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Planeta Giussani/El limbo y la ira de Dios

Confieso que esto de ejercer el periodismo empieza a resultarme una labor enojosa. Lo que se da por cierto un día ya no tiene validez al día siguiente. Y no hablo simplemente de los dichos, que, finalmente, no son más que palabras tiradas al viento, sino de acuerdos firmados, establecidos, fehacientes. ¿Cómo hacer para que una ley o un compromiso legal quede sin efecto? La respuesta, generalmente, es: quedará en un ‘limbo jurídico’. Explicación que un periodista dio esta semana a propósito de una paritaria que el gobierno se niega a homologar.

Los que ya me conocen saben que no hay nada que me divierta más que encontrarle alguna razón de ser a las palabras. Significados acaso ocultos que han sido banalizados a lo  largo de los siglos. Conclusión me zambullí con entusiasmo en el Limbo.

En el lenguaje corriente significa estar en un ‘no lugar’, llámese ‘nube de pedos’ (o en las nubes de úbeda, al decir del buen Saadi), un ‘estar sin estar’. Distraído. Sin entender lo que pasa. En espera. Pasivo. Eso sería estar en el limbo en su uso coloquial.

Lo cierto es que si en algún lugar estamos en este momento es en el limbo. A cada anuncio le viene su contra-anuncio. El vocero del profeta de las Fuerzas del Cielo dice algo así como: se cierra el organismo por orden del Señor. Pongamos el caso del INADI, pero no es el único. Y los que allí trabajan quedan en el limbo. En espera, sin saber lo que pasa, estan en su lugar de trabajo pero sin trabajo. Nadie sabe con claridad quién es el interlocutor, se demoran en designar a quienes tienen que estampar sus firmas para tomar cualquier decisión. Es decir: no hay autoridad, ni reglas, ni leyes, ni acuerdos, ni diálogo. (dejé de estudiar sociología por su lenguaje. A una cosa parecida a ésta la llamaban ‘anomia’, por favor, cuánto más lindo es decirle ‘limbo’).

Frente a un gobierno que hace permanentes referencias religiosas e inicia su gestión leyendo el Antiguo Testamento, capítulo 3, versículo 19, del libro de los Macabeos, que señala: “En una batalla, la victoria no depende del número de soldados, sino de las fuerzas del cielo”. Me permito continuar con esta narrativa religiosa para comprender el discurso político actual.

Volvamos, pues, al limbo. Confieso que yo apenas conocía el purgatorio, el infierno y el paraíso.

 Ah! Me olvidaba, un requisito para estar en el limbo es estar muerto. Es, nada más y nada menos, que el momento de la verdad ¿a dónde iremos a parar? ¿somo dignos del paraíso? Para algunos es suficiente una pasadita por el purgatorio para sacudirse los pecadillos que quedan por limpiar y pegar el salto al paraíso; o van derecho al Infierno (definido por el pintor León Ferrari como el más grande campo de concentración jamás imaginado).

Calma, también podemos ir al limbo. Hay dos tipos de limbos.

El VIP, es el Limbo de los niños. Ahí Abraham te cobija en su seno, de hecho se llama ‘el seno de Abraham’ (algo muy desconcertante para la propia biblia esto de imaginar a Abraham con un seno). Allí van los niños, pobres criaturas que murieron en pecado porque no habían sido bautizadas o no tenían uso de razón. Al fin de cuentas, Dios también tiene su corazoncito.

