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La crisis del 52 y el plan de austeridad propuesto por Perón, por Leónidas ‘Noni’ Ceruti

A fines de 1948, comienza a agotarse el ciclo económico iniciado hacía varios años. El proceso de industrialización había permitido sustituir importaciones de bienes de consumo. La producción industrial continuaba atada a los ciclos de la economía mundial y su crecimiento dependía a largo plazo de que las exportaciones agropecuarias generaran las divisas necesarias para financiar las importaciones de insumos y bienes de capital. La caída de los precios de las exportaciones agropecuarias en los mercados internacionales, acentuada por el boicot norteamericano a las exportaciones argentinas (exclusión del Plan Marshall), privó al gobierno justicialista de la principal fuente de recursos sobre la que estaba basada la redistribución del ingreso nacional en favor de los trabajadores. Por lo tanto, los aumentos de salarios comenzaban a afectar la tasa de ganancia de la burguesía industrial.
En 1949, hubo una gran sequía que redujo al mínimo los saldos exportables y, hacia la década del 50, el rendimiento del campo había bajado aproximadamente en un 18% respecto de lo que era en 1946. La actividad industrial se estaba desarrollando notablemente, pero se seguía dependiendo de las exportaciones agrarias ya que sin ello no había actividad económica. Como consecuencia del bajo ingreso destinado al ámbito rural, el gobierno no pudo transferir recursos para la actividad industrial y el mantenimiento de los salarios. Desde 1949 hasta 1952 se realizaron una serie de reclamos salariales no satisfechos, y frente a esto Perón trató de incrementar la “armonía entre el capital y el trabajo” lo que significaba crear un equilibrio entre los intereses de los obreros y de los empresarios lo cual trajo aparejada cierta inestabilidad. A partir de 1951, después de la elección triunfante de Juan Domingo Perón, empiezan a adoptarse medidas que se ponen en marcha en febrero del año siguiente, lo que se llamó un plan de austeridad que, en términos actuales, era un plan de ajuste, y por otra parte el dinamismo del gobierno decayó notablemente.
Perón, no perdió el apoyo del pueblo y siguió adelante con ese plan que marcaba la necesidad de controlar determinados tipos de gastos y sobre todo, la necesidad de alentar nuevamente los trabajos agropecuarios, que se habían detenido casi completamente a partir de las políticas implementadas por el IAPI, comprador de los productos primarios del agro y vendedor e intermediario ante los mercados europeos. Se rectifica esa política, pero se fijan precios bastante favorables para los productores y se toman otras medidas como control de precios y salarios, control de convenios colectivos que se congelan por dos años a partir de 1952, y en consecuencia logra reducir de manera significativa la tasa inflacionaria: ese año fue del 4% anual y en 1953 es del 3%.
Los números marcaban que la inflación se disparó en 1951, hasta alcanzar un 37%, el P.B.I. cayó un 6,1% en 1952 a consecuencia de la pronunciada baja de las exportaciones y el aumento de la importación de combustibles. La balanza comercial fue deficitaria, pasando de 2.000 a 3.000 millones de pesos entre 1951 y 1952, lo cual significó una reducción de una tercera parte de las reservas internacionales. A principios de 1952, la situación económica era crítica por que habían mermado las reservas, insuficientes saldos exportables y un serio deterioro de los términos de intercambio a nivel internacional. En enero, se restringió el consumo de carne y se impuso por decreto que el 10% de las cabezas vacunas sacrificadas debía ser destinado a la exportación.
El intenso invierno generó importantes problemas para la sociedad: hubo reiterados cortes de energía, faltantes de carne y la población debió comer un negruzco pan de mijo. El Gobierno modifico su política: se restringió el consumo interno y se invirtió el funcionamiento del IAPI para beneficiar a la producción agropecuaria. Se optó por colocar en los trabajadores la responsabilidad de superar la crisis a costa de una mayor “productividad” (extracción de plusvalía) para restituir la tasa de ganancia a las patronales. En marzo de 1952 se dispuso el Plan de Estabilización, que contemplaba una serie de medidas destinadas al control de la inflación (desatada por la puja distributiva entre las diferentes fracciones) y la recuperación del sector externo centradas en la restricción del consumo, el fomento del ahorro y el aumento de la productividad de los trabajadores.

En guerra contra los ‘rastacueros’
Perón, al anunciar el plan económico de 1952, los precios de la cosecha y de la economía familiar, el 18 de febrero, dio a conocer estas sugerencias:
“Para que cada argentino sepa lo que debe hacer”
“Consumir menos: La regla debe ser ahorrar, no derrochar.
Economizar en las compras, adquirir lo necesario, consumir lo imprescindible.
No derrochar alimentos que llenan los cajones de basuras. No abusar en la compra de vestuario.
Efectuar las compras donde los precios son menores, como cooperativas, mutuales y proveedurías gremiales o sociales.
Desechar prejuicios y concurrir a ferias y proveedurías en vez de hacerse traer las mercaderías a domicilio, a mayor precio.
No ser ‘rastacueros ‘y pagar lo que le pidan, sino vigilar que no le roben denunciando en cada caso al comerciante inescrupuloso. Evitar gastos superfluos, aun cuando fueran a plazos.
Limitar la concurrencia al hipódromo, los cabarets y salas de juego a lo que permitan los medios, después de haber satisfecho las necesidades esenciales”.
Perón decidió dar un golpe de timón en la orientación de su política económica del Primer Plan Quinquenal, que privilegiaba el consumo interno, tomando una serie de medidas para superar la crítica coyuntura, por medio del “Plan Económico de Austeridad” lanzado en febrero de 1952. En su convocatoria, el presidente instaba a los argentinos a realizar un esfuerzo solidario para superar la situación crítica, tratando de aumentar la productividad y la reducción de los consumos innecesarios, para favorecer el ahorro. Asimismo, apuntaba a aumentar la producción agropecuaria, reducir las importaciones y multiplicar las exportaciones. El pedido de austeridad implicaba suprimir el derroche y los gastos innecesarios. El líder planteo que si a esta “política le agregamos un aumento sólo del veinte por ciento en la producción solucionaremos el problema de las divisas, parte del problema de la inflación y consolidaremos la capitalización del país”.

