Opinión
Un año de mentiras verdaderas, por Paulo Giacobbe
Se cumple un año de Javier Milei como presidente de la República Argentina y un poco más de once meses de su mudanza a la Residencia Presidencial de Olivos. Pocos recuerdan que no se mudó el mismo día que asumió porque en Olivos no estaban construidos los caniles para sus perros clonados, al menos eso dijo, y prefirió prolongar su estadía en el Hotel Libertador, lugar que utilizó como búnker de campaña durante meses. Pero los perros no estaban alojados en el hotel, razón por la cual no se entiende la lógica utilizada, perfectamente podía ir a vivir a Olivos porque en el Hotel Libertador tampoco estaba con sus “hijitos de cuatro patas”, como los definió oportunamente.
Un mes durante el cual no hubo registros de las visitas que tuvo Javier Milei siendo presidente en ejercicio. Un mes en blanco, sin información ni control institucional. Acaso sea esa la razón de su demora para mudarse a la residencia y no su amor por los perros con los que pasa mucho menos tiempo que el que está colgado de su celular, prendido a Twitter desde donde escupe noticias falsas, discriminación, racismo, odio, crueldad, amenazas varias y contenido irreproducible dentro de una larga lista de etcéteras.
“Teníamos claro que, por el tipo de ajuste que estábamos haciendo, era muy probable que el impacto más fuerte se sintiera durante el primer trimestre. Por lo tanto, también era importante hacerlo durante vacaciones, para que la gente no se enterara tanto, por decirlo de alguna manera, de lo que estaba ocurriendo”, declaró muy tranquilo en octubre, sin voces ni toses de fondo, en el 60 Coloquio de Idea 2024 de Mar del Plata; y lo aplaudieron. “Hemos llevado adelante el ajuste más grande de la historia de la humanidad y no hemos perdido un ápice de apoyo social”, dijo el mismo mes en el evento del Foro Económico Mundial de Buenos Aires; también lo aplaudieron. “Argentina vuelve a valer porque tiene un gobierno que, por primera vez en décadas, está haciendo lo que nadie quería hacer y que prefiere decir verdades incómodas a mentiras confortables”.
¿Ajusta en verano para que la gente no se entere tanto o va de frente con sus verdades? Verdades tan equívocas como decir que “Sólo el 11% de los jubilados es pobre”, tal como justificó el Ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, para clavar una estaca a los medicamentos que entregaba PAMI.
Tanto el Ministro de Economía, como la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, fueron denostados públicamente por el presidente antes de nombrarlos en los cargos que hoy ocupan. A Bullrich la sumó antes del ballotage en una entrevista con Luis Majul. Ese día también convocó a dirigentes de izquierda a integrar el futuro Ministerio de Capital Humano, porque “son los que más saben” en esa área. Ningún dirigente de izquierda aceptó la propuesta, pero Bullrich terminó al frente del Ministerio de Seguridad, y Luis Petri, que acompañó a Patricia en la fracasada fórmula presidencial de Juntos por el Cambio, al frente del Ministerio de Defensa.
Es probable que las designaciones del binomio antes opositor le hayan caído a Victoria Villarruel como un baldazo de agua fría que todavía no se secó. “Hay que debatir un poco eso, tenemos bastante avanzado todo el armado y hay que debatir si ella quisiera una función de esa relevancia”, declaró antes de asumir la vicepresidencia en relación a la designación de Patricia. Los resultados del debate están a la vista. Como muchos argentinos de bien, Villarruel creyó lo que Javier Milei decía en octubre de 2023. En el caso de la vicepresidenta, que ella estaría al frente de esas áreas. Pero no ocurrió y ahora Victoria Villarruel se convirtió en parte de la casta. “Está más cerca del círculo rojo, de lo que ella llama la alta política, y lo que nosotros llamamos la casta”, declaró recientemente Javier “Jamoncito” Milei sobre Victoria, en el Canal LN+.
La experiencia de Bullrich en la materia es tan dañina como la inexperiencia de Petri. “El talco siempre se confunde con cocaína”, fue la frase de la ministra para justificar que un revendedor de talco estuvo 21 días detenido. Gendarmería lo bajó de un micro y durante dos días la familia no supo dónde estaba. En la cárcel fue maltratado y le robaron sus pertenencias. Bullrich había festejado esa detención como un golpe al narcotráfico: “¡La seguridad de nuestro país va un paso adelante de los delincuentes! El que las hace, las paga”.