También encontramos El limbo de los patriarcas, este era un poquitito más parecido al infierno, pero como el buen Señor sabía que eran santos pero no se habían podido redimir con la crucifixión quedaron en el limbo, medio al borde de al infierno. Cuánta ingratitud de poco valieron sus buenas obras, les faltó el martirologio

Otra cosa que no sabía y bien nos podrían haber contado en Pascuas, es que cuando Jesús resucita se sumerge en las entrañas del infierno. Porque ya sabemos Cristo es el superhéroe más grandioso que nos ha dado la humanidad. Allí fue como el salvador que era a levantar el alma de los santos caídos que no habían tenido el beneficio de ser clavados a una cruz. Jesús, los redimió y los llevó al paraíso, como correspondía. Misión que no se sabe porqué Dios se la encomendó a Jesús y no la hizo él directamente y le evitó a esos pobres diablos, perdón, pobres hombres, el oprobio del limbo de los patriarcas (¿Dios será un ñoqui que explota a su hijo? Nooooo, yo ni puedo pensar eso, Dios es Dios, bastante hizo creando este planeta de hombres hechos a su imagen y semejanza! Ay, ya sabemos de dónde viene tanta maldad).

En definitiva, tenemos dos limbos: el de las almas de niños inocentes y el de las santidades, patriarcas de la antigüedad que se mantienen en castigo hasta que llegue Cristo y vuelvan a luchar desde el cielo por la salvación de la humanidad.

Parece todo una locura este sistema de justicia divina, pero así es. Algún día será el momento de rebelarse también a ese sistema absurdo. Pararse frente a todos los dioses del universo y pedirles un poco de piedad, al fin de cuentas, somos el resultado de sus actos.

Para todos nosotros, claro, el limbo significa en lo cotidiano un especie de ‘estar pero no estar’, “no entender qué pasa”, sentirse paralizado y todo lo demás que mencionamos en el inicio.

De pronto me resonó la voz del diablo en la tierra, ese general que definió a los desaparecidos como entes que no están, ni muertos ni vivos, no existen. Una nada, volatilizada como un alma, de niños inocentes o santos incomprendidos. Ellos, para el general estaban en un limbo. A la espera de un Cristo redentor, quizás.

Cómo llegamos aquí, no sé. De modo alguno quiero decir que nuestro presidente sea igual a un diablo general. Vade retro satanás. No, en serio, obviamente no son iguales, por ahora lo único que encuentro en común es que ambos surgieron en mi mente a partir de la palabra ‘limbo’. Tirando del ovillo de una palabra aparecen cosas imprevistas.

Pero no crean que aparecieron sólo ellos. También me enteré que hay dos libros de dos grandes, pero grandes grandes, de la ciencia ficción que le pusieron como título a sus novelas futuristas y pesimistas (perdón, la palabra ‘distópica no me gusta, y vieron como soy con las palabras, arbitraria al mango). Bien, ellos son:  Aldous Huxley (el de ‘Un mundo feliz’) cuyo primer libro de relatos cortos, que contiene también una mini novela y una obra de teatro, se llamaba ‘Limbo’, y lo publicó en 1920. Y otro grande incomprendido fue Bernard Wolfe, que en 1952 publica su primer libro de ciencia ficción que algunos  definen como precursoras del movimiento ciberpunk (que no sé muy bien qué es), que también tituló ‘Limbo’. La trama de esta novela es demencial, pero otro día se las cuento. Aún más interesante que el libro es la vida de Bernard Wolfe, quien antes de ser escritor fue un norteamericano trotskysta, incluso fue guardaespalda de Trotsky y dicen que testigo de su muerte.

No me digan que no es curioso que semejantes personajes, escriban libros en tiempos de postguerra que lleven el mismo título: Limbo. ¿Será que estamos viviendo en un limbo de preguerra, o hubo una guerra que ya termino y la perdimos?

