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Opinión

Bolivia. Segunda vuelta, un desafío histórico, por Camilo Katari

El escenario político, nos presenta un nuevo desafió. Se trata de consolidar la democracia como sistema de vida y práctica cotidiana. La segunda vuelta que definirá cuatro gobernaciones en el país tiene, en sí misma, el contenido de lo que podemos llamar democracia.

Es posible que no estemos de acuerdo con los candidatos que hoy son representantes del MAS-IPSP, que tengamos reparos respecto a sus programas y ofrecimientos; pero es necesario abrir el panorama y ver que esta segunda vuelta interesa a la región (América Latina – Abya Yala) y al mundo. Hace tiempo que Bolivia se encuentra en el tablero mundial de la geopolítica, por su capacidad de resistencia a los embates neoliberales, por la fuerza de sus movimientos sociales, que no han permitido que volvamos a convertirnos en un “patio trasero” pese al último intento que fue el golpe de noviembre del 2019.Como país, somos un referente de lo que un pueblo puede ser capaz cuando tiene claridad en su horizonte histórico, cuando tiene el instrumento político, conductor de este proceso.

El Vivir Bien es la apuesta que desafía al pensamiento político occidental y propone una nueva manera de entender la vida; lejos del capitalismo salvaje. Ahí radica la importancia de volver a ganar en estas cuatro gobernaciones, porque una victoria es un revés para los imperialistas y para sus agentes internos.

Las razones políticas, ideológicas, sociales y económicas, que exigen una victoria, se pueden enumerar por cada departamento de la siguiente manera:

En el caso de Chuquisaca, se tiene que derrotar, definitivamente, el pensamiento feudal-colonial, que aqueja a gran parte de la ciudad de Sucre y a muchas capitales de provincia donde se asientan los viejos “finqueros” con pretensiones de nobleza y que han mantenido relaciones de dominación sobre las estructuras comunitarias. Ganar en Chuquisaca es derrotar al fascismo, que quiso gobernar sólo una parte de la ciudad de Sucre considerada como civilizada.

La Paz departamento con una densidad de población aymara, necesita un gobierno departamental, que apoye las políticas de Estado, que gobierne de manera armónica con el gobierno central y le devuelva la pujanza económica y la construcción de un departamento que sintetiza la sociogeografía de Bolivia, en esa medida construir un departamento plurinacional e intercultural.

Tarija, ya no es “tu tipo andaluz” tiene su propia identidad y también allí la interculturalidad, está rompiendo la monotonía de una cultura provinciana, en el sentido de reducida y en manos de familias con poder económico, o de políticos con una capacidad camaleónica, en su práctica ideológica. Las políticas del Estado Plurinacional, implementadas han construido un departamento con capacidad industrial, especialmente en el tema del gas. Intereses económicos regionales han tratado de impedir el desarrollo de esa potencia, porque claramente el Estado y no unas cuantas familias, será en el mediano plazo quién defina el desarrollo económico, desplazando las oligarquías coloniales.

Brasil es un vecino que tiene un pueblo, que sabe de la marginación, racismo, exclusión de pueblos originarios, por eso el departamento de Pando es un punto geoestratégico y requiere de una autoridad que le permita desarrollar esa potencia estratégica juntamente con el gobierno central. Pero además es uno de los pocos lugares en el mundo depositario de un ecosistema que debemos preservar.

Más allá de garantizar la gobernabilidad del gobierno central, la segunda vuelta se presenta como un desafío para derrotar nuevamente a los golpistas y su proyecto fallido, que como quedó demostrado fue planificado y ejecutado desde los intereses de dos viejos imperialismo: Inglaterra y Estados Unidos, por supuesto apoyado por el Ministro de colonias Almagro y el gobierno de Bolsonaro, a ellos debemos decirles que seguimos de pie.

  • Este domingo, 11 de abril, se realizarán elecciones en Bolivia para elegir a cuatro gobernadores: En La Paz la segunda vuelta será entre Franklin Flores del MAS y Santos Quispe de Jallalla. En Chuquisaca se disputarán la gobernación Damián Condori de CST y Juan Carlos León del MAS. En el caso de Tarija, será entre Óscar Montes de Unidos y Álvaro Ruiz del MAS. Pando elegirá a su gobernador de entre Miguel Becerra del MAS y Regis Richter del MTS.

