Opinión
Los idus de marzo, por Hernán Díaz Varela desde Chubut
Los idus de marzo
El cónsul Julio César fue asesinado el 15 de marzo del año 44 AC –en los idus de marzo según el calendario romano- por un grupo de senadores, entre los cuáles se encontraba Décimo Junio Bruto, primo del César y a quien éste quería como a un hijo. Shakespeare inmortalizó ese vínculo en la escena de la tragedia “Julio César” (1599) en la que, agonizante, el protagonista exclama “Tú también, Bruto, hijo mío”. Un vidente había advertido al César “Cuídate de los idus de marzo” pero él, confiado en su poder, no dio importancia al aviso.
04/03/2020
Sin clases
El gobierno de la provincia del Chubut atraviesa por un momento de extrema fragilidad política e institucional, producto no sólo de su estafa electoral primigenia sino de una sucesión de decisiones sobre el manejo de las finanzas públicas que han acelerado la crisis económica y el endeudamiento. El goteo de fondos de Nación –a cuenta de coparticipación- no alcanzó para nada. La lógica contable de comercial nocturno ochentista del titular del Ministerio de Economía choca contra una realidad que requiere de imaginación y un diálogo político que está en el discurso pero no en los hechos del gobierno de Mariano Arcioni y su devaluado gabinete.
El miércoles pasado, a pesar del pago de una parte de lo adeudado a los docentes, la amenaza de descuentos y del ruego plañidero del gobernador, lo cierto es que en Chubut no comenzaron las clases. Este hecho fue relevado no sólo por la tapa de los diarios nacionales del día siguiente, sino que estuvo presente en el discurso de Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa nacional, al mencionar que las clases habían comenzado normalmente en “casi” todas las provincias, con un reojo hacia Mariano Arcioni, sentado en primera fila el domingo pasado junto al gobernador bonaerense Axel Kicillof.
Sobre la hora, pero no para todxs
Finalmente, mediante Decreto 1080/19 del 2 de marzo, el gobierno canceló ese mismo lunes todos los sueldos de Legislatura provincial correspondientes al mes de enero, y así aseguró la apertura del año legislativo del día martes.
El pago selectivo a los empleados legislativos –con salarios de tercer y cuarto rango que aún no cobraron los demás agentes estatales- y de las hipercalóricas “dietas” de los diputados provinciales en un marco de parálisis financiera y virtual cesación de pagos, para habilitar el inicio de las sesiones ordinarias anuales e iniciar el tratamiento de las leyes del ajuste, fue el equivalente a los pagos de sueldos en primer término a la policía provincial en años anteriores para asegurar la represión de las masivas protestas sociales en la calle. Éste es el concepto del “funcionamiento del Estado” de esta gestión: premios y castigos conforme las necesidades de coyuntura.
Asimismo, en el discurso del gobernador en Legislatura, pivoteando a tres bandas entre el autoelogio, el fraseo marketinero y el análisis FODA, se confirmó la continuidad del pago escalonado de salarios y jubilaciones, entendiendo el mismo como un principio de “previsibilidad” (¿?) para los agentes públicos, y dejó caer perlas lingüísticas como “respetemos el derecho de huelga con los estudiantes en el aula y los maestros enseñando” (sic), mientras en tono neomacrista pedía el esfuerzo actual de todos para llegar a un futuro venturoso. Al mismo tiempo, dentro del paquete de leyes de ajuste el gobernador coló, por cuarta vez, el proyecto para llevar su propio salario a 700 mil pesos.
Un día antes, el lunes 2 de marzo, la primera reunión paritaria docente del año dejó como saldo un “Sigan participando”. No hubo ninguna propuesta concreta del Ministerio de Educación y ni siquiera estuvo presente el ministro Andrés Meiszner, seguramente más preocupado por la investigación fiscal sobre su gestión como presidente del Club Quilmes que por la situación de los maestros chubutenses. De todos modos, su impericia ha estado a la altura de sus antecesores.
