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Otto René Castillo y Bertolt Brecht en la guerrilla. Poesía y revolución –Parte III, por Pablo Solana

“El revolucionario es un poeta en acción”. Tomás Borge
“Mi vida en la guerrilla es mi más grande poesía”. Otto René Castillo
Con 32 años y un prestigio literario bien ganado, Otto René Castillo decidió sumarse a la lucha armada. Hizo tareas de formación política y teatro con los guerrilleros. Cayó en manos de un capitán del ejército que con torturas le cobró su arte: “¿Así que vos sos el poeta que dice que se quedará sin voz para que Guatemala cante?”. Su cuerpo continúa desaparecido. Su poesía, en cambio, por ahí anda, aunque todavía no del todo valorada.
El guerrillero tenía superpoderes, o más bien artefactos que le daban talentos especiales. Algo más parecido a Batman que a Superman. Llevaba unos anteojos con los que veía el futuro, una boina que lo volvía muy inteligente, unas botas “siete leguas” –esas de montar bien estilizadas que animan más de una leyenda centroamericana– que le permitían andar y andar por la serranía sin cansarse. Y una brújula que lo orientaba, pero no en la geografía sino para diferenciar lo que estaba bien de lo que estaba mal. Otro talento sí le era propio, no dependía de utensilios: en el último tiempo había desarrollado un corazón tan fuerte que le permitía amar en todos los sentidos imaginables: podía enamorarse, querer con devoción a niños, niñas y personas mayores que necesitaran cuidado y, por supuesto, amar a su pueblo y a su patria como el que más.
Sin embargo, en un descuido, un soldado con el que se cruza en la sierra le dispara y lo captura. Le saca los lentes, la boina, las botas y la brújula y se calza todo él, pero no logra demasiado. No consigue sentirse querido por las familias campesinas. Entonces golpea al guerrillero para que le diga el secreto. Éste le contesta que más allá de los artefactos, para desarrollar un corazón fuerte y poder amar al pueblo y que el pueblo lo respete, el único secreto era sumarse a las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). Dejar el ejército y pasarse a la guerrilla.
El soldado, enfurecido y nublado por la impotencia, vuelve a golpearlo hasta la muerte. Arranca su corazón en busca de una respuesta que le permita comprender el misterio del amor.

Los gritos con los que increpa al guerrillero aun después de muerto llaman la atención de unas familias campesinas. Se acercan y, cuando ven la situación, la emprenden contra el asesino. Aunque no tienen armas, vengan a golpes el crimen del guerrillero.
Se llevan el cuerpo del revolucionario caído. Junto a todo el pueblo, le dan sepultura y le rinden los honores correspondientes a un héroe popular.
Así recuerda el comandante guerrillero César Montes una de las obras de teatro que Otto René Castillo montó en el campamento del Frente Edgar Ibarra de las FAR. Seguramente después del final, en medio de la congoja por el entierro del héroe, quienes actuaron y quienes presenciaron la obra se quedaron debatiendo la historia. “Otto explicaba con suma sencillez cómo un gran autor alemán, Bertolt Brecht, había hecho teatro renovando técnicas y temas”, recuerda Montes. Antes de autorizar el experimento, habían discutido:–¿Y vos creés que voy a poner a nuestros combatientes, experimentados y endurecidos por los enfrentamientos y las dificultades, a hacer teatro? –había dicho el comandante.
–Creo poder hacer, con el teatro, lo que no se puede lograr con las balas —replicó el poeta. Montes reconstruyó en un libro con sus memorias la anécdota, y el argumento que Castillo le dio: –Las balas de tus combatientes pueden hacer mucho frente al enemigo, pero el teatro puede provocar cambios en la mentalidad del pueblo, en su formación y en su participación. Eso no se puede lograr con los fusiles. Te propongo presentar obras de teatro concientizadoras que permitan profundizar y ampliar la integración popular al proyecto político; precisamente el tipo de teatro que la sociedad burguesa no nos permitiría jamás representar. Un proyecto político así va a ser defendido después por el propio pueblo, aunque en un principio no tenga armas; ya se harán de ellas, para defender mejor sus derechos.
Después de escucharlo, el jefe lo dejó hacer. Tenía otro esquema en la cabeza cuando lo había designado responsable de la formación ideológica del Regional Oriental de las FAR, pero confió en él. Otto René Castillo, que en sus ratos libres leía una edición de Das Kapital de Karl Marx, así, en idioma original, puso a prueba obras de teatro y diseñó un plan de alfabetización, porque muchos de los campesinos que se sumaban no sabían leer. Pasaron algo más de tres meses hasta que le sucedió lo que al protagonista de su obra. “Aunque a él no le pudimos rendir honores porque desaparecieron su cuerpo”, recordará Montes. “La historia ama las paradojas”, sentenció alguna vez Brecht, portador de un humor ácido a prueba de tragedias.
Antes de indagar en esos fatídicos días de marzo de 1967, recuperemos el contexto histórico por el cual Otto, al igual que miles de jóvenes, intelectuales, obreros y familias campesinas se volcaron a la lucha armada.
Una hoja que cae toda llena de otoño
Compañeros míos
yo cumplo mi papel
luchando
con lo mejor que tengo.
Qué lástima que tuviera
vida tan pequeña,
para tragedia tan grande
y para tanto trabajo
No me apena dejaros.
Con vosotros queda mi esperanza.
Sabéis,
me hubiera gustado
llegar hasta el final
de todos estos ajetreos
con vosotros,
en medio de júbilo
tan alto. Lo imagino
y no quisiera marcharme.
Pero lo sé, oscuramente
me lo dice la sangre
con su tímida voz,
que muy pronto
quedaré viudo del mundo.
En la Parte I mencionamos las circunstancias nodales de su vida, su obra y su compromiso revolucionario: la crianza en una familia politizada, la adhesión al gobierno nacionalista de Jacobo Árbenz, su militancia juvenil y su ingreso al Partido Guatemalteco del Trabajo. En la Parte II indagamos en el vínculo profundo, revelador, que mantuvo con su amigo, colega y camarada salvadoreño Roque Dalton.