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Opinión

Rosario: el pánico de las barriadas se trasladó al cuerpo de la ciudad, por Gustavo Brufman

Hace ya demasiado tiempo que los barrios populares de esta ciudad portuaria -la de los rascacielos deshabitados construidos por el lavado de dinero, como bien muestra el documental “Ciudad del boom. Ciudad del bang”- son también los de la miseria profunda, una desigualdad intolerable pero “contenida”. Dos realidades que conviven conflictivamente, atravesadas por el delito común expandido, la criminalidad, el negocio narcopolicial, la extorsión, la amenaza, y el sicariato que por cuatro mangos se chupa los pibes. Los del universo de la exclusión social absoluta y el consumo.

Como contracara de la necesidad, en Rosario también se multiplican comunidades enteras que en esos mismos territorios, batallan desesperada, decidida, y denodadamente cada día, por amorosas políticas de vida y de cuidado. Monstruosamente vulnerabilizadas e invisibilizadas. Pero con memoria y cultura de trabajo por historia obrera, y haber sido alguna vez, reconocida como capital nacional del PARO en su orgullo de lucha y resistencia.

Dijo Patricia Bullrich en conferencia: “No hay que matar a la hormiga, hay que destruir el hormiguero”. Frase poco feliz para referirse a Rosario, ciudad en donde la hormiga es símbolo de resistencia y solidaridad ¿lo sabrá la ministra?

Barriadas cruzadas por el silencio, el temor, la angustia, y el estallido cíclico de lo que se va de cauce. Como síntoma de una poca y mala vida que no aguanta más, porque se sobrevive al lado de quienes son los responsables del terror, pero también del verdugueo policial de los de los que deben ser su control. Mientras sus hijitos, sus hijitas, sus niñes, nuestras infancias populares, crecen en el mundo del espanto.

Pero gracias a tanta fuerza colectiva, a tanta solidaridad y autogestión, a tanta organización propia, resisten y siguen contando ausencias. Y faltas, y carencias, pero sobre todo, los muertos de cada día. No en estos días, sino desde siempre. Y sin embargo aún sueñan. Es inherente a la condición humana. No a la naturaleza humana que puede engendrar fascistas, represores, tortuadores. Y ahora también, anarcolibertarios capitalistas que se alíen con ellos porque creen que la democracia (y con ella todos los derechos sociales y civiles) puede y debe ser eliminada por completo para asegurar su burguesa concepción de libertad, su propiedad y su tasa de ganancia por muerte natural, antinatural, y ajena. Sin estado que controle, que regule, y mucho menos que te cuide. Son la versión más radicalizada y bestial de la derecha neoliberal. Lean a Quinn Slobodian y verán… “Los libertarianos sueñan con un mundo sin democracia” (Revista Jacobin. 10/03/2024).

Pero sucedió que esta vez, las disputas de cajas policiales que se viven denunciando tras la inoperancia frente al delito más grande y pesado; o por eso mismo, frente a algún megaoperativo sobre el chiquitaje, o una minúscula porción que no comprometa el negocio más permanente, y que haga ruido para mostrar cuánto se hace; se conjugó con pases de factura y reclamos de derechos de “los presos de alto perfil”. Conjugados con imágenes de mano dura a lo bukele, en donde nada es un error o un desliz.

Y entonces el pánico cotidiano, adherido a la piel de la barriada, se trasladó al cuerpo de toda la ciudad, cuando el sicariato se cobró la vida de cuatro laburantes absolutamente ajenos a su mundo. Todos en menos de una semana y en sus propios lugares de trabajo, como la expresión más degradada, brutal y bestialmente explícita de este capitalismo trasnacional financiarizado de la droga, las armas, la soja, los medicamentos, y alguna otra línea de maximización de la ganancia para el que la vida, vale menos que nada.

