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Opinión

La plata o la vida, por Alvaro Hilario, desde Portugalete, País Vasco.

Me cuesta saber cuánto tiempo llevamos bajo arresto domiciliario sin
mirar el calendario, sumergido como estoy en una rutina de compras, ollas
y lavarropas que se hace más rutina y más difusa por la acumulación de
feriados católicos y la suspensión –a veces- de las actividades económicas no esenciales que, en el País Vasco, para mi desgracia, parece reducirse solo al rubro de bares y borracherías. De hecho, ayer, martes, 14 de abril, se reanudó la actividad económica en el País Vasco y en siete comunidades autónomas más que tuvieron feriado este lunes de Pascua. Para consuelo de los trabajadores, se reparten barbijos en subtes y terminales de bondis y colectivos, no vayamos a pensar que entre plata y salud nuestras autoridades han optado, cediendo a las presiones del empresariado, por la primera.

Los que peor la pasan
Niñas y niños, mientras tanto, llevan más de un mes encerrados. Su
pequeña gran imaginación parece suplir cualquier falencia. Más difícil es,
sin embargo, la situación de la adolescencia, franja poblacional consciente
y sin derechos que la está pasando mal. Muy mal.
Milicos y cana sin barbijo, cámaras de TV entrando en los hospitales,
perros paseando, pero nuestra pequeña gente, a diferencia de lo que
sucede en los estados vecinos de este nuestro occidente libre, no goza ni
de una hora de paseo.
Amén de víctimas de un arresto inhumano, infancia y juventud están
siendo estigmatizadas como vector de contagio y demás paparruchas que
nadie ha probado. El estado también echa mano de los bulos.
Varios presidentes de comunidades autónomas (CCAA), las comunidades
educativas y de psicología piden aflojar la mano para esta gente que está
teniendo serios problemas de ansiedad, estrés, obesidad y somatizaciones
diversas. El mundo de la psicología exige que los menores de 6 años salgan
ya y que toda la infancia sea la primera en pisar la calle cuando empiece a
levantarse el arresto domiciliario.
El Gobierno español, mientras tanto, escurre el bulto. Inquirido al respecto
por la prensa este pasado lunes, 13 de abril, el ministro de Sanidad,

Salvador Illa, respondió: “Vamos a actuar con máxima cautela. Cuando
creamos que se dan las condiciones de seguridad en base a los datos, para
tomar esta decisión, la tomaremos y la daremos a conocer. Por ahora
siendo conscientes del sacrificio, hay que mantener esta medida”.
Al hilo de estas jóvenes generaciones, señalar que el Ministerio de
Educación –otro que lleva dos meses en el terreno de los expedientes X-
anunció hoy que acordó conceder aprobado general: esto es,
salvo excepciones, todos el alumnado pasará de curso, aunque no con las
mismas calificaciones.
El tercer y último trimestre se da por perdido. Impartir materias online es
tarea de titanes cuando no labor imposible: un 20% del alumnado de todo
el Estado español carece de acceso a internet; no se sabe cuántos pibes
están sin realizar las tareas por carecer de computadora propia … Por no
hablar de que pocos hogares gozarán de 4 o 5 compus o tabletas.
La crisis, ya decíamos, es clasista.
Le damos duro al futuro y con un caño a nuestra gente grande que, a
miles, fallece en esos morideros llamados “residencias” de modo
eufemístico, morideros a los que los recortes presupuestarios de la última
década han dejado en banda. Gente grande que sufrió la guerra de 1936, la
dictadura nacional-católica de Franco. Gente grande que lleva más de un
año de lucha en defensa del sistema público de pensiones.
Gran parte de esta gente lleva también más de un mes sin ver la calle, sin
contacto físico y con la TV y el teléfono como únicos vínculos con el
mundo exterior.
Hace pocos días, en la cola del pan, una anciana relataba, amargamente,
que su hijo le deja las viandas en la puerta de la casa, embozado, provisto
de guantes, y desaparece.
Hace un mes que no toco a mi vieja, pero después de manejar 10
kilómetros por rutas con abundancia de camiones entro las compras hasta
la cocina. No se queja, no exige, no pide. Es dura. Escolarizada en un
colegio de monjas donde el cupo de pobres que les correspondía y al que
mi vieja pertenecía era colocada en el coro, en la parte superior e invisible
de la iglesia, durante las misas, a los 10 años ya trabajaba para ayudar a la
familia que se cagaba de hambre en la infame postguerra de los que
siempre pierden. No se queja, pero sus ojos están tristes. ¡Qué pensará!
90 pirulos.
Y qué pasará por la cabeza de la población reclusa española, entre 50.000
y 60.000 personas sometidos de siempre a una política penitenciaria que