El rol de las mujeres, cooperativas y sindicatos
El plan repartía las responsabilidades para el éxito del siguiente modo: el 50% correspondía al gobierno, el 25% a mutuales, cooperativas y sindicatos y el 25 % a la acción popular en defensa de la economía hogareña. Las familias, y en especial las mujeres “organizadoras del consumo” familiar, debían jugar un rol esencial: “de su acción de todos los días –sostenía la publicación Mundo Peronista- depende en gran parte el éxito de nuestros planes. La mujer debe conocerlos, comprenderlos, ejecutarlos y vigilar por sí su ejecución. Estamos persuadidos de que desde mañana tendremos en cada mujer argentina una cooperadora económica.” Perón detalló algunas de las acciones que debían desarrollarse, a fin de convertir al ahorro en una política de Estado. Recomendaba que “las mujeres economizaran en las compras, adquirieran y consumieran lo imprescindible, evitaran descartar alimentos utilizables, no abusaran de las compras de vestuario y concurrieran a aquellos lugares donde los precios fueran menores, como ferias, mutuales, proveedurías gremiales o cooperativas. También solicitaba denunciar al comerciante inescrupuloso o al agiotista, considerados como enemigos declarados del bienestar de la comunidad”.
Por cierto, no era la primera vez que el peronismo convocaba a las mujeres como defensoras primordiales de los ingresos familiares. En efecto, un mes antes de que Perón asumiera su primer mandato presidencial, en 1946, Evita dio un discurso para anunciar una campaña “pro abaratamiento de la vida”, con el fin de incrementar el rendimiento del salario. En 1952 y 1953 la situación era otra, el lema era ahorrar, y esa urgencia era el eje del discurso de Evita, al ponerse al frente de la campaña, destacando el rol primordial asignado a la mujer, esas “anónimas heroínas del hogar humilde” que habían pasado a desempeñar un nuevo rol protagónico en el marco del proyecto nacional: “no podemos excluir a la mujer argentina de esta responsabilidad social y menos a las mujeres peronistas, que además representamos la esencia viva y fecunda del auténtico pueblo argentino. Por eso queremos asumir y asumimos, nuestra responsabilidad en la patriótica tarea común, el general Perón ha reclamado la colaboración de su pueblo en este momento especial de la vida económica argentina”.

Varias organizaciones se sumaron a la iniciativa, produciendo y repartiendo cartillas con consejos y sugerencias. Los noticieros, la prensa escrita y la radiofonía divulgaban comidas económicas y proporcionaban recetas alternativas que excluían la utilización de carne vacuna, a fin de reducir su consumo interno. En Unidades Básicas se dictaban cursos de cocina, a los fines de diversificar la dieta y aprender a utilizar los productos de estación. De ese modo, el objetivo era la preparación de la comida a bajo costo y con alto valor alimenticio, “que pasó de ser una práctica rutinaria y tradicional a convertirse en una cualidad patriótica”, comento un periodista. La nueva dieta, rica en frutas, verduras, hortalizas y pescados, era recomendada por el Ministro de Salud, Ramón Carrillo, quien aportaba su contribución a la mejora de los hábitos alimenticios, mientras el Ministro de Agricultura, Carlos Emery, instaba a que el Ejército cediera parte de sus tierras para obtener productos agrícolas a bajos costos. La Caja de Ahorro enseñaban a organizar el presupuesto familiar, distribuyendo tareas entre la mujer (medicinas, educación, alimentos, alquiler y esparcimiento) y el hombre (periódicos, transporte y comidas en su lugar de trabajo).
En la asignación de funciones dentro del grupo familiar, la responsabilidad principal era asignada a la mujer, definida por Perón como una fundamental “cooperadora económica”. Los niños fueron motivados a colaborar. Los libros escolares como Obreritos o Patria Justa divulgaban los hábitos de ahorro. Mientras que la revista Mundo Infantil lo adoptó como tema prioritario, creándose personajes como Don Derrochin o Maese Ahorrín, y la Libreta de Ahorros fue difundida en las escuelas. “Para todos es necesario el ahorro –sentenciaba su contratapa-, y para todos es posible”, al tiempo que los instaba a reemplazar el consumo de golosinas por el de estampillas de ahorro. A los hombres se les solicitaba evitar los gastos superfluos, limitar la concurrencia los cabarets, al hipódromo y a las salas de juego, privilegiando la satisfacción de las necesidades esenciales.
Desde Mundo Peronista, se les reclamaba desempeñar un rol más comprometido con la situación crítica que atravesaba el pais: “A usted no se le ha ocurrido que como representante del movimiento en su barrio o su pueblo usted tiene la obligación de hacer algo para que las ideas de Perón se conozcan en toda la zona de su influencia? Entonces, qué hace que no se mueve? Por ejemplo, realizar reuniones con los jefes de familia afiliados a su unidad y explicarles el plan, discutirlo y ver qué va a hacer cada uno. Al cabo de algún tiempo reunirse nuevamente para analizar que había hecho cada uno. Si a usted le da el cuero, puede tratar asimismo de estudiar algún problema local de producción: reúna a los agricultores peronistas o a los industriales o a los comerciantes y explíqueles lo que quiere Perón de cada uno de ellos”.