Durante el debate presidencial, cuando la actual ministra se proponía para sentarse en el sillón donde ahora se sienta Javier, dijo que los gendarmes que actuaron en la represión que derivó en la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado fueron absueltos. “Sos una Mentirosa Patricia Bullrich. Los gendarmes no están absueltos, siguen imputados. ¿Cómo van a ser inocentes si todavía no hubo juicio? ¡Mentirosa!”, fue la respuesta de Sergio Maldonado, hermano de Santiago.
Pero tanto la ministra, como Petri, como Villarruel y el propio Javier, tienen en materia de seguridad y derechos humanos más puntos en común que diferencias. Niegan a los y las 30 mil compañeras detenidas desaparecidas y, con el disfraz de “memoria completa”, declaran que los genocidas están injustamente detenidos. Serpentean entre reivindicarlos y pedir la domiciliaria. Se suma al grupo el Ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, que además consideró que “estamos afectando el criterio de humanidad de las penas, estamos afectando el criterio de dignidad. Y esto ya no se ha convertido en justicia, sino que se torna en venganza”. La confesión fue después de la visita que realizaron un grupo de diputados de La Libertad Avanza a la cárcel de Ezeiza, donde se sacaron una foto sonrientes con varios genocidas. Victoria Villarruel fue pionera en el tema: según sus propias palabras, “dos o tres veces” visitó a Jorge Rafael Videla cuando estaba preso.
Los condenados que defienden no dejaron crimen sin cometer. Durante la última dictadura cívico militar eclesiástica, no les quedó nada en el tintero. ¿Es posible entonces pedirle a quien defiende y acompaña genocidas que tenga algún gesto humanitario? La crueldad de este gobierno, lo inhumano, tiene una raíz. Existe un punto en común entre reivindicar genocidas y el goce que explicitan al reprimir, al quitar medicamentos o al despedir trabajadores. Un Ministerio de Capital Humano que no entrega alimentos a las organizaciones sociales, que los deja vencer en galpones, es apenas una pieza más del rompecabezas sin alma que conforma este año de gobierno de Javier Milei. La lista es larga y hay de todo para todas las edades.
Cuando, en septiembre de este año, la Policía Federal gaseó en la cara a una nena de diez años, que estaba sentada en el piso abrazada a su madre, en una marcha por el aumento de las jubilaciones, el gobierno negó lo ocurrido. “Resulta que NO fue la policía quien tiró gas sino fueron los mismos manifestantes que le tiraron la sustancia a la niña”, escribió en su red el presidente. En paralelo, Bullrich culpaba a la madre de la nena, también gaseada. La operación montada por el gobierno duró poco porque el hecho ocurrió frente al Congreso, a la vista de cientos de personas que filmaron la represión. Esa es la puesta en práctica de la resolución del Ministerio de Seguridad con un nuevo protocolo “para el mantenimiento del orden público ante el corte de vías de circulación”. Una resolución con pretensiones de Código Penal, que además arma causas a manifestantes y opositores políticos.
Por último, otro punto a destacar, son los viajes personales que el presidente realizó al exterior y los premios que recibió, como cuando fue nombrado Embajador Internacional de la Luz en Miami o el Premio al Liderazgo Regional que la Asociación de Dirigentes de Marketing de Uruguay le otorgó hace unos días en ese país. Pero el peor momento de todos fue cuando Jair Bolsonaro le entregó una medalla que asegura al portador ser inmortal, tener erecciones y que no mantendrá relaciones sexuales con ningún hombre. “Imbrochável, imorrível e incomível”, con la cara del golpista brasileño. Además de todo, nos arrastra al plano de lo bizarro y uno ya no sabe si algunas noticias son reales o inventadas. Como ese momento que no puedo borrar de la memoria, si no fuera porque lo vi, diría que no es real. Pienso en Milei y vuelve la imagen incomprensible de su discurso de asunción dándole la espalda al Congreso, hace un año, en un escenario montado en las escalinatas y al sol. “Argentina se ha convertido en un baño de sangre. Nuestras fuerzas de seguridad han sido humilladas durante décadas”, dijo el presidente y el público presente respondió saltando: “¡Policía, policía, policía!”. Faltaba Jack Palance con su particular susurro anticipando “una jornada hacia lo extraño, lo fantástico y lo inesperado”.
