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Otto René Castillo y Bertolt Brecht en la guerrilla. Poesía y revolución –Parte III, por Pablo Solana
“El revolucionario es un poeta en acción”. Tomás Borge
“Mi vida en la guerrilla es mi más grande poesía”. Otto René Castillo
Con 32 años y un prestigio literario bien ganado, Otto René Castillo decidió sumarse a la lucha armada. Hizo tareas de formación política y teatro con los guerrilleros. Cayó en manos de un capitán del ejército que con torturas le cobró su arte: “¿Así que vos sos el poeta que dice que se quedará sin voz para que Guatemala cante?”. Su cuerpo continúa desaparecido. Su poesía, en cambio, por ahí anda, aunque todavía no del todo valorada.
El guerrillero tenía superpoderes, o más bien artefactos que le daban talentos especiales. Algo más parecido a Batman que a Superman. Llevaba unos anteojos con los que veía el futuro, una boina que lo volvía muy inteligente, unas botas “siete leguas” –esas de montar bien estilizadas que animan más de una leyenda centroamericana– que le permitían andar y andar por la serranía sin cansarse. Y una brújula que lo orientaba, pero no en la geografía sino para diferenciar lo que estaba bien de lo que estaba mal. Otro talento sí le era propio, no dependía de utensilios: en el último tiempo había desarrollado un corazón tan fuerte que le permitía amar en todos los sentidos imaginables: podía enamorarse, querer con devoción a niños, niñas y personas mayores que necesitaran cuidado y, por supuesto, amar a su pueblo y a su patria como el que más.
Sin embargo, en un descuido, un soldado con el que se cruza en la sierra le dispara y lo captura. Le saca los lentes, la boina, las botas y la brújula y se calza todo él, pero no logra demasiado. No consigue sentirse querido por las familias campesinas. Entonces golpea al guerrillero para que le diga el secreto. Éste le contesta que más allá de los artefactos, para desarrollar un corazón fuerte y poder amar al pueblo y que el pueblo lo respete, el único secreto era sumarse a las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). Dejar el ejército y pasarse a la guerrilla.
El soldado, enfurecido y nublado por la impotencia, vuelve a golpearlo hasta la muerte. Arranca su corazón en busca de una respuesta que le permita comprender el misterio del amor.

Los gritos con los que increpa al guerrillero aun después de muerto llaman la atención de unas familias campesinas. Se acercan y, cuando ven la situación, la emprenden contra el asesino. Aunque no tienen armas, vengan a golpes el crimen del guerrillero.
Se llevan el cuerpo del revolucionario caído. Junto a todo el pueblo, le dan sepultura y le rinden los honores correspondientes a un héroe popular.
Así recuerda el comandante guerrillero César Montes una de las obras de teatro que Otto René Castillo montó en el campamento del Frente Edgar Ibarra de las FAR. Seguramente después del final, en medio de la congoja por el entierro del héroe, quienes actuaron y quienes presenciaron la obra se quedaron debatiendo la historia. “Otto explicaba con suma sencillez cómo un gran autor alemán, Bertolt Brecht, había hecho teatro renovando técnicas y temas”, recuerda Montes. Antes de autorizar el experimento, habían discutido:–¿Y vos creés que voy a poner a nuestros combatientes, experimentados y endurecidos por los enfrentamientos y las dificultades, a hacer teatro? –había dicho el comandante.
–Creo poder hacer, con el teatro, lo que no se puede lograr con las balas —replicó el poeta. Montes reconstruyó en un libro con sus memorias la anécdota, y el argumento que Castillo le dio: –Las balas de tus combatientes pueden hacer mucho frente al enemigo, pero el teatro puede provocar cambios en la mentalidad del pueblo, en su formación y en su participación. Eso no se puede lograr con los fusiles. Te propongo presentar obras de teatro concientizadoras que permitan profundizar y ampliar la integración popular al proyecto político; precisamente el tipo de teatro que la sociedad burguesa no nos permitiría jamás representar. Un proyecto político así va a ser defendido después por el propio pueblo, aunque en un principio no tenga armas; ya se harán de ellas, para defender mejor sus derechos.
