Qué me puede significar, por caso, que me hablen de un tal intelectual orgánico? Un oxímoron, diría un intelectual. El intelectual, palabra de insinuación burguesa y en cierto modo altiva, se supone que usa su intelecto, su capacidad única de discernimiento, para ir más allá de las cosas. Debe quebrar y eludir límites, buscar la región fronteriza de las cosas, de los sucesos. Debe sentirse libre de escribir, decir y callar lo que le dé en gana. Desde luego, tendrá que pagar un precio por eso. Unos le dirán que es un gran tipo y otros le dirán que es un gran hijo de puta. Es, no se crean, un precio alto. Mejor dicho, un precio tan feo como injusto. El intelectual orgánico, en cambio, no existe. A partir del momento en que se siente orgánico, con ciertas ataduras a un proyecto político, a un gobierno, o, si se quiere, con cierta predisposición a la ceguera, no es más que otra pieza de un organismo. Del sistema. Es un tipo que ha hecho una pausa en su facultad de pensar. No se trata de juzgarlo sino de hacérselo saber. Tarea quizá vana, porque muy probablemente te responda: ¿Y esto qué me significa?
III
En las grandes ciudades del país las personas de buen pasar vagan por las galerías de los centros comerciales examinándose atentamente el ombligo, es decir, venerando la idiosincrasia de su ombligo, del hoyito de carne estriada y con pelusas alrededor del cual gira la Tierra, su Tierra, es decir, su auto, su casa, su seguridad suya, su colegio privado de sus hijos, su asistencia médica privada, su televisión por cable, su temporada de descanso en su Brasil, en su Miami o en su Polinesia, su empleada sumisa, su rotweiller, su infidelidad excusable, su apoliticismo político y partidario del político que le asegure que por el resto de sus días tendrá su auto, su casa, su colegio privado, su asistencia médica privada, su televisión por cable, su temporada de descanso en su Brasil, su empleada sumisa, su perro jodido, su permiso para ser infiel y, vaya, claro, su aire de tipo apolítico.
Van de un lugar a otro, el pecho inflado de arrogancia, con algún electrodoméstico a cuestas y un fajo de desdén en la billetera. Caminan sin mirar hacia atrás porque temen convertirse en estatuas de sal, como le ocurrió a la mujer de Lot, y en la escuela nos han enseñado que a las estatuas de sal les cuesta mucho darse maña en el manejo de un control remoto o de una tarjeta de crédito, y, más trabajoso aún, hablar, hacerse entender a la hora de, pongamos, decirle al pibe limpiaparabrisas de la esquina que no está en tus planes bajar la ventanilla de la puerta de tu auto muy tuyo porque tenés la certeza de que detrás del pibe limpiaparabrisas aflorarán cien pibes limpiaparabrisas que te destriparán, y entonces perderás tu auto tuyo y todo lo muy tuyo que representa esa carrocería espléndida. Que es mucho. Y todo tuyo. Un hato grande de ganado que tiene a la pobreza como pecado mortal y desprecia al pobre por encima de todas las cosas. Que ha echado a dormir la visión y toda percepción de su propio sumidero. Que vive en una civilidad fundada en nubes de betún que nunca jamás habrán de disiparse. “En verdad, la representación de la realidad ha sido dada vuelta. La imagen lisa, televisiva, y la prensa, han destruido el pensamiento, la capacidad de ligar lo inmediato a las causas de su existencia. Sólo una sociedad llevada por el terror hasta el extremo de la estupidez y la chatura, despojada de afectos, de imaginación, de sensibilidad, empavorecida, puede haber despojado de significación a lo que ven y perciben acobardados por sus ojos diariamente, pero que la inteligencia no anima” (León Rozitchner, Página/12, julio de 2004)
IV
¿Qué me significa la democracia como camino único, sagrado e inamovible hacia el bienestar de una sociedad? Usted elige, usted decide quién y quiénes serán los paladines de sus necesidades y sus anhelos. Vamos, eso es tomadura de pelo. El voto es un placebo de libre albedrío. No es otra cosa que una melancólica escenificación de civismo, de un celo por las instituciones que dura lo que un parpadeo. Una diligencia tribal: meter una papeleta en un sobre; luego, el sobre en la ranura de una caja, y de regreso a casa comprar ravioles, una botella de vino tinto; almorzar, dormir la siesta que permite este sistema. El de una ranura. Al día siguiente, a cerrar la boca y a obedecer. En la fábrica, en la oficina, en la escuela, en la calle. Y en momento alguno dudar del fatalismo que rige nuestra vida. Todo en orden. Las instituciones, que nunca sabremos para qué sirven, a buen resguardo. Los cerdos en su chiquero, las gallinas en su gallinero y los timoratos en su pecera. Un año más, como tantos otros, de convalecencia de la nada, de antropocentrismo porteño. A las provincias el porteño les presta un poco de atención no más que tres, cuatro veces al año; cuando el noticiero le dice que en tal provincia asesinaron a una familia, cuando en la otra hay pobres que comen gatos, o que más allá un tipo violó a dos mujeres y veintisiete cabras, y, por sobre todas las
cosas, cuando ya en junio se pone a pensar a qué provincia se irá de vacaciones en enero o febrero del año siguiente. ¿Hará frío en Cafayate? ¡Qué va a hacer, si es en el litoral! Yo prefiero las Termas de Río Hondo, en Ushuaia, o Santa Rosa de Calamuchita, por allá, quizá en Neuquén.
