Entrevistas
La Ruta Cultural Cooperativa: trabajo, arte y comunidad en movimiento

Desde su experiencia como percusionista, gestor cultural y militante del trabajo cooperativo, Martín Flex viene impulsando desde hace años espacios de construcción colectiva donde la cultura y la economía social se entrelazan. En esta entrevista, realizada por LCV, conocemos el surgimiento, los objetivos y el desarrollo de la Ruta Cultural Cooperativa, una iniciativa que articula cooperativas culturales, ferias de la economía popular y artistas locales en distintos puntos de la provincia. Además, Flex comparte su propio recorrido y los desafíos de pensar el arte como trabajo y como proyecto colectivo.
LCV: ¿Me explicás un poquito de qué se trata?
Martín Flex: “Sí. Empecemos por la federación. La federación es una entidad de segundo grado, eh, que nuclea cooperativas que, en su objeto social —en los estatutos de las cooperativas de trabajo, en nuestro caso somos todas cooperativas de trabajo—, es el… el artículo 5, creo, designa el tipo de actividad que va a desarrollar la cooperativa. Y en… en las cooperativas culturales, ahí figuran diferentes objetos que pueden ser de artesanía, gestión de espacio cultural, industrias culturales, medios de comunicación también… y ahora me estoy olvidando de alguno, pero bueno, se entendió. A partir de eso, yo soy parte de una cooperativa que se llama La 15 Cultural, que es un centro cultural de Ciudad de Buenos Aires. Fuimos construyendo esta actividad de segundo grado, nucleando diferentes cooperativas culturales. A partir del principio de año, de enero, empezamos a construir un vínculo con el IPAC, el Instituto Provincial de Asociativismo y de Cooperativas, y llegamos a elaborar esta política que se llama la Ruta Cultural Cooperativa, que la idea es difundir el cooperativismo como forma de organización del trabajo, difundir la cultura popular que existe en cada rincón de la provincia y, eh… armar ese vínculo entre la economía social y la cultura popular. También difundir esto del cooperativismo cultural, que si bien hace muchos años hay cooperativas desarrollando cultura como política pública y como exposición —digamos, en el mundo de la cultura— y viceversa, en el mundo de la economía social es algo bastante nuevo.”
LCV: Contame un poco cómo se articula. ¿Ustedes eligen una región, esa región es la que expone cuáles son sus actividades culturales que están cooperativizadas, o no hace falta que estén cooperativizadas para participar? ¿Y cuál es el estilo, digamos, cuáles son las ramas del arte que ustedes exploran?
Martín Flex: “Generalmente hay una especie de avanzada de las cooperativas que ya están conformadas, que a la vez siempre trabajan en articulación con desarrollos culturales que tal vez no tengan personería, no estén matriculados. Entonces, generalmente las actividades son mixtas. Hay cooperativas, hay otros desarrollos. Generalmente hay feria de productores, feria de la economía popular con algunas artesanías o productos que comercializan en cada feria, y artistas locales, algunos cooperativizados y otros no. La idea es que el IPAC está en contacto con esas cooperativas y desde la federación también tenemos contacto no solo con cooperativas, sino con artistas populares.”
LCV: ¿Las ramas que exploran, cuáles son? Digo, teatro, música, cine, documentales…
Martín Flex: “Teatro, música… generalmente también audiovisuales, artesanías, artes visuales —que así se conocen a las artes plásticas—. Va variando, ¿no?, de localidad en localidad. Ya llevamos 10 eventos en diferentes lugares y cada lugar tiene su particularidad.”
LCV: ¿Se desarrollan en espacios abiertos, en clubes, en salones de cooperativas, en clubes de barrio? ¿Cómo es?
Martín Flex: “Es variado también.”
LCV: Bueno, pero mostrame un promedio para que mi público se haga una idea.
Martín Flex: “Fue en paseos públicos, 70%. 30% en espacios cerrados.”
LCV: Supongo que cine y teatro… Bueno, teatro no se puede hacer al aire libre. O sea que, mayoritariamente, ¿esto se hace de día, o también tienen espectáculos nocturnos? ¿Es una jornada, dos jornadas?
Martín Flex: “Generalmente es diurno, en espacios abiertos, una jornada siempre. El sábado estuvimos en Merlo e hicimos algo más nocturno como eventualidad en un club, en una asociación que está ahí en el partido de Merlo, pero generalmente es diurno y al aire libre.”