Situémonos ahora en los años previos al desenlace. Las dictaduras que sucedieron al golpe de estado de 1954 no hicieron más que endurecer la persecución contra los sectores democráticos. Pero no será sino hasta el año 1962 cuando tomen forma las primeras organizaciones guerrilleras en Guatemala.

En mayo de 1960, a poco de la entrada victoriosa de Fidel a La Habana, el PGT en el que Otto militaba definió en su III Congreso, realizado en la clandestinidad, la validez de “todas las formas de lucha”. Él seguía los acontecimientos desde la Alemania comunista, donde había ido a estudiar por medio de una beca facilitada por el Partido. Aun a la distancia comenzó a tramar su acercamiento a la lucha armada. En enero de 1962 decidió dejar los estudios e integrarse a la brigada de cineastas que dirigía el holandés Joris Ivens, quien se proponía documentar las insurgencias latinoamericanas desde adentro. Para ello, el entrenamiento del grupo constaba de formación cinematográfica pero también militar.
Ese mismo año se crean las FAR en su país. La organización tuvo en común con otras guerrillas latinoamericanas la incorporación de jóvenes provenientes del partido comunista (PGT, en el caso de Guatemala) que renegaban de las tesis pacifistas promovidas por la Unión Soviética. Pero, a diferencia de la mayoría de los otros grupos armados, en este caso confluyeron además un grupo de militares nacionalistas como el Teniente de Infantería Luis Augusto Turcios Lima, exoficial del Ejército de Guatemala, quien se convirtió en el principal dirigente de la guerrilla en esa etapa. Las FAR se hicieron notar por medio de emboscadas al Ejército, toma de poblaciones y sabotajes económicos. Durante los años 1964 y 1965 lograron sortear dos ofensivas militares, pero los golpes se sucedieron. Para finales de 1966, cuando Otto René finalmente se suma, los frentes guerrilleros estaban debilitados.
Escala en Cuba: Y ahora quiero caminar contigo
Me voy,
ya no soy más
el áspero monólogo
que se repite en esperanza.
Ahora soy el abandonado, la hoja
que cae del árbol
toda llena de otoño
que habrá de sentir
durante algún tiempo todavía
la bondadosa presencia
del árbol.
“Alguien me ha contado que él estuvo allá, en la preparación de la guerrilla en la isla, pero no lo he comprobado”, contó su hijo Patrice Castillo en una entrevista en 2010. Las escasas reseñas biográficas que existen sobre Otto René mencionan un paso por Cuba antes de su último regreso clandestino a Guatemala, pero no dan mayor precisión.
Recordemos brevemente lo narrado con más detalle en la Parte I: En abril de 1965 el poeta fue expulsado de Guatemala tras una detención policial. En ese momento preparaba una incursión a los campamentos guerrilleros para filmar las imágenes que utilizaría la brigada de cineastas con la que se había vinculado en Alemania. Se exilió en México, y al poco tiempo fue designado como el representante guatemalteco ante el Comité Organizador del Festival Mundial de la Juventud que estaba planificado para ser realizado en Argelia. Aunque el festival no se concretó por el golpe de Estado que derrocó al líder independentista argelino Ahmed Ben Bella en junio de 1965, la responsabilidad que tenía Otto le permitió viajar. Estuvo allí cuando fue el golpe y pasó por Austria, Hungría y Chipre.
Finalmente viajó a Cuba, y sobre esa etapa se diluyen las precisiones. Allí “permaneció algún tiempo”, coinciden sus escuetas biografías, y no agregan más.
El responsable de las relaciones políticas de Cuba con las organizaciones revolucionarias centroamericanas en los años 60, Norberto Hernández Curbelo, confirma haberlo conocido en ese paso por la isla: “Otto René Castillo promovía la idea de organizar una guerrilla centroamericana. Siempre se habló de ese tema, pero hasta donde yo sé nunca hubo una decisión de formar esa organización. Nos manteníamos al tanto del asunto para ver cuál iba a ser su evolución posterior. Aquí preparamos militarmente un grupo de centroamericanos que se llamaron ´los calecas´ donde había hondureños, guatemaltecos y salvadoreños; su objetivo era incorporarse a la lucha revolucionaria en Guatemala”.
El recuerdo de Curbelo es importante, porque él fue uno de los fundadores del Vice Ministerio Técnico (VMT) del Ministerio del Interior de la Revolución, como se llamó en un principio al organismo encargado de apoyar la lucha armada en todo el continente. Se trata de la misma dependencia comandada por el legendario Manuel Piñeiro, Barbarroja –y monitoreada de cerca por Fidel– que a lo largo de los años cambiará su nombre a Dirección General de Liberación Nacional (DGLN) y más recientemente a Departamento América, cuando pasó a ser órgano dependiente del Comité Central del PC cubano. Curbelo fue, además, representante diplomático en las embajadas en Colombia, Panamá, Ecuador, Venezuela y Uruguay. Sus palabras coinciden con el testimonio del fallecido poeta guatemalteco Arqueles Morales, quien en 1972 escribió con Roque Dalton el texto sobre Otto René Castillo que reseñamos en la Parte II de esta historia.
Pero para entender la importancia del paso de Castillo por Cuba es fundamental contextualizar el encuentro que tuvo allí con el líder guerrillero Turcios Lima: “En 1965 participé personalmente en la preparación del viaje clandestino a Cuba de Luis Augusto Turcios Lima, quien en ese momento ya era el comandante en jefe de las FAR –cuenta Curbelo, el funcionario cubano–. Esto implicó un esfuerzo solidario muy grande porque tanto él como los principales dirigentes de las FAR eran muy perseguidos por los órganos especiales de los Estados Unidos. Gracias a esa operación, Turcios pudo participar en la Primera Conferencia Tricontinental efectuada en La Habana en enero de 1966 y regresar indemne a Guatemala”.