Y entonces las fuerzas federales Mileístas-Bullrichistas de la no-democracia, vienen a ocupar el territorio por saturación, bajo el reclamo desesperado de una comunidad que no necesitó su presencia para autoimponerse una suerte de toque de queda por temor. Así estas noches tempranas. Así los comercios de persianas bajas…

Hay un dato alentador, aunque mínimo. Un resto necesario indispensable. Un piso. Un valor ético de clase. Lxs taxistas, lxs colectiveros, lxs recolectores de residuos, lxs educadores de todos los niveles… PARARON. Impactando en toda la ciudad. Reclamaron al estado. Desactivaron la normalidad de convivir con la muerte naturalizada en lo cotidiano frente al negocio narco-policial-criminal, de un estado corrompido por dentro, por una concepción política del poder y su bolsillo.

No hay salida a corto plazo. Una vez más, sólo golpe de efecto hasta aquietar, entre negociaciones palaciegas, espúreas y discursos oportunistas. Hasta que otro pase de factura por oscuros acuerdos transgredidos, reinstale el dolor, el temor, el reclamo, el estallido.

Lo fundamental para seguir abriendo espacio a la vida y a la justicia social en claves emancipatorias, a 40 años de democracia, sigue siendo encuerpar, construir movimiento, organización colectiva, coordinar solidaridad de clase. Romper el aislamiento, el determinismo y el orden de lo inexorable. Articular luchas, saberes y experiencias. Aprender de ese diverso y poderoso torrente de mujeres que en estos días volvió a hacer temblar el país, cuando es el propio estado el que ataca sus luchas antipatriarcales y anticapitalistas. Y volver a pensar lo que siempre supimos: que todo está por hacerse, por conquistarse. Y que hay que encontrarse para que el miedo se transforme en coraje.

Gustavo Brufman, Lic. en Ciencias de la Educación

Docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR)

Educador Popular

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Destacada

Docentes e investigadores de historia le responden a Milei.

Preocupados por la manipulación del pasado con la que el actual presidente respalda sus dichos y hechos, investigadores y docentes de historia difundieron una carta abierta titulada “Milei ante la historia argentina” en la que advierten que “tergiversa y manipula el significado histórico de figuras como Alberdi o Roca, apela a descalificaciones con reminiscencias dictatoriales para quienes no piensan como él (“comunistas”, “zurdos”, “populistas”), y convoca a un “Pacto de Mayo” sin relación alguna con los valores y la historia de la revolución de 1810. Pero va más allá: enmarca su misión histórica en la mitografía bíblica mesiánica recurriendo a argumentos teocráticos, misóginos y esotéricos.” LCV consultó a Federico Lorenz para conocer el porqué de este texto: “Como historiadore/as, quisimos poner el acento en los usos del pasado que hace el actual gobierno, y desde nuestro lugar, queremos señalar los peligros que esto entraña para nuestro futuro como país.”

Firman la carta abierta Omar Acha, Marina Franco , Silvina Jensen, , Federico Lorenz, Marta Philp, Andrea Belén Rodríguez , Ignacio Telesca, Javier Trímboli, Julio Vezub, Fabio Wasserman y ya recibió la adhesión de 558 destacados docentes e investigadores de historia de las universidades argentinas y el Conicet junto a 225 profesionales de las principales universidades del mundo.

A continuación, el texto completo de la Carta Abierta.