LCV: ¿Y cómo interactúa la gente?
Martín Flex: “Bien. La verdad que se arma ahí una buena simbiosis entre la feria, las actividades artísticas… entonces se genera un flujo de público lindo y se comparte, ¿no? Se comparte la música, se comparte una comida por ahí… y ahí está la familia disfrutando.”
LCV: ¿Ustedes aspiran a que quede una raíz y después se siga interactuando, o es en cada lugar con lo local y ahí?
Martín Flex: “No, no, no. Justamente la idea es vincular a las diferentes cooperativas y que la Ruta Cultural, el festival de la Ruta Cultural, sea un comienzo, ¿no?, para la articulación entre cooperativas, y de las cooperativas con algunos grupos o desarrollos culturales que no estén cooperativizados, y con municipios y el gobierno provincial, y con otro tipo de entidades del gobierno como puede ser el Instituto Cultural o algún otro. La idea es que esto siga. Por ejemplo, en Tandil ya hicimos el festival y este jueves tenemos el foro en Tandil de cooperativas culturales, que… bueno, ahí también estamos presentando algo que se llama Plataforma Marca, que hacemos junto con otra federación que se llama ARD, y junto con el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, el CCC también, que es una plataforma de colaboración entre cooperativas, sindicatos, universidades para generar consumos cooperativos culturales y vincularnos.”
LCV: ¿Cuáles son las próximas rutas? ¿Y podrías destacar alguna actividad que haya dado frutos, como lo de Tandil?
Martín Flex: “Bueno. Ahora tenemos el foro en Tandil. El 2 vamos a estar en San Miguel, en la Universidad General Sarmiento. El 16 vamos a Lobos. Después vamos a armar un encuentro acá en Ciudad de Buenos Aires, en la Casa de la Provincia, con algunas bandas cooperativas, para que conozcan el desarrollo del IPAC. Eso lo propiciamos a través de la federación, en convenio con el IPAC. Y la verdad que todas las actividades tienen su impronta y su calidad especial porque son locales, ¿no? Entonces poner una sobre otra sería…”
LCV: No, no, pero seguramente habrá alguna característica de una que no la tenga la otra, y eso las diferencia y las enriquece, ¿no?
Martín Flex: “Por ejemplo, en Tandil, que se hizo el mes pasado, tocó una banda que toca tributo a los Redondos, que se conformó como cooperativa a través de un programa que tenía INAES con el Ministerio de Cultura en la gestión anterior, que el objetivo era cooperativizar bandas… así que, bandas y otras expresiones. Eso para mí fue bastante particular porque yo participé del proceso de cultura dentro del instituto… ay, se me fue la sigla, perdón. También tuvimos grupos folclóricos en San Pedro, de compañeros que son artistas populares que viven en la isla, frente a San Pedro. Eso también tuvo una particularidad muy piola porque fue a compartir algo muy de raíz. Y la verdad, estuvo muy muy bueno.”
LCV: ¿Las edades de la gente que se acerca son transversales? ¿Mayormente jóvenes? Hablemos primero del público.
Martín Flex: “El abuelo, al niño, niña, la abuela… es para toda la familia. O sea, de adultos mayores a chicos.”
LCV: ¿Y en cuanto a integrantes de cooperativas?
Martín Flex: “No, no. Hay cooperativas de variadas edades. Generalmente son personas adultas, ¿no?, porque son cooperativas de trabajo, pero hay de todo.”
LCV: ¿De dónde sos vos?
Martín Flex: “Yo soy de Ciudad de Buenos Aires.”
LCV: ¿Cuántos años tenés?
Martín Flex: “Yo tengo 46.”
LCV: ¡Ah! Puedo decirte un chico todavía, ¿eh?
Martín Flex: “Bueno, un chico ya no tan chico, pero vamos a tomarles el halago, recoger…”
LCV: ¿Cómo empezaste con la actividad cooperativa? Te pregunto por tu estudio personal.