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Después del domingo, a redoblar la apuesta, por Alberto Nadra
Un aporte desde mi militancia
Lejos estoy de la soberbia pretensión de explicar a tan pocas horas los resultados de este domingo sombrío. Eludo cifras, porcentajes y bancas, e intento compartir una actualización de las afirmaciones y categorías que vengo planteando hace muchos años, mi forma de militancia con la palabra, así como con la acción que me permiten los años.
Las concibo como un simple aporte al intercambio que debemos darnos quienes nos consideramos parte del movimiento nacional y popular, tanto los que entienden que su misión es mejorar las condiciones de vida del pueblo dentro de este capitalismo senil –pero en pleno reacomodamiento– como quienes siempre consideramos que solo lo lograremos plenamente mediante un transformación revolucionaria en las estructuras económico-sociales, un cambio de mando en el poder y no meramente en la administración temporal de la cosa pública.
La situación es lo suficientemente grave, hemos retrocedido tanto, que aún falta mucho para dirimir esa cuestión.
Ganar batallas, perder la guerra
A lo largo de los años, el peronismo, fuerza mayoritaria entre lo mejor de nuestro pueblo, demuestra que puede lograr la mayoría electoral por períodos, hegemónico en un principio, ligeramente frentista con el tiempo y las dificultades. Sobre todo cuando convoca a otros sectores del campo popular, puede conquistar o reconquistar derechos, mejorar transitoriamente las condiciones para producir y crear trabajo, recuperar el salario o afirmar la soberanía.
Sin embargo, no puede retener esa mayoría electoral, pues el poder real reacciona al ver cualquier amenaza a sus privilegios. Ante esto y hasta ahora, en lugar de redoblar la apuesta, cede ante el poder real y vacila ante la necesidad de producir cambios de fondo en la estructura y la relación de fuerzas social que la determina. Por eso fue y es desplazado, antes por golpes de Estado y ahora también por las urnas.
¿Qué significa redoblar la apuesta?
Para cambiar en serio y ampliar las posibilidades de sostenerlo en el tiempo, no alcanza con las buenas intenciones ni con avances parciales; se exige redoblar la apuesta: confrontar a fondo con el privilegio y enfrentar el “sentido común”, la ideología dominante en toda la sociedad, que es precisamente la del bloque dominante.
¿Qué significa redoblar la apuesta, sea en la gestión para defender conquistas y profundizar el rumbo, sea en el llano para resistir y reunir fuerzas para dar vuelta la taba en favor de las mayorías?
Desde ya no es una convocatoria el exitismo, ni a las chicanas de la interna chica. Significa algo muy distinto a lo que practica la rama partidocrática del heterogéneo movimiento popular, que no solo la hay, sino que es predominante en su dirigencia.
Necesitamos que se reencuentren con el pueblo, que pongan el cuerpo en las luchas que crecen, pero aisladas, sin coordinación ni dirección política.
Es necesario convocar y lograr la unidad, pero la unidad de los luchadores, no un mero rejunte vacío de contenido, que no solo duele, sino que conduce al fracaso, antes o después de un desafío electoral.
Es necesario que esa unidad sea amplia pero a la vez institucionalizada, con protagonismo de las distintas fuerzas, con toda la amplitud que permita un acuerdo programático claro y acompañado por un plan de acción concreto, para gobernantes y gobernados, para dirigentes y militantes.
Preguntas, tan incómodas como necesarias
En ese camino hay que plantearse problemas de fondo como, a título de ejemplo: ¿es posible reconstruir el país y abrir un futuro de progreso y bienestar sin plantear una moratoria unilateral de la deuda externa, por el tiempo que reclame esclarecer su legitimidad y determinar las formas de pagos que permitan crecer a la nuestro país? ¿Es posible sin replantear una estrategia de independencia internacional que incluye acuerdos regionales y apelar a la cooperación e integración con los BRICS? ¿Seguiremos escuchando condenas a la bronca y el combate cuando negar la legitimidad de responder a la violencia es sellar un pacto con la crueldad?
La disyuntiva final
Unidad institucionalizada, programa y plan de acción. Cultivar la bronca, empujar la lucha organizada y transformarla en combate legítimo.
No son frases hechas, ni un recurso más melancólico que práctico.
¿Es difícil? ¡Claro que lo es! Llevamos años y acumulando dolores sin lograrlo. Pero, mientras no se logre, mientras no lo logremos, seguiremos ganando o perdiendo elecciones, conquistando y reconquistando derechos una y otra vez, pero retrocediendo a mediano y largo plazo.