Después de escucharlo, el jefe lo dejó hacer. Tenía otro esquema en la cabeza cuando lo había designado responsable de la formación ideológica del Regional Oriental de las FAR, pero confió en él. Otto René Castillo, que en sus ratos libres leía una edición de Das Kapital de Karl Marx, así, en idioma original, puso a prueba obras de teatro y diseñó un plan de alfabetización, porque muchos de los campesinos que se sumaban no sabían leer. Pasaron algo más de tres meses hasta que le sucedió lo que al protagonista de su obra. “Aunque a él no le pudimos rendir honores porque desaparecieron su cuerpo”, recordará Montes. “La historia ama las paradojas”, sentenció alguna vez Brecht, portador de un humor ácido a prueba de tragedias.
Antes de indagar en esos fatídicos días de marzo de 1967, recuperemos el contexto histórico por el cual Otto, al igual que miles de jóvenes, intelectuales, obreros y familias campesinas se volcaron a la lucha armada.
Una hoja que cae toda llena de otoño
Compañeros míos
yo cumplo mi papel
luchando
con lo mejor que tengo.
Qué lástima que tuviera
vida tan pequeña,
para tragedia tan grande
y para tanto trabajo
No me apena dejaros.
Con vosotros queda mi esperanza.
Sabéis,
me hubiera gustado
llegar hasta el final
de todos estos ajetreos
con vosotros,
en medio de júbilo
tan alto. Lo imagino
y no quisiera marcharme.
Pero lo sé, oscuramente
me lo dice la sangre
con su tímida voz,
que muy pronto
quedaré viudo del mundo.
En la Parte I mencionamos las circunstancias nodales de su vida, su obra y su compromiso revolucionario: la crianza en una familia politizada, la adhesión al gobierno nacionalista de Jacobo Árbenz, su militancia juvenil y su ingreso al Partido Guatemalteco del Trabajo. En la Parte II indagamos en el vínculo profundo, revelador, que mantuvo con su amigo, colega y camarada salvadoreño Roque Dalton.
Situémonos ahora en los años previos al desenlace. Las dictaduras que sucedieron al golpe de estado de 1954 no hicieron más que endurecer la persecución contra los sectores democráticos. Pero no será sino hasta el año 1962 cuando tomen forma las primeras organizaciones guerrilleras en Guatemala.

En mayo de 1960, a poco de la entrada victoriosa de Fidel a La Habana, el PGT en el que Otto militaba definió en su III Congreso, realizado en la clandestinidad, la validez de “todas las formas de lucha”. Él seguía los acontecimientos desde la Alemania comunista, donde había ido a estudiar por medio de una beca facilitada por el Partido. Aun a la distancia comenzó a tramar su acercamiento a la lucha armada. En enero de 1962 decidió dejar los estudios e integrarse a la brigada de cineastas que dirigía el holandés Joris Ivens, quien se proponía documentar las insurgencias latinoamericanas desde adentro. Para ello, el entrenamiento del grupo constaba de formación cinematográfica pero también militar.
Ese mismo año se crean las FAR en su país. La organización tuvo en común con otras guerrillas latinoamericanas la incorporación de jóvenes provenientes del partido comunista (PGT, en el caso de Guatemala) que renegaban de las tesis pacifistas promovidas por la Unión Soviética. Pero, a diferencia de la mayoría de los otros grupos armados, en este caso confluyeron además un grupo de militares nacionalistas como el Teniente de Infantería Luis Augusto Turcios Lima, exoficial del Ejército de Guatemala, quien se convirtió en el principal dirigente de la guerrilla en esa etapa. Las FAR se hicieron notar por medio de emboscadas al Ejército, toma de poblaciones y sabotajes económicos. Durante los años 1964 y 1965 lograron sortear dos ofensivas militares, pero los golpes se sucedieron. Para finales de 1966, cuando Otto René finalmente se suma, los frentes guerrilleros estaban debilitados.
Escala en Cuba: Y ahora quiero caminar contigo
Me voy,
ya no soy más
el áspero monólogo
que se repite en esperanza.
Ahora soy el abandonado, la hoja
que cae del árbol
toda llena de otoño
que habrá de sentir
durante algún tiempo todavía
la bondadosa presencia
del árbol.
“Alguien me ha contado que él estuvo allá, en la preparación de la guerrilla en la isla, pero no lo he comprobado”, contó su hijo Patrice Castillo en una entrevista en 2010. Las escasas reseñas biográficas que existen sobre Otto René mencionan un paso por Cuba antes de su último regreso clandestino a Guatemala, pero no dan mayor precisión.