Martín Flex: “Mirá, yo soy percusionista y capoeirista. Entonces toco candombe desde que tengo 17 años, y el candombe necesita mínimo tres personas para suceder: chico, repique y piano. Entonces ahí ya empezó la semilla del asociativismo para producir arte. Nosotros vivíamos en una casa en La Boca, una casa cultural, que armábamos actividades de forma asociativa, sin tener matrícula y sin tener mucha idea qué es lo que eso significaba. Pero con el correr de los años fuimos sofisticando el desarrollo hasta que nos encontramos con la realidad, en un centro cultural más grande, que necesitábamos una figura que represente la forma en que trabajábamos, ¿no? Una forma asociativa, colaborativa, solidaria… Y bueno, de a poquito recogimos experiencias por ahí de la economía popular, de cooperativas de cartoneros, cooperativas de construcción que laburaban de forma asociativa, y ahí fuimos a tramitar nuestra matrícula en 2015, que nos salió en 2017.”
LCV: ¿Para en La Boca siempre? ¿Estamos hablando de esa zona?
Martín Flex: “Ya no en La Boca. Eso fue la semilla, ¿no?, cuando tenía 18, 19 años. El espacio que nosotros tenemos ahora es Semilla Crespo, que es La 15 Cooperativa Cultural. Ahí abrimos en 2014, y en 2015 fuimos a buscar nuestra regularización con AFIP, con el Gobierno de la Ciudad, a través de la matrícula de cooperativa, y en 2017 la pudimos obtener. A partir de ahí pudimos trabajar tranquilamente con nuestra matrícula y nuestra representación asociativa.”
LCV: ¿La cooperativa de cartoneros de la que hablás es la que queda cerca de Córdoba, Córdoba y Niceto Vega?
Martín Flex: “Hay un montón de cooperativas. Hay una que es como fundante en la zona de la 15, por eso te digo… no creo que conozco esa, pero hay muchos ejemplos en la economía popular que para regularizar, digamos, tener algún tipo de personería y poder facturar a nombre del colectivo y no tener que ir transitando monotributos… Y así fuimos pensando qué figura… porque muchos desarrollos culturales adoptaban la asociación civil, ¿no? Pero bueno, ahí es una complicación, porque no reconoce el trabajo, ¿no? Y nosotros queríamos que nuestro trabajo sea reconocido y que se hablara de trabajo cultural.”

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“El kiosco de barrio está en peligro de extinción”, advirtió Ernesto Acuña, referente del sector kiosquero y representante de UKRA

El kiosco de barrio es mucho más que un punto de venta: es parte del tejido cotidiano de la comunidad. Está en la esquina, frente a la escuela, al lado del club o del colectivo. Allí se compra lo mínimo indispensable, pero también se conversa, se fía, se acompaña. Sin embargo, este símbolo del comercio de cercanía está en riesgo. En los últimos años, miles de kioscos han bajado sus persianas empujados por una competencia feroz: grandes cadenas, supermercados, farmacias, la informalidad creciente y la falta de políticas que protejan al pequeño comerciante.
En esta charla con La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores, Ernesto Acuña, referente nacional de los kiosqueros y voz firme del sector, nos cuenta con crudeza y claridad cómo se vive esta transformación desde adentro. Con más de dos décadas detrás del mostrador, su testimonio retrata una realidad que avanza en silencio, pero amenaza con borrar una parte esencial de nuestra identidad barrial.
LCV: “¿Cuál es la situación actual de los kioscos?”
Ernesto Acuña: “Esa es la data: 16.000 kioscos cerraron en un año. Estos datos nos los pasaron desde ARCA, la ex AFIP, cuando con UCRA nos reunimos con ellos y preguntamos cuántos kioscos activos quedaban. Por primera vez después de décadas, nos dijeron que somos 96.000, es decir, por debajo de los 100.000.”
LCV: “¿A qué se debe este cierre masivo?”
Ernesto Acuña: “Principalmente, al surgimiento de las cadenas de kioscos. Viene una persona y te instala 40 o 50 en un barrio. Además, productos que antes vendíamos en exclusiva, como golosinas y cigarrillos, ahora se comercializan por otros canales. Hoy cualquiera vende esos productos: farmacias, supermercados, verdulerías. Este es el resultado.”
LCV: “¿Las farmacias también son competencia directa?”
Ernesto Acuña: “Sí. Son de los principales vendedores de golosinas. Las ves en shoppings, supermercados grandes, y hasta en la línea de cajas, donde ofrecen golosinas sueltas. Los supermercados chinos también venden cigarrillos, muchas veces sacándolos de debajo del mostrador, aunque no estén habilitados para eso.”
