Opinión
Barro en los zapatos, por Gustavo Martínez

Mientras muchos distraídos descubren que hay muertos, asesinados, jóvenes, pobres, en Argentina, Rosario amaneció de duelo por el asesinato del pastor Eduardo Trasante, ex concejal rosarino por Ciudad Futura, y papá de dos hijos acribillados porque sí, por los narcos o la poli, que no es lo mismo pero es igual. Injusticia y muerte. Dolor y muerte. Jóvenes y muerte. Recuperamos este relato de Gustavo Martínez, hoy Sec. Gral deCTA Santa Fe, que habla de esas muertes, las de siempre, las de los luchadores y los pobres. Nada nuevo bajo el sol.
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Barro en los zapatos, por Gustavo Martínez
Lino Rojo es el nombre del texto que Marcelo Nocetti a empujones me hizo escribir unos cuantos diciembres atrás. «quiero leer algo como el Pochormiga pero de todos los asesinados en diciembre del 2001».
Ese 19y20 de diciembre que se venia encima venia de Acto en Tribunales por la mañana, Marcha a la tarde y por la noche un recital del Duo Coplanacu organizado desde El Canto del Viento en el teatro La Comedia.
«Resurreccion de la Alegria» fue el nombre del encuentro que Nocetti eligio para que a la cita no faltaran los empujones hacia la esperanza (mal llamados versos) de Armando Tejada Gomez.
Pero Lino Rojo en verdad son las semillas que Dalis Bel (madre de Claudio Pocho Lepratti asesinado en dic 2001, prima hermana del maestro Angel Elvio Bel asesinado en noviembre de 1976 en Trelew en represalia a su militancia por la libertad de los presos politicos y las denuncias por la masacre, y esposa de quien fuera el responsable de las Ligas Agrarias en la pcia de Entre Rios hasta el golpe genocida de 1976: Orlando Lepratti) decia que Lino Rojo son las semillas que Dalis sembró en los inmensos canteros de su casa que forman la palabra VIVE.
Imagino que a Marcelo lo empujaron a organizar ese recital aquellos versos de Armando Tejada Gomez en el que nos contaba aquello de «yo no me acuerdo del olvido» pero más que eso, mucho más: los ojos de Graciela Acosta herida de muerte, tendida en el piso a pasos de donde estaba Marcelo en aquella Villa Gobernador Galvez de 2001, imagen que, como dijo decenas de veces, la llevara gravada de por vida en su memoria.
Es probable, seguro, que los Copla llegasen a ese Recital-encuentro empujados por el recuerdo de German Cantos, detenido desaparecido, hermano de uno de los integrantes del Duo, Roberto Cantos y también empujados por esa necesidad de sentir de vez en cuando como vibra un teatro cuando cientos y cientos corean Peregrinos y los corazones de los presentes se confunden con los bombos y las cajas… «Corazón chiquito rojo vivo lleno Fueguito que arde y que sigue ardiendo.Con ésta canción como una pena suave. Voy acariciándome los sentimientos»…» y el cielo, el mar de arriba….
La historia de los empujones es nuestra historia, porque asi llegaron los canteros de Dalis y el Lino Rojo florecido a la tapa del libro TIERRA MEMORIA de Hernan Lopez Echague. Coincidieron en esto un escritor y periodista buscando una imagen de la tierra y la memoria y una imagen de la tierra y la memoria buscando un libro que hablara de ella.
Pero este texto «barro en los zapatos» no se trata de esto aunque tiene la misma dificultad ( duele escribir) que aquel Lino Rojo que leyó Marcelo.
Dar muchas vueltas, muchas palabras, muchas imágenes y nombres y apellidos, todos deshilachados por el mal de los males de nuestro tiempo. Aquel texto era el resultado de la ira y el intento de trabajarla torpemente. Fue escrito entre el acto de tribunales y la marcha de la tarde, pasado en limpio e impreso antes del recital. Pero las palabras, recuerdo, sonaron como un texto colectivo empujado por ese vibrar de un teatro lleno de personas que sabian que ese dia era 19y20 de diciembre. Sin embargo, todo lo leido era una sola frase: LOS PADRES NO DEBERIAN ESTAR EN EL VELORIO DE SUS HIJOS.