Por su parte, el sector docente repitió, una vez más, su repudio al ilegal pago escalonado de haberes de activos y jubilados, que se complete la cláusula gatillo firmada en la paritaria de febrero de 2019, que se arreglen las escuelas, que se actualicen y remitan en tiempo y forma las partidas para su funcionamiento y que se asegure el transporte escolar. Siguen siendo obligaciones incumplidas por parte de un gobierno provincial que les pide responsabilidad a los trabajadores mientras lleva un mes y medio de atraso en pago de salarios y jubilaciones.
Al paro por 72 horas de los docentes –con posibilidad cierta de extensión- se suma el de los estatales nucleados en ATE, cuyas bases se hartaron de los vaivenes del volátil secretario general Guillermo Quiroga y le arrancaron un paro total de actividades desde el miércoles al viernes de esta semana, empalmando con el de los maestros. Esto implica que, por paro de docentes, retenciones de servicio por salarios impagos, falta de transporte o paro de auxiliares docentes, las escuelas seguirán sin funcionar; a ello se suman los establecimientos que no están en condiciones operativas, un punto sobre el que el comentarista de la realidad devenido gobernador expresó: “El arreglo de las escuelas no debe ser un plan de verano o de invierno, sino un plan de gobierno”. Por ahora, esa te la debo.
Unidos y al Frente
El próximo sábado se reunirá en Trevelin el justicialismo provincial. La convocatoria de este Congreso partidario tiene tres objetivos principales: la muy probable consagración del ex intendente comodorense Carlos Linares –kirchnerista de paladar negro- como nuevo conductor del partido; la “repejotización” de intendentes y referentes peronistas que están hoy en el espacio en diáspora de Chubut al Frente, con especial énfasis en los hermanos Sastre –vicegobernador e intendente de Puerto Madryn- y el intendente de Trelew, Adrián Maderna; y la conformación de una Mesa Política que proponga un “programa de emergencia” al gobierno de Arcioni, una apertura del partido y un llamamiento a la unidad interna como primer paso para integrar un eventual frente o alianza.
Empachados de diagnóstico lo cierto es que, hasta ahora, el único acuerdo político dentro del PJ es empujar el cajón del arcionismo excedente y hacer un funeral vikingo en 2023. De propuestas, ni hablar. El “programa de emergencia” que enuncian referentes justicialistas por los diferentes medios es sólo un título. En el espectro político institucional no hay nada superador al paquete de leyes que el Ejecutivo ingresó esta semana para su tratamiento legislativo, y que tiene como variable de ajuste el salario y las condiciones laborales de los agentes activos y pasivos del sector público. Nunca se trataron seriamente las propuestas de los sindicatos sobre Ley Tributaria de Emergencia o la discusión sobre la matriz distributiva de la riqueza de la provincia. De eso no se habla.
“Por la Legislatura van a pasar proyectos que van a tener que apuntar a salir de la crisis, medidas que no son las más agradables, y se puede hacer una política de integración y compartir objetivos entre diputados que tienen origen del peronismo”, dijo la semana pasada el ex diputado provincial y referente justicialista Blas Meza Evans en declaraciones a la prensa, buscando socializar los costos políticos de las futuras votaciones en la casa de las leyes.
Claramente, no se está tomando dimensión de los problemas cotidianos de la ciudadanía chubutense. Sin efectivo en la calle, con un inminente corte masivo de crédito bancario y financiamiento con tarjetas, una inercia inflacionaria muy alta a pesar del congelamiento de tarifas de servicios públicos y precio de naftas, es de esperar que a mitad del corriente mes –en el que todavía no se pagó la mayor parte de la masa salarial de enero y no hay cronograma al respecto- muchas economías familiares colapsen. Son demasiados frentes: las facturas de servicios, alimentos, transporte y los gastos del inicio de clases. Los pequeños comerciantes ya están afectados por la fuerte retracción del consumo y los supermercados están casi vacíos.