LCV: “¿Estás diciendo que la competencia es tanto formal como informal?”
Ernesto Acuña: “Exactamente. Por un lado, están las cadenas formales, como las farmacias, que generan una competencia feroz a rubros como perfumerías y kioscos. Y por otro lado, está la competencia informal, producto de la crisis: verdulerías que agregan heladeras, chinos que venden cigarrillos, todo en un intento por sobrevivir.”
LCV: “¿Hay una intención deliberada de reemplazar al kiosco de barrio?”
Ernesto Acuña: “Sí. Hay dos fenómenos: uno es el sálvese quien pueda, por la situación económica. El otro es el pez grande que se quiere comer al chico. Las cadenas quieren vender de todo, incluidas nuestras exclusividades, y eliminar al kiosco de barrio. Son dos amenazas distintas.”
LCV: “¿Esto pasa más en las grandes ciudades?”
Ernesto Acuña: “Totalmente. En el interior profundo o en lugares como La Matanza, no llegan ni Farmacity ni las grandes cadenas. Pero sí llega el supermercado chino o el kiosco informal. El kiosco de cercanía, ese donde uno compraba la golosina mientras el padre compraba el diario, ya no tiene reemplazo.”
LCV: “¿Qué pasa en contextos económicos tan complicados como el actual?”
Ernesto Acuña: “Ahí aparece otro fenómeno: la gente que no llega a fin de mes abre un kiosco en el garage o en una ventana. Kioscos sin habilitación que empiezan a competir con los formales. Así se va formando un universo paralelo, que no está contemplado en los 96.000 registrados.”
LCV: “¿Es una especie de subproducto de la crisis económica?”
Ernesto Acuña: “Sí. Muchos de estos kioscos surgen de personas despedidas, jubiladas anticipadamente o que necesitan un segundo ingreso. Con la indemnización montan un kiosco-almacén en el conurbano. Es una respuesta a la falta de oportunidades.”
LCV: “En algún momento los kioscos vendían medicamentos de venta libre, ¿no?”
Ernesto Acuña: “Sí, se vendían aspirinas, Alikal, algún Actron. Hoy, muy poco. Algún domingo puede aparecer alguien pidiendo un Uvasal, pero ya no es habitual. Además, la normativa cambia todo el tiempo: hoy se puede, mañana no. En 26 años de kiosquero, cambiaron esa norma al menos diez veces.”
LCV: “¿Te pasó que te vendieran una pastilla suelta?”
Ernesto Acuña: “Sí. Un día fui a pedir un blister y me dijeron: ‘Te vendo de una o de dos’, porque con eso hacen más negocio. Es parte de cómo nos adaptamos a sobrevivir.”
LCV: “¿Sos kiosquero de familia o el primero?”
Ernesto Acuña: “Soy el primero. Tengo 52 años y empecé a los 25. Tengo un hijo de 16, pero no quiere saber nada con el kiosco. No le gustan las cosas dulces, siempre va por lo salado.”
LCV: “¿Están siendo escuchados por algún organismo o autoridad?”
Ernesto Acuña: “Pedimos dos leyes fundamentales. Una es la Ley de Proximidad, para que no se pueda abrir un kiosco a menos de 100 metros de otro ya instalado. La otra es una ley de Venta Exclusiva, para que los productos que vendemos no se comercialicen por otros canales. Sin estas leyes, el kiosco de barrio va a desaparecer, como pasó con los almacenes en los años 90.”
LCV: “¿Cómo debería avanzar ese proyecto?”
Ernesto Acuña: “Necesitamos que las legislaturas de cada ciudad aprueben estas leyes y que el gobierno nacional lo tenga en cuenta. Ojalá haya una ley de protección general. Porque no solo se trata de trabajo, se trata de preservar una empresa privada. Este gobierno dice defender lo privado. Veremos si nos incluye.”
LCV: “Lo que pedís se parece a lo que existía para los canillitas, con áreas de exclusividad, ¿no?”
Ernesto Acuña: “Exactamente. Queremos recuperar ese principio de proximidad. Especialmente cerca de escuelas, donde debería haber una regulación que priorice al kiosco tradicional por sobre otras opciones más informales o ajenas a la comunidad.”