No es fácil ir al grano y explicar el título elegido que habla del barro en los zapatos de alguien. No es facil, hablar de ese hombre parado en el barro y de su primer paso hacia la salida, de esas primeras huellas y de su rostro con huellas de barro y de sus ojos teñidos de ese dia, de esos minutos de barro.
Hace un mes ,el 3 de febrero empujados por el mal de los males de nuestros dias, Eduardo Trasante estuvo por segunda vez en un velorio despidiendo a un hijo. Eduardo es pastor evangelista, padre de Jeremias Trasante asesinado en la Masacre de Villa Moreno junto al Mono y al Paton, y padre de Jairo asesinado hace un mes el pasado 2 de febrero.
En dos años dos de sus hijos asesinados. Los padres no deberian estar en el velorio de sus hijos.
Hace un mes acompañamos a Eduardo a enterrar a Jairo un dia lluvioso e infinitamente triste. Pudo hablar para despedirlo, pudo ademas hablarnos, pudo nombrar a Jeremias y a sus amigos Mono y Paton, y a su mujer que enfermó y murió despues de la muerte de Jeremias.
No tenia dudas sobre como ese padre podria llegar con fuerza hasta el borde de la tumba de su hijo Jairo.
Nada sabia, nada se y nada sabemos qué empujó a ese padre parado en el barro de la tumba de un hijo para que diera ese primer paso hacia la salida del cementerio. Si vi que volvió a mirar la tumba cuando tomo fuerzas para intentar el segundo lento y demorado paso. Vi también su rostro endurecido y vi sus ojos de espejo en el que estabamos todos, ojos de fuego como antorchas, como las antorchas que iluminaron tribunales en enero para reclamar justicia por los pibes de Villa Moreno y por todos los pibes y pibas. Justicia y futuro digno reclamaban, reclamamos.
No habia tanto barro en el borde de la tumba de su hijo como para que sus zapatos marcaran tantas huellas en el largo camino desde la tumba hasta la salida del cementerio.
Los cementerios no fueron hechos para enterrar a nuestros hijos. Al revés es como debe ser, al reves es la ley de la vida, de la naturaleza, de dios. Que los padres entierren a sus hijos en los cementerios, que no estan hecho para eso, es la ley del mercado en el que vale todo menos la vida y menos nuestros hijos, es la ley de la ganancia de unos pocos que multiplica la desigualdad social que trae violencia.
No habia tanto barro en el borde de la tumba de su hijo, sin embargo, las huellas se marcaron hasta la salida, las vi en ese camino y las he visto desde hace un mes a la entrada y a a la salida de la carcel a donde concurre Eduardo intentando sembrar futuro entre los que lo necesitan como al agua y las he visto ahi por calle San Martin y Uriburu, y las he visto por el barrio de esa canchita de futbol que recuerda cada dia de lluvia a todo un barrio que el barro esta para que los pibes se diviertan y no para cubrir las tumbas de nuestros pibes.
Los Cientos de Eduardos, de Gregorias, de Dalis, De Mabel… de los ultimos años deben ser escuchados por una sociedad que parece resignarse a seguir enterrando hijos en cementerios que no fueron hechos para eso.
Que los escuchemos nada cambia para ellos y ellas, nada calma ese dolor que crecerá todos los dias de su vida. Pero servirá para entender a donde vamos por este camino de tumbas, de empalados y empobrecidos… y servirá tambien para saber que verdaderamente existe esa fuerza que necesitamos para dar el primer paso hacia la salida de una sociedad en la que los padres entierran a sus hijos, y saber como podemos traspasar esa salida como nos dicen las huellas de barro de Eduardo para empezar a caminar y construir una nueva sociedad en la que «el hombre no sea el lobo del hombre sino su compañero y hermano»
Gustavo Martinez.marzo 2014
Secretario Gral ATE Rosario

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Último acto: Frío, sombrío y melancólico, por Hugo Asch*

Crónica del último acto de Milei en Moreno, sin brócoli: mucho frío, público con delay, Nisman, opereta, “no toquen a mi hermana”, ‘políticos corruptos’, ‘me van a matar del disgusto’ y la ilusión del empate técnico.