Perón uso el término “rastacueros” para señalar a quienes se mostraban como adinerados, pagando precios excesivos por sus consumos. Para evitar que el pueblo se convirtiese en “rastacueros”, se abrieron los “Grandes Almacenes Justicialistas”, cuyo slogan era “una gran tienda para una gran ciudad, con noble mercadería a precios equitativos y donde todos pueden comprar”. Se trataba de ayudar a las cooperativas y mutuales en su esfuerzo por mantener los precios bajos. También la Fundación Eva Perón inauguró en 1951 una serie de proveedurías de bajos precios, además de fomentar actividades económicas productivas. La política aporto lo suyo, ya que el Consejo Superior del Partido Peronista prohibió todo banquete, agasajo o vino de honor durante el año 1952. Los mecanismos de control se extremaron. Las censistas fueron instruidas para realizar tareas de control y fiscalización de precios máximos, reparto de cartillas y asesoramiento de las amas de casa. Además debían supervisar que mercados, ferias y comercios exhibieran las listas de precios, y sí éstos se adecuaban a los fijados por las autoridades. Las Unidades Básicas femeninas colaboraban con ellas, organizando equipos que efectuaban sus propias inspecciones, distribuyéndose horarios y áreas de acción, aunque esto no siempre resultaba efectivo: “hemos observado –relataba por entonces una militante– que nuestra acción no resulta del todo eficaz cuando los comerciantes llegan a conocernos. En cuanto nos conocen los agiotistas dejan momentáneamente sus maniobras y solamente se salvan de sus garras las clientas que tienen la suerte de comprar en nuestra presencia”.
La coyuntura era sumamente crítica, y quedaba en claro que el futuro del Proyecto Nacional estaba en juego, ya que la alimentación de la población desempeñaba un papel esencial en el proceso de inclusión social impulsada desde el gobierno. La oposición no lo ignoraba, y aprovechó la situación para tratar de instalar el descontento en el campo popular. De este modo, muchos productores, intermediarios y comerciantes recurrían a prácticas que resultaban conspirativas, como el incremento abusivo de los precios, la retención de productos para forzar la suba de su cotización, la alteración del peso de las mercaderías o la venta de bienes de inferior calidad a precios multiplicados. La respuesta la dio Mundo Peronista que recogió las directivas del General Perón, instando a que “cada comprador sea un inspector del gobierno, para mandar preso al comerciante que no cumpla con los precios que se han comprometido a respetar. … es menester que cada ciudadano se convierta en un observador minucioso y permanente, porque hoy la lucha es subrepticia… no vamos a tener un enemigo enfrente: colocan la bomba y se van. Aumentan los precios y se hacen los angelitos. Organizan la falta de carne y dicen que ellos no tiene la culpa”.

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Ajuste con gusto amargo. Crisis en golosinas, dulces y alimentos

Según la consultora Scentia, el consumo masivo cayó un 13,9% en 2024 y un 8,6% adicional en el primer trimestre de 2025. A la cabeza de esa disminución de venta se encuentran las golosinas, snacks y confites, que registraron una contracción aún más pronunciada: un 14,6% en el mismo período. Aunque el gobierno festeja que los números ‘le cierran’ por la baja de la inflación, decenas de pequeñas empresas alimenticias están en proceso de quiebra, poniendo en riesgo miles de puestos de trabajo y kioscos vacíos. La crisis avanza en toda la industria alimentaria incluyendo gigantes como Mondelez y Molinos. Desde el STIA, su secretario general, Rodolfo Daer, advirtió que “la apertura de importaciones y la flexibilización laboral son los pilares para destruir la industria nacional, la producción y la actividad gremial”, y no descartó una movilización en defensa de los puestos de trabajo, a la que podrían sumarse empleados de toda la industria alimenticia. Realizamos una breve panorámica de los principales conflictos del sector.
Georgalos