Las FAR fueron uno de los tantos grupos que contaron con la solidaridad y apoyo de Cuba en su lucha antidictatorial. Turcios Lima era una figura respetada de la izquierda continental. “Yo he conocido muchos dirigentes revolucionarios latinoamericanos, a casi todos. Pero en mi opinión sobresalieron Luis Augusto Turcios Lima y Jaime Bateman Cayón [fundador del M-19 en Colombia], valora Curbelo. El propio Che pone al guatemalteco como ejemplo en su “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”, en el que llama a crear “dos, tres, muchos Vietnam”. Durante aquel tiempo en la isla el dirigente de las FAR fue recibido en el Departamento de Filosofía de La Habana, e invitado especialmente a ser parte de la Primera Conferencia Tricontinental que se hizo en la isla en enero de 1966, donde compartió escena con figuras como Salvador Allende y el propio Fidel.

Otto estuvo allí. Lo afirman dos comandantes guerrilleros que fueron sus jefes, César Montes y Pablo Monsanto, quien agrega otro dato: Castillo y Turcios Lima ya se conocían, porque éste último lo había contactado en Europa para convocar al poeta a sumarse a su organización. El investigador guatemalteco Mario Morales detalla: “Otto viaja a La Habana y se entrevista con Luis Turcios Lima en enero de 1966 (Turcios moriría el 2 de octubre de ese mismo año). En Cuba se junta con Nora Paiz, militante revolucionaria, con quien ingresa a Guatemala en noviembre de 1966”.
El encuentro con el máximo dirigente de las FAR bajo el cobijo de Cuba, que estaba brindando no solo apoyo político sino también entrenamiento a los grupos armados, confirma que el paso de Castillo por la isla tuvo por objetivo preparar su ingreso definitivo a la guerrilla en su país.
Al igual que sucede con Roque Dalton, en el caso de Otto René Castillo existe la tendencia a sobredimensionar su decisión personal, como si se tratara de grandes figuras de la literatura que de pronto deciden, en un gesto heroico y romántico, volcarse a la aventura guerrillera. Pero lo que hay detrás de esa decisión es un prolongado proceso de involucramiento político, y sobre todo orgánico: ni Dalton ni Otto René resolvieron su situación en la soledad del intelectual. Fue el encuadramiento militante colectivo el que los llevó, como a gran parte de aquellas generaciones, al compromiso final.
No solo están aquí los tira-tiros
Si escribes un poema,
puede que mañana
te sirva de epitafio.
Si el día está hermoso
y ríes,
puede que la noche
te encuentre en una celda.
Si besas a la luna,
que acaricia tu hombro,
puede que un cuchillo
de sal
nazca de madrugada
en tus pupilas.
Amargo sabor a luto
tiene la tierra donde vivo,
mi dulce bailarina.
Sabes,
creo
que he retornado
a mi país
tan solo para morir.
Y en verdad,
no lo comprendo todavía.
Pablo Monsanto sigue usando ese, su nombre de guerra, más de un cuarto de siglo después de haberse integrado a la vida legal tras la firma de los acuerdos de paz. Poco importa que haya sido bautizado en 1945 como Jorge Ismael Soto. Hoy, a más de 50 años de su iniciación guerrillera, con su nombre de combate sigue haciendo política por izquierda. Es una figura legendaria. Fue él quien estuvo al frente de la columna rebelde en la que Otto René Castillo pasó sus últimos meses de vida antes de ser capturado por el Ejército. Nos recibió en las oficinas de su nuevo partido, Convergencia, en la ciudad de Guatemala, una tarde soleada de 2018.
– ¿Cómo fue su relación con Otto?
–Compartimos mucho en el poco tiempo que estuvimos en la guerrilla. Hicimos una buena amistad porque a él lo asignaron para que me preparara a mí teóricamente, porque yo estaba designado a asistir a la reunión que iba a haber en Egipto, donde se iba a reunir la organización mundial que se había hecho en La Habana, el movimiento revolucionario de América Latina (se refiere a la Primera Conferencia Tricontinental que se realizó en Cuba y a la segunda, que se pensaba realizar en 1968 en El Cairo). Entonces con él hablábamos mucho, me daba clases de teoría marxista, que fue la que él llegó a conocer a fondo. Fue uno de mis profesores, de mis mentores. Lo que pasa es que fue muy poco tiempo, pocos meses.
–¿Cómo se incorpora él a la organización?
–Yo lo conocí cuando él recién vino de La Habana, lo conocí aquí en la ciudad de Guatemala. Cuando íbamos en la montaña yo le hacía bromas por el poema ese “Vamos patria a caminar”, porque nos sentábamos a descansar, y cuando nos levantábamos yo me echaba la mochila y le decía: “Vamos, Patria, ¡a caminar!”. Cuando Otto se incorpora, el movimiento guerrillero estaba a la defensiva total. Después de la muerte del Comandante Turcios Lima el enemigo estaba lanzando una operación gigantesca en la Sierra de las Minas, que era donde nos encontrábamos. La situación era muy difícil, la reacción nos bombardeaba con napalm. Además, nos dejaban en los caminos los cadáveres de los campesinos que asesinaban con letreros en el pecho: murió por comunista, o por guerrillero. A él lo integraron a la unidad guerrillera que estaba bajo mi responsabilidad. Yo en ese tiempo tenía el grado de capitán, aunque era varios años menor que él.
–¿Cuánto tiempo estuvo Otto en la guerrilla?
–Él subió a la sierra como en el mes de diciembre del año 1966, y ese combate fue en marzo. Apenas llegó a estar dos o tres meses, porque ese combate [en el que lo capturan] se produjo en marzo de 1967, para Semana Santa. Fue Lunes Santo o Domingo de Ramos. Al subir por el río, Otto y Nora Paiz, una compañera que estaba algo enferma y a la que él cuidó ese último tiempo, encontraron una brecha, un camino de caballos y de mulas. Siguieron el camino, bajaron a una aldea y ahí los capturaron. Los llevaron a una base militar, a una aldea que se llama Las Palmas. Ahí los estuvieron torturando y finalmente los quemaron vivos.
–¿Él le hablaba de otros escritores, intelectuales, que podrían sumarse a la lucha armada?