Por alguna razón, el sombrío cierre de campaña de Javier Milei en el barrio Trujui de Moreno me recordó cosas de mi niñez. Verlo así, tan ajustado y redondito debajo de la campera larga, una chaqueta negra, la remera térmica y el chaleco antibala, me recordó una tarde brava de invierno en la Isla Maciel, al final de un partido entre San Telmo y El Porvenir. Tenía 12 y me había llevado mi amigo Omar con un grupo de hinchas del barrio. La cosa se puso brava al final del partido y hubo gritos, amenazas y el lejano reflejo de un cuchillo en la tribuna local. Los de San Telmo querían robarnos la bandera, así que la solución fui yo. Envolvieron pacientemente el trapo blanco y negro sobre mi cuerpito y así quedé. Relleno y duro como un matambre, bamboleante, inseguro como Milei en el acto de esta noche, con quince vueltas de tela bajo mi sobretodo. Ese día me convertí en héroe. El tono grave de Milei, fallido y forzado como nunca, también me llevó a mis 10 años, cuando contaba mi chiste preferido: el del nene que se queda solito en la casa, escucha ruidos y hace lo que su mamá le había aconsejado. Pone ‘voz de grande’ y grita: “¡Quiéénnn aaabióóó la peta…!”. Más o menos como Milei.
El público, tan muerto de frío como el presidente en campaña y los que lo rodeaban, escaso de reflejos, aplaudía con delay uno o dos segundos más tarde de lo indicado. Cada tanto gritaban melancólicamente: “¡Pre-si-dente, pre-si-dente…!”, como una confirmación, o un anhelo imposible. No se engancharon con la consigna ‘Kirchnerismo nunca más!’, ni festejaron con risotadas cada vez que era citado ‘el enano soviético’. Un público difícil, con más ganas de dormir una siesta tardía que de celebrar a ese líder envasado al vacío.
Milei defendió a la hermana y al mismo tiempo destacó, con detalle exquisito, sus mejores virtudes a la hora de denunciar a los políticos corruptos que se quedan con el dinero de la gente. La asociación era inmediata e inevitable. “¡No proyectes!”, daban ganas de gritarle. Al final era cierto: el tipo efectivamente tiene un inconsciente. El discurso fue errático, tedioso, armado con piezas de diferentes rompecabezas que nunca encajaban. A su habitual obsesión por cantar la del “pingüino y el cajón” esta vez sumó al fiscal Nisman, ten years after. “¡Si se tienen que cargar vidas humanas no les importa nada: se cargaron a Nisman!”, dijo, y provocó un silencio incómodo de respeto y/o perplejidad. El momento más original del acto fue cuando confundió al conurbano bonaerense con California y recordó cuando la gente vivía tranquila, no cerraba con llave la puerta de su casa y los niños jugaban en paz porque no había robos ni comunismo. Milei repitió frases hechas como una ametralladora, habló de una “miserable opereta en su contra” y culpó al kirchernismo hasta del hundimiento del Titanic. Fue todo muy aburrido hasta que su espíritu ganador afloró en todo su esplendor. El que tiene hoy, quiero decir.“¡Los encuestadores coinciden en situarnos en una situación de empate técnico…!”, se entusiasmó ante el desconcierto general. El tenue brillo en sus ojos y la sonrisa congelada de los demás fueron la mejor foto de la noche.

*Hugo Asch, inició su carrera periodística en 1974. Fue redactor de la revista Siete Días, prosecretario y subdirector de Gente, Secretario de Redacción de Clarín, editor general de Perfil y director de Playboy Agentina, entre otros medios de Argentina y España.
En su facebook, hoy, se define como ‘creador digital’.
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Espeluznante, por Hernán López Echagüe

Esa palabra extraña salía a cada rato de la boca de mi tío abuelo, Cango, allá por mil novecientos sesenta y poco, recostado en su mecedora de cañas, en tanto tomaba una copa de vermut, a la que me invitaba a mojarme un dedo y probar. Acá, querido, en Parque Leloir, todo se ha vuelto espeluznante.
¿Espeluznante? Sí, querido. Los ricos están comprándose todas las tierras, y no habrá manera de sacarlos, a menos que agarremos escopetas. Y con la copa en la mano se metía en la casa de campo y regresaba con un diccionario Jackson. Se dejaba caer de nuevo en la mecedora, abría el diccionario y me recitaba, con voz borrachosa: “Espeluznante: sobrecogedor, estremecedor, aterrador, escalofriante, horrible, espantoso, monstruoso, terrorífico, horripilante, pavoroso”. ¿Entendés lo que digo, querido? No, de modo alguno llegaba a entenderlo.