César Manzanos, presidente de Salhaketa (Asociación pro derechos de los presos sociales) califica de “carcelicidio”. La pandemia ha acentuado más si cabe el habitual secretismo respecto a la cárcel, la atención médico-sanitaria y las precarias condiciones higiénicas. Es por eso que Salhaketa y otras 65 organizaciones demandan a las autoridades la adopción inmediata de una serie de medidas urgentes: el refuerzo inmediato del personal sanitario en los centros penitenciarios, que en caso de dar positivo en la prueba, la persona afectada cumpla el aislamiento en una instalación médica y no en una celda, y medidas especiales de control para funcionarios y trabajadores. Exigen también que la Administración mantenga informadas a las familias sobre el estado de salud de sus familiares en prisión. Además, han solicitado la excarcelación de las personas presas en situación de riesgo, como mayores de 70 y las enfermas, y la de aquellas que estén preventivas o que tengan condenas de corta duración. “La excarcelación tiene que ver con un tema muy sencillo”, dice César, “las prisiones están por encima de su capacidad, por eso el riesgo de infección es altísimo”. Opina que la respuesta del Estado llegará cuando la situación “se les vaya de las manos”, y probablemente será tarde.


Desinformación y propaganda
Se apacigua la efervescencia insurgente de los primeros días. El sistema se
recompone de sus momentos de zozobra y se vale de la sobreabundancia
de información y de una rígida agenda para adormecer conciencias y
seguir vendiendo el militarizado mensaje de unidad nacional.
La máquina de propaganda y desinformación está en marcha aprovechando este distanciamiento físico impuesto que dificulta lo
colectivo en una sociedad que ya era muy individualista e incapaz de
reconocerse como clase.
Nos saturan de programas sobre el covid 19, inundándonos de datos, de
polémicas sobre barbijos y respiradores, de historias humanas, humanas
hasta lo empalagoso. La patria unida contra el virus. Una patria heroica,
unidad de destino en lo universal, heredera de aquella patria ibérica y
eterna de Numancia y Sagunto que resistió al invasor romano. Ya
imaginan ustedes: esos mitos tan útiles a la hora de construir una
identidad nacional.
Héroes y heroínas de toda clase. Policías en el balcón. Melodía pop,
adoptada de modo espontáneo tanto para una telenovela argenta como
para una película de Almodóvar o para himno de la ciudadanía resistente.

Y esas ruedas de prensa del Comité de Gestión Técnica de la crisis,
plagadas de uniformes, de cana y de milicos.


La plata o la vida
En la pelea entre salud y economía, acá también se impuso la economía.
No sé si el arresto domiciliario y el distanciamiento físico son la solución,
pero si así lo determinan las autoridades debería ser cumplido en toda
circunstancia.
Es difícil no acordarse de la masacre de Bérgamo, donde la industria siguió
funcionando por presiones empresariales y este marzo la zona registra un
400% más de muertes que el mismo mes de 2019.
Es difícil no acordarse de todo el mercado laboral en negro español; de la
mano de obra precaria; de los contratos chatarra; de toda la gente que
vive al día y, en estos momentos, no levanta un mango; de los 6 millones
de personas en desempleo. De esas insuficientes ayudas al desempleo
ahora generado que, además, no se materializan aún.
A pesar del ejemplo italiano y de la oposición sindical, después de los
feriados de semana santa, este lunes y martes se reemprendió la actividad
laboral en todo el Estado. Aunque todas las partes implicadas lo niegan,
parece ser que las organizaciones empresariales han presionado al
gobierno de coalición de PSOE-Unidas Podemos a tomar dicha medida.
Parece que el Partido Nacionalista Vasco (PNV) ha ejercido de correa de
transmisión de la patronal vasca -CONFEBASK, ligada a la producción
industrial- a la hora de transmitir esas presiones a Madrid. No hay que
olvidar que fue el Gobierno vasco, liderado por el PNV (como casi todas las
instituciones vascas), el que de modo más enérgico crítico el parón
económico-laboral. En esta ocasión parece que ha jugado con sus 6
diputados, pocos pero indispensables para un Gobierno de frágil mayoría
parlamentaria y que los necesita para sacar adelante los presupuestos
generales del Estado, amén de toda medida relacionada con la crisis
actual.
En una crisis generada por una emergencia sanitaria mundial es difícil
encontrar responsables y ponerles cara, algo habitual desde que la
globalización se hizo tan implacable, pero, es innegable, hay quienes
empiezan a hacerse notar, a hacerse antipáticos. El presidente vasco, Iñigo
Urkullu y su consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras,
Arantxa Tapia, encendidos defensores del laburo a cualquier precio, son
dos.