La amenaza


“Desde el 10 de diciembre de 2023, fecha de asunción del presidente Javier Milei, asistimos a una prolija tarea de demolición del Estado y las instituciones republicanas, federales y democráticas, así como del sistema legal que garantiza la vida cotidiana de millones de personas. Se trata del ataque deliberado a una convivencia trabajosa, a la división de poderes y a la democracia. La actual política amenaza todo aquello que es patrimonio de la sociedad argentina en términos culturales, materiales, ambientales y territoriales. Cínicamente, la retórica gubernamental convierte esta destrucción en una obra salvadora y modernizadora, aunque huele a receta vieja, fracasada y rancia.
Nada está a salvo del fulminante rayo de las diatribas y extorsiones presidenciales. Tampoco, del arrogante regodeo de sus voceros, ministros, y esa nueva especie de actores virtuales que
traslada las agresiones gubernamentales al mundo de la comunicación y de las redes.
El presidente ha roto el espejo en el que nos miramos: a la hora de agredir, elige cada uno de
esos fragmentos para sostener sus medias verdades y mentiras. Explica el todo por las partes, y
fortalece una sensación de aislamiento e indefensión que refuerza la transformación individualista de la sociedad al amparo de lo que considera “libertad”. Ha trazado una clara línea entre los “argentinos de bien” y quienes pasan a ser “orcos” e “irrecuperables”. Quedan a salvo quienes se pliegan sin contradecirlo, negocian prebendas y se subordinan a sus planes en una definición oportunista y a conveniencia de “la casta”.
No desconocemos que la llegada de Javier Milei a la presidencia es síntoma de un profundo
malestar social y de deficiencias profundas de la democracia argentina y sus gobiernos. Pero a
cuarenta años del fin de la última dictadura, corremos el riesgo de que la democracia deje de ser el sistema mejorable para construir la vida en común. Con su política, Javier Milei pone en riesgo el pacto fundante de 1983.


Pasado y presente


Nos dedicamos a estudiar la historia, y ello nos hace revisar permanentemente el sentido de
nuestra profesión. Nos hemos formado en el sistema educativo público argentino; somos
educadoras/es e investigadores/as. Entre las grandes mayorías agredidas, tampoco estamos
exentos de la brutal ofensiva: por el ataque a nuestros salarios, por el riesgo de pérdida de
nuestras fuentes de trabajo. Al igual que a millones de personas que habitan este suelo, la política de Milei amenaza nuestro presente y nuestro futuro.
Pero nos implica especialmente, aunque parezca secundario, porque el gobierno utiliza el pasado como ariete. En su retórica agresiva, clasista y regresiva, el presidente Javier Milei apela reiteradamente a la historia. Señala un supuesto momento dorado del pasado argentino al que ubica, de manera para nada azarosa, antes de 1916 (cuando la participación democrática se amplió a partir de la Ley Sáenz Peña sancionada en 1912). Resulta insostenible la referencia al más alto PBI del mundo y la condición de potencia mundial de la Argentina, con la que vocifera en sus discursos, para sostener una interpretación decadentista de nuestra historia nacional. De la misma manera, tergiversa y manipula el significado histórico de figuras como Alberdi o Roca, apela a descalificaciones con reminiscencias dictatoriales para quienes no piensan como él (“comunistas”, “zurdos”, “populistas”), y convoca a un “Pacto de Mayo” sin relación alguna con los valores y la historia de la revolución de 1810. Pero va más allá: enmarca su misión histórica en la mitografía bíblica mesiánica recurriendo a argumentos teocráticos, misóginos y esotéricos.
Relativiza de una manera inhumana las consecuencias del terrorismo de Estado, envalentonando a la corriente negacionista o apologista de la dictadura militar.Al usar el pasado como herramienta, Milei no es original; ni siquiera en su forma autoritaria y radical de interpretarlo. Pero nos obliga a confrontarlo.
Para una retórica mesiánica, mentirosa y refundacional, la historia es especialmente peligrosa.
Estudiar el pasado es un instrumento poderoso, es un arma potencialmente al alcance de
cualquiera para desmontar todas y cada una de las falacias, mentiras y exclusiones que pretenden instalar en nuestras vidas. Por eso el gobierno ataca especialmente a los centros de transmisión y producción del conocimiento y la cultura.
Vivimos una época en que parece que vale lo mismo decir cualquier cosa. Así, una elección
democrática ganada en segunda vuelta pretende ser transformada en un plebiscito que legitima el arrasamiento de conquistas históricas de la sociedad argentina. Si el presidente avanza en esa idea es porque hay silencios cómplices. Quizás los legisladores puedan aceptar que el Congreso sea llamado “nido de ratas”. Nosotros/ as, no. Porque sabemos el laborioso proceso de construcción colectiva que ha llevado a que allí se ejerza la representación de la ciudadanía. A una versión antidemocrática y elitista de la historia, podemos oponer la idea de la construcción colectiva de derechos. Lo que se gana, se puede perder, lo que hoy nos quiten, podrá ser recuperado. Ahora bien, ¿por qué permitir que eso suceda?
Frente a la retórica del odio y la estigmatización basada en una visión de la historia que condena y humilla, la historia permite rescatar las huellas de la dignidad humana, la que ilumina aquellos momentos en los que un puñado, millares, o millones de personas enfrentaron a los poderes que buscaron menoscabarla y negarla. El gobierno blinda las calles porque sabe que es en ellas donde durante generaciones lo/as argentino/as hemos sabido hacer política. El bienestar económico no lloverá cual maná del cielo. El presidente Javier Milei no es un refundador, sino un destructor. No es un mesías, sino un agresor. Encabeza una facción en una puja histórica. Milei es la cara, en 2024, de una revancha de sectores socioeconómicos que desde mediados de la década de 1970 quieren torcer las conquistas de las mayorías populares, convertidas en derechos a costa de años de lucha. Milei no sirve a Dios, como cree y proclama, sino a intereses concretos que históricamente han bloqueado la ampliación de derechos y la justicia social. Tampoco es franco, realista, ni dice verdades innegociables -como él pretende- , sus aseveraciones siempre son modificables, a conveniencia y muchas veces falsas.