Los sindicatos están comenzando a moverse e intensifican sus reclamos sectoriales, en muchos casos apremiados y/o sobrepasados por sus propias bases, que ya no toleran una “gobernabilidad” a costa de la pauperización de las mayorías; y las organizaciones sociales, si bien están conteniendo un eventual desborde a través de la implementación de programas nacionales como la Tarjeta Alimentaria, entienden que los tiempos se acortan y que debe haber respuestas oficiales ante esta crisis autoinfligida.
Por su parte, si se confirmara a Carlos Linares al frente del PJ, no parece que se fueran a abrir canales de diálogo con provincia por esa vía. Todavía resuenan las denuncias que Linares planteó durante la campaña electoral del año pasado, en la que compitió por la gobernación contra Arcioni. Las heridas que quedaron por la ausencia de ayuda provincial ante el desastre climático sufrido por Comodoro Rivadavia en abril de 2017, sumadas a la causa por corrupción durante esa emergencia, conocida como “Royal Canin”, que involucró a la entonces Ministra de Familia, Leticia Huichaqueo –hoy exonerada de la administración pública-, y a su pareja, aún siguen abiertas.
Si bien Linares tiene comunicación con Nación a través de Julián Leunda, el comodorense recientemente incorporado como asesor presidencial, e interlocución directa con varios referentes nacionales del Frente de Todos, los esfuerzos del gobierno central hasta fin de mes estarán concentrados en la reestructuración de la deuda externa y las negociaciones con bonistas y el Fondo Monetario Internacional. Recién en abril la Nación podría ocuparse en forma consistente de una situación que, evidentemente, el gobernador no puede encauzar ni, mucho menos, resolver.
Por lo pronto, curándose en salud, el diputado Carlos Eliceche solicitó en la primera sesión de la Legislatura un pedido de informes al Ministerio de Economía –que fue aprobado sobre tablas- sobre estructura de la deuda pública provincial, vencimientos y condiciones de contratación de consultoras para renegociarla.
En este contexto, el malestar social se agudiza; hoy a la tarde el gobernador fue recibido con gritos y reclamos airados por un nutrido grupo de personas que lo aguardaban en cercanías del hangar de Gendarmería en Trevelin, donde arribó en helicóptero debido a la grave situación de los incendios en las laderas de Esquel. La gente está harta y fin de marzo está, quizás, demasiado lejos.
Destacada
Mi querido odio, por Hugo Asch
Hace ya tiempo que el odio abandonó la romántica contracara del amor en la moneda y se convirtió en la palabra con peor prensa. Solo los perversos odian, los despiadados, los abandonados de la gracia de Dios. Tanto odian que hoy se los cataloga por esa característica: son odiadores. ‘Haters’, en inglés.
Se los identifica como seres irracionales incapaces de pensar y cuestionarse nada, fanáticos, violentos, manipulables. Lo que no es falso, al contrario. El odio inculcado por sistemas políticos, educativos, familiares; por raza o clase social, produce individuos despreciables. No hay discusión sobre ello.
Bien. Hasta aquí mi concesión a lo políticamente correcto. No hay que abusar de esa desgracia. Si seguimos así un día moriremos todos de un agudo ataque de corrección política. No subestimemos sus efectos narcóticos, letales. Ahora quisiera hablar sobre otra clase de odio. También podría llamarlo desprecio, profunda antipatía, repulsión o encono. Pero no. Me gusta más odio. Quién es capaz de amar conoce este sentimiento. Es mi caso. Sé amar, sé odiar. Yo odio, he odiado y seguiré odiando.