Recordemos brevemente lo narrado con más detalle en la Parte I: En abril de 1965 el poeta fue expulsado de Guatemala tras una detención policial. En ese momento preparaba una incursión a los campamentos guerrilleros para filmar las imágenes que utilizaría la brigada de cineastas con la que se había vinculado en Alemania. Se exilió en México, y al poco tiempo fue designado como el representante guatemalteco ante el Comité Organizador del Festival Mundial de la Juventud que estaba planificado para ser realizado en Argelia. Aunque el festival no se concretó por el golpe de Estado que derrocó al líder independentista argelino Ahmed Ben Bella en junio de 1965, la responsabilidad que tenía Otto le permitió viajar. Estuvo allí cuando fue el golpe y pasó por Austria, Hungría y Chipre.
Finalmente viajó a Cuba, y sobre esa etapa se diluyen las precisiones. Allí “permaneció algún tiempo”, coinciden sus escuetas biografías, y no agregan más.
El responsable de las relaciones políticas de Cuba con las organizaciones revolucionarias centroamericanas en los años 60, Norberto Hernández Curbelo, confirma haberlo conocido en ese paso por la isla: “Otto René Castillo promovía la idea de organizar una guerrilla centroamericana. Siempre se habló de ese tema, pero hasta donde yo sé nunca hubo una decisión de formar esa organización. Nos manteníamos al tanto del asunto para ver cuál iba a ser su evolución posterior. Aquí preparamos militarmente un grupo de centroamericanos que se llamaron ´los calecas´ donde había hondureños, guatemaltecos y salvadoreños; su objetivo era incorporarse a la lucha revolucionaria en Guatemala”.
El recuerdo de Curbelo es importante, porque él fue uno de los fundadores del Vice Ministerio Técnico (VMT) del Ministerio del Interior de la Revolución, como se llamó en un principio al organismo encargado de apoyar la lucha armada en todo el continente. Se trata de la misma dependencia comandada por el legendario Manuel Piñeiro, Barbarroja –y monitoreada de cerca por Fidel– que a lo largo de los años cambiará su nombre a Dirección General de Liberación Nacional (DGLN) y más recientemente a Departamento América, cuando pasó a ser órgano dependiente del Comité Central del PC cubano. Curbelo fue, además, representante diplomático en las embajadas en Colombia, Panamá, Ecuador, Venezuela y Uruguay. Sus palabras coinciden con el testimonio del fallecido poeta guatemalteco Arqueles Morales, quien en 1972 escribió con Roque Dalton el texto sobre Otto René Castillo que reseñamos en la Parte II de esta historia.
Pero para entender la importancia del paso de Castillo por Cuba es fundamental contextualizar el encuentro que tuvo allí con el líder guerrillero Turcios Lima: “En 1965 participé personalmente en la preparación del viaje clandestino a Cuba de Luis Augusto Turcios Lima, quien en ese momento ya era el comandante en jefe de las FAR –cuenta Curbelo, el funcionario cubano–. Esto implicó un esfuerzo solidario muy grande porque tanto él como los principales dirigentes de las FAR eran muy perseguidos por los órganos especiales de los Estados Unidos. Gracias a esa operación, Turcios pudo participar en la Primera Conferencia Tricontinental efectuada en La Habana en enero de 1966 y regresar indemne a Guatemala”.
Las FAR fueron uno de los tantos grupos que contaron con la solidaridad y apoyo de Cuba en su lucha antidictatorial. Turcios Lima era una figura respetada de la izquierda continental. “Yo he conocido muchos dirigentes revolucionarios latinoamericanos, a casi todos. Pero en mi opinión sobresalieron Luis Augusto Turcios Lima y Jaime Bateman Cayón [fundador del M-19 en Colombia], valora Curbelo. El propio Che pone al guatemalteco como ejemplo en su “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”, en el que llama a crear “dos, tres, muchos Vietnam”. Durante aquel tiempo en la isla el dirigente de las FAR fue recibido en el Departamento de Filosofía de La Habana, e invitado especialmente a ser parte de la Primera Conferencia Tricontinental que se hizo en la isla en enero de 1966, donde compartió escena con figuras como Salvador Allende y el propio Fidel.