(Columna radial de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el lunes 15 de abril de 2024)

Ilustración: Cristo en el Limbo, de autor anónimo, seguidor de El Bosco

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Italia ¿Qué es ‘Progetto Sur’? Frente a la indiferencia de los Estados, la solidaridad de los pueblos

Hace unas semanas nos internamos en la nueva realidad italiana. Esa que no se ve pero existe. La que une pasado, actualidad y futuro. Comenzamos con una entrevista a Enrico Calamai, quien en tiempos de dictadura en Argentina fue uno de los protagonistas invisibles de una epopeya: dar refugio y salvar la vida de unos 300 argentinos a pura convicción y coraje, quien hoy es un referente de los Derechos Humanos con una pequeña organización, “Mani Rosse”, que cada jueves pintan sus manos de rojo sangre para recordar a los muertos de un mundo injusto: migrantes ahogados en el Mediterráneo, víctimas de guerras y hambrunas, aquellos ‘condenados de la tierra’ de la que nos hablaba Frantz Fanon.

Continuamos conversando con los directores de “Resistenza-Historia del exilio argentino en Roma”, quienes nos llevaron a los años de plomo, en los cuales centenares de miles de argentinos debieron huir del país con lo puesto y aún así crearon redes de solidaridad, amor y denuncia internacional en los países donde posaron sus huesos, con culpa, dolor, angustia.

El documental puso el foco en Italia y pudo realizarse gracias a la colaboración de un grupo de jóvenes italo argentinos que forman parte de una organización llamada ‘Progetto Sur’. Tirando de la punta del ovillo, llegamos a ellas, Claudia Gatti y Romina Cozzanti, referentes de la asociación, nacida después del 2001, que contactó con aquella huella creada en los años setenta-ochenta y hoy trabajan por la colaboración de dos pueblos unidos por historia y cultura. Cambian los tiempos, las formas, la política y la tecnología. Llegan las pandemias y otras calamidades desconocidas, pero aún queda la esperanza de un mundo mejor.

Aquí, la última entrevista de lo que podemos considerar una trilogía: revisitando exilios, mirando el mañana.

Este Planeta Giussani hace lo posible para entenderse con ese Planeta Tierra con la Inteligencia Artificial a flor de piel. Aún así, no lo logramos. La comunicación es entrecortada. Cuarenta minutos nos dan. Quién puede hacer algo en sólo cuarenta minutos cuando hay tanto para hablar, conocer, descubrir, pensar. Vaya, entonces, esta segunda parte con Romina, a quien dejamos sin palabras.

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Entrevistas

“El exilio dejó huella en Italia”. Entrevista a los directores de Resistenza

Después de su recorrido por Festivales, Salas y otros espacios de Italia y Argentina, “RESISTENZA (historias del exilio argentino en Roma)” está disponible desde el 13/11/25 en la plataforma OpenDDB: https://openddb.it/film/resistenzaargentina/

Un documental que explora los modos que adquirieron la sobrevivencia y la denuncia internacional durante la última dictadura militar. Más allá de la tristeza, el desarraigo y las dificultades económicas, los exiliados argentinos diseminados por el mundo tendieron redes de solidaridad y realizaron un trabajo tenaz dando a conocer las violaciones a los Derechos Humanos en Argentina. No sabían, en ese entonces, que se estaban convirtiendo en protagonistas de un movimiento que dejaría sus huellas a futuro en los países que los acogieron, gracias a una forma de lucha silenciada por el régimen pero que perduró, con amor y creatividad hasta el día de hoy.

En Italia nació una organización italo-argentina, Progetto Sud. En torno a ellos crecen, desde el pie, nuevas formas de acción en un mundo cada vez más violento y fraccionado. Ahora las murgas argentinas son un símbolo en toda manifestación por la paz y la justicia en Roma

LCV conversó con los directores del documental “Resistenza, historia del exilio argentino en Roma”, Mónica Simoncini y Omar Neri. ¿Por qué Roma? ¿Qué dificultades encontraron? ¿Cómo es trabajar como documentalista hoy? La culpa como trasfondo de estar vivo, la política no cultural de Milei y más.