Comercio, Turismo, Hostelería, Cultura son algunos de los rubros más
vapuleados y que más negras perspectivas de recuperación tienen al estar
encerrada su clientela nativa y foránea. Son también sectores muy
precarizados que están dejando en la banquina a cientos de miles de
personas que ya venían con una realidad económica muy cascoteada.
Pero, obvio, ya lo dijimos en alguna otra nota, hay otros rubros, otras
empresas que no paran de hacer caja. Para saber cuáles son no hay más
que ver y escuchar las propagandas en radio y TV: aseguradoras, grandes
cadenas de alimentación, eléctricas, seguridad privada, operadores de
telefonía e internet, plataformas de contenidos digitales, empresas de
juego online y bancos.
Todas las propagandas están cortadas por el mismo patrón: ofrecen sus
servicios (a los que debemos recurrir sí o sí) como quien hiciera un favor a
la vez que edulcoran su voracidad aconsejándonos a quedarnos en la casa
(como si hubiera otra opción) y dedicando unos segundos a reconocer la
labor de la nómina de héroes y heroínas que ya incluye hasta a los pibes
haciendo las tareas escolares y a quien al cocinar solo hace lo justo para
una persona. Todo el mundo es mercado, claro.
Dolorosas son, en especial, las propagandas de la banca que, por las
dudas, no hace amago de devolver los 63.000 millones de euros de guita
pública del rescate.
Esa habilidad de parecer que se da en vez de pedir, diríamos.
Para muestra, un botón: el 26 de marzo, el diario “El País” publicó una
nota titulada “BBVA, Iberdrola, Inditex, Santander y Telefónica donan 150
millones a la sanidad pública para material médico”. Decir, en primer
lugar, que Santander y BBVA son, desde 2014, parte del accionariado del
diario madrileño. Por su parte, el BBVA (por traer acá a una de las
empresas de la nota), que tenía en 2012 33 sociedades en paraísos fiscales
e invierte anualmente 2.700 millones de euros en la industria
armamentística, ganó 23.201 millones de euros netos en los años más
jodidos de la crisis (2008-2014).
De Inditex, Zara, y Amancio Ortega ya hablamos. (continuará…)

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Acerca del imperio de lo inaudito y la apatía, por Hernán López Echagüe

Todo ocurre a cada instante, de modo cruel, y, en ocasiones, espeluznante. La vida se ha convertido en una suerte de encadenamiento de pasos dominados por la inviabilidad de llevarla a cabo. Un vagabundeo desprovisto de mira. Basta con echarle un poco de ojo a los acontecimientos que nos rodean, y nos sumergen, sin pausa, en un estado de las cosas en el que predominan el oscurantismo, la persecución, la barbarie, y el espíritu de la irracionalidad más abyecta. Sin embargo, lo que más pesadumbre causa es el silencio, y la quietud, y el desmembramiento de las voces y los actos de los que, al parecer, a los gritos y gesticulaciones por momentos dignas de conmiseración, condenan el oscurantismo, la persecución, la ignorancia y la irracionalidad. Y, al final de cuentas, no hacen más que brindarle mayor magnitud al descalabro, y, en ocasiones, fundamento. Triste victoria del vacío. ¿Qué decir? ¿Qué escribir?

