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El día que quemaron los viñedos

Llegó a mis manos un vino Malbec con nombre inquietante: “El Injusto” y una etiqueta en donde puede verse casi una gigantografía que cubre la mayor parte de la botella con la foto de Agustín Pedro Justo, ex presidente de la Nación entre 1932 y 1938, sí en la famosa década infame. Debajo, una breve explicación dice: “En 1934, Agustín P. Justo prohibió la vitivinicultura en Entre Ríos. Esta es nuestra respuesta

Exquisita revancha histórica de la familia Tornatore, de Victoria, dueña de la bodega Borde Río. Porfiados los Tornatore, no quisieron que a nadie se le escapara la razón de su amor por las vides junto a su orgullo entrerriano, en el revés de la etiqueta insisten: “Una ley injusta, en una década infame, destruyó los sueños de toda una provincia y su gente. Esta es nuestra respuesta“.

La ley injusta de Justo, fue tomada como una verdadera traición, resulta que el ex presidente había nacido en Concepción del Uruguay, así que quitarle esa tradición a sus propios paisanos era una ofensa inconcebible.

Y si de Concepción del Uruguay se trata, no pude menos que pensar en nuestro amigo, Américo Schwarztman filósofo, viñetista, periodista y sobre todo, entrerriano a morir, para que me contara un poco más. Y me contó.

A mediados del siglo XIX, es decir, allá por 1850/60 se comienzan a plantar viñedos en la región del río Uruguay. Urquiza fue impulsor, con vides traídas desde Francia. Aunque no fue el único, claro, muchos de los inmigrantes de la Colonia San José habían traído sus uvas. Más de veinte cepas se cultivaban en la región, haciendo florecer una diversidad de vinos y una industria prometedora, que además estaba en manos de numerosos pequeños productores.

Malbec, cabernet, pinot noir, semillón, gamay, chateau margot, sauter y, fundamentalmente “lorda” (una variedad que tiene su propia y apasionante historia, porque el nombre que recibió era el del apodo del vasco “Lorda” Jáuregui, que fue quien la trajo desde los Bajos Pirineos). Esas eran las cepas de los viñedos entrerrianos que suizos, franceses, vascos, italianos y españoles extendieron por los campos de Entre Ríos en emprendimientos que crecían paralelos al río Uruguay.

La industria creciente era tan exitosa que a la Exposición de París de 1889 se llevaron los vinos producidos en Concordia, que recibieron varios premios por su calidad. En 1907 Entre Ríos ocupaba el cuarto lugar en el Centro Nacional de Viñas, con casi cinco mil hectáreas cultivadas, por 30 bodegas radicadas en Colonia San José, Concordia, Victoria y Federación. Tan promisorio era el cultivo que veinte años después, en 1928, las bodegas entrerrianas se habían multiplicado casi por cuatro: ya eran 115.

Claro que no era el único lugar del país que nos regalaba vinos de calidad. Hoy todos conocemos los vinos de Cuyo o de Salta. Nadie dice, es un riquísimo vino entrerriano. Qué pasó? A de la década del 20, los productores de San Juan y Mendoza presionaron para que se creara Junta Reguladora de Vinos, cosa que consiguieron en 1934 gracias a la Ley 12.137 que tenía a su cargo decidir quiénes y cuánto producirían. Créase o no, el gobierno de Justo, el Inusto entrerriano, ordenó un “plan de extirpación de viñedos”, que se llevó adelante durante ese año y el siguiente. El objetivo era establecer a la región de Cuyo como única productora de vinos. Se envió a las tropas nacionales a cumplir con el tremendo decreto, destruyendo los viñedos entrerrianos. Muchos recuerdan el llanto de las familias al ver a las fuerzas federales destruir sus instalaciones y quemar los viñedos.

Esto me lo cuenta don Américo, pero está escrito en distintos libros de historiadores de la provincia como Héctor N. Guionet o Susana Domínguez Soler, no vayan a creer que es puro cuento.

Fue en la década del noventa, cuando una ley promovida por otro entrerriano, Augusto Alasino, la prohibición fue eliminada. Algo bueno tenía que tener el menemismo. Hoy en Entre Ríos florecen nuevas bodegas, aunque todavía no se ha llegado al brillo de aquellas producciones de un siglo atrás.

El 4 de enero de 2018, el diario El Entre Ríos, celebraba la vuelta de los viñedos en la provincia bajo el título: “Como el Ave Fenix, resurgen en suelo entrerriano”. “Actualmente, y poco a poco, buscan resurgir de sus cenizas, apostando más a la “bodega boutique” que a la gran producción masiva. Pero para conocer y dimensionar la realidad de la producción entrerriana, primero hay que hacer un poco de historia, porque es imposible entender este presente sin conocer el pasado.”