Me llevó muchos años entender, en el sentido más lato, y, digamos, carnal, el significado de esa palabra que durante tiempo había tenido como el arrebato de un viejo que me había hecho conocer el vermut. No resultó difícil caer en la cuenta de que todo lo que ocurre en el mundo estremece y aterra.
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Gaza, ya!!/”Es mi familia, Kay. No soy yo”, por Michael Sfard

Traducción del francés y edición de María Urruzola.
Tribuna de opinión del abogado de Derechos Humanos israelí Michael Sfard, publicada el 28 de agosto en el diario israelí Haaretz. Sfard es un abogado israelí especializado en Derechos Humano y Derecho Internacional Humanitario. Es uno de los juristas más conocidos en Israel por su defensa de los derechos de los palestinos y sus acciones contra la ocupación israelí. Su último libro (2025) se titula: “La ocupación desde el interior: viaje a las fuentes del golpe de régimen”.
“Cuando Michael Corleone (interpretado a la perfección por Al Pacino) lleva a Kay Adams (Diane Keaton) a conocer a su familia en ocasión del casamiento de su hermana, en el primer episodio de la trilogía de El Padrino, ella descubre una historia muy dudosa respecto a la familia a la que está a punto de incorporarse: una familia que arregla sus problemas a través de una mezcla de violencia y corrupción. Cuando Michael se da cuenta que Kay está shockeada, intenta tranquilizarla: “Es mi familia, Kay. No soy yo”.
Uno no elige a la familia, e Israel es mi familia. Y es una familia criminal. Entonces ¿cómo seguir viviendo con semejante familia? Todo está contaminado
Israel está en vías de destruir Gaza. Llámele limpieza étnica, llámele aniquilación, llámele genocidio, llámele como quiera. Yo no tengo ninguna duda de que Raphaél Lemkin, el jurista judeo-polaco que acuñó el término de genocidio (1), declararía, llorando de vergüenza, que el Estado judío comete un genocidio en Gaza. Israel aniquila el sitio y extermina al grupo humano que allí vive. La destrucción física del espacio gazatí es sistemática: casa tras casa, edificio público tras edificio público, infraestructura tras infraestructura. Piense en su barrio: la escuela de sus hijos, la policlínica, el centro comercial, la plaza de juegos, los edificios de casas. Imagínese que todo, absolutamente todo, es borrado de la superficie. Nada de casas, nada de barrio, nada de comundiad. Eso es hoy Gaza. Un lugar que albergaba a más de dos millones de personas se ha transformado en un inmenso terreno baldío, grado cero. Escuelas, clínicas, tiendas, cañerías de agua, electricidad y saneamiento, rutas, veredas -todo se ha transformado en cenizas y polvo. Según datos calculados a partir de imágenes aéreas, 70% de las construcciones de la banda han sido totalmente destruídas o son inhabilitables -y eso antes incluso del « Merkavot Gid’on B » (Ndr: operación Carros de Gedeón, mayo 2025), y la promesa del ministro de Defensa a los rabinos del sionismo religioso de que “Gaza parecerá Beit Hanoun” (Ndr: demolida por completo, buscar en Wikipedia).
Un lugar que albergaba a más de dos millones de personas se ha transformado en un inmenso terreno baldío. Eso es hoy Gaza.
La masacre masiva de habitantes es más caótica todavía que la destrucción del espacio físico. Ella es llevada a cabo por bombardeos desproporcionados, el derrumbe del sistema de salud y, paroxismo del horror, por la hambruna. Al crear deliberadamente una hambruna masiva, al impedir expresamente la entrada de alimentos y de ayuda humanitaria, al desmantelar el sistema internacional que distribuía ayuda en centenares de puntos a lo largo y ancho de la banda y al reemplazarlos por solo cuatro: tres al sur y uno al centro. Al norte, nada. Todo eso para obligar a los Gazatíes a desplazarse. Como se atrae a un perro hacia afuera de una casa, con un plato lleno de comida. Las cifras de quienes mueren de inanición son inimaginables. Las imágenes hielan la sangre. Israel destruye Gaza.
Somos pocos pero tenemos peso. Debemos luchar contra nuestra familia: apoyar a los objetores de conciencia…
Somos pocos, pero tenemos peso. Debemos luchar en conjunto contra nuestra familia: apoyar a los objetores de conciencia, llamar a la aplicación de sanciones contra Israel y a la realización de investigaciones internacionales.