Mejor lo ha dicho y escrito Julio Cortázar en su artículo “Policrítica a la hora de los chacales”, en 1971. Medio siglo atrás:

“De qué sirve escribir la buena prosa, de qué vale que exponga razones y argumentos si los chacales velan, la manada se tira contra el verbo, lo mutilan, le sacan lo que quieren, dejan de lado el resto, vuelven lo blanco negro, el signo más se cambia en signo menos, los chacales son sabios en los teles, son las tijeras de la infamia y del malentendido, manada universal, blancos negros, albinos, lacayos si no firman y todavía más chacales cuando firman, de qué sirve escribir midiendo cada frase, de qué sirve pesar cada acción, cada gesto que expliquen la conducta, si al otro día los periódicos, los consejeros, las agencias, los policías disfrazados, los asesores del gorila, los abogados de los trusts se encargarán de la versión más adecuada para consumo de inocentes o de crápulas, fabricarán una vez más la mentira que corre, la duda que se instala, y tanta buena gente en tanto pueblo y tanto campo de tanta tierra nuestra, que abre su diario y busca su verdad y se encuentra con la mentira maquillada, los bocados a punto, y va tragando baba prefabricada, mierda en pulcras columnas, y hay quien cree y al creer olvida el resto, tantos años de amor y de combate, porque así es, compadre, los chacales lo saben; la memoria es falible y como en los contratos, como en los testamentos, el diario de hoy con sus noticias invalida todo lo precedente, hunde el pasado en la basura de un presente traficado y mentido.Entonces no, mejor ser lo que se es, decir eso que quema la lengua y el estómago, siempre habrá quien entienda este lenguaje que del fondo viene, como del fondo brotan el semen, la leche, las espigas.Y el que espera otra cosa, la defensa o la fina explicación, la reincidencia o el escape, nada más fácil que comprar el diario made in usa, y leer los comentarios a este texto, las versiones de Reuter o de la UPI donde los chacales sabihondos le darán la versión satisfactoria, donde editorialistas mexicanos o brasileños o argentinos traducirán para él, con tanta generosidad, las instrucciones del chacal con sede en Washington, las pondrán en correcto castellano, mezcladas con saliva nacional, con mierda autóctona, fácil de tragar.No me excuso de nada, y sobre todo no excuso este lenguaje, es la hora del chacal, de los chacales y de sus obedientes: los mando a todos a la reputa madre que los parió, y digo lo que vivo y lo que siento y lo que sufro y lo que espero. Sólo así podremos acabar un día con los chacales y las hienas”.

Ilustración: Silvia Flichman (https://silviaflichman.com.ar/ )

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Crónicas de la vida Moderna, parte II, “Publicidad, marketing y capital”, por Marcelo Cosín

Una canción para acompañar la lectura:

Coca cola refresca mejor, de y por Jorge Schussheim

“Coca Cola refresca mejor, Coca Cola elimina el dolor, Coca Cola querida señora, es el símbolo perfecto del amor”. Esta letra (y la música) la escribió el genial Jorge Schussheim a comienzos de la década del 60.

La publicidad es un género de comunicación dependiente de otra disciplina que la abarca: el marketing. Para no entrar en detalles, la publicidad, que es tan antigua como la Edad Media, tiene su inicio como herramienta fundamental del capitalismo en los años 50, después de la Segunda Guerra Mundial.

Esta crónica se refiere a la publicidad comercial, no a la comunicación política. El marketing comercial es mucho más que una técnica para vender productos: es el sistema que organiza la producción y el consumo dentro del capitalismo. Su función no es sólo conectar empresas con clientes, sino crear necesidades, moldear deseos y transformar la vida cotidiana en mercancía. A través de la publicidad, el marketing convierte objetos comunes en símbolos de felicidad, estatus o amor, instalando la idea de que consumir es la forma natural de existir.

Un ejemplo: un comercial de televisión de aceite Cocinero (Molinos Río de la Plata). En el envase del producto hay una imagen de un cocinero con gorro y una gran sonrisa. En ese comercial, el ama de casa, la señora, tiene la fantasía de que ese cocinero del envase toma vida y la enamora. Algo así como que el cocinero es su amante secreto. ¿Qué tiene que ver esta imagen con un aceite de girasol que sirve para freír papas fritas? Nada. Es cierto: nada que ver.