No es la primera vez que LCV informa sobre la lucha de los trabajadores para mantener sus puestos de trabajo en Georgalos. Acampes, marchas, cortes de rutas. El conflicto lleva un mes y la tensión sigue acrecentándose. A pesar de los reclamos del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación de Buenos Aires (STIA), la empresa mantuvo la decisión de no reincorporar a cinco trabajadores acusados de presunto sabotaje. La respuesta gremial no se hizo esperar, y este martes 6 de julio hubo una nueva movilización gremial en la autopista Panamericana, que terminó en una cruda represión a cargo de la gendarmería quien desalojó a la fuerza la marcha dejando al menos 8 heridos entre los manifestantes
La tradicional empresa familiar Georgalos, cuya golosina más emblemática para los argentinos fue el Mantecol, sufre los embates de la economía del país. En el 2001 se vio obligada a vender la marca Mantecol al grupo Cadbury Stani, y pudo recuperarlo, con bombos y platillos en el 2020, festejado por el nuevo director, nieto de aquel griego emprendedor. “Mantecol es parte de nuestra identidad, es la marca fundacional de la compañía y volver a tenerla en nuestro portfolio es una alegría enorme”, comentó Guillermo Rimoldi, CEO de Georgalos en ese entonces. La alegría duró 15 años. Sin consumo, no hay empresas, por más icónicas que puedan resultar.
El preciado Mantecol, centro de mesa de las navidades de las familias argentina, fue creado por Miguel Nomikos Georgalos, un inmigrante oriundo de la isla griega Chios, quien mientras estudiaba pastelería en Polonia, logró escapar, un mes antes de la invasión nazi, y huyó hacia Argentina, donde desembarcó en septiembre de 1939. Ese turrón de pasta de maní, tan argentino, se inspiró en una receta griega. Además del Mantecol, otras populares como Toddy, Palitos de la Selva, Nucrem, Flynn Paff, Bazooka, Pequeños Placeres, Lengüetazo y Full Maní, entre otras.
Fueron 85 años brindando dulzura a niños y adultos. Llegaron a poseer siete plantas productivas distribuidas en La Rioja, San Luis, Córdoba y Buenos Aires, la compañía emplea a 2.000 trabajadores. Cuenta con dos centros de distribución, uno en Córdoba y otro en Villa Martelli, donde se encuentran sus oficinas centrales. Aún se desconoce el futuro de las dos mil familias que dependen de ese trabajo para sobrevivir.
Marengo

La reconocida empresa de golosinas santafesina, Marengo, también lleva más de ochenta años produciendo chupetines y caramelos (Chupaleta, Doblete, Mr. Floky, entre otros). Fue fundada en la misma década de Georgalos, el 28 de abril de 1944, tiempos de auge de la industria nacional, en la ciudad de Rafaela. Esta semana se conoció la noticia de la suspensión de 60 trabajadores de esa ciudad debido a la debacle del consumo. Los trabajadores de las áreas de producción y mantenimiento recibieron por mensaje de Whatsapp la notificación de la suspensión sin goce de sueldos desde el 14 al 27 de julio próximos.
En su página web puede leerse el optimismo con el que Marengo se presentaba en sociedad: “Hoy en día nos posicionamos como una de las empresas con más trayectoria de Argentina en la fabricación de golosinas. Decidimos proyectar a futuro una empresa renovada, mediante un modelo de gestión que impulsa y prioriza los valores compartidos, la capacitación y el desarrollo de las habilidades personales…”.
La asunción del presidente Milei fue considerada por Marengo como un golpe de fortuna y lanzaron una iniciativa bizarra, Caramelos “No hay plata“, con la que tuvieron inmediata repercusión mediática bajo el lema “ajuste dulce”.
Sin embargo, la amargura llegó de la mano de la caída brutal del consumo tal como lo reconoce la misma empresa: una “situación económico-financiera particularmente adversa” a raíz de la caída en las ventas.
Aunque aseguran que las suspensiones son “una medida preventiva para evitar despidos masivos” la empresa no da garantías de reincorporación. Por otro lado, ya están reuniendo la documentación para iniciar un Procedimiento Preventivo de Crisis.
Mondelez: Oreo, Pepitos, Terrabusi

La crisis afecta no solo a empresas familiares de argentina sino a grandes multinacionales como Mondelez quien compró las marcas más conocidas en galletitas, como Oreo, Pepitos y Terrabusi.
Desde su planta de Pacheco la compañía anunció que aplicará “ajustes en la planta de personal”, un eufemismo que significa retiros voluntarios, suspensiones y despidos. El Sindicato de Trabajadores de la Industria Alimenticia (STIA) declaró el estado de alerta y movilización y comenzó asambleas informativas en los tres turnos de producción. La tensión fue en aumento a comienzos de julio, a pesar de que tanto trabajadores como empresarios acordaron “mantener la paz social” mientras buscan un acuerdo de estabilidad que permita sostener la actividad. Sin embargo, desde el gremio temen que la multinacional aproveche la ocasión para justificar despidos y denuncia que no asumen lo riesgos empresariales.
Molinos Río de la Plata