–Él era muy crítico. Yo sé que estuvo en Chalatenango, su ciudad natal, y que allí tuvo reuniones con grupos de intelectuales y escritores. Por supuesto que él les hacía un llamado a que se incorporaran al movimiento revolucionario. Pero la situación en esa etapa era sumamente difícil, aquí a la mayoría de intelectuales los asesinaron en las calles, saliendo de la universidad los mataban, hay una lista enorme de asesinados que eran miembros del PC en su mayoría, miembros de las FAR. Otto asumió una actitud de cara a los intelectuales, de cara a la gente que estaba a la expectativa de qué era lo que pasaba, porque aquí hubo una tendencia y una corriente incluso dentro del Partido Comunista que decía, bueno, los políticos, los teóricos y los intelectuales somos los que estamos en el Partido, y los que están en la guerrilla son los tira-tiros. Entonces, yo siento que Otto lo que hace al incorporarse a la guerrilla es decir “no solo están aquí los tira-tiros, sino también los intelectuales, y estamos dispuestos a luchar por todos los medios”. Porque parte de las discusiones, los debates y los problemas políticos que tuvo el movimiento revolucionario en esa época era por ese tipo de señalamientos que se hacían. A nosotros nos veían como los rambos, como los muy buenos para combatir, pero que para elaborar teóricamente y políticamente no teníamos las capacidades que tenía la gente que se supone se había formado en las universidades y en la Unión Soviética.
–¿Sabe si durante esos meses escribió poesía u otros textos?
–Otto tenía sus libros, sus apuntes, pero la mochila que llevaba la capturaron, y ahí iban sus cosas. Él tenía una cámara. En el momento en que a mí un general me manda una foto, ya cuando estábamos en las negociaciones de paz, le dije, mire, esta foto me la tomó Otto René Castillo, esta foto es de su cámara. Todo eso cayó en manos de sus captores.

Alguien será la cordillera popular que se levante
Suele mencionarse la brutalidad con la que fue torturado y asesinado Otto René Castillo, el ensañamiento con el que le endilgaron haber alzado su voz de poeta contra el régimen. Sin embargo, su caso no fue excepción: la represión en Guatemala fue de las más sanguinarias. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico que acompañó a los acuerdos de Paz de 1996 estimó en alrededor de 200.000 las víctimas de la violencia en el medio siglo entre el Golpe contra Árbenz y la firma de los acuerdos que se propuso dar un cierre a ese ciclo histórico.
Su hermana Zoila intentó reconstruir los hechos. Fue a Zacapa, a unos 150 kilómetros al nororiente del país, donde Otto y los demás habían sido capturados. Buscaba el cadáver que los militares desaparecieron, y del que no se sabe nada hasta hoy. Su testimonio fue recogido por Mario Morales en el libro La ideología y la lírica de la lucha armada (Guatemala. Editorial Universitaria: 1994).
“La versión de la forma criminal en que Otto René fue torturado y asesinado la dio el monstruo que vestido de uniforme y ostentando el grado de capitán del Ejército Nacional dirigió la tortura y el interrogatorio”, cuenta la mujer. “En la montaña y en la lucha clandestina usaba el seudónimo ´Miguel´, quizá en memoria de Miguel Hernández, el gran poeta español, a quien le escribiera unos poemas. Pero una vez capturado se identificó como Otto René Castillo. ´¡Ajá!, así que vos sos el poeta que dice que los coroneles se orinan en los muros de la patria… Con que vos sos el que se quedará ciego para que la patria vea… Así que vos te quedarás sin voz para que Guatemala cante… Pues se te hizo, cabrón, porque todo eso es lo que realmente te va a pasar, y no en versitos sino en la pura realidad´. Con una gillette asegurada en una varita de bambú, atado de pies y manos, le cortaban la cara a cada frase que le decían (basándose en el poema “Vamos Patria a caminar”). Le gillettearon los ojos, la boca, las mejillas, los brazos y el cuello”.
Después de este relato, solo cabe volver a la poesía. Impedir el triunfo de los verdugos. Devolverle la voz al poeta para que otra vez cante:
Vamos patria a caminar, yo te acompaño,
yo bajaré los abismos que me digas,
yo beberé tus cálices amargos,
yo me quedaré ciego para que tengas ojos,
yo me quedaré sin voz para que tú cantes,
yo he de morir para que tu no mueras,
para que emerja un rostro flameando al horizonte
de cada flor que nazca de mis huesos.
Tiene que ser así, indiscutiblemente.
Ya me cansé de llevar tus lágrimas conmigo
y ahora quiero caminar contigo, relampagueante,
acompañarte en tu jornada, porque soy un hombre
del pueblo, nacido en octubre para la faz del mundo.
Patria,
los generales acostumbran orinar tus muros
pero nosotros vamos a lavarte con rocío,
por ello pido que caminemos juntos, siempre
con los campesinos agrarios
con los obreros sindicales;
con el que tenga un corazón para quererte.
Vamos patria a caminar, yo te acompaño,
naveguemos el siglo veinte sin negarlo,
yo te doy mi brazo impersonal, mi corazón manzana,
mi frente que crece sobre la faz del trigo.
Alguien dará la mano abismo del albañil aéreo
y el pie cuadrado del arcilloso peón,
el pecho mineral del hombre de las minas
y el grito final del ferroviario muerto,
alguien será la cordillera popular que se levante
para revisar la historia del hombre sin dolor
que llena de dolor la vida de los hombres.
Vamos patria a caminar, yo te acompaño.
– – –
Parte I. Poesía y Revolución
Parte II. Otto René Castillo y Roque Dalton
Otto René Castillo, bibliografía básica:
1962. 5 poemas de Otto René Castillo (mimeografiado).