Si uno se deja guiar por las definiciones, podría suponer que la publicidad sirve para informar las características del producto y, sobre todo, especificar las ventajas sobre productos de la competencia. Pero no es así. La publicidad usa técnicas de persuasión. Autores como Vance Packard y Ernest Dichter abundaron en construcciones teóricas para explicar que la publicidad somete a la sociedad a una especie de esclavitud a normas que predeterminan qué es lo bueno, lo correcto, lo aceptable y, sobre todo, dictaminan acerca del deber ser de la persona.Los slogans muchas veces marcan el sentido de producir estados de ánimo, emociones que tienen que ver con la manipulación del deseo: Coca-Cola – “Destapa la felicidad”.

Nike – “Just Do It”- apela a la motivación personal y la superación. El deseo de ser activo y exitoso se proyecta sobre la marca.

L’Oréal – “Porque tú lo vales”- refuerza la autoestima y el deseo de sentirse valioso. El producto se convierte en un símbolo de reconocimiento personal.

Apple – “Think Different”- no describe tecnología, sino identidad y creatividad. Manipula el deseo de ser único y especial.

Durante más de una década, Cerveza Quilmes tuvo una campaña de publicidad que cambió su imagen y devolvió el liderazgo a la cerveza, que estaba opacada por el vino común de mesa. En los años 70, Quilmes tenía una campaña que intentaba convertir a la cerveza en una bebida familiar, veraniega, para ser consumida en el almuerzo o la cena. Competía con el vino común de mesa y, especialmente, con una marca que se había impuesto gracias a su publicidad. El vino Crespi, cuya campaña se basaba en relatos de una familia joven. El comercial más exitoso de la serie fue uno en el que la mujer le dice al hombre que está embarazada y lo simboliza con una imagen en la que le muestra un par de escarpines. El actor era Hugo Arana y esa campaña lo hizo famoso. La feliz familia de Crespi acompañó a los televidentes por años.

El éxito fue tan rotundo que la familia de Crespi acompaño durante varios años a los argentinos. Allá por 1977/78 el joven matrimonio festejaba un aniversario. El bebé de los escarpines ya tenía 6 años. “Pasan cosas lindas en una familia. Muchas se viven con Crespi seco.”

Ver publicidad 1977:

https://www.youtube.com/shorts/PtLX2Q2_Fhg

Lo curioso era la época política en que se desarrolló esa campaña llena de amor, ternura y paternidad: la dictadura militar, en la que se arrojaban seres humanos vivos al Río de la Plata y los dulces bebes eran secuestrados junto a sus escarpines.

Varias marcas de vino competían por ser la bebida preferida de la familia en el almuerzo y la cena. Mientras la cerveza no lograba hacer pie.

Quilmes intentaba, al menos, que en el verano se cambiara el vino por la cerveza con la campaña “A las 9, Quilmes también”, con escenas familiares llenas de amor y ternura. Pero no pudo. La guerra por la bebida en la mesa familiar la ganó el vino, que aumentaba el consumo de varias marcas y, sobre todo, incentivaba la inversión publicitaria.

Una agencia publicitaria llamada Solanas (del hermano de Pino Solanas, Héctor) encontró la fórmula para que la cerveza destituyera al vino. Lo primero que hizo fue una investigación de mercado. ¿Qué descubrió esa investigación? Que los jóvenes estaban ausentes de esas escenas familiares románticas en las que el vino prevalecía. Entonces la agencia encontró dos cosas para hacer que la “birra” se convirtiera en la preferida de la juventud. La primera: descubrir que el alcohol era un paso inicial en la desinhibición del acercamiento sexual. Y después, que los jóvenes ya no estaban en la casa, sino en “los boliches”. Por lo tanto, surgió el slogan “El sabor del encuentro”. Los comerciales contaban cómo una pareja se conocía en un boliche, haciendo que la cerveza fuera el imán que producía el acercamiento.