La empresa líder en productos alimenticios en América Latina, Molinos Río de la Plata, también entró en conflicto con sus trabajadores por la reducción de la planta de empleados y el anuncio de rebajas salariales.
En mayo de 2025 se inició un conflicto por despidos y precarización laboral que provocó un paro en su planta de Esteban Echeverría. El sindicato denunció que la empresa, además de reducir el personal no cumple con los convenios colectivos de trabajo, establece salarios de forma unilateral y pone en riesgo la seguridad laboral.
El 18 de junio el sindicato STIA inició un paro por tiempo indeterminado por nuevos despidos. “La crisis se desatócuando cuatro compañeros estaban entrando a cumplir el turno noche y dos se preparaban para volver a su casa luego de terminar su jornada en el turno de la tarde y los seis fueron citados a la oficina de Recursos Humanos y allí, frente a una escribana, les notificaron que estaban despedidos”, relató un trabajador. Se dictó una conciliación obligatoria que no logró acuerdo alguno y el conflicto continúa. Mientras el gremio sigue oponiéndose a los despidos y la precarización laboral, la empresa justifica su accionar por la “caída de las ventas”.
Fundada en 1902, Bunge & Born instaló su primer molino harinero en el Dique III de Puerto Madero. Fue durante la última dictadura militar cuando llegó a su mayor auge. Un éxito manchado de sangre ya que la justicia determinó que la dirección de la empresa participó de la persecusión sindical promovida por el terrorismo de Estado. Se comprobó que Molinos facilitó vehículos y galpones, para secuestrar a los trabajadores de la empresa sindicalizados.

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Son muchas las empresas alimenticias en crisis. Podemos agregar a Granja Tres Arroyos, Tía Maruca, Verónica, Sancor, entre otras.
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La crisis de los clubes de barrio: voces desde la cancha y la comunidad por Pedro Villarreal