Antigua bodega Robinson en Entre Ríos

La charla con Schwartzman (cuyo apellido nunca lograré escribir bien) tuvo inquietantes derivaciones. Ustedes sabrán que el vino Tannat, es para Uruguay, la cepa estrella, como el Malbec en Argentina. Pues bien, el irreverente de mi amigo – entrerriano hasta la médula- sostiene que la uva del Tannat pasó antes por Entre Ríos.

“El cultivo de Tannat en Uruguay inicia en Salto gracias a un vasco francés oriundo de los Pirineos, llamado Pascual Harriague (por eso durante décadas se le llamaba “vino de Harriague”). Y el que le da esa cepa a Harriague es otro vasco, Juan Jáuregui, apodado “Lorda”, quien a su vez la había atesorado de sus ancestros de los Pirineos y producía ese vino en Concordia (por eso en esa zona el Tannat se llamaba “Lorda”). Se sabe incluso que Lorda le dio alrededor de 16 sarmientos de esa uva a su paisano Harriague. La primera vendimia de Harriague en Salto fue en 1876. Todo esto está documentado y aparece en diferentes libros que tratan la historia de la región Es decir que en el origen del vino más exitoso del Uruguay está un entrerriano. Dicho de paso, en el Uruguay el Dia Nacional del Vino se celebra el 14 de abril, día del nacimiento de Harriague”, nos ilustró Américo.

Y pude corroborar que, en efecto, el Tannat era el vino preferido del rey Luis XVI. Así lo confirma el agrónomo e historiador francés Alexis Peyret, también conocido como Alejo Peyret, en su libro “Una visita a las colonias de la República Argentina” (publicado en Buenos Aires en 1889!). “Parece ser que el monarca tenía debilidad por las uvas de Madiran y había prohibido expresamente a sus servidores robar gajos de esas plantas. Pero un mayordomo habría desobedecido la orden y entregado 14 sarmientos entreverados con los restos de la poda a un tal Jáuregui, que ni lerdo ni perezoso los plantó en la localidad de Iroléguy (Irulegui, en euskera) – “el viñedo más pequeño de Francia y el más grande del País Vasco”– en los Pirineos. El mayordomo desobediente fue sentenciado a 14 años de prisión, uno por cada sarmiento hurtado, pena que no llegó a cumplir porque “lo salvó” la Revolución Francesa. El nieto de Jáuregui, apodado “Lorda”, habría introducido la cepa en Concordia casi 80 años después, en 1861. Y otro vasco francés residente en Uruguay, Pascual Harriague (o Arriaga), habría conseguido que Juan Jáuregui le regalara (o le vendiera) 16 sarmientos de esa “uva diferente”, que luego plantó con éxito en Salto, donde realizó su primera vendimia en 1876.” Como ven, conocemos la historia gracias a buen Peyret que se ocupó de escribirla a poco de ocurrida. La importancia de dejar testimonio, siempre.

En fin, historias de pioneros, traidores y tercos memoriosos.

* Escrita por Laura Giussani Constenla para La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 17 de febrero de 2023. Escuchanos todos los lunes de 18 a 20 por larz.com.ar

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Entrevistas

“El exilio dejó huella en Italia”. Entrevista a los directores de Resistenza

Después de su recorrido por Festivales, Salas y otros espacios de Italia y Argentina, “RESISTENZA (historias del exilio argentino en Roma)” está disponible desde el 13/11/25 en la plataforma OpenDDB: https://openddb.it/film/resistenzaargentina/

Un documental que explora los modos que adquirieron la sobrevivencia y la denuncia internacional durante la última dictadura militar. Más allá de la tristeza, el desarraigo y las dificultades económicas, los exiliados argentinos diseminados por el mundo tendieron redes de solidaridad y realizaron un trabajo tenaz dando a conocer las violaciones a los Derechos Humanos en Argentina. No sabían, en ese entonces, que se estaban convirtiendo en protagonistas de un movimiento que dejaría sus huellas a futuro en los países que los acogieron, gracias a una forma de lucha silenciada por el régimen pero que perduró, con amor y creatividad hasta el día de hoy.

En Italia nació una organización italo-argentina, Proyecto Sur. En torno a ellos crecen, desde el pie, nuevas formas de acción en un mundo cada vez más violento y fraccionado. Ahora las murgas argentinas son un símbolo en toda manifestación por la paz y la justicia en Roma

LCV conversó con los directores del documental “Resistenza, historia del exilio argentino en Roma”, Mónica Simoncini y Omar Neri. ¿Por qué Roma? ¿Qué dificultades encontraron? ¿Cómo es trabajar como documentalista hoy? La culpa como trasfondo de estar vivo, la política no cultural de Milei y más.