Otto estuvo allí. Lo afirman dos comandantes guerrilleros que fueron sus jefes, César Montes y Pablo Monsanto, quien agrega otro dato: Castillo y Turcios Lima ya se conocían, porque éste último lo había contactado en Europa para convocar al poeta a sumarse a su organización. El investigador guatemalteco Mario Morales detalla: “Otto viaja a La Habana y se entrevista con Luis Turcios Lima en enero de 1966 (Turcios moriría el 2 de octubre de ese mismo año). En Cuba se junta con Nora Paiz, militante revolucionaria, con quien ingresa a Guatemala en noviembre de 1966”.
El encuentro con el máximo dirigente de las FAR bajo el cobijo de Cuba, que estaba brindando no solo apoyo político sino también entrenamiento a los grupos armados, confirma que el paso de Castillo por la isla tuvo por objetivo preparar su ingreso definitivo a la guerrilla en su país.
Al igual que sucede con Roque Dalton, en el caso de Otto René Castillo existe la tendencia a sobredimensionar su decisión personal, como si se tratara de grandes figuras de la literatura que de pronto deciden, en un gesto heroico y romántico, volcarse a la aventura guerrillera. Pero lo que hay detrás de esa decisión es un prolongado proceso de involucramiento político, y sobre todo orgánico: ni Dalton ni Otto René resolvieron su situación en la soledad del intelectual. Fue el encuadramiento militante colectivo el que los llevó, como a gran parte de aquellas generaciones, al compromiso final.
No solo están aquí los tira-tiros
Si escribes un poema,
puede que mañana
te sirva de epitafio.
Si el día está hermoso
y ríes,
puede que la noche
te encuentre en una celda.
Si besas a la luna,
que acaricia tu hombro,
puede que un cuchillo
de sal
nazca de madrugada
en tus pupilas.
Amargo sabor a luto
tiene la tierra donde vivo,
mi dulce bailarina.
Sabes,
creo
que he retornado
a mi país
tan solo para morir.
Y en verdad,
no lo comprendo todavía.
Pablo Monsanto sigue usando ese, su nombre de guerra, más de un cuarto de siglo después de haberse integrado a la vida legal tras la firma de los acuerdos de paz. Poco importa que haya sido bautizado en 1945 como Jorge Ismael Soto. Hoy, a más de 50 años de su iniciación guerrillera, con su nombre de combate sigue haciendo política por izquierda. Es una figura legendaria. Fue él quien estuvo al frente de la columna rebelde en la que Otto René Castillo pasó sus últimos meses de vida antes de ser capturado por el Ejército. Nos recibió en las oficinas de su nuevo partido, Convergencia, en la ciudad de Guatemala, una tarde soleada de 2018.
– ¿Cómo fue su relación con Otto?
–Compartimos mucho en el poco tiempo que estuvimos en la guerrilla. Hicimos una buena amistad porque a él lo asignaron para que me preparara a mí teóricamente, porque yo estaba designado a asistir a la reunión que iba a haber en Egipto, donde se iba a reunir la organización mundial que se había hecho en La Habana, el movimiento revolucionario de América Latina (se refiere a la Primera Conferencia Tricontinental que se realizó en Cuba y a la segunda, que se pensaba realizar en 1968 en El Cairo). Entonces con él hablábamos mucho, me daba clases de teoría marxista, que fue la que él llegó a conocer a fondo. Fue uno de mis profesores, de mis mentores. Lo que pasa es que fue muy poco tiempo, pocos meses.
–¿Cómo se incorpora él a la organización?
–Yo lo conocí cuando él recién vino de La Habana, lo conocí aquí en la ciudad de Guatemala. Cuando íbamos en la montaña yo le hacía bromas por el poema ese “Vamos patria a caminar”, porque nos sentábamos a descansar, y cuando nos levantábamos yo me echaba la mochila y le decía: “Vamos, Patria, ¡a caminar!”. Cuando Otto se incorpora, el movimiento guerrillero estaba a la defensiva total. Después de la muerte del Comandante Turcios Lima el enemigo estaba lanzando una operación gigantesca en la Sierra de las Minas, que era donde nos encontrábamos. La situación era muy difícil, la reacción nos bombardeaba con napalm. Además, nos dejaban en los caminos los cadáveres de los campesinos que asesinaban con letreros en el pecho: murió por comunista, o por guerrillero. A él lo integraron a la unidad guerrillera que estaba bajo mi responsabilidad. Yo en ese tiempo tenía el grado de capitán, aunque era varios años menor que él.
–¿Cuánto tiempo estuvo Otto en la guerrilla?