Los clubes de barrio han sido históricamente mucho más que espacios deportivos: son núcleos sociales, culturales y educativos que sostienen comunidades enteras. En un contexto de aumentos tarifarios y crisis económica, estas organizaciones populares atraviesan momentos difíciles. Desde La Columna Vertebral dialogamos con Pedro Villarreal, referente y activista de los clubes de barrio, para conocer de primera mano cuál es la situación actual, los desafíos que enfrentan y las redes de solidaridad que los mantienen en pie.
LCV: ¿Cómo está en este momento la situación de los clubes de barrio?
Pedro Villarreal: “Bueno, la verdad que hoy estamos muy preocupados por el tema que sacó Adorni con el Gobierno Nacional la semana pasada, del recorte de tarifas, la tarifa diferenciada que veníamos teniendo con la parte eléctrica y el gas, ¿no?”
LCV: Bueno, contame más. Contame cuál es la situación hoy. ¿Cuánto están pagando? ¿Cómo es un promedio? ¿Cómo se manejan? Yo me acuerdo que en algún momento había graves problemas cuando recién empezó este gobierno. Había problemas como muy, muy serios cuando se liberaron las tarifas. ¿Y ahora qué pasa?
Pedro Villarreal: “Bueno, hoy yo creo que vamos a tener los mismos problemas, aún peor todavía, porque vienen a ponernos a foja cero. Hoy están alcanzando a 2.375 clubes, teniendo una totalidad de 20.000 a nivel país, ¿no? Pero bueno, para obtener este beneficio tenés que tener el certificado de vigencia, tenés que tener los papeles en orden, que también se nos está poniendo muy, muy difícil por lo caro que es hacer los balances. Pero bueno, tenemos boletas de gas de 900.000 pesos y de luz de 700.000 pesos. Un club social no lo puede pagar.”
LCV: Decime, ¿cuánto es, por ejemplo, el aporte que hace cada familia? Primero, estos 2.700 clubes, ¿a cuántas familias estarían asistiendo? ¿Cuántas serían las familias usuarias?
Pedro Villarreal: “Y lo que pasa es que ahí hay clubes que tienen 400 socios, y hay clubes que tienen 1.900 socios.”
LCV: Claro, pero un promedio así… no sé, ¿10.000 familias, 20.000 familias? ¿Qué zonas? ¿Zonas de Buenos Aires? ¿Zonas del AMBA?
Pedro Villarreal: “Las zonas son variadas. Sí, las zonas son variadas porque es a nivel país. Ahora, después, las personas que pasan por un club… Estaban diciendo, por un censo de cinco universidades, que pasan 17 millones de personas.”
LCV: Claro, a eso me refería. Eso quería mensurar: en el país, la cantidad de gente que encuentra una salida, un entretenimiento por muy poco dinero. Que es el de la cooperadora, alguna cuota fija… no sé cómo se manejan ustedes. Contame vos cuáles son los ingresos que tiene un club de barrio.
Pedro Villarreal: “Un club de barrio, el único ingreso que hoy está teniendo es una cuota social que va —depende de cada club— de 6.000 a 8.000 o 9.000 pesos. Y hoy, por el contexto social que estamos viviendo, hay muchos que dejaron de pagar. Y la verdad que no le podés decir al nene, al pibe o piba, que no entre.”
LCV: Claro.
Pedro Villarreal: “Después, bueno, tenemos los salones que se pueden alquilar a un precio muy accesible, porque siguen siendo de los socios, para las fiestas de 15 y todo eso, ¿no?”
LCV: Exacto, exacto. Entonces… a ver si nos… ¿y el famoso buffet? ¿Sigue estando el buffet de cuando yo era chica, que iba a comer al buffet del club?
Pedro Villarreal: “Claro que sí. Sigue estando, y es uno de los caballitos de batalla, que con eso, en las actividades de los fines de semana, se pueden solventar para poder parar algún gasto, ¿no?”
LCV: Oí, Pablo, la gente que usa el club… es decir, los papás de los pibes que van a practicar deporte, las señoras que van a hacer gimnasia, los hombres que hacen papi fútbol y demás… Frente a estas circunstancias, ¿entienden y se manifiestan como una comunidad organizada, tratando de respaldar? ¿Cuál es la integración?
Pedro Villarreal: “Sí, la verdad que nosotros estamos haciendo algunas reuniones. Los clubes hacen reuniones internas y se ponen a disposición, y están muy preocupados por el tema de las tarifas sociales. Porque nosotros tenemos que acortar algunas disciplinas, se acortan… o sea, la disciplina, el día es más corto para un club. ¿Y a dónde llevás a los chicos? Porque un club de barrio no solamente son disciplinas deportivas, ¿no? En muchos lugares son comedores, son merenderos. Nosotros tenemos fines de adultos, primario y secundario. O sea, ahí es donde tenemos que andar eligiendo de dónde prender la luz, de la parte eléctrica, dónde apagarla, y ahí es donde estás dejando algunas actividades afuera.”
LCV: No, y además… yo me remito a mi memoria emotiva, ¿no? El club de barrio era ese lugar donde vos ibas y socializabas casi por primera vez con amigos, con amigas. Era otra extensión del colegio. No eran solamente los amigos del colegio. Era también un lugar cultural. Había… no sé ahora, pero… clubes de barrio donde daban extensión educativa y entonces ahí tenían maestros para los pibes que se llevaban materias. Digo, había toda una situación del club como núcleo del barrio, del corazón del barrio.
Pedro Villarreal: “Claro que sí. Todavía hay maestros particulares. Todavía los hay. Algunas bibliotecas seguimos teniendo, como te decía recién, los pibes que de ahí salen y saltan para hacer una carrera en la universidad, ¿no?”
LCV: Y no hablemos del otro día cuando estos señores bastante incultos dijeron: “Nada importante salió de un club de barrio”, y alguien se tomó la molestia de poner que del campeón del mundo, ¿cuántos de ellos, jugadores de nuestra selección, habían salido de clubes de barrio muy chiquitos y habían salido de ese club al más grande? Pero primero fue un club de barrio.
Pedro Villarreal: “Exacto. La otra vez justamente hicimos un plenario la semana pasada, el miércoles, que nos acompañó el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Chiqui Tapia.”
LCV: Sí, te iba a preguntar cómo les había ido con Chiqui Tapia.
Pedro Villarreal: “La verdad que nos fue muy bien. Muy bien. Fue, la verdad, que sorprendente, porque fue un mensaje que habíamos tenido por teléfono, que iba a ser una reunión interna, y él quiso venir a una reunión donde se transformó en plenario. Y la verdad que él mismo lo estaba diciendo: que nosotros somos los semilleros y los campeones del mundo.”
LCV: Claro, claro, claro.
Pedro Villarreal: “Él mismo lo dijo.”
LCV: Absolutamente. Porque ese lugar… yo recuerdo los videos de los jugadores de la selección, cuando uno recién los empezaba a conocer, y algunos eran en algunas ciudades chiquitas del interior de nuestro país, de las provincias, y cómo a deshora entrenaban en el club chiquitito de barrio para seguir entrenando y seguir entrenando… Y ese club era después el que los recibía, y a mí… y el que los empujaba a seguir a instituciones más grandes. ¿Las instituciones grandes se conectan con ustedes?
Pedro Villarreal: “La verdad que hoy nos estamos sintiendo muy acompañados por ellos, por las instituciones. Estamos hablando con los clubes de AFA, a partir de que tenemos una conexión totalmente cercana con el conductor, con Chiqui Tapia.”
LCV: Claro. Ah, están acompañados. Perfecto.
Pedro Villarreal: “Claro. Estamos acompañados por él. Entonces, hoy los presidentes de los clubes de barrio estamos teniendo contacto y estamos trabajando en conjunto con los clubes más grandes.”
LCV: Parece que estamos en un loop permanente del eterno retorno, porque no puedo dejar de acordarme de Luna de Avellaneda cuando estamos hablando de esto, ¿no? Y la lucha de toda una comunidad por sostener su club… y así muchas otras películas. ¿Te acordás? Bueno, hace muchos años, en la época de nuestros padres, seguramente, que era Pelota de trapo y tantos otros, donde se demostraba la importancia de esa célula primaria de la comunidad, que es el club. El club de barrio, el club donde además tantas parejas se han formado, ¿no?
Pedro Villarreal: “Claro que sí. Muchos fueron… a ver, todavía cuando a veces nos encontramos en algún club añejo, encontramos personas que nos vienen y nos dicen: ‘Yo conocí a mi primer novia, hoy sigue siendo mi esposa, y la conocí acá en un baile, un baile de un club.'”
LCV: A ver, ahí tocaste mucho la película Luna de Avellaneda.
Pedro Villarreal: “Nosotros, la primer filial que iniciamos con este sueño, lo hicimos en el año 2007. Se llama Unión Nacional Club de Barrio. En su momento fue Unión de Clubes de Barrio. La primer filial se hizo en Avellaneda, con el espíritu de esa película. Y así fuimos creando filiales, filiales por distrito, y hoy tenemos 73 filiales a nivel país.”
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Fusión del ENRE y el ENARGAS: “Es profundamente negativo”, advierte Pablo Blanco, secretario general del STIGAS