Sé que no digo nada nuevo para tantos luchadores, pero es hora de empezar a decirle a la dirigencia y militancia, principalmente a la peronista, que es eso o seguir profundizando la decadencia, repetir fugaces triunfos y domingos aún más sombríos que el de este 26 de octubre.
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“Un mi padre de ron”, por Oscar Taffetani
Un amigo cubano -cuyo nombre me reservo- me contó una vez que en sus últimos años Ismaelillo (el hijo de José Martí bautizado José Francisco Martí Zayas Bazán), quien a lo largo de su vida mantuvo una relación particular con los EEUU (creció en Brooklyn, intervino en la guerra de Independencia cubana, apoyó las intervenciones y el protectorado norteamericano y ya convertido en alto jefe militar se apartó de todo al fin de la conspiración de los ABC), solía rondar por hoteles y tabernas esgrimiendo un billete con la cara de su padre y pidiendo en voz alta “un mi padre de ron”. Deliciosa anécdota.
Me acordé de esto cuando ciertos dirigentes nuestros cuestionan -“por principios”- el inesperado salvavidas que Scott Bessent -amigo de Soros- le tiró al ministro Toto C. al comprar pesos argentinos la pasada semana (pesos que muy pronto estará recomprando, con ganancias).
Ay, si eso fuera todo! Esta dirigencia vernácula sigue sin entender que una buena parte del voto favorable al Advenedizo, ayer domingo, se debe a la perspectiva cierta de que al gobierno se le fuera todo de las manos -como a otros- por un “golpe de mercado”.
Fue un voto defensista y conservador, pero no un voto “colonialista”. Nuestros asuntos pendientes (deuda, recursos naturales, Estado, producción) siguen estando pendientes, y mi deseo es que puedan abordarse y resolverse sin perder las instituciones democráticas ni la Independencia argentina.
Nada, eso.
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‘Toto’ Caputo y Sturzenegger: una vieja pelea de borrachos, por Hugo Asch
Luis Caputo y Federico Sturzenegger no se caen muy bien. En realidad se detestan, desde hace años. Cuando Milei nombró ministro al endeudador serial eyectado del gobierno de Macri por pedido de la directora del FMI Christine Lagarde –harta de ver cómo los dólares se fugaban para salvar a sus amigos timberos–, y además sumó a ‘El Coloso’ para dar luz al infumable bodoque de la ‘Ley Bases’, ambos enemigos íntimos acordaron un pacto de no agresión.
Caputo no hablaría mal públicamente sobre la ley bodoque y sus infinitos proyectos de regulación. Sturzenegger no criticaría en los medios su política económica. Dos caballeros.
En privado y dentro del gobierno se mataban, sin piedad. A veces, Federico –que hace años sueña con robarle la sillita a Toto– no puede con su incontinencia y habla de más. La última vez, hace apenas diez días, en el ‘Bloomberg Regulatory Forumel’. Allí Sturzenegger se dejó llevar como un adolescente y aseguró: “Muy pronto Argentina tendrá un tipo de cambio flotante”. Es lo que exige desde siempre el FMI, donde Sturzenegger juega de local. Por supuesto a Caputo –mala palabra en el FMI desde 2018–, y mucho más a Scott Bessent, esa declaración les cayó gordísima. Lo obligaron a desmentirse públicamente en su cuenta personal. “De ninguna manera quise expresar la posibilidad de un cambio de régimen cambiario o que las bandas pudieran modificarse. Argentina tiene un esquema de bandas que se amplía con el tiempo y que podría permitir, eventualmente, una transición ordenada hacia la flotación”, mintió Federico, furioso por dentro. Caputo, muy pegado al Tío Scotty y su Tesoro, pelea con furia para salvar el pellejo en esta coyuntura. Ya es personal. No quiere dejar vacía la silla que ambiciona Sturzenegger y para eso movió sus fichas. Logró –junto a su sobrino Santiago Caputo–que Milei nombrara a su amigo, mano derecha, ex colega en el J.P. Morgan y secretario de finanzas Pablo Quirno en la Cancillería, en reemplazo del renunciado Werthein. De esta manera suma poder en el nuevo gabinete. Mató a dos pájaros de un tiro. Lo deja a Guillermo Francos –que quería nombrar canciller a Daniel Scioli– pedaleando en el aire. Y borra del mapa a su enemigo íntimo Sturzenegger, que ya le había mostrado su flamante plan económico con dólar libre hasta a los choferes del ministerio.