Estos ejemplos iniciales llaman a la reflexión acerca de la importancia del marketing y la publicidad como factores determinantes en el comportamiento de la sociedad. La publicidad comercial no es un mero instrumento de ventas. La publicidad es la mano armada del capitalismo, que genera consecuencias políticas de mayor importancia.

Continuará…

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“Queríamos liberar Palestina, pero Palestina nos liberó”, por Riccardo Mancuso

Riccardo Mancuso es licenciado en historia en la universidad de Bologna. Durante sus estudios fue un trabajador de aplicaciones haciendo delivery en bicicleta para solventar los gastos iniciando una actividad sindical como delegado de JustEat para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores precarizados de ‘Deliveroo’ logrando una victoria judicial que sentó precedente. Ya como historiador y referente gremial, hoy es uno de los tantos jóvenes italianos comprometidos en la movilización contra el genocidio de Gaza. Aquí su opinión y la reseña histórica de las luchas obreras en Italia de los últimos años.

El 30 de agosto de 2025, parte de la Flotilla Global Sumud zarpó desde Génova, rumbo a Gaza con el objetivo de tender una mano a la población palestina asediada por la violencia sionista. No es casualidad que la mayor misión humanitaria por mar parta de esta ciudad. Génova tiene un gran significado en la historia italiana: es la ciudad galardonada con la Medalla de Oro de la Resistencia, un bastión del antifascismo militante, y también es la ciudad que albergó la horrenda cumbre del G8 -una herida que nunca ha sanado para quienes experimentaron de primera mano la brutalidad sin sentido del Estado represivo.

En esta ciudad y en esa ocasión, el extremismo del sistema político liberal eligió desplegar toda su brutalidad al quitarle la vida a Carlo Giuliani, asesinado durante los enfrentamientos en la protesta. Ese fue un punto de inflexión en la historia de nuestro país, así como Gaza es un punto de inflexión en la escena internacional. Sólo podía ser desde esta ciudad [Génova] que esta importante operación —que, en un impulso de solidaridad, desplegó toneladas de ayuda humanitaria para la población palestina golpeada por la brutalidad de un genocidio— partiría. El mensaje es claro: queremos romper el aislamiento de quienes son oprimidos y desafiar el bloqueo naval ilegal de las fuerzas israelíes.

La salida de la Flotilla se produce en un momento en que el gobierno de extrema derecha de Giorgia Meloni está siendo cuestionado por su falta de reconocimiento del Estado de Palestina (Italia es uno de los pocos países de Europa que aún no lo ha hecho) y por el envío de armas a Israel. Desde el pogrom del 7 de octubre de 2023, ha crecido en Italia un movimiento ProPal que representa a la juventud palestina (“Giovani Palestinesi”), exigiendo el fin de toda cooperación entre las instituciones italianas e Israel y el reconocimiento del Estado Palestino, junto con su derecho a resistir la limpieza étnica en curso que ocurre no solo en Gaza sino también en Cisjordania.

En el contexto del conflicto radicalizado contra el gobierno posfascista de Giorgia Meloni, los estibadores de Génova —organizados en el CALP (Colectivo Autónomo de Trabajadores Portuarios)— y activistas del sindicato de base USB (Unione Sindacale di Base) han decidido tomar una postura firme respecto al movimiento de solidaridad que ahora zarpa: abordan los barcos, bloquean la carga que estaba destinada a abastecer a Israel, y amenazan con que si el ejército israelí interviene y arresta a los voluntarios de la Flotilla, el puerto será cerrado, llamando a todas las ciudades italianas a hacer lo mismo en fábricas, escuelas y oficinas. Los estibadores declararon: «Si tocan la Flotilla, cerraremos Europa —ni un solo clavo saldrá de este lugar».

Los estibadores se han convertido en figuras centrales en el panorama político italiano, marcado por una crisis generalizada de representación, que concierne tanto a los partidos políticos como a los sindicatos. Su postura simbólica ha inspirado al resto del país, que admiró su valentía al actuar como escudo contra la opresión de una población indefensa. Esta no es la primera vez que los estibadores participan en sabotear los envíos: durante el siglo pasado, los estibadores británicos se opusieron al envío de armas hacia la Rusia revolucionaria; sólo que en ese momento, esas armas estaban destinadas a propósitos contrarrevolucionarios. Hoy, los estibadores de Génova eligen levantarse bajo el lema: «¡Ciérrenlo todo!», denunciando la complicidad de Occidente en el genocidio palestino.