Fundamentalmente porque no me da todo igual. Discrimino. Me enojan ciertas cosas. Y otras me dan odio. La historia argentina chapaleó en la sangre de cientos de fusilamientos y degüellos hasta la irrupción de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en la segunda mitad del siglo XX. Antes de los pañuelos blancos, las cosas se negociaban con un muerto en la mesa. Recuerdo en mis primeros pasos como periodista, haber hecho notas con casi toda la dura derecha de los años ‘70. A Jordan Bruno Genta, por ejemplo, lo vi en una conferencia una semana antes de su asesinato a manos del ERP, en 1974. Era un catedrático de buenos modos, nacionalista, conservador, católico, antisemita, anticomunista, decepcionado de la Revolución Libertadora y enemigo del sistema democrático, que creía contaminado por liberales, peronistas y marxistas. Sus seguidores no eran multitud pero sabían moverse. Sus posturas eran extremas y tenían fieles discípulos en las tres fuerzas armadas. Demasiados. Oscar Castrogé ‒en realidad Castrogiovanni‒ era el polo opuesto. Extrovertido, avasallante, de voz potente. Durante la dictadura se había divertido pasando marchas nazis y fascistas en su programa de radio Excelsior. En los ‘80 irrumpió con un grupo de seguidores armados con pistolas y machetes para copar el programa ‘Sueño de una noche de Belgrano’, conducido por Jorge Dorio y Martín Caparros. Fueron sus 15 minutos de fama, aquellos que prometía Andy Warhol.
Su hermano, como secretario de un juzgado, me citó por un juicio que había iniciado un fiscal, ofendido por una columna que Guillermo Kelly había escrito en ‘La Semana’, revista que yo subdirigía en 1986. Durante los primeros 15 minutos de la indagatoria, Castrogé II solo se preocupó por averiguar los orígenes del apellido Asch. Su especialidad.
Los Castrogé eran odiadores estilo ‘El Caudillo’, la revista no oficial de la Triple A. Ultraderecha violenta sin matices, mucha amenaza, cadenas, palo y a la bolsa, esas cosas. En enero de 1985 tomé un inolvidable té en la casa estilo Tudor de Figueroa Alcorta casi Ortiz de Ocampo, pleno Palermo Chico, sede de ‘Tradición Familia y propiedad’. Me recibió su líder, Cosme Beccar Varela, impecable traje inglés, rodeado por jóvenes altos, más bien rubios, también trajeados que, en una coreografía estática pero imponente, sostenían pancartas rojas con signos heráldicos. Nadie sonreía pero parecían de lo más amables. Me explicaron el insoluble problema judío, la falta de Dios de quienes alentaban el divorcio y el aborto, el horror peronista, el pecado mortal de quienes exhibían la carne sin pudor cristiano. Fue como una visita al siglo XVII. A la noche, cuando con palos, patadas, golpes de puño y piedras impidieron el estreno de ‘Yo te saludo, María’, la película de Godard que consideraron “hereje” y “malévola”, los niños rubios parecían barras de Nueva Chicago. La derecha del siglo XX era una minoría, pero ponían los pelos de punta con su discurso que mezclaba como en licuadora a Adam Smith, Roca, Mitre, Rosas, San Martín, Mussolini, Perón, Primo de Rivera, ‘Mein Kampf’ y libelos como ‘Los protocolos de los sabios de Sion’. Hay odios y odios.