1964. Tecún Umán. Guatemala: Edición de la Asociación de Estudiantes universitarios.
1965. Vámonos patria a caminar. Guatemala: Ediciones Vanguardia.
Tras su muerte:
1971. Poemas. La Habana: Casa de las Américas.
1975. Informe de una injusticia. Costa Rica: Editorial Universitaria Centroamericana.
1989. Para que no cayera la esperanza. Tegucigalpa: Editorial Guaymuras. (Completo, escaneado, en este link: https://drive.google.com/file/d/18U_lkYS65ab9qCNgj7_6_Bf_oP_d5Nvh/view?usp=share_link )
2017. Vamos patria a caminar. Guatemala: F&G Editores.

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16 de junio de 1955: Esa maldita costumbre de matar, por Leónidas Ceruti

El mes de junio de 1955, no fue un mes cualquiera durante el segundo gobierno del Gral. Juan Domingo Perón. El día 11, la Iglesia Católica realizó la procesión de Corpus Christi, que excedió lo religioso y se produjo una movilización opositora que reunió 250.000 manifestantes, desplazándose desde la zona de la Catedral a la zona del Congreso Nacional.
Las crónicas reseñan que los activistas dañaron placas conmemorativas a la figura de Eva Perón e izaron la bandera del Vaticano en lugar de la bandera argentina en el mástil del Congreso. El conflicto se agudizó cuando se conoció que durante la procesión se había quemado una bandera argentina y al publicarse en los diarios la fotografía de Perón y Borlenghi mirando los restos de la misma.
El 16 el gobierno había organizado un acto de desagravio a la bandera nacional. El ministro de Aeronáutica, Brigadier Mayor Juan Ignacio de San Martín, dispuso que la aviación testimonie su adhesión al presidente de la República, desagraviando a la vez la memoria del general José de San Martín. Para esto decidió que una formación de aviones sobrevuele la Catedral de Buenos Aires, donde descansan los restos del Libertador. El anuncio del desfile reunió en Plaza de Mayo a un numeroso público. Se trataba de un acto cívico-militar en solidaridad con el gobierno frente a los embates de la oposición.
Pero durante esa jornada, al mediodía se produciría el bombardeo, conocido como la Masacre de Plaza de Mayo. Ese día un grupo de militares y civiles opuestos al gobierno del presidente Perón, intentó asesinarlo y llevar adelante un golpe de estado y, si bien fracasaron en su propósito, durante el mismo varios escuadrones de aviones pertenecientes a la Aviación Naval, bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, el edificio de la Confederación General del Trabajo y el edificio que en aquella época servía como residencia presidencial.Causaron la muerte de 700 personas y más de 2000 heridos.
Los relatos de la época comentan que:
“A las 12.40, la escuadra de treinta y cuatro aviones de la Marina de Guerra argentina que había estado sobrevolando la ciudad desde hacía bastante tiempo (22 North American AT-6, 5 Beechcraft AT-11, 3 hidroaviones de patrulla y rescate Catalina), iniciaron sus bombardeos y ametrallamientos al área de la Plaza de Mayo.”
“El capitán de fragata Néstor Noriega, de 39 años de edad, esperaba que el cielo se despejara, la escuadrilla formaba escalonada hacia arriba. A las 12,40 Noriega al mando de su Beechcraft descarga una bomba de 100 kilos que cae sobre la sede presidencial; a continuación los North American al mando del capitán de corbeta Santiago Sabarots descargan bombas de 50 kilos cada uno. La sorpresa del ataque hizo que el mismo cayera sobre la población, que realizaba sus actividades normales debido a que era un día hábil.”
“Entre las primeras víctimas se contaron los ocupantes de los vehículos de transporte público de pasajeros. Un trolebús repleto recibió una bomba de lleno, muriendo todos sus ocupantes.”
“La Plaza de Mayo era un incendio, quienes salían de las bocas del subte se encontraron con la nube de pólvora, los aviones rasantes sobre el casco porteño, la gritería, la desesperación, la gente intentando esconderse como podía, heridos, muertos, mutilados. Los aviones lanzaron sus bolas de fuego y muerte contra los trabajadores que se desplazaban hacia sus tareas, o bien transeúntes distraídos que recorrían ese lugar histórico, mientras se escondían como podían ante la sorpresiva y violenta lluvia de bombas y metrallas”.
Esa mañana fue el bautismo de fuego de los aviones de la aeronáutica contra el pueblo. Los aviadores arrojaron nueve toneladas y media de explosivos, según algunas fuentes, otras, catorce toneladas sobre la población civil inerme.
Perón se había retirado al Ministerio de Guerra ubicado a 200 metros de la Casa Rosada por lo cual no estaba en ella al comenzar los ataques aéreos y el intento de asalto por fuerzas de tierra.
Después de la primera hora de bombardeo los gremios empezaron a convocar a los obreros para organizar una Marcha de Resistencia a la Plaza de Mayo en defensa de Perón. Una bomba cayó sobre la convocatoria a las 13.30 y mató a Armando Fernández, de la Asociación de Trabajadores Jaboneros, Perfumistas y Afines.
Mientras se acentuaban los tiroteos en el centro porteño, se ordenó a la Base Militar de la Fuerza Aérea en Morón el despegue de interceptores a reacción. Los pilotos se encontraban entonces en acaloradas discusiones sobre si debían adherirse o no al movimiento de los sublevados. Rápidamente se hizo al aire una escuadrilla de cuatro Gloster Meteor leales al gobierno. Si bien no pudieron llegar a tiempo para impedir el bombardeo, lograron interceptar una escuadrilla naval rebelde que se retiraba de la zona. El combate se produjo a baja altura sobre el Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery y el Río de la Plata.
La Base Aérea de Morón caería entonces por poco tiempo en manos rebeldes, con lo que estos pudieron hacerse con 4 Meteors. Los hicieron despegar para continuar ametrallando la zona de Plaza de Mayo en apoyo a los rebeldes emplazados en la zona del Ministerio de Marina, extendiendo sus acciones hasta las 17.20. Al no contar con bombas uno de estos aviadores empleó su tanque de combustible como si fuese una bomba de napalm, que cayó sobre los automóviles que se encontraban en el estacionamiento de la Casa de Gobierno.
Ante el fracaso del combate en tierra y luego de ser derribados dos aviones por las baterías antiaéreas montadas en la zona, los aviadores rebeldes recibieron la orden de escapar al territorio uruguayo, pidiendo asilo. De los treinta aviones que huían, algunos aparatos no llegaron a aterrizar en el territorio uruguayo por el excesivo consumo de combustible invertido en los ametrallamientos, por lo que sus pilotos debieron descender forzosamente al Río de la Plata o en campos de la zona de Carmelo.