–Él subió a la sierra como en el mes de diciembre del año 1966, y ese combate fue en marzo. Apenas llegó a estar dos o tres meses, porque ese combate [en el que lo capturan] se produjo en marzo de 1967, para Semana Santa. Fue Lunes Santo o Domingo de Ramos. Al subir por el río, Otto y Nora Paiz, una compañera que estaba algo enferma y a la que él cuidó ese último tiempo, encontraron una brecha, un camino de caballos y de mulas. Siguieron el camino, bajaron a una aldea y ahí los capturaron. Los llevaron a una base militar, a una aldea que se llama Las Palmas. Ahí los estuvieron torturando y finalmente los quemaron vivos.
–¿Él le hablaba de otros escritores, intelectuales, que podrían sumarse a la lucha armada?
–Él era muy crítico. Yo sé que estuvo en Chalatenango, su ciudad natal, y que allí tuvo reuniones con grupos de intelectuales y escritores. Por supuesto que él les hacía un llamado a que se incorporaran al movimiento revolucionario. Pero la situación en esa etapa era sumamente difícil, aquí a la mayoría de intelectuales los asesinaron en las calles, saliendo de la universidad los mataban, hay una lista enorme de asesinados que eran miembros del PC en su mayoría, miembros de las FAR. Otto asumió una actitud de cara a los intelectuales, de cara a la gente que estaba a la expectativa de qué era lo que pasaba, porque aquí hubo una tendencia y una corriente incluso dentro del Partido Comunista que decía, bueno, los políticos, los teóricos y los intelectuales somos los que estamos en el Partido, y los que están en la guerrilla son los tira-tiros. Entonces, yo siento que Otto lo que hace al incorporarse a la guerrilla es decir “no solo están aquí los tira-tiros, sino también los intelectuales, y estamos dispuestos a luchar por todos los medios”. Porque parte de las discusiones, los debates y los problemas políticos que tuvo el movimiento revolucionario en esa época era por ese tipo de señalamientos que se hacían. A nosotros nos veían como los rambos, como los muy buenos para combatir, pero que para elaborar teóricamente y políticamente no teníamos las capacidades que tenía la gente que se supone se había formado en las universidades y en la Unión Soviética.
–¿Sabe si durante esos meses escribió poesía u otros textos?
–Otto tenía sus libros, sus apuntes, pero la mochila que llevaba la capturaron, y ahí iban sus cosas. Él tenía una cámara. En el momento en que a mí un general me manda una foto, ya cuando estábamos en las negociaciones de paz, le dije, mire, esta foto me la tomó Otto René Castillo, esta foto es de su cámara. Todo eso cayó en manos de sus captores.

Alguien será la cordillera popular que se levante
Suele mencionarse la brutalidad con la que fue torturado y asesinado Otto René Castillo, el ensañamiento con el que le endilgaron haber alzado su voz de poeta contra el régimen. Sin embargo, su caso no fue excepción: la represión en Guatemala fue de las más sanguinarias. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico que acompañó a los acuerdos de Paz de 1996 estimó en alrededor de 200.000 las víctimas de la violencia en el medio siglo entre el Golpe contra Árbenz y la firma de los acuerdos que se propuso dar un cierre a ese ciclo histórico.
Su hermana Zoila intentó reconstruir los hechos. Fue a Zacapa, a unos 150 kilómetros al nororiente del país, donde Otto y los demás habían sido capturados. Buscaba el cadáver que los militares desaparecieron, y del que no se sabe nada hasta hoy. Su testimonio fue recogido por Mario Morales en el libro La ideología y la lírica de la lucha armada (Guatemala. Editorial Universitaria: 1994).
“La versión de la forma criminal en que Otto René fue torturado y asesinado la dio el monstruo que vestido de uniforme y ostentando el grado de capitán del Ejército Nacional dirigió la tortura y el interrogatorio”, cuenta la mujer. “En la montaña y en la lucha clandestina usaba el seudónimo ´Miguel´, quizá en memoria de Miguel Hernández, el gran poeta español, a quien le escribiera unos poemas. Pero una vez capturado se identificó como Otto René Castillo. ´¡Ajá!, así que vos sos el poeta que dice que los coroneles se orinan en los muros de la patria… Con que vos sos el que se quedará ciego para que la patria vea… Así que vos te quedarás sin voz para que Guatemala cante… Pues se te hizo, cabrón, porque todo eso es lo que realmente te va a pasar, y no en versitos sino en la pura realidad´. Con una gillette asegurada en una varita de bambú, atado de pies y manos, le cortaban la cara a cada frase que le decían (basándose en el poema “Vamos Patria a caminar”). Le gillettearon los ojos, la boca, las mejillas, los brazos y el cuello”.