En los años ‘90, Mariano Grondona logró huir de la sombra de Bernardo Neustadt en ‘Tiempo Nuevo’ y debutó con programa propio: ‘Hora Clave’. Un poco por vicio de viejo liberal satisfecho porque el libre comercio por fin había sido impuesto por Menem, y otro mucho para diferenciarse y buscar rating, comenzó a hablar sobre los pobres, a citarlos, a criticar a Menem por su insensibilidad. Neustadt, absorto, creía que se había vuelto comunista. La mezcla de Adam Smith con su catolicismo cursillista lo llevó a tener ideas que, confieso, me hicieron tener ataques de furia frente al televisor. Una noche quiso reunir a las dos Hebes. Hebe de Berdina, madre del primer oficial muerto en el Operativo Independencia de Tucumán y Hebe de Bonafini, madre de dos desaparecidos en dictadura. No quiso una, no quiso la otra. Lógico. Poco después murió el almirante Rojas, aquel petiso oscuro de sonrisa torva y gorra ladeada, el gran ‘héroe’ de la Libertadora. Por supuesto Menem fue a su entierro a presentar sus condolencias por el fallecimiento del líder de la Marina que bombardeó la Plaza de Mayo dejando un tendal de cadáveres de gente que pasaba por ahí. Durante el trayecto del cortejo fúnebre, pasó otra cosa. Una viejita de pelo blanco y vestida de negro caminó lentamente hacia el féretro y le lanzó un escupitajo descomunal, de medalla olímpica. Se dio media vuelta y se fue, satisfecha. Entonces, en su editorial, el doctor Grondona se dedicó a comparar “el peronismo viejo” de esa ancianita resentida que se había quedado en el 45, con el “peronismo nuevo” del moderno y superador presidente riojano. Estallé. Mal. Las dos veces lo hice. Hablaba solo, o mejor dicho, le gritaba a la tele. Un papelón, porque eran como las 11 de la noche. Defendía ese profundo odio de la viejita de negro, y la prudente decisión de las Hebes de no juntarse. Hay odios que son racionales, justificados. No existe esa clase de perdón y está muy bien que eso sea así, y siga siendo así. Reivindico esa clase de odios, entonces. Odios racionales, sostenidos por la fuerza de los hechos y la historia. Tampoco imagino a Simón Wiesenthal, Mariano querido, muy entusiasmado por reunirse a tomar el té con los Menguele.Es hora de reconocerlo: he odiado a todo aquel que haya sostenido con fervor a la, digamos, política económica de Macri.
Mauricio Macri no fue un neoliberal. Esa creación que Hayek y Milton Friedman estrenaron en Chile con Pinochet y luego fue la bandera política de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, era una variante brutal del liberalismo. Brutal, pero también clásica. No es el caso de Macri, a quien sólo le importaba el capital financiero. Si era por él, se podía parar la producción de medio país que nada ni nadie lo iba a mover de la reposera. Sucedió.Lo suyo fue un capitalismo de agujero negro. De ‘Nada’. Sin producción ni consumo. Lo de Macri no fue un plan económico, fue una declaración de guerra. Algo personal. Yo estaba entre los condenados, como tantísimos. La llegada de Javier Milei le agrega a esa tragedia planificada una dosis de perversión, patetismo y ridículo como jamás se ha visto en estas pampas de crisis.
No está mal odiar a gente así. El gobierno de Alberto Fernández sufrió una sequía histórica y una pandemia mundial, a los tres meses de asumir. Pero no logró, revertir la injusta distribución de la riqueza ni parar la especulación financiera. Amagó enfrentar el Poder Real cuando anunció “la expropiación” de la empresa Vicentín pero solo inauguró una larga sucesión de dudas, contradicciones y marchas atrás. Una desgracia.