V
Al imbécil la mirada de las personas que caminan por la calle no le excitan ningún significado, ni ganas de buscarlo. Le significan algo espantoso, en cambio, los ojos y la mirada de las personas que están echadas en un colchón en la vereda de una calle, junto a los muebles que pudieron reunir y llevarse el día del desalojo. Significan la vagancia, el destino del que eligió la dejadez, la irresponsabilidad, el placer y la libertad de vivir a la intemperie. Yo me rompo el lomo, laburo diez horas sin parar, y estos tipos se meten en el umbral de una iglesia a dormir y emborracharse mientras sus hijos andan pidiendo limosna en trenes y colectivos y restoranes.
VI
¿Qué me significa lo que le pueda significar a un tipo que no hace más que absorber los significados de un eventual y convincente hacedor de la significación? Yo significo, tú significas, él significa. Nosotros significamos un bledo. Hemos logrado (mejor: ¿por qué hacerme cargo de eso?), álguienes, algunos, han logrado despojar al significado de su significación. Un estado de cosas en el que impera la insignificancia.
VII
¿Cómo, de qué manera original o, al menos, novedosa y pasible de asombro, escribir acerca de lo que uno y muchos otros hemos escrito ya tantas veces? Comienza a resultar fastidioso corroborar que las palabras escritas tiempo atrás, y repetidas hasta el cansancio, bien puede uno reiterarlas y reiterarlas, una y otra vez, pese al correr de los años, con formidable oportunidad, y, desde luego, con su debida insignificancia. Feo y grotesco. Melancólico y aterrador el comportamiento del poder político. Eso de la tenacidad en mantener un error, de perseverar en el cretinismo y la insolencia. El gobierno y sus cosos, la oposición acomodadiza y sus cosos, los grandes medios de comunicación y sus escribas y habladores y sus intelectuales cosos, todos, pero absolutamente todos, han resuelto sitiar el discernimiento. Un asedio a la razón. Un bloqueo al sentido común. Porque, al final de cuentas, es cierto que pensar se ha convertido en un hecho revolucionario. O, por qué no, subversivo.
El país está habitado por millones de personas que de modo alguno pueden caer en la osadía de tornar visible su significación.
Permanezcan en sus barrizales, bestias. No se les ocurra asomar por la gran ciudad esas caras insatisfechas y poco logradas. Porque la ciudad, con el activo sostén de sus vecinos ilustres, ha resuelto suprimirlos con la indiferencia. ¿No han comprendido que consigo sólo traen malestar? Nosotros, el poder, no los reprimiremos más de lo que nos permite la ley: será la sociedad, hastiada y saturada de sus desplazamientos por calles y geografías que no les pertenecen, la que les pondrá límite. La que los pondrá en vereda.
Váyanse, muéranse, olvídense de que han nacido, y, si les cabe, si todavía cabe en sus anhelos locos, rueguen al señor, agradezcan el hecho de haber sido alumbrados. Pero nunca olviden el consejo de Celine: “La gran derrota, en todo, es olvidar, sobre todo lo que te mata, y morir sin llegar a comprender jamás hasta qué punto los hombres son bestias. Cuando estemos al borde del hoyo no nos pasemos de listos, pero tampoco olvidemos; hemos de contarlo todo, sin cambiar ni una palabra de las lacras que hemos visto en los hombres, y entonces liar el petate y bajar. Es suficiente como trabajo para toda una vida”.
Publicado en El Psicoanalítico, septiembre de 2016