Después de este relato, solo cabe volver a la poesía. Impedir el triunfo de los verdugos. Devolverle la voz al poeta para que otra vez cante:
Vamos patria a caminar, yo te acompaño,
yo bajaré los abismos que me digas,
yo beberé tus cálices amargos,
yo me quedaré ciego para que tengas ojos,
yo me quedaré sin voz para que tú cantes,
yo he de morir para que tu no mueras,
para que emerja un rostro flameando al horizonte
de cada flor que nazca de mis huesos.
Tiene que ser así, indiscutiblemente.
Ya me cansé de llevar tus lágrimas conmigo
y ahora quiero caminar contigo, relampagueante,
acompañarte en tu jornada, porque soy un hombre
del pueblo, nacido en octubre para la faz del mundo.
Patria,
los generales acostumbran orinar tus muros
pero nosotros vamos a lavarte con rocío,
por ello pido que caminemos juntos, siempre
con los campesinos agrarios
con los obreros sindicales;
con el que tenga un corazón para quererte.
Vamos patria a caminar, yo te acompaño,
naveguemos el siglo veinte sin negarlo,
yo te doy mi brazo impersonal, mi corazón manzana,
mi frente que crece sobre la faz del trigo.
Alguien dará la mano abismo del albañil aéreo
y el pie cuadrado del arcilloso peón,
el pecho mineral del hombre de las minas
y el grito final del ferroviario muerto,
alguien será la cordillera popular que se levante
para revisar la historia del hombre sin dolor
que llena de dolor la vida de los hombres.
Vamos patria a caminar, yo te acompaño.
– – –
Parte I. Poesía y Revolución
Parte II. Otto René Castillo y Roque Dalton
Otto René Castillo, bibliografía básica:
1962. 5 poemas de Otto René Castillo (mimeografiado).
1964. Tecún Umán. Guatemala: Edición de la Asociación de Estudiantes universitarios.
1965. Vámonos patria a caminar. Guatemala: Ediciones Vanguardia.
Tras su muerte:
1971. Poemas. La Habana: Casa de las Américas.
1975. Informe de una injusticia. Costa Rica: Editorial Universitaria Centroamericana.
1989. Para que no cayera la esperanza. Tegucigalpa: Editorial Guaymuras. (Completo, escaneado, en este link: https://drive.google.com/file/d/18U_lkYS65ab9qCNgj7_6_Bf_oP_d5Nvh/view?usp=share_link )
2017. Vamos patria a caminar. Guatemala: F&G Editores.
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Después del domingo, a redoblar la apuesta, por Alberto Nadra
Un aporte desde mi militancia
Lejos estoy de la soberbia pretensión de explicar a tan pocas horas los resultados de este domingo sombrío. Eludo cifras, porcentajes y bancas, e intento compartir una actualización de las afirmaciones y categorías que vengo planteando hace muchos años, mi forma de militancia con la palabra, así como con la acción que me permiten los años.
Las concibo como un simple aporte al intercambio que debemos darnos quienes nos consideramos parte del movimiento nacional y popular, tanto los que entienden que su misión es mejorar las condiciones de vida del pueblo dentro de este capitalismo senil –pero en pleno reacomodamiento– como quienes siempre consideramos que solo lo lograremos plenamente mediante un transformación revolucionaria en las estructuras económico-sociales, un cambio de mando en el poder y no meramente en la administración temporal de la cosa pública.
La situación es lo suficientemente grave, hemos retrocedido tanto, que aún falta mucho para dirimir esa cuestión.
Ganar batallas, perder la guerra
A lo largo de los años, el peronismo, fuerza mayoritaria entre lo mejor de nuestro pueblo, demuestra que puede lograr la mayoría electoral por períodos, hegemónico en un principio, ligeramente frentista con el tiempo y las dificultades. Sobre todo cuando convoca a otros sectores del campo popular, puede conquistar o reconquistar derechos, mejorar transitoriamente las condiciones para producir y crear trabajo, recuperar el salario o afirmar la soberanía.