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“La trampa del lenguaje y la confusión política: Sztulwark lee a Kafka en clave argentina”

La política argentina atraviesa una etapa de confusión profunda, marcada por el desencanto, la fragmentación y un lenguaje que ya no logra conectar con la experiencia cotidiana. En diálogo con La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores, el escritor Diego Sztulwark reflexiona sobre la distancia entre la retórica institucional y la vida real en los territorios, a partir de una asamblea barrial tras el intento de asesinato a Cristina Fernández de Kirchner. En esta nota, recurre a Kafka como herramienta para pensar las trampas del lenguaje político, la perplejidad colectiva y el avance de un proyecto de ultraderecha que busca anular la capacidad de imaginar otros mundos posibles.
LCV: “¿Cómo se te ocurrió escribir un libro para buscar algunas interpretaciones a nuestra vida, en lo que tiene que ver con la vida política argentina y este devenir en el que estamos transitando, empujando a Kafka a esas ideas?”
Diego Sztulwark: “Se me ocurrió en un viaje. Unos meses después del intento de asesinato a la entonces vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, participé en una asamblea con amigas y amigos en el conurbano sur, junto a personas de distintas organizaciones sociales. Me impactó cómo no se percibía conexión entre ese hecho de violencia y la violencia cotidiana del territorio. Hubo una conversación difícil sobre una ruptura entre la conversación política de los medios y la desesperación territorial. No era un problema de percepción, sino una realidad fracturada. En la lógica de esa asamblea, se percibía una distancia entre la retórica institucional y la vida práctica del territorio. Esa fractura dio inicio a una pregunta sobre el potencial del lenguaje, y sobre Kafka como autor de la trampa, cuando el lenguaje queda atrapado.”
LCV: “Vos lo debés observar en forma cotidiana, porque además sos un filósofo que no está encerrado en una burbuja, sino que busca inspiración en una asamblea. Supongo que la cotidianidad te devuelve permanentemente situaciones kafkianas que alimentan estas ideas, ¿o me equivoco?”
Diego Sztulwark: “No soy un especialista en Kafka. A partir de ese episodio me sumergí en su lectura y en bibliografía relacionada, porque sentí que la situación anticipaba lo que nos estaba ocurriendo como país. Mi inmersión fue intensa. Lo kafkiano no es solo una burocracia que enloquece, encontré en Kafka un estratega, un escritor que con sus estrategias literarias puede ofrecer imágenes útiles para pensar nuestra política actual. Fue una forma de abordar problemas propios leyendo a Kafka.”
LCV: “En una de las reseñas que hicieron sobre tu material, leo en la revista Crisis: ‘No es inteligente esperar que la oscuridad del presente se disipe un buen día como por arte de magia. La ultraderecha es un proyecto organizado de demolición de las capacidades perceptivas de la sociedad que busca esterilizar la imaginación política.’ ¿Cuál sería el aporte del libro a esa circunstancia?”
Diego Sztulwark: “Eso que estás leyendo no es una reseña, sino el prólogo del libro-entrevista, que fue un anticipo y efectivamente forma parte del libro. La primera cuestión que planteo es cómo asumir un fenómeno de perplejidad en el que creo que aún estamos. Muchas personas sentimos que no entendemos qué pasa, por qué la gente vota como vota, por qué nuestras verdades ya no repercuten, por qué no estamos en la calle. Hay una impotencia con la propia lucidez. Ese oscurecimiento de la percepción colectiva no es casual: es parte de una estrategia política para que dejemos de generar sentidos nuevos. Es una política de desactivación que le es funcional a un neoliberalismo en crisis, que sigue extrayendo recursos de la naturaleza y la sociedad. La confusión es funcional a ese objetivo, y experiencias como la pandemia, las tecnologías de la distancia y el balance de gobiernos previos lo facilitan.”
LCV: “Hablás de puntos ciegos del orden político previo. ¿Cuáles son esos puntos ciegos?”
Diego Sztulwark: “Por un lado, la falta de balance político sobre el gobierno del peronismo de Alberto y Cristina Fernández. Por otro lado, la pandemia. Y también la introducción de tecnologías de la distancia que median las relaciones con la economía, la producción y la comunicación política. Esa suma de factores genera condiciones para una confusión social y política funcional a implementar ajustes y transferencias de riqueza muy brutales. Si no generamos mecanismos para volver a confiar en nuestras percepciones, en crear sentidos estratégicos, quedamos como un pueblo disperso, fragmentado y desarmado.”