Exilio revisitado por Laura Giussani constenla. Un planeta de LCV. 11 de octubre de 2025

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Planeta Giussani/ Houston, tenemos un problema

El 13 de abril de 1970, una frase entró a la historia. Creíamos que la humanidad tenía el poder de conquistar el universo todo. Naves intergalágticas surcaban el espacio. Estados Unidos ya había plantado bandera en la luna. Una nueva misión tenía al mundo en ascuas: el Apolo 13. Todo iba bien hasta que una serie de luces desconocidas y una explosión de origen ignoto obligó a la tripulación del Apolo a llamar a la base en tierra. El mensaje fue claro y conciso: “Houston, tenemos un problema”.

Desde entonces, cada vez que ocurre un imprevisto de difícil solución e incierto origen, apelamos a aquellas palabras de desesperación controlada con las que el astronauta del Apolo 13 compartió su alarma. Y sí, hoy, apelamos una vez más a ella: Houston, tenemos un problema.

Este domingo, la política argentina vio los destellos de luces jamás imaginadas y alguna explosión agitó los ánimos. Qué había pasado?

De manera inusitada, los hermanos Milei, en el peor momento de su gobierno arrasaban en casi todas las provincias, incluída la provincia de Buenos Aires, donde había sufrido una derrota aplastante pocas semanas atrás.

El desconcierto invadió a propios y extraños. Quizás pueda decirse que, de una forma u otra, salvo los Milei, perdieron todos. Y cuando digo todos, digo también la derecha. Curioso ¿no?

Desde el mes de agosto, incluso los medios ‘amigos’ del gobierno se dieron vuelta. Por primera vez se los veía a Feinman, Viale, Laje y hasta Trebucq, entrevistando de manera incisiva al presidente de la Nación. El escándalo Sapagnuolo, el 3% de Karina, las relaciones narco de Espert, eran tapa, día tras día.

Las redes estallaban con incomprobables brotes psicóticos de Milei. Hablábamos de un Plan B en marcha, mientras otros directamente mencionaban un operativo destituyente. Las elecciones intermedias parlamentarias se habían convertido en un referendum: Milei sí o no. Todos tensaron la cuerda. Blanco o negro. Milei o Kirchnerismo, representado por Cristina y su hijo.

El desdoblamiento de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires le dieron aire a Kicillof, al no ser una consulta nacional, pudo mostrar el mapa político de el bastión peronista por excelencia. Seguía siendo peronista, es más, kicillofista.

Lejos de retroceder frente a una embestida política, mediática y hasta empresaria, el gobierno fue por más. Más represión, más ajuste, más agresión contra los ejes más sensibles para la población: salud, universidad, discapacitados, jubilados. ‘Ni un paso atrás’ decía Mussolini en pleno liderazco.

Los politólogos y periodistas, encargados de ‘leer’ el mensaje de la ciudadanía, se agarraban la cabeza. La derrota era el número ganador. Hagan sus apuestas señores, quien gana y quien pierde?

Perdimos todos.

Es que había ocurrido un imprevisto, un destello de luces violetas y una explosión: Donald Trump se metía en la campaña. Prometía una salvación económica sí y sólo sí Milei ganaba las elecciones.

Lejos de autoflagelarnos con las responsabilidades de cada uno de los protagonistas, y mucho menos de pensar que de la noche a la mañana el pueblo argentino decidió apoyar la represión a los jubilados, hacer aparte las exigencias del Garraham, reirse de los discapacitados, y escupir sobre la cabeza de centenares de miles de desocupados por un plan económico que detruye la industria junto con el Estado, esta vez, yo prefiero no creer. Prefiero no creer que se fascistizó el electorado de tal modo. Así que busco otras razones.

¿Y si el voto hubiera sido más sensato de lo que pensamos? Qué había enfrente a Milei. Si perdía, caía el gobierno, eso era lo que todos esperábamos con cierta euforia. Y si caía el gobierno ¿qué pasaba?

Posiblemente el electorado pensó: Houston, estamos en problemas.

Y aquí entra el factor Trump. Aceptar el manotazo de ahogado de Trump quizás era lo más pragmático porque si no era eso ¿qué? Sólo se veían dos opciones y ambas significaban ‘volver’. Al peronismo o al macrismo.  Por si no hubiera quedado claro con la victoria de un personaje indefinible, nadie quiere volver a sentir el hastío de los mismos discursos vacíos. Quizás la sociedad está pidiendo a gritos dar vuelta la historia, no volver sino ir.

Una vez más, invito a nuestros lectores y oyentes a pensar que no vivimos en un mundo aparte. Y el mundo, lamentablemente, hoy tiene como protagonista a otro esperpento al que todos hacen reverencia, cruza fronteras, se adjudica paces incomprobables, extorsiona con los impuestos a países de distinta índole. No queremos reyes, pero tenemos un emperador cuyo parecido con American Dad, es preocupante.