Sin embargo, no puede retener esa mayoría electoral, pues el poder real reacciona al ver cualquier amenaza a sus privilegios. Ante esto y hasta ahora, en lugar de redoblar la apuesta, cede ante el poder real y vacila ante la necesidad de producir cambios de fondo en la estructura y la relación de fuerzas social que la determina. Por eso fue y es desplazado, antes por golpes de Estado y ahora también por las urnas.
¿Qué significa redoblar la apuesta?
Para cambiar en serio y ampliar las posibilidades de sostenerlo en el tiempo, no alcanza con las buenas intenciones ni con avances parciales; se exige redoblar la apuesta: confrontar a fondo con el privilegio y enfrentar el “sentido común”, la ideología dominante en toda la sociedad, que es precisamente la del bloque dominante.
¿Qué significa redoblar la apuesta, sea en la gestión para defender conquistas y profundizar el rumbo, sea en el llano para resistir y reunir fuerzas para dar vuelta la taba en favor de las mayorías?
Desde ya no es una convocatoria el exitismo, ni a las chicanas de la interna chica. Significa algo muy distinto a lo que practica la rama partidocrática del heterogéneo movimiento popular, que no solo la hay, sino que es predominante en su dirigencia.
Necesitamos que se reencuentren con el pueblo, que pongan el cuerpo en las luchas que crecen, pero aisladas, sin coordinación ni dirección política.
Es necesario convocar y lograr la unidad, pero la unidad de los luchadores, no un mero rejunte vacío de contenido, que no solo duele, sino que conduce al fracaso, antes o después de un desafío electoral.
Es necesario que esa unidad sea amplia pero a la vez institucionalizada, con protagonismo de las distintas fuerzas, con toda la amplitud que permita un acuerdo programático claro y acompañado por un plan de acción concreto, para gobernantes y gobernados, para dirigentes y militantes.
Preguntas, tan incómodas como necesarias
En ese camino hay que plantearse problemas de fondo como, a título de ejemplo: ¿es posible reconstruir el país y abrir un futuro de progreso y bienestar sin plantear una moratoria unilateral de la deuda externa, por el tiempo que reclame esclarecer su legitimidad y determinar las formas de pagos que permitan crecer a la nuestro país? ¿Es posible sin replantear una estrategia de independencia internacional que incluye acuerdos regionales y apelar a la cooperación e integración con los BRICS? ¿Seguiremos escuchando condenas a la bronca y el combate cuando negar la legitimidad de responder a la violencia es sellar un pacto con la crueldad?
La disyuntiva final
Unidad institucionalizada, programa y plan de acción. Cultivar la bronca, empujar la lucha organizada y transformarla en combate legítimo.
No son frases hechas, ni un recurso más melancólico que práctico.
¿Es difícil? ¡Claro que lo es! Llevamos años y acumulando dolores sin lograrlo. Pero, mientras no se logre, mientras no lo logremos, seguiremos ganando o perdiendo elecciones, conquistando y reconquistando derechos una y otra vez, pero retrocediendo a mediano y largo plazo.
Sé que no digo nada nuevo para tantos luchadores, pero es hora de empezar a decirle a la dirigencia y militancia, principalmente a la peronista, que es eso o seguir profundizando la decadencia, repetir fugaces triunfos y domingos aún más sombríos que el de este 26 de octubre.
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“Un mi padre de ron”, por Oscar Taffetani
Un amigo cubano -cuyo nombre me reservo- me contó una vez que en sus últimos años Ismaelillo (el hijo de José Martí bautizado José Francisco Martí Zayas Bazán), quien a lo largo de su vida mantuvo una relación particular con los EEUU (creció en Brooklyn, intervino en la guerra de Independencia cubana, apoyó las intervenciones y el protectorado norteamericano y ya convertido en alto jefe militar se apartó de todo al fin de la conspiración de los ABC), solía rondar por hoteles y tabernas esgrimiendo un billete con la cara de su padre y pidiendo en voz alta “un mi padre de ron”. Deliciosa anécdota.
Me acordé de esto cuando ciertos dirigentes nuestros cuestionan -“por principios”- el inesperado salvavidas que Scott Bessent -amigo de Soros- le tiró al ministro Toto C. al comprar pesos argentinos la pasada semana (pesos que muy pronto estará recomprando, con ganancias).
Ay, si eso fuera todo! Esta dirigencia vernácula sigue sin entender que una buena parte del voto favorable al Advenedizo, ayer domingo, se debe a la perspectiva cierta de que al gobierno se le fuera todo de las manos -como a otros- por un “golpe de mercado”.