LCV: “A medida que hablás, se me vienen imágenes de películas distópicas. La perplejidad cobra forma en nosotros mismos yendo por la calle, viéndonos sin ver. Estamos cerca de un proceso electoral complejo y determinante. ¿Cómo se vincula esto que decís con la relación de la ciudadanía con el voto, más allá de los resultados?”
Diego Sztulwark: “Una de las primeras consecuencias de esta situación es que una de cada dos personas no se presenta a votar. Ya ocurrió en elecciones recientes. No sé qué pasará en las próximas, pero el ausentismo debería preocuparnos. Hay estudios que muestran que no se trata de desinterés, sino de una actitud crítica: muchas personas, porque les importa la política, no quieren votar. Hacen un balance realista de lo que significa hoy la democracia. Ese desinterés es frustrado, informado y real. No sé si no usan el instrumento o si consideran que ya no sirve. Lo que sí sé es que se subestima a la gente cuando se dice que no vota porque no entiende. Incluso la oferta electoral está devaluada, con candidatos salidos del espectáculo o del escándalo. Si tenés conciencia del voto, hay un prurito en malusarlo. Es una situación compleja, y la perplejidad, sin duda, nos va a dominar en estas elecciones.”
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Enrique Hohl de la cooperativa Madre Tierra: ‘La alimentación no puede quedar librada al mercado’

Enrique Hohl tiene 35 años, vive en una chacra en Olavarría junto a su familia y es uno de los fundadores de la cooperativa de trabajo Madre Tierra, un espacio que reúne a más de un centenar de pequeños productores dedicados a la agricultura familiar. En diálogo con La Columna Vertebral, Enrique comparte cómo surgió esta organización, los desafíos de producir alimentos sanos en tiempos de crisis y el valor de la agroecología como alternativa posible.
LCV: “Contale un poco a nuestros oyentes de qué se trata la cooperativa de trabajo Madre Tierra.”
Enrique Hohl: “Somos una cooperativa de trabajo de la ciudad de Olavarría, conformada en 2019. Nos dedicamos a la producción de agricultura familiar, principalmente con pequeños productores del sector hortícola, en lo que es la producción en las quintas.”
LCV: “¿Cuánta gente agrupa la cooperativa? ¿Cuántas chacras, huertas, cuántas personas están involucradas?”
Enrique Hohl: “Somos 26 emprendimientos, con dos o tres personas por unidad productiva, dedicadas a la producción de verduras. Mayoritariamente, las chacras tienen entre tres y cuatro hectáreas, con aproximadamente media hectárea de invernadero.”
LCV: “Tengo un dato que indica que son más de 100 productores. ¿Es correcto?”
Enrique Hohl: “Sí. Cada emprendimiento agrupa a más de una familia, así que en total somos más de cien productores. Además del sector hortícola, también hay familias que se dedican a la producción de huevos, miel y algunos tambos pequeños. En conjunto, somos muchas familias organizadas.”
LCV: “¿Cómo comenzaron con Madre Tierra? ¿Cómo se fueron conociendo y sumando al proyecto?”
Enrique Hohl: “Arrancamos frente a una problemática común en la agricultura familiar: la dificultad para vender nuestros productos, llegar al consumidor, ofrecer buenos precios y visibilizar nuestro trabajo. Empezamos a reunirnos para buscar alternativas como ferias, bolsones, entregas por pedido. Entendimos que organizándonos podíamos resolver esos problemas.”
LCV: “Desde 2018 hasta ahora pasaron por distintos gobiernos. ¿Cómo fue ese recorrido? ¿Cuál fue el mejor momento de la cooperativa y cómo están hoy?”
Enrique Hohl: “Al principio no sabíamos bien cómo organizarnos. En 2019 descubrimos la herramienta de la cooperativa y empezamos a trabajar con organismos nacionales para conformarla. Obtuvimos nuestra matrícula y comenzamos a participar de ferias, capacitaciones, cursos de manipulación de alimentos. En ese momento, aprovechamos políticas nacionales que fortalecieron a las cooperativas. Desarrollamos una feria importante y abrimos un local que funcionó por dos años. Pero en los últimos tiempos, vimos una gran caída del consumo que nos afectó mucho, junto con condiciones climáticas adversas que retrasaron los procesos productivos.”