Exilio revisitado por Laura Giussani constenla. Un planeta de LCV. 11 de octubre de 2025

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Planeta Giussani/ Houston, tenemos un problema

El 13 de abril de 1970, una frase entró a la historia. Creíamos que la humanidad tenía el poder de conquistar el universo todo. Naves intergalágticas surcaban el espacio. Estados Unidos ya había plantado bandera en la luna. Una nueva misión tenía al mundo en ascuas: el Apolo 13. Todo iba bien hasta que una serie de luces desconocidas y una explosión de origen ignoto obligó a la tripulación del Apolo a llamar a la base en tierra. El mensaje fue claro y conciso: “Houston, tenemos un problema”.

Desde entonces, cada vez que ocurre un imprevisto de difícil solución e incierto origen, apelamos a aquellas palabras de desesperación controlada con las que el astronauta del Apolo 13 compartió su alarma. Y sí, hoy, apelamos una vez más a ella: Houston, tenemos un problema.

Este domingo, la política argentina vio los destellos de luces jamás imaginadas y alguna explosión agitó los ánimos. Qué había pasado?

De manera inusitada, los hermanos Milei, en el peor momento de su gobierno arrasaban en casi todas las provincias, incluída la provincia de Buenos Aires, donde había sufrido una derrota aplastante pocas semanas atrás.

El desconcierto invadió a propios y extraños. Quizás pueda decirse que, de una forma u otra, salvo los Milei, perdieron todos. Y cuando digo todos, digo también la derecha. Curioso ¿no?

Desde el mes de agosto, incluso los medios ‘amigos’ del gobierno se dieron vuelta. Por primera vez se los veía a Feinman, Viale, Laje y hasta Trebucq, entrevistando de manera incisiva al presidente de la Nación. El escándalo Sapagnuolo, el 3% de Karina, las relaciones narco de Espert, eran tapa, día tras día.

Las redes estallaban con incomprobables brotes psicóticos de Milei. Hablábamos de un Plan B en marcha, mientras otros directamente mencionaban un operativo destituyente. Las elecciones intermedias parlamentarias se habían convertido en un referendum: Milei sí o no. Todos tensaron la cuerda. Blanco o negro. Milei o Kirchnerismo, representado por Cristina y su hijo.

El desdoblamiento de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires le dieron aire a Kicillof, al no ser una consulta nacional, pudo mostrar el mapa político de el bastión peronista por excelencia. Seguía siendo peronista, es más, kicillofista.

Lejos de retroceder frente a una embestida política, mediática y hasta empresaria, el gobierno fue por más. Más represión, más ajuste, más agresión contra los ejes más sensibles para la población: salud, universidad, discapacitados, jubilados. ‘Ni un paso atrás’ decía Mussolini en pleno liderazco.

Los politólogos y periodistas, encargados de ‘leer’ el mensaje de la ciudadanía, se agarraban la cabeza. La derrota era el número ganador. Hagan sus apuestas señores, quien gana y quien pierde?

Perdimos todos.

Es que había ocurrido un imprevisto, un destello de luces violetas y una explosión: Donald Trump se metía en la campaña. Prometía una salvación económica sí y sólo sí Milei ganaba las elecciones.

Lejos de autoflagelarnos con las responsabilidades de cada uno de los protagonistas, y mucho menos de pensar que de la noche a la mañana el pueblo argentino decidió apoyar la represión a los jubilados, hacer aparte las exigencias del Garraham, reirse de los discapacitados, y escupir sobre la cabeza de centenares de miles de desocupados por un plan económico que detruye la industria junto con el Estado, esta vez, yo prefiero no creer. Prefiero no creer que se fascistizó el electorado de tal modo. Así que busco otras razones.

¿Y si el voto hubiera sido más sensato de lo que pensamos? Qué había enfrente a Milei. Si perdía, caía el gobierno, eso era lo que todos esperábamos con cierta euforia. Y si caía el gobierno ¿qué pasaba?

Posiblemente el electorado pensó: Houston, estamos en problemas.