Entonces… ¿cómo seguir viviendo al ser parte de un colectivo que perpetra un exterminio? ¿Cómo levantarse cada mañana y mirar a los ojos al almacenero que vuelve del servicio de reserva militar, al soldado que está sentado en el café, al vecino que sostiene un cartel que dice “Juntos venceremos”? Lo más simple es mirar a Ben Gvir o a Bezalel Smotrich (nota al pie) y decirse que no tenemos nada que ver. Lo más calmante es pensar en esos dos fascistas de zócalo, que al contrario de sus homólogos italianos o alemanes no tienen ni clase ni estética, solo un racismo salvaje y una crueldad sádica, y tranquilizarse uno mismo. Lo más simple es escuchar a Smotrich declamar que es moral matar de hambre a los Gazatíes y no muy grave sacrificar a los rehenes. Lo más simple es menosprecia a Ben Gvir, que se excita ante la idea de limpieza étnica (“aliento a la emigración”, como lo llama) y decirse que eso no somos nostros.
Cuando el tambor de guerra hizo callar a las voces que advertían sobre crímenes de guerra, todos los componentes de la sociedad se encontraron encadenados a la complicidad con el crímen
Pero el proyecto criminal imperdonable de la destrucción de Gaza es un proyecto pan-israelí. No podría haber existido sin la cooperación -activa o silenciosa- de todos los componentes de la sociedad judía de Israel. El gobierno obtuvo la lealtad hacia ese crímen desde los primeros días de la guerra, cuando el ataque israelí sobre Gaza tenía la forma ya de un ataque total contra todo lo que fuera gazatí, un ataque que ni siquiera pretende ser solo sobre objetivos militares.
En ese momento, cuando el tambor de guerra hizo callar a las voces que advertían sobre los crímenes de guerra, todos los componentes de la sociedad se encontraron encadenados a la complicidad con el crímen. Como el nuevo llegado a la mafia, al que se obliga, delante del padrino y sus lugartenientes, a matar a un comerciante que no pagó su protección, sellando así una alianza de sangre con la “familia”. De esa manera, centenares de miles de israelíes respondieron al llamado a bombardear, aplastar, liquidar y hambrear. Centenares de miles que tienen una responsabilidad directa en la exterminación, y millones, indirectamente, ligados al pacto criminal y a su negación, o, cuando la negación ya no es posible, a su justificación.
Ningún colectivo profesional israelí se animó a emitir una protesta moral contra el exterminio
Ya no hay duda hoy y no puede haberla: lo que sucede en Gaza es Israel cometiendo crímenes contra la humanidad a una escala aterrorizante. Destruye todas las infraestructuras vitales y hambrea a su población. Además, declara oficialmente su intención de purificar etnicamente la banda, o de realizar la “visión Trump”, como Netanyahu -el Dark Vador israelí- llama al plan de purificación. E incluso hoy, cuando ya está todo claro y es difícil rechazar la acusación de genocidio, los iraelíes bajan la cortina y siguen con su vida cotidiana. Ningún colectivo profesional israelí se animó a emitir una protesta moral contra el exterminio: ni la asociación de médicos, muda de manera desmoralizante ante la destruccción sistemática del sistema de salud de Gaza y la muerte de más de 1500 miembros de su personal; ni los sindicatos de docentes, cuyo silencio ante la destrucción total del sistema educativo de la banda enseña a sus alumnos israelíes que todos los seres humanos no han sido creados a la imagen de Dios; ni la orden de abogados, cuyo presidente aparece reclamando la detención del ministro de Justicia porque éste cambió la cerradura de su escritorio para humillar al Fiscal General, pero no encuentra motivo para decir una sola palabra sobre los proyectos de transferencia y hambre del gobierno, o los bombardeos sobre los tribunales de Gaza, sobre la desnutrición y el maltrato a los presos palestinos en las carceles israelíes, transformadas en campos de tortura, o sobre la colaboración desesperante de la Corte Suprema con todo eso.