De todas maneras, esas movidas ‘geniales’ pueden quedar arrasadas por la dura realidad de los votos. Si pierden mal las elecciones y Trump cumple su promesa, deja la cancha y se lleva la pelota, chau. Se terminó el partido. Tal vez haya definición tirando una monedita al aire, al estilo Anton Chigurh en ‘Sin lugar para los débiles’. Eso le encantaría al Coloso del dólar libre, el pollito del FMI. Es su chance.
Wow. Estos dos muchachos no se quieren nada. Pero, ¿cuándo nació ese odio mutuo? En tiempos de Macri, cuando los brotes verdes no aparecieron, los dólares se iban en autopista, el barco se hundía y el gobierno decidió ir al FMI para que les tirara un salvavidas. ¿Se acuerdan de Marcos Peña, el Jefe de Gabinete de Macri que tenía el manejo total de la cosa política, un bonito ejército de trolls y una suegra kirchnerista? Bueno, resulta que antes de la foto de la insólita conferencia de prensa del 28 de diciembre de 2017 –cuando Peña, acompañado por los ministros Dujovne y Caputo le intervino el Banco Central a Sturzenegger y cambió la meta de inflación para 2018 del 10 al 15%– hubo reuniones muy tensas. Discusiones fuertes y, en especial, una frase que el coleccionista de muñequitos de ‘Star Wars’ tiene todavía grabada debajo de su calva:–Mirá Federico… –dijo Peña con tono suave, levemente canchero–, la verdad yo no entiendo mucho de Economía. Pero esta gente que está conmigo sí sabe y dice que lo que estás haciendo está todo mal. Dujovne mantuvo su gesto neutro, inexpresivo; el mismo que tenía cuando posaba en la tele con el cartelito ‘No volvamos al fondo’, y luego en sus encuentros formales con Christine Lagarde. Caputo acomodó su flequillo y sonrió con su cara de póker habitual. Disfrutaba el momento. Sturzenegger se quería morir. Aguantó, hasta que todo estalló por los aires y le dejó su silla en el Banco Central a Caputo, uno de sus verdugos, el jueves 14 de junio de 2018. Desde entonces Federico, el hombre de los dos defaults –muy pronto tres– se la tiene jurada a Toto, la piedra financiera contra la que el país insiste en tropezar.
Caputo resiste a todo, y no pierde oportunidad para reafirmar su optimismo panglosiano: “El lunes 27 no va a cambiar nada. Yo estoy más que cómodo con el dólar a 1.500 pesos”, cancherea, como cuando nos dejó su frase inmortal en la Universidad Austral: “Si tenés pesos y sabés que está baratísimo comprá campeón, no te la pierdas…”.
El tipo es insaciable. Tomar deuda pública le da vida, aumenta su ego personal y algunas cuentas, también personales. Sueña con zafar, mantener el cargo y poner en marcha un canje de deuda similar al ‘Plan Brady’ de los ‘90 con su amado J.P.Morgan, club donde jugaron él y todo su equipo. El flamante canciller Quirno lo anunció en su cuenta de X. La criatura que vendrá con un pan y jugosas comisiones bajo el brazo, fue exóticamente bautizada como ‘Deuda por Educación’. Quirno habla de aportes para el sector de Educación, al que en el nuevo presupuesto habían recortado en más del 50%. Que audacia extraordinaria. Entre tantos guiones de ficción, de pronto sonó la palabra de un duro. El economista ultraliberal tucumano Ricardo Arriazu, sin anestesia advirtió: “Si las elecciones salen mal, se acaba la ayuda de Estados Unidos, ¿y a cuánto se va el dólar? A cualquier nivel…”. Lo había dicho así, con todas las letras, durante un almuerzo en el ‘Rotary Club’, hace un par de meses: “Si devalúan se acabó todo, se cae todo, chau Milei”. Eso destruiría el único ‘valor’ que el gobierno de Milei puede mostrarle a sus votantes y a sus jefes al norte del Río Grande: el dólar barato más caro de la historia de la humanidad, y la falsa sensación de estabilidad con inflación baja. Será la Gloria o Devoto. Para Caputo: Devoto, o Ipanema al sol otra vez, como en esa vieja foto en 2018, a salvo de la corrida, con los brazos en cruz.Para Sturzenegger: Devoto, o mudar a su oficina de profesor de Harvard la colección de muñequitos de ‘Star Wars’ y seguir jugando en la Liga FMI. La moneda de Anton Chigurh girará en el aire el próximo domingo, compatriotas.
Que lindo que caiga cruz, para ambos.