Y aquí entra el factor Trump. Aceptar el manotazo de ahogado de Trump quizás era lo más pragmático porque si no era eso ¿qué? Sólo se veían dos opciones y ambas significaban ‘volver’. Al peronismo o al macrismo.  Por si no hubiera quedado claro con la victoria de un personaje indefinible, nadie quiere volver a sentir el hastío de los mismos discursos vacíos. Quizás la sociedad está pidiendo a gritos dar vuelta la historia, no volver sino ir.

Una vez más, invito a nuestros lectores y oyentes a pensar que no vivimos en un mundo aparte. Y el mundo, lamentablemente, hoy tiene como protagonista a otro esperpento al que todos hacen reverencia, cruza fronteras, se adjudica paces incomprobables, extorsiona con los impuestos a países de distinta índole. No queremos reyes, pero tenemos un emperador cuyo parecido con American Dad, es preocupante.

Por más que nos dediquemos a analizar de manera pormenorizada los errores de cada partido, partidazo o partiducho, lo que pasa en Argentina no es ajeno a lo que pasa en el mundo. Quizás Milei entendió eso y anda viajando de acá para allá, sembrando su demencial teoría anarcocapitalista en tiempos de tierra fértil.

Parace antiguo, pero la solución quizás no es sólo nacional. Que avance el internacionalismo, pues. Porque más allá de consignas perimidas como “Patria sí, Colonia no” o recordar “Braden o Perón”, el mundo entero está sufriendo un terremoto económico y moral. Las Colonias ahora son ‘países aliados’ y el entramado económico crea fronteras tan volátiles que resulta imposible analizar con la rigidez a la que estábamos acostumbrados.

No somos el peor país del mundo, son tiempos de una humanidad que ya no puede llamarse humana. Bombas, drones, hackers, ataques cibernéticos, enemigos más virtuales que reales.

Por eso, LCV también anda relojeando lo que pasa aquí y allá. Y, por ahora, parece que nadie se salva solo, tampoco a nivel internacional. Ningún país podrá enfrentar las fuerzas de este post capitalismo cínico y voraz.

Si volvemos al chiquitaje interno, y sí, el baile de Cristina en el balcón al conocerse que perdió el peronismo en la provincia de Buenos Aires fue lo más parecido a la quema del cajón de Herminio Iglesias. Pero no son Cristina ni Kiciloff el problema. Ni la izquierda ni los tibios ni los progres nisiquiera la derecha de buena o mala fé. Levantemos la mirada para ver lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de acusarnos y empecemos a construir, y a coordinar con quienes están sufriendo tanto o más que nosotros.

Son tiemos difíciles, para todos, sobre todo para los que todavía tienen algo que perder. Esa clase media apedreada que se niega a bajar al séptimo círculo del infierno. Pero hay medio país que sabe que es difícil bajar otro peldaño. No son necesariamente gorilas, ni idiotas, ni todos los epítetos que se les ha endilgado en estos días. Muchos desposeídos  apostaron a los hermanitos medio locos. Quizás por empatía. Hartos de ver tantos políticos racionales y nobles que los han llevado a la ruina.

Sigamos pensando y construyendo una sociedad más justa, desde abajo, simplemente como personas, aprendamos a escucharnos, dejemos atrás ese fugaz poder que puede dar una diputación o una secretaría.

Entre tanto, la vieja política tiembla. Cuando pase el temblor ojalá que nos encuentre más fuertes, libres, sinceros. Quizás desorganizados, quizás no unidos, pero dispuestos a llevar adelante las luchas en las que muchos estamos desde hace tiempo y sentimos que son robadas por representantes que no nos representan. La unidad no es todo en la vida. Seamos miles de luces, miles. Miles de fogatas, miles. Ya nos encontraremos de manera natural en un momento histórico en el que valga la pena escucharnos sin insultarnos.

Columna de Laura Giussani Constenla, emitida en La Columna Vertebral-Historias de Trabajadores, el 27 de octubre de 2025.

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