En una entrevista exclusiva con La Columna Vertebral – Historia de Trabajadores, Pablo Blanco, representante del sector gasífero y referente sindical, analiza con preocupación el reciente decreto del gobierno que fusiona el ENARGAS (ente regulador del gas) con el ENRE (ente regulador de la electricidad). Esta decisión —que plantea la creación de un único ente para todo el sector energético— despierta interrogantes sobre la seguridad, el rol del Estado y la protección de los usuarios. “No es lo mismo gas que electricidad”, remarca Blanco, y denuncia una política de vaciamiento institucional que podría dejar a los consumidores librados a su suerte y sin controles efectivos. En un extenso diálogo, el dirigente también señala los peligros de la desregulación, la fragilidad del sistema actual y la necesidad de mantener organismos técnicos e independientes que garanticen servicios seguros y de calidad.
LCV:“El gobierno aprobó hoy un decreto mediante el cual se fusiona el Ente Regulador del Gas, ENARGAS, con el ENRE, que es el Ente Nacional Regulador de la Electricidad, para crear una única empresa responsable del sector energético nacional. ¿Cuál es tu opinión al respecto?”
Pablo Blanco:“No… yo… a ver, hace poquito nos desayunamos con esta noticia. Yo creo que tiene que ver con su mirada del Estado y de los organismos de control, y del rol que deben tener, digamos, algunas estructuras del Estado. Como se asocia a la cuestión del INTI, si bien no la terminan de disolver —porque no pueden, les gustaría—, hay normativas vigentes respecto del funcionamiento y de las reglas y normas a las que deben estar sometidas las empresas para cumplir con un servicio de calidad, pero además con un tema más importante que tiene que ver todavía con la seguridad. Me parece que el funcionamiento se enmarca en esto. Yo, si usted me pide una calificación, yo digo que es profundamente negativo, ¿no?”
LCV:“Por eso yo quiero saber… a ver… esto que parece de superestructura, yo quiero que usted, desde la cuestión sindical, me pueda explicar: ¿en qué me voy a perjudicar yo como usuario? Porque, además, en el mismo momento se conoce este tema de la desregulación para la competitividad de las empresas eléctricas —no sé si las del gas también, creo que sí—, y además de saber que el 46% de nuestro país no tiene tendido de gas, sigue teniendo el sistema de garrafas. Entonces, en este panorama me gustaría saber: ustedes, como trabajadores, ¿cuál es el aporte?, ¿cómo se ubican en este tema?, ¿qué acciones van a tomar?, ¿se van a perjudicar en el marco laboral?, ¿cómo es?”
Pablo Blanco:“No… digamos… a ver, nosotros ya siempre hemos hecho algunos cuestionamientos a algunas normativas que han ido surgiendo a lo largo del tiempo desde el Ente Regulador del Gas, el ENARGAS, en este caso, producto de que entendíamos que se liberaba a las empresas de ciertas inspecciones que traían un perjuicio. Por ejemplo, para ser pragmático: llega Metrogas porque usted siente olor en su casa. Entonces Metrogas viene y le corta el gas y le deja un formulario en el que usted tiene que dar intervención a un gasista matriculado. Originalmente, después que el gasista hacía el trabajo, tenía que presentar en Metrogas un formulario —el formulario 35, o 34A si hacía cambio de recorrido—, y ahí aparecía Metrogas y constataba que la cañería no perdiera, que estuviera hecho bajo las normas de seguridad, para que el cliente esté resguardado. Después, en un momento determinado, dejaron que esa responsabilidad recayera solo sobre el matriculado, y que aleatoriamente ellos podían tomar una reparación e investigarla. Así es como edificios completos han quedado 6, 8 meses, hasta un año sin gas. En un momento, el ente regulador dejó librado al azar el control de los matriculados, y eventualmente, las distribuidoras podían verificar dentro de 90 días. Eso significaba un riesgo enorme. Luego, logramos que volviera a recaer la responsabilidad sobre las distribuidoras, Metrogas, Naturgy, Camuzzi, la que fuera, para verificar que el trabajo esté bien hecho y no haya fugas.”
LCV:“¿Y ahora cómo va a ser? Porque a mí me importa, digo… ¿ahora qué va a pasar?”
Pablo Blanco:“Ahora vamos otra vez a no tener controles, y lo preocupante es eso. Vamos a ver qué va a pasar, porque esto es muy incipiente. Pero yo, viendo los antecedentes de cómo se están dando las reestructuraciones del Estado —en algunos casos con la desaparición directa de organismos y entes controladores— tengo serias sospechas de que esto sea a favor de los clientes. Es cierto que la gente se queja muchas veces: ‘viene Metrogas, me corta’, ‘Naturgy me corta’, y después hay que hacer un montón de obras que son económicamente complejas, además del hecho de quedarse sin suministro.”