El llanto del Círculo Rojo por el impuesto a la Renta Extraordinaria del 2% “por única vez” pudo provocar inundaciones en varias zonas del país. La voracidad de la clase dominante argentina es tan espeluznante como suicida. Es difícil no odiar a estos sujetos. En el siglo XIX no existía ninguna expectativa de movilidad social. El que nacía rico moría rico y el que nacía pobre moría pobre. En el siglo XX, después de la revolución Rusa y en la segunda posguerra, el gran capital decidió crear un ‘Estado de Bienestar’ para que la gente vivera razonablemente bien y no se dejara tentar por la ‘amenaza comunista’. Esto se terminó con la caída el muro de Berlín. La inversión en las capas medias fue desapareciendo y ese excedente fue a parar a los bolsillos del 2, el 3, el 5% de la población. Semejante escenario convirtió al mundo en una caldera a punto de explotar. En la primera semana de noviembre se conoció un informe sobre la desigualdad global dirigido por Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001. Tiene números escalofriantes. Informa, por ejemplo, que el 1 % más rico del planeta acaparó, entre 2000 y 2024, el 41 % de toda la nueva riqueza generada. Apenas el 1 % de esos nuevos recursos fueron destinados al 50 % más pobre. Cómo no odiar todo eso. En medio de esta crisis terminal, los medios buscan temas nuevos cada día, para que los grupos de odiadores se muestren en las pantallas de todo el país y se multipliquen. Son millones, jugando a la muerte con la muerte. Desprecio ese odio suicida, vacuo, idiota. Me alejo de él. Pero a la vez, odio. No puedo ni quiero evitarlo.
Defiendo a mi odio con palabras, sin muerte, con furia interna. Con amor.
Y me gusta este odio mío.
(Tomado del facebook del autor, 13 noviembre 2025)
Memoria
“Los delincuentes de guante blanco son la verdadera casta”, por Carlos del Frade
El ex comisario de la Policía Federal Argentina, Rodolfo Fischietti, denunció que el 20 de marzo de 1975 se desató el Operativo Rocamora, apellido del entonces Ministro del Interior, contra la ciudad de Villa Constitución.
Cuatro mil integrantes de diversas patotas, embrión de los grupos de tareas, coparon la geografía del sur santafesino, secuestraron a 200 delegados y trabajadores de las fábricas Acindar, Metcon, Marathon y Vilber y comenzaron a torturarlos en el edificio del albergue de solteros de Acindar, pagados a razón de 200 dólares por día por los empresarios, entre ellos José Alfredo Martínez de Hoz, por entonces gerente general de Acindar.
Era el ADN del terrorismo de estado: delincuentes de guante blanco ordenaban y pagaban a sus cancerberos para desaparecer a una generación de jóvenes trabajadores con ideas revolucionarias, la mayoría de las 30 mil personas desaparecidas a partir del 24 de marzo de 1976, donde Martínez de Hoz fue el ministro de Economía. La decisión de los jueces federales, medio siglo después, ratifica que la decisión del verdadero poder en Argentina es consolidar la impunidad de los delincuentes de guante blanco, la verdadera y única casta que existe.
Nuestra admiración y nuestro respeto para los y las sobrevivientes, los organismos de derechos humanos y las abogadas que seguirán insistiendo para que alguna vez haya justicia contra el verdadero impulsor del genocidio: el poder económico. La historia no habla del pasado, denuncia el por qué del presente.
Opinión
Después del domingo, a redoblar la apuesta, por Alberto Nadra
Un aporte desde mi militancia
Lejos estoy de la soberbia pretensión de explicar a tan pocas horas los resultados de este domingo sombrío. Eludo cifras, porcentajes y bancas, e intento compartir una actualización de las afirmaciones y categorías que vengo planteando hace muchos años, mi forma de militancia con la palabra, así como con la acción que me permiten los años.
Las concibo como un simple aporte al intercambio que debemos darnos quienes nos consideramos parte del movimiento nacional y popular, tanto los que entienden que su misión es mejorar las condiciones de vida del pueblo dentro de este capitalismo senil –pero en pleno reacomodamiento– como quienes siempre consideramos que solo lo lograremos plenamente mediante un transformación revolucionaria en las estructuras económico-sociales, un cambio de mando en el poder y no meramente en la administración temporal de la cosa pública.
La situación es lo suficientemente grave, hemos retrocedido tanto, que aún falta mucho para dirimir esa cuestión.