El pueblo salió a la calle enardecido, solicitando armas al presidente. En un mensaje radial emitido por el General Perón afirmó que “la situación está totalmente dominada. El Ministerio de Marina, donde estaba el comando revolucionario, se ha entregado y está ocupado, y los culpables, detenidos”, e instó a la población: “nosotros, como pueblo civilizado, no podemos tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión, sino por la reflexión”.
Se había perpetrado uno de los hechos más cobardes y criminales de militares y civiles de la historia de nuestro país.
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“Sin archivos no hay derechos”: la advertencia de Andrés Pak Linares ante el vaciamiento de la memoria estatal

El archivista y presidente de AFPA (Archivistas de la Función Pública Argentina) Andrés Pak Linares, advierte sobre los riesgos que corren los archivos públicos en un contexto de desfinanciamiento, desmantelamiento institucional y políticas que apelan a la desmemoria. Desde el Archivo General de la Nación hasta los organismos más pequeños del país, Pak Linares plantea que sin una política estatal sólida en materia archivística no solo se pierde historia: también se atenta contra la eficiencia del Estado y, sobre todo, contra el ejercicio pleno de los derechos individuales y colectivos. En diálogo con LCV, insiste en la necesidad de una política de archivos que trascienda gobiernos y coyunturas ideológicas, tal como sucede en otros países de la región.
LCV: ¿Cuáles son los riesgos que corren los archivos? Sobre todo en este momento, con este tipo de gobierno que apela a la destrucción y la desmemoria.
Andrés Pak Linares: “Bueno, nosotros desde AFPA , advertimos en un comunicado en abril de 2023 que todo estaba en peligro. Tristemente se fue cumpliendo esta visión que nosotros teníamos. Y lo vemos —para decirlo de una forma que se entienda, digamos— detrás de cada institución que se cierra o detrás de cada programa que se descontinúa, hay un archivo. Hay un archivo que recoge los documentos que dan cuenta de lo que hizo ese feminismo, de lo que hizo ese programa, ese funcionario”.
LCV: Ese funcionario también, por supuesto.
Andrés Pak Linares: “Claro, porque los archivos son los lugares donde se puso la documentación que refleja el accionar de las instituciones. Hay una trazabilidad de la historia que indica en qué gobiernos se cuidó más la memoria, en cuáles se cuidó más la cuestión archivística, se le dio visibilidad, se le dio formación a la gente.”
LCV: Recuerdo, desde que tengo uso de razón —y sobre todo desde que soy periodista— haber ingresado, y salvo los de la Biblioteca Mariano Moreno y algunos otros que son buenos en sí mismos, pero recuerdo el ingente trabajo de los archivistas para protegerlos del polvo, de los ácaros, de un montón de situaciones en donde uno dice: “Pará, eh, esto sin ir a otras cosas, como por ejemplo los fílmicos y los discos, que vos recordarás en la época del presidente Menem, por ejemplo, los archivos de Radio Nacional se tiraron todos a los containers de basura”.
Andrés Pak Linares: “No es fácil ponernos a hacer cuentas de lo que se ganó y lo que se perdió en los últimos años —a decir, no sé, 40 años—, hay muchos hitos, ¿no? Pero yo empezaría por acá: lo que nosotros planteamos desde AFPA es que lo que falta es una política estatal en materia de archivos. Política estatal, no gubernamental. Después podemos encontrar en los distintos gobiernos algunas acciones positivas, algunas negativas. Querríamos trascender eso a favor de la discusión por una política estatal, que es la responsabilidad estatal de la memoria. Y más que de la memoria, yo diría de archivos. Tenemos otra discusión. Las políticas de memoria útiles, buenas, que nosotros acompañamos y demás, tienen una correlación con las políticas de archivo. Si yo quiero una política de memoria eficiente, necesito una política de archivos eficiente. En ese sentido, y para nombrar hitos venturosos, entre el 2010 y el 2020 funcionó un programa de capacitación por el que pasaron más de 3000 agentes, más de 100 organismos públicos. Discontinuado. En los 90s, por ejemplo —para hablar de distintos gobiernos— durante el proceso de privatizaciones, y por el denodado esfuerzo de trabajadoras y trabajadores del Archivo General de la Nación y de otros archivos, bueno, el Archivo General de la Nación duplicó su patrimonio. Rescatando fondos de organismos privatizados.
LCV: ¿Cuáles serían las deudas de la democracia con la política de archivos?
Andrés Pak Linares: Lo que no tenemos del 83 para acá —para hablar de las deudas- es una actualización normativa, un reconocimiento de la profesión. Reconocimiento que tiene que, además de ver sueldos, verse en estructuras, verse en funcionalidad de los archivos. Entonces, más allá de señalar si este gobierno hizo esto, este gobierno hizo lo otro… nosotros vemos que hay una línea, por así decir, que no termina de instalar una política sólida.
LCV: ¿Cómo ves la política actual en ese sentido?
Estamos viviendo un denodado ataque a toda la estatalidad o a todas las —digamos— funcionalidades estatales, ¿no? Y en ese sentido no hay mucho para destruir. Está todo en peligro. Hay un peligro total, en todos los estamentos.”
LCV: Hay mucho para hablar, te digo, hay mucho para hablar y muy poco tiempo, porque yo te voy a pedir que en un minuto me definas la importancia que tiene —en un país— para su crecimiento intelectual, histórico, político y social, el tener los archivos y poder acceder a ese pasado nuestro que yo entiendo siempre enseña. Bien, en un minuto nada más.
Andrés Pak Linares: “Perfecto. Lo que nosotros planteamos —y esto quizás lo explique bien— es que los archivos tienen una triple función social. Una, la de preservar documentos que puedan oficiar de fuentes para el conocimiento del pasado. Otra, para la eficiencia administrativa. Y acá ya empezamos a abrir el juego: si yo quiero un Estado eficiente, más allá de la ideología o más allá de la dirección política que le dé, necesito archivos adecuados. Y una tercera, que dejo para el final y no es la menos importante: los archivos son el soporte documental para el ejercicio de derechos individuales y colectivos”.