LCV: “¿La caída del consumo se percibe tanto en el vínculo con los comercios como con los consumidores individuales?”
Enrique Hohl: “Sí, es generalizada. Bajaron las ventas en ferias, en almacenes de cercanía, incluso en supermercados como Cooperativa Obrera y en compras del Estado. Desde 2021 somos proveedores del municipio y también ahí notamos la baja. Esto afecta directamente el acceso a alimentos básicos: frutas, verduras, huevos, miel. No estamos hablando de lujos, sino de lo mínimo para una alimentación saludable.”
LCV: “¿Creés que esta caída está relacionada con la pérdida de empleos?”
Enrique Hohl: “Sí. El desempleo se siente tanto en el sector privado como en el público. Olavarría es una ciudad minera, y se estima que este año hubo alrededor de 4.000 despidos. Eso impacta en toda la economía: si cada trabajador tiene una familia, estamos hablando de 12.000 personas afectadas. Se cierran fábricas, se suspenden actividades, y eso también golpea al transporte, los servicios y el comercio.”
LCV: “¿Cómo les afecta el aumento en los costos logísticos y de servicios?”
Enrique Hohl: “Muchísimo. La mayoría de los productores alquila la tierra. Además del alquiler, subieron la electricidad, las semillas —muchas con precio dolarizado—, y otros insumos como el nylon. Todo eso, sumado a la caída del consumo y, en algunos casos, a la baja de precios, hace muy difícil sostener la producción.”
LCV: “¿Cuántos años tenés? ¿Venís de una familia productora?”
Enrique Hohl: “Tengo 35 años. No vengo de una familia agropecuaria, soy de ciudad. Hace 12 años me mudé a una chacra con mi pareja, y ahí también nacieron mis hijos.”
LCV: “¿Qué te motivó a tomar esa decisión de cambiar de vida?”
Enrique Hohl: “La alimentación fue un factor clave. Primero por nuestra propia familia, y luego por una conciencia más amplia sobre el consumo. Alimentarse debería ser un derecho básico, como la salud o la educación. Sin embargo, mientras estas dos últimas están medianamente garantizadas por el Estado, la alimentación queda librada al mercado y a la capacidad económica de cada persona.”
LCV: “¿Los productos de Madre Tierra son orgánicos o agroecológicos?”
Enrique Hohl: “Apuntamos a un modelo agroecológico. Aunque también trabajamos con productores convencionales, buscamos proponer otro modo de producción. La idea es acompañar a quienes ya producen para que puedan cambiar sus prácticas, y eso requiere capacitación y organización.”
LCV: “¿Eso implica revertir prácticas impuestas por el modelo productivo tradicional?”
Enrique Hohl: “Exactamente. Muchas veces el uso excesivo de agroquímicos está muy arraigado. Por eso es importante el acompañamiento técnico, la formación, y construir alternativas viables que respeten el ambiente y la salud.”
LCV: “¿Te mudaste solo a la chacra o con tu familia?”
Enrique Hohl: “Con mi pareja. Y en la chacra nacieron mis dos hijos, que ahora tienen 9 y 7 años.”
LCV: “Me imagino que deben estar correteando por la huerta y participando de la vida rural…”
Enrique Hohl: “Sí, claro. Viven muy conectados con la naturaleza, y eso es algo muy lindo para su infancia.”
LCV: “Ustedes participaron del quinto Congreso de Cooperativas Agropecuarias y Agroalimentarias de la Provincia de Buenos Aires. ¿Qué balance hacés?”
Enrique Hohl: “Participamos como parte de la Federación Rural para la Producción y el Arraigo. Fuimos cooperativas de Olavarría y Azul. Estuvimos presentes el martes en la jornada sobre cooperativismo, y miércoles y jueves en las de agricultura. Estos encuentros son muy valiosos para intercambiar experiencias, debatir políticas públicas y seguir fortaleciendo el desarrollo agropecuario, tanto en la provincia como en el país. Siempre uno se lleva algo positivo y alguna reflexión para seguir trabajando.”


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