Ganar batallas, perder la guerra
A lo largo de los años, el peronismo, fuerza mayoritaria entre lo mejor de nuestro pueblo, demuestra que puede lograr la mayoría electoral por períodos, hegemónico en un principio, ligeramente frentista con el tiempo y las dificultades. Sobre todo cuando convoca a otros sectores del campo popular, puede conquistar o reconquistar derechos, mejorar transitoriamente las condiciones para producir y crear trabajo, recuperar el salario o afirmar la soberanía.
Sin embargo, no puede retener esa mayoría electoral, pues el poder real reacciona al ver cualquier amenaza a sus privilegios. Ante esto y hasta ahora, en lugar de redoblar la apuesta, cede ante el poder real y vacila ante la necesidad de producir cambios de fondo en la estructura y la relación de fuerzas social que la determina. Por eso fue y es desplazado, antes por golpes de Estado y ahora también por las urnas.
¿Qué significa redoblar la apuesta?
Para cambiar en serio y ampliar las posibilidades de sostenerlo en el tiempo, no alcanza con las buenas intenciones ni con avances parciales; se exige redoblar la apuesta: confrontar a fondo con el privilegio y enfrentar el “sentido común”, la ideología dominante en toda la sociedad, que es precisamente la del bloque dominante.
¿Qué significa redoblar la apuesta, sea en la gestión para defender conquistas y profundizar el rumbo, sea en el llano para resistir y reunir fuerzas para dar vuelta la taba en favor de las mayorías?
Desde ya no es una convocatoria el exitismo, ni a las chicanas de la interna chica. Significa algo muy distinto a lo que practica la rama partidocrática del heterogéneo movimiento popular, que no solo la hay, sino que es predominante en su dirigencia.
Necesitamos que se reencuentren con el pueblo, que pongan el cuerpo en las luchas que crecen, pero aisladas, sin coordinación ni dirección política.
Es necesario convocar y lograr la unidad, pero la unidad de los luchadores, no un mero rejunte vacío de contenido, que no solo duele, sino que conduce al fracaso, antes o después de un desafío electoral.
Es necesario que esa unidad sea amplia pero a la vez institucionalizada, con protagonismo de las distintas fuerzas, con toda la amplitud que permita un acuerdo programático claro y acompañado por un plan de acción concreto, para gobernantes y gobernados, para dirigentes y militantes.
Preguntas, tan incómodas como necesarias
En ese camino hay que plantearse problemas de fondo como, a título de ejemplo: ¿es posible reconstruir el país y abrir un futuro de progreso y bienestar sin plantear una moratoria unilateral de la deuda externa, por el tiempo que reclame esclarecer su legitimidad y determinar las formas de pagos que permitan crecer a la nuestro país? ¿Es posible sin replantear una estrategia de independencia internacional que incluye acuerdos regionales y apelar a la cooperación e integración con los BRICS? ¿Seguiremos escuchando condenas a la bronca y el combate cuando negar la legitimidad de responder a la violencia es sellar un pacto con la crueldad?
La disyuntiva final
Unidad institucionalizada, programa y plan de acción. Cultivar la bronca, empujar la lucha organizada y transformarla en combate legítimo.
No son frases hechas, ni un recurso más melancólico que práctico.
¿Es difícil? ¡Claro que lo es! Llevamos años y acumulando dolores sin lograrlo. Pero, mientras no se logre, mientras no lo logremos, seguiremos ganando o perdiendo elecciones, conquistando y reconquistando derechos una y otra vez, pero retrocediendo a mediano y largo plazo.
Sé que no digo nada nuevo para tantos luchadores, pero es hora de empezar a decirle a la dirigencia y militancia, principalmente a la peronista, que es eso o seguir profundizando la decadencia, repetir fugaces triunfos y domingos aún más sombríos que el de este 26 de octubre.
Eppur si muove!/del 16 al 21N. “Mientras el gobieno usa la tarjeta, se prepara un diciembre caliente”, por Alberto Nadra
Italia ¿Qué es ‘Progetto Sur’? Frente a la indiferencia de los Estados, la solidaridad de los pueblos