La enorme movilización que tomó las calles durante el pasado septiembre y octubre ha sido interpretada por algunos como el éxito de una operación global que perforó el aparato mediático dominante, y por otros como el efecto de la intuición política del movimiento de base, que fue capaz de aprovechar el momento mientras la Flotilla se acercaba a las costas de Gaza, y finalmente como una respuesta espontánea de personas que ya no podían soportar desplazarse con sus teléfonos y ver las horribles imágenes de una masacre en curso sin intervención concreta de ninguna autoridad.

Más allá de cualquier interpretación, las cifras son claras: millones de personas bloquearon las ciudades más grandes de Italia bajo una ola de indignación. En cada actualización de las flotillas navegantes —hasta que los barcos fueron abordados ilegalmente por el ejército israelí— miles de personas se unieron a las calles, gritando «Palestina Libre». Igualmente claro es el papel que, una vez más, juega la clase trabajadora en el contexto global de lo que podría describirse como una guerra mundial fragmentada: solo a través de huelgas y conflictos organizados se puede desmantelar la locura belicista de la bestia capitalista.

Lo que sucedió no debe verse como una mera respuesta emocional contra la masacre de los oprimidos por el opresor. Estamos presenciando un despertar colectivo que ha mostrado cómo el sistema depredador capitalista siempre está buscando sus nuevas víctimas: hoy en día son las vidas de los palestinos las que se consideran inútiles y prescindibles, pero mañana podríamos ser nosotros. Esta movilización ha visto converger múltiples movimientos sociales con el objetivo de despertar conciencias y oponerse a un sistema mortal.

Este contexto reavivó el movimiento de repartidores de Bolonia. Durante algún tiempo en los últimos años, el descontento por un sistema salarial de hambre había estado gestándose, amenazando con una protesta que finalmente estalló al encontrar una salida en los recientes levantamientos por Gaza. Esta estasis había permitido la estabilización de un sector ampliamente desregulado, con la única excepción de la multinacional Takeaway.com (Just Eat), que formalmente clasifica a sus trabajadores como empleados con derechos y protecciones. Deliveroo y Glovo continúan fomentando un sistema de explotación que ignora numerosos fallos judiciales y elude la «Ley de Riders» existente de 2019, gracias a un acuerdo turbio firmado con un sindicato complaciente de derecha, UGL Rider. Este acuerdo también ha sido considerado ilegítimo en varios fallos, incluido uno que reintegró al autor de esta nota después de un despido ilegal por negarse a firmar el nuevo contrato derivado de este acuerdo fraudulento.

Este sistema miserable que enfrenta a las personas entre sí, una vez más ha encontrado la capacidad de la fuerza laboral para organizarse y movilizarse por mejores condiciones salariales. Todo esto está sucediendo en un momento en que se espera que Italia implemente la Directiva Europea sobre trabajo en plataformas, que pide el reconocimiento del estatus de empleado, la obligación de que las empresas demuestren la supuesta autonomía de los trabajadores en los tribunales —a su propio costo— y la negociación colectiva sobre algoritmos.

Estos años han visto el surgimiento de un movimiento internacional sobre el Trabajo en Plataformas que ha proporcionado las herramientas para expandir la lucha a escala global. Las luchas de hoy convergen a través de prácticas ya probadas que llevan un potencial que no debe desperdiciarse, porque los movimientos laborales son internacionalistas y convergentes, o no son.

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Pirone M. (a cura di): Niccolò Cuppini, Mattia Frapporti, Ugo Rossi, Ricard Espelt, Mayo Fuster Morell, Melissa Renau Cano, Annalisa Murgia, Daniela Leonardi, Emiliana Armano, Federico Chicchi, Marco Marrone, Maurilio Pirone, Annamaria Donini, Michele Forlivesi, Ultimo miglio. Lavoro di piattaforma e conflitti urbani, Milano, Fondazione Giangiacomo Feltrinelli, 2023.

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