LCV: “Totalmente”.
Andrés Pak Linares: “Entonces, si yo no implemento una política de archivo o directamente ataco la funcionalidad o servicios de archivos, estoy atacando directa o indirectamente —pero más directa que indirectamente— la posibilidad del ejercicio de derechos individuales y colectivos. Para poner un ejemplo de países vecinos: Brasil, hasta hace poco, tenía una política estatal en materia de archivos. Cambiaban los gobiernos —se iba Collor de Mello, venía Lula—, el director del Archivo Nacional de Brasil era el mismo. La CONARC, el Consejo Nacional de Archivo, era el mismo, seguía funcionando. A eso llamamos política estatal.
LCV: “Exactamente”.
Andrés Pak Linares: “Que trascienda las coyunturas. Que trasciendan las coyunturas y las ideologías”.
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Raúl Godoy, trabajador de la fábrica recuperada Zanon: “Nos están asfixiando”.

En un país donde las estadísticas borran a quienes resisten por fuera del mercado, el trabajador y dirigente ceramista, ex diputado del Frente de Izquierda, Raúl Godoy, levanta la voz desde el corazón de una experiencia que desafía las reglas del capitalismo hace casi 25 años. Zanon, la fábrica de cerámicos de Neuquén gestionada por sus trabajadores desde 2001, enfrenta hoy un escenario crítico: tarifas impagables, falta de crédito, desindustrialización y un Estado que nunca apostó por las gestiones obreras.
El viernes 13 de junio a las 17:30 hs en el Auditorio de ATE Nacional “Héctor Quagliaro”, ubicado en Moreno 2654, CABA, convocan a una reunión de solidaridad. En defensa de las gestiones obreras de Neuquén: Zanon, Ceramica Neuquen y Stefani de Cutral Co.
“El gobierno provincial con el uso de las fuerzas represivas: corto la luz y el gas a las cooperativas en plenos fríos. Paralizando asi toda la producción por lo tanto el sustento de cientos de familias. En la provincia de Vaca Muerta que provee energía a un tercio del país cortan los servicios a cooperativas de trabajo. Los trabajadores con un amplio apoyo de la comunidad vienen realizando manifestaciones en Neuquen, pero necesitan hacer visible esta situación a nivel nacional”, explicaron en un comunicado.
De paso por Buenos Aires para impulsar esa reunión de solidaridad y visibilización, Godoy analiza el presente de la cooperativa, recuerda el rol de los gobiernos que prometieron y no cumplieron, y apunta contra un modelo económico que prioriza a las multinacionales mientras deja caer a quienes producen sin patrón. “Lo que es verdaderamente utópico —advierte— es pensar que se puede sostener una cooperativa en medio de este capitalismo destructivo.”
LCV: ¿Dónde estás vos en este momento?
Raúl Godoy: Ahora, en estos momentos estoy en Buenos Aires. Estamos organizando una reunión para este viernes. Fue el pedido de los compañeros, se discutió en asamblea, para poder hacer visible nuestra lucha. Como bien decías al inicio, desde Neuquén siempre hay mucho silencio. Estamos en la Patagonia, lejos del centro político, por lo tanto, para hacer visible una lucha hay que venir hasta Buenos Aires. Entonces, bueno, acá preparando el terreno para poder hacer esta reunión de solidaridad y poder votar un plan de acción.
LCV: Contanos cuál es la situación que están viviendo en este momento en Neuquén.
Raúl Godoy: Claro. Las gestiones obreras, Zanon principalmente, pero después también Cerámica Neuquén, Stefani, y todos, somos parte de la lucha del 2001 en la Argentina, de ese momento donde surgieron y se multiplicaron las asambleas barriales, las ocupaciones de fábricas, gestiones obreras, cooperativas, etc. La gente se recordará lugares emblemáticos como el Bahuen, como Brukman. Fueron más de 250 fábricas y empresas que fueron ocupadas y puestas a producir frente al abandono de la patronal. Frente al cierre masivo de lugares de trabajo, mucha gente ocupó esos lugares y los puso a funcionar. Uno de los casos más emblemáticos fue el de Zanon, que venimos hace muchos años, ¿no? Ya el año que viene cumplimos 25 años, desde que se ocupó la fábrica y se puso a producir.
Bueno, estos años han sido de resistencia, de mucho trabajo. Al inicio, cuando empezó nuestro trabajo, tuvimos un momento donde las maquinarias estaban en buenas condiciones, veníamos con un cierto empuje, y logramos que las fábricas funcionaran, que ingresaran más compañeros y compañeras desocupadas a trabajar. Construimos una escuela, construimos un centro de salud, trabajamos muchísimo con la comunidad. Ahora, con el pasar de los años, los ajustes, una política peor que la otra, nos fueron asfixiando. No nos dieron jamás un acceso a crédito para renovar maquinaria. Entonces es como tener un taxi con un Ford Line, con un Torino, digamos. Es muy difícil seguir manteniendo una producción con fábricas que tienen más de 30 años de antigüedad. Han pasado los gobiernos, nunca accedimos, y ahora nos están apretando con los cuadros tarifarios. Con la política de Milei, de darle prioridad a las empresas multinacionales, nos vinieron a apretar. Y bueno, la parte más delgada de una economía son las cooperativas. No tienen espalda.
LCV: Respecto de la energía, escuchaba algo que tenía que ver con que si en la zona fría, que son ustedes, claro, tienen más de un medidor, significa que un medidor lo están usando de lujo. ¿No es posible que una cooperativa tenga dos medidores?
Raúl Godoy: Mirá, es incluso más complejo. Con las privatizaciones de los 90, que hizo el gobierno de Menem, quedó un desastre. Tenés una empresa que es la transportadora de gas, que es Camuzzi, una multinacional francesa que tiene el monopolio del transporte de gas. Pero además, tenés que contratar otra empresa que sea la proveedora. Ahí tenés una multitud de empresas, una peor que la otra, que especulan, la mayoría son multinacionales. En un momento tenía YPF la concesión, nos daba el gas, pero se retiró por zonas. Para que la gente se dé una idea de lo que estamos hablando, la boleta de gas es de 30 millones de pesos por mes.