El futuro


Frente al odio que avanza, la Historia muestra que un proyecto mesiánico busca y necesita el
apoyo de las masas, pero a la vez teme al poder que radica en la acción colectiva y solidaria. Por eso Milei reprime la protesta con instrumentos ilegales y contrarios a los Derechos Humanos como el “Protocolo de Seguridad”. Por eso, y en sus discursos estigmatiza los acontecimientos del pasado de intensa movilización social para justificar la represión del presente.
El elegido, Milei, quiere imponer su voluntad. Pero sabemos, por el contrario, que la acción
colectiva es el camino para reparar las injusticias de cualquier sociedad. Sabemos que la retórica del odio puede ser derrotada porque otros/as, antes que nosotros/as, pudieron hacerlo. No por ser mejores, sino porque pusieron por delante de sus angustias y carencias individuales el bien común.
Buscamos acercarnos tanto como podemos a la verdad. Pero sabemos que a lo largo de siglos ha habido distintas formas de comprender el mundo, de habitarlo, y de soñarlo. Por eso no podemos callar: la historia no da lecciones, pero permite formular advertencias. Y obliga a tomar posición cuando la dignidad humana se ve amenazada. Nos advierte que quien entrega la posibilidad de imaginar un futuro, ha sido derrotado. Quien acepta callar ante lo que le parece incorrecto y le genera indignación, naturaliza hacerlo, y enseña a hacerlo.
Queremos señalar el peligro que corre nuestra sociedad. No podemos, éticamente, no hacerlo. En el pasado, en contextos mucho más difíciles, otros seres humanos hicieron lo mismo que
nosotro/as. Hablar o callar será una toma de posición. Historiadores/as al fin, pretendemos que
estas palabras funcionen en el presente como una advertencia. En el futuro, si este brutal avance autoritario persiste, quizás este texto recuerde a alguien que el hilo invisible de la solidaridad humana nunca puede cortarse por completo, que el autoritarismo siempre encontró resistencias. Y encontrará esperanzas para hacer lo mismo.”


Argentina, 9 de marzo de 2024

Omar Acha (UBA-CONICET), Marina Franco (UNSAM-CONICET), Silvina Jensen
(UNS-CONICET), Federico Lorenz (UBA-CONICET / CNBA), Marta Philp (FFyH-UNC), Andrea
Belén Rodríguez (IPEHCS-UNCo/CONICET), Ignacio Telesca (UNaF-CONICET), Javier
Trímboli (FaHCE-UNLP), Julio Vezub (IPCSH-CONICET / UNPSJB), Fabio Wasserman (UBACONICET).

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Editorial Nora

‘Orgullosamente’, INADI. Las voces que van quedando

El lunes 23 de febrero, Nora Anchart rompió el silencio frente a los rumores de cierre del INADI y los agravios del presidente Milei quien afirmó que el organismo era una ‘policía de pensamientos’. Respuesta en primera persona.

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