Por más que nos dediquemos a analizar de manera pormenorizada los errores de cada partido, partidazo o partiducho, lo que pasa en Argentina no es ajeno a lo que pasa en el mundo. Quizás Milei entendió eso y anda viajando de acá para allá, sembrando su demencial teoría anarcocapitalista en tiempos de tierra fértil.

Parace antiguo, pero la solución quizás no es sólo nacional. Que avance el internacionalismo, pues. Porque más allá de consignas perimidas como “Patria sí, Colonia no” o recordar “Braden o Perón”, el mundo entero está sufriendo un terremoto económico y moral. Las Colonias ahora son ‘países aliados’ y el entramado económico crea fronteras tan volátiles que resulta imposible analizar con la rigidez a la que estábamos acostumbrados.

No somos el peor país del mundo, son tiempos de una humanidad que ya no puede llamarse humana. Bombas, drones, hackers, ataques cibernéticos, enemigos más virtuales que reales.

Por eso, LCV también anda relojeando lo que pasa aquí y allá. Y, por ahora, parece que nadie se salva solo, tampoco a nivel internacional. Ningún país podrá enfrentar las fuerzas de este post capitalismo cínico y voraz.

Si volvemos al chiquitaje interno, y sí, el baile de Cristina en el balcón al conocerse que perdió el peronismo en la provincia de Buenos Aires fue lo más parecido a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Pero no son Cristina ni Kiciloff el problema. Ni la izquierda ni los tibios ni los progres nisiquiera la derecha de buena o mala fé. Levantemos la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de acusarnos y empecemos a construir, y a coordinar con quienes están sufriendo tanto o más que nosotros.

Son tiemos difíciles, para todos, sobre todo para los que todavía tienen algo que perder. Esa clase media apedreada que se niega a bajar al séptimo círculo del infierno. Pero hay medio país que sabe que es difícil bajar otro peldaño. No son necesariamente gorilas, ni idiotas, ni todos los epítetos que se les ha endilgado en estos días. Muchos desposeídos  apostaron a los hermanitos medio locos. Quizás por empatía. Hartos de ver tantos políticos racionales y nobles que los han llevado a la ruina.

Sigamos pensando y construyendo una sociedad más justa, desde abajo, simplemente como personas, aprendamos a escucharnos, dejemos atrás ese fugaz poder que puede dar una diputación o una secretaría.

Entre tanto, la vieja política tiembla. Cuando pase el temblor ojalá que nos encuentre más fuertes, libres, sinceros. Quizás desorganizados, quizás no unidos, pero dispuestos a llevar adelante las luchas en las que muchos estamos desde hace tiempo y sentimos que son robadas por representantes que no nos representan. La unidad no es todo en la vida. Seamos miles de luces, miles. Miles de fogatas, miles. Ya nos encontraremos de manera natural en un momento histórico en el que valga la pena escucharnos sin insultarnos.

Columna de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 27 de octubre de 2025.

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Entrevistas

Roma también tiene su ‘Ronda de los Jueves’

Un placer recibir en este Planeta Giussani a Enrico Calamai, ex diplomático que presenció dos golpes latinoamericanos desde los consulados italianos de Chile y Argentina. Una experiencia que le dejó huella.

En nuestro país fue un vicecónsul que salvó la vida de 300 argentinos comprometiéndose personalmente en darles refugio y llevarlos a Ezeiza a pesar del desacuerdo con la política oficial del gobierno de Italia. Hay quien lo llama el ‘Schlinder’ de argentino.

En el 77, fue retirado del consulado en Argentina. Luego estuvo cumpliendo sus funciones en Nepal y Afganistan, hasta su retiro prematuro. Desde entonces es un activista por los derechos humanos, autor de dos libros “Faremo l’America” y “Niente Asilo Político”, editados por Editori Riuniti y Feltrinelli. Le damos la bienvenida a nuestro Planeta a Enrico Calamai.

Muchos de ustedes lo conocerán por el hermoso documental La Resistenza, que testimonia la labor de los exiliados argentinos en Roma. Si no lo vieron, no se lo pierdan. Conmovedor. Pero hoy queríamos hablar con Calamai sobre la actualidad, su actualidad, como referente y fundador del Colectivo Mani Rosse Antirazziste, creado contra los decretos de Seguridad de Salvini, que cada jueves se reune frente al Viminale -el Ministerio del Interior- para denunciar la responsabilidad Italiana y Europea en diversas masacres, dictaduras, guerras y saqueos de recursos naturales.

Entrevista de laura giussani a Enrico Calamai. roma, 18 de octubre 2025

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