Los medios israelíes son el fogón tribal en el que Gaza se quema
¿Y los Medios israelies de masa? Inútil perder el tiempo con esos que se llaman “periodistas”, que se han puesto de acuerdo para no informar sobre el sufrimiento que infringimos a los habitantes de Gaza -complot que es un crímen profesional-, quienes durante meses azuzaron la guerra y permitieron la incitación a los crímenes, que continuan hoy impidiendo cualquier crítica, que no han dicho una palabra sobre la muerte sistemática de periodistas en Gaza, ni contra la decisión del gobierno de no dejar entrar a periodistas independientes -ni siquiera en los tanques del ejército, ni siquiera para servir al discurso del portavoz oficial. Los medios israelíes son el fogón tribal en el que Gaza se quema.
Uno no elige a la familia, e Israel es mi familia. Y es una familia criminal. Entonces, ¿cómo seguir viviendo con semejante familia? Todo está contaminado. El mismo día en que el diario Haaretz publicó decenas de fotos de niños famélicos creados por nuestras manos, la cadena 13 emitió un programa promocional sobre la alta gastronomía israelí y las estrellas Michelin que nuestros grandes Chefs recibirían en breve.
Michael Corleone pensaba poder seguir en su familia sin llevar una vida criminal. Al final, heredó el lugar de su padre y se volvió el gran padrino de la organización mafiosa de la familia. Hay dos maneras de evitar ese destino: la primera es divorciarse de su familia. Estos dos últimos años, muchos se han ido efectivamente del país. Pero hay otra opción: combatir a la familia. Verdaderamente combatirla. Comprender que en este punto, la familia es el enemigo.
El problema no son, lo repito, Ben Gvir y Smotrich. El mal surge de númerosos lugares del llamado “liberalismo anti-Bibi” propio de nuestra deformada realidad israelí. Pero -y es muy importante esto- hay también miembros de la familia que se rebelan. Docentes, artistas e intelectuales, abogados, periodistas, médicos, trabajadores sociales, universitarios, y numerosos militantes que han tenido el coraje de elevar su voz contra la destrucción en Gaza, con peticiones, videos y manifestaciones.
Somos pocos, pero no sin peso. Juntos, tenemos que luchar contra nuestra familia por todos los medios no violentos. Seguir la vía de Abraham nuestro ancestro quien, según el midrash, quiebra los ídolos a los cuales su padre rendía culto; la vía de Moises, quien se insurge contra su familia adoptiva egipcia para conducir a un pueblo de esclavos hacia la libertad, y la vía de todos los profetas que recriminaron al pueblo pecador y a los reyes criminales. En términos de hoy, eso significa apoyar a los objetores, alentar las investigaciones internacionales y llamar a la imposición de sanciones y al aislamiento político de Israel. Inscribir en el cuerpo lo que no penetra en la cabeza y el corazón, preservar una isla de valores humanos y, sobre todo, parar el exterminio”.
Notas al pie:
Ben Gvir y Bezalel Smotrich: los dos ministros de extrema derecha del gabinete israelí que se enfrentan a sanciones del Reino Unido, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Noruega, y que son fundamentales para la supervivencia política del primer ministro, Benjamin Netanyahu. Este formó en 2022 el gobierno más derechista de la historia de Israel tras negociar una coalición con Bezalel Smotrich, cuyo partido, Sionismo Religioso, tiene 14 de 120 escaños en la Knéset —el parlamento del país— e Itamar Ben Gvir, líder de la formación Poder Judío, que suma seis diputados. Las dos formaciones reúnen únicamente 20 de los 67 escaños de la coalición en el Parlamento, pero su influencia es enorme, ya que si la abandonan —como ambos amenazan repetidamente con hacer— el Gobierno caerá).
artículo archivado en hebreo: https://archive.md/sJqXp
Michaël Sfard (מיכאל ספרד) representa a varias organizaciones de defensa de los derechos humanos, como Yesh Din, B’Tselem, et Breaking the Silence. Tiene en marcha varios procedimientos judiciales contra la construcción de colonias, el muro de la separación, las expulsiones forzadas y otras políticas de ocupación y apartheid. Su último libro se títula “Ocupación desde el interior”, fue publicado este año 2025, y propone un análisis crítico de la larga ocupación de los territorios palestinos y la erosión de la democracia israelí. Muestra cómo el régimen militar en Cisjordania influyó en la política interior de Israel, en particular en la desviación autoritaria y las reformas judiciales recientes.Su anterior libro, “The Wall and the Gate” (2018) -también disponible en inglés-, cuenta sus batallas jurídicas contra la ocupación y se pregunta sobre el papel del derecho: ¿herramienta de protección o instrumento de dominación?Buena pregunta para todas las democracias.