LCV: ¿Y lo que gastás en sueldos para una cooperativa?
Raúl Godoy: Tenemos un sueldo básico, porque depende de la venta. En realidad, todos los primeros años de Zanon, los primeros 15 años, te diría, estábamos por encima, lejos, de lo que es el convenio ceramista en general. Siempre pudimos acceder, mientras la cooperativa funcionaba bien, a buenos sueldos. Cuando se empezó a deteriorar la economía, los sueldos los votamos en asamblea.
LCV: Entiendo. Pero lo que quería era que mi oyente entienda: 30 millones en gasto de gas y sueldos de cuánto.
Raúl Godoy: Estamos entre 300 y 400 mil pesos.
LCV: Me lo contabas de tal manera que pensé que me ibas a decir dos millones y medio. 400 mil pesos es una jubilación mínima.
Raúl Godoy: Exactamente. Por ahí si tenés una venta mayor se mejora y si no, no. No es estable. Al haberse caído tanto la producción y la economía en la cooperativa, se cobra lo que se puede. No todos los meses es igual.
LCV: En algún momento, ¿Zanon exportó?
Raúl Godoy: Sí, Zanón llegó a exportar, pero con mucho obstáculo. Hay mucha competencia. Había otras empresas que importaban directamente cerámicos más baratos, de menor calidad, y teníamos que competir. Las cooperativas, para nosotros, en última instancia, son lugares de resistencia. Mantenemos las fábricas abiertas. Pero debería ser un lugar de crecimiento, no de resistencia. Pero en un mercado capitalista absolutamente destructivo, no te dejan jamás.
De hecho, ningún gobierno nos permitió tener acceso a crédito para renovar maquinaria. Desde 2001 para acá, ninguno. Este gobierno menos. Este viene a liquidarte. Los anteriores te ponían un respirador. Este te lo quita y dice: “Si soportás, bien”.
Mirá, siempre cuento la anécdota: muchos estudiantes iban a Zanón a solidarizarse, estudiantes de economía, ingenieros. Uno de ellos era Axel Kicillof. Después llegó a ser ministro de Economía. Nunca pudimos acceder a un crédito, ni siquiera con él. Le vimos las caras a todos. Soluciones, a ninguno.
LCV: Le estoy preguntando esto a toda persona que fabrica algo. Con las importaciones abiertas, sin control, también se han abierto los controles de calidad y salubridad. ¿La cerámica tiene ese problema?
Raúl Godoy: Totalmente. Por ejemplo, Zanón fue la primera fábrica en Latinoamérica en fabricar porcelanato pulido. Con las importaciones empezaron a traer porcelanato chino, malísimo.
LCV: ¡Es el que se quiebra!
Raúl Godoy: Exactamente. Me alegra que lo digas vos, porque si lo digo yo parece parte interesada. Pero es verdad. Traían cerámicos malos, más baratos. La gente, con necesidad, compraba cualquier cosa. Imaginate planes de vivienda o empresas que hacen edificios: ponían lo más barato.
LCV: En los planes de vivienda del peronismo, las casas de obreros eran de materiales de calidad. Hoy el Estado te pone material barato. También hay una mirada política en eso.
Raúl Godoy: Sí, hay una decadencia generalizada. En Neuquén, que tiene mucha renta petrolera, ya no hay planes de vivienda. O están terciarizados. Nosotros planteamos que se estatizara la fábrica y, con control estatal, dedicar nuestra producción a viviendas. El gobierno proveía materia prima, maquinaria. Nosotros laburábamos. Gestión obrera. Ese fue el proyecto. No llegamos. Nadie quiso.
LCV: Nadie. Ni los más peronistas, ni los más socialistas.
Raúl Godoy: Logramos la cooperativa, sostuvimos el equipo, la fábrica abierta, trabajamos con la comunidad. Pero ese proyecto más amplio no se concretó.
LCV: Del 2001 al 2005 hubo una especie de “moda Zanon”. ¿Qué opinás de esos enamoramientos fugaces de la cultura “woke” que luego los abandonan?
Raúl Godoy: Yo creo que el título sería: No me arrepiento de este amor. Lo que hicimos en Zanon fue impresionante. Hasta 2009, cuando llegó la crisis de Lehman Brothers, tuvimos un golpe fuerte. Se encareció la energía, tuvimos que apagar un horno.
LCV: ¿Quién era el ministro de Economía?
Raúl Godoy: No me acuerdo. Pero fue un golpe. Afectó a toda la economía. Pero lo importante es que Zanon fue una gran prueba de cómo los trabajadores podemos gestionar. Se creó una escuela, se trabajó con pueblos originarios. Acá, siempre que hay crisis, los patrones dicen “cierro”. Pero ahora saben que los trabajadores pueden ocupar la fábrica. Eso quedó. Eso está en la conciencia de miles. Y también en la de los patrones.
Hay una empresa, Madigraf, que era de un fondo buitre. Amenazaban con cerrar. Los compañeros grabaron un video con un fantasma que decía “Zanon” en el pecho. Terminó siendo cierto. Ocupada y puesta a producir. Hoy es cooperativa. Produce en el parque industrial de Pilar. Frente a Ford, con 5.000 obreros.
LCV: El tiempo está a favor de los pequeños.
Raúl Godoy: Esperemos. Ninguna lucha fue en vano. Lo que sí es utópico es tener una cooperativa y pensar que, en este capitalismo destructivo, vamos a prosperar. Eso sí es utópico. Pero pensar en un país cooperativo, más grande, es lo único que nos puede salvar de esta barbarie.


16 de junio de 1955: Esa maldita costumbre de matar, por Leónidas Ceruti

“Sin archivos no hay derechos”: la advertencia de Andrés Pak Linares ante el vaciamiento de la memoria estatal