LCV:“Mire, yo le voy a ser sincera, Pablo. Uno, cuando recibe en su casa al gasista, al plomero o al electricista, nunca está completamente segura de que no le estén mintiendo un poquitito. Y en el caso de las obras de gas —donde edificios completos quedan sin servicio, y después alguien de la empresa se hace el vivo con algún pedido de coima— más se amplía la sospecha. Ahora, entre ese curro habilitado que parecía existir en algunas situaciones y el tema de no tener ningún control, y yo quedar en manos de creerle o no al gasista, hay un desamparo del usuario muy grande. Por confianza, por desconfianza, por ausencia de control, o porque no hay cultura del cuidado de las casas —como pasó con el tema de la casa esta de Devoto—…”
Pablo Blanco:“Lo de Devoto fue que taparon una rejilla de ventilación. Pero eso es porque evidentemente las personas que estaban ahí no tienen por qué saber. No son gasistas. Tampoco hay costumbre de que, una vez al año, antes de prender las estufas, alguien las revise. Lo que digo es que, a esa falta de confianza histórica que se tenía en la empresa —Metrogas, por ejemplo, que es la de Capital— ahora se suma esto. Insisto: el 46% de nuestra población todavía se alimenta con garrafa.”
LCV:“Pero mire, yo estoy totalmente de acuerdo. Lo de la garrafa, si quiere, después me da un minutito…”
Pablo Blanco:“Bueno, yo lo que le quiero contar es que yo he visto cosas que hicieron gasistas matriculados donde murió gente. Nosotros hicimos pericias respecto de un matriculado que sacaba un calefón, ponía otro, no cumplía con la normativa de ventilación y los gases se metían para adentro. Tremendo.”
LCV:“Pero, ¿cómo lo solucionamos, Pablo? Porque la gran duda que tenemos los usuarios…”
Pablo Blanco:“Habrá que ver. Habrá que hacer ahora, a partir de esto —que es muy prematuro—, un seguimiento de qué resoluciones se van tomando.”
LCV:“Y Pablo, si todo lo que usted me está contando —y lo que yo le cuento, con la experiencia que puedo tener como usuaria—, si a todo eso le sumamos que hoy el Estado se corre de ese control… Yo pregunto: ¿el sindicato tiene algún peso? ¿Su opinión respecto de que es necesario seguir con los controles?”
Pablo Blanco:“Podremos tener algún recurso jurídico en caso de que… pero ya están trabajando…”
LCV:“Yo le sugiero que empiecen a trabajar porque los despelotes se van a venir en manada.”
Pablo Blanco:“Esto pasó ahora, no lo teníamos de antes. Nosotros tenemos que analizar qué normativas se modifican. Si no se modifica ninguna, si esta fusión de entes no cambia las normas, pues bien.”
LCV:“De hecho, se ha modificado la normativa que tiene que ver con la competitividad. Hoy cualquier empresa puede presentarse a suministrar domiciliario cuando esto entre en vigencia. Se puede competir por la tarifa.”
Pablo Blanco:“Yo voy a poder decir: ‘No, yo quiero la luz de acá’. Todavía no, porque hay contratos firmados. Además, el sistema de gas es muy difícil porque hay redes, y no es que usted decida quién pasa por delante de su casa.”
LCV:“Sí, yo entiendo. Pero el que no entiende parece que es el gobierno que escribe.”
Pablo Blanco:“Puede ser, pero no creo que eso se pueda implementar. Porque la red que pasa por delante de su casa no es algo que usted elija. No puede decir: ‘Quiero que por mi casa pase la empresa Excelente’.”
LCV:“Claro, yo entiendo que había monopolios…”
Pablo Blanco:“Eso no se puede. Había prácticamente monopolios de distintas empresas en distintas regiones. Lo que no entiendo es cómo lo van a instrumentar. Y me preocupa que el sindicato —ustedes— se van a tener que poner al frente de esta cuestión, porque si no, los trabajadores de esas empresas…”
Pablo Blanco:“Tenemos que ver. Las empresas tienen contratos firmados por muchos años. Nosotros cuestionamos eso, pero hoy hay contratos firmados a futuro. Las empresas van a accionar legalmente si hay incumplimiento del gobierno. No creo que sea tan sencillo.”
Pablo Blanco:“Miren, allá por 2008 o 2009 también se desreguló —incluso con el gobierno de Néstor y Cristina— el valor del gas en boca de pozo. Y la verdad es que no se pudo romper el monopolio. Se creó el mercado electrónico del gas. Pero las empresas se cartelizaron y se siguió pagando el mismo precio. Era un buen concepto al principio, pero después se fue diluyendo.”
LCV:“Bueno, vamos a ver, Pablo. Usted está bastante confiado en que las cosas pueden llegar a salir moderadamente bien. Yo lo espero por acá, cuando veamos cómo marcha…”
Pablo Blanco:“No, no, perdóneme. Yo no estoy confiado ni nada. Yo estoy diciendo que hay que tener conocimiento para actuar. Sobre la nada no se puede actuar.”
LCV:“Claro.”
Pablo Blanco:“Sobre el decreto, sobre el texto del decreto…”
LCV:“Lo que dice abajo, la letra chica…”
Pablo Blanco:“No, ni siquiera eso. Habrá que ver cómo van a ir actuando en cada situación. Nosotros tenemos un montón de normativas. Si las modifican, habrá que actuar. Si no se modifica, habrá que ver. Por eso digo: es prematuro. Para nosotros es malo, porque no es bueno que haya una fusión entre gas y electricidad, porque no son lo mismo. Pero bueno, primero hay que conocer qué normativas se van a modificar. Si las que se modifican son malas, actuaremos en consecuencia.”
LCV:“Sí.”
Pablo Blanco:“No tenemos otra herramienta nosotros. No podemos cortar el suministro, porque es un servicio esencial.”


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