Fue un voto defensista y conservador, pero no un voto “colonialista”. Nuestros asuntos pendientes (deuda, recursos naturales, Estado, producción) siguen estando pendientes, y mi deseo es que puedan abordarse y resolverse sin perder las instituciones democráticas ni la Independencia argentina.
Nada, eso.
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“Represión y abandono en el Chaco: la comunidad Qom bajo ataque”
Introducción
En la provincia del Chaco, las comunidades originarias vuelven a ser blanco de la represión estatal. La semana pasada, un violento operativo policial atacó una manifestación pacífica de la comunidad Qom en la localidad de Villa Río Bermejito, dejando decenas de heridos y varios detenidos. Detrás de los palos y las balas de goma, se esconde una crisis humanitaria marcada por el hambre, la falta de agua y la eliminación de pensiones no contributivas.
Para comprender la magnitud de lo que ocurre y el rol del Estado en este conflicto, La Columna Vertebral – Historias de Trabajadores dialogó con Johana Duarte, secretaria gremial de la UTEP.
LCV: “¿Cómo nace el conflicto que derivó en la represión a la comunidad Qom del Chaco?”
Johana Duarte: “La semana pasada, en la provincia del Chaco, se graficó una situación que venimos denunciando en todo el país, pero que en algunos lugares, como las provincias del norte, se profundiza más: la crisis alimentaria y la que viven las comunidades originarias producto del brutal ajuste que lleva adelante el gobierno nacional. En este caso, también en complicidad con el gobierno provincial, encabezado por Leandro Zdero, alumno perfecto de Milei. Digo ‘alumno perfecto’ porque no solo es cómplice del ajuste nacional, sino que implementa en la provincia más pobre de la Argentina las mismas políticas: ajuste, persecución, estigmatización de los trabajadores y represión. Es un modelo calcado del nacional.”
LCV: “¿Qué situación concreta están atravesando las comunidades en el territorio?”
Johana Duarte: “En la zona del Impenetrable chaqueño, hace varios meses que no llegan alimentos ni asistencia en agua. Son derechos básicos contemplados incluso por un fallo de la Corte Suprema en 2016, que intimó a la provincia a garantizar el cumplimiento de esos derechos. Desde la asunción de Milei en la Nación y de Zdero en el Chaco, esa asistencia se cortó. Las comunidades reclaman hace meses la restitución de esos derechos básicos. A eso se suma la baja masiva de pensiones no contributivas, que eran el único ingreso de muchas familias. La situación es de una gravedad absoluta.”
LCV: “¿Cómo se produjo la represión?”
Johana Duarte: “La semana pasada, en Villa Río Bermejito, las comunidades se habían congregado pacíficamente en la plaza central para movilizarse y exigirle al intendente que reclamara por los derechos que se están vulnerando. Pero el reclamo fue respondido con una represión feroz: más de 300 efectivos de la policía provincial atacaron a manifestantes indefensos, en su mayoría adultos mayores, mujeres y niños. Hubo casi 50 heridos y cinco detenidos. Lo más grave es que el operativo fue encabezado por el propio jefe de la policía del Chaco, mientras las mafias y el narcotráfico avanzan impunes en la capital. Es el modelo de seguridad impuesto por Patricia Bullrich: reprimir a los pobres en lugar de enfrentar el delito real.”
LCV: “¿En qué estado está hoy el conflicto?”
Johana Duarte: “Luego de la represión, las comunidades siguen en asamblea permanente. Reclaman tres cosas urgentes: alimento, acceso al agua y la restitución de las casi 10.000 pensiones dadas de baja arbitrariamente. Además, el Estado Nacional cerró oficinas como ANSES o el Ministerio de Capital Humano, y en esa zona la delegación más cercana está a 80 kilómetros, en Castelli. Es decir, no solo les quitan lo que necesitan, sino que también les niegan dónde reclamarlo.”
LCV: “¿Qué pasos se están dando frente a esta situación?”
Johana Duarte: “Las comunidades continúan en estado de asamblea y han iniciado acampes a la vera de distintas rutas del Chaco. Se exige al Poder Ejecutivo provincial que dé respuesta inmediata. La lucha va a continuar, porque las pensiones son un derecho adquirido y no vamos a permitir que se las arrebaten.”

